08 | Deja vu.
Capítulo ocho: Deja Vu.
Capítulo ambientado: Capítulo ocho, temporada uno.
nota: escena +18. ⚠️
capítulo largo (+5000)
AEMMA NO PODÍA DEJAR DE SENTIRSE INCÓMODA, rodeada de las mismas personas que siempre la despreciaron de pequeña y tratando de fingir que todos eran amigos, familia incluso, eso la hacía querer retorcerse de la rabia pero debía mantener la postura por su abuelo. Su vínculo con él era mucho más fuerte que su odio por los Hightower y por la propia salud del Rey debía mantenerse en sus casetas sin armar un escándalo. Incluso si pensó cómo incendiar todo con sus tres dragones y irse haciendo ver que nada pasó, así como lo hizo matando a Vaemond Velaryon esa misma tarde.
Eso la hizo sonreír para ella misma. Aún seguía sin poder creer que había matado al hermano de su abuelo Corlys y que nadie hubiera hecho nada al respecto, eso le gustó, esa autoridad que tanto siempre había querido, ese miedo y respeto eran lo que la mantenía cuerda en esos días. Mucho más rodeada de víboras cómo lo estaba en esos momentos.
Aemma se encontraba sentada en la esquina de la mesa justo enfrente de donde él la silla de su abuelo quedaba localizada, todos estaban esperando su presencia hasta que el hombre entró con ayuda de sus guardias sentándose en dicho lugar. Viserys al notar la presencia de su pequeña Aemma le sonrió, esa sonrisa que a Aemma siempre la había tranquilizado las noches que se escapaba de su cuarto llorando a mitad de la noche para buscarlo, la misma que ella siempre recordaría cuándo se sintiera triste y sin rumbo.
La presencia de alguien más a sus costados la hizo levantar la mirada observando al príncipe tuerto sentarse en la silla libre que estaba ahí. La castaña rodó los ojos con diversión tomando un sorbo de su vino, Aemond era bastante predecible, llevaba todo el día observándola cómo un dragón a un ternero. ¿Pero quien era el dragón y quién el ternero?
──Me llena de dicha verlos esta noche. Juntos──. Viserys les sonrió suavemente. Aemma inconscientemente lo hizo, le alegraba ver a su abuelo luego de tantos años ausente, aunque siempre habían intercambiado cartas hasta que de un día para otro dejó de recibirlas.
──¿Una plegaria?──. Alicent le preguntó a lo que Viserys asintió.
Aemma bufó en lo bajo recargando su barbilla sobre su mano, no era mujer de fé, al menos no en la que Alicent creía. Aemma hablaba con los dioses a través del fuego buscando respuestas, los veneraba al igual que a sus ancestros pero jamás creyó en algo más allá de eso. Cualquier otra cosa para ella eran patrañas. Daemon y ella compartieron una mirada de aburrimiento a la lejanía.
──Que la Madre bendiga está unión con su amor, que él herrero vuelva a forjar los lazos que se rompieron y que Vaemond Velaryon descanse en Paz──. ante eso Aemma alzó su mirada buscando la de Daemon quién ya se encontraba viéndola, ambos se rieron entre los dos aprovechando que todos tenían los ojos cerrados hasta que los abrieron.
Aemma estaba segura que los dioses no serían misericordiosos con Vaemond Velaryon, probablemente con ella tampoco pero al menos ella seguía respirando.
──Parece que en este día hay mucho que celebrar, mis nietos Jace y Luke se casarán con sus primas Baela y Rhaena fortaleciendo el vínculo entre nuestras casas──. Viserys habló cuando las plegarias pasaron──. Un brindis por los príncipes y sus prometidas.
Aemma alzó su copa tomando el contenido de sólo un sorbo. A la lejanía observó a Aegon conversando con su hermano Jace, él cuál parecía harto de las palabras del Targaryen, también divisó a Sibley murmurándole algo a Baela. Viniendo de esas dos serpientes nada bueno debían estarles diciendo y a pesar de todas esas ganas que la castaña tenía de pararse de su lugar para arrojarles vino encima se contuvo quedándose en su lugar.
──Ao jurnegon ribazmoqitta. (Pareces molesta)──. el valyrio de Aemond llegó a sus oídos logrando hacer que su mirada cayera en el rubio sentado junto a ella──. gaomā daor hae lentor reunions dombo? ( ¿ya no te gustan las reuniones familiares? )
──Eman va moriot avoid zirȳ ( Sabes que siempre las he evitado)──. Aemma murmuró sintiendo la mirada de Daemon sobre ella y Aemond mientras conversaban──. tío.
──Hmmm──. Aemond soltó con cierta furia. Aemma sabía lo mucho que el príncipe tuerto odiaba que ella lo llamará así.
──Brindemos también por el príncipe Lucerys, futuro señor de las Mareas──. Aemma llevó su mirada a Luke sonriéndole cuando su pequeño hermano giró su mirada para verla.
Aemma volvió a quedarse en silencio hasta que sintió una suave palma encima de su mano, sus ojos se abrieron levemente con sorpresa y sintió su corazón acelerarse hasta que se atrevió a llevar su mirada a Aemond. ¿Por qué demonios la estaba tomando de la mano? Aemma carraspeó su garganta atrayendo la mirada de su madre a la lejanía observando las mejillas rojas de su hija.
──Ojūdan mirros, vala? ( ¿Se te perdió algo, tío?)──. murmuró Aemma disimulando sus palabras tomando un trago con su mano libre.
──Ao jurnegon iōrves (Pareces tener frío)──. mofó Aemond frotando su mano encima de la de Aemma por debajo de la mesa. La castaña desvió la mirada con vergüenza y odio, esa sensación que él rubio le hacía sentir estaba abrumándola──. sobrina.
Ante el apodo Aemma gruñó. Ahora entendían el enojo del rubio al llamarlo tío, pero ese apodo era peor, considerando que ella era mucho mayor
──Me alegra, y al mismo tiempo me llena de pesar ver sus rostros en esta mesa, los rostros más queridos para mi y que tanto se han distanciado estos años──. Viserys comenzó a hablar dejando a todos en silencio poniéndose de pie. La mano de Aemond se quedó quieta unos segundos simplemente tomando la de Aemma por debajo de la mesa.
En cuanto la mirada de Aemma subió su corazón se hundió en lo más profundo de su ser sintiéndose pequeña de nuevo, en los brazos de su abuelo, escuchándolo leerle aquellas aventuras que ella más atesoraba al momento de recordarlo. Viserys llevó sus flacuchos dedos para quitarse la máscara dorada que cubría la mitad de su cara y cuándo la revelación de su rostro impactó a todos, Aemma fue la más afectada. De repente ya no estaba más Fortaleza Roja, sino en Bastión de Tormentas en aquella noche tan aterradora cuándo su hija nació muerta. El rostro de su abuelo estaba idéntico al cómo su hija nació, un profundo hueco negro en su ojo derecho con la mejilla carcomida.
Aemma se sintió enferma, llevándose su mano a la cara sin algún disimulo haciendo que miradas cayeran sobre ella con desdén, ese mismo que ella tanto odiaba pero en esos momentos no le importó. La castaña tragó en seco, sus ojos llenándose de lágrimas recordando a su pequeña, su Alysanne, aquel castigo terrible con el que los Dioses la habían apuntado. ¿Acaso había sido una más de sus profecías? ¿Su hija tuvo que pagarla?
Aemond no dejó pasar por alto el malestar de la castaña a su lado, el rubio apartó la mano observándola de reojo. ¿Por qué se mostraba tan impactada? Si, el rostro de su padre ya no era el mismo de antes, pero algo más le estaba sucediendo a Aemma.
──Mi rostro tampoco es tan agradable si alguna vez lo fue pero esta noche quiero que todos me vean cómo soy. No cómo Rey, sino cómo padre, cómo hermano, cómo marido y cómo abuelo.
Viserys llevó su mirada a la castaña. Aemma tragó en seco sintiendo la presión en su pecho ahogándola, abrumando su mente y ya no la dejaba pensar con claridad distorsionando la realidad. La memoria de su hija estaba persiguiéndola y haciéndola su presa.
──Por qué sé que no estaré mucho más entre ustedes. Les ruego que no alberguen más rencor en su corazón, la corona se debilitará si la casa del dragón sigue dividida──. Viserys continuaba hablando desviando la mirada a todos los demás──. Olviden sus diferencias, si no lo hacen por la corona, háganlo al menos por este anciano que los quiere a todos profundamente.
Las lágrimas de Aemma no pudieron resistirse empezando a bajar por sus mejillas, por un segundo olvidó que esa no era su familia y antes de que pudieran verla se limpió las lágrimas rápidamente bajando la mirada, pero eso fue en vano Aemond ya estaba mirándola desde que comenzó su malestar. La castaña retomó su postura tomando una bocanada de aire pero aún así sentía las cuatro paredes de piedra presionándola sobre ella.
──Quiero alzar mi copa por su alteza, la reina──. Rhaenyra se levantó de su lugar alzando la copa sobre sus manos──, amo a mi padre pero reconozco que nadie le ha acompañado tan fielmente como su esposa, se ha mantenido a su lado con inquebrantable devoción, amor y honor. Y por ello ofrezco mi gratitud y mis disculpas.
La mirada de Aemma recorrió la mesa frente a ella quedándose quieta en Sibley, la pelinegra mantenía sus ojos azules sobre la mesa jugando con la copa en su mano y manteniéndose alejada de las voces. Aemma muchas veces se arrepintió de no haberla buscado aquella noche en Marca Deriva, pedirle perdón por rechazarla y explicarle el por qué, no sabía la razón por la cual jamás se disculpó pero ahora ambas estaban separadas por una enorme pared que nunca podrían derrumbar. Aún así, Aemma siempre guardaría sus memorias juntas con cariño así cómo lo hacía con las de Helaena.
Luego de las palabras de agradecimiento de Alicent todo pareció ir bien, había música, todos reían y parecían estar felices aunque solo fuera una fachada. Aemma se levantó de su lugar llamando la atención de Aemond en silencio a su costado, el rubio la observó atravesar la mesa hasta hincarse junto a Viserys murmurándole algo. El rubio únicamente podía pensar en lo que su madre le había dicho ¿Aemma lo quería a él? Eso parecía lejos de lo posible, la misma fantasía que el pequeño Aemond de 12 años sostenía todas las noches, pensando en que Aemma al final lo escogería pero jamás pasó.
Él la odiaba, nah, él no podía odiarla. Todos esos años de rencor y maldiciendo su nombre en las madrugadas que la recordaban se esfumaron apenas la volvió a ver. Aemma Targaryen, su más querido castigo, la Aemma que siempre quiso tener y jamás pudo.
Aemma atravesó la mesa de invitados hincándose junto a su abuelo llamándole la atención, el hombre giró su mirada sonriéndole cuando la vio a su lado, por un momento recordó las noches en que aparecía junto a su cama contándole sobre sus malos sueños.
──Te he traído algo, abuelo──. habló la castaña con una sonrisa infantil en su rostro. De sus manos sacó una concha marina dorada──. La encontré en Castillo del Amanecer cuándo me fui por primera vez y siempre quise regresar para dártela. Es cómo la de la historia que solías contarme ¿lo recuerdas?
──Del pirata con ojos de perla──. el hombre soltó una risa acercando sus manos temblorosas a la concha marina tomándola entre sus dedos para abrirla y revelar una perla. Viserys soltó una risa enseñándole la perla a la castaña haciendo a Aemma sonreír de oreja a oreja──. te lo agradezco mucho, mi pequeña dragoncita. No importa cuán dura se muestre por fuera, por dentro siempre será sensible y delicada.
Aemma sabía que su abuelo no estaba hablando de la perla y la concha marina, sino de ella, eso la hizo flaquear su sonrisa con nostalgia. La castaña hizo un mohín aguantándose las ganas de llorar balanceándose con cuidado sobre su abuelo para darle un abrazo, sus ojos se cerraron unos segundos tratando de recordar ese momento, la pequeña Aemma en su interior estaba feliz y ella debía complacerla. Viserys le tomó el rostro cuando se separaron desviando la mirada a Rhaenyra, la princesa se encontraba mirándolos con dulzura y ojos llenos de lágrimas. Por un momento, Viserys distorsionó la realidad imaginándose a su querida esposa Aemma en el lugar de Rhaenyra y a la pequeña Rhaenyra en lugar de su nieta.
──Mi Aemma, mi dulce y querida Aemma. Perdóname.
Aemma frunció suavemente el ceño, lágrimas bajando por la mejilla de su abuelo y fue cuando comprendió. No estaba viéndola a ella, estaba viendo a la Aemma que había perdido.
──Viserys, esposo──. llamó Alicent al darse cuenta de lo que estaba sucediendo haciendo que el hombre volviera a la cordura girando a verla──. ¿Más vino?
Aemma llevó su mirada a Alicent de repente. La mujer de vestido verde le sonrió cómo cortesía, eso había sido alto raro pero Aemma se alejó de ambos caminando a un costado del Salón para estar sola unís minutos antes de volver a sentarse. La castaña salió del salón sintiendo el aire frío de la noche calarle las entrañas pero lo necesitaba, debía mantenerse en una sola pieza para sobrevivir la noche.
──Pōnta should brōztagon ao Aemma "la emocional" (Deberían llamarte Aemma "la emocional")──. Aemond se burló detrás de ella. Aemma mantuvo su mirada en el pasillo vacío ignorando las palabras y la presencia del príncipe tuerto──. ¿Te encuentras bien?
La castaña llevó su mirada al rubio. Aemond logró acercarse bastante en esos segundos de distracción, estaban a tan sólo unos pasos lejos del otro sin embargo Aemma sentía la presencia de esa barrera invisible que los separó desde tan temprana edad o más bien, esa barrera que ella construyó el día que lo rechazó.
──Estoy bien.
──¿Eres feliz, Aemma?──. Aemond preguntó de repente, su cabeza se ladeó con curiosidad mirándola directamente a los ojos.
──¿No lo parezco?──. Aemond sonrió con descaro, era esa sonrisa de picardía y burla que tanto lo había caracterizado esos años ausentes──. Lo fui bastante tiempo, entre tanta sombra cerniéndose sobre mi y toda esa oscuridad que siempre sentí en mi niñez, fui feliz.
Aemma soltó un suspiro, no tenía intenciones de compartir soledad con Aemond cómo solía hacerlo de pequeños, así que avanzó unos pasos hasta que la mano de Aemond alcanzó la suya en segundos impidiéndola irse. Ante el contacto la castaña llevó su mirada a las manos de Aemond navegando sus ojos hasta encontrarse con el rostro del príncipe. Aemond apartó su mano de repente abriendo y cerrando la suya para desaparecer el cosquilleo.
──Antes de que te retires...──. Aemond hizo una pausa carraspeando su garganta──. ¿lo pensaste?
──¿Pensar qué?──. Aemma frunció el ceño. Aemond desvió su atención a los alrededores verificando que nadie los viera y después se acercó agachando su cabeza para mirarla, cómo si ambos estuvieran compartiendo un secreto.
──Aquel día, la última vez que nos vimos. ¿Alguna vez pensaste en cómo hubiera sido si nos hubiéramos ido cómo te dije en Marca Deriva?
Aemma tragó en seco desviando la mirada tratando de no delatarse. Todos los días lo pensó, en compañía de Orion siempre pensaba en Aemond, deseando poder volver a verlo y ser una niña de nuevo. Lord Baratheon jamás fue malo con ella pero no era a quien ella amaba, nunca pudo corresponderle sus sentimientos pero siempre trato de ser agradecida. Incluso si su mente estuviera invadida por los recuerdos de esa niñez junto a Aemond y esos paseos en dragones a campos de flores clandestinos.
──No──. mintió la castaña pero por la expresión de Aemond supo que no le creyó.
──Yo sí──. confesó el rubio con simpleza──. Me torturé años con el pensamiento y la idea de cómo hubiera sido. Pensaba en por qué habías elegido una vida tan mediocre en lugar de estar conmigo.
──Jugamos a esto de diferentes maneras, Aemond. Éramos solo unos niños.
──Pero al menos teníamos un plan.
Aemma soltó una risa amarga.
──¿Un plan? Montar nuestros dragones y volar lejos no es un plan, hay cosas de las cuáles incluso Vaghar y Mercury no hubieran podido protegernos──. Aemond negó desviando la mirada con una sonrisa de burla en su cara.
──¿Cómo cuáles?
──La infelicidad.
Aemond dio un paso atrás mirando con atención a la castaña. Aemma alzó su mirada haciéndolo levantar la comisura de sus labios acercándose para tomarle una de sus manos alzándola.
──No hay nada más dulce──. Aemond burló levantando la mano de Aemma hasta su boca para depositar un beso en ella──. que aquello que es escaso.
Y con eso se fue. Aemma se quedó en silencio unos segundos mirando por el hombro al rubio adentrarse nuevamente en la cena. Cuándo llegó Aemma se adentró de nuevo en el lugar la mirada de Daemon cayó en ella, el príncipe canalla había visto a ambos salir con prisa fuera de la cena y ahora estaba sospechando de más, Aemma alzó una de sus cejas logrando que el rubio soltara una risa volviendo a su conversación con Rhaenyra.
──Quiero brindar por Jace y Baela, se casarán pronto y no es tan malo, la mayoría del tiempo casi siempre te ignora. Salvo cuando está borracho──. se escuchó hablar a Helaena mientras Aemma avanzaba hasta su lugar. La castaña compartió miradas con la platinada sonriéndole y alzando su copa al ver que nadie más lo hacía.
──Discúlpame──. dijo Jace pasando por un lado de Baela hasta llegar donde Helaena estaba para ofrecerle su mano y bailar. Aegon enseguida miró la escena con confusión llevando sus ojos hasta Aemond quien de inmediato clavó su mirada a ambos bailando en un costado.
Aegon se levantó de su lugar atrayendo las miradas hasta que llegó frente a Aemma. Tiene que estar bromeando pensó Aemma alzando su pecho con aburrimiento y dejando salir un bufido. Aegon extendió su mano hasta la castaña haciéndola aceptarla con pesar. Aemond frunció el ceño mirando a su hermano en confusión y rabia combinadas. ¿Cómo se atrevía? Suficiente con ver a Jace bailando con Helaena. El rubio movió su silla discretamente para poder mirarlos mejor.
──Cualquier cosa que pienses hacer te la haré mucho peor──. amenazó Aemma conforme ella y Aegon se posicionaban junto a Jace y Helaena para bailar.
──Tranquila, devoradora. Sólo quiero regresarle el gesto a mi sobrino Jace──. Aegon tomó la mano de Aemma dándole una voltereta quedando su espalda contra el pecho del rubio mirando en dirección a Aemond──. incluso si mi hermano se enoja conmigo.
Aemma llevó su mirada a Aemond si riendo a Aegon girarse para quedar de espaldas junto a ella y alzar sus manos al mismo tiempo conforme al baile. La mirada de Aemond se encontraba en ellos pero no lucia molesto, al contrario, una media sonrisa se formó el su rostro al ver que Aemma lo estaba mirando. Daemon del otro lado de la mesa observó la escena teniendo un deja vu a la boda de Rhaenyra y Laenor años atrás, las miradas de Aemma y Aemond le recordaron a las de él y su esposa. La mirada de Aemma se posó sobre su hermano Luke, él y Rhaena mantenían una conversación hasta que el menor llevó sus ojos juguetones hasta Aemond, el rubio mantenía sus ojos en Aemma hasta que uno de los cocineros llegó con un cerdo rostizado.
Aemma abrió sus ojos deteniéndose por unos segundos observando a Luke soltar una risita y desviando su mirada a Rhaena para disimular hasta que sintió la atención de Aemond sobre él. El príncipe castaño llevó también la suya a Aemond riéndose en su cara sin algún descaro, Aemma estaba impresionada sobre la repentina valentía pero sabía que eso solo significarían problemas. Aemond pegó con su puño en la mesa atrayendo la atención de todos sobre él, tomando su copa él se levantó aprovechando la ausencia de Viserys en la habitación para hablar.
──Un último tributo y nos vamos──. Aemond habló haciendo que Aegon fuera a su lugar para tomar su copa y levantarla. Aemma compartió una mirada con Jace detrás suyo──. a la salud de mis sobrinos; Jace, Luke, Joffrey y a la bella Aemma. Todos apuestos, sabios y fuertes cómo un... Strong.
Aemma sintió un vuelco en su estómago ante la mención de su padre. Luke y Jace compartieron miradas a través de la habitación llevándolas con preocupación hasta su hermana mayor.
──Aemond...──. advirtió Alicent aún sentada en su lugar.
──Alcemos las copas por estos cuatro fuertes...
──Repítelo si te atreves──. amenazó Jace a un costado de Aemma avanzando para quedar enfrente de ella.
──¿Por qué? Solo es un cumplido, cuñado. ¿No son fuertes como un Strong?
Y así fue cómo aquella falsa armonía entre ambas familias se rompió. Jace se abalanzó sobre Aemond propinándole un puñetazo en la cara haciendo que los guardias cayeran sobre él, Rhaena yLuke se levantaron de sus lugares corriendo hasta donde la pelea estaba, la gemela tratando de detener a su hermana y Luke para defender a Jace pero Aegon lo interceptó con su mano bruscamente tomando la cara del castaño y estrellándola contra la mesa.
──Detente, bastardo──. murmuró Aegon apretando la cabeza de Luke contra la madera de la mesa.
Aemma al ver esto sacó una de sus navajas caminando peligrosamente hasta el rubio alarmando a Otto y Alicent desde sus lugares.
──¡Dilo de nuevo!──. gritó Aemma tomando el rostro de Aegon entre sus manos haciendo que su agarre en Luke se aflojará dejándolo ir. Aemond detrás suyo tiró a Jace de un empujón riéndose se eso hasta que su mirada cayó en Aemma sosteniendo una navaja contra la cara de Aegon──. no sabes cuantas ganas he tenido de hacer esto.
──¡Desármenla!──. gritó Alicent exasperada. Aemma aún así sostenía las mejillas de Aegon entre sus manos deleitándose con las respiraciones entre cortadas de miedo que desprendía el rubio.
Los guardias tomaron de los brazos a la castaña haciéndola burlarse mientras la jalaban donde tenían a sus hermanos también retenidos.
──¡Dilo de nuevo si te atreves!──. volvió a gritar Aemma teniendo un deja vu a Ser Harwin. Por un momento se quedó callada guardando la navaja en cuánto el recuerdo la golpeó.
Cuando los guardias los soltaron Luke y Jace avanzaron amenazantes hasta que Daemon se levantó de su lugar caminando frente a ellos rechistando con su boca un sonido para detenerlos, el rubio miró a la castaña detrás de ellos hirviendo en furia. Daemon llevó su atención al rubio de cabellos largos.
──¿Cómo se te ocurre decir algo así en público?──. Alicent preguntó manteniendo su mirada en Aemond frente a ella.
──Sólo expresaba lo orgulloso que estoy de mi familia, madre──. Aemond sonrió falsamente llevando su atención a los castaños──. Aunque mis sobrinos no estén tanto de la suya.
De nuevo ambos castaños menores avanzaron con amenaza pero Daemon alzó una de sus manos lográndolos calmar, la mirada del príncipe canalla cayó en Aemond quien sólo lo miró con atención, el tuerto lo admitía él hombre emanaba superioridad y poder, pero esa mirada era más una invitación a su muerte. Tal y cómo lo fue con Vaemond Velaryon.
──Hmm──. murmuró Aemond antes de irse, no sin antes clavar su mirada amatista en Aemma detrás de los guardias, soltando una risita que irritaría a la castaña. Aemma lo vio irse desapareciendo en el pasillo.
Aemma avanzó hasta Luke alzándole el mentón para mirarle mejor su herida, su nariz sangraba un poco pero no había señales de alguna fisura.
──¿Te sientes bien?──. preguntó Rhaena detrás de él posando una mano en el hombro del castaño. Luke le sonrió limpiándose la nariz──. Aegon es un salvaje.
──Ojalá le hubieras cortado la lengua──. Baela siseó apareciendo a un costado de Aemma para verificar a su prometido──. ¿tú estás bien, cuñada?
──Necesito tomar aire.
Aemma dejó a ambas parejas entre ellos pasándole por el costado a Daemon mirándolo con enojo con la colilla del ojo, si no hubiera sido por él, ella hubiera terminado el trabajo y sacado la lengua de Aegon.
Mientras Aemma caminaba por el pasillo oscuro sintió una presencia detrás de ella haciendo sus pasos detenerse. Daemon apareció detrás suyo hasta plantarse frente a ella mirándola cómo si hubiera hecho algo malo o si estuviera planeándolo.
──Si piensas jugar a los amantes con el príncipe pícaro, al menos sé inteligente y cautelosa, Aemma──. Daemon advirtió en un murmuro mirando sobre los hombros de Aemma a Rhaenyra y Alicent manteniendo una conversación──, ¿no se te hace raro?
──¿El qué?
──El repente interés. Llamó cuñados a tus hermanos enfrente de todos, ustedes no están casados, y estoy seguro que planea proponerse.
Aemma se tensó. ¿Aemond proponerle matrimonio? La castaña lo dudaba, aunque era bastante raro que Aemond no la odiará después de rechazarlo y casarse con otro.
──Si Aemond se propone ¿que me recomiendas hacer?──. Daemon se recargó de la pared del pasillo luciendo pensativo──. puede ser una estrategia.
──Debe serlo──. Daemon hizo una pausa──, sedúcelo.
──No soy una prostituta, Daemon. No voy a venderme por una propuesta de un príncipe──. Aemma gruñó. Los planes de su padrastro siempre iban más allá de sus agrados pero ella no tenía ninguno.
──Mírame a los ojos y dime que no quieres nada con él──. Daemon la miró con aburrimiento pero ella no le regresó la mirada──, ¿ves? Sería para tu deleite también, sedúcelo y verás que mañana mismo se propondrá. Antes de irnos te buscaré y me dirás sus intenciones.
──Sí, señor──. se burló Aemma rodando los ojos y pasándole por el costado hasta desaparecer entre la oscuridad.
La castaña tomó la misma dirección que el príncipe tuerto observando los rayos que se formaban en el cielo, una tormenta se aproximaba y Aemma presentía que problemas también. Mientras caminaba hasta alejarse de la Fortaleza Roja a la lejanía Aemma divisó la cabellera larga de Aemond, no le sorprendió que no obedeciera a Alicent y fuera a sus aposentos cómo se lo pidió.
──Me preguntaba dónde estabas──. Aemma habló saliendo de entre las sombras. Aemond la miró por encima del hombro.
──¿Vienes a cortarme la lengua?──. mofó el rubio dándose la vuelta para quedar frente a ella. La castaña nunca había estado en esa parte del castillo, era en la misma dirección que su cabaña pero bastante retirada de ella──. Que honor.
Los orbes de Aemma vagaron por todo el lugar, no había más que kilómetros de árboles y la colina de Rhaenys I alzándose en la lejanía.
──Búrlate todo lo que quieras pero mantén al margen a tu hermano, vuelve a llamar bastardos a mis hermanos y no sólo le arrancaré la lengua, será comida de mis dragones también──. Aemond soltó una risa amarga alzando su mirada al cielo. Ambos estaban en medio de la nada y eso hizo a Aemond entrar en razón.
──Moriría por ver eso pero lo mantendré "al margen" por mera cortesía.
Aemond le dio una media sonrisa dándose la vuelta para comenzar a caminar sin una fija dirección. Aemma frunció el ceño siguiéndolo, odiaba cuando le daban la espalda, en especial cuándo ella ni siquiera había terminado de hablar.
──¿Sueles darle la espalda a todos cuándo te hablan?
Aemond soltó una risa nasal escuchando los pasos de Aemma detrás de él.
──Cuando quiero terminar una conversación si.
Los pasos de Aemond se apresuraron hasta llegar a un lugar que Aemma conocía bien. La cabaña, le sorprendió ver a la castaña la facilidad que Aemond usó para abrir la puerta, cómo si fueran sus propios aposentos.
──¿Seguiste viniendo aquí?──. preguntó Aemma caminando detrás de él cuando se adentró en el lugar sorprendiéndose con lo cambiada que estaba──. ¿Y la decoraste?
La castaña dejó salir una risa, sintiéndose cómo una niña nuevamente, escapándose con Sibley para tomar sus prácticas clandestinas con Ser Harwin a espaldas de su madre y sus hermanos, pero el lugar ya no era cómo ella lo recordaba. Las paredes tenían pieles finas, el piso estaba limpio y no había rastros de las herramientas de Ser Harwin. Incluso había chimenea y una cama junto a un sofá de terciopelo negro, Aemond si le había invertido tiempo.
──Era él único lugar donde podía estar solo──. Aemond se hincó sobre sus rodillas encendiendo la chimenea──. no es cómo si fueras a regresar, así que la tomé prestada.
La castaña sonrió con burla acercándose a la chimenea siendo observada por él rubio a unos pasos detrás de ella.
──Sibley y yo solíamos venir aquí a menudo, Helaena vino también──, Aemma dijo con un aire de nostalgia──. era de Ser Harwin.
──Hmm──. Aemond le dio una mirada al lugar, cómo si antes no la hubiera visto──. Siempre me pregunté por qué tú y Sibley dejaron de ser tan unidas.
Ante las palabras del príncipe Aemma miró el fuego pensando en su respuesta.
──La gente cambia, Aemond──. Aemma soltó un suspiro girándose para mirarlo──. Además, nunca fuimos tan unidas cómo parecía, tuvimos una pelea en Marca Deriva durante el funeral de Laena Velaryon, ella me dijo bastarda luego de que yo la-
Aemond alzó su ceja con interés.
──¿La qué?
──Descubriera algo que ella no quería que se supiera──. Aemma mintió evitando dar más detalles por razones obvias y después llevó su mirada al rubio con curiosidad ──. Tus hijos son preciosos, por cierto.
Aemond se quedó estático ante las palabras de la castaña tragando en seco pero no demostró la sorpresa que sintió.
──¿Mis hijos?──. Aemond disimuló desconcierto.
──¿Vas a decirme que los hijos de Helaena son de Aegon?──. se burló
──No sé que es lo que quieres oír, Aemma. No he mencionado ninguna palabra de tú hijo, si es que existe o quizá es sólo otro rumor sobre ti.
Aemma alzó una de sus cejas llevando su mano sobre su barbilla.
──Te lo diré si tú respondes mi pregunta.
Aemond desvió la mirada para observar el fuego de la chimenea y pensar lo que diría. Aemma era bastante lista, probablemente no supo sobre los hijos de Helaena hasta que los vio.
──Sí, son míos──. confesó Aemond mirando al fuego pero sintiendo la mirada de asombro de Aemma sobre él.
──¿Helaena te quiere?──. preguntó la castaña antes de poder pensar en otra respuesta ante la confesión.
──No lo creó, ambos confundimos protección con amor y prefirió tener hijos míos a unos de Aegon. Él jamás lo intentó de todas formas y siempre le tuve un cariño a Helaena de pequeños──. Aemond alzó sus hombros──, o quizá fue la soledad que me acompañaba en ese entonces, me amargué porque la pieza que me faltaba para poder ser feliz eras tú. Nadie me hacía sentir la felicidad que tú me hacías sentir y Helaena me dio algo parecido, busqué lo que me hacía falta en ella. Me hacías falta tú.
La castaña se quedó en completo shock y silencio detrás de él. Nunca imaginó que él y Helaena pudieran mirarse más allá de hermanos, aunque no le sorprendía, Jacaerys y ella también habían tenido sus momentos de confusión que jamás llegaron a nada, gracias a los dioses.
──Me alegra saber que Helaena te tenía a ti──. confesó la castaña. Aemond estaba confundido por la reacción pero satisfecho──, di a luz a dos bebés, gemelos cómo Lord Baratheon lo fue, pero mi pequeña nació muerta. Mi Alysanne... nació sin vida, con el rostro justo cómo el abuelo lo tiene ahora.
──¿Idéntico?──. Aemond no pudo ocultar la sorpresa en su tono de voz.
──Si, idéntico. Un agujero negro por ojo y la mitad de su mejilla carcomida, los maestres no pudieron explicar su condición y me resigne a tomarlo cómo un castigo de los Dioses. Un recuerdo de mi maldición ¿la recuerdas?
──¿Cómo olvidarla? La gente suele pensar que causas la muerte, no que la tienes sobre ti──. Aemma alzó sus hombros.
──Me da igual lo que esa gente piense sobre mí.
Aemond sonrió de lado ante sus palabras alejándose de la castaña para tomar un costal café de una esquina y mostrárselo.
──Encontré las cartas que jamás recibiste.
Aemma se acercó al costal con curiosidad, parecían ser muchas cartas y eso la sorprendió pero aún así tenía su duda impregnada en la cabeza. ¿Durante cuántos años Aemond le escribió? ¿Fue Alicent o Otto quién escondió las cartas? Tenía muchas preguntas y debía obtener respuestas. Su mano tomó una de las cartas abriéndola y encontrándose con una rosa disecada.
──Se me hacía difícil creer todas las historias y canciones que oía sobre ti, que la devoradora fuera la misma niña que solía encontrarle formas a las nubes, ver aves por la mañana, estrellas por la noche y coleccionar flores──. Aemond comenzó a hablar acercándose hasta la castaña quedando a un costado del costal.
──¿Por cuanto tiempo me mandaste cartas? La última que recibí fue en mi boda, meses después de nuestro último encuentro.
──Algunos años, tal vez dos o tres, luego de eso decidí que era inútil mandarte cartas que jamás me respondías. Te odié durante mucho tiempo──. Aemond tomó el costal entre sus manos apartándolo de su camino para quedar frente a ella──, te maldecía todas las noches pero más a mi mismo por no dejar de pensar en ti.
Aemma tragó en seco sintiendo la mano de Aemond sobre su mano quitándole la carta para regresarla al costal y así poder tener toda su atención.
──Escuché rumores sobre ti también──. Aemma murmuró observando el rostro de Aemond──, sobre tus raras noches en la Avenida de las Sedas.
Aemond se quedó en silencio sintiendo a la castaña acercarse hasta poder susurrarle en el oído.
──Y el cómo solías solicitar únicamente castañas──. Aemma le murmuró en el oído haciéndolo estremecerse en su lugar──, ¿pretendías que era yo?
Aemond soltó una risa vaga inclinando su cabeza para quedar más cerca de la castaña, respirando en su cuerpo mientras inhalaba el aroma a lavandas que lo habían vuelto loco desde pequeño.
──¿Quieres saber cómo las seducía?──. murmuró Aemond en el oído de Aemma deslizando sus manos en los antebrazos desnudos de la castaña.
──Por supuesto que no──. Aemma le respondió incapaz de mirarlo a los ojos pero no se movió.
Aemond se separó bruscamente tomándole la barbilla entre sus cálidos dedos inclinándole la cabeza para que lo mirará directo a los ojos, un deseo en ellos que ardían como brasas en el fuego.
──Yo creó que deberías saberlo, ya que eras su musa, porque cada vez que estaba con ellas pensaba en ti──. Aemond confesó haciéndola tragar en seco──, usualmente me acercaba así a ellas, mirándolas profundamente así a los ojos.
──No me importa lo que usualmente hacías──. mintió Aemma tratando de esconder el deseo ardiendo en su voz.
──Oh, vamos──. Aemond se quejó dejando que una rabia apenas controlaba saliera de su voz──. Si quieres que juegue, al menos dame el beneficio de tu sabiduría.
Aemma sintió los dedos de Aemond trazándose en su barbilla, la línea de sus labios jugando con ellos para entre abrirlo bajando hasta su garganta. Aemma se sentía mareada y abrumada, un calor emanando de su cuerpo que jamás había sentido antes.
──¿Debí tocarlas así?──. jugó Aemond con sus pestaña baja y mirando a la castaña con atención. Las sombras llenaban su rostro pero el fuego los iluminaba a ambos.
──Quizá──. Aemma respondió sintiéndose en una caída máxima, todo estaba mal y borroso. El siguiente movimiento de Aemond la tomó desprevenida robándole un jadeo que lo hizo sonreír.
Aemond presionó su boca contra su oreja, besándola allí, haciéndola soltar una respiración entre cortada. Las manos del rubio deslizándose sobre los hombros de la castaña, haciéndola temblar.
──¿Y así? ¿Es así como debí seducirlas?──. Aemma podía sentir la boca de Aemond formando esas palabras sobre su oreja──, ¿eso hubiera funcionado?
Aemma clavó sus manos sobre los brazos de Aemond haciéndolo lograr su cometido, estaba esperando que ella se doblegase primero, que lo tocará y ahora ya no había vuelta atrás.
──Sí.
Y es ahí cuando ambos se encendieron. Aemond se acercó con un hambre de dragón hasta ella besándola, haciéndola sentir cómo una caída alta, perdiéndose en lo más alto del cielo. Nunca había sentido algo así, ni incluso en sus sueños más salvajes con el príncipe, jamás pensó poder experimentarlo. Sus besos no eran gentiles, al contrario, todas esas ansias acumulada de ambos brillaban tan intenso cómo las llamas de la chimenea.
Aemma comenzó a desabotonar la chaqueta del príncipe y él no se lo impidió, al contrario, trató de no congelarse ante las hambres sorprendentes de la castaña. En cuanto la castaña terminó de quitarle su ropaje se inclinó sobre ella misma para desabotonar su vestido mirándolo y parpadeando, tratando de que alguno de los dos detuviera esa locura pero no ocurrió. Ya estaban lo suficientemente lejos cómo para arrepentirse.
──Esto es una idea absolutamente terrible──. dijo ella con una nubla de asombro y deseo en su voz dejando caer su vestido detrás de ella dejándola completamente expuesta.
Las manos de Aemma comenzaron a temblar pensando en las mil cosas que podrían pasar después de eso pero no quería pensar, únicamente quería sentirlo a él y por un momento ser solo ellos dos, como siempre debió ser. Aemond capturó las manos de Aemma en un movimiento comenzando a besarlas.
──Quiero decirte todas las cosas que pensaba cuándo maldecía tu nombre──. dijo el rubio atrayendo a la castaña hasta él sintiendo su espalda desnuda.
Aemma se dejó llevar sintiendo las manos del rubio deslizarse por sus muslos cuando ambos cayeron sobre la cama, cómo su roce pasaba por todas partes, su espalda, sus piernas, mareándola de placer en el momento. En un reflejo Aemma buscó por los botones de su pantalón y él la ayudó a encontrarlos, empujándolos hacía abajo. La castaña lo observó unos momentos, guardando esa imagen en su memoria, sus manos se deslizaron sobre el torso pálido del rubio haciéndolo soltar un jadeo ante la calidad de sus manos.
Aemma sentía cómo se ahogaba en esa sensación queriendo más. Aemond miraba la cara enrojecida de la castaña, sus ojos avellanas brillando con las brazas de la chimenea, su respiración entrecortada. Aemma trató de no soltar sonidos vergonzosos, la forma en que la miraba era mucho más íntima que el roce de sus cuerpos desnudos, odiaba que él supiera lo que estaba haciendo y ella no. Odiaba sentirse vulnerable pero antes de que Aemma pudiera arrepentirse el príncipe tomó su nuca atrayéndola hacía el haciéndola gemir y arquear su espalda ante la brusquedad.
──Quiero complacerte, Aemma──, Aemond murmuró apenas audible por los jadeos de ambos al sentir sus cuerpos encima del otro. El rubio usó una de sus manos para tomar la cintura de la castaña subiéndola encima de él──, dime que me quieres aunque sea mentira, quiero saber cómo se sientes esas palabras saliendo de tu boca.
──Avy jorrāelan, Aemond──. Aemma murmuró contra los labios del rubio juntándolos con los suyos antes de que pudiera decirle algo más. Aunque no sabía si era mentira o verdad.
NOTA: se nos viene el domingo 7 digo... me sentí como el audio de tik tok con la musiquita triste por la primera parte del cap y después el candy candy candy por el final JAHSJAJSHSJS, la verdad soy inexperta escribiendo ese tipo de escenas por eso mismo lo dejé así (xdon por la tortura) pero de que comió Aemond, comió.
¿Que les parecieron esos dos? Se andaban re tragando en la cena y Daemon tipo: I know that one
¿Creen que Aemond sólo seduciera a Aemma por el plan de los verdes para ponerla de su lado o porque si le traía ganas? ¿Se nos viene mini Aemond? ¿AEMOND ES PAPÁ DE LOS HIJOS DE HELAENA?😨
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