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Louis recordaba dormir profundo, pero, cuando despertó tres horas después de haberlo hecho, sintió como si nunca hubiese sucedido.
Tuvo que comprobar los mensajes para notar que lo que sucedió la noche anterior fue cierto: Harry estaba vivo, sano y salvo en su casa de Doncaster. Se sentía aliviado, pero extrañado por la presión en su pecho. ¿Por qué aún notaba que se encontraba angustiado? Decidió no darle importancia, y se propuso a levantarse cuando la madre de Harry le envió un mensaje con la dirección de donde vivían.
Tomó un poco de dinero ahorrado que guardaba en su segundo cajón de ropa y lo guardó en una de sus mochilas. También tomó un cambio de ropa, por si necesitaba permanecer en un hotel. Preparó todo lo que estaba a su alcance antes de dirigirse fuera de su habitación. Sabía que todos estaban durmiendo, a excepción de su madre, la cual solía levantarse temprano para usar su teléfono un rato antes de que sus pequeños hijos comenzaran con el lío diario.
—¿Mamá? —Llegó a la cocina, apoyándose contra el marco de la puerta. Ésta alzó su mirada, apartando los anteojos de su rostro para verlo de arriba abajo—. Buen día.
—Buen día, cariño. Ah... ¿Por qué estás vestido? ¿Vas a salir con Zayn?
La mención de su -ahora ex mejor amigo hizo hervir su sangre de manera inmediata. Sus expresiones cambiaron mientras caminó hacia la silla, frente a la de su madre.
—Mamá, necesito decirte algo —La mujer toma una de las manos de su hijo al notarlo algo afligido. A pesar de sentirse pésimo, Louis se prometió a sí mismo no volver a soltar una lágrima por Zayn—. Si Zayn viene y pregunta por mí, o por Minho, dile que se vaya a la mierda.
—¡Louis!
—Lo siento —Se disculpó ante el regaño—. Pero es la verdad. No quiero tener nada que ver con él.
—Pero, ¿Qué sucedió? —La mujer lucía muy preocupada—. Es tu mejor amigo.
—Ya no lo es —Respondió con rapidez, negando con la cabeza. Su corazón latía con fuerza, dolido por soltar esas palabras—. Hizo algo que no puedo perdonarle. Te mantendré al tanto de eso, pero ahora necesito pedirte un favor.
—Ah, me dejas con la intriga, y encima quieres pedirme favores —Su madre lucía harta de aquella situación, pero Louis sabía que estaba sobreactuando—. ¿Qué necesitas, amor?
—Dinero —Las cejas de su progenitora se alzaron mientras lo veía fijo a los ojos, ladeando un poco su cabeza. Louis puso los ojos en blanco—. Te lo voy a devolver.
—No es eso. ¿No dormiste? ¿Min sigue dormido? —Tomó el rostro de su hijo con una de sus manos, apretando sus mejillas—. Y sí, claro que te doy dinero.
—Prestar —Corrigió como pudo debido a sus mejillas luciendo más regordetas por la presión de los dedos contrarios.
—No seas torpe. ¿Cuánto necesitas? —Soltó el rostro de su hijo, el cual arrugó un poco su nariz. Aguardó a que su madre regresara con su billetera mientras pensaba en cómo decirle la cantidad que necesitaba—. ¿Y? ¿Cuánto?
—... ¿Cómo para un viaje en tren de ida y vuelta hasta Doncaster? —Su madre tan solo continuó observándolo, en silencio, luego de hacer aquella pregunta—. Si no puedes, está bien.
—Sí, puedo —Murmuró con lentitud, sospechando mientras comenzaba a sacar el dinero de la pequeña billetera dorada, poniéndolo sobre la mesa—. ¿Vas a ver a...? No lo sé, ¿una novia a distancia o....?
Tragó saliva, intentando disminuir el nudo en su garganta. Éste siempre aparecía cuando debía de ocultar su orientación sexual.
—¿...o novio? —Alzó la mirada al oír aquella otra pregunta, con sus ojos abriéndose de más. Ésta se encogió de hombros mientras continuaba dejando dinero sobre la mesa—. Solo pregunto.
Era su oportunidad.
—... ¿Estaría bien si fuese un chico?
—Claro, ¿por qué no? —Se sentó frente a Louis, emocionada—. Entonces, ¿es un chico?
<< Ah, mierda. >> Conteniendo las lágrimas, asintió con duda, sin evitar sonreír un poco. No sabía si sentía felicidad o tristeza.
—¿Es por eso que no soportas a tu padre? ¿Te ha dicho cosas, cariño? —Louis bajó la mirada, sollozando en silencio, sintiéndose culpable mientras sentía los brazos de su madre envolverlo—. Tranquilo, tranquilo...
—Lo siento.
—No tienes por qué disculparte. No tú, ¿está bien?
—No quiero que seas infeliz.
—¿Crees que mi estabilidad emocional depende de un hombre? —Melody puso sus ojos en blanco—. Por favor.
—Nunca creí eso.
—Entonces, ¿Cuál es tu preocupación?
—Sunny.
Su madre le acarició el rostro con dulzura—. Bueno, pero, deberías de comenzar a pensar un poco en ti mismo, ¿no crees? —La mujer se apartó—. Además, tu hermana está siendo criada por nosotros dos. Opinará lo mismo que nosotros dos.
—No lo sé...yo estoy bien con lo que sea que decidas.
—Gracias por decírmelo. Era tiempo, ¿no?
—¿Siempre lo supiste?
—Por supuesto. Niño, eres mi hijo. ¿Qué esperabas? —Arrastró el dinero de la mesa más cerca de Louis—. Solo necesito pedirte un par de favores.
El chico sonrió, asintiendo. Se sentía aún más eufórico.
—Lo que quieras.
—Necesito que me llames en el tren, y me expliques qué sucedió. Quiero que me avises cuando llegas, cuando te vas, y que, si algo sucede, no dudes en decírmelo.
Louis, una vez más, asintió con la cabeza. No se sentía capaz de hablar, por el momento. Aún no podía creer lo que estaba sucediendo, y el cómo su madre estaba asimilando la situación. Antes de siquiera considerar que aquella situación pudiese ocurrir, creó los peores escenarios en su cabeza, provocando que la actualidad pareciese un sueño.
Tragó saliva con fuerza, recomponiéndose.
—Lo haré, no te preocupes —Guardó el dinero en su chaqueta y se acercó a su madre, dejando un beso en su mejilla. Ésta le envolvió la cintura en un abrazo, permaneciendo sentada—. Gracias, mamá.
—No hay de qué. Eh, ¿me envías fotos cuando estés allí?
—¡Si, por supuesto! —Exclamó, apartándose y, sin dudarlo, corriendo hacia su habitación para tomar sus cosas.
Estaba listo para ver a Harry, más que nunca.
Llamó a Elizabeth, la madre de Harry, antes de subirse al tren, y ésta le comentó que, para la hora en la que Louis llegase, su hijo estaría en clases. Sin embargo, lo hizo sentir cómodo diciéndole que podría quedarse con ella, ya que sólo trabajaba por las noches, y llegaba a la madrugada. Quería charlar un poco antes de dar a conocer cómo se encontraba su hijo en la actualidad, y le parecía bien.
También le dijo que Harry ya sabía que estaría allí, y que estaba de acuerdo. Aquello provocó que su corazón diese un vuelco, y su estómago doliese de los nervios en cuanto tuvo la oportunidad de acomodarse sobre su asiento, en el tren.
El resto del viaje permaneció bebiendo café para mantenerse despierto, y hablando con su madre por mensajes, explicándole algunas cosas.
No todo, por supuesto.
Melody comentó que Zayn fue a buscarlo, y que, incluso sin saber con exactitud lo que ocurrió, le repitió lo que Louis pidió que dijese. El joven no comprendió la razón, indignado por las palabras de una mujer que siempre lo había tratado como si fuese su madre. "No sé qué le hiciste a mi hijo, pero intenta desaparecer de su vida lo más rápido que puedas." Por supuesto que no le diría a su madre. A pesar de sentir mucho enojo, y querer dejar a Zayn como la mayor mierda, era un asunto privado de Harry.
También habló con Minho, quien lo regañó al saber que apenas logró dormir, y por cómo fue vestido.
—No vengo con la intención de conquistarlo, idiota —Murmuró, con su teléfono a un lado de su rostro.
—Va, entiendo. Si así fuese, yo mismo te golpearía —Respondió su mejor amigo—. Pero, ¿no pensaste ni un poco en confesarle tus sentimientos?
Por supuesto que lo hizo, no mentiría.
—Sí, pero no lo haré —Confesó, observando por la ventana, a su lado, el bonito paisaje que avanzaba con rapidez ante la velocidad del tren—. No sé el estado en el que se encuentra. No quiero dañarlo.
—Pero, ¿Qué te ha dicho su madre? ¿No dijo que estaba bien?
—Sí, pero también dijo que Harry, si sentía que podría hablarlo, me contaría más cosas.
—Bueno, entonces depende de él, ¿verdad?
—Verdad.
¿Y si Harry estaba con alguien? ¿Y si tenía novio o novia?
En lo único que pudo pensar fue si estaba vivo o no, se sentía pésimo por aquel tipo de pensamiento, pero, debido al cosquilleo en su estómago, era casi inevitable. No era lo más importante, por supuesto, pero sentiría mucha vergüenza si confesaba sus sentimientos a Harry, y no era correspondido.
¿Qué si no quería verlo? En la carta lo dijo. ¿Se refería en aquel momento o en la actualidad? << No, no. Su madre dijo que estuvo de acuerdo >>
¿Qué si fue obligado?
—Lou, ¿estás escuchándome? —Minho lo alejó de sus pensamientos intrusivos.
—S-sí...
—¿Qué estás pensando?
—No, nada —Mintió—. En que ni siquiera estoy peinado.
—¡Hijo de tu puta madre! ¿Así vas a visitar al chico que te gusta? Me cago en ti —Una voz lejana se oyó en la otra línea. Louis supo que se trataba de su madre—. No, no, Melody. No lo dije de forma literal... ¡Era un insulto para Lou! ¡Se fue despeinado, haga algo! —Gritó con exageración.
Fue la primera vez en el día que Louis rio, olvidando sus nervios.
Media hora después de aquella conversación, verificó las notificaciones de su teléfono, y descubrió que tenía llamadas perdidas de Zayn. No dudó en bloquear su número de celular. Sabía que no podría haber nada peor que dejar de comunicarse con alguien sin que éste sepa el porqué, pero, a pesar de que le parecía algo horrible, Zayn se lo merecía.
Se merecía todo lo malo que pudiese llegar a sucederle.
De tan solo recordar que fue el mejor amigo de un abusador, su piel se erizaba y, por algún motivo, sentía culpa.
Ya era muy tarde para volver el tiempo atrás, estaba en el asiento de aquel tren, y su imagen de la persona que más amó cambio por completo.
No podía detener sus pensamientos, o aventarse por la ventana...
...incluso si sonaba como una buena idea.
¿Qué si se equivocó de casa?
La madre de Harry le envió la dirección y, por lo que Louis notó, estaba frente a la puerta correcta. Suspiró profundo, observando a su alrededor antes de regresar su mirada al aparato en su mano izquierda. Sí, la dirección estaba bien, tan sólo debería golpear la puerta, y enfrentar toda la situación.
<< Mierda, de seguro luzco horrible. ¡No he dormido nada! ¿Estoy peinado? >> Observó su reflejo en la pantalla apagada de su teléfono, y acomodó un poco su cabello castaño.
Se armó de valor por unos segundos antes de decidir golpear la puerta. Alzó su puño, golpeando con suavidad. Minho también le había recordado el ser suave con sus movimientos, aunque temía olvidarlo. Aguardó un momento, consciente de que nadie pudo haberlo oído, porque ni siquiera él mismo oyó sus propios golpes.
<< ¿Y si abre Harry? ¿Corro? >>
Recorrió la puerta frente a sí con la mirada, notando un pequeño botón a un lado de la puerta. ¡Un timbre! << Dios, que idiota >> Mordiendo su labio inferior, acomodó las correas de su mochila en sus hombros, notando el dolor en su espalda, y tocó el botón antes de comenzar a dudarlo, removiéndose nervioso en la entrada de aquella bonita casa.
Estaba cansado, quería comer y dormir. Se observó a sí mismo: traía unos jeans negros, los cuales llevaban unas cadenas plateadas colgando de costado, unas zapatillas blancas, una camiseta negra dentro del pantalón, y un suéter verde oscuro cubriendo ésta. Estaba bien, ¿no? No era lo suficiente formal, ni tan casual. ¿Tal vez aquello pasaría desapercibido el lucir tan demacrado?
La puerta se abrió sin previo aviso, y una hermosa mujer se hizo visible frente suyo. Era más baja de estatura, y tenía un gran parecido a su hijo. Ésta le sonrió con timidez.
—¿Louis? —El nombrado permaneció en silencio un momento antes de asentir—. Pasa, pasa. Hace frío —Se hizo hacia un lado, y el chico se adentró a la casa luego de murmurar un saludo.
Estaba tan nervioso que apenas podía mantenerse de pie.
Observó la casa: limpia, tranquila y con dos gatos rondando por un pasillo, jugando entre ellos. << Ah, en verdad se arriesga por los felinos. >> Aunque era algo peligroso, le parecía de lo más dulce, al igual que sus mascotas.
Se giró al oír la puerta cerrarse—. ¿Tuviste un buen viaje? Harry está en clases, no tarda en llegar —Louis permaneció estático ante la mención del chico que le gustaba. Era "H", y estaba vivo. Aún no lo terminaba de comprender—. Creo que... —La mujer ladeó un poco su cabeza—...tú y yo tenemos que hablar sobre esto, ¿verdad?
—Por supuesto, sí —Se sorprendió a sí mismo al haber hallado su propia voz.
—Está bien. Vamos a la cocina, te voy a preparar algo para que almuerces —Lo alentó a seguirla, y obedeció.
Se sentía como cuando era un niño, en un cumpleaños de una casa ajena, y seguía a la madre del cumpleañero por todo el sitio, lo suficiente tímido como para socializar con los demás.
La cocina era muy bonita, con tonalidades color café, y ordenada, también. Se sentó en una de las sillas que rodeaban la rectangular mesa transparente, y permaneció quieto en ella mientras la madre de Harry le preparaba un café y dos tostados de queso. Su estómago no dejaba de gruñir, era algo vergonzoso.
—Aquí tienes —La mujer puso las cosas frente a él, sumándole el azúcar, antes de tomar asiento al frente.
—Vaya. Muchas gracias, señora Styles.
—No hay de qué. Londres queda algo lejos, de seguro estás cansado.
Louis asintió mientras mezclaba el contenido de la taza con una pequeña cuchara—. Un poco —Susurró. Estaba, en verdad, muy cansado, pero podía soportarlo—. Pero necesitaba venir.
La mujer suspiró—. Sí, lo supe en la mañana por tu voz —El castaño la observó—. Te oías como si estuvieses llorando —Llevó su mirada hacia otra parte, avergonzado—. ¿Por qué querías saber de Harry...tan de repente? Y a esas horas de la madrugada, Louis.
El joven bebió un poco de café antes de hablar: —. Siempre quise saber qué sucedió con Harry —Comenzó—. Nosotros no éramos íntimos amigos, pero siempre quise...acercarme. Algo...alguien no me permitía hacerlo.
—Zayn Malik —La mujer se atrevió a mencionarlo.
—Sí —A Louis también le provocaba rechazo el nombre—. Luego, Harry desapareció, y yo temía preguntar por él. Fue hace unos días que pude lograrlo, porque...oí rumores sobre que estaba muerto. Zayn me los confirmó, y esa fue la última vez que lo vi.
—Ese maldito —La madre de Harry negó con la cabeza, fastidiada—. Le hizo la vida imposible, Louis. No te imaginas.
—Me imagino un poco —Comentó, asintiendo con lentitud—. Es por eso que necesitaba venir. Necesitaba comprobar que él...que está aquí, sano y salvo.
—Confié en ti cuando llamaste, supe que era honesto —Murmuró la mujer—. ¿Dejaste de hablar con Zayn?
—He bloqueado su número, y mi madre lo ha mandado al infierno de mi parte.
—Pero... ¿Te imaginas lo que le hizo o lo sabes?
No sabía si contarle sobre las cartas de Harry, no le parecía buena idea. Tal vez querría verlas, y se pondría muy mal. Además, como se repitió a sí mismo durante todo el viaje: era cosa suya.
—Me lo imagino —Se obligó a mentir—. Me enteré que Zayn fue un mentiroso compulsivo conmigo —Se encogió de hombros antes de dar una mordida a uno de sus tostados—. Pero ha llegado muy lejos en decirme que Harry estaba muerto. La he pasado muy mal, no puedo imaginar cómo debió pasarla él.
—Debiste sentirte pésimo, sí —La mujer asintió, hablando con suavidad, y mucho cariño—. Mira...yo no quiero defender a ese hijo de puta, pero mi hijo y yo nos hemos encargado de demostrar que estaba muerto para todos en esa ciudad —Comenzó. Louis tragó la comida, acomodándose en su asiento y prestando suma atención—. Puede que no lo haya sabido, y se dejó llevar por los rumores. Harry tuvo intentos de suicidio, y tuve la maravillosa idea de mudarnos en el tercero. Muy tarde, ¿no crees?
—Bueno...no es que mudarse sea algo muy fácil. Es entendible, requiere tiempo, y decisiones abruptas.
—Lo sé, cariño. Pero yo haría lo que sea por mi hijo, ¿sabes? No puedo ni pensar en que pudo haber... —Dejó de hablar, negando con la cabeza. Louis no se imaginaba todo lo que la mujer tuvo que pasar, incluso leyendo las cartas—...lo que más me duele es que Harry aún no se ha recuperado del todo.
—¿A qué se refiere, señora?
—Va a terapia, y el cambio le hizo bien —Explicó, asintiendo mientras entrelazaba los dedos de sus propias manos—. Pero aún le cuesta comer, o tiene días en donde necesita llorar con fuerza. Es por eso que me esforcé en conseguir un trabajo en la madrugada, cuando sé que él tomó su pastilla de dormir, y no despertará en toda la noche —Suspiró—. Hasta le obsequié dos gatos, a pesar de que es alérgico. Quiero darle todo lo que le haga bien...y es por ello que he permitido que vengas a vernos —Observó al chico frente a sí—. Sé que eres una buena persona, él me habló de ti.
El castaño sintió los latidos de su corazón descontrolados mientras soltaba el tostado, llevando sus manos entre sus piernas para evitar el temblor de éstas.
—Me hubiese... —Louis negó—...si tan solo lo hubiese sabido, le juro que hubiese permanecido con él.
—Lo sé, cariño —La mujer le acarició el cabello, viéndolo con ternura—. Lo sé. Si yo hubiese sabido, también hubiese hecho algo, pero, ¿sabes? No sirve de nada culparse. Lo importante es que fuimos conscientes, no lo dejamos pasar, y Harry sigue aquí, con nosotros.
Louis iba a hablar, pero el aire quedó en sus pulmones, callándose ante el sonido de la puerta principal, y un suave tarareo. Sintió que iba a morir en aquel instante, porque reconocía esa voz, y sabía que el único que entraría en aquella casa además de la mujer era...
La madre de Harry se puso de pie, girándose hacia la puerta de la cocina. Louis quería salir corriendo mientras oía como aquel chico, el chico que le gustaba, Harry, "H", saludaba a sus dos gatos, y les preguntaba si querían comida.
Entonces, se adentró a la cocina con uno de sus peludos gatos en brazos—. Mamá, ¿ya comieron su...? —Se detuvo.
Louis se puso de pie con brusquedad, sin evitar mantener su mirada fija en los ojos contrarios, quienes lo observaban con clara sorpresa, casi inexpresivos. Su cabello estaba negro, al igual que su vestimenta. Lucía más delgado, con una palidez sana.
Estaba hermoso, precioso.
Nada pasaba por la cabeza de ambos, porque, en aquel momento, tan solo se dedicaban a comprobar una sola cosa: Estaban de pie frente al otro, encontrándose como jamás lo habían imaginado.
Y, aunque una conversación parecía algo lejana, no podrían mirarse por siempre.
Debían de hacerlo.
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