02 | Lady Bastarda.
𖥧 𖤥'、˖ ָ࣪ Capítulo dos: Lady Bastarda.
𖥔 ִ ་ ، Soundtrack: Now playing... summertime sadness by lana del rey.
LA REPUTACIÓN DE SIBLEY HIGHTOWER no era una a la cuál ella pudiera aferrarse, su nacimiento había sido opacado por su hermana mayor al convertirse en la nueva Reina de los Siete Reinos y desde entonces supo que su momento en el reflector jamás llegaría pero eso no la desanimó, al contrario, con toda la atención puesta en las imperfecciones y movimientos de su hermana Alicent ella tendría el privilegio de hacer lo que se le pegará la gana. Aunque tampoco era para tanto, la joven apenas tenía quince años y no podía darse las libertades que ella quisiera.
Al convertirse en la dama de la princesa Aemma vio una oportunidad y la tomó, y no era una dama común tenía el respeto y el cariño de Aemma cómo para salirse con la suya cada vez que quisiera. Y siempre lo hizo, guardaba los suficientes secretos de la princesa bastarda cómo para darse el lujo de hacerlo. No le debía nada, y en lo que a ella le constaba, Aemma solamente era una libertad la cuál ella podía gozar.
Una de ellas era tener los amantes que ella quisiera y entre esos se encontraba Aegon Targaryen, con quién llevaba algunos años viéndose en secreto detrás de paredes ocultas y entre sábanas blancas sin que nadie se diera cuenta. Ella tenía en mente que Aegon algún día sería Rey, tenía que mantenerlo contento con su compañía, también que posiblemente -para su pesar- Aemma sería su esposa, la reina de los Siete Reinos. Su hermana Alicent nunca le ocultó el desagrado que los hijos de la princesa Rhaenyra le generaban y era por esa simple razón que le asignó ser dama de compañía de Aemma para informarle cualquier situación.
Pero sin embargo aquellos extraños sentimientos que su corazón albergaban por la princesa castaña le quemaba el pecho cada vez que estaba con Aegon. Aemma jamás lo sabría, pero para ella la princesa era cómo la Luna; una parte de ella siempre estaría oculta de Sibley.
Pero Sibley no era tonta; su padre y su hermana tenían sus propias alianzas entre ellos dejándola a ella afuera, quizá con la excusa de que era pequeña y no entendía políticas pero conocía la ambición. Los secretos de la princesa Aemma eran los que algún día podrían salvarla de infortunios y no los daría a Alicent simplemente por cortesías.
Más allá de los pensamientos de Sibley divisó la espalda escuálida con un tono pálido de Aegon frente a ella su mente de repente dejó de pensar y se enfocó en el presente mirando al príncipe desnudó delante de ella. Aegon se encontraba de pie, ambos pies descalzos tocando el frío piso de piedra debajo de ellos, su melena platinada se movía mientras él se subía los pantalones sin descaro. Sibley entonces se dio cuenta que estaban en algún lugar remoto del castillo, cuatro paredes de piedras apenas alumbradas por velas desgastadas los mantenían alejados de la oscuridad. Su cabeza palpitaba al igual que su zona baja, notaba el agrio sabor de algún vino en su lengua.
Estaba borracha. Esa era la razón de su confusión.
──¿Crees que estén enamorados?──. preguntó el príncipe logrando confundir a Sibley detrás de ella aún más. La castaña tomó las sábanas blancas entre sus manos colocándoselas encima para avanzar hasta Aegon, estaban frente a una ventana mirando rumbo al campo de entrenamiento.
──¿De quién habla, mi príncipe?──. preguntó Sibley vagando su mirada entre el platinado burlón a un costado de ella y el campo de entrenamiento cuesta abajo.
──Mi hermano y Aemma──. murmuró ladeando su cabeza. Sibley frunció el ceño siguiendo la mirada de hiena que Aegon tenía hasta que se topó con los mencionados. La castaña de los Hightower apretó su mandíbula observando a Aemond y Aemma a la lejanía, su corazón dio un vuelco de despecho que la obligó a alejar su mirada.
Ambos simplemente charlaban entre ellos. La alta y delgada figura de Aemma se divisaba de espaldas, su cabello castaño rebelde suelto sin ningún peinado conjugando con su vestido azul cielo mientras que Aemond vestía la armadura de entrenamiento color
verde. Su mirada de nuevo cayó en Aegon quién también estaba colocándose la armadura rápidamente.
──No lo creo, su majestad. Simplemente parecen mantener una charla.
Aegon bufó dándose la vuelta y tomando sus cosas restantes del suelo para colocárselas tratando de verse presentable. Ser Criston Cole posiblemente ya estaba esperándolo junto a su hermano y los otros dos príncipes para su entrenamiento diario.
──Conozco a las chicas cómo Aemma──. Aegon agregó soltando una risa──. Mi madre dice que Lady Bastarda es igual a su madre, sin una poca pizca de decencia en su cuerpo, por eso es que no quiere que yo me case con ella.
Sibley frunció el ceño. Podría ser el odio que sentía por su hermana lo que le hacía siempre estar en desacuerdo con ella pero esta vez Alicent estaba equivocada. Aemma podría ser una malcriada altanera que tampoco estaba en su gracia por aquellos sentimientos tan extraños que le hacía sentir pero no era una indecente cómo Alicent la pintaba.
──Quizá por eso siempre es fácil persuadirla para besuquearnos──. se burló Aegon nuevamente. Sibley quería bufar en desacuerdo, Aemma siempre le había dicho de los chantajes del príncipe y que lograba con ellos──. Debería recordarle a mi hermano que Aemma me pertenece.
──A su hermano nunca le han interesado las cosas de placer, su majestad.
Aegon hizo una mueca alzando sus hombros para acercarse a ella y despedirse con un beso casto en los labios. Obviamente no le prestó atención y solamente se fue dejándola ahí.
𓆸𓆸𓆸
Una noche antes Aemma de nuevo tuvo un mal sueño, durante varias noches y contando la princesa se levantó de su cama a altas horas de la madrugada con sudor frío recorriendo su frente y el corazón desbocado cómo un caballo salvaje. La castaña recordó bien la noche anterior antes de salir esa misma mañana rumbo al entrenamiento de sus hermanos y sus tíos.
⚔️ Una noche antes...
Aemma se movía en su cama de un lado a otro, las velas alumbrando el umbral de la habitación mientras que la castaña trataba de conciliar el sueño. Sus ojos estaban cerrados fuertemente, su respiración entrecortada y sus pies se movían con incomodidad mientras imágenes dispersas saltaban en su mente. Llamas de fuego quemando todo, gritos de pavor y angustia resonaban en todas partes, llanto incesable junto con una amargura en su pecho no la dejaban dormir. Aemma dejó salir un quejido pero su mente no paraba.
«¡Es un monstruo!» la voz de su madre se escuchó en lo más fondo de su memoria. Después humo, fuego por todas partes que hicieron a Aemma toser dormida. «Un hijo por un hijo» pudo leer en un pedazo de papel borroso en las imágenes de su mente. Aemma se movió al lado izquierdo de su cama y por unos segundos su memoria paró pero el olor a humo se coló entre sus fosas nasales perturbándola, después de eso la imagen de alguien cayendo de un dragón apareció de repente junto con una melena platinada mirando el suceso desde los cielos. Y antes de que Aemma se despertará lo último que vio fue banderas verdes y negras en lo que parecía una danza entre las llamas.
Aemma se levantó de su cama tomando una vela entre sus manos y caminando rápidamente hasta la habitación de su madre. Rhaenyra se levantó con angustia tomando el hombro de su pequeña tratando de tranquilizarla.
──Son solo sueños, mi amor. No podrán hacerte daño──. murmuraba la princesa de cabellos pálidos abrazando a Aemma con fuerza mientras ambas estaban acostadas en la enorme cama.
Aemma dentro de ella sabía que no eran solo sueños y que quizá significaban algo más grande pero sus ojos comenzaron a cerrarse haciéndola caer dormida antes de que pudiera decir algo.
La joven castaña permaneció en la habitación de su madre durante la mitad de la mañana y se rehusó bajar a desayunar con sus hermanos. Aún sentía el malestar de los sueños pasados en su pecho y la amargura que le provocaban le privó el hambre. Aemma luego de unas horas en soledad salió al campo de entrenamiento topándose con Aemond antes de que empezaran las clases de Ser Criston.
──¿Tuviste otra pesadilla?──. mencionó el muchacho de cabellos blancos luego de que Aemma le contará lo sucedido──. Pensé que habías dejado de tenerlas hace años.
──Yo también pensaba lo mismo──. Aemma movía sus manos con nerviosismo mirando a sus hermanos de reojo──. Se sentían demasiado reales aunque la verdad no comprendo nada de lo que vi.
──¿Que fue lo que escuchaste?──. preguntó con curiosidad Aemond delante de ella. Aemma desvió la mirada observando a Aegon caminar directamente a ellos con esa sonrisa tan odiosa que tenía.
El primogénito de Alicent Hightower llegó hasta ellos colocando su brazo alrededor de los hombros de la castaña haciéndola quejarse por la brusquedad.
──Aemma, que linda te ves hoy──. saludó Aegon mirando a su hermano con burla. Aemond apretó la mandíbula sosteniendo su espada de madera con fuerza──. Justamente me levanté pensando en ti. Tuve este sueño tan vívido ¿quieres escucharlo?
Aemma rodó los ojos compartiendo una mirada con Aemond pero la atención del Targaryen se encontraba en su hermano. Sus ojos azules desprendían una furia pura que desconcertó a la castaña, Aegon siempre se comportaba de esa manera con todo el mundo, no era algo inusual. ¿Por qué estaba reaccionando de esa manera?
Antes de que Aegon pudiera seguir Ser Criston Cole apareció detrás de ellos llamándolos para sus deberes. Ambos príncipes hicieron una mueca alejándose de la castaña, Aegon dándole un beso en la mejilla y Aemond gruñendo en lo bajo sin decirle nada. Simplemente caminando detrás de su hermano sin ninguna pizca de felicidad en su sistema. Aemma frunció el ceño mirando a su abuelo listo para observar el entrenamiento pero antes que subiera allí localizó a Ser Harwin merodeando por el lugar.
Cuándo la castaña se acercó Harwin se encontraba hablándole a Luke y Jace dándole consejos en lo bajo -ya que Ser Criston los estaba ignorando cómo siempre- pero su atención cayó en Aemma apenas aspiró el perfume de lavandas que la princesa siempre desprendía.
──Ser Harwin──. saludó Aemma con una sonrisa contagiosa en su rostro. El mencionado le sonrió de regreso haciendo una leve reverencia──. No lo he visto hace días ¿no retomaremos nuestro entrenamiento?
──Mis disculpas, princesa. He estado algo ocupado en la guardia real pero sabe que siempre podré hacer tiempo para usted.
Aemma desvió la mirada al campo de entrenamiento observando a Aegon y Aemond tratando de pelear contra Ser Cole mientras que sus hermanos estaban a un lado. Si Ser Harwin fuera el que los entrenará serían mucho mejores que los otros dos, incluso ella con menos tiempo entrenando a escondidas sabía lo básico en batalla en comparación a sus hermanos, quienes llevaban meses "entrenando" junto a sus tíos.
──No debería decir esto pero quisiera pegarle en la cabeza con una espada a Ser Criston por ignorar a mis hermanos──. gruñó Aemma en un arrebato de rabia haciendo a Ser Harwin soltar una risa nasal.
──Ser Criston no se merece su furia, mi princesa──. Ser Harwin miró a ambos castaños delante de ellos llamando su atención con un ruido──. Sus espadas arriba, muchachos, no le den ninguna ventaja a sus enemigos.
Ser Harwin palmeó el hombro de Aemma separándose de ella para poder ver la pelea de una mejor manera. Su mirada estaba sobre Ser Criston, quien también mantenía sus ojos en él.
──Puede que también a los más jóvenes les serviría un poco de su atención, Ser Criston──. comentó Harwin mientras caminaba por la parte lateral del campo.
Aemma dio un último vistazo a ambos guardias desviando la mirada a sus hermanos, ambos parecían afligidos por la falta de atención pero aún así ambos voltearon a ver a su hermana mayor con alegría en sus ojos. Aemma les brindó una sonrisa de optimismo para después caminar hasta donde su abuelo y la Mano se encontraban mirando todo. Al llegar caminó hasta el Rey dándole un beso en su mejilla cómo saludó.
──¿Cómo amaneciste, querida?──. preguntó Viserys desviando su atención del campo para mirar a su nieta──. Tú madre me contó sobre las pesadillas ¿dormiste mejor?
──Los maestres me dieron un té esta mañana para el insomnio, abuelo. Espero poder dormir mejor esta noche aunque los quejidos de mi pequeño hermano no fueron la mejor compañía que pude tener──. Viserys sonrió soltando una risa ante el comentario.
──El pequeño Joffrey es toda una tormenta ¿eh?──. se burló el hombre de cabellos blancos desviando su mirada al campo──. ¿Que te parece el entrenamiento, dragoncita?
──Meh, he visto mejores aves pelear un trozo de carne──. se burló Aemma haciendo al Rey soltar una carcajada──. ¿Cuando podré participar en un entrenamiento, abuelo?
Viserys compartió una mirada con la Mano y después le dio una de esas miradas que Aemma tanto odiaba. De subestimación, una típica lástima que le mostraban a cualquier mujer que rodeaba el castillo.
──Sabes que si pudiera yo mismo te enseñaría una de mis viejas tácticas──. Aemma negó con diversión──. Pero entre nosotros, apuesto a que sostienes mejor una espada que Aegon.
Aemma soltó una risa tapándose la boca antes de llamar la atención. Viserys sonrió con satisfacción devolviendo su atención al campo de entrenamiento donde Ser Criston y Ser Harwin parecían tener una discusión pasiva agresiva respecto a los jóvenes príncipes.
──Jacaerys, pelearás contra Aegon──. anunció Ser Criston tomando del pecho de armadura al castaño de manera violenta llevándolo al centro mientras Aegon soltaba risas burlonas──. Hijo mayor contra hijo mayor.
Aemma no pudo evitar enojarse ante la actitud del guardia. Ser Criston parecía no poder ocultar el desagrado que le tenía a sus hermanos, y aunque Aemma sabía la razón tan débil y estúpida ante el comportamiento del hombre, le seguía pareciendo poco profesional e inmoral el trato hacia sus hermanos. Le agradó ver el desagrado en la cara de su abuelo y a lo lejos de Ser Harwin. Jacaerys buscó ayuda en Ser Harwin con una mirada rápida, Aemma podía notar el nerviosismo de su pequeño hermano ante la pelea.
──No es una pelea justa──. comentó Ser Harwin rondeando por la esquina lateral del lugar pero manteniendo su mirada en Jace.
──Se que nunca se ha visto en una verdadera pelea en el campo de batalla pero una pelea justa es lo que menos se espera──. respondió Ser Criston con un tono monótono. Ser Harwin no ocultó su descontento pero se quedó callado──. Espadas arriba. Peleen.
Aegon remató sin ninguna restricción contra Jacaerys pegando una, dos y tres veces con furia intensificada hasta que logró desequilibrar al menor tumbándolo al suelo con sólo una mano. El príncipe de melena larga se dio la media vuelta burlándose de Jace pero levantó su espada cuando escuchó que el castaño venía detrás de él con el doble de furia anterior. Aemma sonrió al ver a su hermano hacer buen uso de la espada, atacando a Aegon sin ninguna piedad justo cómo él lo había hecho. Aegon al no poder responder el ataque del menor lanzó uno de los prototipos de vieja lana hacia Jace arruinando la pelea.
Ser Harwin caminó a la pelea separando a Aegon del castaño con su brazo.
──Eso no fue limpio──. acusó el hombre al príncipe tomando a Jace de la armadura haciéndolo retroceder y después tocando su mentón dándole consejos en lo bajo.
Aemma frunció el ceño, cada vez estaba más segura de que Ser Harwin era su padre, los comportamientos y cercanía que el hombre tenía con sus hermanos, con ella y con su madre parecía gritarlo a los cuatro vientos. Y no le molestaba, a Aemma no le interesaba ser una bastarda con tal de tener un padre cómo Ser Harwin. Un hombre honorable, respetado, amable y atento que sabía muy bien daría la vida por ella, por sus hermanos y por su madre. Eso era algo que ellos necesitaban, y mejor aún, un hombre cómo él era lo que su madre siempre se mereció.
──¡Tú!──. gritó Aegon dejando a un lado a Ser Cole para avanzar hasta Jace para atacarlo con su espada. Ser Cole gritaba instrucciones hacía el príncipe haciendo de su ataque uno más personal hasta que Aegon pateó a Jace haciéndolo caer al suelo abruptamente siguiendo su ataque sin alguna piedad.
Aemma sintió la necesidad de bajarse del balcón, tomar una de las espadas y metérsela a Aegon por donde más le cupiera, no sin antes rematar esa misma espada en su cabeza una y otra vez sin cansancio alguno. Por los dioses, toda esa furia dentro de ella tenía que salir de alguna u otra forma sino podría explotar en algún minuto.
──¡No me hagas bajar y tomar una de esas espadas yo misma, Aegon!──. gritó Aemma desde el balcón dejando salir sin vergüenza la rabia que Aegon le provocaba con tan solo mirarlo. Viserys tomó la muñeca de Aemma tratando de contenerla──. No es justo, abuelo.
Viserys asintió devolviendo su mirada al campo de entrenamiento. Ser Harwin intervino en el ataque del príncipe hacía Jace tomándolo de los brazos haciéndolo retroceder. Aegon comenzó a gritar quejándose del impedimento del hombre pero aún así Ser Harwin lo alejó de Jace.
──¡Aegon!──. regañó Viserys desde donde se encontraba ante la actitud tan caprichosa de su hijo pero sin preocuparse mucho por él.
──Olvidas que es el príncipe, Ser Harwin──. habló Ser Cole.
──¿Esto es lo que enseñas, Cole?──. comenzó a hablar Ser Harwin agachándose levantando cada una de las espadas de madera──. ¿Crueldad contra el oponente más débil?
──Tu interés por el entrenamiento del príncipe es bastante inusual, comandante. Cualquiera tendría ese tipo de interés por primo, un hermano... o por un hijo──. respondió Ser Cole detrás del hombre. Ser Harwin se levantó, su mirada fija en el suelo.
El corazón de Aemma comenzó a palpitar con rapidez dentro de su pecho y una sensación amarga se instaló en su boca, después de eso Harwin explotó contra Ser Cole dándole golpe tras golpe hasta tirarlo al suelo. Aemma llevó su mirada a su abuelo quien solo miraba con confusión la pelea hasta que tres guardias quitaron a Ser Harwin de encima del otro hombre haciéndolo retroceder forcejeando.
──¡Dilo otra vez! ¡Dilo!──. gritaba Ser Harwin siendo contenido por los guardias. Ser Criston soltó una risa burlona escupiendo sangre en el suelo. Aemma tragó en seco.
Todo lo que había pasado en tan solo minutos le habían hecho firmeza a su corazonada. Ser Harwin era su padre y la verdad había estado delante de sus ojos por mucho tiempo. Pero aún no sabía si esa confirmación sería algo bueno o malo.
𓆸𓆸𓆸
Esa misma tarde Aemma y Helaena se encontraban en el jardín del castillo practicando las enseñanzas del día con sus bordados, la mirada de la castaña vagaba por todo el castillo y sus manos permanecían quietas a comparación de su tía; quién ya llevaba tres bordados mientras que ella sólo pudo terminar la mitad de uno. La platinada alzó su mirada observando a su compañera de bordado perdida en sus pensamientos en lugar de seguir las instrucciones que le dio minutos atrás.
──Aemma──. llamó Helaena logrando que Aemma girará su cabeza para verla──. Una forma de apaciguar los nervios es bordar ¿lo sabias? Es efectiva, deberías seguir con tu bordado para alejar los pensamientos que te distraen.
──Ya suenas como un maestre──. se burló la castaña tratando de mantener su atención en el bordado de flores sobre su regazo pero le era imposible──. ¿Ya te enteraste?
Helaena no la miró pero solamente asintió con su cabeza, toda su atención estaba en su bordado y sus manos tejiendo.
──¿Sobre Ser Harwin?──. Aemma asintió mirando a los sirvientes detrás de ellas con suspicacia. Todos se le quedaban viendo desde lo ocurrido y comenzaba a molestarla──. Los sirvientes y las damas no han parado de hablar de eso, me es imposible no saberlo.
──Ahora todo el mundo lo sabe. Es decir, todos lo sospechaban pero ahora es más una confirmación──. Helaena le acarició el hombro con pesar brindándole una sonrisa de apoyo. Aemma no se sentía mal al contrario, estaba feliz de saber al fin la verdad pero necesitaba escucharla de su madre.
La castaña miró por encima de su hombro divisando la figura de su madre caminar a pasó veloz a través del corredor del jardín. Aemma se levantó de repente comenzando a caminar hasta alcanzar a su madre por uno de los pasillos del palacio.
──Madre ¿puedo cargar a Joffrey?──. fue lo primero que Aemma dijo haciendo que Rhaenyra depositará su atención en la pequeña a su costado──. ¿Estás bien, madre? Luces angustiada.
──Estoy bien, cariño. No te preocupes──. Rhaenyra sonrió levemente pasando su mano por el hombro de su hija la cuál frunció el ceño──. ¿Sabes donde están tus hermanos?
Aemma negó sin dejar de caminar junto a su madre hasta que ambas llegaron a la habitación de Rhaenyra donde el pequeño Joffrey las esperaba. La princesa de cabellos platinados tomó al pequeño entre sus manos sonriéndole al instante, Aemma se acercó tomándole con cuidado su mano.
──Madre ¿puedo hacerte una pregunta?──. preguntó Aemma con temor a la respuesta de su madre. Rhaenyra asintió mirándola con curiosidad──. ¿Son los rumores verdad?
──Cariño, ya hemos hablado sobre eso demasiadas veces...
──Madre, la sombra de esa duda crece cada vez más sobre mi y solamente quiero saber la verdad. No es que me sienta insatisfecha con Laenor cómo mi padre, al contrario, lo quiero mucho. Pero siempre he sentido una inconformidad...──. Aemma se separó del bebé mirando a través de la ventana──. Solamente quiero saber la verdad.
Rhaenyra soltó un suspiro de cansancio llevando su atención a la puerta en cuanto Jace y Luke entraron corriendo mientras jugaban entre ellos. Ambos castaños saludaron a su madre y hermanos alejándose hasta la pequeña sala decorativa de la habitación, al cabo de unos minutos Ser Harwin se adentró al lugar caminando hasta ellos para darles la terrible noticia. Al parecer luego de deshonrarse en el campo de entrenamiento había sido excluido de la guardia del reino, y ahora tendría que irse directo a Harrenhal para asumir su papel de heredero.
Aemma se mantenía en su lugar a un costado de su madre manteniendo las lágrimas que picaban en sus ojos retenidas, ambas manos de la princesa estaban cerradas en puños con furia, sus ojos cristalizados mirando a Ser Harwin hincado frente a su pequeño hermano Luke despidiéndose.
──Pórtense bien con su madre, vendré cuando pueda──. hablaba el hombre hincado frente al pequeño príncipe quien lo miraba desconfiado de sus palabras. El hombre se levantó acariciando el cabello de Luke mirando a Jace negando detrás de ellos.
──Jace──. llamó Rhaenyra ante el comportamiento del castaño. Aemma se mantenía en silencio observando a su hermano.
──Volveré pronto. Lo prometo──. Ser Harwin volvió a hablar acercándose a Jace acariciando su cabeza con cariño y después caminó hasta Rhaenyra observando al pequeño bebé en sus brazos──. Cuándo vuelva, no me reconocerá.
Rhaenyra se mantenía en silencio observando con pesar la despedida del hombre que le brindó tanta lealtad durante diez años. Sus ojos cristalizados anunciaban una despedida amarga la cuál ninguno de los dos quería dar. Los ojos oscuros del hombre cayeron sobre Aemma esperando que la princesa dijera algo pero la adolescente le negó la mirada haciendo que una lágrima bajara por su mejilla en el movimiento brusco. Rhaenyra y Ser Harwin compartieron una última mirada de pesar.
──Princesa──. dijo por último Ser Harwin antes de agacharse dándole un beso en la frente al pequeño bebé. El hombre le dio un último vistazo a Aemma antes de salir del lugar.
Jace salió corriendo detrás de él pero el hombre ya había desaparecido por el largo pasillo fuera de la habitación. Rhaenyra siguió al castaño observando el camino por donde Ser Harwin se había ido.
──Siempre podremos mandarle cartas en cuervos──. alentó Rhaenyra tratando de tomar el hombro de su hijo pero Jace se movió mirándola──. Será divertido.
Aemma se acercó a ambos en silencio mirando el pasillo con tristeza.
──¿Harwin Strong es nuestro padre?──. la pregunta del pequeño Jace tomó desprevenidas a ambas princesas haciendo que Aemma compartiera una mirada con su madre──. ¿Somos unos bastardo?
Rhaenyra tomó la mano de Aemma acercándola hasta Jace para hablar entre ellos.
──Son unos Targaryen, eso es lo todo lo que importa.
Aemma compartió una mirada de complicidad con su hermano. La castaña no podía quedarse sin despedirse, Ser Harwin antes de ser su padre había sido un gran amigo para ella desde su niñez, no podía dejarlo ir sin despedirse. La castaña salió corriendo por el pasillo bajando las escaleras del palacio pobremente alumbrado hasta llegar al jardín en donde divisó a Ser Harwin preparándose para partir. El atardecer ya estaba cerniéndose sobre los cielos de Poniente anunciando su ida.
──Princesa-──. habló Ser Hrwin al notar a la princesa acercándose a él pero antes de que pudiera decir algo más Aemma se abalanzó sobre él rodeándolo en un fuerte abrazo, sin importarle que varios sirvientes estaban viéndolos desde lo lejos.
──Te voy a extrañar mucho...──. Aemma habló con su cabeza sobre el pecho del hombre separándose para añadir entre ellos como un secreto──. padre.
Ser Harwin abrió sus ojos en sorpresa pero no lo negó. El hombre le sonrió con pesar dándole un beso en su cabeza con sabor a despedida para después avanzar hasta su caballo. Aemma se quedó detrás de ellos observándolos dejar el palacio hasta perderse en las afueras de este.
NOTA: NOOO SER HARWIN TE VOY A EXTRAÑAR PARA SIEMPRE no saben lo mucho que amo a ese hombre y si yo lo amo imagínense el amor de Aemma por su padre 😭 peor aún el sufrimiento que tendrá en el siguiente capítulo cuando se enteré de su muerte pero tranquiles que eso solo despertara al dragón que lleva dentro y ya verán porque le dirán "la amenazante" en los siguientes capítulos.
¿Que piensan de ese "sentimiento" que Sibley tiene hacia Aemma? ¿Será a lo Alicent con Rhaenyra o peor? 👀👀
+50 votos y +20 comentarios para el siguiente capítulo. Espero y disfruten la lectura.
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