my one and only
—¿Está vivo?
Esa es la pregunta que despierta Xukun, que se dedica a lanzar un gruñido y a incorporarse de mejor forma en el sofá aunque tiene cero ganas de ello, pero las absurdas preocupaciones de sus amigos no lo dejarán seguir durmiendo.
Analiza su alrededor. Los ojos saltones de Zhangjin le ven fijamente lo cual lo abruma enseguida y aparta la mirada hacia una esquina de la habitación, en donde están Wenjun y su noviecito hablando entre ellos y echándole miradas así que rápidamente mueve sus ojos a la otra esquina de la habitación, en donde está Yanjun comiendo un sándwich mientras ve a su novio que a su vez lo ve a él. De alguna manera muy incómoda es el centro de atención y no quiere eso.
Mira a sus manos tratando de escapar de la mirada de todos y nota que en una lleva un lata de cerveza que ya está caliente y en la otra restos de guacamole en los dedos.
Típico, todo eso es su típico domingo desde hace meses. Despertar en el garage de Ziyi con una resaca de los mil demonios y que todos estén preocupados por él de una forma que él cataloga como "estúpida".
—¡Está vivo! —exclama Ziyi, justo detrás de él y dándole una innecesaria palmada en la cabeza—, tienes que dejar de beber como si te estuvieras tratando de ahogar con cerveza, ya van tres veces este mes que nos asustas.
—Ya, pero tú igual le compras más bebida —le dice Zhangjing viéndolo molesto y Xukun solo cierra sus ojos y se deja caer en el sofá otra vez.
—Dejen de pelear, déjenme en paz y en silencio y háganme un sándwich como el de Yanjun —se queja Xukun y se cubre la cabeza con un cojin—, y cierren la ventana que son las 7 am.
Xukun odia el aura que percibe los domingos por la mañana, esa de todos queriéndole cuidar, le incómoda y le hace escarbar en sus propios sentimientos.
No necesita lidiar con ellos en ese momento.
No entiende por qué no puede pasar una noche de distracción sin que todos piensen que es "demasiado", pero ¿qué sabrán ellos de lo que necesita para llenar su corazón? exacto, nada, no saben nada.
—¿Haces esto porque extrañas a Zhengtin? —pregunta inocentemente Quanzhe porque es un niño que no tiene filtro.
Un vuelco de amargura se forma en la boca de su estómago y solo se da la vuelta en el sofá como si quisiera dormir para que, si cuenta con suerte, el adolescente deje de intentar que exponga sus sentimientos.
—Tiren al niño por la ventana, por favor —dice.
Cómo si yo no me preguntara por qué terminamos.
(...)
Los trazos de lápiz bajan y suben a altas velocidades y de una forma perfectamente milimetrada, el desplazamiento de las escuadras no afecta nada y la iluminación natural que hace a las diez de la mañana es perfecta para darle descanso a sus ojos de la luz artificial de las lámparas de la mesa de dibujo de Minghao.
Todo está en orden en ese momento, los planos van bien, se detiene a verlos cada cinco minutos tomando distancia y sube sus gafas cada dos porque se le resbalan por el puente de la nariz. Todo va normal y perfecto.
—Está quedando fabuloso —murmura Zhengting para si mismo—, seré el mejor de la clase.
—Por supuesto que sí, si estudiaras arquitectura pero eres estudiante de filosofía —dice Minghao asomándose por detrás de su mayor—, no hacia falta que hicieras todo el trabajo por mí.
—Quiero que tengas la mejor de todas las notas y además ya has estado suficientemente estresado estudiando para los exámenes como para hacer este trabajo –se excusa Zhengting—, solo miralo —le dice y señala el plano—, está perfec... Mierda.
Minghao levanta una ceja extrañado ya que el mayor no es una persona que maldiga a menudo.
—Lo arruiné como todo —dice Zhengting señalando una pequeña inclinación en la línea de una pared.
—No es para tanto —dice Minghao y le coloca una mano en el hombro al mayor, más por consolarlo por su declaración anterior, que en el fondo sabe que va mucho más allá de ese trabajo—, me tomará unos pocos minutos arreglar eso, tú ya déjalo y come el desayuno que te hizo mi mamá, está algo preocupada por ti.
Zhengting sigue viendo el error que cometió en los planos, sin ser capaz de voltear se a ver a Minghao. Es que de nada sirve si no le entiende, él mismo no se entiende, pensó que estaría todo bien pero cada pequeña cosa que no sale como quiere le hace recordar que su relación con Xukun acabó. No salió como quería.
—No quise comer porque temía ensuciar los planos.
—Ya, Zhengting, en serio, no es normal haber perdido cinco kilos por una ruptura —recrimina el menor y Zhengting lo encara sonriendo, porque está bien, tiene que estarlo—, y no seas tan duro contigo, no haces las cosas mal, no puedes tachar todo de máximas decepciones sin siquiera intentar verle el lado más positivo y solo echarte la culpa y no hacer más nada.
Zhengting respira, no borra la sonrisa de su cara y decide tomar una de las tostadas, ahora frías, que la madre de Minghao le dejó.
La verdad es que no tiene hambre y sólo tiene la necesidad de hacer cosas a la perfección que lo distraigan del desastre en que se ha convertido, eso sí lo llenaría.
Hablar no es una necesidad que tenga y preocupar a la gente tampoco le gusta así que decide que es hora de irse a su piso, desearle buena suerte a Minghao con los exámenes y rodear toda la manzana para no cruzarse con la casa de Cai Xukun.
Le había prometido al menor una semana antes de terminar que la pintarían juntos para sorprender a su madre y no quiere saber si la pintó solo o no.
¿Cuántas promesas dejó sin cumplir? Se pregunta entonces saliendo de la casa de los Huang.
(...)
—No me gustan las promesas rotas —murmura Xukun mientras Ziyi le pasa una lata de fanta.
—Por lo visto no, pero te gusta venir a la playa de noche o eso parece.
La parte de atrás de la furgoneta de Ziyi es incómoda, la fanta que le ha dado sabe a que se ha quedado sin gas pero aún así la estrellas desde la playa parecen verse más de cerca y siente que a su vida le hace falta esa clase de belleza que transmite tranquilidad, lo que sucede es que algunas veces la tranquilidad atrae al melancolismo y no es lo que esperaba yendo a ver las estrellas a la playa. Pero bueno, supone que eso es lo que se gana por querer pintarse asi mismo un paisaje cliché de película.
—Lo extraño, Ziyi.
—Sopresa, has dicho algo que todos sabemos.
—De verdad lo extraño —repite sintiendo que es un error porque se ha contenido demasiado y no sabe si todos los sentimientos le va a brotar de golpe. Tiene miedo de eso porque duele no poder parar los recuerdos punzantes.
Ziyi se sienta más cerca de él hasta que sus hombros se tocan, no es bueno diciendo palabras de apoyo pero Xukun entiende que a veces lo que podría consolarte es exactamente lo mismo que te puso en la situación de necesitar consuelo. Le basta con que Ziyi esté porque últimamente se siente solo y se siente solo porque no está siendo él mismo.
Zhengting sacaba lo mejor de él. Lo malo de si mismo lo hace sentir como que siempre va a estar solo.
Él saca lo peor de sí mismo.
—A veces veníamos a acampar en la playa, ya sabes, le gustan esas cosas.
—Oh Dios, Zhengting siempre ha sido tan encantador y un calco de un personaje típico de Disney, por eso todos estábamos detrás de él en la secundaria, se veía de televisión, inalcanzable —comenta Ziyi y ríe de forma estruendosa, perturbando la calma de la playa.
Xukun ríe también, siguiéndole la corriente, pero sabe que Zhengting no es lo que él pensaba cuando estaba perdidamente loco por él en preparatoria. Es real, imperfecto y por eso perfecto para darle todo su amor.
Zhengting no sabía esperar, se ponía muy ansioso, le costaba dejar de estar molesto cuando lo estaba y cambiaba las películas cuando ya iban por la mitad. A veces le costaba hablar de lo que sentía y prefería ignorarlo dos segundos después de haber dado indicios de ello y también roncaba, aunque lo hacía como gatito con el estómago lleno.
Pero todas esas cosas hacían que a Xukun le gustara más, porque era conocer más de él. Había algo fascinante en conocer cualquier cosa o detalle que no sabía de su novio.
Le gustaba vivir descubriendolo y redescubriendolo aunque a veces le tomara mucho hacer que Zhengting hablara.
Sea lo que sea, lo ama de aquí a la luna, entre más es él más apego siente, más real siente lo de ellos.
—Lo amo mucho.
Ziyi le da una mirada cargada de palabras que seguramente no sabe expresar, hay un poco de sorpresa, de tristeza y de dolor incluso.
—Lo sabemos, han pasado cinco meses pero lo sabemos, Xukun —es todo lo que dice.
—Ni siquiera intenté superarlo, no quiero, yo lo amo, él me ama... me amaba... No sé.
Un silencio abrumador cae entre ellos y lo único que lo perturba es el ligero ruido que hace el encendedor de Ziyi mientras intenta que el viento no siga apagando la llama.
El corazón de Xukun se siente así, como si estuviera siendo apagado de forma intermitente aunque intenta mantenerlo encendido, después de todo a Zhengting le gustaba más así.
—Entonces olvida toda la mierda y solo vuelvan –dice Ziyi y Xukun tiene que tomar una respiración profunda para mantenerse medianamente bien—, digo... bueno, es que si se aman solo olvidenlo todo y siganse amando porque esa mierda ya no pasa muy a menudo, que te amen de regreso y esas tonterías.
Y a pesar de que Ziyi se expresa de muy mala forma, tal vez en el fondo tiene razón o por lo menos palabras a las que deberían aferrarse.
—Eres un idiota —le dice Xukun—, y no entiendes.
Y tal vez tengas razón de igual forma.
Y aunque eso no lo dice Ziyi como de costumbre sonríe como si pudiera leerle la mente.
(...)
—Al principio pensé que pasar un tiempo solo me sentaría bien, que todo era mucho para mí —dice Zhengting entre sollozos.
Yanjun intenta decir algo pero nada le sale. A Zhengting le gustaría que dijera algo certero pero seguramente solo dirá lo que dicen todos los buenos amigos, que no vale la pena llorar por alguien, que no vale la pena sentirse mal.
Solo él sabe si vale la pena sentirse mal por Xukun o no, y lo vale, porque se equivocó, el dolor no pasa porque no deja de estar enamorado de Xukun aunque lo intentó, intentó hasta que fueran amigos pero eso solo hizo que Xukun llorara.
Lo hizo llorar.
Xukun lloraba mucho de por si, aunque solo con él, demasiado a veces como si fuera a romperse los pulmones. Por eso dolió tanto hacerlo llorar.
—Desearía que todo hubiera seguido, pero bien —dice y deja caer su cabeza entre sus manos—, ¿Qué hicimos mal?
Minghao acaricia la parte de atrás de sus cabellos y suspira, Zhengting está inconsolable. Suele ponerse así a menudo.
—Tal vez sólo tenían que poner el amor sobre los problemas, es fácil cuando ambos se quieren —dice Quanzhe, teniendo como siempre palabras demasiado suaves pero que salen de la nada e igualmente impactan fuerte.
(...)
Aquella tarde triste de primavera el timbre del departamento de Zhengting suena repetidas veces y este se levanta con pereza del mueble, espera que sea el repartidor de Amazon con su copia del recién salido Animal Crossing o de lo contrario habrá hecho un viaje innecesario cuando se encontraba tan cómodo en su sofá viendo programas de comida que nunca va a intentar replicar.
Resulta que no es un repartidor, y un frío extraño que le recorre la columna vertebral lo deja sin palabras también.
Es Xukun.
Hace más de 4 meses que no lo tiene tan cerca. Es su Xukun.
Xukun, Xukun, Xukun. Realmente parado frente a él con la cara más triste de la historia y flores. Unas flores hechas de origami. Porque recuerda exactamente que no le gusta que le regalen flores y verlas morir. Pero le gustan mucho las flores y Xukun las hizo de origami para él cuando cumplieron dos meses saliendo, dos años y ahora.
Quiere cerrarle la puerta en la cara y echarse a llorar porque lo extraña y no sabe qué está pasando y no sabe qué va a pasar si se deja caer en sus brazos otra vez.
¿Lo seguiré extrañando?
—¿Por qué rompimos si nos queremos? —pregunta Xukun y su voz suena como cristales rotos. Y todo suena ensordecedoramente como cristales rotos.
Y Zhengting tiene mil cosas que decir pero su cerebro no funciona bien y su corazón hace una fotosíntesis que parece que quiere terminar en llamas o en desintegración porque parece estar entrando en metamorfosis con tanto que tiene que sentir en esos segundos. Al fin su boca solo puede soltar dos palabras que no tiene tiempo de pensar.
—Quiero abrazarte —dice y deja caer su cuerpo poco a poco hacia Xukun quien lo envuelve como si lo hubiera hecha hace nada. Con costumbre bella.
Los abrazos se sienten igual. Xukun es Xukun.
—¿Por qué rompimos? —le pregunta suave al oído Zhengtin embriagandose de buenos recuerdos que se despiertan por ese abrazo —, ¿Por qué rompimos?
—¿Por qué no volvemos?
Zhengting se separa al instante y Xukun ve en sus ojos un profundo dolor y teme haber cometido un error, otro de tantos, otro que seguro que no le hacia falta a Zhengting. Y no puede ver como sus palabras lo lastiman una vez más. Arde en su pecho.
—Peleabamos... mucho... y llorabas y estábamos tristes, no podíamos olvidar peleas, palabras... Nos hacíamos llorar y nos molestabamos y era mucho, era mucho.
El dolor de cabeza atraviesa a Zhengting y lo hace dividirse entre un inmenso malestar y una inmensa tristeza esperanzada.
—Quiero abrazarte otra vez —atina a decir entre la confusión y está vez es Xukun quien lo abraza y lo hace con más fuerza, incluso las flores resbalan de sus manos.
—Lo siento, yo las recojo, son para ti, lo siento, lo siento, lo siento por todo —dice agachandose torpemente y tratando de juntar el pequeño ramo otra vez —, ¿por qué no volvemos, Zhengting? —pregunta sin levantarse, algunos pliegues de las flores se han aplastado e intenta arreglarlos al mismo tiempo que se esconde de los ojos de Zhengting.
Quiere hacer algo bien, eso bien.
—Tú y yo estamos enamorados, tú me amas y yo te amo —la voz del menor flaquea y Zhengting ve como sus manos tiemblan—, solo debemos recordar como prioridad que nos amamos, pensar en ello y ver que el tamaño de nuestro amor es más grande que cualquier problema... sólo hay que amarnos pase lo que pase... yo... No sé si entiendes pero te amo, ámame, nos amamos, eso... a eso me refiero.
Zhengting se agacha y comienza a ayudar a Xukun con las flores porque no deja de temblar y ahora muerde sus labios con fuerza.
—Volvamos —dice Zhengting mirando fijamente las flores y los pliegues bien hechos.
Xukun es muy detallista, es muy él, es muy lo que adora. Es origami doblado a la perfección que él sabe como desdoblar para leer sus secretos. Es cálido.
Decide tomar el ramo de flores ya compuesto y conecta sus ojos con los de Xukun. Siente que puede leer sus emociones y se emociona por eso.
También tiene ganas de besarlo. Siendo este el impulso que más le salta en las venas. Y resulta imposible no ceder ante sus impulsos.
Es instintivo. La forma en que sus bocas se encuentran está grabada en sus reacciones instantáneas, como el tacto de los dedos de Xukun en la nuca de Zhengting y sus manos amoldadas a sus hombros.
Donde hay amor siempre hay un rompecabezas resuelto y una imagen completa que cautiva.
—¿Volvimos? —pregunta Xukun, separándose de Zhengting unos segundos.
—Me trajiste flores que no se marchitan —responde—, me trajiste un amor que no puede acabar, Xukun.
Si todavía se aman, tienen que darse mutuamente ese amor porque el amor es primavera eterna y en primavera no muere el amor y con papiroflexia siempre puedes transformar todo en algo mejor.
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