CHAPTER 13 🤍
Su mirada seguía sin descanso los movimientos agitados de su gemelo. A pesar de no dirigirse la palabra, sabía con exactitud que se encontraba ansioso, un estado últimamente usual en él. Era extraño y hasta cierto punto exasperante verlo tan inquieto y distante al mismo tiempo. Y aunque quisiera preguntar, le sería imposible al mantenerse en ese juego infantil de "la ley del hielo".
Lo que más le molestaba era que llevaba días dando lo mejor de sí para disculparse y no bastara para llamar su atención.
Parecía más relevante una mosca que él.
—¿Podrías dejar de seguirme? —mencionó el contrario, deteniendo sus pasos de golpe.
Taesun, quien estaba a un par de metros de él, se detuvo como pudo antes de que sus cuerpos colapsaran.
—¿Podrías dejar de ignorarme? —se quejó, viéndolo retomar sus pasos e ingresar a su cuarto—. ¡Necesito que me escuches, Taehyung!
Su paciencia se estaba yendo a la mierda. Necesitaba que su gemelo dejara esa actitud con él. Dos semanas, cuando usualmente no pasaba de tres días, eran suficientes. Ni siquiera de pequeños duraban tanto sus conflictos, les bastaba con compartir un helado o su merienda y todo lío quedaba en el olvido.
—No tengo tiempo —se encogió de hombros este—. Y tampoco quiero hacerlo.
Taehyung, por su parte, tenía más que claro que ya había tenido suficiente de quién se jactaba de llamarse su hermano.
Todo lo que hizo con Jungkook, y en especial lo que hacía con él, cruzó un límite que ya no podía tolerar. Él entregó mucho de sí para cuidar a Taesun desde que era un niño; fue excesivamente comprensivo, trató de pasar por alto su mala conducta, pues no se sentía con el derecho de involucrarse, le entregó paciencia, empatía... Le hizo daño a quien adoraba desde un comienzo por él, ¿y para qué?
¿De qué le servía tener a su gemelo de protegido si ante la primera oportunidad este mismo lo lastimaba?
—¡Lo siento! —exclamó en ruego, entrando al cuarto del chico y caminando hasta estar a su lado—. No debí comportarme así y molestarte frente a papá. Sé que los dos no se llevan bien y...
—Te dije que no te quería escuchar —interrumpió. Su palabrerío lo tenía con jaqueca. Harto, se fue hacia su estudio, ingresando y deteniéndose en el marco antes de que el de rostro idéntico siquiera tratase de entrar—. Ni se te ocurra dar un paso más. —Ambos sabían que esa zona solo era de Taehyung y, sorprendentemente, se respetaba esa decisión, por lo que Taesun, cruzándose de brazos, se estancó en su lugar.
Mientras Taehyung continuaba en lo suyo, él no le perdió la pista. Seguía sin saber qué hacía o por qué lo hacía, lo cual avivaba en demasía su curiosidad. No obstante, un par de marcos con pinturas nada comunes de su hermano llamaron su atención.
Él conocía a la perfección el estilo de Taehyung; en su cuarto incluso se encontraban dos de sus mejores dibujos. Y es que debía empezar con el hecho de que Taehyung era más de dibujar que de pintar. Sin poderse acercar a la mesita en donde se encontraban, solo atinó a entrecerrar los ojos para detallarlas: eran muy coloridas, con tonos suaves y que no seguían para nada un orden en la colorimetría. Pero lo que más llamó su atención no fue que la primera fuera una mezcla extraña de flores y fresas y la otra un árbol con follaje en forma de un corazón, no. Lo que lo tenía, ahora, con una ceja alzada y la respiración pesada, eran las firmas que se encontraban en cada esquina.
—¿Jungkook pintó contigo? —murmuró a la par que el castaño tomaba el cuadro del corazón y lo guardaba en una bolsa de papel estampado con corazones y regalos, junto a otras cosas que en ese momento eran irrelevantes. La sonrisa ladeada y de burla que le dio Taehyung debido a su inevitable tono de indignación le dio más allá de una sola respuesta—. ¿Lo dejaste entrar aquí y tomar tus cosas?
No lo podía creer. Ni siquiera él tenía permitido pisar ese lugar; las primeras veces que lo intentó, la puerta se encontraba con llave, sin importar si Taehyung estaba, o no, adentro.
La respuesta a su pregunta nunca llegó; en cambio, su hermano pasó por su lado con una tranquilidad que lo tenía al borde de estallar. Quizás por eso, no lo pensó mucho y trató de tomar la bolsa para querer revisar a detalle lo que se encontraba adentro, recibiendo a cambio un empujón que lo hizo chocar contra el marco de la puerta.
En cuestión de segundos, y sin saber con exactitud cómo, tenía el antebrazo de Taehyung a tan solo milímetros de su cuello, apretando con fuerza, y al contrario encarándolo con un vacío en su mirada que jamás había visto antes.
—¡Carajo, me rompiste la cabeza! —se quejó, tratando de no mostrarse aturdido.
—No toques mis cosas —respondió Taehyung, sin darle importancia a lo que escuchó.
Le tenía sin cuidado el bienestar de Taesun. Estaba más ocupado en llegar temprano al encuentro que le habían pactado que en atender los berrinches de un malcriado.
—¿Qué mierda te pasa? —bramó más que confundido—. ¡Te estoy tratando de pedir perdón!
—¡No me interesan tus disculpas!
Y es que lo último sucedido con él y su supuesto padre fue la maldita gota que desbordó y acabó con lo poco que le quedaba de cariño por su hermano.
No lo soportaba más, estaba cansado de ser tan blando y darle el poder a Taesun de hacer lo que quisiera con él, de siempre ser manipulado, de verse obligado a aguantar sus infantiles celos y su control enfermizo.
—¿Quién mierda eres? No pareces mi hermano —escupió el acorralado, escudriñándolo con su mirada.
—Oh, ahora sí soy tu hermano. No parecía serlo estos últimos meses —le recordó, soltando una leve carcajada sin gracia. Taehyung ya no lo aguantaba ni un día más, ni a él, ni a esa actitud prepotente que lo hacía creerse el rey de un reino inexistente.
Ya había sido suficiente, Taesun jamás sería un verdadero hermano, ni un amigo, alguien en quien confiar. Nada bueno podría salir de él.
—¿Todo esto es por ese niñito? —preguntó. Tae le respondió con su silencio—. Claro que lo es —jadeó incrédulo—. Taehyung, no sé qué te hizo o dijo, pero no puedes irte en contra de tu familia por alguien pasajero.
Las cejas del castaño se alzaron, no creyendo el nivel de cinismo que podía alcanzar su gemelo. Otra pequeña risa se escapó de sus labios. Es que no podía creerlo, ¿cómo no lo había visto antes? En ese momento se encontraba buscando algún recuerdo donde ese idiota hubiera hecho algo por él o por alguien que no fuera en beneficio propio. No halló ninguno.
—Perfecto, ahora priorizas a la familia —rodando los ojos, se burló, ganándose un gruñido y que tratara de zafarse de su agarre sin resultado alguno—. Supongo que lo haces cuando te conviene.
—Jungkook ni siquiera sabe que existes; sigue creyendo que soy yo. ¿Qué crees que hará cuando se entere? —sonrió de oreja a oreja, con su usual expresión de superioridad, esforzándose por no verse afectado—. ¡Te dejará!, porque eres un mentiroso, al igual que yo. Al final, no servirá de mucho que lo elijas a él.
Y fue un golpe bajo, ambos lo sabían. La mandíbula tensa de Taehyung lo exhibía, al igual que lo hacía su respiración pesada; sin embargo, a diferencia de veces anteriores, esta vez no lo dejaría salirse con la suya.
—Él ya lo sabe —mintió—, y adivina —acercando su rostro para encararlo y disfrutar de la expresión atónita de este, continuó—, le encantó saber que no eras tú, que ya no tenía basura estorbando en su vida.
Por primera vez, Taesun se quedó sin habla. Sus labios se movieron, pero ninguna palabra o ruido salió. Verlo confundido y sin saber reaccionar le avivó un fuego interno que desconocía. Era obvio que le tomó por sorpresa que Taehyung no cayera ante sus provocaciones y que, peor aún, le contestara de la misma forma que él haría.
Para él eso era impensable. En su interior, se había convencido de que nada de lo que hiciera sería suficiente para separarlo de su gemelo, por qué él era su favorito, por qué nunca le negaba nada, por qué era el único que lo adoraba, incluso siendo un asco. Y, oh, cuán equivocado estaba.
—Le das asco. Lo enferma saber que en algún punto sintió algo por ti. Te detesta —ahora, Tae, creyéndose superior, se permitió soltar veneno que retuvo por mucho tiempo con sus falsas afirmaciones—. Y comparto el sentimiento con mi novio.
Aunque lo último sería blasfemia negarlo.
—¿Qué? —murmuró Taesun, con sus pupilas agitadas, tratando de hallar en él cualquier signo de mentira. Lástima para él que lo único que encontró fue una seguridad imperturbable.
—Compartiremos sangre y padres, pero no quiero volver a tener nada que ver contigo.
—¿Se te jodió la cabeza? —sus palabras salían como podían, detestando mostrarse afectado. No, él no era así. Taehyung no podía causarle esto; era injusto y estúpido.
—Se me acabó la paciencia —sentenció—. No te soporto más; has acabado con todo el cariño que alguna vez te tuve. Y no, no fue culpa de Jungkook; tú solito conseguiste que no quiera saber nada de ti.
Soltándolo, inició su camino en dirección a las escaleras. Ya tenía lo que quería y aclaró todo con Taesun, así que no le quedaba más que continuar con sus planes.
—Taehyung, esto es absurdo, ¡vivimos en la misma casa! —intentó seguirlo, pero se detuvo a la par que Tae hizo lo mismo, incluso antes de dar más de dos pasos.
—No por mucho tiempo —se encogió de hombros, restándole importancia—. Hablaré con mamá y aceptaré vivir en un maldito cuarto de estudiantes si eso me mantiene lejos de ti.
Taesun ya no tendría poder sobre él.
—Nos meterás en problemas si le cuentas...
—Debiste pensar que eras un mantenido de mami antes de hacer tus estupideces —finalizó.
Si el contrario siguió reclamando o quejándose, no le importó. Bajó y, tomando las llaves de su auto, salió sin inmutarse por los chillidos de fondo que creía escuchar.
El camino fue corto y la paz mental adquirida después de enfrentarse y cortar de raíz con el problema en el que se convirtió su familiar, lo hizo más fácil aún. Ahora solo le quedaba resolver las cosas con su Kookie... lo cual era lo más complicado y jodido de todo, pero había tomado la decisión de hacerlo luego de su pequeña celebración.
Su ángel se veía muy ilusionado con dicho evento, el cual era el primero que celebraría al él ser su primera pareja... muy entre comillas. La cosa es que su corazón no le daba para destruirle tal anhelo. Se la pasó toda esa tarde contándole a él y a Namjoon de qué se trataba, lo que harían y cómo serían los preparativos, sin dejar ningún cabo suelto. No lo arruinaría con su estupidez, en cambio, le daría la mejor fiestecita y le demostraría cuanto lo adoraba; se esforzaría por darle el recuerdo más bonito de todos.
Por eso mismo, en ese instante se encontraba encarando a un rubio pucherudo que lo había estado esperando en el estacionamiento de uno de los centros comerciales de la ciudad.
—No puedo creer que me haya prestado a ser parte de esto —Jimin rodó los ojos, bufando con exageración.
—Yo no te pedí venir —contraatacó con una sonrisa, activando el seguro de su auto.
Jungkook fue quien orquestó la salida, luego de declararse un inexperto en las celebraciones románticas, según su pareja para que lo "guiara", y aunque no se sentía muy cómodo yendo con el familiar de este a conseguir todo lo que le regalaría, su genuina intención por ayudarlo y la ilusión de que todo saliera perfecto le impidió negarse.
Así que ahí estaba, con el primo de Jungkook poniendo una fingida mala cara delatada por la comisura de sus labios alzada.
—Ya sé —rodó los ojos—. Y, no lo tomes personal, pero es raro salir con el novio de mi bebé a comprarle... —su rara mueca cambió gradualmente a una más pícara y egocéntrica—. Lo único que pido es que me dejes en la entrada si vas a ir a una tiendita de temática sexual.
Las mejillas de Taehyung se incendiaron en un intenso carmesí.
—¡Carajo, Jimin!, ¡eso no se me había ocurrido en ningún momento!
—No me digas que te di una idea —la antes mofa desapareció y Jimin abrió los ojos con un tenue rosa en sus mejillas.
Eso solo hizo más vergonzosa la escena.
—¡No! —abochornado, se alejó de su auto y del rubio. Lo ideal sería empezar pronto con las compras y no seguir escuchando las ocurrencias del más bajo—. Mejor sígueme.
Sería una larga tarde.
Su primer paradero al estar adentro fue una tienda de cosméticos que, según las reseñas en línea, era la mejor en la ciudad. A primera vista era acogedora, sus paredes rosas y blancas consiguiendo un equilibrio perfecto en el ambiente acompañado de luces enfocadas en cada estante.
—No sé nada de productos para la piel, solo que Jungkook los ama, así que necesito tu ayuda —giró su cabeza a Jimin, quien le miró con una alegría desbordante. En ese instante, la expresión dulce delató el parentesco con su pareja, siendo quizás esa emoción infantil el único rasgo que compartían realmente.
—¡Yo le enseñé a ese mocosito todo lo que sabe!, así que ponme cuidado que hoy aprenderás más sobre tu novio.
Y sin más, ingresó en la tienda, tomando y explicando a detalle lo que encontraban, también le hablaba de las marcas que el pálido solía comprar y porque eran sus favoritas. Nunca pensó que comprar cremitas y mascarillas fuera tan complejo, o que tuvieran tantas instrucciones y restricciones de uso.
A decir verdad, le fue imposible aprenderse por completo la información lanzada. Confiaría en que Jimin conocía mejor a Kook en ese aspecto y no lo dejaría cometer errores. Él se concentraría en lo que sí podía escoger personalmente para su niño:
Accesorios para cabello.
—Uh, ¿eso sí será del gusto de Kookie? —cuestionó el rubio, después de verlo detenerse en esa sección, con su canasta de compras empezando a rebosarse con los inesperados objetos.
—Creí que tú lo conocías mejor que yo —lo miró burlón, alzando en frente de este una diadema de maquillaje para luego dejarla dentro de la canasta que el rubio traía. La suya ya no tenía mucho espacio.
—Yo no dije eso —se cruzó de brazos. Tae alzó una ceja en consecuencia—. Tal vez lo insinué, pero no fue directo, así que no cuenta.
Posiblemente, llevaban una hora ahí, tal vez ya habían estado la mitad de la tarde ahí. No lo sabía, pero había conseguido llevarse bien con el contrario y crear la confianza suficiente para acoplarse a su personalidad socarrona.
—Se verá muy bonito con estas; son como las gomitas de oso que le gustan — dejando ir el tema, le entregó lo mencionado.
—Están muy lindas, es verdad —dijo, detallándolas. Se veían como auténticas gomitas. Acomodándola entre sus otras compras, observó las otras que ya se encontraban ahí—. Llevas muchas.
Tae asintió con el pecho en alto.
—También llevaré pulseras y collares. Le gustará que combinen con lo demás.
—¿Sabes combinar? —preguntó sorprendido mientras seguía recibiendo otros objetos. Ese chico estaba a nada de llevarse toda la tienda.
—Lo intento... —soltó una pequeña risilla a la par que rebuscaba dos de los accesorios—. Mira: aquí están estos moños lilas —levantó su diestra, para luego hacer lo mismo con su zurda—. Así que tomé esta pulsera con dije de moño que tiene color similar.
En efecto, ambas cosas se veían bien juntas.
—Sí, se ve bien.
—Y en Jungkook se verán mejor.
Honestamente, a Jimin se le hacía raro que su primo usara eso. Llevaba años sin verlo usar algo similar. A excepción de la cita doble que ese mocosito le planeó a escondidas. Sin embargo, no podía negar que le quedaban perfectas y, si a él le gustaba, no importaba mucho más.
—Eres muy empalagoso —se burló—. Pero no me quejaré porque es por mi Nochu.
Ninguno dijo más al respecto y se dedicaron a debatir entre qué comprar o no. Taehyung tomaba todo lo que le parecía tierno, mientras Jimin le enseñaba cosas más sutiles, como pinzas con perlas, decoraciones en colores plata, cintas blancas. Y, por practicidad, concretaron llevar ambas opciones.
Luego de hacer el pago y el empaque, tomaron las bolsas y Taehyung los guio a la siguiente parada, la cual esta vez sí dejó completamente aturdido a Jimin.
—¿Qué hacemos aquí? —murmuró en la entrada de una boutique.
—Comprar más regalos para Kook —contestó como si fuera obvio. Aunque al mirarlo, la expresión atónita de Jimin le evidenció que, sin querer, reveló un detalle que el rubio desconocía. De hecho, era absurdo que pensara lo contrario cuando este, un rato antes, le cuestionó al llevar los detalles para el cabello. Qué tonto era—. A él le gustaron un par de cosas de este lugar, puedes esperarme aquí, no tardaré.
Trató de remediarlo huyendo del asunto, pero por supuesto que el más bajito no soltaría el tema tan fácil.
—¿Estamos hablando del mismo Jungkook? —el tono recriminatorio le advertía que probablemente había cometido un error.
Ay, qué descuidado fue.
—¿El pálido bonito de ojos grandes?, sí —su atención se quedó en un perchero de camisetas, tomándolo como excusa perfecta para estancarse ahí sin voltear al contrario.
—Tae, estoy hablando en serio —se quejó.
—No tiene nada de malo que le gusten algunas prendas de aquí —defendió. Al menos esperaba que Jungkook no se enojara con él.
No había sido su intención, se dejó llevar por el momento de confianza que tenía con... lo más cercano a su cuñado, que no cuido sus acciones y no lo pensó bien.
—No lo digo por eso, es solo que él...
—¿Es un chico con buen gusto? —interrumpió. Toda aura agradable que tuvieron se disipó por completo, creando una terrible inquietud en ambos.
—Nunca le habían gustado estas cosas —le aclaró. Jimin se encontraba confundido, no recordaba a Jungkook siquiera interesado en alguna prenda similar a las que lo rodeaban.
Al contrario, recuerda divertirse quemando faldas, cortando vestidos o tirándoles lodo para dejarles una mancha imposible de lavar. A Jungkook en los baños de su colegio cambiándose a prendas que él le prestaba. Las discusiones con su tía por aborrecer todo lo que le compraba.
No tenía sentido.
—¿Por qué de pequeño odiaba sus vestidos y que lo peinaran? —aprovechando la situación, le recriminó lo sucedido en su primer encuentro.
—Yo puedo explicar eso —se apresuró a decir, algo atontado al sentir que el moreno se había escabullido en sus pensamientos con la única excusa de reprenderlo.
Sin embargo, la verdad era que Taehyung recordaba bastante bien ese día, y como la confusión lo baño por no tener idea de a que se debía esa discusión interna. Si hubiera sido menos despistado, probablemente se habría dado cuenta de a qué se refería, pues los nervios de Jungkook eran más que notorios; no dijo ni opinó al respecto, creyendo que su silencio sería la decisión correcta. Y sí. Pero ahora, que entendía el trasfondo de esa situación, se creía con el derecho de recriminar su mal comportamiento.
Estuvo a punto de exponer a Kook sin su permiso.
—Fuiste algo cruel con él —bufó, pasando al perchero de al lado. Los que estaba viendo no le convencieron; eran en su mayoría tops.
—No era mi intención, solo me enojó que... No importa —el rubio se calló antes de decir algo imprudente; sin embargo, el reclamo que le hacía el novio de su primo y su tranquilidad para encararlo consiguieron que sus cables se conectaran y dieran con otra respuesta—. Tú sabes algo.
—No sé de qué hablas —se apresuró a negar este, a pesar de verse delatado por la incontrolable tensión que se adueñó de su cuerpo.
Quizás, si fingía demencia, este se cansaría de preguntar y lo dejaría en paz. Claro que, nuevamente, se equivocó.
—Ya lo sabes, ¿no es así? —se acercó para tratar de encararlo.
—Eres excesivamente curioso —Taehyung gruñó, conectando sus miradas. Vaya, sí que era persistente. No se sentía molesto, nada más, invadido.
—Solo quiero cuidarlo, tú no sabes lo que ha tenido que pasar.
—No, no lo sé, pero puedo intuir algo.
Lo cual le dejaba un mal sabor en la boca. No quería siquiera imaginar por lo que había tenido que pasar su pequeño, todo lo que le habría costado con sus amigos, con su familia. Incluso tenía el impulso de querer preguntarle a Jimin, averiguar un poco más de ese pasado no tan grato, de esa infancia conflictiva.
El bajito mencionó que solía ser revoltoso al punto de su cabello desordenado convertirse en una característica de él. De repente, el deseo de conocer a un Jungkook pequeño, envuelto en vestidos, seguramente arrugados, y gruñón, se apoderó de su ser. No obstante, no le competía a su familia hablar del tema.
—¿Él te lo contó? —insistió una vez más.
—En realidad no, me enteré por estar igual de curioso que tú —finalmente confesó, entrecerrando los ojos en modo de reproche.
—¡Ya!, entendí, perdón por estar de metiche —se disculpó tapándose la cara con ambas palmas. Le alegraba saber que el castaño supiera la verdad, eso complicaría menos al momento de que el mismo Jungkook le contara, aunque eso no evitaba que siguiera inquieto—. No tienes problema con su transición, ¿cierto?
Tae lo miró serio, incrédulo, enseñándole una camiseta con un estampado de caja de leche, al parecer, dos tallas más grandes que la de Jungkook.
—Bien, pregunta estúpida —confirmó con sus orbes puestos en la prenda—. Pero entiéndeme, me preocupa que salga lastimado.
—Lo último que quiero hacer es lastimarlo —su sonrisa no fue tan sincera como quiso al recordar el inminente caos que ocasionaría. No era su intención, nunca lo fue, a pesar de que era justo lo que pasaría. Sin embargo, también se encargaría de remediar y reparar sus equivocaciones—. Y que sea trans o no, da igual. Adoro a tu primo por quien es, no por lo que esté debajo de su ropa interior —aseguró. Tomando varias camisetas anchas, como las que Kook adoraba ponerse, se acercó a la sección de shorts, seguro de que le sentiría bien presumir sus tonificadas piernas—. De hecho, nunca me detuve a pensar en eso hasta que me enteré.
Y no mentía, nunca le dio demasiada importancia a su entrepierna. Tal vez sí a su género por ser el primer chico del que gustaba, más, nada que en ese momento no se encontrara zanjado.
—Gracias —murmuró Jimin, segundos después, palmeando su hombro—. Quiero decir, por ser el primer humano decente que lo trata como se merece.
Tae se limitó a asentir. Tal vez no era tan decente como el bajito desearía, pero al menos sí se aseguraría de hacer lo que estuviera en sus manos para ver a su noviecito feliz y hacerlo sentir querido.
Y, a pesar de no ser consciente, el menor ya experimentaba esas sensaciones. En ese momento, en una esquina diferente de la ciudad, el pequeño de personalidad encantadora no podía sentirse más dichoso.
—¡Apresúrate, Nam! —apuró, Jungkook, jalándolo del brazo por la sección de pintura del local donde se encontraban—. Aquí hay más cosas.
—Deberías conseguir más amigos, ya me cansé.
El moreno, con fastidio fingido, se estancó al lado del menor. Llevaban desde el mediodía de establecimiento en establecimiento, buscando los "detalles perfectos" para el novio de su amigo, lo que parecía misión imposible al este nada convencerle.
—Oye, eso no fue lindo — jadeó, cruzándose de brazos—. Tampoco es que tú tengas muchos amigos.
Verlo enojado se le hacía adorable. Por lo menos no daba tanto miedo como cuando era Jimin quien lo estaba. No le molestaba acompañarlo y se consideraba alguien paciente, pero sus piernas ya dolían y su estómago, rugiendo por comida, tampoco ayudaba.
—Yo soy feliz con mi soledad —le sonrió acariciándole el cabello, mostrándole que no hablaba realmente en serio—. Dime, ¿qué encontraste?
Kook señaló la estantería a su izquierda, haciéndole arrugar el entrecejo al mayor. No entendía qué era lo especial o emocionante de...
—¿Borradores?
—¡Con formas de dulces! Tae ama los dulces y los postres —dio pequeños saltitos en su lugar, tomando varios paquetes que llamaron su atención.
—Me dijiste que estudia arquitectura, ¿no? —preguntó este, queriendo entender la lógica de su contrario—. Necesita borrar mucho, así que le serán útiles.
—Y lápices y colores. Ama pintar, así que también necesito encontrar esas cosas.
Al parecer, Kook ya se había decidido por lo que le compraría después de tanto tiempo, y agradecía que fuera así. Tomando la canasta que el otro tenía en sus manos, le dio libertad para que escarbara entre todas las estanterías.
—¿Vas a comprar algo más?
—Vi libretas de dibujo hace por aquí —dijo, yendo a ellas y sacando todas las posibles para elegir la que más le pareciera idónea para su plan—. Quiero comprar una y decorarla yo. Siento que le gustará.
—Lo amará, estoy seguro —le confirmó. Solo un tonto no apreciaría un detalle manual.
—También tengo que ir a comprar todo lo necesario para la cena que tengo planeada, y para los postres —le avisó con una risilla nerviosa, dejando el cuaderno elegido junto a lo demás que llevaría.
—¿No te tomará eso mucho tiempo? —respondió a cambio, no muy seguro de que las horas favoreciera a su amigo.
—Ya me las ingeniaré, pero no creo que sea tarea imposible —se encogió de hombros. Tenía todavía un día entero y no pensaba hacer recetas difíciles
Se sentiría en un reto contra reloj, pero valdría la pena.
—Puedo ayudarte a hacer los postres, esos pueden hacerse antes y refrigerarse.
—¿En verdad me ayudarás?
Con un suspiro, asintió. No era nada del otro mundo, además notaba el valor que Jungkook le estaba dando a esa celebración, su ilusión salía por los poros. ¿Qué clase de amigo sería si no lo auxiliaba?
—Todavía te debo el favor de presentarme a tu primo, y sé que me ayudarás si debo hacerle algo a él.
—¡Gracias! —envolviéndolo en un abrazo corto, siguió con su búsqueda.
—Hoy estás demasiado animado —se burló el moreno. Su actitud hacía un contraste enorme con la de la mañana anterior.
Deseaba que se mantuviera así de alegre siempre.
—Es mi primera vez haciendo algo así. Me emociona mucho —murmuró jugando con la esquina de una cajita de carboncillos que recientemente había tomado—. Quiero que quede perfecto, además... creo que por fin puedo decir que confió en él.
Confesó, sonriendo para sí mismo al creerse sus propias palabras. Tae era todo lo que quería. El comienzo con su pareja fue agobiante; conflictos, reclamos y ese miedo a la pérdida por culpa propia... pero, aunque aún tenía miedo a que Tae en cualquier momento se fuera, la dinámica era diferente, la presión se evaporó, la ansiedad y su frustración por cambiar y ser alguien mejor para el moreno también se esfumaron. Ahora solo quedaban cariño, besos y mimos, con pequeños desacuerdos que acababan con un Tae dialogando con calma y paciencia.
Se sentía entendido, cuidado y, sobre todo, aceptado.
—¿En serio?, ¿tú... tú le vas a decir? —inquirió queriéndose asegurar de que con "confiar" se refería a eso y no a algo más.
Jungkook se lo confirmó con un casto asentimiento.
—Me da miedo, pero Jimin y tú tienen razón, Tae se preocupa mucho por mí y es realmente especial conmigo. No creo que haga nada que me lastime si le digo la verdad —seguía rezando por no estarse equivocando una vez más y terminar tal cual las veces anteriores.
Pero estaban hablando de Tae, el mismo chico que llevaría en su cita de cien días un vestido si él se lo pedía. Lo cual no haría a pesar de lo mucho que le insistió este.
—Vaya, me sorprende un poco —admitió el moreno. No esperó escuchar esas palabras de nuevo.
—Estoy algo asustado, pero ayer Tae... —sus mejillas se encendieron al recordar la agradable sensación de estar encima de su novio y lo cómodos que ambos estuvieron en el contacto— Tengo fe de que no reaccione mal.
Aunque también se encomendaría a todo lo santo que existiese, por si acaso.
—Si lo hace, le rompo la cara.
—¡Namjoon!
Reprendió con un leve empujón, dejando por fin la caja de carboncillos dentro de la canasta, decidido a revisar más áreas y así obtener otras ideas de regalos. El mencionado se limitó a bufar y seguirlo.
—De todas formas, tendría derecho a enojarse por ocultarle un detalle tan importante —le recordó. No sería justo crucificarlo si se molestaba por ocultarle la verdad; sería una reacción común. Más esperaba que el detalle de "ocultarle cosas" fuera lo único que le trajera conflictos.
—No te puedo negar que esa es una opción —concordó su mejor amigo, muy a su pesar.
Jungkook no pudo evitar soltar una exhalación temblorosa.
—Lo he estado pensando desde anoche y quiero seguir avanzando con él, pero para eso debo ser honesto.
Estaba seguro de ello, durmió pocas horas por estar analizando cada posible situación, y sí, existían bastantes escenarios negativos. Sin embargo, era el momento de hacerlo, no podía ocultarse para siempre y tampoco quería.
—Él te aceptará, estoy seguro. Ya no es el idiota que conocimos —intentó alentarlo. Su brazo lo envolvió por encima de los hombros, sacudiéndolo un poco para hacerlo reír—, y en la salida de ayer apenas y te soltaba; no creo que sea capaz de vivir sin ti.
—Estás exagerando —lo empujó, zafándose de su agarre, avergonzado por las declaraciones del alto.
Namjoon, soltando una pequeña carcajada, rodó los ojos.
—Lo que digas.
Esos dos se amaban demasiado; dudaba de que existiera algo o alguien capaz de separarlos.
Hola, hola, ¡volví! 👀
Espero les haya gustado el cap 😭💕
No tengo nada que decir por ahora, solo que esta semana es probable que me concentro y mi nuevo fic y no pueda actualizar, sino hasta más tarde, peroo, solo es una suposición, trataré de actualizar lo más pronto que se pueda 🤭💕
Los adoro mucho mis bellezas, nos vemos prontito 💗💗
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