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TASK 3: PINKY ANGEL RAIN

📌Disclaimer Gracias al maravilloso team de editores que se reseña en la dedicatoria por su profesionalidad y apoyo a mis obras. Mis mundos son más bellos cuando los ambientan ustedes.

Allie_desu/Heaven

🏈WILD BOOTCAMP 🏈

"Ser crédulo es el mal de los inocentes."

Qué línea más genial, ¿verdad? Me encantaría hacerme eco de ese pensamiento pero estar congelándome fuera del dormitorio de los instructores mientras los primeros rayos del sol despuntan en los campos del cruel y salvaje Daegu no tiene nada de genial.

Rebobinemos... cómo fue que terminé mordiendo el anzuelo de esa comadreja decolorada con el nombre de Kim Jong-In, alias Kai Pesadilla para mí.

Todo iba de perlas, eso creía yo, mientras Namjoon se encargaba de conducir al centenar de cabezas llenas de coletas y sombreros que componían a los más pequeños del campamento.

Del otro lado, Seok Jin se aplicaba a mostrarle a los casi veinte adolescentes que nos acompañarían cómo debían utilizar la segunda de tres mesas con el estilo del colegio Howarts.

—Jiminnie, ven, tú puedes encargarte de repartir las cestas con panes ¡Kai, deja de acosar a Yoongi y échale una mano!

Taemin había proclamado la orden con toda la energía que debía tener un buen hyung. En cuanto las hebras azul eléctrico de Jong-In entraron en mi campo visual supe lo que sentía Seo Rim cuando deseaba ser comparada con chicas como Haneul.

Para ser más explícito, aquel hombre tenía escrito en el rostro ser el rey del baile de graduación de la promoción que fuera. Un killer king, en toda la regla, y por alguna razón, el viejo hábito de retorcer mis dedos en el bajo de la sudadera se impuso a mi tímido saludo.

—¿Así que tú eres Park, el famoso escritor?

Famoso no era la palabra que me gustaba emplear, pero me las arreglé para recolocarme los lentes sobre el puente de la nariz y asentir.

—Un placer, Kai el que marca sus pertenencias con stickers.

Mi comentario sobre lo que había comprobado en el cuarto de baño de los instructores lo hizo torcer el gesto. Aún así, sus bellas facciones destilaban elegancia y mi complejo de patito feo fue a mayores cuando un destello pelirrojo marcó la entrada del gerente de Smeraldo Garden Camp.

—Kim... me alegro que ya le estés enseñando a Jimin cómo se hace a la hora de las comidas. 

El cambio en la expresión del aludido fue lo mismo que si espolvorearan un poco de esencia de hadas en su mirada de afiliado ámbar.

Como si la animosidad anterior hubiera sido producto de mi imaginación, Kai no dudó en pasar un brazo en torno a mis hombros y fingir que nos conocíamos de toda la vida. Eso por no hablar de que me sentía como un gnomo en comparación a su metro ochenta.

—Por supuesto, Gigi. Presiento que con Park tendremos un verano muy entretenido ¿Verdad, Minnie?

Fui casi obligado a sonreír de la misma forma artificial que empleaba el peli azul. Yoongi estaba ciego y yo camino al matadero.

Era obvio que Kai arrastraba la cobija por el pelirrojo y que yo era nada en su plan de conquista del Imperio Romano. Dios, Park , ya necesitas escribir.

La idea de vencer mi bloqueo me ayudó a escapar del abrazo de mi nuevo compañero. La labor de repartir las cestas con el pan y ayudar a Felix a llevar el resto de los platos a las mesas fue balsámico.

Kai se encargó de dejarme en ridículo varias veces cuando no sabía muy bien qué hacer, pero me las arreglé para fingir demencia y preocuparme más por el grupo de Seo Rim y los de primaria.

Después de la opípara cena, Yoongi nos convidó a encontrar el patio trasero del hall. La multitud de luciérnagas que había visto de camino al granero, horas atrás, ahora se veía acompañada por una fogata a la que Hoseok y Taemin prestaban atención.

Haneul muñeca Min, para diferenciarla de la pequeña con complejo de diva que le hacía la vida amarga a Seo Rim, se subió a una de las mesas para iniciar el festival de historias del campamento. Estaba cerca de la hoguera cuando unas sombras alargadas llamaron mi atención.

—Oh no, aquí vamos otra vez. Rosé sigue sin adaptarse.

El comentario de Jin llegó desde algún punto detrás de mi persona. La sombra que había captado mi atención rodeó la arboleda que protegía el acceso al hall desde la parte interna del campamento. Sin apenas advertirlo, tomé la decisión de seguir el rastro de lo que evidentemente era una historia.

Las voces desde la hoguera se difuminaron bajo los murmullos de grillos y saltamontes mientras usaba la linterna del móvil para guiar mi camino a través de la cortina de follaje que daba paso a lo que debería ser un bosquecillo.

Mis ojos se ampliaron al descubrir una especie de glorieta amueblada con un diván y un columpio colgante. Allí, protegida por el misterio que solo pueden tener las protagonistas de cualquier cuento de princesas, una chica de cabellos de plata derramaba su frustración contra el auricular de su móvil.

—¡No, siempre dices lo mismo y nunca cambia! Lo siento, estoy harta de esperar por el padre que solía tener. Te odio.

Sabía que estaba invadiendo su privacidad. Quién soy yo para inmiscuirme en los asuntos ajenos y menos en los de una jovencita con pinta de ser problemática.

La chaqueta de cuero sobre una fina playera y la minifalda vaquera ponía todos los acentos al estereotipo de que estaba pasando por su etapa más rebelde. Aún así lo intenté.

—Disculpa... ¿Me puedo sentar?

Dos pares de gemas azules me enfocaron con estupor. Aún cuando la visibilidad era empañada por el crepúsculo de una bombilla de luz amarillenta, era más que claro que su rostro seguía húmedo. Esperé que me rechazara pero pronto la sorpresa se convirtió en algo más en su cara angelical.

—¿J. HEAVENHILL? Por lo visto el señor Min no estaba mintiendo.

Ella se adelantó a la pregunta obvia y yo comencé a pensar en el hecho de que Yoongi parecía muy familiarizado con mi intento de empresa literaria. Compuse la mejor sonrisa que podía colocar en mi rostro. Luego tomé asiento en el diván.

—Comienzo a creer que me embaucaron para terminar en un sitio donde todos leen. 

Algo parecido a una mueca apareció en el semblante de ella. Carraspeé a fin de ganar su atención.

—Soy Park Jimin. Es un gusto conocerte y sí... a veces escribo un poquito.

—¿Un poquito? Tienes dos sagas publicadas con solo veinticuatro. Dejaste al país en un solo aliento cuando se anunció la compra de los derechos para ILLEGALY YOURS, eres... eres mi héroe. 

Ella disparó todo aquello antes de presentarse como Park Rosé, la hija de un magnate de la industria del entretenimiento que no le tenía mucha fe al empeño de su única hija de hacer carrera en el área de la música.

La capa de melancolía que la había rodeado se desprendió gradualmente mientras me reseñaba escenas del primer libro de mi serie SKYLINE. Se sonrojó varias veces al contarme cuánto se identificaba con los personajes de ILLEGALY YOURS y yo solo me encogí de hombros.

—La verdad, ni yo mismo pensé que llegaría a publicarse. Solo Tae creía fervientemente en que la historia de Woon Ho y Ji Joon podría ser un bestseller. Las cosas eran más simples en ese entonces.

—¿Y cuándo sale el próximo libro? ¡No me digas que lo estarás escribiendo aquí, eso sería genial! Por primera vez no tendría que participar de las aburridas dinámicas del campamento.

—¿Dinámicas?

Cualquier cosa que me alejara de tener que admitir el colosal bloqueo en el que me encontraba contaba a fin de no dejar morir la conversación. Rosé se peinó su larga cabellera de luna.

—Juegos, talleres, acampadas, noches de micrófono abierto... No tienes idea. He venido aquí desde que pertenecía a los abuelos del señor Min. Tengo casi dieciocho y estuve antes de los diez aquí. Era divertido en ese entonces, pero luego... bueno, supongo que cambié yo...

Ella continuó narrando cómo el campamento había resurgido de sus cenizas después de la muerte de los señores Min. La curiosidad por los abuelos del actual propietario y el hecho de que ella pareciera tan unida a la familia picaron en mi interior, pero me las arreglé para no iniciar una inquisición que solo podría completar cierto pelirrojo con un trasero comestible. Demonios, Park.

—¿Pasa algo? 

Por lo visto mi filtro se había ido y crucé los dedos mentalmente por no haber mencionado algo que pudiera identificar al objeto de mis cavilaciones. Una mirada suspicaz fue mi confirmación.

—Desde que Yoongi jugaba en la NFL no ha faltado quién desee echarle el lazo. Tú no serías el primero ni el último. Mi padre dice que Red Mad Min aún está en espera del que le enseñe su lugar. Solo los Min se enamoran una vez.

Ella había leído demasiadas novelas rosas. Me libré de hacerme eco de ese hecho cuando Felix apareció detrás del manto verde de la arboleda.

—Aquí estaban. Jimin hyung, es hora de ayudar a llevar a los más pequeños a los dormitorios. Seok Jin te estaba buscando.

—¿Qué esa no era la tarea de Kai?

Cuestionó Rosé y el rubio chasqueó la lengua. Ambos chicos tenían edades semejantes. Lo que me llevó a concluir de que en Smeraldo Garden Camp se escogía a la membresía, y de que Min Yoon Gi era una mina de secretos por descubrir.

Anoté mentalmente investigar más sobre su carrera como deportista. A fin de cuentas, ese podría ser un buen argumento para vencer mi bloqueo literario.

—Kai tiene ciertos derechos desde que se convirtió en el asesor financiero de hyung. Este será su último verano como instructor.

—¡Que Dios nos ayude! Solo espero que el señor Min no sea tan ciego como para obviar que esa serpiente quiere enrollarse a su cuello.

—¡Rosé!

Se quejó el otro joven en clara alusión a mi invasiva presencia. Ella se mordió el labio inferior antes de cambiar el tema rumbo a mis libros. Esa fue la plática que nos acompañó hasta que la figura elegante de Seok Jin estuvo casi encima del extraño grupo que formábamos.

—Ayúdame, no soporto los suspiros de gato en celo de Kai.

Era casi cómico ver cómo todos se quejaban del comportamiento de aquel chico que me había declarado la guerra solo por respirar, cuando el objeto de sus conspiraciones parecía altamente inmune a tanto coqueteo.

Pasar revista a los cuarenta infantes, arropar a Seo Rim y al resto de los de su habitación fue más fácil de lo que había calculado. Las actividades destinadas a los adolescentes se aplazarían hasta la próxima jornada, cuando la mayoría estaba casi entumecida después de un día agitado.

Para el momento en que caí en mi improvisada cama había olvidado llamar a Taehyung solo con el objetivo de comunicar que aún respiraba y que quizás le agradeciera por enviarme a este pintoresco fin del mundo.

Debo haber dormido un par de horas antes que un ruido fuera de las ventanas abuhardilladas del edificio que servía de albergue a los instructores me obligara abrir los ojos.

Los sonidos de la noche aún no morían y el leve ronquido de alguien amenizaba mi estado de duermevela antes de darme cuenta que se trataba de Kai.

Cuatro treinta y seis de la mañana. Quién demonios despertaba a esa hora y con tanta energía. Decidí que no era mi asunto, pero la curiosidad patológica de la que padecía terminó ganando. Aún envuelto por mi manta con el el logo de Iron Maiden me acerqué a las ventanas para comprobar mi teoría.

Bajo los faros que iluminaban el perímetro del patio en esa sección de la casa, y pese a lo nebuloso del clima a esa hora, el destello de mechones pelirrojos me confirmó que la presa de Kai quizás no fuera tan inmune. 

—Buena hora para perseguir misterios.

Me regañé mentalmente. No había hecho la tarea sobre Min Yoongi y su aparente pasado como estrella deportiva.

No había nada de lógico mientras cambiaba mis pantuflas de perritos por unas deportivas gastadas y descolgaba el abrigo de la percha apostada contra el límite de mi cama. 

—Estoy demente.

Susurré de camino a la puerta de la habitación. Mi journal de planificación iba apretado dentro de las solapas del abrigo junto con la pluma que Tae me había regalado cuando la serie SKYLINE fue seleccionada para convertirse en el argumento de un Kdrama.

El frío de la madrugada me traspasó las piernas, pero ya era tarde. Caminé lo más rápido que pude en busca de una historia que pudiera ayudar a la mía.

Nunca pensé en lo inconsecuente de mis actos. Nunca creí que terminar cayendo en la trampa de un rival no declarado sería la punta del iceberg antes de admitir que había más que un profundo sentimiento de deja vu entre el propietario de Smeraldo Garden Camp y yo.

🏈WILD BOOTCAMP 🏈

Desde la noche anterior, la avalancha de coqueteo empaquetado en un semblante amable que era Kai me había perseguido tal como solía hacer Holly cuando regresaba a casa. Aquel chico, por muy buen asesor financiero que fuera, comenzaba a agotarme.

—Kai... esto es demasiado pesado para un doncel. Deberías aprovechar para dormir un poco más hasta las seis. Hoy es la visita guiada de los niños al centro de producción del pueblo. Tendrás trabajo de sobra.

Farfullé mientras conseguía mover otro fardo de heno para que Aurora, mi yegua baya, pudiera distraerse antes que Wooyoung y el resto de los chicos limpiaran los establos.

Kai solo se afianzó a su posición de doncel en apuros antes de recostarse de los postes que aseguraban la puerta de la cuadra.

Sus cabellos húmedos hablaban de una ducha improvisada para poder acoplarse a mi ritmo de casi no dormir y disfrutar las primeras horas de la mañana trabajando. Una mueca se dibujó en mis labios ante la reticencia de él por no regresar al hall de los instructores.

—Gigi... bien sabes que puedo con eso y mucho más. No soy de azúcar como ese chiquillo delicado que ha enviado JK. 

No era tan tonto como para no haber notado la aversión de Kai hacia Jimin. El abrazo tenso que le dio ayer en mi presencia era más comparable a una declaración de guerra que a un gesto amistoso.

Por eso evité acercarme  a Jimin el resto de la noche. Ya era demasiado obvio el hecho de que había difundido su obra a través del club de lectura y que medio Smeraldo Garden Camp era su fan.

—Deja de hacer comparaciones. El escritor solo vino de refuerzo mientras Hanna recibe la quimio. Tú mejor que nadie sabes que por mucho que intente mentirse a sí misma es prioritario que tome el tratamiento.

Ese giro en la conversación logra romper el envoltorio de sensualidad que lo había rodeado. Nos conocemos desde siempre y él sabe lo que significa Hanna para nosotros. Otra pérdida sería demasiado.

—Discúlpame ¿Sí? A veces me pongo posesivo sin razón alguna.

—Algo que no debería suceder cuando no recuerdo haberle dado a nadie mi certificado de propiedad.

Él ríe con despreocupación. La maniobra me ayuda a disipar su obstinación de acompañarme a cabalgar como parte del recorrido que abre mis mañanas. Nos despedimos minutos después.

Justo cuando estaba seguro que su plan de seducción se tomaría un descanso, el camino de regreso por el patio trasero que daba al hall de los instructores me entregó la mayor de las sorpresas.

Era hasta cierto punto inverosímil, pero en lugar de encontrar los rayos del sol, una lluvia de cabellos y labios color rosa amenzaba con quedarse entre mis brazos, de la manera más cliché posible.

🏈WILD BOOTCAMP 🏈

—¡Joder!

Pateé la ventana de mi habitación en el hall casi al punto de arrancarme otra uña. Qué cómo llegué acá arriba, con el riesgo de partirme el cuello y morir de hipotermia... pues creo que al inicio hablé de rebobinar el tiempo. No debía haber seguido a Kai hasta los establos, mucho menos escuchar su plática con Yoongi.

Mi madre solía decir que mi curiosidad sería la causa de mi desgracia ¡Cien puntos para usted, señora Park! No sólo me había enterado de la peor manera posible que Min Haneul estaba enferma, sino que había caído en la trampa de Kai y ahora no podía entrar en el hall por la puerta cuando aquel truhan se había cargado la llave.

Conclusión: escalar la ventana parecía una mejor idea hace quince minutos. Ahora, con el alba en el horizonte, los dientes castañeando y el trasero mojado producto a gatear sobre los tejados húmedos de rocío, el genial plan de este escritor iluso se había ido al tragante.

—No pierdas la calma, respira, sé todo lo zen que... ¡Mierda!

El ruido de cascos en la lejanía sumó un nuevo factor de riesgo a mi idea de conservar el anonimato. No pasarían ni dos segundos para que la figura imponente de Min Yoon Gi a lomos de un caballo color crema se hiciera visible.

Imitando a Jackie Chang, y en una pose artística, intenté ocultarme detrás de la cornisa que separaba las habitaciones del piso superior. Debía haber recordado mi tendencia a sacar la credencial de miembro VIP de Patozilandia, porque calculé mal hasta el punto de terminar con las piernas colgando fuera del tejado.

"No, no, no  dedos aguanten. Malditos doritos y reacciones extra de tres capas de cerdo."

Mis ojos se apretaron detrás de los lentes. Qué probabilidad había de que sobreviviera a una caída de unos seis metros sin romperme algo vital. Nuevamente el terror se apoderó de mí mientras veía la película de mi vida pasar.

El ruido de mi corazón bombeando a toda velocidad me impidió registrar algo más que mi grito cornisa abajo. 

Todo giró en manchas naranjas y azules mientras esperaba el impacto. Tres, dos, uno... ¿Por qué huele a café y a tierra mojada? Despegué los párpados para comprobar que había un muro de músculo sosteniéndome en sus brazos.

Unas sombras deformes salían del hall de los instructores para hacerse eco del torbellino de preguntas que podría tener cualquiera mientras Min Yoon Gi parecía rehusarse aflojar el abrazo que me había salvado.

Sobre el lomo de su montura, cual protagonista de una película de Disney, me atreví a encontrar aquellos espejos verdes solo para tragarme la vergüenza.

—Parece que hoy es mi día de suerte... Están lloviendo ángeles de cabellos color rosa.

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