CHAPTER 10 🤍
El zumbido insistente, como el de un abejorro merodeando alrededor de una flor para beber su polen, se esforzaba por arrancar a Taehyung del acogedor sueño que lo mantenía dopado en lo más profundo de su comodidad, sintiendo a su lado el peso de alguien más con quien compartía un abrazo fuerte, en el que la cintura contraria se encajaba entre sus manos de forma que pareciera hecha a medida.
Más allá de eso, ambas anatomías se amoldaban a la otra, conectadas como piezas de puzle: los diez centímetros menos de Jungkook conseguían que la coronilla se escondiera entre el hueco de su cuello, y la espalda de este se hundía en su pecho como si se tratara del colchón más cómodo. Y Dios, ni qué decir de esas pequeñas montañas de carne que chocaban con su entrepierna, acurrucándose de manera que lo incitaba a moverse en medio del limbo de la inconsciencia.
No fue hasta que notó que una parte de su cuerpo había despertado incluso antes que él, que reaccionó. El asombro y pánico del momento aturdieron a Taehyung, consiguiendo que se despegara como si estuviera quemándose, por poco cayendo al suelo.
¡¿Qué mierda le sucedía a su cuerpo?!
¡Solo estaban durmiendo!, ¿por qué carajos su entrepierna estaba...?
Qué jodida vergüenza.
Taehyung era consciente de que las erecciones matutinas existían; las solía tener, pero solo, ¡solo! Nunca en su corta vida las había experimentado con alguien a su lado, ni siquiera con su más longeva exnovia. Lo que terminaba siendo una mala jugada de su cuerpo o un castigo por su actitud tan desmedida la noche anterior.
No era justo, ¿qué pasaba si Jungkook lo hubiera sentido?, ¿qué tal si lo hizo? Seguro lo incomodaría bastante.
No creía haber tomado tanto para que su cuerpo perdiera el control. Ni siquiera siente resaca. Incluso recuerda cómo llegaron, no tan nítido como desearía, pero sí lo suficiente para saber que su novio estuvo en peores condiciones.
Con el recuerdo de su llegada, volvieron los de la noche entera: los besos, bailes, la tranquilidad de Kook por dejarse tocar y su propio deseo por hacerlo. Hasta antes de eso, no se había sentido tan necesitado por ello; su piel no picaba tanto cuando un tramo de Jungkook se cernía en él. Ese calor poco común lo experimentaba casi como si fuera la primera vez que lo hiciera, como si antes lo que hubiera sentido no fueran más que burdos engaños de lo que realmente era la atracción por alguien.
Qué extraño.
Y confuso, muy confuso.
Los murmullos de Jungkook, avisando que podría despertarse en cualquier segundo, lo sacaron de sus regaños internos y bochorno. Mierda. Aunque, para suerte, no era a causa de su imprudente acción, sino por culpa de las vibraciones que en ningún momento pararon.
Al buscar con su mirada, dio con su celular, el causante de ese incómodo sonido debido a una llamada que de verdad no quería contestar.
No ahora por favor.
Intento colgar dos veces, pero las mismas dos lo golpearon de vuelta con nueva insistencia. Y tal vez, la opción más sensata sería apagar el teléfono y preocuparse por el dolor en cierta zona que se intensificaba cada segundo.
Debía bajar esa cosa antes de que Jungkook despertara.
Pero no tenía ánimos de saber qué sería capaz de hacer ese espécimen con tal de que le conteste.
Cortándola una vez más para que dejara de irrumpir en el sueño de su pequeño, fue a zancadas para resguardarse en el baño exterior al cuarto, contestando una vez estuvo allá y la pantalla mostró de nuevo el nombre de su hermano.
—Maldita sea, Taehyung. Es como la quinta vez que te llamo, ¿es necesario hacerte de rogar? —gruño su mayor molestia detrás de la bocina. Además, mentía, tenía once llamadas perdidas—. Mira que contigo lo hago encantado.
El comentario hilarante y con gajes de coqueteo le hizo rodar los ojos con desagrado. Siempre tratando de verse sarcástico y divertido, como si no fuera obvio que le molestara esa falta de atención que no le brindaba su persona.
Lo conocía bastante bien como para saber que le era un golpe bajo no ser su prioridad, cuando, antes de Jungkook, Taehyung no dudaba en correr detrás suyo si se lo pedía. Más era su culpa por mostrar su verdadera naturaleza con su bebé y con él mismo. Sí, aceptaba parte de su culpa por ser excesivamente complaciente, pero eso no quitaba que Taesun había sido un nefasto novio y el peor hermano que podría existir.
—Enfermo de mierda —escupió con todo el recelo que le permitieron las palabras.
Al menos, su incómodo comentario logró ayudarle con su problema mañanero, bajándolo casi de golpe.
—Que temprano iniciaron los insultos —Jadeando una risa, Taesun siguió con su parloteo—, No seas tan amargado, si no te necesitara, no estaría llamándote.
Taehyung, esforzándose por mantener la calma, llevo sus manos a su frente, extrañándose al notarla tan pegajosa.
El recuerdo de Namjoon, escupiendo "accidentalmente" el coctel en su cara luego de que Jimin saliera con una de sus tantas ocurrencias, llegó a colación.
¡Lo que le faltaba!
—¿Qué quieres? Ahora no tengo tiempo para tus...
—Papá llegará a casa en una hora —lo interrumpió importándole poco más que nada su reclamo. Mierda, ese jodido asunto que creyó olvidado.
Sin darle mucha importancia, hurgo entre el baño hasta encontrar pañitos húmedos de los que Jungkookie solía usar para limpiar su rostro y, robándose un par, trató de quitarse la mancha horrible que del suyo, mirando con atención en el espejito que se encontraba arriba al lavamanos. Todo su aspecto daba vergüenza.
—Te dije que no quería verlo. No iré.
Quien le exigía llamarlo padre era lo menos relevante en su vida, no merecía su atención, mucho menos su presencia. Por él podía volver a irse con sus mujeres igual que lo hizo a sus doce. Ahora le era irrelevante.
—¿Quieres que te recuerde que esta casa nos la dio él? —continuó Taesun.
—¿Yo te recuerdo a ti que me da igual?, de no ser por tu insistencia y la de mamá, habría aceptado el apartamento que ella nos ofreció en un comienzo.
Si su amada y fría fiscal no lo hubiera mirado con ojitos grandes pidiéndole aceptar esa propiedad por el bien a su comodidad, le hubiera tirado los papeles en la cara al hombre.
—No seas mal agradecido, él solo viene una vez a vernos. No te cuesta nada.
Que no lo hiciera nunca, por favor.
Por accidente, terminó tallando su dermis con más fuerza de la que debía hasta dejarla ardiendo y en un rojo vivido. Carajo.
—Me cuesta paciencia y energía que no quiero darle —aseguró, quejándose en voz baja mientras abría la tapa del bote de basura para deshacerse de las telitas ya sucias, quedando helado en su lugar al mirar sin querer el interior de este.
No fue su intención hacerlo; no obstante, le era difícil que su atención no se estancara en las gasas sucias, la jeringa usada y la ampolla vacía de algún medicamento que él desconocía por completo.
Tampoco esperó tomarlo y detallarlo, solo teniendo como resultado el nombre «Nebido» escrito en grande junto a un par de instrucciones de uso. Quizás podía considerarse invasión a su privacidad, pero no se cuestionaría ahora que sentía la preocupación adueñarse de su sistema.
¿A caso Jungkook se encontraba enfermo?, y de estarlo, ¿por qué no le había comentado al respecto?, ¿tenía siquiera conciencia de si el tratamiento que se estaba inyectando era compatible con el alcohol?
—Porque prefieres dársela a tu supuesto noviecito, ¿no es así? —la carcajada que liberó su hermano, le recordó que seguía en la llamada. Cada vena amenazó reventar al procesar sus palabras. Hijo de...— Dime, hermanito, ¿Jungkookie, todavía sigue creyendo que eres yo?
—Ni se te ocurra seguir con esta conversación, animal asqueroso —se apresuró a decir. Más afanado por cortar y atender con la nueva información obtenida que por seguir con los jueguitos del imbécil de Taesun—. Saca a mi novio de tu maldita boca.
—Estás con él, ¿no es así? Por eso no quieres venir —bufó, ya no sonando tan divertido—. No te preocupes, puedo llevar a papá hasta allá, seguro tu Jungkookie amara volver a verme y conocer a su suegrito.
Y por segunda vez en ese momento sintió la sangre escaparse de su cuerpo, aunque esta vez volvió tan rápido como se fue, llegando a su cabeza como una bomba.
—No te atreverías, maldito de... —más cualquier enojo se evaporó al escuchar dos toques en la puerta, seguidas de una dulce voz.
—¿Tae?
Las comisuras de sus labios se alzaron a pesar de que su vista seguía en el recipiente vacío y sus oídos escuchando los lloriqueos sin sentido de su hermano.
—Llego en un rato —le avisó, colgando la llamada sin esperar respuesta. Discutir con él no era su prioridad, menos sabiendo que realmente sería capaz de ir con su padre hasta allá con tal de ir por él.
Sin mencionar que su preocupación por el motivo de ese medicamento seguía latente. Jungkook solía ser cohibido y reservado, por lo que realmente no le extrañaría que le ocultara ese tipo de información y, aunque no estaba de acuerdo, presionarlo para que le contara podría conseguir un momento incómodo y tenso. Eso, sin contar que no tenía cómo explicarle sin que suene raro que fisgoneó en su basura mientras hablaba con su gemelo.
Pero tampoco se veía capaz de quedarse con la duda.
Entrando a la cámara de su celular, tomó la foto al nombre marcado en la ampolla y la dejó justo donde la encontró, saliendo del cuartito de inmediato.
—Honey —saludó con una risita nerviosa, escaneando con disimulo a su adormilada pareja.
Por suerte, no notó nada extraño más allá de un nido en sus cabellos, las mejillas bastante rosas por su reciente despertar y que aún mantenía las mismas prendas del día anterior, tan sucias como las suyas.
—¿Estás bien? —preguntó el más bajito, desviados su mirada, ahora un poco avergonzado ante sus ojos—. Yo, mi intención no fue escuchar, hablabas un poco fuerte.
Ante la afirmación, le fue imposible no tensarse, a pesar de ser consciente que Jungkook no había escuchado más que algunos comentarios suyos que no llegaban a delatarlo.
—No te preocupes, hablaba con mi herma... —se calló antes de mencionarlo, no se sentiría nada cómodo haciéndolo— Me reuniré con mi papá.
—¿Y eso es malo?
Más de lo que imaginaba.
—No tengo una buena relación con él —le aclaró.
Acercándose los pasos que le faltaban para poder tener entre sus brazos a su bebé, lo rodeó por el cuello, besando su frente y permitiéndose respirar el olor floral que desprendían sus cabellos oscuros para así relajarse de todo lo que pasaba.
Por lo menos Jungkook no se veía nada enfermo y eso ya lo tranquilizaba.
—Oh —puchereó el pálido, ganándose una sonrisa amplia del mayor que se opacó al recordar que no le quedaba mucho tiempo para volver a su casa.
—Debo irme, lo siento —intento separarse, pero el agarre de Jungkook en los costados de su camisa se lo impidió.
Bien, un rato más abrazado a su novio no le haría daño.
—¿No te gustaría un baño antes de irte?
La pregunta le hizo reír.
—¿huelo tan mal?
—¡No! —esta vez fue el turno de Taehyung de retenerlo entre su agarre cuando Kook amago separarse alarmado y con las mejillas carmesí—, me refería a que, ayer nos salimos un poco de control, tal vez un baño te haría bien... para relajarte.
¿Cómo le explicaba al chico que su mera presencia era lo único que necesitaba para hacerlo?
—Sí, creo que lo necesito —le respondió en cambio, besando sus labios con suavidad, justo como lo quiso hacer cuando le regalo el primer puchero de la mañana.
En su mente seguía grabado lo que accidentalmente encontró, pero no lo mencionaría por ahora. Primero buscaría de qué se trataba; su niño no parecía enfermo, por lo que trataría de no preocuparse.
Además, lo ideal sería esperar a que el contrario lo mencionara por voluntad propia.
Cuando no tuvo más opción que soltar los finos labios, volvió al interior del cuartito, donde recibió unas cuantas instrucciones de dónde se encontraba cada cosa que podría necesitar. Luego, se dio el tan apetecido baño, tomándose el tiempo suficiente para destensar cada músculo que volvía a su estado rígido al recordar a quién vería después de meses sin saber de su existencia.
Prefería quedarse con Kook en lugar de ir. La sola idea de estar "en familia" le traía el dolor de cabeza que sus acciones en noche anterior no le dieron.
Abrumado por el pensamiento, salió de la ducha y acomodó las prendas usadas en su cuerpo, anotando mentalmente que al llegar a su casa correría a cambiarse.
Secando las partes expuestas de su piel con la toalla, volvió al cuarto del pálido, encontrándolo desenredando el cable de una secadora de cabello, vistiendo ahora un pijama de camisón enorme que cubría lo que sea que envolviera sus muslos. Ambas prendas solo llegaban a la mitad de estos y sabía que tenía algo debajo por el pequeño dobles que intentaba asomarse en cada movimiento que Jungkook daba.
La imagen le hizo tragar grueso, trayendo consigo el recuerdo de la única vez que pudo ver las largas piernas que poseía el contrario cuando vistieron faldas.
Le parecieron bonitas ese día, pero no recordaba haber tenido el impulso de tocarlas como en ese justo momento, preguntándose si serían tan suaves en el tacto como se veían.
—Oh, ya saliste. Ven, te secaré el cabello —la voz del azabache lo sacó del ensimismamiento, causándole un pequeño sonrojo por las repentinas ocurrencias poco comunes en él.
—No es necesario, estaré bien —se apresuró a negar, siguiendo atento los movimientos de Kook sentándose en el borde de su cama.
—Está empezando la temporada fría, podrías resfriarte. No seas necio, ven —y quizás Jungkook no fue consciente de sus acciones, pero abrir las piernas y palmear su muslo interno para invitarlo a sentarse en medio no fue la mejor opción para un Taehyung que luchaba para mantener pensamientos coherentes.
Su garganta tragó el pequeño nudo que se le hizo, apresurándose a sentarse en donde se le dijo, mirando al frente sin siquiera desviarla un poco a los lados donde ambas piernas lo atrapaban.
Su cabello estaba siendo peinado de un lado al otro, siendo golpeado por el aire caliente. Más su cabeza seguía en una pelea interna entre lo que quería hacer y lo poco correcto que le parecía, no solo por la acción, sino porque sabía lo reacio que era Kook con el contacto. Podía llegar a incomodarlo por sus estupideces.
Sin embargo, las yemas de sus dedos hormigueaban por tocar, aunque sea un poco, y sus ojos perdieron la batalla minutos después, analizando cada tramo que tenía a su alcance. Eran tan pálidas y marcadas a pesar de su contextura delgada; se notaba el trabajo que tenían, así como el vello recortado delataba que procuraba cuidarlas, casi jurando que usaba cremas para darles esa apariencia de porcelana.
No supo en qué momento su impulso fue más grande que su autocontrol, y sus dígitos terminaron chocando con la dermis ajena en un roce electrificante que le ocasiono un corto circuito.
La sensación lo dopó al punto de no poder evitar llevar sus labios a descansar en la zona mientras cerraba los ojos y se permitía procesar el hormigueo en el vientre que, sin bien lo había experimentado antes, era nuevo con Jungkook.
—N-no hagas eso —murmuró el pálido apagando el aparato para ser escuchado.
Taehyung notó un pequeño temblor por parte del contrario, por lo que intentó alejarse con cuidado sintiéndose avergonzado. Más la pierna siguió el tacto de sus labios, moviéndose al parecer involuntariamente, pues Jungkook se apresuró a poner su mano libre encima de esta, como queriendo detenerla.
La acción le ocasionó una sonrisa y que su vista se alzara en dirección a la abochornada del contrario, antes de atreverse nuevamente a dejar un pequeño beso en la dermis a la par que acariciaba su tobillo.
—Tu piel es muy suave.
Y, carajo, el jadeo que sus palabras le ocasionaron a Kook no debió gustarle tanto.
Menos cuando aún seguía preocupado por él y sentía la obligación de concentrarse en eso y no en lo que sea que le estuviera pasando ese día.
No era el momento de pensar con las hormonas.
Es más, ni siquiera se había dado cuenta en qué momentos ellas tomaron el control. Podía entender que en la madrugada, cuando el alcohol ahogaba su cerebro, lo llevara a desinhibirse y comportarse como un calenturiento, pero, ¿cuál era la excusa en ese momento? Aceptaba que Jungkook era un chico atractivo, que desde el comienzo le atrajo físicamente, pero en ningún momento fueron con dobles intenciones como horas antes, donde el calor y deseo se adueñaron de él con los besos bajo las luces neón, o como ahora que todo su sistema le exigía más de lo que los límites de Jungkook le permitían.
No, debía controlarse. Jamás podría sobrepasarse con su novio si él no lo consentía.
Quiso disculparse, sintiéndose equivocó lo que estaba haciendo; sin embargo, Kook fue más rápido al hablar.
—G-gracias, trato de cuidarlas mucho.
El tomatito que era Jungkook en ese momento lo enterneció y acabó con cualquier sentimiento impropio de su interior.
—Lo noto, tu esfuerzo vale la pena—halagó genuino, sonriéndole con ternura y volviendo a su posición recta y sin decir más, comportándose como el chico decente que era.
Luego de acabar con su cabello, Taehyung terminó de arreglarse y trató de verse decente a pesar de la ropa sucia de alcohol y otras manchas de dudosa procedencia. Si no se esmeraba, probablemente ningún taxista querría recogerlo.
En parte, por ese motivo, detestaba haber decidido no ir en auto a la cafetería. Sin embargo, sabiendo dónde terminaron y bajo qué condiciones, fue la decisión más adecuada.
Ahora solo le quedaba esperar que algún conductor se apiadara de él.
O que mejor no lo hiciera, y así tendría excusa de quedarse con su novio, que en ese preciso momento envolvía con delicadeza una prenda de lana en su cuello.
—¿Por el frío? —preguntó, capturando sus manos antes de que pudiera alejarse de la zona. Sonriendo como tonto cuando Kook, asintiendo, le dejo un besito en la punta de su nariz.
Para después alzarse un poco en puntitas para besar uno de sus párpados.
Luego dirigirse a besar su mejilla.
Y finalmente terminar en sus labios.
—Suerte con tu papá y tu hermano —murmuró sin despegarse de su rostro.
La mención de ambos seres debilitó un poco su ánimo, pero se mantuvo sonriente gracias al gesto de apoyo tan dulce que acababa de recibir. Jungkook ni siquiera sabía por qué odiaba la idea de encontrarse con su padre y hermano, pero aun así, ahí estaba dándole motivación.
Simplemente maravilloso.
No fue capaz de darle una respuesta; sin embargo, le devolvió el beso con una lentitud que revelaba sus pocas ganas de irse y alejarse de su lado, las cuales se intensificaron al envolverlo en sus brazos y acomodarse en el hueco del cuello del menor.
En serio se negaba a perder ese confort.
—Vamos, tú puedes, todo saldrá bien. No debe ser tan malo como te lo imaginas —el contrario acarició su espalda con cariño, dándole el último empujón qué necesitaba para enfrentarse a los idiotas que tenía por familiares.
Y le gustaría decir que Jungkook tenía razón, que realmente exageró todo en su cabeza. Pero no fue así; su pequeño novio se había equivocado garrafalmente, pues fue incluso peor de lo que previó.
Desde el incómodo abrazo y los falsos «te extrañé» hasta las conversaciones vacías que comenzaron Taesun y su padre con el fin de buscar la cercanía que nunca tuvieron.
Era así siempre: Taesun buscando a toda costa ser el centro de atención de su padre, mientras este fingía que así era por el corto tiempo que estaba con ellos y luego, cuando la oscuridad nocturna se hacía presente y las luces de la ciudad se encendían, se marchaba con todas esas promesas que su hermano seguía creyendo y con las que él mismo se esforzaba por recordar que eran mentira.
Como la promesa a sus nueve años, cuando afirmó que nunca los dejaría y siempre estaría para su hogar. Tres años después, se fue a Estados Unidos con otra mujer, dejando a su madre al borde de la depresión y a ellos con el corazón roto y la pregunta sin respuesta de qué fue lo que hicieron mal para que su padre no los eligiera.
O la que les hizo cuando se fue, convenciéndolos de que los visitaría seguido a pesar del matrimonio roto, y no lo volvieron a ver sino hasta su cumpleaños dieciséis.
Era un patrón enfermizo.
Nunca entendió cómo, luego de eso, Taesun siguió buscándolo, permaneciendo más tiempo con el hombre que con ellos cuando volvió a Daegu, aun cuando era obvio que este rebuscaba cualquier excusa para zafarse de su presencia. Su hermano lo tenía todo; ni su madre ni él le negaban algo, eran conscientes de que, de los tres, el más afectado por el abandono de su padre fue su gemelo, por lo que procuraron su cuidado.
Pero, aun así, lo prefirió a él. Y lo que era peor, se convirtió en él.
—Las mujeres son tan aburridas —continuó Taesun su queja.
Hacía más de veinte minutos que había perdido el hilo de la conversación, refugiándose en sus recuerdos y en la rugosa textura de la bufanda de lana que no se había quitado del cuello aun cuando cambió la muda de ropa.
—Habla por ti, que no te gusten no quita que sean un gran aperitivo —dijo el hombre con rasgos similares a ambos y arrugas en los costados de sus ojos, carcajeándose y empujando el hombro de su hermano, quien lo miraba con un brillo intenso y una sonrisa honesta, sin ironía ni prepotencia, recostándose en el cuero del sofá de dos piezas en el que ambos se encontraban.
Si eliminara sus palabras, la imagen casi podía ser conmovedora.
—Qué asco, no me interesaba saber eso, igual que a ti no te importa saber que los hombres duran más en la cama.
Pero claro que era imposible hacerlo y, escucharlos, solo conseguía que se acurrucara en la prenda perteneciente a su novio mientras rogaba por poder ir con él.
No soportaba otra frase referente al sexo casual, que, para sorpresa de nadie, era el único tema de conversación entre ambos.
Después de todo, nada los unía más que su insana promiscuidad.
—¡Oh, cállate, Taesun, no quiero la imagen de mi hijo con otro hombre! —lloriqueó el contrario, tapándose los oídos mientras exageraba sus gestos de incomodidad.
—¡Tú empezaste! —dijo Taesun, palmeando el muslo de su padre repetidas veces, entre burlas.
Juraría que en cualquier momento sus oídos y ojos llorarían sangre.
Se encontraba tan harto que no fue consciente de que sus labios dejaron salir un bufido hasta que las risas pararon y el par de ojos se enfocaron en él.
Perfecto.
—¿Por qué tan callado Tae?, ¿quién se le comió la lengua a mi bebé? —El mal intento por sonar dulce, le causo un revuelco en su estómago. No había desayunado, pero si lo hubiera hecho, seguramente ahora estuviera expulsado en toda la sala.
Con una respiración honda se animó a hablar, sin embargo, su hermano le ganó la palabra.
—Seguro Jungkook lo hizo —rodando los ojos, Taesun se cruzó de brazos—. Desde que llegó de su casa anda de aguafiestas.
—¿Quién es Jungkook? —preguntó a la par el mayor de los tres. Sacándole un gruñido.
Lo último que quería era hablar de su pequeño con ese par.
—Nadie que te importe —cortó sin ánimo. Más Taesun se veía bastante motivado para seguir hablando.
—El novio que me robó —le sonrió con mofa.
La acusación le sacó un jadeo indignado.
—¡No te robe a nadie, imbécil! —sus manos se hicieron puño a cada costado del sofá individual, tratando de no levantarse de ahí y arremeter en contra de su hermano delante de su padre.
—Vaya, qué giro tan dramático —se rio este, tratando de suavizar el ambiente—. Te diría que yo no te crie así, pero mentiría.
—Porque ni siquiera me criaste —le recordó con recelo ante la barata excusa de humor—. Sun solo lo estaba lastimando y yo sí lo quiero —aclaró, sin querer permitir que su hermano lo pintara como el malo del cuento.
—Oh, eso suena muy posesivo.
Pero era de esperarse que ni fuera tomado en serio. Estaba hablando con su supuesto padre.
—No quise- ¡No me refería a quererlo de posesión! Hablar con ustedes es como hablar con neandertales —levantándose casi de golpe, los señaló de manera acusatoria.
¿En verdad tenían que tomarse todo como un maldito juego?
—Yo, a diferencia de ambos, no soy un cretino —sentenció entre dientes—. A mí él de verdad me importa y no iba a dejar que el idiota desalmado de mi hermano hiciera con él lo que quisiera. Lo único que hice fue salvarlo de sus asquerosas garras y darle un poco de lo mucho que se merece.
El hombre mayor, parpadeo unos segundos perdiendo su sonrisa de a poco antes de continuar.
—Taehyung, tranquilo, no quería ofenderte.
Ja, qué gran chiste.
—No. No me voy a calmar. Tu mera existencia me ofende.
Lo conocía, dónde no hubiera reaccionado así, mínimo lo habrían usado de chiste mediático por el resto del encuentro, como solían hacer siempre. Y soportaría ser el blanco de burlas, de ser él solamente, más se querían meter y jugar con el tema de su novio y eso no pensaba permitirlo.
No dejaría que pasara, menos que fuera a causa del que le gustaba aparentar ser su padre, y lo único que lograba hacer era dejarle un mal sabor en el alma por más tiempo del que quisiera aceptar.
Lo odiaba, al sentimiento y a él.
—Que vengas aquí a querer fingir ser un hombre de familia y hacerte ver como el padre moderno que acepta la sexual de sus hijos cuando nunca has sido un maldito padre real, me ofende —continuo—. Me harta tu hipocresía y la de Taesun, que dice ser mi maldito hermano y lo único que hace es meterme en problemas por su egoísmo y luego recriminar mis decisiones.
—Yo te pedí un favor, tú hiciste lo demás por gusto propio —se defendió el aludido, levantándose con tranquilidad de su puesto y caminando hasta quedar enfrente suyo.
Y la respuesta quebrantó aún más la estabilidad de Taehyung. Mierda, claro que sabía que tenía gran parte de la culpa. Claro que entendía que su decisión en gran parte fue egoísta, pero también era consciente que no se equivocó al hacerlo. Jungkook era lo mejor que le había pasado.
—Sí, ¡sí!, tal vez así lo hice —sacudió sus manos en desesperación, llevándolas a sus cabellos en busca de un gramo de serenidad que no encontró—. Tal vez vi en Jungkook todo lo que no vi en ustedes. Quizás Jungkook sin conocerme se preocupó por mí, como ustedes nunca lo hicieron aun cuando he estado toda mi maldita vida a su lado.
Su piel ardía como si llamas quemarán por dentro de ella en alguna especie de incendio que inició desde la punta de sus dedos hasta arriba de su cuello. Estaba cansado, no podía soportarlo más.
No era capaz de mantenerse un nuevo segundo tratando de ser paciente con su hermano y no querer gritarle a su padre lo mucho que lo detestaba.
—Tae —intento de insistir el mayor, o calmarlo, quién sabe.
—Cállate, ¡cállate! —le exigió, conectando ambos iris que mostraban emociones opuestas el uno por el otro— ¿Quieres saber la jodida verdad?, tu hijo se encargó de burlarse de un chico que lo quería, se metía con quien quisiera mientras intentaba manipularlo y así tratar de llevárselo a la cama para luego abandonarlo tal cual lo hiciste tú con mamá.
Apunto a Taesun, empujando su pecho con el dedo mientras sonreía con superioridad al ver cómo la actitud tranquila del contrario iba pasando paulatinamente a una más rígida e incómoda.
—Taehyung, para —pidió Taesun entre dientes. Al parecer tan enojado como él.
Cínico.
—¿Qué?, ¿te duele que le muestre a tu papi el monstruo que eres? —le sonrió sin gracia, devolviendo su atención al mencionado—. No iba a permitir que tu réplica le hiciera daño —Taesun parecía más gemelo de su padre, que de él. Ambos le deben asco. Encarando a Taesun nuevamente, le advirtió: —No permitiré que le hagas daño.
Y con eso, la sonrisa de superioridad volvió el contrario.
—No será necesario que yo lo haga.
La mirada de cuerpo completo que le dio, bastó para que Taehyung llegara al límite, llevando una mano a tomar el cuello de la camisa ajena y, su puño, a alzarse con toda la fuerza que guardaba en dirección a su hermano. No obstante, el impacto nunca llegó.
Su mirada, ardiendo en enojo, dejó la burlesca de Taesun para concentrarse en agarre que detuvo su golpe. Su padre se encontraba atónito, boqueando sin llegar a nada. Era obvio, nunca espero esa rección de su parte, y es que él tampoco esperó que su enojo llegara a eso, mucho menos que se sintiera frustrado por haber sido detenido.
Jodida suerte. Taesun siempre lograba salirse con la suya.
—Me cansé, de estar aquí, de escucharlos. De tan solo verlos —zafándose con brusquedad, se alejó tomando las llaves de su auto y caminando lo más rápido que pudo en dirección a la puerta del garaje.
Si no se iba perdería los pocos estribos que le quedan y él era mucho mejor que eso.
—Hijo, espera, ¿a dónde iras? —preguntó tratando de seguirlo, estancándose en el momento que Taehyung se detuvo en el marco de la puerta y lo escaneo con desagrado.
—A la universidad.
—Es sábado —le recordó Taesun como si no fuera obvio, tan sereno e inquebrantable como siempre.
—Los sábados también abren, genio —fue lo último que dijo antes de cerrar detrás suyo y adentrarse a su carro.
Qué reunión familiar tan jodidamente agradable. Nótese el sarcasmo.
Sus dedos volvieron a la lana, pegándola a su nariz para inhalar el aroma impregnado de su pequeño. Carajo, quería tanto ir con él, se encontraba tan enojado y con deseos insanos de llorar que creía que su único consuelo en ese momento sería Kook; más no podía solo ir a quejarse de lo idiotas que eran su padre y su gemelo, que casualmente también era su novio real y que él en realidad no era más que un vil impostor egoísta que prefirió ocultar la verdad por no querer detener esos sentimientos que llegaron de golpe.
No, no podía hacer eso.
Pero callarlo lo estaba volviendo loco, se estaba asfixiando por la culpa, merecida, pero que no por eso lo hacía menos doloroso. Eso, sin contar que todavía no olvidaba lo que encontró en el baño de su novio, su preocupación no se iba a pesar de haberse convencido de que no se trataba de una enfermedad grave.
Eran tantas cosas, y de verdad no creía posible gestionarlo por su cuenta. Sí, siempre había estado para él mismo, a la final su vida se centraba en el autocuidado y, en su tiempo, a cuidar de Taesun.
Y, desde que este dejo de ser un foco de importancia en su vida, quedo completamente solo, con Jungkook, pero a él no podía contarle todo lo que lo aquejaba, no cuando aún le mentía.
¿Hacía cuánto no sentía ese vacío?, o, ¿hace cuánto decidió ignorarlo?, ¿alguna vez se fue?
Todo lo que vivía se sentía tan superficial. Monótono. Estaba tan acostumbrado que ni siquiera notó lo amargo que era existir sin mucho propósito.
Ahora que tenía uno, sabía que lo había jodido completamente al iniciarlo a base de engaños que seguramente Jungkook no le perdonaría.
Y saber que tenía posibilidades altas de perder el único rayo de luz en su vida, lo torturaba como si agua salada entrará en sus pulmones.
Llevando su cuerpo a recargarlo en el respaldo de la silla, se permitió liberar un par de lágrimas que se escaparon sin su autorización. Dios, ni controlar su llanto podía, qué patético. Sonrió sin gracia, limpiándose con torpeza.
Y, como si la vida lo quisiera castigar o se burlara de su situación, su celular vibro avisándole de nuevos mensajes. No tuvo ni que verlo para saber que se trataba de Jungkook, pero confirmarlo y, más encima, verificar el contenido de estos llenos de ánimos y emojis cariñosos, le quebró un poco más.
Jungkook era un ángel.
Al salir del chat, luego de contestar como pudo, quiso apagar el aparato para seguir hundiéndose en su miseria. Sin embargo, un segundo contacto llamó su atención. No le respondía hacía casi una semana entera, más sabia que eso nunca era un real problema, pues el dueño de ese número atendería a sus quejas sin importar que o cuando fueran.
Tal vez no se encontraba tan solo como imaginaba.
Holiii, volví, un poco tarde, pero es que pasaron cositas JAJAJAJA,
Solo les vengo a avisar que se viene un poquito de drama 😅 Pero nada grave, ustedes tranqui 💕
Espero les haya gustado el cap 💗 Nos vemos en la siguiente actu 💖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro