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11 | El dolor de mi existencia.


Capítulo once: El dolor de mi existencia.
Ambientado: Capítulo nueve, temporada uno.


nota: capítulo corto (-4000 palabras)
posdata: NADA ES LO QUE PARECE😈

📍129 d.C, Fortaleza Roja.

AEMMA SE DIRIGIÓ A SUS APOSENTOS APENAS REGRESARON DE LA CORONACIÓN apresurándose por Dimitri y poder irse, no tenía tiempo para planear el escape de Helaena pero regresaría por ella más adelante, primero debía de asegurarse que todos sus recados fueran llevados a tiempo. Al entrar a su habitación Dimitri salió de su escondite caminando hasta la castaña viéndola por completo en estrés, Aemma debía pensar rápido antes de que los verdes hicieran su siguiente movimiento. Aegon era el Rey ahora y eso solo desataría la anticipada guerra que ella había visto años atrás en sus sueños.

Aemma sacó la antigua vieja ropa de montar que guardaba escondida en sus aposentos, de pequeña había robado una del guardarropas de su madre con la esperanza de algún día usarla y ese día ya había llegado. Al menos para poder escapar con mayor facilidad.

──Dimitri, corre hasta Pozo Dragón y espérame allí. No le hables a los dragones, y si alguien te ve escóndete pero no te muevas de allí──. Aemma le indicó sintiendo la presencia del pequeño detrás de ella observándola quitarse sus joyas.

──¿Nos iremos ya, princesa?

Aemma solo asintió con la cabeza escuchando la puerta cuándo el se retiró sin decir nada más. Dimitri era un niño listo y escurridizo tenía la seguridad de que no lo verían, además de que eso le daba tiempo a pensar que demonios haría para que Aemond la dejará ir. La castaña se inmovilizó en su lugar escuchando unos pasos acercándose a la puerta de su habitación, con una mano escondió la vestimenta debajo de las sábanas y con la otra escondió la llave de la habitación debajo de la manga de su vestido. Alicent segundos después atravesó la puerta cerrándola detrás de ella.

──Aemma──. Alicent llamó, una media sonrisa formándose en su rostro observando a una agitada castaña frente a ella──, me alegra que te hayas quedado.

──No por mucho tiempo──. Aemma le aseguró tratando de verse tranquila, regulando su respiración y olvidando que la asesina de su padre estaba frente a ella──. No puedes mantener encerrado a un dragón por mucho tiempo.

Alicent hizo una mueca ante las palabras en Valyrio de la castaña, jamás había aprendido el dialecto de los Targaryen, y eso era una pequeña ventaja que Aemma tenía en esos momentos.

──El compromiso con Aemond debe llevarse acabo pronto. ¿Que te parece después de la fiesta de coronación?──. Alicent propuso fingiendo una sonrisa.

──No juegues a la tonta conmigo, Alicent. Rhaenys escapó y los negros no tardarán en llegar aquí──. Aemma ladeó la cabeza juntando sus manos detrás de ella──, ¿sabes por qué me quedé?

──¿Por Aemond? Desde pequeños ustedes han estado destinados a estar juntos pero las circunstancias jamás los han ayudado.

──Me quedé por Daemon, el me lo pidió porque sabía que ustedes planeaban algo──. confesó la castaña notando cómo la cara de Alicent se contraía en preocupación──, y no estaba tan equivocado.

──¿Porque me dices esto? ¿Cómo estas tan segura de que te dejaremos ir?

──Un dragón de hilo no puede detener a un dragón de sangre──. Aemma murmuró recordando unas palabras que Helaena le dijo cuando ambas eran niñas──. ¿Ustedes piensan que pueden conmigo?

──No todos en este lugar te temen, Aemma.

Aemma se puso a pensar por unos momentos, Helaena no le tenía miedo pero era poco probable que ella la detuviera, Alicent se refería a Aemond pero ni siquiera Aemma sabía las verdaderas intenciones de su antiguo compañero de aventuras.

──¿Lo dices por Aemond?──. Alicent alzó su mentón probando su punto──. En eso si no puedo contradecirte, ni siquiera yo sé las intenciones de tú hijo conmigo, pero yo tampoco le tengo miedo a él.

Alicent sabía que Aemond dentro de él era alguien atormentado, por muchos años lo observó siendo miserable por la partida de Aemma mucho más en su niñez hasta que logró esconderlo, incluso de ella. Aemond amaba a Aemma y de eso Alicent estaba segura. Pero ¿amaba más a Aemma que a su propia madre, a su propia sangre y familia? Eso no lo podía asegurar y esperaba no equivocarse acerca de él.

Alicent en un intento vago y inútil de convencerla se acercó a la castaña tomándola de las manos, rogándole con la mirada y esperando a que su intento diera frutos.

──Tú y yo somos iguales, Aemma.

La castaña negó soltándose bruscamente del agarre de la antigua reina consorte.

──No nos parecemos en nada, Alicent.

──Ambas tuvimos que deshacernos de nuestra adolescencia a muy temprana edad, casarnos con hombres que no amábamos por el deber de la familia──. Alicent hizo una pausa──, ¿cuántos años tenía Lord Baratheon cuándo te desposó? Sé que no era joven cómo su rostro lo hacía parecer.

──Nos llevábamos 20 años──. Aemma le respondió con un tono monótono. ¿A donde quería llegar Alicent con esa conversación?──. Igual que tú y mi abuelo pero la diferencia entre nosotras es que yo no estoy al comando de un hombre, esperando sus órdenes y dejándome manipular tan fácilmente así como tú con tu padre, cómo lo estuviste con mi abuelo... y ahora con Larys Strong.

Alicent se quedó inmóvil escuchando la última sentencia con temor, eso la delató haciendo a Aemma sonreír con descaro. La castaña no tenía idea de los lazos de esos dos pero con tan solo saber que entre ambos orquestaron la muerte de los Strong decía que eran más cercanos de lo que aparentaban y al parecer tenía razón.

──¿Que te hace pensar que Rhaenyra no te manipula? ¿O Daemon?

──Ellos son mi familia y a los que les debo lealtad, no por deber, sino por simplemente querer──. Aemma se acercó amenazante hasta quedar frente a la castaña rojiza──. Eres una traidora. Sé que mataste a Harwin Strong hace nueve años.

Alicent abrió sus ojos con sorpresa tragando en seco. No sabía de donde Aemma lo había descubierto, la castaña parecía tener conocimiento de tantas cosas que ella trataba de mantener en silencio así que debía sacar su último comodín.

──Rhaenyra mantiene un secreto oculto de ti, Aemma.

──¿Te atreves a llamar a mi madre mentirosa luego de que tú usurparás su derecho de nacimiento?──. Aemma soltó una risa amarga──. Estás tan desesperada por poder que en serio me das pena. Ten algo por seguro, Alicent, está guerra no la van a ganar y no sólo Daemon se ocupará de eso... sino también yo.

Alicent se dio la vuelta en dirección a la puerta avanzando hasta ella para abrirla pero antes de eso se quedó esperando poder decir lo último que tenía en su defensa.

──Si no me crees puedes preguntarle a tú madre, pero algo puedo asegurarte Aemma, no eres una Velaryon...──. Alicent se quedó en silencio saboreando las siguientes palabras que arrojaría para generar una duda peligrosa en su oponente──, pero tampoco una Strong.

Aemma la escuchó con claridad observándola dejar la habitación sin elaborarse más en sus palabras, sabiendo que esa duda permanecería en la cabeza de la princesa de los negros durante mucho tiempo, no dudaba de su madre, jamás pensó que ella pudiera mentirle o engañarla a ella y a sus hermanos, quizá les mantuvo oculto el hecho de que no eran Velaryon pero fue para protegerlos, en su niñez no lo entendía pero ahora que era una adulta lo hacía. Si ella estuviera en su misma situación también lo haría, ahora era una madre también y sabía sobre los sacrificios que se tenían que hacer en el camino para proteger a su sangre.

¿Cabría la posibilidad de que ella no fuera una Strong? Jamás tuvo dudas, ese cariño inmenso que sentía y aún siente por Harwin Strong quizá le nubló el juicio y endulzó la fantasía de que un hombre como él podría ser su padre. Pero si su cabeza hacía cuentas, había nacido tan solo unos meses después que Aegon, quizá sólo un año más tarde y en esos momentos su madre -hasta donde ella sabe- no tenía ningún amorío con Harwin sino un año y medio después de su boda. Si Harwin Strong no era su verdadero padre ¿entonces quién?

Aemma despegó su cabeza tratando de que esa duda no le nublará sus intenciones de irse y se puso en marcha. Se colocó el traje de montar color negro de su madre por encima tirando el vestido verde a la basura, ajustó sus botas y tomó la capa negra de su closet escondiendo su cabello en la capucha. Al salir escuchaba risas, probablemente Aegon festejando su coronación, quería arruinarle la fiesta pero tendría su momento para hacerlo después. Mientras se escabullía se encontró con Helaena en el pasillo, la platinada de vestido azulado la observó con confusión.

──¿Nos iremos ya a Roca Dragón?──. preguntó Helaena en un murmuró observando a la castaña caminar sigilosamente hasta ella──, ¿también debo usar capa?

──Iré primero yo para arreglarlo todo──. Aemma le respondió a lo que Helaena asintió dibujando una sonrisa en su rostro──, no le digas a nadie sobre nuestro plan, será otro de nuestros secretos ¿si?

──Cómo cuando me cuidabas a mis mascotas de pequeña para que madre no me descubriera──. Halaena recordó haciendo a Aemma sonreír con nostalgia tomándole el rostro en sus manos──. ¿Volverás pronto?

──Lo haré. Lo prometo──. Aemma alzó su meñique en forma de promesa. Helaena imitó el gesto juntando ambos dedos y descansando su frente con la de Aemma por unos momentos──. Esta es nuestra promesa así que guárdala.

──Lo haré.

Aemma se despidió de Helaena con un abrazo y de nuevo ese mal presentimiento la azotó por un momento, una mala corazonada pero debía seguir adelante con el plan, ya estaba lo suficientemente lista cómo para dejarlo sin completar. Regresaría por Helaena y eso era un hecho. La platinada observó a Aemma alejándose por los pasillos en la oscuridad hasta perderse en ella. Los pasos de Aemma eran constantes, escondiéndose cuando algún guardia pasaba por los pasillos hasta que por fin se adentró en la oscuridad de Pozo Dragón, la sombra de Roderick salió de la oscuridad luciendo aliviado de ver que Aemma cumplió con su palabra pero sus ojos del pequeño se abrieron con sorpresa por algo detrás de ella.

Al girarse la figura de Aemond salió de donde se encontraba, esperándola en la oscuridad cómo si hubiera deducido su plan desde antes que ella siquiera lo pensará. Dimitri volvió a esconderse por la oscuridad accidentalmente provocando que Heartfyre se despertará. Aemma giró su mirada observando al joven dragón de escamas rojizas levantarse siendo iluminado por el fuego que alumbraba Pozo Dragón.

──Gāda, Heartfyre (tranquilo)──. Aemma alzó su mano en dirección al dragón quien solo gruñó en lo bajo moviendo su cabeza en dirección a Dimitri. El pequeño rubio estaba estático en su lugar, temblando de miedo──. Dimitri avanza hasta acá lentamente.

──Parece que no pensaste detalladamente tu plan, Aemma──. Aemond habló detrás de ella acercándose sigilosamente a la castaña. Dimitri avanzó lentamente hasta toparse de espaldas con Aemma abrazándola del torso cuando el dragón rugió en su dirección sólo como advertencia──. Sabía que estarías aquí.

──Felicidades, puedes predecir el futuro──. Aemma contestó amargamente abrazando por los hombros a Dimitri tratando de calmarlo. El pequeño se separó de la princesa observando con temor al príncipe detrás de ellos──. Su estrategia de mantenerme aquí no funcionó.

──Entonces si era una estrategia──. Aemond se burló, aunque Aemma no sabía si estaba burlándose de ella o de él mismo──. todo esto y lo que hicimos siempre fue una estrategia ¿no? A la larga, mira a donde nos llevó.

──Hemos estado separados por los bandos desde pequeños Aemond y eso siempre lo supimos, elegimos vivir en la fantasía de que algún día podríamos huir pero ahora los dos sabemos que en este juego alguien siempre termina perdiendo──. Aemma se separó unos momentos de Dimitri avanzando hasta Aemond──. Y ninguno de los dos es bueno perdiendo.

──Tú eres la única razón por la que no puedo estar contigo, Aemma. No sabes lo que quieres y sólo vienes a mi cuando las cosas se ponen difíciles para ti──. Aemond respondió en un tono amargo──. Lo hiciste mientras nos veíamos en secreto hasta que decidiste que no era suficiente.

──¡Éramos niños, Aemond!──. Aemma exasperó levantando sus manos──. Por los Siete Infiernos ¿cuándo lo entenderás? No podemos seguir ciegos por esa estúpida fantasía de volar en nuestros dragones lejos de Poniente. Lo lamento ¿si? Perdón por haberte dejado ese día pero no tenía otra opción, no podía escaparme a colinas contigo por toda mi vida.

──¿Al menos sientes algo por mí?──. Aemond preguntó haciendo una mueca de burla──. ¿O también fui una estrategia de Daemon?

──Por supuesto que siento cosas por ti, pero hubiera deseado que ese odio que sentías por mi cuando te dejé siguiera, así no sería más difícil tener que tomar bandos──. Aemma hizo una pausa desviando su mirada, era tiempo de irse──. Siempre voy a sentir cosas por ti pero no... no confío en ti.

Aemond sintió una punzada en su corazón que ojalá no hubiera existido, su mirada vagó entre el lugar tratando de no mirarla, odiaba ser tan incrédulo cuando se trataba de Aemma. Parecía ser que aquel niño enamorado no podía dejarlo tranquilo, era agravante tener que aceptar lo inaceptable, ellos no podían estar juntos. Quizá jamás debieron haberlo estado, deseaba borrar sus sentimientos y hundirlos cómo escondió todas sus emociones de los demás conforme creció pero no podía hacerlo, aún así debía. Por su familia, por la guerra que se avecinaba, debía dejar de pensar en Aemma Targaryen.

──¿Quien dice que no sigo odiándote? ¿Por qué sientas por hecho de que lo que hicimos fue real?──. Aemond dio un paso amenazante frunciendo el ceño cuando vio a Aemma flaquear esa seguridad que la caracterizaba cuándo se acercó──. Tú has hecho mi decisión difícil.

──¡Pero me estoy yendo a Roca Dragón!

──¡Y no es lo suficientemente lejos! ¿Crees qué hay un rincón en Poniente que quedé lo suficientemente lejos para que me libre de este tormento?──. los pasos de Aemond se detuvieron frente a la castaña mirándola desde lo alto haciéndola levantar la mirada──. Eres el dolor de mi existencia y el objeto de todos mis deseos. Me enloquece, cómo me consumes por completo, incluso en tu ausencia. Noche y día sueño contigo.

La respiración de Aemma se sentía pesada, estaba mal sentirse de la manera en que lo hacía por Aemond y no sólo por la guerra, al final de día siempre habría una barrera que los separaría no importaba cuanto ambos se desearán. Incluso de pequeños, cuándo todo era más sencillo, siempre estuvo presente esa fuerza que los mantenía tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo. Pero ese era el final definitivo, el adiós que mucho tiempo ambos estuvieron posponiendo y ahora ya no había vuelta atrás. Ninguno cambiaría de opinión, los bandos ya estaban elegidos y ese amor que sentían no los salvaría en la guerra que se avecinaba.

──Avā jorreālan (te amo)──. Aemond dejó salir antes de que Aemma pudiera impedírselo. Si estaban despidiéndose al menos quería sacar todos esos sentimientos antes de que lo consumieran──. Te he amado desde el primer momento, te he amado en cada paseo, cada noche que nos escabullíamos para ver las estrellas, aquella noche en Marca Deriva y la última vez que nos vimos. Siempre que estuvimos juntos y siempre que estuvimos separados.

Aemma sintió su respiración detenerse por unos segundos hasta que sintió las manos de Aemond posarse con suavidad y sigilo sobre su cintura. Era un sentimiento agridulce saber aquellos sentimientos que él príncipe siempre había resguardado.

──Pasé demasiados años resguardando mi corazón luego de tu partida, pretendiendo que no tengo uno en lo absoluto, incluso ahora es demasiado tormentoso y oscuro pero te pertenece──. Aemond murmuró dejando que las palabras Valyrias dejarán su boca cómo un murmuró incluso si ambos estaban lo suficientemente cerca como para sentir la respiración del otro.

──Pero tú lealtad está con tu familia──. murmuró Aemma dejando que sus manos cayeran sobre los brazos de Aemond aferrándose a él. El rubio dejó salir un sonido de desconcierto, la cercanía lo estaba distrayendo.

──Y mi lealtad está con...──. Aemond suspiró cerrando su ojo dejando que el aroma de lavandas de la castaña de impregnará en su memoria──. mi familia. Dime que no sientes nada y me alejaré.

Aemma no respondió, si lo hacía era capaz de hacerla cambiar de opinión así que se mantuvo en silencio hasta que el rubio se cansó y rompió la cercanía entre ambos en un beso. No era uno hambriento cómo el de su reencuentro porque esta vez sabían que podría ser el último. Aemma alejó cualquier duda por unos momentos llevando sus manos a la nuca del príncipe atrayéndolo hasta ella, sintiéndolo y queriendo recordarlo así, estaba a punto de convertirse en su enemigo. Y por todo aquel cariño que siempre le tuvo debía recordarlo así.

Aemond puso cualquier duda en el pozo de resentimientos donde echaba cualquiera de los recuerdos de su infancia. No era tonto y estaba al tanto de que la guerra se avecinaba ahora que su hermano de Rey y él por su madre debía mantenerse en el lado de su familia por más que quisiera estar con Aemma. Sus manos se aferraron al rostro de la castaña profundizando el beso aún más, grabándose cada caricia que Aemma le daba para los pesares que la guerra le tenían preparados. Al separarse ambos se miraron recordando el momento, dispersando cualquier pizca de duda en sus cuerpos y al final se alejaron.

──Este sentimiento que tenemos pasará durante la guerra, cómo si nunca lo hubiéramos tenido──. Aemma habló y ambos asintieron con la cabeza cómo si fuera un trago o cómo si fuera posible, ambos sabían que era mentira pero debían creérselo──. Muchas veces odio la manera en que me haces sentir y querernos no es bueno para nosotros.

La rabia de Aemond se encendió por completo. Parecía que estaba destinado a vivir en tormento por el resto de su miserable vida, que incluso con el dragón más grande del mundo jamás se sentiría completo y todo era culpa de su familia. Siempre había estado poniéndose en segundo lugar, siempre el último en todo, y ahora que Aegon era Rey, incluso cuándo pensaron haber ganado él nuevamente había perdido todo lo que le importaba.

──Has jugado conmigo y haz ganado──. Aemma dijo de nuevo atrayendo la atención del rubio sobre ella nuevamente. Observó a la castaña quitarse el anillo que le dio haciendo una mueca──. Tienes que dejarme dejarte ir.

──Te he perdido a ti.

──A mi nunca me has tenido──. Aemma tomó la mano de Aemond abriéndola para depositar el anillo de plata sobre ella y así poder irse en paz──. No estamos hechos para arder juntos, sino para quemarnos entre nosotros.

Aemond se quedó en silencio sintiendo el frío objeto sobre sus manos y negándose a ver a la castaña irse pero aún así levantó la mirada. Aemma tomó la mano de Dimitri ayudándolo a subirse a Mercury mientras ella se subía detrás de él sujetando las riendas del dragón Albino. Los otros dos dragones avanzaron de entre las sombras posicionándose detrás de ella en forma de protección. Para ser unos dragones jóvenes eran del mismo tamaño que él de un dragón de diez años, uno de ellos era casi idéntico a Caraxes y lucia igual de peligroso. Aemond no se dejó intimidar y a la lejanía se escuchó el gruñido de Vaghar cómo si pudiera sentir la tensión de su jinete.

Mercury avanzó peligrosamente hasta Aemond agachando su cabeza en dirección al rubio y en esos momentos las enormes pisadas de Vaghar se escucharon detrás de los otros dragones observando a la gran dragona verde salir de la cueva. Aemond y Aemma compartieron miradas observando a Vaghar quedarse detrás cuándo Aemond le hizo una seña.

──No voy a tener piedad con ninguno de tu familia Aemond──. Aemma amenazó tomando las riendas de Mercury para hacerlo caminar──. Y si no quieres que tampoco la tenga contigo, mantente fuera de mi camino.

Las alas de Mercury se agitaron soltando un sonido cuando la dragona y los otros dos dragones emprendieron vuelo drásticamente. Los guardias del palacio salieron de inmediato al igual que Otto Hightower.

──¡Deténganla!

Los guardias tomarán lanzas tratando de alcanzar a los tres dragones, Aemma al notarlo dio un giro en el aire comandando a Mercury para volar por encima de los guardias. Otto retrocedió adentrándose al castillo cuándo notificó a la furia del cielo volando directamente a Fortaleza Roja.

──Dracarys──. gritó Aemma haciendo que su dragón lanzara una llamarada de fuego quemando por completo a los guardias que sostenían lanzas en contra de los dragones. A la lejanía su mirada cayó en Otto cómo una advertencia.

El Hightower enseguida entendió. Él sería el siguiente en probar las llamas de la furia del cielo. Aemma atajó las riendas de su montadura haciendo otro cambió de dirección hasta donde los otros dos dragones volaban. Aemond salió de Pozo Dragón observando las llamas y escuchando los gritos, cualquier cosa que sabía conocer cambiaría si seguía con esos sentimientos tan amargos por la enemiga y aún así no creía que jamás pudieran irse.


NOTA: SUFRIMIENTO EN ESTE CAPÍTULO porque está si será el desastre antes de la tormenta, pero ojito no se crean casi NADA de lo que se dice aquí porque en capítulos posteriores quedarán: 🤡.

¿Que les pareció la despedida de Aemond y Aemma? ¿Será que Alicent diga la verdad o es pura loquera? Ojalá Aemma si regrese por Helaena 😭

Pd: si quieren hacerle alguna edición o edit a la historia siéntanse en toda la libertad para hacerlo, o si quieren contarme sus teorías no duden en mandarme mensajes, estaré subiendo las ediciones que varios me han mandado 💞💞💞💞

yo:


+100 votos para el siguiente capítulo.
Solo faltan dos y se acaba el acto.

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