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CHAPTER 19 🤍

Los pasillos angostos de la universidad, combinados con la cantidad agobiante de personas, lo tenían alerta por completo. Su cabeza giraba, cada tanto, de derecha a izquierda, esperando poder evadir a cierto moreno, al menos hasta que se sintiera a salvo. Su plan era sencillo: llegar al salón. Estando en clase no podrían hablar demasiado y conseguiría librarse de un interrogatorio que, aunque justo, no quería tener.

Sabía que la ausencia de varias clases, de mensajes y salidas tendrían que excusarse. Era lo mínimo. Sin embargo, los sentimientos aún estaban tan a flor de piel como para explicarlos y aceptar cualquier reproche a sus decisiones.

Por fortuna, se encontraba a un par de metros del aula. Debía continuar su camino en línea recta, mientras se camuflaba entre la multitud, y llegaría ileso. Lamentablemente, su plan se vio truncado cuando, pasando por los baños, su brazo se vio retenido y jalado, obligándolo a parar de golpe.

—Te encontré —se jactó Namjoon a su lado—. Sabía que huías de mí.

Jungkook boqueó. No tenía idea de cómo se había adelantado a sus acciones. Tal vez era demasiado predecible, o tal vez lo conocía bien; de lo que estaba seguro es que ahora no habría manera de librarse.

No se sentía listo para ser juzgado por Namjoon.

—No lo estaba haciendo —trató de defenderse—. Iba camino a clase.

La mirada incrédula, de ceja alzada, le advirtió que sus palabras estaban lejos de ser convincentes. Un par de estudiantes pasaron por su lado, quejándose de la obstrucción, aunque ninguno le dio mayor importancia. Jungkook mordió sus labios, tratando de calmarse.

—Y te recuerdo, listillo, que nos solemos esperar en la entrada principal —siguió él, golpeando sin fuerza su frente—. Te vi correr a la puerta del ala izquierda.

Esa confesión bastó para que sus mejillas se incendiaran de vergüenza y culpa. Había procurado no ser visto. Incluso llevaba ropa inusual a la que solía llevar para pasar desapercibido: el chaleco blanco de lana, los pantalones de vestir y el nuevo corte de cabello le parecieron un buen camuflaje. Al parecer estaba equivocado, y lo único que logró fue hacer el ridículo delante de su mejor amigo.

—Bien, lo siento.

—No tienes por qué esconderte; no te iba a pedir explicaciones ni esperaba obligarte a contarme algo que no quieres.

Pese a que agradecía la aclaración, la cual lo embargaba de gran alivio, se vio curioso por la seriedad con la que decía las palabras. Su mirada era comprensiva y con gajes de melancolía, demasiado evidentes como para no notar que lo decía con justo conocimiento de causa. Namjoon nunca actuaba así ante circunstancias que desconocía; al contrario, solía mostrarse neutro, a la espera de información que le permitiera reaccionar.

Quizás ambos se conocían demasiado bien.

—¿Jimin te contó? —lanzó la pregunta más por requisito que por duda. La respuesta era clara, y su amigo lo terminó de confirmar con un encogimiento de hombros.

—Soy el único amigo en común que tienen.

Y lo sabía. A diferencia de Jimin, él no era de muchos amigos. No le convencía darle su confianza a cualquier persona que se cruzase, y ser sociable no era su fuerte. Por ende, si su primo quería saber algo de su persona, debía hacerlo directamente o por medio del único ser que consideraba su amigo. Y como él no estaba contestando llamadas ni mensajes, debía suponer que acudiría a su ayuda. No se veía siquiera capaz de reprocharles algo; sabía que los había preocupado.

—Solo quiero saber si estás bien —volvió a hablar el moreno, acariciando sus cortos cabellos.

—Creo que sí... es complicado, Nam.

Habían pasado poco más de cinco días desde que Taehyung estuvo cuidándolo en su casa, y aunque habían quedado en buenos términos, tenía mucho que gestionar en su interior para evitar sentirse incómodo ante los recuerdos. Sin embargo, debía confesar que a él era el único que le respondía los mensajes, aun si no lo hacía con la misma velocidad que la de Tae.

Estaba intentando hacer las paces con lo sucedido, pero le llevaba más tiempo del que deseaba.

—Ven —sin esperar otro comentario, Namjoon lo envolvió en sus brazos, dejando que la calidez se mezclara con la seguridad.

Tener a Nam de amigo era, sin duda, uno de los mejores regalos de la vida. Se trataba de alguien tan importante como lo sería un familiar, y el confort que le traía lo hacía sentirse como un tonto por siquiera haber pretendido huir.

—Perdón por no acudir a ti.

—Está bien, no pasa nada —le aseguró, dejando caricias por toda la extensión de su espalda—. ¿Quieres hablarme de lo que pasó?

¿Y qué era perder otra clase contra encontrar consuelo en su amigo? Después de todo, su promedio era lo bastante perfecto como para sentirse intimidado por un par de faltas.

Las dos horas que le siguieron le bastaron para contar cada detalle de lo sucedido, con sentimientos, conflictos y decisiones incluidas. Tomando café en la cafetería universitaria, no se permitió dejar escapar nada, ni siquiera sus propias metidas de pata, que, bien, no eran pocas.

—En verdad fue muy complicado. No sé qué decir —admitió Namjoon segundos después de haber dado por terminado su relato—. Así que Taehyung es tu verdadero novio.

—Amigos —se apresuró a aclarar—. Somos amigos ahora.

Namjoon parpadeó un par de veces antes de asentir. Jungkook, en cambio, revisaba el vaso de café, ya con el líquido a la mitad, a la espera de algún leve reproche o un consejo que quizá no fuera a favor de sus deseos.

—¿Crees ser capaz de perdonar que te mintiera con respecto a quién era? —la pregunta, en cambio, le hizo alzar la vista, aturdido.

—Quiero tratar.

—Los gemelos Kim, sin duda, son... caóticos.

No pudo evitar sentirse en completo acuerdo.

—Lo sé.

El silencio los acompañó por un instante, cada uno en sus propios pensamientos. Jungkook reproducía sus recuerdos, tratando de reafirmar su seguridad. Quería darse esa oportunidad con Tae, el verdadero Tae, el cual había aprendido a querer sin ser consciente; no obstante, el miedo seguía latente. No quería estar cometiendo un nuevo error.

—Si tú estás dispuesto a darle una oportunidad, te apoyo.

Si la pregunta lo había tomado por sorpresa, esa afirmación lo dejó atónito. Esperaba, mínimo, que su amigo dudara de su buen juicio o que al menos le aconsejara, como quien no quiere la cosa, que recapacitara.

—¿No dirás más?

Le parecía incluso increíble. Aun si nunca lo hacía a modo de cotilleo, Namjoon siempre tenía una opinión que dar.

—No sé, Kook, es tu vida y tu relación. Eres quien mejor sabe qué les conviene —se encogió de hombros, bebiendo de su té—. No quiero angustiarte con el juicio de una situación que no me pertenece.

La respuesta no lo terminó de convencer.

—Pero quiero tu opinión, consejo, que digas algo.

—Estoy enojado con Taehyung. Considero estúpida su decisión de fingir ser su hermano —le confirmó—, y si te vuelve a hacer daño, no responderé —dejando el vaso a un lado, tomó su mano entre las suyas—. Pero, Kook, no puedo decir más. Mi único deseo es que seas feliz. Si crees que lo serás al lado de Taehyung, te apoyaré.

Solo esas palabras bastaron para que su angustia desapareciera y fuera reemplazada por tranquilidad. Le aliviaba tenerlo de su lado. A su parecer, llegaba a sentirse tonto por aceptar el juego de Taehyung, aun cuando quería creer en sus buenas intenciones. Que Namjoon le diera el visto bueno aplacaba el malestar.

—Gracias.

—No temas por mí —le dijo, riendo corto—. Hazlo por tu primo, está que se vuelve loco.

La mención de Jimin lo estremeció; conocía su temperamento y estaba seguro de que nada bueno podría salir de esa charla. Sería despellejado vivo, si tenía suerte; si no, su cuerpo y el de Taehyung se quemarían en la hoguera del mal humor del rubio. Nada que pudiera decirle lo aplacaría, y tan solo pensarlo le angustiaba tanto como lo aborrecía. No quería discusiones y menos imponerse contra quien amaba demasiado.

—Me va a odiar cuando le cuente todo.

—Él, al igual que yo, quiere que estés bien —le aclaró Namjoon, soltándolo y volviendo a beber de su té—; quizá no sean buenos sus métodos, pero trata.

Sonrió ante la justificación que le daba a su familiar. Jimin era difícil de tratar algunas veces y podía llegar a ser imprudente opinando de más, pero, así también, conocía su corazón y la preocupación casi maternal con la que lo cuidaba. Namjoon parecía comprender aquello, y lo agradecía por montones.

—Me alegra saber que tiene a alguien que lo entiende.

—Trato de hacerlo, como él lo hace conmigo.

Ninguno dijo mucho más del tema. Con esas cortas palabras lo dieron por terminado. Los minutos restantes los gastaron en la curiosidad que Jungkook tenía por la relación de su amigo y primo. La vergüenza no dejó a Namjoon explayarse en detalles, pero contó lo justo para saciarlo: hablaron de unas cuantas salidas a comer, unas visitas a la casa del moreno para hablar de la preocupación mutua por su ausencia, de algunas sesiones de besos que Jimin no permitía que fueran tímidos, y un poco más antes de que las horas que autoproclamaron libres de clase llegaran a su fin.

El resto de la mañana se concentraron en sus clases, Jungkook tratando de retomar el hilo perdido por sus faltas, mientras Namjoon le susurraba el contexto de las recetas nuevas, así como las curiosidades que, por evidentes razones, la profesora no volvería a comentar. A cambio de la ayuda, el menor le prometió un helado al salir de la universidad, y el tiempo pasó lo bastante rápido como para que ninguno lo sintiera tedioso.

Jungkook podía admitir sentir el día como uno de los mejores que había tenido después del caos vivido. Estar con Namjoon mejoraba su ánimo y le permitía olvidarse por un momento de cada cosa que le preocupaba. Al salir, casi brincaba fuera de la arquitectura, parloteando del tipo de helado que quería y de qué cantidad, mientras Namjoon le secundaba la conversación con la misma energía.

Sin embargo, cualquier idea y pensamiento se estancaron de golpe cuando no solo vio un auto que conocía a la perfección estacionado en la entrada de su universidad, sino también al dueño de este esperándolo. Su mirada fue directa a Namjoon, quien lo miraba con la misma expresión de confusión.

Se limitó a encogerse de hombros y continuar su camino en dirección al moreno que alteraba sus nervios.

—¿Tae? —su saludo salió confuso. No quería pasar por desinteresado al verlo ahí, al contrario, tenía los latidos desbordados; sin embargo, la sorpresa se sobreponía.

Lo último que hablaron, en la mañana antes de sus clases, era que estarían ocupados con sus vidas como para responder pronto. Ninguno se opuso a la idea de la probabilidad de no saber del otro hasta horas de la noche. O eso había creído.

—Kook —le sonrió este a cambio, como si no notase la situación en la que lo tenía.

Quiso decirle más, cuestionarle la razón de su presencia o los motivos de ella; sin embargo, la repentina intromisión de su amigo no se lo permitió.

—Taehyung —su voz salió opaca, poco amigable.

Jungkook se mordió el interior de sus mejillas. No esperaba que, luego de contarle lo sucedido y que consiguiera que la empatía de Namjoon por Taehyung disminuyera a niveles casi inexistentes, se encontrarían de frente.

Taehyung no pareció mostrarse afectado, en realidad, usando una tranquilidad casi imperturbable, procedió a reverenciarse, primero a él y luego a Namjoon. Su mirada, casi por impulso, se dirigió hacia los alrededores, esperando no alertar a nadie con la escena que, aunque sin ser escandalosa, era llamativa.

—Lo siento por mis mentiras —inició él—. Sé que quieres a Jungkook como a un hermano y que lastimarlo es como lastimarte. Hice mal y no me justifico, pero puedo prometer que no volverá a ocurrir.

Las mejillas le ardieron al aludido. ¿En qué siquiera estaba pensando Taehyung? Entendía sus intenciones, pero exageraba. Dudaba que con eso ganara la simpatía de Namjoon.

Al menos así fue, hasta que vio a su amigo con una leve sonrisa que luchaba por ocultar. Se repuso rápido, manteniendo su actitud malhumorada, y respondió:

—Recogerás tus dientes del suelo si algo similar vuelve a ocurrir.

Jungkook no pudo evitar reírse nervioso, agobiado por el ambiente tenso y los ojos curiosos que se posaban cada tanto en ellos. Sin duda era vergonzoso, ¿en qué época creían que estaban para dar actos de tanta formalidad? Poco más y Taehyung se disculpaba de rodillas ante ellos.

De solo pensarlo completamente capaz, sus nervios aumentaron, así como el calor en su rostro.

—Tae, ¿qué haces aquí? —se apresuró a cambiar la dirección de la conversación y cortar el momento. Ya había sido suficiente. El mayor apenas se inmutó en enderezarse y darle su atención, mientras Namjoon no parecía ni pestañear, vigilándolo.

Era finales de otoño, y ese par había conseguido que con unas cuantas frases compartidas se sintiera en plena ola de calor. No los toleraba.

—Venía a llevarte a tu casa —contestó sin más.

A pesar de que trató, no logró retener el jadeo ante la simplicidad de su afirmación. No le había avisado ni dado intenciones de nada, lo tomaba por sorpresa y ni siquiera le preguntaba su parecer. Si no se sintiera atraído por esa linda sonrisa arrogante que le brindaba, llegaría a reprocharle su actitud.

—Agradezco el gesto —dijo con sincera honestidad; no obstante, no podía cancelar sus planes con el moreno solo porque su insensato corazón se lo pidiera—, pero ya había quedado de ir con Nam a comprar un helado y hablar de un par de clases...

—No se preocupen —interrumpió el mencionado—, vayan. Puedo salir con Jungkook otro día.

—Nam —advirtió.

—No te preocupes, ve.

El impulso de golpearlo, al parecer, fue claro, pues el moreno le sonrió burlón, guiñándole el ojo antes de volver a la seriedad anterior, esta vez dirigida a Taehyung. El contrario, al darse cuenta, ocultó su sonrisa fingiendo rascar la punta de su nariz.

¿Cómo era que su amigo se confabulaba a favor de Tae y en contra suya?

El recuerdo de las palabras de Namjoon, asegurándole procurar su felicidad, y las suyas mismas, diciendo que esperaba conseguirla reconciliándose con Tae, llegó dándole la respuesta a su propia pregunta, y los motivos de ceder a cancelar la salida se le hicieron claros.

Sin más remedio, y asumiéndose derrotado por sus deseos, se despidió de su amigo, subiendo al auto de Taehyung, quien no tardó en repetir sus acciones luego de una pequeña conversación con el moreno, la cual no escuchó ni quería hacerlo. Algo lo hacía inclinarse por la ignorancia; no quería ir abochornado todo el camino.

Su amigo no se vio muy contento al retirarse, pero le dedicó una sonrisa dulce de tranquilidad y, al estar a su lado, Taehyung tampoco se mostró de mejor ánimo, pero le sonrió igual.

Por todo lo santo, parecían tratarlo como a un niño. Tontos.

Mientras Jungkook renegaba la actitud del dueto, Taehyung luchaba con mostrarse despreocupado y permanecer en su postura de amigo, aunque muriera por tocarlo y besarlo. La distancia física, pese a ser imperceptible para algunos, a él le traía un malestar real. Tanto así era que se obligó a mantener sus dos manos en el volante, con tal de mitigar el instinto de poner su palma en el muslo del menor, o tocar sus mejillas rojas, o sus labios abultados en un puchero. 

—¿Qué tal estuvo tu día? —preguntó, en un intento de distraerse y romper el hielo.

Jungkook lo volteó a ver unos segundos antes de continuar con su mirada al frente. Por el bien de su cordura, no le devolvió el gesto.

—Bien, divertido; aprendimos recetas europeas.

No dijo más, y Taehyung lo tomó como su turno para responder, pero no supo qué decir con exactitud. No tenía mucho que opinar al respecto. Anteriormente, Jungkook se hubiera explayado al mencionarle las recetas, su ejecución y qué tanto le habían gustado, tan solo para que él pudiera preguntar al respecto o lanzar algún comentario tonto que le sacase risas al contrario.

—Genial. Imagino que son muy diferentes a las asiáticas —dio su mejor esfuerzo en contestar, mas, al escucharse, se sintió patético.

—Los granos de arroz son diferentes, más alargados y no se unen —le respondió.

—¿Sabe muy diferente?

—Solo un poco.

—Entiendo —y con ello creyó terminada la charla.

No había manera, por lo menos no que se le ocurriera, de alargar el comentario. ¿Qué podía decir de los granos de arroz?, ¿le preguntaba, acaso, por qué no se unían o mejor le cuestionaba la razón de ser diferentes? No tenía sentido, tampoco había mucho por decir, y le frustraba sentirse tan estancado con Jungkook. Sus conversaciones por mensajes eran similares, muy monótonas, escasas.

Se sentía imposible conectar con el menor, aun cuando semanas atrás sus días no podían pasar sin comunicarse seguido. Comprendía, joder que sí, que se debía a su propia culpa y que debía esmerarse por ganarse de nuevo al contrario, pero ello no lo hacía más fácil y menos frustrante.

Extrañaba a Jungkook, a esa versión dulce del que parloteaba sin parar, se ruborizaba cuando hablaba de más y que, en específico, no se cohibía de mostrarle su cariño.

—¿Cómo estuvo el tuyo? —le preguntó de repente, sacándolo de su negatividad. Sonrió genuino, por encontrar interés en él por seguir hablando.

—Bien, estuvimos adelantando los planos para la maquetación final de un hospital. A veces ponerse de acuerdo es difícil, pero hacemos lo que podemos. Conseguimos trazar los dos primeros pisos, aunque aún nos faltan algunas salas para que podamos continuar los demás.

—Increíble, no suena tarea fácil. Me alegro de que hayas logrado avances —Jungkook observaba sus manos, aún con las mejillas ligeramente rosadas.

Taehyung mentiría si dijera que la respuesta corta no lo decepcionó un poco, pero se repuso rápido, aceptando que tal vez solo esperaba del momento un viaje en silencio.

—Solo son números y líneas —se limitó a decir, dando por terminada su interacción. Por suerte, ya estaban a medio camino y no tardarían más de un par de minutos en llegar.

Nuevamente, la atención se volcó a Jungkook, en sus actitudes nerviosas y tensas, en su aspecto, en lo bello que se encontraba. Trató de disimular su mirada para no incomodarlo, pero le fue imposible ser discreto del todo. Se intentó regañar y concentrarse en las vacías calles, pero no bastó. Fue en un semáforo en rojo cuando no pudo evitar girar a observarlo. Jungkook fingió desinterés, solo siendo delatado por el creciente rubor que nunca le mentía; sin embargo, antes de poder ceder y decirle algo, lo notó rascando a un costado de su pecho.

Al inicio, le restó importancia, pero el negro que se asomaba por su camisa blanca le recordó el detalle de hacía algunos días, así como las palabras y expresiones que el menor soltó con respecto a cierta prenda que poco le agradaba. De lo que sabía al respecto, nada le agradaba.

Dudó por un momento opinar al respecto; no obstante, cuando el semáforo dio verde y vio que la comezón del chico no paró, no logró aguantarse.

—No deberías usar tan seguido ese compresor —dijo en un tono calmo. No quería que se malinterpretara más allá de una sencilla sugerencia—; puede hacerte daño.

—Taehyung, no hay pechos a los que hacerle daño, estoy bien —Jungkook se rio, mas la forma y el tono de su comentario le advirtió que no se sintió nada cómodo con su opinión.

Aun así, continuó.

—Eso aprieta más que la zona mamaria, podría afectar tus costillas y columna —de lo poco que había investigado, existían varias pruebas de los problemas de salud que atraía el uso constante de una prenda de ese tipo.

—No lo ajusto tanto —se defendió este.

—Sigue sin ser recomendable —contraatacó.

Sabía que estaba haciéndolo enojar, y aunque se alegraba de que estuvieran conversando con más naturalidad, seguía sintiendo prudente recomendarle cuidado. Todavía recordaba las marcas en la piel que eso le causaba y lo mucho que parecía irritar la piel.

—Los amigos no deberían opinar sobre cómo viste el otro.

Jungkook fue tajante, y su cabeza giró a la ventana de su asiento. No negaría que lo impresionó, pues el menor no solía mostrarse tan hostil.

—Los amigos deben aconsejarse cuando lo consideran pertinente —le aseguró con un tono similar—. Esa cosa puede traer, incluso, problemas respiratorios.

—No lo ajusto demasiado, dije.

—Pero lo sigues ajustando.

El ambiente se había tornado tenso, Taehyung considerando injusto que se enojara por preocuparse por su salud y Jungkook creyendo innecesaria su opinión en un asunto que no le compete y que además exageraba. Estaba bien, su columna, pulmones y costillas eran sanas, ¿quién mejor que él mismo para saberlo?

Por suerte, pudo vislumbrar su casa pronto y, a tan solo segundos de hacerlo, Taehyung ya se encontraba estacionado. No perdió mucho tiempo en abrir la puerta, quería irse cuanto antes, haber aceptado que lo llevara había sido mala decisión y no esperaba el momento de poder sentirse libre de tensiones, silencios incómodos y reclamos sin motivos.

No obstante, una mano en su muslo lo detuvo antes de hacerlo.

—Y si se me permite opinar —dijo, mirándolo con una leve sonrisa—, vistes precioso.

Sus orejas hirvieron. El halago lo tomó por sorpresa, y aunque deseaba mostrarse desinteresado, su corazón acelerado tuvo otras intenciones.

—Como sea —bufó—. Gracias.

La calidez en su piel lo tenía inmóvil en su asiento, no se atrevía a decirle que lo soltara porque no era eso lo que quería, menos amagó con apartarse. Así, sin mucho por hacer, lo encaró, esperando algún comentario o cualquier cosa que Taehyung pretendiera brindarle.

En respuesta, Taehyung se inclinó hacia él y, recorriendo con ligereza la extensión de su pierna, introdujo los dedos de su mano opuesta en el bolsillo pequeño de sus pantalones.

—Ten un lindo resto de día —dijo a tan solo centímetros suyo.

—Tú igual —balbuceó como pudo.

No entendía el juego del mayor, y si no estuviera tan concentrado en obligarse a no bajar su atención a sus labios, reprocharía lo bipolar de su comportamiento.

Dejando su pierna tranquila, llevó sus yemas a acariciar su rostro. Apenas podía considerarlo tacto por lo sutil que era, y, pese a eso, el hormigueo que lo envolvió no fue leve. Sus dedos trazaron camino de sus pómulos a su barbilla y, de esta, terminó en la comisura de sus labios. En sus ojos, Jungkook podía ver la indecisión de sus siguientes movimientos y al pulgar dudar de si tocar o no. Aun así, logró rozar su labio inferior, antes de que Taehyung cediera a su impulso y posara sus labios sobre su sien.

En ese instante, agradeció estar sentado; de otra forma, le hubiera sido imposible ocultar el temblor de sus extremidades. El beso duró varios segundos. A Jungkook, en el momento, se le hizo eterno, pero una vez se separó, sintió que no había durado lo suficiente.

¿Por qué la situación se había tenido que complicar tanto?

Pudieron despedirse de palabra, hubiera sido más fácil para él. Así no tendría que reprimir su impulso de lanzarse a sus brazos.

Harto, confundido y con ápices de mal humor, se bajó del auto tan rápido como fue capaz. Necesitaba tranquilidad. 

—Gracias por traerme —le dijo a través de la ventana, ya sintiéndose más cómodo de que la puerta les creara un pequeño muro—. No es necesario que lo hagas todo el tiempo, ¿sí?

—Puedo hacerlo si quieres —propuso Taehyung, tan calmado como cuando estuvieron con Namjoon.

—No lo hagas.

No podría verlo todos los días y estar en ese limbo de querer fingir demencia solo para besarlo, al tiempo que le costaba asimilar la mentira y se viera enojado con Taehyung. Tenía que perdonar primero, y lo estaba tratando, pero le costaba.

—Bien —asintió el castaño, ahora más cabizbajo, pero sin perder la compostura—. Nos vemos después, Kook.

—Adiós.

Y sin más, se retiró. Jungkook se quedó observando hasta que lo perdió de vista y, con un jadeo, se dispuso a ingresar a su casa. Sin embargo, un pequeño bultito en el bolsillo de su pantalón llamó su atención. Era el mismo donde Tae había metido sus dedos.

Cuando sacó el objeto del lugar, notó que se trataba de una pequeña hoja de papel doblada con cuidado. No perdió tiempo en abrirla y revisar su contenido, sonriendo al percatarse del énfasis en una palabra en específico que parecía más una burla a la etiqueta que ahora les pertenecía:

Sol de primavera, incluso en la llegada del invierno, le das calor a mis días. Eres ese destello que se cuela entre las nubes grises y el abrigo en las noches solitarias.

Cuídate, amigo.

Hola mis nenes, no tengo mucho por decir, espero les haya gustado el cap, recibo sus opiniones con mucho amor. ✨ 

Nos vemos pronto por ahí 💕💐

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