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CHAPTER 18 🤍

Al abrir sus ojos, un punzante dolor, apenas soportable, se alojó en las cuencas de sus ojos y sienes. La luz del sol pegaba en su rostro, y eso no mejoraba el malestar. Quería seguir durmiendo, pero la incomodidad en todo su cuerpo y cada uno de sus sentidos se lo hacía imposible. Creyendo que uno de los problemas con solución eran los estorbosos jeans que mantenía puestos desde el día anterior, los arrancó a tropezones, dando con la frustración de no hallar mejoría alguna.

—Me siento horrible —lloriqueó, acariciándose a los lados de la cabeza; sin embargo, el subidón de líquido que le golpeó la garganta lo obligó a dejar de lado el dolor y correr en dirección al baño.

Por suerte, alcanzó a caer de rodillas antes de que todo el alcohol mal procesado, mezclado con su bilis, se escapara de sus labios. El sabor ácido y seco le llegó hasta las fosas nasales, quemándolas; asqueroso. Consecuencias de abusar del trago.

Luego de un rato, en el que sintió que expulsaba los intestinos por tortuosas horas, se detuvo y logró ponerse de pie a pesar de la pesadez. Con el mal sabor de boca, se dispuso a cepillarse los dientes, notando hasta entonces los detalles nuevos en el reflejo que se presentaba en el espejo.

No podía ser cierto.

El recuerdo de Musa y él, cortando los mechones de su melena bajo la excusa de tener las puntas algo maltratadas, llegó, sacándole un quejido por tremenda tontería; incluso encontrarse con la incómoda imagen de su pecho desnudo se hizo un problema de menor importancia en ese momento.

Él amaba su cabello largo. Se prohibiría tomar a partir de ahora.

Ni siquiera tenía claro qué había sucedido; en su memoria se alojaba una neblina espesa que no le dejaba ver con claridad los hechos de la noche anterior. Aunque, en ese momento, lo que más le importaba era haber perdido su cabello. Con un nuevo peso en su cuerpo, siguió con el trabajo de limpiar su boca. Necesitaba quitar ese mal sabor o se volvería loco.

Fue después de la segunda o tercera vez que pasaba el cepillo por sus dientes, con crema dental en abundancia, que un ruido afuera de su cuarto lo paralizó. Por el sonido del aluminio chocando entre sí, adivinó que venía de la cocina, al igual que el imperceptible murmullo. ¿A quién había dejado entrar?

Luchó por seguir un hilo entre la laguna de recuerdos y repasó cada momento del día, terminando por escupir toda la crema cuando lo consiguió.

¡Qué vergüenza!

Se comportó realmente mal con su primo y Taehyung. En especial con el segundo. ¿Con qué cara lo miraría? Si existiera un premio por ser patético, él lo habría ganado con honores.

En serio, en serio, no volvería a tomar.

Terminando con su profundo lavado, se apresuró afuera, no sin antes vestirse con el buzo del día anterior, negándose por completo a salir semidesnudo. Si no estuviera entrando en una pequeña crisis por saber quién se encuentra en su cocina, se tomaría el tiempo de colocarse su binder, odiaba estar sin él, pero ese no era el momento de ponerse exigente consigo mismo.

Esperaba que Taehyung hubiera cumplido con lo dicho y se hubiera ido. Prefería enfrentar el mal humor de su primo y explicarle las estupideces hechas antes de hacerlo con el moreno. Seguía molesto con él, pero ahora le agregaba el plus de sentirse humillado por mérito propio.

¿Con qué dignidad seguiría firme ante su enojo si la había perdido toda en la madrugada anterior?

Caminó a paso lento, no muy seguro de querer entrar al lugar, conforme el sonido de la voz se hacía poco posible de confundir y con la vista reciente del cuarto de invitados vacío. Al menos esperaba que con quien hablara fuera Jimin.

Estando en el marco de la puerta, con la vista perfecta del moreno, usando el celular entre la oreja y el hombro y con la única sillita que tenía en el lugar vacía, sus nervios empeoraron.

—Sí, mamá, te diré más detalles después —se rio. Le daba la espalda a Jungkook, por lo que tenía de frente y en grande la opción de huir; sin embargo, la curiosidad por toda la situación que se estaba gestando pegó sus pies al piso—. No, no puedes conocerlo —hubo una nueva pausa luego de sus palabras, y la leve sospecha de lo que hablaban le encendió las mejillas en un rojo similar a la salsa picante que había a un lado de los demás ingredientes que Tae llevaba de a uno al agua hirviendo—. Ya te dije por qué.

Si de inicio sintió que encararlo sería complicado, ahora que lo veía preparando lo que parecía una sopa contra la resaca y vistiendo uno de sus delantales, le aseguró que se convertiría en una odisea.

—Recuérdame no volver a pedirte ayuda —su madre debió quejarse de manera burlesca, pues el mayor se carcajeó, negando con su cabeza antes de continuar—. Sabes que te amo mucho, pero pedí que me ayudaras a cocinar, no que me reclamaras.

Jungkook parpadeó repetidas veces, decidido a irse, seguro de estar demasiado avergonzado como para escuchar más; no obstante, nuevas palabras lo volvieron a estancar.

—Oh, eso. No quiero verlo —aseveró. El humor le bajó en picada y su voz, que antes sonaba animosa, tomó unos tonos oscuros que le causaron escalofríos. Era la primera vez que lo escuchaba de esa forma. El silencio se hizo más prolongado que en anteriores veces, siendo solo apaciguado por los cortos bufidos del moreno—. Está bien, ahí estaré, pero no me agrada la idea —se quejó—. Dormiría en el río Han de ser necesario.

Tragó grueso, sin entender qué cambió de repente para que el ambiente y el moreno se opacaran de forma drástica, lo que lo llevó a bajar la guardia y no poder escabullirse en el momento en que Taehyung se giró, encarándolo. Pareció sorprenderse igual, como si no fuera a él a quien esperaba encontrar en un inicio, pero se repuso rápido, neutralizando su expresión.

—Ma, te llamo luego —dijo antes de cortar y dejar el aparato en el mesón—. Buenos días —saludó, pero antes de que él pudiera hacer lo mismo, tomó un cucharón y le dio la espalda una vez más—. Espero que no te moleste que haya usado tus cosas.

Jungkook quedó estático al Taehyung mantener con él su humor opaco. No era como si debiera mostrarse cálido y despreocupado después de lo sucedido, lo sabía, pero eso no evitó que lo tomara por sorpresa.

—Está bien, no pasa nada —le aclaró—. ¿Y Jimin?

En ese momento le rogaría a cualquiera que quisiera escucharlo porque su pariente apareciera de la nada y le salvara la vida, a pesar de saber que no había manera de que eso sucediera. Jimin parecía tener el alma lejos de la casa; se haría sentir de estar ahí.

Pasando, se sentó en el asiento, observando cómo Taehyung mantenía su atención en la sopa que hervía.

—Tenía clases temprano —le mencionó después de un par de segundos.

Jungkook se quejó en sus adentros. Estar solo con Taehyung no sería una buena idea para su orgullo, ya quebrantado por las acciones poco coherentes que había tenido en la madrugada.

—¿Tú no las tenías también? —preguntó. Recordaba el horario del mayor, pues en alguna de sus salidas lo intercambiaron para organizar sus tiempos y poder pasar tiempo juntos con tranquilidad.

A diferencia suya, Taehyung veía sus clases en la mañana. Las propias variaban, aunque la tarde era quien se llevaba la mayoría de sus horas.

—Al igual que tú, no iré esta semana —rebatió, replicando el comentario que él mismo había dado en el club.

Tragando grueso, trató de no mostrarse afectado.

—Pero... —intentó hablar, siendo interrumpido por Taehyung.

—Y no tienes que preocuparte por mí, me iré luego de acabar de cocinar.

—¿No desayunarás?

—No tengo apetito.

El pecho de Jungkook se contrajo; el moreno nunca antes, desde que lo conocía, había actuado de esa forma tan fría con él, y aunque sabía que quizás lo merecía, la sensación de distancia le jugaba en contra, activando toda su ansiedad y miedo infantil que usualmente lo golpeaba en las discusiones.

Detestaba esa angustia.

—Lo siento —soltó antes de siquiera procesar de qué se estaba disculpando.

Él era así: asustadizo cual niño que teme hacer las cosas mal y que su madre lo reprenda; quien le aterra la sensación de abandono, esa soledad claustrofóbica que lo vuelve poco coherente y patético.

—No tienes por qué disculparte —suspiró el castaño, ablandando por fin su tono.

Jungkook quiso lloriquear para sí, incapaz de retener el pánico y frustrado por lo contradictorio de sus pensamientos. Esa molestia y temor entremezclados lo confundían, no sabía cómo sentirse.

—¿Estás enojado? —preguntó, ignorando la voz que le pedía un poco de dignidad.

—No.

—Lo estás —era obvio, lo sabía, y seguramente debió no preguntar ni mostrar en evidencia la fragilidad con la que había despertado.

Todo el día anterior y lo que llevaba despierto había sido un caos interminable en su cabeza, con cientos de conjeturas, sentimientos, opiniones. No podía tener descanso porque el ruido en su interior no se apaciguaba. Amaba tanto como odiaba, y quería recriminar al tiempo que un abrazo, y se recordaba lo tonto que estaba siendo con la misma devoción que justificaba y validaba sus acciones.

Se volvería loco.

—Ayer fuiste muy irresponsable —dijo Taehyung, aún con su atención en los ingredientes que batía—. Pudo haber sido peligroso estar solo en ese estado.

—Desde que llegué me encontré con Pandora.

Era una discusión sin sentido, un mal trago que no tendrían por qué pasar. Lo más sensato sería irse y no ser partícipe. Tenía un dolor de cabeza que pedía de su atención.

—Y ella te dejó con desconocidas —siguió el mayor.

—Son buenas chicas —las defendió. A pesar de las locuras que cometió, ellas lo cuidaron fielmente, por lo que no permitiría que se les pusiera en duda. De lo único que no se arrepentía del día anterior era haberlas conocido.

—Pero pudieron no serlo.

—Lo fueron.

—No deja de ser demasiado descuidado —se quejó, soltando el cucharón a un lado del mesón, con su mirada hacia el techo, como si estuviera superado por cada momento que transcurría—. Tanto como ir a buscar a mi hermano.

—¿Es por eso que estás molesto? —murmuró, seguro de haber adivinado, ahora dándole sentido a la recriminación. La idea de tener que hablar de ese sujeto y el momento que pasó lo enfermó, y realmente no era capaz de mantenerse fuerte contra la plana voz del contrario. Tenía que salir de ahí o explotaría—. Mejor no me digas —negó con sus manos—. Avísame cuando te vayas a ir.

Y sin esperar una nueva respuesta, salió de la cocina en dirección a su cuarto.

No, él no había elegido nada de lo que estaba sucediendo y, por ende, tampoco tenía por qué soportarlo. Estaba harto de la situación, de la mentira, la distancia, de la confusión, cada detalle que le hacía un lío en la cabeza. No podía con tanto, mucho menos con la jaqueca que empezó a aumentar conforme la ansiedad lo asfixiaba.

Necesitaba un poco de paz, que el mundo hiciera silencio tan solo un momento. Sin embargo, cuando, en medio del pasillo, una mano en su muñeca detuvo sus pasos y, al girarse, conectó con la mirada ahora angustiada del contrario, supo que esa paz no se daría.

—No huyas otra vez, por favor —susurró—. Lo siento.

¿Lo estaba haciendo?

Tal vez tenía razón y sí estaba escapando, pero ¿había algo más por hacer?, ¿tenía sentido quedarse cuando realmente no estaban llegando a nada y ninguno parecía estar dispuesto a romper el muro que armaron contra el otro?

—Hay pocas cosas que hacer si tú y yo no logramos entendernos —amagó liberarse del agarre; sin embargo, Taehyung se lo impidió dejándole pequeñas caricias en la piel.

—Hay muchas cosas para hacerlo —contraatacó—. Sí, puede que esté enojado y sí, sé que tú también lo estás, pero si no lo hablamos no solucionaremos nada.

Jungkook se soltó, como si el tacto quemara, pero la ausencia de este le heló la sangre. Otra vez esa paradoja. Con frustración, se deslizó por la pared hasta quedar sentado.

—Quisiera que todo esto fuera más fácil.

—Estamos de acuerdo en eso —concordó Taehyung, replicando su acción. Sus cuerpos quedaron a escasos centímetros del otro, y aunque en un principio tuvo el impulso de alejarse, se quedó ahí, mirando a sus rodillas y recopilando todo lo sucedido en su mente.

Tenía tantas dudas, quejas, curiosidades. Seguía sin entender las razones reales de tomar tan tonta decisión.

—¿Por qué lo hiciste? —su pregunta salió casi en automático, después de un par de segundos de un silencio envolvente, que no hacía más que ponerlo ansioso—. No me refiero a cambiar con él, sino a quedarte, ¿por qué? Pudiste irte igual que los demás, hubiera sido más sencillo. No habría dolido tanto como duele ahora.

—Lamento haberte causado daño —se disculpó en un balbuceo—. Y respondiendo: ¿por qué dejaría ir la felicidad que encontré contigo?

Se quedó en silencio una vez más. No quería hablar hasta no escuchar todo lo que tuviera que decirle, lo que al parecer el moreno entendió y continuó.

—Jungkook, cometí un error. Sé que no es justificación y tampoco pretendo hacerlo, tomé malas decisiones por miedo y egoísmo. Siento que eso te hubiera lastimado —suspiró. El dolor en su pecho solo acrecentaba mientras lo escuchaba hablar; su fuerte jamás había sido afrontar los malos momentos—, pero no quiero irme, no quiero que me saques de tu vida. Has impactado en ella como un huracán, moviendo cada cosa de lugar, cambiando por completo mi percepción. Quien te tenga en su vida es muy afortunado. Déjame ser parte de esos suertudos.

Quería creerle, una parte suya quería hacerlo, pero le aterraba volver a salir lastimado y que la causa fuera él.

—Me asusta volver a pasar por esto —su voz tembló ligeramente—. Me asusta volver a confiar en ti.

—Supongo que me lo merezco —soltó una risa sin gracia, mirándolo de reojo y consiguiendo que su atención volviera a sus piernas.

—Tae... Taesun me dijo muchas cosas que no sabía de ti —admitió. Y es que aquello, sin esperarlo, fue un golpe duro para él. Todo por lo que se sentía seguro con respecto a su relación se desmoronó—. Creo que darme cuenta de que realmente no te conocía me dolió más que cualquier otra cosa que pudo decirme.

—¿Qué te dijo?

—Por ejemplo, que no te gustan los chicos —confesó. Sabía que Taesun le había revelado temas más importantes que ese, pero por lo mismo, no los pondría sobre la mesa. Solo quería demostrar su punto delante del contrario.

—Si no me gustaran, no me habría enamorado de ti —mencionó con obviedad, ganándose un bufido por su parte, clara señal de que no le había hecho nada de gracia el comentario—. Sí, estuve con chicas antes de ti, pero nunca llegamos a ser formales, no como nosotros.

Jungkook solo pudo atinar a voltear a verlo, sin poder responder al respecto, por lo que este aprovechó para seguir.

—¿Te dijo algo más?

Dudó antes de responder, y mucho. Ya no estaba seguro de si era una situación a la que darle cabida, por lo menos no enfocado en lo que Taesun le había dicho. Sabiendo cómo era, no quería darle ese placer de que se saliera con la suya.

—Ya no importa si lo hizo, no voy a creerle —admitió por fin. Aquello casi se sintió como si se hubiera quitado un peso de encima, y fue consciente, con el pequeño suspiro que se le escapó al castaño, que escucharle decir eso había tenido el mismo efecto en él.

—Gracias —dijo. Jungkook asintió, abrazando sus rodillas contra el pecho y apoyando el mentón en las mismas—. Permíteme mostrarte que sí me conoces.

La bruma se había esfumado en algún momento, el ambiente estaba dejando de ser pesado, más eso no eliminaba por completo el malestar que sentía. No estaba seguro de nada, seguía sin poder estarlo.

—No, no lo sé —negó, queriendo esconder la cara entre sus brazos—. Me hiciste creer que quería a ese... ese...

Boqueó un par de segundos, sin que ningún sonido saliera de su boca, no encontrando un adjetivo idóneo para describirlo.

—¿Imbécil, animal, escoria? —le ayudó a completar.

Le fue imposible no amagar una sonrisa, estando de acuerdo en su totalidad, más logró reponerse y permanecer neutro, tratando de terminar de procesar los sentimientos negativos que lo embargaban.

—Jungkook, por favor, sé que me equivoqué, pero en verdad te a...

—No lo digas —interrumpió al momento, con un leve rubor en las mejillas. Se negaba a escuchar esas palabras, le ponía nervioso no saber qué ocasionaría escucharlo. El pánico le erizó cada vello.

Con tanto revoltijo en su cabeza, era lo último que necesitaba. No, no.

—¿Por qué no?

—No quiero oírlo —jadeó, girándose a verlo con indignación, como si no fuera obvia la razón de su petición.

—Quiero decirlo —se encogió de hombros, ahora sonriéndole con mofa, casi retándolo.

Taehyung amagó con hacerlo una vez más, lo que hizo que se removiera algo incómodo, tratando de levantarse del suelo. Lo odiaba. Odiaba cómo lo hacía sentir, los remolinos que causaba en su interior, y las alarmas que comenzaba a despertarle.

—No, no lo hagas —chilló entre quejidos cuando fue detenido en su escape con el agarre de su brazo, tratando de manotear para zafarse. No supo cómo consiguió que el tacto le causara cosquillas, sacándole una risa que trató de evitar, pero logró que bajara la guardia.

Era injusto, eso no estaba en sus planes; No obstante, Taehyung supo jugar sus cartas y permitirse pensar en ese instante pasó a segundo plano. Su prioridad era evitar esas palabras, tanto como para el contrario era decirlas.

De alguna manera consiguió volverlo un pequeño juego.

—Te...

—¡Taehyung! —lo interrumpió poniendo una mano en su boca y empujándolo para tenerlo lo más lejos posible; sin embargo, el mayor se abrazó a su cintura con más fuerza que la suya, haciéndolos caer finalmente al piso. No se lastimaron, para su suerte, no obstante, terminó con el cuerpo de Taehyung encima del suyo.

—Jungkook —murmuró, mirándole los labios sin vergüenza alguna.

¿Desde cuándo el castaño se comportaba tan descarado?, ¿y cómo conseguía que su cuerpo le hiciera caso y cediera con tan solo la mención de su nombre?

—No quiero... —Negó. Por su orgullo, el poco que le quedaba, debía mantenerse firme; sin embargo, las palabras fueron apagadas por los labios de Taehyung. El tacto fue corto, suave, un simple choque, más se permitió saborearlo el tiempo que tardó.

—Si no podía decirlo, al menos quería demostrártelo —sonrió victorioso a milímetros de sus labios, mirándolo directamente a los ojos.

Y eso bastó para que Jungkook dejara caer cada barrera que mantenía, ignorando sus anteriores pensamientos y se lanzara a besarlo. Su corazón lo dominaba, ese órgano que no podía controlar y se movía a su antojo sin posibilidad de queja, decidiendo bombear con rapidez cuando tenía esa mirada encima, esa que su cerebro seguía luchando por ignorar, asegurándole con firmeza que no era idóneo creerle y se mantuviera al margen. No pudo evitarlo, fue preso del impulso y la necesidad de volver a tener esa sensación sobre sus labios.

En algún momento, lo que inició con un pequeño tacto, se hizo movimiento, apagando la sensatez y enfocándose en el sabor que tenían sus labios, en lo suaves que se sentían y en lo correcto que parecía. Muy contrario a todo lo que su cabeza le aseguraba, su cuerpo se encontraba encantado con el beso, llevándolo a envolver sus brazos en el cuello ajeno y no quejarse cuando las manos de este tomaron sus muslos, apretando con suavidad la carne bajo los dígitos, causándole un temblor que apenas pudo ocultar al enredarse en sus caderas.

—Te amo —pudo completar por fin Taehyung luego de que se separaran en busca de aire. Y la respuesta de Jungkook fue otro choque de labios.

Ambos se fundieron en el beso como si el tiempo no hubiera sido más que un testigo distante de su separación. Taehyung, envuelto en el frenesí del momento, sintió estorboso el delantal que tiraba de su nuca, además de que impedía una cómoda cercanía, y, en el desespero de quitarlo, arrastró su camisa consigo. Jungkook, al verlo, jadeó, llevando sus manos a acariciar la reciente piel expuesta. Era tersa y fría, de un color canela que contrastaba con su palidez. Era la primera vez que lo veía sin camisa, y el calor que subió por su cuerpo no podía ser normal, mucho menos esa necesidad de tocar y recorrer, o mirar, aun cuando los besos húmedos le pedían cerrar los ojos y disfrutar de la intromisión en su cavidad.

El tacto fue intenso, demasiado, y cuando el moreno repitió la acción, trazando toques por sus piernas como si con cada uno buscara grabar ese instante, fue que notó su parcial desnudez, apenas cubierta por la fina tela de su ropa interior, apenas tan larga como un short.

—Taehyung... —Jungkook jadeó bajo, algo avergonzado, casi sonando como una súplica apenas audible. Estaban yendo demasiado lejos y temía las consecuencias; no obstante, fue incapaz de articular algo más allá de su nombre.

Pero pareció bastar cuando el contrario entendió su mirada y se detuvo, aunque sin soltarlo.

—No creo que esto sea buena idea —asintió, tratando de mantener la compostura—. Aún me odias.

—Yo no te odio —se apresuró a rebatir, sacándole una leve sonrisa ladeada al contrario.

—Tal vez no, pero primero debo ganarme tu perdón.

—Sí, sigo muy molesto —confirmó, aunque no muy seguro si a Taehyung o a él mismo. Deseó tomar distancia por el bien de su compostura, pero su cuerpo se encontraba pegado al piso, así que solo intentó dejar caer los pies, siendo impedido por Tae, quien ajustó el agarre en sus muslos—. No puedo pasar por alto que seas una persona diferente.

Aunque en ese momento, cuando la cercanía se sentía cálida, hogareña, segura, desearía poder hacerlo, cerrar los ojos y fingir delirio ante ese detalle. Solo por ese momento.

—Lo sé.

Sin embargo, no era posible. Incluso recordarlo le creaba un vacío en el interior que le causaba náuseas, más allá de las que la resaca le podía causar. Empezando por el mal sabor que reconocer los malos momentos con el real Taesun le traía. Necesitaba deshacerse de esos sentimientos, y recuerdos, de ser posible.

—Hasta ayer logré recordar lo mal que la pasé con Taesun —sintió sus ojos humedecerse, por lo que se apresuró a taparse la cara con ambas manos. No quería llorar, pero la impotencia que sentía al recordar lo desbordaba.

El castaño lo envolvió en un poco cómodo, pero tranquilizador, abrazo, dándole consuelo y permitiendo que se acurrucara en su hombro.

—Jamás me comportaría de esa manera contigo —le aseguró.

—Yo creía que sí —admitió en voz baja, esperando que no se le quebrara la voz—. Debí darme cuenta, eres tan diferente a él.

—No es tu culpa que yo no hubiera sido sincero contigo.

Y lo sabía, pero eso no quitaba lo obvias que eran sus diferencias. Taehyung era encantador, lindo, cariñoso, divertido; amaba comer, dibujar, hablar de sus pasiones, conocer diferentes perspectivas; era multifacético, sensato, sereno. Nada de eso lo poseía Taesun, nada de lo cual se enamoró era perteneciente de él, ni siquiera las características físicas, pues ahora era consciente de que, pese a ser gemelos, Taehyung con sus lunares, sonrisa, ojos, se distinguía de su hermano y destacaba en belleza.

Todo, cada cosa, de la que estaba perdido en su totalidad, era perteneciente de Taehyung y nadie más y, aunque seguía asustado de volver a cometer los mismos errores que lo llevaban a un patrón insano, tenía la pequeña esperanza de que, tan solo por esta vez, sería diferente.

—Sí... —descubriendo su rostro y con aquel último voto de confianza que le entregaría, esperaba que esta vez sí fuera el salto definitorio—. Si te doy una oportunidad, ¿prometes no volverme a mentir de esa manera?

—Lo juro —sonrió el mayor en grande.

La alegría que desbordó Tae le trajo la paz que había estado pidiendo, consiguiendo que por fin sus músculos soltaran la tensión retenida desde que se enteró de la verdad.

—Es tan raro todo esto —quiso reír por lo absurdo y bizarro que sonaba, incluso si lo pensaba—. Estoy enamorado, algo así, ¿de mi cuñado?

—No soy tu cuñado —se quejó Taehyung al escucharlo, separándose un poco más.

—Lo eras. Más o menos —rio bajito, viendo cómo el contrario también le dedicaba una pequeña sonrisa.

Sin poder resistirlo, Taehyung dejó un suave y lento beso sobre los labios de Kook antes de proseguir.

—Empecemos de cero —soltó, acariciando los cortos mechones de su cabello—. Tengamos ese comienzo que nos faltó.

—¿Hablas en serio? —jadeó sorprendido, ilusionado. La mención de devolver ese inicio que se robaron lo puso extrañamente feliz, no sabía cómo harían eso, pero le encantaba la idea.

—Sí. Así podrás disipar tus dudas, y darte cuenta de que me conoces mejor que nadie.

—¿Y cómo sería eso?

—Podemos empezar como amigos.

—¿Amigos? —su entrecejo se arrugó, confundido, pues las acciones y decisiones de Taehyung estaban lejos de tener una intención amistosa.

—No exactamente como lo piensas —aclaró para no hacerle ideas erróneas. Y aunque parecía difícil, Jungkook sabía que lo que le proponía era en busca de lo mejor para ambos—, más bien es darnos el tiempo de sanar, de reconstruir confianza y eliminar rencores.

—No quisiera vivir con rencor —se dijo más para sí, rechazando por completo esa opción. Lo cual pareció ser respaldado por el contrario, quien asintió corto.

—Yo tampoco quiero que lo hagas.

Taehyung salió de encima suyo, ayudándolo a reincorporarse. Lo miraba con una sonrisa tranquila que le transmitió toda la seguridad que aún le hacía falta.

—Entonces... ¿Amigos? —preguntó Taehyung, levantándose del suelo y extendiendo su mano a espera de que la tomara.

Sí, podía sobrevivir a ser amigo de Kim Taehyung.

Poniéndose de pie, lo miró a los ojos antes de hablar.

—Amigos —asintió, tomando la mano de Taehyung y apretándola a modo de trato; sin embargo, el mayor se acercó y le dejó un beso en la frente antes de tomar su camisa y delantal para escabullirse de nuevo al interior de la cocina.

—¡Tu desayuno se enfriará! —le advirtió este desde el lugar.

No supo si mientras habían hablado la sopa siguió hirviendo, o si la había apagado, pero en ese momento no importó, se tomaría la sopa, o crema, para la resaca hecha por el mayor sin queja alguna. La intención de cuidarlo era más que suficiente.

—Gracias por prepararlo.

—No está tan rico como tu comida, pero es comestible.

Holi, holi mis amores 💞 lamento la demora 😭 muchas cositas en la vida me impiden escribir como quisiera 😞 aún así, aquí tienen el cap, espero que les haya gustado y lo disfruten 💞.

El cap está dedicado a mí bebé hermosa porque sin ella y su apoyo este capítulo no hubiera salido a la luz sino hasta dentro de media vida 😭😭💞💞 Es por ella que aquí me mantengo a pesar de las circunstancias 🥹🫀 Mi mayor apoyo sin duda alguna ✨.

Y por ahorita no tengo más por decir, nos vemos pronto en el fic por Halloween 😳 es una semiadaptación de "El Cadáver De La Novia" por si les interesa 💞.

Los amo mucho, cuídense y no olviden escuchar la versión extendida de Super Tuna, esta buenísima 🎣 JAJAJA. Tengan un feliz octubre 🫶🏻🎃🫀

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