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Capítulo 4: Mininos de la mala suerte.

El cuarteto agradeció con toda el alma de que Lars antes de entrar a la universidad haya pasado a comprar un cocabí -su mochila entera estaba tapada en comida y en sus manos llevaba otra bolsa más con comida-. Correr, ir de aquí para allá, refugiarse y buscar alguna solución o al menos tratar de localizar a sus compañeros de clase, les hacía tener hambre. No llevaban más de dos horas encerrados y ya creían que caerían pronto en la locura. Cada minuto que trascurría se les hacía eterno.

Ahora se encontraban encerrados en un laboratorio de química, merendando para tratar de calmar la ansiedad.

- Menudo día, ¿no? Mejor me quedaba en la casa jugando play -comenzó la conversación Lars, todos le quedaron mirando en plan "¿me estás jodiendo?".

- Bueno, si se hubiera sabido que un asesino serial se iba a meter a este campus de la universidad nadie hubiera venido -contestó con obviedad Kirk.

- ¿Y los emos que se quieren suicidar, eh?

- Se hubieran quedado en casa cortándose las venas -respondió James y los demás rieron.

- ¿Qué cuento de terror creen que se haga realidad ahora? -prosiguió Lars con las preguntas, a su vez que comía con la boca llena.

- ¿Y tú te crees eso de que las historias que contamos el otro día se hacen reales porque sí?

- Podría ser casualidad... -Ulrich encogió los hombros.

- Yo no creo que sea sólo casualidad -opinó Hammett-. Debe haber algo aquí detrás.

- Quizás estemos soñando -sugirió Cliff, el moreno negó.

- No creo, insisto, debe haber alguna explicación. No puede ser un sueño porque recuerdo muy bien haber despertado esta mañana y pude verme en el espejo, en los sueños tú no puedes ver tu reflejo, por más que lo intentes, es imposible.

- Anda ya, colegas, que el negro se nos puso filosófico -molestó Hetfield y volvieron a reír-. Yo creo que... podría ser casualidad, sí, ¿por qué no? O... un sueño, no lo sé. Sea lo que sea, hay que sobrevivir de cualquier otra forma.

- En todo caso... -el de cabello rizado hizo una mueca, y los otros dos asintieron ante las palabras del rubio.

Se quedaron en un silencio incómodo, cada uno reflexionando en cuánto el tema, entretanto finalizaban de merendar. Comenzaron a oír un par de sonidos subterráneos que perturbaban su tranquilidad, hasta que, en menos de un minuto, percibieron con el corazón a punto de explotar un enorme remezón.

Estaban frente a una actividad sísmica de gran intensidad. Sus pulsos cardíacos aumentaron bastante y la adrenalina volvió a estar a tope.

- ¡Tenemos que salir de aquí! -gritó Kirk en pánico, al ver cómo los frascos de vidrio con compuestos químicos que estaban puestos en una repisa empezaban a chocar entre sí, en cualquier momento podrían romperse, causar una reacción química desfavorable y...- ¡Ahora!

Cogieron sus mochilas, se las colocaron e introdujeron con nerviosismo la llave dentro del picaporte, y salieron corriendo del laboratorio, podría ocasionarse un incendio o algo peor si las sustancias químicas se mezclaban entre sí. Por ello, fueron hacia las escaleras, en donde pillaron un rastro nuevo de sangre fresca, sus estómagos se revolvieron con ímpetu puesto que estaban seguros de algo: el asesino andaba cerca.

Finalmente hallaron a una chica de su clase agonizando en el peldaño de la escalera del primer piso, tenía varias apuñaladas en su torso entero. El terremoto cesó cuando se acercaron a ella.

- Joder, ¿estás bien? -era una pregunta muy estúpida que realizó Cliff, aún así, no perdía nada con hacerlo- ¿Quién te hizo eso?

- ¡N-no sé! -murmuró entre lágrimas la chica- ¡Huyan, huyan! Va a... ¡va a pillarlos, está por allá! -tosió varias veces, tosió sangre.

- Oh, no podemos dejarte aquí tirada, necesitas ayuda -comentó Lars.

- ¡N-no, no! Estaré bien, váyanse, váyanse...

El de baja estatura hizo una mueca, miró a sus amigos y resignados tuvieron que marcharse.

- ¡No vayan por ahí, suban, suban! -se las arregló por decir la pobre muchacha- ¡Que por allá se fue el asesino!

- Venimos de arriba, temíamos que ocurriera un incendio por culpa del terremoto que hubo -se explicó James-. ¿Creen que sea seguro subir de nuevo?

- Podemos quedarnos por mientras en el segundo piso -propuso Kirk-, si sentimos olor a quemado huimos como podemos para acá de nuevo.

- Buen punto -los demás aceptaron también.

Lo malo, es que como comenzaron a subir, los remezones regresaron, todo se estaba sacudiendo, los casilleros estaban tirados en el suelo, tuvieron que mantenerse aferrados a la baranda de la escalera del segundo piso para evitar caerse y resultar heridos por las cosas que iban cayéndose, una vez que la intensidad fue disminuyendo gradualmente, tomaron valor los cuatro para ir "escalando" entre los muebles y casilleros que estaban desparramados por los pasillos. A lo lejos divisaron a otro chaval de su clase, desangrándose y gritando para que cierto animal lo dejara un paz.

Observaron la presencia de un gran gato de pelaje negro y muy abundante, el cual estaba sangrando también y le faltaba un ojo. Éste maulló y el chaval chilló en horror:

- ¡Déjame, déjame!

- ¿Qué onda? ¿Qué pasó? -Hetfield se acercó al chaval, este otro le lanzó su propio celular para herir al animal, le dio en la cara.

Lo que causó otro sismo.

- ¡Oye, qué te pasa con ese gato! -bufó Hammett, quién era un gran amante de ese animal- ¿Por qué le haces daño?

- ¡Ese maldito anda junto al asesino, por culpa de él... ella... ella se auto apuñaló!

- ¿Qué? ¿Hablas de Sarah? ¿Cómo eso? -Sarah era la chica que estaba agonizando en las escaleras del primer piso.

- ¡Ese gato te conduce a la locura, mátenlo! ¡Ya!

De inmediato, el minino aceleró su paso para escapar de allí. De esa orden que dio el chico, sólo Lars y James le hicieron caso, Kirk se mantuvo pensativo, sin moverse de allí y Cliff fue caminando con mucha más calma, al percatarse de que el moreno no se movía, quiso llamarlo.

- Eh, hombre, te quedaste pegado -movió una mano frente a sus ojos para que reaccionara.

- ¡Joder, no le hagan daño! -reprochó tras haber meditado bien la situación.

- ¿Por qué?

- ¡Yo conté esa historia! ¡Si le haces daño, las cosas empeoran!

- Entonces, vamos a detener a los chicos.

Tenían comprobado que hacerle daño al felino significaba más actividad sísmica, por eso mismo, Kirk sintió más pánico cuando el piso empezaba a temblar de nuevo.

- ¡Déjenlo! -gritó cuando alcanzó a sus dos amigos- ¡O sino va a empeorar todo!

James soltó el cuchillo que cargaba en sus manos y Lars alzó los brazos como diciendo: "¡Yo no hice nada!". El moreno cogió el animal entre sus brazos, de inmediato, éste se puso agresivo e intentaba rasguñarle.

- Lars, dame tu almuerzo -ordenó mientras trataba de tranquilizar al gato.

- Oye, no te va a gustar, es carne con... -decía el de baja estatura mientras abría su mochila y sacaba un termo con comida.

- Que no es para mi, imbécil, es para...

- ¡No le daré MI comida a esa bola de pelos que anda causando terremotos!

- ¡Si no se la das se va a cagar de hambre, se va a cabrear y van a haber más problemas!

- Dany dijo que podías caer en la locura con...

- No lo oigas, Cliff, sé lo suficiente de gatos y de Edgar Allan Poe para saber qué hacer en esta situación.

- ¿Seguro?

- Seguro.

Un poco picado, Lars le entregó su termo que más que tener un almuerzo en sí, era pura carne. Kirk se puso de cuclillas en el suelo, todavía cargando al minino, acercó el termo hacia éste para que sintiera el olor a carne fresca, rápidamente éste empezó a devorar el pedazo grande de bistec. Kirk acariciaba con sumo cuidado el lomo del animal doméstico, los demás se quedaron impresionados: el animal iba cambiando, sus heridas sanaban, el pelaje se tornaba más suave y ahora parecía un gatito muy bien cuidado, totalmente sano. Que ronroneaba muy contento.

Poco a poco iba opacándose hasta finalmente desaparecer. Kirk se puso de pie, teniendo dibujada en su rostro una gigantesca sonrisa.

- Tercer cuento de terror superado. ¿Y ahora?

- ¿Vamos a buscar a los de nuestra clase? -sugirió Burton.

Todos aceptaron.

Se sintieron muy mal, eclipsados, no pudieron hacer nada para que sus dos compañeros de clase sobrevivieran, cuando regresaron a verlos, ya estaban muertos. Subieron al último piso y allí hallaron más caminos de sangre, y en una de las paredes, estaba dibujado con ese mismo fluido un enorme gato, y cerca de esa pared, dos chicos más de su clase, con los ojos blancos y totalmente desangrados.

No había más que hacer con ellos, no ganaban nada con lamentarse, lo mejor era enfrentarse directamente a todo problema que se les avecinara.

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