౨ৎ | La devoradora de hombres.
𖥧 𖤥'、˖ ָ࣪ Interludio: La devoradora de hombres.
𖥔 ִ ་ ، Ambientado: Durante los seis años entre el capitulo 5 y 6.
tw: sangre, descripciones gráficas y muerte.
capítulo largo.
📍128 d.C, Desembarco del Rey.
Último encuentro entre Aemond y Aemma. Aemma conoce a Alaric Baratheon.
EL CIELO RESGUARDABA LAS SOMBRAS DE VAGHAR Y MERCURY conforme los dragones avanzaban sobre las nubes, haciendo giros y obedeciendo las órdenes de sus dos jinetes. Los meses habían transcurrido lo suficientemente rápido para Aemma que ni siquiera los contó, en esos meses lejos de Desembarco del Rey la castaña de convirtió en la pupila de Daemon Targaryen. Desde el primer momento formó un lazo con su padrastro mucho más cercano del que tuvo con el mismísimo Laenor Velaryon.
Era gracioso cómo ambos a pesar de tener diferencia de edad eran bastante parecidos, incluso su madre les decía que eran cómo las dos caras de la misma moneda. Daemon estaba enseñándole tácticas de pelea que Ser Harwin nunca le enseñó, unas mucho más crueles pero efectivas, le enseñaba política -a la manera Daemon-, le ayudaba a perfeccionar su Valyrio y también a que la gente le temiera. Aunque eso ya no era necesario, cuando todo Desembarco del Rey se enteró que Aemma "la salvaje" era la pupila del príncipe canalla eso solo aumentó el miedo que le tenían.
En Roca Dragón todos eran más respetuosos con ella y sus hermanos, no le importaba a la gente el color de cabello de ellos sabiendo que tenían sangre Valeriana. Además, Aemma era la heredera de Roca Dragón y todos debían acostumbrarse a ella.
Aemond había cambiado bastante desde la última vez que se vieron en Marca Deriva, se mandaban cartas a diario contándose su día a día y solo se vieron dos veces en la cabaña que Aemma poseía. El rubio era mucho más serio que antes con todos los demás pero el trato era el mismo sobre Aemma, si los rumores eran verdad entonces también se tomaba más enserio sus entrenamientos para convertirse en guerrero y incluso la gente de Desembarco del Rey ya comenzaba a temerle.
──¡El que llegue a lo último debe buscar los terneros para los dragones!──. gritó Aemond volando a un costado de Aemma sonriéndole con victoria asegurada.
Aemma únicamente soltó una risa nasal sujetando con fuerza las riendas de Mercury obligándolo a subir en picada cosa que desconcertó a Aemond debajo de ella. La castaña atravesó nubes con facilidad, el frío aire del amanecer pegando en su cara con adrenalina. El enorme dragón blanco subía y subía en el cielo deslizando su cuerpo cuesta abajo cuando Aemma se lo ordenó. La castaña se sujetó en su silla con fuerza soltando un grito de adrenalina sintiendo aquella peligrosa bajada con energía. Aemond abrió su ojo con sorpresa sintiendo la bocanada de aire llena de adrenalina en el momento que Mercury voló cuesta abajo adelantándose hasta la meta sin dejar que Aemond siquiera intentará.
Cuándo Aemond aterrizó en aquel campo verdoso al costado de un lago cristalino observó a Aemma acariciando las escamas albinas de su dragón esperándolo.
──Eso fue trampa──. Aemond dijo bajando de su dragona alcanzando a la castaña en la orilla del lago──. Fue injusto.
──Si la vida fuera justa sería fácil──. le respondió Aemma con un atisbo de sonrisa en sus labios rosados.
Aemma también cambió durante la ausencia del rubio en su vida, ya no usaba esos vestidos de seda refinados color rojo en su lugar, o al menos en esos momentos, llevaba un traje de entrenamiento hecho completamente de cuero negro y unas botas de terciopelo rojas adornando sus pies. Era más alta que él, mucho más delgada que la última vez que la vio, su cabello castaño creció lo suficiente para adornarlo en una larga trenza. Y sus ojos morados tenían un brillo de ferocidad.
También notaba un collar de oro, bastante raro en ella ya que siempre acostumbrada a joyería de plata o acero Valyrio. Posiblemente era un regalo de Lord Orión haciendo las entrañas de Aemond contraerse de furia, nunca le había gustado compartir. Jamás permitió que sus hermanos jugaran con sus cosas y con Aemma no podía ser la excepción. Incluso era peor, Aemma no era una cosa suya y tampoco le pertenecía, pero le arrebataba el sueño saber que un día se casaría con algún otro Lord y se olvidaría de él.
──Por un momento pensé que estaba hablando con el tío Daemon──. se burló el rubio, acercándose a Mercury y a ella.
──Ya sabes lo que dicen, si te juntas mucho con una persona comienzas a parecerte a ella.
Aemond reprimió una risa.
──¿Una canalla?
──Puede ser──. Aemma presumió con descaro.
──Dime algo ¿es verdad que Daemon te deja empuñar a Dark Sister?
Era conocido que los rumores llegaban precipitados a Desembarco del Rey y incluso comenzaban a hacer canciones sobre la bastarda salvaje, pupila del príncipe canalla. Aemond había escuchado en una de ellas el rumor y quería saberlo, siempre soñó con empuñar la espada él mismo.
──Si, a veces──. confesó la castaña caminando hacia un arbusto de flores salvajes──. ¿Recuerdas que siempre quisimos hacerlo? Quizá algún día tú puedas empuñarla también.
──No creo──. Aemond respondió desanimado alzando sus hombros──, pero no importa.
Aemma soltó un suspiro observando a Aemond cortar una de las flores silvestres, eran lupines color morado, entregándoselo junto a un beso en la mejilla.
──Aemond, quiero decirte algo.
Aemma hizo una pausa reuniendo el valor para decírselo de una vez. La castaña había tomado una decisión sobre su futuro con Lord Orión y luego de semanas suplicándole su mano, ella había aceptado. Con él no se casaría por amor pero el Lord Baratheon la trataba con el respeto y amor que ella merecía, era un hombre de bien y fiel a su palabra. No era Aemond y Aemma jamás lo amaría cómo quería al joven príncipe pero tendría estabilidad, una voz para usar y forjar su camino al trono.
──No te cases con él──. se precipitó Aemond sin siquiera escucharlo primeramente de ella. Aemma frunció el ceño.
──¿Qué?
──No te cases con él.
Aemma retrocedió unos pasos atrás. ¿Cómo es que Aemond lo sabía? Los rumores posiblemente ya habían llegado a sus oídos.
──¿Por qué?
Aemond le sonrió con complicidad.
──Tú sabes por qué──. Aemond se acercó a la castaña tomándola de las manos.
──No, Aemond. Estás siendo cruel──. Aemma dio un paso atrás soltando las manos del príncipe.
──¿Cruel?──. murmuró Aemond en confusión acercando su mano a la mejilla de la princesa pero volvió a rechazarlo──, ¿lo amas?
──No.
──¿Me amas a mi?
Aemma se quedó en silencio observando la expectación en el rostro de Aemond. Tenía que pensar su respuesta, cualquiera que fuera marcaría un antes y después en la vida de ambos. Debía pensar con claridad y responder con inteligencia.
──Eso no importa.
Algo dentro de Aemond pareció romperse en pedazos ante las palabras de Aemma.
──He sido segundo en todo durante toda mi vida, Aemma. No pienso serlo también en quererte a ti, no cuando he pasado toda mi vida queriéndote. No puedo hacerlo.
Aemma se quedó en silencio y ante eso Aemond comenzó a caminar pasándola por un costado hasta llegar a Vaghar. Por unos momentos el rubio se quedó frente a su montadura esperando a que Aemma dijera algo, quizá que cambiaba de opinión incluso se conformaría si ella le pedía ser amantes pero Aemma no lo hizo y él se fue.
📍128 d.C, Bastión de Tormentas.
Boda entre Aemma y Lord Orion Baratheon.
El día de la boda por fin había llegado. Un evento íntimo y privado entre las dos familias justo cómo Aemma había querido, ya tenía suficiente con los rumores que siempre la inundaban, no les daría el gusto de deleitarse con la noticia de la unión que todos esperaban. Las damas hacían su trabajo ajustando los últimos detalles del vestido, era blanco en su totalidad con sedas importadas desde el territorio Dorne. Aemma nunca había usado tanto dorado junto, y según sus damas lucia perfecta en el tono, aunque sería la primera y última vez que lo usaría.
──Mi señora──. una dama ajena a las conocidas irrumpió en la habitación caminando directo a Aemma. La castaña notó un pedazo de papel en su mano──, ha llegado esta carta con un cuervo proveniente de Desembarco del Rey.
Aemma frunció el ceño bajándose de la tarima donde estaba para tomar el papel entre sus manos. Al ver la caligrafía del sobre y el sello Targaryen en un tono verde supo de quién se trataba. Su mirada cayó a las damas y a la mensajera.
──Pueden dejarme sola──. ordenó la castaña. Las damas acataron las ordenes despidiéndose con una reverencia y desapareciendo a través de la puerta.
Aemma no había sabido de Aemond durante meses, el invierno estaba por llegar y aún no tenía noticias sobre él pero no lo culpaba. Una parte de ella estaba conforme con la ausencia, al menos se sentía más tranquila sabiendo que su futuro estaba por ser saldado. Aemma abrió el sobre con ansias, esperando una carta del joven príncipe pero en su lugar había un lupin disecado junto a un ave.
La castaña se sorprendió, el ave era del tipo que solía mirar con él durante su tiempo en Fortaleza Roja. ¿Que significaba? Viniendo de Aemond podía tener demasiados significados así que lo ignoraría. Aemma dejó al animal y la flor disecadas en la mesa frente a ella escuchando la puerta abriéndose. Eran Daemon y su madre. Aemma les sonrió con bienvenida acercándose a ellos, la primera en abrazarla fue su madre, desde que se casó con Daemon lucia mucho más feliz y eso alegraba a Aemma. Su madre solo merecía felicidad.
──Te trajimos regalos──. habló la princesa de cabellos platinos separándose del abrazo y sonriéndole. Dos de los guardias atravesaron la puerta sosteniendo una caldera.
──¿Huevos de dragón?──. preguntó Aemma caminando hasta la caldera. Uno de los guardias la abrió dejando salir el humo que contenía junto con dos enormes huevos de escamas verdosas──. Madre, aún no pienso tener hijos.
──Ya lo sé cariño pero quería que los tuvieras. Syrax también──. bromeó la princesa abrazando a su hija por los hombros──. Daemon también te tiene una sorpresa.
El mencionado se acercó a ambas sosteniendo lo que parecía algo cubierto de papel. Aemma se despegó de su madre caminando directamente al hombre rubio de melena larga.
──Falta un tiempo para que te herede a Dark Sister pero mientras tanto...──. Daemon rompió el papel descubriendo una espada un poco más pequeña y ligera que Dark Sister.
──No puede ser──. Aemma chilló con emoción tomando la espada entre sus manos──, ¡es de acero Valyrio!
──Lo suficientemente filosa para cortar algunas lenguas.
Rhaenyra le dedicó una mala mirada a su esposo quien solo le guiñó el ojo en broma. Aemma dejó la espada a un costado para abrazar al hombre de vestimenta negra. Daemon la envolvió en sus brazos suavemente separándose con cuidado tratando de no arruinarle su vestido.
──También podrías usarla por si no estás lista.
Aemma soltó un suspiro llevando su mirada en dirección a su madre. Ambos Targaryen no parecían satisfechos con la unión, su madre ya le había hecho saber su opinión y Daemon no paraba de enviarle cartas planeando un escape. Probablemente en broma pero sabía que detrás de eso era su opinión.
──Estoy segura de esto, en serio, ya se lo prometí a Lord Baratheon. Es un buen hombre y sé que amor no me faltará──. respondió la castaña brindándole una sonrisa a ambos. Ellos compartieron miradas insatisfechas.
──¿Y qué hay de lo que tú quieres?──. le preguntó Rhaenyra tomándola de las manos──. Yo no tuve elección cuando me casé con tu padre Laenor, pero tu sí. No es sobre lo que tu abuelo Corlys quiera, es tu elección, tu futuro.
Aemma vagó su mirada hasta la mesa de decoración en donde el ave y la flor yacían.
──Quiero hacerlo──. dijo Aemma terminando la conversación. Rhaenyra con duda aceptó tomando la mano de su esposo para salir de la habitación.
La ceremonia de la boda no duró demasiado fue tan rápida que Aemma ni siquiera tuvo tiempo para si en caso de arrepentirse poder huir. Lord Baratheon la guiaba para saludar a las casas aliadas, su mano en la cintura de la castaña presumiéndola ante todos. A lo lejos Aemma compartió miradas con Daemon, el hombre le sonrió hipócritamente sabiendo que era el primero en querer boicotear la unión.
──Quisiera presentarte a alguien, querida──. Orion comentó mientras ambos recorrían el lugar tomados de los brazos. Aemma divisó una melena rubia de espaldas, vestido en colores amarillos con símbolos de sol, cómo si fuera del territorio Dane──. Querida, él es Alaric, hijo de mi fallecido hermano.
Aemma observó al joven, más o menos de su edad, girarse para mirarla. Era casi idéntico a Orion, mismo cabello dorado con los mismos ojos azules océanos. Debían tener la misma edad o quizá él era más grande que ella por uno o dos años, llevaba un símbolo de Pentos escondido junto a su espada.
──Un gusto conocerla, princesa──. Alaric tomó la mano de Aemma respetuosamente depositando un beso sobre ella. La castaña suspiró en lo bajo mirando al rubio con atención, era bastante atractivo, nunca había visto alguien poseer esa belleza en Desembarco del Rey. Se notaba a lejos que era extranjero.
──No sabía que tenías un hermano, querido──. Aemma comentó. Ambos rubios sonrieron.
──Tenía un hermano gemelo aparte de mi hermano menor Borros──. Aemma asintió despegando su mirada de él para mirar a Alaric──. Mi sobrino presentó las ganas de querer formar parte de tu guardia real.
Aemma miró al rubio con cuidado, parecía ser un buen soldado y algo le decía que también era un bastardo. Quizá por eso estaba tan lejos de casa escondido en el Territorio Dane o quizá su madre era de allí, si Aemma quería abrirse camino en el juego de tronos que todos jugaban debía tener aliados extranjeros.
──Sería un placer, ser Alaric.
Y así formo una de las más importantes alianzas que tendría en un futuro.
📍129 d.C, Bastión de Tormentas.
Nacimiento de Alysanne y Harwin Baratheon. Nacimiento de Carrysane (hijo de Mercury)
Los gritos de Aemma podían escucharse vívidamente por todos los pasillos del castillo y así llevaban más de dos horas. El sudor le recorría por todo el cuerpo, sus ojos cerrados con la fuerza suficiente cómo para arder y sentía que se desmayaría en cualquier momento. Rhaenyra Targaryen había recibido la noticia del nacimiento de sus nietos un día antes y no demoró para viajar de Roca Dragón hasta Bastión de Tormentas. La princesa estaba en la habitación tomando la mano de su hija en busca de apoyo.
Todo pintaba bien. Los maestres ya habían recibido la vida de un pequeño barón, al cual Aemma entre murmullos nombró Harwin en honor a su padre, aunque solo Rhaenyra la había escuchado gracias a los gritos desgarradores de su primogénita. Aemma pujaba y pujaba sintiendo el espíritu de la Madre cerniéndose contra ella en cada pujido.
Orión al enterarse de la noticia desde Castillo Rocaverde zarpó hasta Bastión de la Tormenta esa misma noche, el hombre de cabellos rubios estaba al fondo de la habitación cargando en brazos al pequeño Harwin. El pequeño se encontraba llorando por los gritos que escuchaba, sus ojos eran claros dignos de un Targaryen y con cabello tan dorado cómo el sol.
──Tranquila cariño, lo estás muy haciendo bien──. murmuraba Rhaenyra sosteniendo la mano de su hija con lealtad──, ya casi, mi niña.
──Puje, su majestad──. una de las damas y íntima amiga de Aemma, Akira Martell, sostenía la mano de la princesa dándole apoyo del otro lado──. Puje.
Aemma soltó otro grito sintiendo su garganta desgarrándose. Era el epítome final, todas sus fuerzas se eclipsaron en relajación cuando sintió al bebé salir. El maestre tomó a la pequeña bebé en sus brazos alzando una mirada a la Reina. Aemma soltó una risa nerviosa debido a ml esfuerzo llevando sus ojos a su madrw pero Rhaenyra estaba mirando al maestre.
──¿Que pasa, madre?──. preguntó Aemma a la mujer de cabellos albinos pero Rhaenyra solo le besó la frente levantándose y caminando hasta el maestre que sostenía a su nieta──. ¿Donde está mi bebé?
Rhaenyra sintió un nudo formándose en su garganta mirando a la pequeña bebé de tez pálida inerte en los brazos del maestre hasta que ella la tomó. Lamentablemente la bebé había nacido muerta con una deformación facial en su lado derecho, en lugar de un ojo había un hueco negro infinito y la mitad de su mejilla estaba carcomida. El maestre no podía explicar el acontecimiento, era algo que jamás habían visto. Rhaenyra soltó lágrimas llevándole la bebé a Orión.
──Akira──. Aemma llamó a la dama de tez morena girándose a verla──. ¿Que pasa? ¿Por qué mi bebé no llora?
Akira le dio una mirada de lástima y fue cuándo entendió. Su hija había nacido muerta. Aemma sintió una carga aplastarle el corazón, sus ojos enseguida se nublaron de lágrimas y con un grito anunció la noticia. Rhaenyra corrió hasta su hija tomándola en sus manos evitando que Aemma se levantará de la cama para ir a mirar a la bebé.
──Tranquila, mi amor, tranquila──. sollozaba Rhaenyra sosteniendo el peso de Aemma en sus brazos. La castaña se derrumbó encima de su madre alzando sus brazos en dirección al cuerpo de su hija──. Todo va a estar bien. El niño está sano, él está bien.
──Quiero verla──. sollozó Aemma con fuerzas alzando sus brazos.
──No es buena idea, querida──. le respondió Orión, su voz salió débil y ronca, en sus manos yacía el pequeño cuerpo de la bebé.
──¡Quiero verla!──. gritó Aemma temblando del dolor. Orion compartió una mirada con Rhaenyra pero al final cedió llevándole la bebé.
Aemma se separó de su madre aún con las lágrimas bañándole sus mejillas rojizas y sudorosas. La princesa tomó el cuerpo de su hija sin evitar derrumbarse de nuevo, su cuerpo estaba pálido, tanto que parecía la arena blanca que rodeaba Bastión de Tormentas. A Aemma se le rompió el corazón cuando observó su rostro, un hueco por ojo y una mejilla carcomida. ¿Que había hecho mal para merecer tanto sufrimiento? A pesar de estar incompleta su hija era perfecta, tal y como siempre la imagino durante esos nueve meses que la acompañó.
Sus cabellos eran dorados cómo el sol al igual que los de su hermano pero tenía los ojos de Harwin Strong, la nariz de su madre y pecas cómo su pequeño hermano Joffrey. Alyssane siempre llevaría un pedazo del corazón de Aemma con ella y algún día los dioses volverían a juntarlas.
Al día siguiente cuando Aemma estaba estable pudo cargar a su pequeño, la viva imagen de su difunto padre pero con cabellos dorados era el retrato que le quedaría de dos personas queridas las cuáles la habían abandonado. Aemma tenía en sus brazos al pequeño Harwin ambos caminando en el pozo donde Mercury se encontraba luego de engendrar sus huevos.
──Mi señora──. la saludó uno de los hombres que ayudó a su dragona con los huevos──. Mercury nos dio sólo un huevo.
Aemma le asintió con la cabeza permitiendo que se fuera junto al huevo abandonando el lugar para dejarla sola con su dragona. La castaña sostuvo al pequeño Harwin fuertemente mientras se acercaban al dragón pálido. Mercury estaba en el suelo, sus ojos cerrados y respirando con rapidez. Había sido un parto difícil y al igual que ella dos de sus huevos se rompieron antes de que pudieran salir.
──Lo hiciste muy bien──. Aemma habló en Valyrio acariciando el hocico del dragón──. Mi hijo será un gran jinete para él tuyo ambos serán igual de unidos cómo nosotras.
Mercury soltó un gruñido de cansancio moviendo su cabeza hacia adelante para sentir a su jinete más de cerca. Ambas habían perdido algo pero sabían que siempre se tendrían la una a la otra.
📍130 d.C, Bastión de Tormentas.
Aemma y sus hermanos conocen a Daeron Targaryen, nacimiento de Moonshine y Heartfyre.
Después de la desafortunadamente muerte de su pequeña bebé recién nacida Aemma comenzó a introducirse en las artes ocultas, por el momento solamente veía sus visiones y sueños en el fuego para tratar de identificarlas con mayor certeza, se convenció de que tenía el poder de ver el futuro desde la muerte de Ser Harwin seis años atrás, la misma noche que su padre murió ella soñó con algo así. Desde entonces supo que era una soñadora y que sus dones debían permanecer en secreto, a excepción de su familia y Halaena quien también tenía señales de ser una.
Akari Martell se convirtió rápidamente en su dama de confianza desde el primer momento que la conoció cuando llegó a Bastión de Tormentas, y no sólo eso, era hija de una antigua hechicera de la casa Martell apodada Shadow Weaver y que para suerte de Aemma podría conocer. Incluso poder trabajar con ella.
Ser la señora de Bastión de Tormentas no era una tarea tan sencilla cómo Aemma en su juventud creía, mucho menos con Orión ausente la mayoría del tiempo navegando junto a su abuelo Corlys. Y a boca de muchos en Bastión de Tormentas Aemma era una buena señora, todos se sentían protegidos teniendo a la "devoradora de hombres" en su territorio y a cuatro dragones bajo su control.
Aemma ya era temida en los Reinos cercanos a Desembarco del Rey más cuando todos se enteraron de su maldición malinterpretándola. «Que la muerte sea tu compañera siempre» a los oídos del reino era que la muerte se cernería sobre los que la rodearán pero si las palabras del brujo eran malintencionadas significaba que la muerte la seguiría a ella, afectándola a ella no a los demás, pero la mal interpretación le había ayudado a generar más miedo.
Era un día soleado mientras Aemma junto a Alaric y Harwin daban un paseo por los jardines del lugar. Alaric mantenía en sus brazos al joven príncipe distrayéndolo con un juguete mientras Aemma regaba las rosas de su jardín. Alaric levantó su mirada detectando la sombra de dos jóvenes dragones volando por encima del castillo de piedra.
──Princesa, sus hermanos han llegado──. anunció Alaric logrando distraer a Aemma──. Y me informó Akira que Shadow Weaver vendrá esta tarde para atender sus urgencias.
Aemma se dio la media vuelta extendiendo sus brazos para tomar a Harwin entre sus manos.
──Quiero que me informes cuando Shadow Weaver venga, las damas dicen que debemos cerrar todas las ventanas, al parecer la mujer tiene poca tolerancia al sol──. informó la princesa jugando con Harwin haciéndolo brincar suavemente.
──¿Es un vampiro?──. se burló el guardia de cabellos rubios tomando el juguete de Harwin para caminar junto a Aemma.
La castaña soltó una risa saludando a los jardineros que hacían reverencias mientras pasaba.
──Deja a la pobre mujer tranquila.
Aemma le entregó a una de sus damas al niño pequeño pidiéndole a Alaric que las acompañará para escoltar al príncipe. El hombre rubio asintió haciendo una reverencia y retirándose junto a las damas. Segundos más tarde Luke y Jace entraron por la puerta principal observando el interior del castillo con asombro, habían pasado más dos años desde la última vez que visitaron Bastión de Tormentas y que vieron a su hermana mayor.
Ambos estaban mucho más grandes y altos, en especial Jace, aquel niño que Aemma solía proteger de Aegon, de los murmullos de ilegitimidad, que solían escaparse a mitad de la madrugada para comer pastel, ya no estaba. Al menos no en los ojos de Aemma y por un momento aseguró ver a Harwin Strong en él en ambos. La memoria de su padre siempre estaría acompañándolos.
──¡Hermana!──. saludó Luke adelantándose para abrazar fuertemente a la castaña. Era mucho más alto de lo que Aemma recordaba y también apuesto, seguramente en Roca Dragón más de una deseaba ser la dueña de su corazón──. Fuimos al pozo de los dragones y Carryane es hermoso.
──En verdad lo es. Comparan su belleza a la de Sunfyre, Mercury tiene muy buenos genes──. bromeó Aemma abrazando a Jace detrás de ellos──. ¿Les ofrezco algo?
──No, estoy bien. Venimos para nuestro entrenamiento de espadas.
──Yo si quiero comer──. Luke interrumpió alzando sus hombros. Aemma dejó salir una risa.
──Ava──. Aemma llamó haciendo que la joven hermana menor de Akira se acercará haciendo que Luke abriera la boca de sorpresa.
Aemma discretamente soltó una risa notando a su hermano ruborizarse sintiéndose expuesto. Ava era una chica muy hermosa, de ojos soñadores, piel morena que brillaba en el sol y una sonrisa contagiosa. Además de ser amable con los demás y tener buen corazón. También era pupila de Aemma así como ella en su juventud lo fue de Daemon.
──Puedes llevarnos algo de comer al campo de entrenamiento y avisarme si tú madre llega──. Ava asintió sonriéndole a ella y a los jóvenes príncipes.
──Es muy bella──. dejó salir Luke sin poder despegarle la mirada a Ava hasta que se perdió entre los pasillos──. Ella es la chica que es tu pupila ¿no?
──Tienes muy buen ojo.
Antes de que los príncipes y Aemma pudieran salir del castillo una dama de acercó a la mujer abriendo su boca para decir algo pero una presencia diferente se sintió en la habitación haciendo que Aemma levantará la mirada observando al dueño de aquella presencia. Era un joven, lucia de la misma edad de Jace, cabello blanco que solo un Targaryen poseía, cara afilada y una mirada noble. ¿Quien era?
──Es Daeron──. murmuró Jace sorprendido. ¿Daeron Targaryen? Aemma no había sabido del menor de los Targaryen desde antes de dejar Desembarco del Rey.
Daeron y Jace solían compartir la mayoría de las cosas cuando nacieron, ya que sólo se llevaban semanas de nacimiento el uno del otro, el abuelo Viserys incluso había comandando que compartieran la misma leche de pequeños para fortalecer un vínculo entre ambos pero eso por muchas razones no funcionó. Aunque si los rumores eran ciertos Daeron no era nada comparado a Aegon y Aemond, el príncipe osado era mucho más noble que sus hermanos mayores. Algo así como Halaena.
──Princesa Aemma──. saludó el joven platinado llevando sus ojos claros a Jace y Luke──. Príncipes.
Los tres castaños se quedaron en silencio aún asimilando lo que estaban presenciando. Daeron de alguna forma siempre había sido el rezagado de su familia, el menos querido por su madre a tal grado de alejarlo de la familia a muy temprana edad pero jamás rebelde. Y estar ahí era una muestra de rebeldía, Aemma estaba bastante intrigada.
──Por sus caras puedo ver que no me recuerdan. Jace, solíamos compartir todo de pequeños ¿acaso me has olvidado?──. Jace hizo una mueca incómodo, el pobre seguramente lo había olvidado pero la sonrisa de Daeron no flaqueó──. Nunca tuvimos el placer, Lucerys. Un gusto conocerte.
──También es un gusto, Daeron──. respondió Luke compartiendo una mirada con su hermana.
──¿Dónde están mis modales? Lamento irrumpir de esta manera, querida sobrina. Estaba de paso y quería saludarte──. Aemma le sonrió para hacer que se preocupará menos──. También quisiera hablar contigo en privado, si es que podemos.
──Por supuesto, tío──. le respondió Aemma tomando a Luke del hombro──. Espérenme junto a su sobrino y Ser Alaric en el Gran Salón, iré en un momento.
Ambos castaños asintieron despidiéndose brevemente del invitado inesperado y de su hermana subiendo las escaleras de piedra hasta perderse de sus vistas. Aemma escoltó al menor de los Targaryen hasta el salón de Orion cerrando las puertas detrás de ella.
──Soy toda oídos.
──En realidad no es una urgencia más bien quiero hacerte una petición──. Daeron tomó asiento en la silla que Aemma le indicó mirándola sentarse detrás del escritorio frente a él──. Cómo sabrás mi relación con mi familia es bastante... extraña.
──Complicada sería la palabra que yo elegiría.
──Si, también eso──. Daeron soltó una risa por unos segundos Aemma escuchó a Aemond, sus risas eran parecidas, al menos las que Aemma recordaba──. Mi estancia en Dominio ha concluido pero aún no quiero regresar a Desembarco del Rey y confesándolo siempre me he sentido atraído por ti.
Aemma abrió sus ojos con sorpresa.
──Daeron, ¿si sabes que estoy casada, no?
──¡Oh, no! No de esa manera, princesa. Me expresé mal──. Aemma dejó salir un suspiro de alivio seguido de una risa absurda que se contagió en el príncipe──. Las historias sobre ti, las canciones, la maldición, todo me parece fascinante. La devoradora de hombres es alguien a la cual quiero tener de aliada.
──¿Aliada? No tenía idea que estábamos en guerra──. Aemma alzó una de sus cejas.
──Pero podríamos estarlo. Y es por eso que quiero hacer un trato contigo, un lazo de familia, más allá de una alianza.
──Quieres protección ¿no?──. Aemma soltó y por la mirada del platinado había acertado──. Pero no cualquier protección, sino la mía, sabes que todo el mundo me tiene miedo y por eso quieres que se a tu aliada ¿lo he deducido bien?
──Eres una soñadora──. Daeron dijo, más cómo una acusación por su parte salió como una adivinanza en cierta fascinación──. Mis hermanos siempre me han hablado de ti, yo era muy joven para poder recordarte en nuestra niñez, pero siempre fuiste unida con mi hermana y hermano.
──Apuesto a que cada uno tiene una opinión distinta sobre mi──. se burló Aemma de sus palabras──. En algo tienes razón, fui cercana a tu hermana a la que aún le guardo mucho cariño y era amiga de tu hermano Aemond.
Amiga. Aemma sintió la nostalgia restregándoselo encima, habían pasado años desde la última vez que supo de él, pero alguna vez lo conoció. Escapándose en las noches para ver las estrellas, saltándose los entrenamientos para ver aves con ellas y nombrar nubes, mostrándole solo una sonrisa a ella, Aemma lo conoció.
Ambos eran muy jóvenes para apreciar sus momentos juntos. Aemond por siempre acecharía todos sus ¿que hubiera pasado?, Aemma lo maldeciría por toda la eternidad.
Por un momento Aemma se quedó callada perdiéndose en sus pensamientos hasta que la mirada expectante del menor la trajo de vuelta a la realidad.
──¿Cuál es ese requerimiento, Daeron? No es por sonar grosera pero tengo muchas cosas que hacer.
──Lo entiendo, ser señora de Bastión de Tormentas debe ser tormentoso──. bromeó el rubio riéndose de su propio chiste. Vaya que si era bastante distinto a sus hermanos pero era encantador de cierta manera──. Quisiera aprender de ti.
──Me halagas. ¿Aprender qué exactamente?──. Aemma alzó sus cejas con duda.
──Quisiera ser tú pupilo.
Aemma dibujó una sonrisa en su rostro estallando en risas. ¿Su pupilo? Daeron debía estar bromeando, posiblemente Otto Hightower lo había enviado o incluso Aegon para gastarle una broma pesada. Era algo incoherente y tonto hasta que notó la tremenda seriedad del joven osado.
──Daeron, creó que eras bastante joven pero tú madre y abuelo jamás han sido mis fanaticos. Mucho menos hoy en día que soy la sombra de Desembarco del Rey──. Aemma hizo una pausa sirviéndose un poco de vino──. ya sabes, la oveja negra de la familia.
──Pero yo también lo soy──. Daeron se apresuró levantándose de su lugar──. lo he sido toda mi vida, estos estos quince años lo he sido. Tanto que mi madre me envió lejos de mis hermanos porque no me requería. Tú más que nadie debes entenderme.
──Te lo dejare bastante claro porque no es secreto de nadie pero no confío en tú familia, nuestras familias han estado separadas en estos dos bandos desde que yo nací, yo marqué esa diferencia. Jamás podré confiar en ellos, uno de tus hermanos intentó matar a Lucerys con una piedra...
──Y él le quitó un ojo──. interrumpió Daeron. Aemma le clavó una mirada intimidante haciendo al platinado levantar sus manos en disculpa──. solo digo la verdad.
──¿Cómo puedo confiar en ti? En que nada de esto es para lucrarlos a ellos de información y que es verdad lo que me estás diciendo──. Daeron soltó un sonido de exasperación.
──Créeme, Aemma, no he visto a mi familia entera en más de cinco años. Únicamente a mi abuelo pero prefiero ver a una oveja comiendo antes que a ese amargado.
Aemma contrajo su rostro en una mueca de seriedad.
──Ya veo que no te gustan los chistes──. Daeron soltó otro suspiro──. puedo quedarme aquí y no regresar a Desembarco del Rey hasta que confíes en mi, juro que mis intenciones son mero fanatismo mío, siempre te he admirado para ser honestos.
──Me halagas.
──Sólo dame una oportunidad para ganarme tu confianza, si incluso me ves mirando en dirección a Dominio puedes quemarme──. Aemma frunció el ceño soltando una risa mientras vertía vino en dos copas tendiéndole una al joven platinado──. ¿Es un si?
──Es un veremos. Mientras, me servirías de mucho aquí. Ya tengo una pupila pero puedo entrenarte a ti también, te enseñaré todo lo que Daemon Targaryen y Ser Harwin Strong me enseñaron si me juras lealtad──. Daeron solo asintió observando a Aemma sacar un anillo de plata con una piedra roja en él──. Serás mis ojos y oídos en la corte de tu familia, me dirás todo lo que ellos te digan. Serás mi criatura, Daeron Targaryen.
Daeron tragó saliva. Los ojos castaños de Aemma podían ser oscuros cómo la misma noche pero podías divisar las llamas de dragón a través de ellos. El joven platinado asintió tomando el anillo en sus manos y colocándoselo. Aemma sonrió con satisfacción observándolo, el anillo había sido forjado por brujos, el joven no tenía idea. Daeron y Aemma chocaron copas viéndose interrumpidos por Ser Alaric sosteniendo una caldera.
──¿Ya están aquí?──. preguntó Aemma sonriendo de oreja a oreja caminando hasta la caldera. Daeron hizo lo mismo.
──¿Quienes?──. Daeron preguntó mirando con atención a Aemma abrir la caldera. Dos pequeños dragones descansaban allí durmiendo.
Uno de ellos tenía la piel dorada con escamas negras que brillaban en la luz mientras que el otro era completamente rojo, un rojo más espeso que el de Caraxes, con cuernos grises de su cuello que se elevaban hasta su cabeza.
──Moonshine y Heartfyre──. Aemma los presentó acariciando las escamas de ambos. Daeron miró a su nueva maestra con una media sonrisa. Aemma no era una devoradora de hombres era la Dragón de tres cabezas.
📍133 d.C, Cabo de la Ira.
Aemma gana el título "triple dragón", muerte de Lord Orion Baratheon.
El paradero de Orion Baratheon era un completo misterio para toda la gente en Tierras de la Tormenta, al heredero de Bastión de Tormentas no lo habían visto meses atrás luego de su regreso Del Mar Negro en compañía de la serpiente marina. Y no sólo la gente del pueblo estaba preocupada, la misma señora de Bastión de Tormentas también lo estaba. Era altas horas de la madrugada, Aemma se había despertado con una carta enviada desde Castillo de Rocaverde amenazando con la presunta muerte de su esposo.
De inmediato Aemma convocó una reunión en el Gran Salón donde los aliados de Lord Baratheon se encontraban, entre ellos Larys Strong y Otto Hightower, Aemma mantenía su mirada lejos de esas dos víboras sabiendo perfectamente que estaban ahí meramente por información para la reina Alicent. La castaña estaba sentada en la silla de su marido escuchando a uno de los Lores hablando sobre estrategias estúpidas.
──Lo que mi esposo menos necesita ahora son más batallones──. Aemma interrumpió al Lord haciendo que las miradas de los demás hombres cayeran en ella──. Me necesita a mi. Yo debo ir a Castillo Rocaverde en su rescate.
──No debe dejar que su sentimentalismo de mujer la distraiga──. habló Otto Hightower. Aemma llevó ambos orbes castaños como cuchillas hacía la sabandija verde──. no querrá ser como madre.
Shadow Weaver desde las sombras de la habitación compartió una mirada de Aemma, rogándole con sus ojos oscuros que dejará pasar el insulto antes de que se pudiera arrepentir.
──No voy a pelear con usted, Otto. Yo tengo la última palabra, si mi esposo muere hoy mi hijo será el heredero de Bastión de Tormentas y hasta ese entonces yo seré la cabeza de esta casa──. Aemma dictó levantándose de su lugar.
──¿A dónde piensa ir, princesa?──. Alys Ríos habló detrás de la castaña. La mujer de cabellos negros se había convertido en mensajera y consejera de Aemma desde que la conoció gracias a Shadow Weaver y desde entonces ambas eran cercanas, además de que al ser media hermanos de Ser Harwin, era su tía──. Si toma una flota ahora llegará en el amanecer y será tarde.
──¿Quién dijo que llegaré en una flota de barcos?──. Aemma atravesó el lugar ignorando a los Lores para tomar su espada colocándosela en la cintura. Su mirada cayó en Alaric──. Quiero que preparen a mis dragones.
Otto Hightower compartió una mirada con Larys Strong levantándose de su lugar para caminar en dirección a donde Aemma estaba poniéndose sus guantes de montar y ajustando sus botas.
──No puede llevar a todos los dragones, princesa──. Otto comentó pareciendo disgustado con la idea──. Es una completa locura, jamás ha comandado a los tres dragones a la misma vez, nunca nadie lo ha hecho.
──La princesa está preparada, Lord Mano──. intervino Shadow Weaver saliendo de las sombras retumbando su bastón en el suelo──. Ha logrado comandar a los tres dragones estos meses y necesitaremos todo el fuego necesario en esa batalla.
──No puede simplemente quemar todo Castillo Rocaverde──. Otto volvió a insistir hartando los nervios de Aemma.
──Es la señora de Bastión Tormentas y por ende cabeza de Tierra de las Tormentas, Lord Mano──. Alys habló desde donde se encontraba haciendo que Otto la mirará──. Mi señora tiene el derecho de defender sus tierras.
──Y lo haré con o sin tu apoyo. Ya notifique a mi abuelo del ataque de los carroñeros al Castillo Rocaverde hace menos de una hora. Recibí una respuesta positiva de su parte así que difiero de tus servicios──. Aemma fingió una sonrisa amable saliendo de la habitación sin decir nada más.
Eso era solo una excusa para poder salir de Bastión de Tormentas. La castaña ha estado encerrada en el castillo más de lo que recuerda, amaba ser una madre y hacerse cargo de un pueblo pero necesitaba algo de acción, adrenalina y aire para sentirse viva. La castaña caminaba a paso apresurado hasta llegar al campo de entrenamiento donde los dragones ya estaban esperándolas junto a Ser Alaric.
──Voy a necesitar compañía──. Aemma dijo subiéndose a la montadura de Mercury. El guardia de cabellos rubios frunció el ceño──. Quiero que me acompañes. Estoy segura de que tu tío te necesita.
──La montadura es solo para una persona, saldré en una flota detrás de usted, notificaré a los marineros.
──No──. Aemma comandó antes de que Alaric se moviera de su puesto──. Quiero que vayas conmigo en un dragón.
──¿Yo? No puedo montar a ninguno, no están conectados conmigo y no soy un Targaryen──. Alaric mantenía sus ojos azules en la castaña──. el príncipe Daeron Targaryen la acompañará.
──Has practicado cómo montar a Moonshine durante meses, Alaric. Es igual que montar un caballo pero en los aires.
Alaric le dedicó una mirada seria. Aemma lo ignoró jalando las riendas de Mercury haciéndolo tomar vuelo dejando a Alaric solo en el centro del campo.
──No puedo creer que haré esta locura por usted, princesa──. el rubio murmuró acercándose a Moonshine con temor, el dragón únicamente rugió pero no demostró incomodidad cuando el guardián se subió a la montadura──. Gīra, Moonshine (tranquilo, Firebend)
Su Valyrio era un asco pero con esa simple palabra Moonshine se alzó en el cielo siendo seguido del dragón de escamas rojas detrás de él. Aemma comandaba los cielos siendo seguida por los otros dos dragones. La gente en las calles observó tres largas sombras alumbrarse en el cielo de Tierra de las Tormentas haciéndolos temblar, los rumores eran ciertos, la devoradora de hombres era dueña de tres dragones. Aemma mantenía su curso comandando a Mercury sintiendo la presencia de Daeron en su dragón siguiéndolos por debajo.
Al llegar al territorio de Castillo de Rocaverde lo primero que los tres jinetes notaron fue la destrucción masiva en el lugar, incluso los barcos de la orilla se encontraban en completas llamas y ruinas. Un humo gigante se alzaba por todo el bosque que rodeaba al Castillo provocando que la ira e incompetencia de Aemma brotaran a flor de piel.
──¿Que piensa hacer, princesa?──. preguntó Alaric desde Moonshine volando a un costado de Aemma. La castaña mantenía su mirada en la destrucción ante sus ojos──. Debe pensarlo bien, puede que esto traiga consecuencias más grandes.
──Dudo que mi padre se moleste por lo que le hagamos a esos mercenarios──. Daeron opinó con malicia apareciendo detrás de una nube de humo volando delante de Alaric──. Acataré cualquier orden, maestra.
Aemma se mantuvo en silencio pensando en todas las novedades. A esas alturas y estando en el territorio reclamado por el enemigo debían actuar más rápido, pensar con más agilidad con ellos y por lo visto los carroñeros aún no habían notado la presencia de la devoradora de hombres sobre ellos.
──Daeron quiero que vueles hasta el castillo después de que yo lo haga, busques a Lord Baratheon y sacarlo de ahí lo más rápido que puedas──. Aemma ordenó haciendo que el rubio asintiera tomando con ansias las riendas de su montadura.
──Alaric quiero que aterrices en tierra antes que yo y comandes a Moonshine de volver a los cielos conmigo. Mata a cualquiera que esté dentro del castillo──. volvió a ordenar Aemma sujetando con fuerzas las riendas de Mercury.
──¿Que hará usted, princesa?
Aemma sonrió de lado sintiendo toda aquella adrenalina de la cuál Daemon siempre le contó. Eso era lo que se sentía estar en batalla, lo que era ser una guerrera y para eso se preparó durante toda su vida. Debía poner en algo el nombre del que le enseñó, el de Daemon cómo su maestro, el de ella cómo pupilo.
──Quemarlo todo.
Daeron comparto la misma sonrisa que Aemma sostenía. Alaric asintió con duda tomando las riendas de Moonshine con firmeza y cuando Mercury avanzó por los cielos de destruction supo que sería la perdición para todos en el territorio. Daeron acató las órdenes de su maestra al pie de la letra bajando en picada perdiéndose entre los árboles. Alaric repitió lo mismo que el príncipe bajando de Moonshine y desfundando su espada.
──Sōvēs, Moonshine (vuela)──. comandó Alaric con la esperanza de que él dragon obedeciera de inmediato. Moonshine emprendió vuelo inmediato a donde Aemma viajaba sobre Mercury esquivando los ataques de los carroñeros, Alaric no notaba a Heartfyre por ningún lado y eso era mala señal.
Heartfyre era el más salvaje que los otros dos, muchísimo más hábil en tierra desplazándose cómo una enorme serpiente valyria, en pocas palabras era un digno hijo de Caraxes aunque en verdad no lo fuera.
Mercury esquivaba con facilidad cualquier ataque que los carroñeros le lanzaran, así fueran lanzas o flechas, para la furia del cielo no eran nada. El dragón albino volaba en círculos sobre el lugar acechando a su presa.
Ese era el momento que Aemma tanto estaba esperando desde pequeña, usar la llama de su dragón en un batalla. La castaña giró su cabeza notando a Firebend llegar volando a un costado de ella y del otro a Heartfyre más listo que los otros dos para quemarlo todo.
──Dracarys──. gritó Aemma lo suficientemente alto cómo para que los carroñeros comenzarán a correr antes de que las llamas salieran.
Los tres dragones tomaron direcciones diferentes rodeando cada perímetro del lugar antes de empezar a lanzar fuego quemando todo a su paso. Mercury volaba a toda velocidad dejando una línea de fuego en el suelo debajo de ellos quemando todo el bosque a su paso, a cada uno de los carroñeros que se encontraba. Aemma se sujetaba con fuerzas sintiendo el calor del momento y las llamas quemándole la piel con adrenalina. Así era cómo el poder se sentía.
──Dracarys, Heartfyre──. ordenó Aemma volando desde Mercury.
El dragón de escamas rojas quemó con fuego rojizo todos los barcos enemigos que se encontraban en la costa sin perdonarle la vida a nadie.
Mercury se alzó por los cielos provocando que la luna se reflejará en sus escamas blancas con plateado haciéndolo reducir. Los hombres en el suelo miraron a la furia del cielo brillar con temor empezando a correr cuando el enorme dragón comenzó a bajar a toda velocidad lanzando una llamarada de fuego azul contra ellos quemándolos a todos. Alaric por su parte se abrió paso por el interior del castillo matando a cada uno de los guardias divisando a Daeron bajar las escaleras cargando a Lord Baratheon en el hombro.
──Ha sido heridos múltiples veces──. Daeron anunció cuándo llegó a un costado de Alaric. El rubio observó las heridas de su tío.
Lord Baratheon estaba sin camisa, con quemaduras en el pecho de posibles torturas y sangre brotándole por todo el pecho. Su color de piel era tan blanca cómo el arroz y sus ojos estaban perdidos en el fuego de las afueras.
──¿Donde está la princesa?
──Quemándolo todo.
Ante las palabras de Alaric, Daeron dejó salir una sonrisa de emoción. Parecía un niño pequeño viendo algo que le gustaba y cuando se trataba de la devoradora de hombres era el primero en admirar. Alaric y Daeron salieron viéndose en un infierno en tierra. El fuego Valeriano consumía cada parte del bosque, cada barco enemigo estaba en llamas y cuerpos calcinados por donde ellos pasarán. A lo lejos Alaric escuchó el sonido de los tres dragones y lo último que vio antes de zarpar en el barco de su tío fue una nube de fuego formándose con la silueta de tres dragones y una mujer en medio. Esa noche había nacido Aemma Targaryen "el Dragón de tres cabezas" la sombra de Poniente y la maldición de Desembarco del Rey.
Cuando Aemma aterrizó en Bastión de Tormentas fue recibida con la noticia de que su esposo estaba muriéndose. La castaña subió las escaleras lo más rápido posible adentrándose en la habitación de manera ruidosa. Los maestres hacían lo que podían tratando de curar las heridas del hombre en la cama pero por las caras de Shadow Weaver y Alaric era algo imposible.
──Lord Baratheon ha perdido mucha sangre desde su salida del Castillo, mi señora. Las quemaduras no están sanando con nada de lo que le ponemos──. anunció uno de los maestres acercándose a Aemma──. Le recomiendo que se despida.
Aemma asintió tragando en seco y avanzando hasta llegar a un costado de Orion tomándolo de la mano. El rubio llevó su mirada a ella sonriéndole levemente.
──Quemaste todo──. murmuró Orion soltando humo mientras tosía──. al menos me concediste ese deseo.
Aemma le sonrió con debilidad sintiendo sus ojos llenándose de lágrimas. Su cabello estaba despeinado y lleno de cenizas, al igual que su rostro, pero a Orión parecía no importarle.
──Será mejor que los dejemos solos──. Shadow Weaver opinó haciendo que los maestres salieran de la habitación seguidos de ella. Alaric comenzó a irse pero la mano de Orión cayó sobre la de él.
──Quédate, muchacho──. Orión pidió tomándolo de la mano obligando al rubio a acercarse──. Quiero que te hagas cargo de mi hijo, Alaric. Es pequeño para que me recuerde pero quiero que lo trates como tú hijo, que lo ames cómo tuyo, así cómo yo lo hice contigo.
Alaric asintió sin el valor de decir algo y solo le sonrió tomándole la mano con firmeza. Orión llevó su mirada cristalizada a Aemma dándole la misma sonrisa que le dio el día que se conocieron.
──Mi Aemma....──. Orión tosió──. Mi temible adorada esposa, quiero que te quedes con todo lo que me pertenece, que uses mis tropas cómo tuyas hasta que nuestro Harwin crezca, que lo prepares para que sea un heredero digno.
──Lo haré, Orión.
──Tú no eres una maldición, al menos no lo fuiste para mi, fuiste mi bendición──. el rubio le sonrió tomándole con debilidad su mejilla──. Fuiste una gran esposa y compañera, quiero que me recuerdes con amor.
Aemma asintió tomando con ternura la mano sobre su mejilla y dándole un beso casto en ella.
──Quiero que le hables a nuestro hijo sobre mi, sobre mis batallas y mis aventuras──. la mano de Orión cayó débilmente en su pecho mientras sus ojos se cerraban lentamente──. quiero que le digas que su padre lo ama. Aemma, tú eres el príncipe prometido.
Aemma frunció el ceño en confusión observando al rubio cerrar sus ojos para siempre. El pecho de Orión dejó de moverse y sus manos cayeron inertes a sus costados. Alaric comenzó a llorar en silencio tomando una de las manos de su tío con cuidado mientras lloraba en ella. Aemma permaneció en silencio mirando la escena con horror. «Que la muerte te persiga siempre» la castaña ignoró sus pensamiento depositando un último beso en la frente del hombre.
El príncipe prometido ¿que era eso?
NOTA: Me encantó escribir la transición de Aemma de una pequeña a la devoradora de hombres, la mujer más temida de Poniente. En verdad me gusta mucho este personaje y espero que a ustedes también.
¿Que opinan ustedes de todo lo que leyeron? ¿Que piensan de la nueva Aemma? ¿La veremos cómo la Reina de los Siete Reinos? 👀
+90 votos para el siguiente capítulo.
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