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12.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse

Rosé se sentía muy enamorada de Lisa.

JiSoo estaba a su lado, hablándole acerca de cómo fue su cita con Jennie, pero siendo honesta, la pantera la estaba ignorando. Su mente estaba volando al día anterior, cuando se fue de la mano con Lisa hacia la casa de ella para dejarla allí. Lisa estuvo todo el camino con los mofletes colorados por la vergüenza, aunque sin soltarla un poco, y Rosé estaba muy feliz de verla así.

Le gustaba Lisa, le gustaba muchísimo. Le gustaba su cabello café, las pequeñas orejitas peludas que se asomaban entre éste y cómo se movían cuando se encontraba nerviosa. Sus ojitos oscuros, que brillaban cuando veía algo que le gustaba, como un aguacate o nueces o almendras. Esas bonitas mejillas rechonchas, que le provocaban ganas de besar y pellizcar y acariciar en todo momento. Se veía especialmente tierna cuando se las llenaba con comida, poniéndose tímida y cohibida. Los pucheros que hacía con esos labios rosaditos, y la sonrisa que formaba cuando algo la hacía feliz. Por Dios, y su risa... Su risa era tan contagiosa, que no podía evitar reírse por cualquier tontería que dijera.

Rosé estaba muy impaciente con que Lisa aceptara pronto ser su novia, tener algo oficial, para así poder darle besos en sus labios. Sin embargo, no le iba a presionar, ¡Jamás podría hacer eso! Ella esperaría a que la omega agarrara más confianza, aunque sí esperaba que fuera pronto. Besar a Lisa debía ser como el cielo mismo.

―¿Me estás escuchando? ―preguntó JiSoo.

―Claro que sí ―mintió Rosé con facilidad―. Jennie te dijo que quería salir a cazar conejos contigo, ¿Y?

―Le pregunté si eso no ofendería a Somi, pero contestó que ella no debe enterarse, así que...

Desconectó su mente otra vez cuando, al levantar la vista por entremedio de la multitud, sus ojos se detuvieron ante una figura a varios metros de ella, que le estaba ignorando. Olisqueó el repugnante aroma del resto de los estudiantes, haciendo un mohín de disgusto, pero sonrió con suavidad al notar la esponjosa cola de Lisa alzándose. La chica le daba la espalda, sacando unas cosas de su casillero para la siguiente clase. Por primera vez, en mucho tiempo, la vio sin sus amigas.

Estuvo atenta por si alguien soltaba un comentario hiriente hacia la chica. No estaba dispuesta a tolerar alguna tontería de ese estilo, no frente a ella, y si cualquier persona ofendía a su omega, entonces pagaría las consecuencias. Rosé no podía entender el motivo por el que molestaban a Lisa, por Dios, era sólo una chica de diecisiete años con un leve problema de sobrepeso. ¿Desde cuándo algo como eso era motivo de burla? Eso la enfurecía hasta puntos inimaginables.

―... Luego de eso, cuando salió la luna, Jen se sentó en mi regazo y nos comenzamos a besar.

―Qué asco. ―bufó Rosé.

―Por favor, te mueres por un beso de Lalisa.

Rosé rodó los ojos, aunque su mirada se volteó con rapidez hacia una escena que le desagradó por completo. Su garganta soltó un gruñido involuntario.

¿Por qué la idiota de Son ChaeYoung, la estúpida de su amiga, estaba abrazando a su ardilla?

Una persona se cruzó y Rosé se movió, ignorando la conversación de JiSoo y alejándose unos pasos. ChaeYoung estaba casi colgada del cuerpo de Lisa, sonriendo con felicidad. Peor aún: dejándola pasada en su aroma.

Ese pensamiento la puso más celosa. El olor de ChaeYoung sobre su omega. Su ardillita. Era indignante.

Estaba bien que fueran amigas, pero eso no se lo iba permitir a ella. No se lo permitiría a nadie, ¡Ella era la única ChaeYoung que podía marcarla!

Sintió a su pantera interior sacudiéndose en celos, dando otro paso. Básicamente, dejó a JiSoo hablando sola, mientras caminaba hacia ellas.

Lisa, en tanto, quería que ChaeYoung ya le soltara porque estaba muy pegajosa, la verdad.

―¡Gracias, gracias Lili! ―decía ChaeYoung, frotando su cabello contra su mejilla―. ¿Estás segura de que a Somi le gustará?

―Por décima vez, sí. ―bufó Lisa.

ChaeYoung, dos días atrás, le habló por mensaje de texto para preguntarle acerca de un regalo a Somi. Ya falló hace semanas cuando le ofreció una zanahoria, porque si bien Somi la aceptó, no quería irse ahora por elegirle algo que pudiera desagradarle. Lisa le preguntó, discretamente, para qué quería darle un regalo si eran amigas, y ChaeYoung le confesó que ellas también estaban saliendo, sólo que a escondidas. Lisa le prometió que no se lo diría a nadie, aunque a estas alturas, no pudo ocultárselo a Jennie. ¡Pero no se lo diría a nadie más, promesa de ardillita!

De todas formas, ChaeYoung le dijo que iban por el mes desde que salían. Lisa no se podía creer lo rápido que iban, ¡Jennie todavía no era novia de JiSoo, a pesar de que se conocieron gracias a la cita de esas dos! Aun así, Lisa le dijo a ChaeYoung que le regalara un llavero de EXO, y con eso la haría feliz por un año.

ChaeYoung, por fin, la soltó sosteniendo una bolsa de papel entre sus manos.

―¡Eres la mejor, gracias! ―volvió a decir ChaeYoung―. ¡Nos vemos!

―Adiós, Chaeng...

Se despidió de la loba, volteándose hacia su casillero para cerrarlo. Todavía quedaban varios minutos para volver a clases, ¡La hora de almuerzo era tan larga! Y Somi y Jennie fueron a la biblioteca a dejar los libros atrasados, ¡De seguro ahora las estaban regañando! Ella les dijo que-...

―Apestas a lobo.

Soltó un chillido de forma inconsciente cuando alguien habló detrás de ella, reconociendo enseguida una grave voz, llena de enojo. Se giró, chocando con los oscurecidos ojos de Rosé, y su cola se erizó en miedo innato. Llevaba conociendo a la alfa ya mucho tiempo, sin embargo, su animal interior seguía asustándose sin poder evitarlo.

Después de todo, como ardilla, era un animal presa, rodeada de carnívoros que podían comérsela de un solo bocado.

Además, se le sumaba el hecho de que Rosé parecía estar siempre a su lado, apareciendo de la nada. A veces, era tierno. Otras veces, un poco espeluznante.

―Ho-hola, Rosie... ―balbuceó apenas, su corazón latiendo aceleradamente.

Rosé lo rodeó, olisqueándola y haciendo muecas de asco.

―Esa imbécil te dejó cubierta de su olor. ―gruñó Rosé.

Oh... ―Lisa la observó, atónita―. ¿Es algo malo?

―¡Sí! ―exclamó Rosé―. Apestas, pero... ¿Sabes cómo sacártelo?

―¿No? ―preguntó, atónita.

Rosé sonrió luego de humedecer sus labios.

―Voy a cubrirte con el mío.

La alfa la agarró de la mochila y de pronto sonó un pop en el pasillo. Rosé pestañeó cuando su mano cayó, sosteniendo una mochila, y sus ojos se enfocaron en la pequeña figurita que se estaba escabullendo entre las piernas del resto de estudiantes, huyendo de ella. Una bonita ardilla que corría con desesperación, presa del miedo.

Lisa era tan tierna y apretujable en su forma ardillita.

Rosé tuvo que haberlo dejado en paz, sin embargo, su pantera gruñó para que la siguiera, y vio a JiSoo alcanzándola con indignación por haberla dejado sola.

―¡Atrápala! ―le gritó, lanzándole la mochila de Lisa antes de transformarse también en su animal, una elegante pantera saliendo detrás de la pequeña ardilla, que chillaba mientras el resto de estudiantes soltaban quejidos.

Pero a Rosé no le interesaba, no cuando todos le hicieron un espacio para cruzar el pasillo. No estaba prohibido que se transformaran en el colegio, era algo común, pero si debían evitar hacerlo dentro del edificio. Aunque, en ese instante, la pantera lo ignoró por completo, más pendiente de atrapar a la pequeña bola de pelos que chillaba.

Lisa gritó al ver a la enorme pantera detrás de ella, con una expresión divertida en su rostro, y su instinto animal se alteró más porque ahora sí se sentía como un animal presa en medio de una persecución. Ella sabía, en el fondo, que Rosé no se lo comería, que sólo estaba jugando con ella, pero su instinto animal gritaba lo contrario.

Rosé la atraparía y se lo iba a comer, lo tenía claro, y ese sería su fin.

Salió al patio, abriéndose paso por en medio del césped, saltando sobre una mesa cuando Rosé se lanzó a agarrarla. Esquivó por poco sus garras, y divisó un árbol. Toda la persecución la estaba agotando demasiado, así que, haciendo un último esfuerzo, comenzó a escalar el árbol, respirando con alivio cuando se aferró a una rama, mirando hacia abajo.

Esperaba ver a Rosé observándole desde el suelo con enojo, pero no estaba.

Se giró, viendo a la pantera acomodándose en la rama también.

‹‹¿De verdad, Lalisa?››, parecían decir los ojos de Rosé, con un poco de diversión. ‹‹¡Sabes que las panteras podemos escalar árboles!››.

Lisa quiso golpearse ante su estupidez. Como respuesta, sólo chilló, pensando si saltar y tratar de planear, aunque sabía que era algo arriesgado porque Lisa odiaba las alturas y odiaba volar. Qué fracaso de ardilla.

‹‹¿Me-me vas a comer?››, trató de decir Lisa.

¿Era posible que una pantera sonriera?

Tres minutos después, las dos estaban en el suelo, con Lisa entremedio de las patas delanteras de Rosé.

‹‹¡Me ha-haces daño!››, decían los chillidos de Lisa, con desesperación, soltando otro chillido al sentir la lengua de Rosé lamiendo desde su cola hasta su cabeza.

‹‹Mentirosa››, ronroneó Rosé, apretándolo más entre sus patas, pero sin llegar a hacerle daño, ‹‹ahora hueles mejor, bebé››.

La ardilla se quejó, casi llorando, sin embargo, sólo se resignó a su destino, ignorando ese pequeño hilo rojo que parecía estar formándose entre ellas.

¡Gracias por leer!

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