CHAPTER 20 🤍
—No lo puedo creer. Esto es intolerable —vociferó la mujer al frente suyo—. ¡Miren sus caras, están destruidas!
Taehyung, avergonzado por la expresión desfigurada en angustia de su madre, agachó la cabeza. Taesun, en cambio, se cruzó de brazos, girando a ver a su padre, restándole importancia a la gravedad del momento.
—Ustedes no son cavernícolas, no pueden resolver las cosas con golpes —le respondió el hombre a la expresión de su hijo. Tampoco se veía a gusto con la imagen que los gemelos protagonizaban.
—¡Papá, él empezó!
El chillido le advirtió que este solo se vería afectado por lo que su padre podría opinar al respecto, ignorando con descaro los sentimientos de su madre y, como si no fuera obvio ya, los suyos propios.
Bufaría fastidiado de no ser por la herida en la comisura de su labio, que le limitaba cualquier movimiento que deseara.
—¿Qué acaso eso importa? ¡Taesun, tu cara y la de tu hermano están sucias de sangre y moretones!
—Lo siento, mamá, no quería perder el control.
Contrario al insensible que tenía a su lado, su corazón se estrujaba al ver cómo la habitual piel morena de su madre se había tornado en un pálido fantasmal; mientras sus ojos, ya de por sí cansados, se envolvían en destellos de preocupación y su bien cuidado cabello se iba transformando en una maraña de enredos cada vez que sus dedos lo atravesaban.
—Supongo que las peleas de hermanos son normales —su padre trató de apaciguar, como si con eso aliviara la tensión que ahogaba el ambiente.
—Cállate, Kim, ahora no —manoteó. La paciencia era escasa, y Taehyung sabía que lo último que la mujer haría era malgastarla en un hombre que, si no odiaba, era por respeto a ellos y a lo que alguna vez fue su familia.
Él ya no era tan piadoso como ella, menos después de lo ocurrido en la última hora. De tan solo recordarlo, provocaba en él un instinto primitivo de lanzarse, de nuevo, encima de Taesun y acabar lo que interrumpieron sus padres.
Luego de dejar a Jungkook en su casa, su dirección no fue otra más que la de Taesun. Teniendo presente que en ese lugar se encontraría, luego de un largo año, con su madre para hablar de sus decisiones y acciones, no tardó en llegar. Deseaba acabar cuanto antes con el martirio de soportar a su hermano.
Para su mala suerte, su madre le avisó que tardaría por leves contratiempos, y no le quedó más que calmar su espera empacando. Poco tiempo pasaba ahí desde lo sucedido; Hoseok le había abierto las puertas de su departamento y no perdió la oportunidad de ser su compañero por varias noches. Ese día marcaría el fin de su convivencia con Taesun, pero, más allá, se transformó en el fin de todo lo que su relación alguna vez fue.
Cuando llenaba la tercera de sus maletas con ropa, el contrario hizo acto de presencia en el marco de su puerta, reclamando no solo sus ausencias, sino su inmaduro juego del silencio. Pidió, como si tuviera derecho a hacerlo, que se le escuchara y diera atención; comentarios como "¿Podrías dejar este jueguito?", "No me iré hasta que me digas qué estás planeando", "¡Dime algo!", retaron su paciencia, más trató de mantenerse firme.
Los comentarios escalaron de nivel, cada uno pretendiendo ser más hiriente que el otro, algunos reclamándole su culpabilidad, otros incitando a la manipulación de unión familiar, hasta que, finalmente, jugó sus cartas con lo único que sabía que podía despertar en él alguna reacción:
—No es mi culpa que tu noviecito siga detrás de mí y no de ti —soltó en medio de una risa sin gracia—. Él no sabe lo que quiere, te lo dije, pero no me creíste.
El primer golpe lo dio él, y no se arrepintió. Si quería una reacción, se la dio. El segundo golpe lo recibió; en su cara, justo en la comisura del labio.
—¡Estoy harto de que intentes dañarme! —le escupió la sangre que se le escapaba en la cara—. Intenté, intenté entenderte —se rio amargo—. ¡Quise ser un buen hermano! ¿Sabes?, de verdad lo quería. Y lo único que gané fue que jodieras mi maldita vida.
Taesun se mantuvo inmóvil, encarándolo con un enojo voraz en su mirada. Y Taehyung, sin poder reprimir el desprecio y la frustración, lanzó un nuevo golpe. Admitiría, sin duda alguna, que disfrutó el crujido que sintió en sus nudillos una vez se interceptaron en el tabique ajeno.
Sería un iluso si hubiera pensado que todo terminaría en ese golpe.
Con ese llegaron uno tras otro; en algún punto pudo sentir cómo su cabello fue arrancado desde la raíz y sus zapatos chocaban contra las rodillas ajenas. También presenció cómo su entorno se envolvía en un rojo opaco, ese mismo que notó su madre al llegar y que casi le cuesta un desmayo.
A su mirar, era más drama de la sangre que de lo sucedido. Aunque le dolía el cuerpo, el rostro y las heridas ardían, se encontraban repuestos. Quizás Taesun con el tabique roto, pero nada lo suficientemente exagerado.
Pero su madre no lo veía así, y los nervios alterados que mostraba, incluso ahora en la actualidad, cuando se encontraban en la sala recibiendo la reprimenda, lo evidenciaban. Taehyung debía admitir que no conocía el hecho de que su padre se reuniría con ellos, y la sola idea de encontrarse los cuatro reunidos después de casi diez años le revolvía el estómago. Sin embargo, su presencia ayudaba a su madre a no sentirse sola a la hora de afrontar la situación.
Y es que, siendo justos, ninguna madre soportaría sola ser mediadora entre la fragmentación de una familia que luchó por cuidar y conservar.
Era tal vez lo único que lo afectaba en el momento, ser consciente de todo el esfuerzo que su madre tuvo que hacer por ellos, lo que le costó no derrumbarse por el fracaso de su matrimonio y la traición de quien amaba porque tenía a un par de niños que cuidar y un trabajo que mantener. Mierda, Taehyung lo había visto todo, la vio llorar muchas noches, no dormir, ¿qué acaso Taesun jamás lo hizo?
Ellos solo tenían una responsabilidad, algo que su madre les pedía cada mañana sin falta antes de ir a cumplir su turno y averiguaba si habían cumplido una vez que llegaba de este: portarse bien. Taehyung la mantuvo hasta ese día, contrario a su hermano; y si en algún momento llegó a creer que podría perdonarlo en un futuro distante, ahora, viendo así a su fiscal, su amada fiscal, la mujer ruda y de temple inquebrantable, estaba seguro de que no querría volver a verlo en lo que le restaba de vida.
—Tu hermano nos comunicó tu comportamiento y faltas —habló una vez más su madre, sacándolo de sus recuerdos—. Además, aunque considero que ya están demasiado mayorcitos para esto, ambos deben ser castigados.
Al parecer, se perdió un pedazo de la conversación, pues no sabía a qué respondía esta. No obstante, el escucharla, sin saber qué palabras usar con ellos y lo nerviosa que se veía, le causaba tanta ternura como lástima. Taehyung trató por todos sus medios que su madre jamás se viera disgustada con ellos de manera grave, por lo que podía casi asegurar que era la primera vez de ella tomando medidas.
—¡Pero mamá, ¿por qué crees en la palabra de Taehyung?!
—Porque él jamás ha dicho nada en contra tuya. Al contrario, te ha defendido incontables veces.
Lo que consideraba un gran error de su yo pasado. Nunca debió darle tantas ventajas que no merecía a Taesun.
—También asumió sus errores —le siguió su padre.
Con ello, pudo suponer que la mujer le había comentado cada detalle de lo sucedido. Debió verse muy sobrepasada con la situación como para creer que su padre sería de ayuda.
—¡No creo que eso sea suficiente! —contraatacó el acusado.
—¿Quieres que llamemos al chico que involucraron en sus jueguitos? —la propuesta impulsiva de su padre les sacó a él y a la morena un jadeo asombrado.
—Sí —contestó con rapidez Taesun, para nada afectado.
—¡No! —respondió él al tiempo—. Por favor, no.
¿Qué Taesun y su padre no podían pensar más allá de su estupidez? ¿Cómo proponían y aceptaban tal locura?
Para su suerte, su madre expresó su disgusto por lo acabado de decir por parte de ambos y continuó con lo que competía, única y exclusivamente, a los cuatro.
—La conducta de ambos me tiene muy decepcionada.
—A los dos. En especial la tuya, Taesun —lo señaló el hombre.
—No es justo. No he podido siquiera defenderme.
Taehyung gruñó incrédulo. No tenía nada que decir que justificara sus acciones, e incluso si mentía no podría zafarse de todos sus actos, menos después de haberle mostrado a su madre pruebas de sus primeras conversaciones con Kook, donde lo llamaba más de una vez por el nombre de su hermano.
—Bien, hazlo —aceptó esta, sin mucho ánimo de escuchar—. Explícanos de los muchachos que has metido en la casa durante todos estos años, que incluso algunos han acosado a tu hermano.
—O dinos si tus malos tratos con él son mentiras —continuó el mayor, cruzándose de brazos.
—O de tu comportamiento inmoral al estarle siendo infiel a tus parejas. Quizá quieras hablarnos de por qué le sugeriste a Taehyung que se hiciera pasar por ti.
—Mamá.
Para ese momento, el estoicismo de su hermano fue cambiado por una innegable intranquilidad. Miraba de hito en hito a los mayores mientras balbuceaba sin sentido.
Taehyung sonrió a gusto con la reacción.
—Hijo, ¿manipulaste a tu hermano y jugaste con los sentimientos de alguien más? Dime que Taehyung está mintiendo, justifícate —volvió a hablar su padre. Sin, al parecer, poder tolerarlo más, el menor bajó la cabeza.
—Perdón.
Su murmullo apenas fue audible, y por respeto a la autoridad que emitían sus padres, prefirió no comentar lo insípida que era esa disculpa en comparación con todo lo hecho por su persona. Después de todo, él ya no sería su problema después de esto.
—Yo... no sé qué hice mal contigo. Traté de criarte bien, de que esos malos hábitos no se te contagiaran —moviéndose hacia atrás para reclinar su espalda en la estantería de libros que se hallaba pegada a la pared, se cruzó de brazos—. No puede ser que seas el reflejo de todo lo que te protegí.
Ante el comentario, su padre bajó la mirada igual que su hijo, rascándose la nuca sin atreverse a decir nada. Y es que, si lo hiciera, sería peor de inmaduro que Taesun. Él mismo era tan consciente como los demás en la sala de su inmoralidad. Un infiel y mal padre, eso era ese hombre frente suyo, al cual llamaba bajo ese título más por costumbre que porque se lo mereciera.
—Mamá.
—No te quiero escuchar —cortó.
Taehyung ya se encontraba cansado. No quería estar más que con su madre, limpiar y sanar sus heridas y, luego, dormir. Pero, viendo al hombre erguirse, supo que la charla continuaría.
—Su madre y yo decidimos que lo mejor para ambos es que se separen por un tiempo y se les limiten las ventajas económicas que tenían. A partir de ahora, a Taesun se le dará lo necesario para que sobreviva cada mes. Estarás quedándote en una habitación estudiantil, cerca de tu universidad, y con personas vigilando tu convivencia constantemente.
—De acuerdo —cedió, por primera vez, sin chistar.
—Taehyung tendrá un apartamento modesto, pero tendrá limitaciones similares a las de su hermano —ante el veredicto, Taesun pareció querer renegar; sin embargo, el hombre se apresuró a contestar, aun cuando la pregunta no fue puesta en palabras—. No son las mismas porque fue él quien avisó a su madre de lo sucedido y asumió sus culpas.
—Tiene suficiente con su remordimiento —completó su madre, acariciando sus sienes—. Bien, si ya no hay objeciones, los dejo con su padre para que los ayude a empacar.
—Una última cosa —pidió el mayor, antes de que pudieran retirarse cada uno por su lado. Taehyung, de mala gana, volvió a reacomodar su cuerpo en el asiento—. Taesun, hablé con un amigo; él te dará un puesto en su empresa. Desconozco los detalles, pero me aseguré de pedirle que fuera el de menor rango.
—¿Qué?
Todos, miraron al de cabellos negros con los ojos abiertos, él sin poder evitar una sonrisa. Nunca, en sus mejores sueños, habría imaginado que su queridísimo y pretensioso hermano, que no perdía tiempo en alardear de sus privilegios y que con suerte sabe manejar una tarjeta, se vería trabajando en quién sabe dónde, de quién sabe qué. Eso le jodería demasiado el estatus que tanto le importaba.
—Me tomé la tarea de ver qué tal iba tu rendimiento en la universidad y no es bueno —argumentó sus razones el padre de ambos, encogiéndose de hombros—. Así que, como me siento mayor responsable de la persona en la que te has convertido, me encargaré de remediar mi error enseñándote, al menos, responsabilidad.
—¡Papá!
La angustia en los ojos de su gemelo lo llenaron de gozo. Había sido una de las mejores jugadas de su padre. Al menos algo hacía bien después de tantos años.
—Empiezas el lunes a primera hora. Pronto te estaré dando más detalles.
Ahora sí, dando por terminada la conversación, tanto Taehyung como su madre, salieron del lugar. No se molestó ni en reverenciarse por cortesía: quería y necesitaba ir con su mamá y revolcarse en felicidad por la tranquilidad que se le avecinaba.
No tendría que ver a Taesun sino en la universidad luego de la mudanza, y si era codicioso, le pediría a su madre detalles del lugar donde se quedaría y qué puesto tomaría solo para disfrutar en sus adentros. La satisfacción del momento no tenía nombre, ni siquiera le importaba que sonreír tanto le estuviera lastimando la herida de la comisura.
—Dijiste que te mudarías, no que golpearías a tu hermano —dijo la mujer apenas ingresaron a la cocina.
—Perdí la paciencia —se justificó, aunque sin perder el ánimo.
Es que, aunque quería mostrarse menos animado por cuidado a los sentimientos de su madre, le era complicado; con suerte se abstenía de reír a carcajadas. La mayor miró en dirección a la puerta, quizá pensando demás en su otro hijo, y no podia culparla, solo era ella siendo madre ante todo.
—Lo que dijo su padre es cierto —suspiró—; ha descuidado sus estudios por completo y su conducta no es la mejor ni con sus compañeros ni con sus maestros. ¿Por qué no me dijiste eso también?
—No lo sabía —se encogió de hombros.
Era ignorante de ese detalle, jamás le importó demasiado y ahora menos. La morena, agotada, se sentó en una de las sillitas del mesón, y Taehyung, sin perder tiempo, corrió a abrazarla por detrás y mecerla en busca de calmar, aunque sea un poco, su angustia.
—Estoy tratando de hacer lo mejor para ustedes.
—Gracias, mamá.
La amaba, con su vida y más allá de esta, y la había extrañado de manera que no dimensionaba. El calor los envolvió y el cabello picando en las raspadas mejillas de Taehyung apenas fue tomada en cuenta frente al suave olor a rosas que la mujer emanaba.
—Y, quizá, les metí un poco a esos dos —mencionó risueña, contagiada por él, después de unos segundos.
—¿En qué? —conectando sus miradas, pudo notar en esta un pequeño destello de diversión.
—Tengo una lista de apartamentos, no tan modestos, que mi asistente encontró por la zona —la risilla que soltó luego de su confesión se le hizo idéntica a la de una niña que acaba de cometer su primera travesura.
No pudo resistir más el deseo de reírse y abrazarla con más intensidad.
—Eres la mejor.
—Eso no elimina mi enojo contigo, por seguirle el juego durante tanto tiempo, por ocultarme las cosas y por pelearte.
—Lo siento —puchereó volviendo a verla. Esta pretendía verse molesta, sin embargo, su propio ánimo le jugó en contra y volvió a sonreírle, aunque esta vez le dejó un pequeño golpe en la cabeza una vez que la liberó de sus brazos.
—Pero, cuéntame, ¿cómo van las cosas con...?
La pregunta lo hizo ruborizarse. De alguna manera, hablar del chico lo ponía nervioso, la sola mención le aceleraba el corazón.
—¿Jungkook? —preguntó más por gusto de decir su nombre que por asegurarse. Aun así, la mayor asintió—. Podrían estar mejor, pero no me quejo.
—Tengo esperanzas de que lograrás resolverlo.
—Yo también, mamá.
¡Holi, mis bebés! 💖 Estoy aquí porque, aunque estuve en bloqueo, me llegó la inspiración ✨. ¡Sobre todo porque llegamos a 4K de seguidores! 🎉🎉 ¡No me lo creo! Son muchísimas personitas apoyándome, muchas gracias de todo corazón. 🥹💞
Este capítulo va dedicado a ScarletRodriguez165 🌟, porque en una dinámica que hice, acertó que la mamá de Tae, así como otro personaje, aparecerían en próximos capítulos. ¡Muchas gracias, mi cielo, por participar y leerme! 💌 Te mando un abracito bien apretado. 🤗
Espero que les haya gustado el capítulo ✨. Taesun por fin tiene lo que merece, ¿ustedes qué opinan? 🤔 ¿Creen que el castigo fue justo o no?
Nos vemos pronto. ¡Los amoo! 💕
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