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18.

El silencio en la camioneta era pesado, ni siquiera la música lograba aligerar el ambiente. Summer suponía que debía dejar a Louis en su casa para ella poder retirarse a la suya y al día siguiente le llevaría su camioneta de vuelta. Obviamente él no podía conducir estando en ese estado. 

—Louis, ¿cuál es la dirección de tu...? 

Detuvo su pregunta en cuanto se dio cuenta que el chico había caído en un profundo sueño. Gruñó bajito viendo la resolución de lo que ocurría. Tendría que dejarlo dormir en su apartamento. 

—¿Acaso no pude conseguirme un jefe menos loco y más alto?—se lamentó mientras giraba el volante y cambiaba la dirección.

(...)

Al día siguiente, se había conseguido con una nota sobre la nevera que era sostenida por uno de sus imanes en forma de corazón.

Siento lo de anoche y gracias.

Dirigió la mirada hacia el sofá dándose cuenta de que las sábanas estaba bien dobladas y los cojines en orden. Hizo una mueca recordando lo difícil que había sido arrastrarlo desde el estacionamiento hasta aquel mueble. 

Se percató que faltaban las llaves de la camioneta, asumió entonces que realmente se había marchado.

—Vaya mañana—susurró devolviéndose a su habitación para arreglarse e ir a su trabajo.   

Cuando llegó, Louis no estaba en el canal, Summer imaginó que se estaba recuperando de la posible resaca que le había dejado el día anterior. Dejó su típico café junto a un pastelito de queso crema, (que le había parecido delicioso por lo que decidido comprar uno para su jefe) y salió del camerino para ayudar a las mujeres de vestuario. 

No se topó con Louis sino hasta la hora del medio día. Cuando lo vio acercarse con el ceño fruncido, le sonrió. La chica de vestuario que estaba hablando con ella huyó rápidamente al darse cuenta de que su escandaloso jefe se acercaba.

—Buenas tardes, señor.

—¿Qué es esto?—preguntó ignorando su saludo y mostrándole la bolsa de comida rápida que ella le había dejado minutos atrás sobre su peinadora sin que este la viera. 

—Es una hamburguesa con doble queso y papas de Burger King, señor.

Louis achicó los ojos en su dirección.

—No intentes pasarte de lista conmigo, ¿qué hacía esto en mi camerino? 

—Bueno, asumiendo que no es un especie de vegetariano, el chiste de las hamburguesas es comerlas—se encogió de hombros.

—Summer...

Uff, había utilizado su nombre real.

—Sé que a veces no tiene tiempo para comer, así que pensé, ¿por qué no ayudo al jefe a que tenga la barriga llena, el corazón contento y un tono de voz considerable? 

Louis mordió su labio inferior queriendo evitar reír, pero al no lograrlo, soltó una limpia carcajada negando lentamente con su cabeza.

—¿Y esto?—levantó la servilleta que contenía una frase escrita con marcador negro. 

"No te rindas, que yo no lo haré".

—Es una frase motivacional, señor Tomlinson, últimamente está muy de moda darlos en los restaurantes de comida rápida.     

—Está bien—dijo rindiéndose a seguir indagando en lo que sea que su asistente estuviera maquinando —Gracias, supongo—se encogió de hombros pintando una sonrisa en su rostro.

—De nada, señor—le sonrió de regreso sin querer desperdiciar esas cortas oportunidades que tenía de ver su sonrisa y unirse a ellas. 

Louis se dio la vuelta en dirección a su camerino para poder comer con tranquilidad. La castaña suspiró y al voltearse, se topó con al menos media docena de pares de ojos puestos sobre ella.

—¿Qué? La comida no tiene veneno o algo.

Todos salieron de su estupor en ese instante y prosiguieron con sus actividades.


Así transcurrieron los días, en los que Louis se encontraba más relajado e incluso gritaba menos... considerablemente menos. Summer continuaba asistiéndole en lo que podía y entre ambos, tenían una extraña rutina de tomar el café a primera hora acordando los trabajos asignados para el día, y a veces, cuando la castaña lo conseguía en el camerino justo cuando iba a dejar su comida, se quedaban almorzando juntos, en silencio o conversando de cualquier estupidez. 

Ya habían pasado dos semanas desde que Louis le había confiado el pesar más grande que cargaba día a día, y ella no se atrevía a decirle que ya se había enterado para el momento en que él le contó, no lo encontraba relevante. 

Un miércoles, habían terminado temprano las grabaciones, así que la mayoría de las personas ya se habían retirado a sus casas. Summer caminaba a la salida, luego de que Louis le asegurara que podría marcharse, cuando se topó con Johan quien la saludó tan animado como siempre. 

—¿Qué te parece si salimos al cine?—le preguntó el chico caminando al lado de la castaña.

—¿Cuál película veríamos? 

—¿De eso depende que aceptes?

—Totalmente—respondió ella alegre.    

Johan sonrió.

—Summer.

La aludida se giró al escuchar a Louis pronunciar su nombre. Frunció el ceño un poco confundida, pensaba que ya habían resuelto todo por ese día.

—¿Sí, señor? 

Él iba a pedirle que lo acompañara, pero al ver la mala cara que tenía su amigo, el cual no recordaba quién era o de qué trabajaba ahí, se había dado cuenta que interrumpió alguna salida o lo que fuese, por lo que prefirió dejarla tranquila. Ella había tenido suficiente de él... como todos. 

—¿Señor?

—Hablaremos mañana mejor, ve a descansar. 

Summer pronunció su ceño fruncido.

—¿Seguro? 

El ojiazul apretó su mandíbula y se limitó a asentir. Luego de eso se retiró del lugar dirigiéndose al estacionamiento. 

Summer ladeó levemente su cabeza observándolo marcharse. 

—Eso fue raro—murmuró Johan. —En fin, estaba pensando en que podíamos...    

Él iba a pedirle algo, nunca lo hacía, ¿de verdad desaprovecharía esa oportunidad? 

—¿Sabes qué?—lo interrumpió. —Iré a ver que quiere, de todas maneras, se me olvidó comentarle un inconveniente que ocurrió hoy.

—¿Cuál inconveniente?—indagó él.

—Un inconveniente y ya—gruñó ella despidiéndose con un corto beso en la mejilla para después correr y alcanzar a Louis.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, colocó ambas manos sobre los hombros del chico y se impulsó dando un pequeño brinco.

—¿Pero qué...?—Louis relajó su ceño fruncido al darse cuenta de quien se había osado a usarlo como banco de brincos.

Por supuesto que tenía que ser ella.

—Y bien... ¿a dónde vamos?

—Creí que...

—Muchos creemos y dejamos de creer a diario—sacudió su mano dirigiéndose al lado del copiloto de la camioneta de Louis. —Pero debes creerme cuando te digo que me gustan los helados.

Él bufó, pero sin poder ocultar su sonrisa.

—Prometo brindarte un helado después que me acompañes. 

—Hecho—respondió efusiva abriendo la puerta y acomodándose en su asiento.

(...)

De todos los lugares a los cuales pensó que podría llevarla, jamás se le ocurrió que sería al cementerio. Y es que Louis estaba dándole muchas largas a la visita que le hacía mensualmente a su hermana, pero se había sentido tan ahogado y al límite, que no quería ir así, sin embargo, ya que ahora se sentía más en calma, aprovecharía para hacerle una visita como era debida.

—Necesito comprar algo—musitó luego de estacionar el auto y desabrochar su cinturón de seguridad. —Voy rápido. 

—Está bien—Summer le sonrió al ver como su jefe titubeaba en sus acciones. Él simplemente asintió para bajarse del auto y dirigirse a una pequeña tienda cerca de donde habían estacionado. 

La castaña recostó su cabeza del respaldo del asiento para después suspirar.

Louis estaba confiando en ella, la estaba usando como un medio de desahogo y eso provocaba que una gran oleada de calidez se esparciera en su pecho. Era bueno que él tuviera a alguien... todas las personas lastimadas deberían tener a alguien ahí para ellas. El amor cura el dolor, y con amor, se refería a aquellas acciones desinteresadas que demostraban las personas. El apoyo, el saber escuchar, el hacer saber que estaban ahí para cuando quisieran... Eso era amor.

Al percatarse de que Louis volvía con una rosa blanca en la mano, ella decidió bajar del auto y encontrarse a medio camino.

—Es muy linda—comentó ella señalando la flor. Louis asintió con una leve sonrisa sin dejar de mirarla.

—Acompáñame—hizo un movimiento con su cabeza comenzando a caminar. Summer lo siguió.

No se detuvieron hasta que pararon frente a una lápida de granito color gris. El nombre de la hermana de Louis, su fecha de muerte y algunas palabras dedicadas a su memoria estaban grabadas en la piedra.

—La otra noche me preguntaste qué era lo que me tenía tan molesto y sufriendo...

—No quise...

—Está bien, quiero contarte—le dirigió una corta sonrisa para volver a posar la mirada en la lápida. —Estoy tan enojado de lo que soy, de lo que tengo...—inhaló profundamente. —Si no fuera quien soy... Sandra seguiría viva... mi pequeña niña seguiría a mi lado—negó con su cabeza. —Es por eso que siento tanto enojo con todos los que me rodean... son tan hipócritas, no ven más allá de lo que puede ofrecerles—escupió con molestia y la chica no se pudo resistir a abrazarse con fuerza a su costado. Louis volteó para mirarla sonriendo levemente. —Siento haberte traído para esto.

—Está bien, no tienes por qué disculparte, quiero que te desahogues todo lo que quieras.

—¿Ahora eres terapeuta?—preguntó con tono burlón. Summer se sonrojó. —Supongo que necesito uno—murmuró luego suspirando.

—Yo creo que necesitas aceptar el cariño que te dan las demás personas, no puedes encerrarte como lo haces, Louis, te hace daño.

—Diablos, suenas como Sarah—soltó una risita al sentir el suave golpe que le dio la castaña a su hombro. —Estoy trabajando en eso.

—Estos últimos días has estado más tranquilo, es un gran avance.

Louis asintió aun enfocado en su achocolatada mirada.  

—¿Por qué no lo dejas? 

—¿El qué?

—Todo—murmuró ella en respuesta. —Siento que esto te está consumiendo, ¿por qué no lo dejas? 

—Hay quienes dependen de mí—respondió pensando en su pequeña familia. — Simplemente no puedo dejarlo—dejó de mirarla para enfocarse en el terreno verde y cuidado bajo sus pies. —De todas maneras, pronto terminará la tortura y le llegará la justicia a quienes lo merecen.

—¿Qué quieres decir con eso?—preguntó Summer con el ceño fruncido. Sin embargo, el ojiazul ni siquiera subió la mirada para observarla. 

—Va a llover—comentó luego de que un trueno se escuchara a la distancia. —Será mejor que nos vayamos. 

Se separó del agarre que tenía impuesto la castaña sobre él apartándose un poco. Besó la rosa blanca y se agachó ligeramente para poder dejarla delicadamente sobre la fría lápida de su hermana. Sin más, se dio la vuelta guardando las manos en los bolsillos de su caro pantalón para dirigirse a su auto.

—Estará bien—susurró Summer sintiendo la brisa fría golpear su rostro para después seguir los pasos de Louis.          

****** 

Los días pasan tan rápido cuando uno no actualiza. Sentí que fue ayer la última vez que actualicé, jeje. Que cosas... En fin, ¡¿cómo están mis amados lectores?!

Yo creo que ya les había puesto ese gif, pero es hermoso así que ahí lo tienen una vez más.

¡Adivinen quien está más que inspirada con esta historia! I got the poweeer!!!

Les cuento que esta semana tengo que estudiar porque la próxima comienzo clases nuevamente y estaré repleta de exámenes :( Así que les vuelvo a pedir la paciencia y la comprensión que siempre tienen en cuanto a mis actualizaciones.

¡Los amo y así es como iniciamos este 2017!♥

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