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CHAPTER 09🤍

Jungkook no supo cómo, de entre todo, terminaron en ese lugar.

Luego del incómodo momento y la discusión con el rubio, la salida había resultado de maravilla; a pesar de un par de miradas furtivas que se daban su pareja y mejor amigo con toda la hostilidad presente, consiguieron pasar el momento divertido y sin muchos planes premeditados.

Y tal vez era culpa de eso, la falta de planeación lograba crear escenarios atípicos y podía justificar la razón de terminar ahí en ese inicio de la noche; sin embargo, la sonrisa que su primo mostraba le advertía que el único que no vio venir el momento era él mismo.

—¿Estás seguro de que estamos en el lugar correcto? —preguntó Jungkook mirando a su familiar, tragando grueso al ver las personas que los rodeaban.

Se encontraban en Itaewon, la zona más trascurrida en la nocturna Seúl, las calles se rodeaban de gente de todas las etnias y culturas, con apariencias que pasaban de lo casual a lo extravagante sin problema alguno. Pero ese no era su conflicto, se trataba en específico de donde estaban parados, encarando la entrada con un letrero gigante que te advertía en francés a donde te meterías.

—Como nunca —le sonrió con picardía, encantado por las expresiones atónitas de los contrarios.

«Grotte du Loup». Tan solo con el nombre podías sentirte como una presa entrando directo a la cueva de un depredador. Jungkook en ese momento se sentía así, acorralado, y era consciente de que esa era justa la intención de su primo.

—Jimin... —deseó sonar amenazante, nada contento por su aparente plan, sin embargo, la voz de su mejor amigo llamó la atención.

—Estamos en un club nocturno de...

—Drags —completó Jimin con tono altivo, mirando a su alrededor.

Jungkook hizo lo mismo. En otras circunstancias, podría sentirse entusiasmado de estar ahí, no obstante, tenía a su novio al lado observando con extrañeza y confusión, lo que le revolvía el estómago.

—Esto no es gracioso, Jimin —se quejó.

Sabía que Jimin amaba hacer parte de este tipo de mundos, vivía su vida en la excentricidad de la noche, trabajando sin necesitarlo solo por el deseo de pertenecer e involucrarse, y que no era nuevo que se encontraran en clubs como estos, más no imagino que utilizaría ese contexto en su contra.

—No esperaba que lo fuera.

—Sé por qué lo haces —balbuceó, observando a su pareja que hasta el momento no emitía ni un solo comentario, limitándose a mirar cada detalle del colorido entorno.

—No, de hecho no lo sabes —cruzándose de brazos, el de labios prominentes, los abultó—. Y es una pena que tengas esa actitud por estar aquí, deberías ser quien menos juzga.

Y ahí estaba, Jimin se estaba burlando de él. No podía tomarlo como loco cuando ponía esa expresión de prepotencia, como si ganara una batalla que no sabía que tenían. Menos, incriminarlo de juzgar cuando jamás haría algo asi.

—Yo no estoy... —se calló. No caería en las provocaciones de su primo— No les preguntaste a los demás si se sentirían cómodos.

No estaba siendo pretencioso, al menos, no era lo que quería, se trataba de Tae, ¿y si él detestaba el lugar?, eso lo preocupaba.

Y, aunque Jimin no lo mostrara, se sentía igual, pues a pesar de que si era una pequeña venganza por la cita doble que le planeo sin aviso previo, su motivación en gran parte era ver la reacción de Tae.

Las Drag Queen eran la típica representación de la comunidad Trans, a pesar de que muchas no lo fueran y se dedicaran a esa labor por amor al arte; si el novio de su bebé actuaba prejuicioso o soltaba comentarios discriminatorios, tendría como saber cuál sería su reacción con Kook incluso antes de que este le dijera. Si Taesun no respetaba a sus niñas, no lo haría con su ángel, fin del asunto.

No dejaría que corriera suerte otra vez si podía ayudar a darle una respuesta ahora.

—Yo no tengo problema —Namjoon contestó segundos después de la queja del menor, casi pareciendo aliarse con él para molestarlo.

Jungkook se veía exasperado, enojado con él y a la espera de la respuesta de Tae. No se debía ser un genio para entender que pretendía al traerlos ahí, así que entendía por qué de su actitud tan preocupada. Tenía miedo de que su perfecto novio metiera las patas.

—Yo... —Tae quiso comentar, sin darse cuenta de que era el foco de los tres pares de ojos que esperaban por una opinión que nunca llegó al ser interrumpido por una repentina voz rasposa y elegante.

—Vaya, vaya, qué visita tan inesperada —se rio una morena de melena blanca peinada hacia atrás, enmarcando el escandaloso maquillaje monocromático que adoraba sus facciones, entrenado a la escena como si esta le perteneciera—. Pensamos que te habías aburrido de la diversión.

Jimin perdió el objetivo de su plan al instante que la escucho, girándose con alegría hacia una de sus tantas amigas.

—Jamás —acercándose, la envolvió en sus brazos. La peliblanca era mucho más alta, acentuándolo con los filosos tacones que posiblemente se pasaban de los siete centímetros de largo—. Por desgracia, yo no vivo de la diversión como ustedes.

—Porque no quieres. La propuesta sigue intacta —guiñándole el ojo, divertida, lo soltó. Aunque sabía que era broma, de pedirlo, el rubio tendría trabajo garantizado, fuera como Drag, mesero o lo que quisiera hacer ahí.

—Soy fan de respirar —su vista bajó con exageración hacia el corset, que aprisionaban la cintura de esta, de los mismos tonos de cabello y maquillaje, haciendo un perfecto equilibrio con sus pantalones de bota ancha y top escotado—. Aunque, debo admitir que te ves muy sexy, Pandora.

La aludida manoteó con una risa de tonos bajos, Importándole poco que un nuevo par de brazos envolvieran sus caderas y un rostro se asomara a su lado.

Jimin amplió su sonrisa, ignorando por completo la curiosidad de sus acompañantes.

—Al parecer llego en el momento de los halagos —una peli celeste, se presenció, dejando a los tres espectadores más que sorprendidos por la cercanía con la que le hablaban, como si se conocieran de toda la vida—. A ver, estoy esperando los míos.

Todos la escanearon cuando se separó de su compañera, dejando ver que, al igual que su par, su cuerpo se envolvía con un corset que se ceñía a cada lado de sus curvas. Parecía un vestido de antaño, con relieve, detalles florales y esa pequeña sombrilla que gritaba «clase»; pero, no dejaba de ser atrevido al traer descubierta toda la zona delantera de su falda, exhibiendo el largor de sus piernas envueltas en el velo de unas medias blancas. Su maquillaje, no perdía en ningún momento la estética ni la extravagancia, siendo su color por excelencia el azul, muy azul.

Ambas chicas lucían una paleta de un único color en todo su cuerpo, elaboradas con una planeación milimétrica, evidente al ojo. Simplemente increíbles.

—¡Vaya!, ¿de qué escaparate te escapaste?, ¡eres toda una muñeca! —silbó Jimin, dando pausados aplausos.

—Dime algo que no sepa —alardeó esta, dándole un pequeño empujón en el hombro.

Ninguno entendía cómo era que se conocían, ni siquiera Jungkook, que al parecer, desconocía por completo el círculo social de su primo.

—Como el nombre de tus amiguitos, por ejemplo —apuntando con su mentón, Pandora los señaló, lo cual Jungkook agradeció, pues él también necesitaba de la presentación.

—¡Es verdad! —les concedió el rubio, dando espacio para que ambas se acercaran mejor al trío que enmudeció cada uno por motivos diferentes, pero igual de absortos—. Pandora, Raven, les presento a Jungkook, Namjoon y Taesu...

—Solo Tae —habló por fin el castaño, sonriendo algo rígido a los ojos de su pareja.

Jungkook tragó grueso. Al menos había hablado por fin, aunque se tratara nada más por aclarar su preferencia al ser nombrado.

—A solo Tae —repitió su primo con evidente diversión, continuando con la presentación. El pálido, aún no se acostumbraba a la exudante alegría que este brindaba al momento—. Chicos, ellas son Pandora y Raven —señalando primero a la peliblanca y luego a la de melena azul, les sonrió—. Ellas son las estrellas del lugar, sus shows son Increíbles.

Ninguno comentó mucho más que cortos saludos, dando reverencias a las contrarias como muestra de respeto a cada una. No conseguían soltar palabra, tratando de acostumbrarse al repentino entorno y a la diversidad de personas con las que no solían interactuar, mientras se preguntaban cómo terminaron metidos ahí si un rato antes se encontraban en una cafetería contando anécdotas de sus estudios.

Las chicas se limitaron a reír ante las formalidades, invitándolos al interior del lugar, enternecidas por lo poco naturales que se veían dentro de su exótico mundo.

Jungkook, por su parte, dejo que el resto se adelantara, tomando la mano de su novio para retenerlo a su lado. No podía eliminar su inquietud por verlo tan ensimismado, atento a cada esquina y persona del club; necesitaba preguntar antes de que se volviera loco creando posibles respuestas.

—¿Estás bien? —mordió su labio escaneando en su rostro algún movimiento que delatara signos de malestar.

—¿Por qué no debería estarlo? —sonriendo, Tae arrugó su entrecejo.

Su tranquilizadora mirada le devolvió la respiración que no sabía que contenía. Más tranquilo, siguió hablando.

—No sé si este es tu ambiente —confesó, aún ansioso.

Las personas entraban y salían pasando por su lado, algunos eran hombres nada atractivos a la vista, otros eran grupos de amigos que parloteaban entre susurros y risas, y los demás se trataban de las bailarinas con sus extravagantes maquillajes y vestidos robando las miradas a cada paso. El olor a nicotina y alcohol no abandonando a ninguno, al igual que la música, que envolvía a cada uno con sus notas de tonos movidos y alegres.

Todo gritaba saturación, explosión, descontrol.

—No, no lo es —fue la respuesta que recibió, acompañada de una risa jadeada—. Pero que no lo sea, no significa que no me guste, es... particular, nada más —se encogió de hombros.

—Si deseas podemos irnos, no quiero que te sientas incómodo —propuso señalando la calle que irónicamente parecía abandonada y tétrica, como si al llegar a ella cruzarían a un árido desierto sin vida.

Trago grueso al ni siquiera ver un solo taxi pasar por mera casualidad.

—¿Qué hay de ti?, ¿quieres irte? —replicó Tae, tomándolo del mentón, demandando que lo viera a él—. Te ves más inquieto que yo.

—No es eso... Es solo que es un poco atípico —no le incomodaba, de hecho, todo lo contrario. Si no estuviera tan enfrascado en la comodidad de su novio, podría gozar de todo lo que el lugar les brindaba.

No se consideraba alguien aburrido. Había estado de fiesta con su primo varias veces y con Nam igual; aunque ningún club se asemejaba al que se encontraban ahora, no se encontraba escandalizado, tal vez un poco asombrado por ver lo que conocía desde la comodidad de sus redes sociales, pero no era nada del otro mundo.

Todo radicaba en Tae y la incertidumbre de su opinión, sobre todo con respecto a las bailarinas; eran chicas que representaban todo un colectivo, del cual él hacía parte, su rechazo diría mucho.

Quería profundizar al respecto, más, le fue imposible gracias al estallido de una carcajada detrás de su espalada.

—Esa es la idea cariño —se jactó Pandora al haber alcanzado a escuchar la conversación de la parejita. Ella solo había regresado a verificar su bienestar, no esperó que los angelitos estuvieran aterrados de ingresar a su pequeño infierno—. No sería divertido si siguiéramos las normas.

Al escucharla, Jungkook palideció.

—Perdón, perdón, no quería sonar despectivo —se disculpó, dando una pequeña reverencia, sintiéndose avergonzado por su comentario.

Lo último que quería eran que pensaran que las estaban juzgando, no tenía nada que ver con eso. Ay, qué tonto podía ser a veces.

—Me ofende más el hecho que uses una sola palabra para describir este lugar y a nosotras —se cruzó de brazos, alzando una ceja—. Somos exóticas, disruptivas, estamos para impactar, somos arte y crítica. Este club es nuestro teatro.

La peli blanca, miro a su al rededor, ignorando las mejillas rojas del par de chicos que se sentían regañados, aunque esa no fuera su intención. Amaba ser la razón de controversias y sentimientos encontrados, eso era todo.

—Lo «atípico» se queda corto aquí —acomodó un mecho de su peluca blanca, sonriéndoles con altivez—. Mejor, vengan conmigo. Permítame perturbar, aún más, su paz.

Sin más, siguió su camino a paso firme y refinado, no esperando recibir opiniones o disculpas. Ella se encontraba más que encantada corrompiendo a otro par de almas. Sin embargo, le parecía divertida la contrastante diferencia entre la personalidad de su alocado amigo y su primo. No parecían familia.

Mientras la chica arrasaba dándose paso por la multitud, Taehyung se limitó a observarla. Era único, interesante, un nuevo mundo que, sin ser consciente, Jungkook le mostraba.

¿Qué había hecho durante el tiempo que no conocía a su noviecito? No lo sabía. Al mirar atrás notaba una monotonía aburrida que ni siquiera era consciente que experimentaba.

—No pienses más Kookie, vamos —cruzando sus dedos, Taehyung lo jalo para seguir a la chica.

Su pareja no llegó solo a arrasar su orientación sexual, sino todo lo que consideraba vivir, prácticamente demostrándole que lo estaba haciendo mal de principio a fin. Así que, por ese momento, se dejaría llevar de las nuevas experiencias, acompañado de lo mejor que le había pasado.

Llegando a una mesa frente al pequeño escenario del club, Pandora les extendió unos cócteles cortesía de un camarero que pasaba, invitándolos a ponerse cómodos.

—No demoro en presentarme. Disfruten de la música mientras tanto.

El lugar se encontraba iluminado en gamas cálidas, con luces amarillas rodeando el escenario en busca de destacarlo, varias mesas lo rodeaban, algunas con barras de pole dance, otras sin nada más que pequeños floreros; detrás de estas, a unos metros alejados, se encontraba lo que consideraría la pista de baile. Era la primera vez de Taehyung en un club de Drags, las había visto de reojo en televisión y no era ajeno a su existencia, más no conocía absolutamente nada de ese mundo.

Era un ignorante completo, a diferencia del primo de su novio que parecía tan cómodo y seguro con ambas bailarinas, incluso más que cuando conversaron en el café, lo cual admiraba. Él ni siquiera podía deshacerse de su expresión de curiosidad que podía malinterpretarse. Tenía tantas preguntas por hacerle, suponía que podía ser una conversación interesante; pero el chico se veía tan ocupado, a lo lejos, con ambas amigas y el famoso Namjoon, que prefería no molestar.

Al desviar su mirada, encontró a su azabache ensimismado, con un puchero y sus pincitas mal puestas, capturando una vez más su concentración, ¿en qué pensaría tanto?, y, ¿por qué se veía tan bonito haciéndolo?

—Había visto un par de cosas al respecto de las Drag Queens, pero nunca me imaginé en un lugar como estos —se atrevió a confesar el moreno, sonriéndole suave—. Tengo tanta curiosidad y preguntas, ¿tú no?

—Conozco un poco del tema —encogiéndose de hombros, Jungkook le respondió bebiendo de su copa, distraído en el movimiento del líquido dentro de ella.

Taehyung puchereó por la actitud de su pareja. Se veía poco interesado en estar ahí, o ¿acaso era por estarlo junto a él? Desde que llegaron el menor no había quitado la atención de sus acciones y se veía más preocupado de lo normal. Jungkook en su naturaleza era cohibido con él, y lo entendía, pero a veces se preguntaba si sería diferente con sus amigos, tal vez un poco más desinhibido.

En fin, buscaría cómo demostrarle que con él no era necesario reprimirse.

—¿En serio? —preguntó alzando una ceja, teniendo la misma respuesta de hombros que la anterior— Supongo, entonces, que me instruirás en este mundo.

Su pecho se alzó ante la sonrisa que le saco al menor, trayendo consigo que esos ojitos grandes lo miraran fijamente.

Ese chico lo traía realmente mal.

—¿Qué quieres saber?

—¿Todas aquí son mujeres trans? —soltó sin pensarlo demasiado, no quería estigmatizar, pero eran interrogantes que se venía haciendo desde que llegaron al lugar.

—No tienen que serlo, solo es un movimiento artístico, hombres y mujeres pueden hacer parte —el menor volvió a tomar del trago. Taehyung percibió su rigidez al contestar, pero prefirió ignorarlo, repitiendo la acción de beber—. Incluso hombres heterosexuales están aquí. La orientación sexual tampoco importa.

La imagen de su anterior él, donde entraba en esa etiqueta, usando exóticos trajes y pelucas, se hizo presente. Era cómico y a su vez descabellado, pero admitiría que no se vería nada mal con maquillaje. Sonrió ante sus ocurrencias bebiendo nuevamente.

—Okay, interesante, ¿por qué? —continuó, lamiéndose los labios ante el dulce sabor del trago—. Me refiero, ¿por qué lo hacen?

—Pandora lo dijo, Tae —soltó una risita corta—. Desafían las normas, critican los estereotipos exagerándolos y rompiéndolos.

Las luces del escenario se apagaron y la música bajó de volumen, a la par que Jungkook terminó la frase, anunciándoles que el show estaba por comenzar.

—Una última pregunta —siguió antes de que el espectáculo interrumpiera su cuestionario. Apoyando la mejilla en su puño, escucho a Kook murmurar una afirmación— ¿Por qué tengo un novio tan listo e interesante? Desde que estás en mi vida no he dejado de conocer nuevas perspectivas. Eres como un caleidoscopio, te veo y mi mundo se llena de formas y colores que jamás imagine ver en mi cotidianidad tan cuadriculada.

Besando su mejilla, reorganizo una de las pinzas y se acomodó mirando al frente y apoyando su palma en el muslo ajeno, justo en el tiempo que la peli blanca salía con paso de modelo de tras bambalinas.

Jungkook, por su lado, se quedó atontado, indeciso si prestarle atención a lo dicho por su novio o a la contraria que iniciaba su baile junto a un chico de cuerpo fornido y escasa ropa.

Cuando el bailarín rasgó el pantalón de Pandora, dejándola en lencería, y la subió a sus carreras para que saltara encima suyo, no le quedo de otra más que concentrarse en ella.

El show era exótico, descontrolado, lleno de juegos seductores. Junto a la morena, más bailarines se le acercaron, rodeándola y tocando cada milímetro de piel que alcanzaran, desde los muslos hasta los pechos, consiguiendo en respuesta los silbidos y chillidos de la audiencia; los halagos eran algo obscenos, pero Pandora se encontraba encantada en el escenario, ahora chocando sus glúteos en una joven que se meneaba a sus espaldas. Los comentarios, algunos despectivos y poco agradables, no le parecían importar, solo eran ella, sus compañeros y la coreografía, se veía, libre, complacida, siendo todo lo que su personaje le permite ser.

Su alegría era notable, los movimientos planeados mostraban ese amor por estar ahí arriba, siendo el centro del espectáculo. Esa fluidez que desbordaba su sistema llegaba incluso a ser contagiante, haciéndolo desear sentirse así. No entiende la razón, no obstante, tuvo ese impulso por dejarse ir al igual que ella, ser él, ser Jungkook, ¿ese es el famoso empoderamiento que proclamaba el arte Drag? Porque, de ser así, realmente se sentía arrasado con cada segundo que pasaba del show. No tenía cómo explicarlo, era diferente, encantador, lo llenaba de energía.

Al espectáculo acabar, no se vio capaz de despegar su atención del frente, perdido en sus pensamientos y en lo visto, hasta que Tae lo hizo despabilar pasando una mano por enfrente suyo.

—Sé que el show fue hipnotizante, pero no pensé que realmente Pandora pudiera dejar en trance —se burló el mayor, a pesar de sentirse confundido por la reacción contraria.

—Perdón, me perdí en mis pensamientos.

—¿Qué pensabas?

—En sentirme libre —soltó sin pensarlo, ruborizándose cuando procesó lo que dijo. Iba a retractarse, pero Tae, dando un último trago a su coctel, se levantó extendiéndole su mano.

—Bien, Jungkook, sintámonos libres.

Las presentaciones seguirían, pero Tae tenían un mejor plan: disfrutar con su bonito.

Incitándolo a beber a fondo lo que le quedaba de alcohol, lo llevo a donde las personas bailaban. Con la adrenalina impregnándose en sus venas y el deseo de gozar picando en su piel, se dejaron llevar.

Sus cuerpos jugaban entre ellos, a veces inocentes, otros un tanto más atrevidos. Jungkook ni siquiera se detuvo a preguntar cómo fue que terminó de espaldas, siendo atrapado por los brazos de Tae, meneándose un compás atrevido que les exigía cada vez más cernía.

Las copas tampoco los dejaron tranquilos, llegando a intoxicarlos con diferentes sabores al punto de hacerles perder el control y que terminaran con Tae girando en un tubo de pole dance, y dedicándole un baile torpe al menor que se reía y le aplaudía encantado. La insistencia del moreno, segundos después, consiguió que Jungkook girara también minutos antes de huir de quienes los alentaban, pues empezaban a deshacerse de sus prendas como si de bar nudista se tratara.

Aunque no llegaron muy lejos en su escape, pues el mayor de los dos, terminó empujándolos a la pared más cercana.

—¿Te había dicho que me encantas, Jungkook? —balbuceó Tae entre risas, luego de tenerlo en donde quería, con sus labios encima de la sonrisa del pálido.

El aludido, se sentía atrapado en las garras de un lobo, con una mirada que amenazaba con devorarlo y... no se sentía mal, le gustaba.

—Tú... tú también a mí — asintió, apenas pidiendo soltar lanzandose a atrapar los labios contrarios en un beso desesperado.

Jungkook culparía al alcohol por la repentina hambre que tenía por los besos de su pareja, anhelando que en ese momento Tae no dejara de acariciar sus labios con ese inusual desorden del momento, que siguiera tirando y mordiendo de ellos, a la vez que su lengua se abría camino por su cavidad.

Por esa misma intensidad repentina, se dejó llevar, escurriendo sus manos por el interior de la camisa de este, acariciando la húmeda piel de su abdomen; el tacto de sus palmas impregnándose en el calor de la suave extensión, le causó hormigueos que perforaron cada fibra de sus huesos.

Y todo se habría mantenido tan afrodisiaco si Tae no hubiera imitado su acción, llevando sus dedos al interior de su ancha camisa y subiéndolos hasta que se acomodaron en su binder. Ese apretado trozo de tela que asfixiaba su pecho.

Su cuerpo se tensó asustado, rogando porque alejara la mano, pero no sintiendo la fuerza suficiente para alejarlo. Su cerebro apenas procesaba que Tae le acariciaba en esa zona. La respiración se le cortó y cuando tuvo la mirada afilada del mayor conectando con la suya, un nudo en la garganta le quito cualquier intento de réplica.

No le quedo otra más que esperar lo peor.

Más, eso nunca llegó.

—Jungkook, puedo... —respirando con pesadez, los dedos del de tez morena recorrieron las curvas de su cuerpo— ¿Puedo besar tu cuello?

Aturdido, asintió una sola vez, soltando de a poco la tensión que lo había envuelto. Esa... esa no era la pregunta que esperaba. Lo normal sería que preguntara, su novio era bastante curioso como para no hacerlo, tal vez pudo mino tratar de descubrir que era eso que tocaba. Sin embargo, las caricias siguieron y su nariz hizo acto de presencia, acariciando la piel de su cuello.

Al parecer no le importaba demasiado.

En otro momento, Jungkook habría sobrepensado excesivamente la situación, pero una repentina humedad subiendo por toda la extensión de su piel le apago la cordura. La lengua de Tae probó lo suficiente y cuánto quiso, humedeciendole cada poro para luego darle paso a sus labios, los cuales succionaban y piqueteaban sin cuidado alguno. Jungkook no supo qué más hacer que sostenerse de los hombros contrarios.

De su boca fue imposible que no salieran jadeos bajos y pausados cuando iniciaron las pequeñas mordidas, al tiempo que los dígitos ajenos se permitían descansar en su espalda baja, muy cerca de sus glúteos. Se sentía dopado experimentando el placer de ser deseado.

Las únicas veces que creyó podría sentirse bien, terminaba de formas desastrosas. Esta vez no. Esta vez era libre de dejarse llevar, su cuerpo no era su prisión, no esa noche. Estaba seguro, no pasaría nada malo.

Taehyung siguió con los besos y lamidas, no dispuesto a soltarlo tan fácilmente, aún cuando sus piernas perdieron firmeza y tuvo que convertirse en el soporte de su cuerpo que se derretía ante las caricias. Sus dedos, torpes, trataron de subir a la melena ajena, fantaseando con acariciarla y perderse entre sus hebras, más, cualquier intento quedo en el aire al escuchar un carraspeo, que no pertenecía a su novio, muy cerca de su oído, haciéndolo sobresaltarse.

—Veníamos a buscarlos porque no los vimos cerca. No pretendía interrumpir nada —dijo Jimin, presenciando a un asustado azabache y un gruñon castaño. Fue neta maldad, el rubio lo admite, tenía otras formas de llamar la atención de la pareja, pero era divertido ver a su primo avergonzado.

Taehyung, reaccionando, giró a verlo cubriendo el cuerpo de su pareja por mero instinto. Se sentía un tanto posesivo en ese momento y a su vez algo frustrado por haber sido interrumpido, pero responsabilizaria a las sustancias que habitaban en su cuerpo del pequeño desborde emocional que sentía.

Él era más controlado, por todo lo santo.

—Solo bailábamos — Jungkook se apresuró a excusarlos, retirando sus manos del interior de su pecho.

El repentino frío le arrebató un gruñido, fue involuntario, lo juraba.

Para su desgracia, los tres presentes lograron escucharlo, estaban demasiado cerca como para que la música lo camuflara, consiguiendo que Jimin se voltease al moreno a su lado y le golpeara el pecho.

—Grandote, deberíamos bailar así, parece entretenido —propuso con burla, aunque claro que tampoco mentía en su petición.

—Tus deseos son órdenes —Namjoon contestó de vuelta, ya inmune a sus descarados comentarios. Había recibido bastantes en lo corrido de ese día y noche como para no acostumbrarse.

—Así me gusta —besando la comisura del labio de este, Jimin volvió a su primo que sonreía ya menos avergonzado, aunque aún atado por los brazos de Tae—. Pero será más tarde porque Pandora y Raven están esperándonos. Quieren tomar un par de tragos con nosotros.

Sin mucho más dialogo de por medio, los cuatro se encaminaron a la mesa donde las dos bailarinas se encontraban junto a los chicos que compartieron el escenario con Pandora. Cada uno se acomodó en los asientos guardados para ellos, siendo Jungkook quien quedo al lado de la mencionada. La conversación ya había comenzado, por lo que les costó un poco desatracarse, pero al hacerlo pudieron divertirse escuchando.

—No, no. Esta loca casi le rompe la nariz a ese oficial —Raven señaló a la contraria frente a ella, eufórica por la anécdota que contaban—, yo quería hacer las cosas por las buenas.

Jungkook, ya con un poco más de cordura, escuchaba todo de cerca, no queriéndose perder ni un momento del acalorado relato.

—¡Esa opción no era posible con ese imbécil! —le recordó Pandora con un manoteo, recostándose en el respaldo de su silla.

—¡Claro que sí!, ¡a ti nomás te gusta ser violenta!

Ambas se carcajeaban, despertando risas del resto. Estaban pasando un rato tan ameno que el menor ni siquiera tenía noción del tiempo. Podía ser de madrugada o estar amaneciendo y no se daría por enterado.

—¿Violenta?, ¿me quieres ver violenta? —levantándose de su asiento, la de lencería blanca, amenazó con mofa.

—Vamos, ¡atrévete! —retó la peli azul, consiguiendo a cambio que el líquido de una de las copas de la mesa terminara en su pecho, cortesía de su mejor amiga— ¡Loca! —parándose de golpe, miro a la otra que no dejaba de reírse.

Y, aunque Raven igual se reía y no parecía molesta, tampoco lo dejo pasar y le pagó con la misma moneda.

O eso pretendía.

—Oh, mierda —lo que nadie espero fue que su equilibrio estuviera tan deteriorado como para que tambaleara y dejara caer todo el alcohol en la camisa del azabache—. Jungkook, perdóname, fue un accidente, no iba para ti.

Toda la humedad penetro a su piel, dejando ver una ligera transparencia debido al tono claro de la prenda, lo cual no era nada conveniente para él.

—N-no te preocupes, estoy bien —trató de conservar la calma al levantarse, buscando no verse afectado. Tae, a su lado, intentó seguirlo, pero eso solo sería peor, así que, negando con sus manos, lo detuvo—. Iré, iré al baño a limpiarme.

Su andar era tranquilo para no llamar más atención de la debida, era un accidente, cosas que pasaban, estaría bien.

Al entrar al baño, lo primero que lo encaro fue su reflejo. Uno con el cuello lleno de pequeñas manchas violáceas alrededor de toda su extensión, obligándolo a olvidar su razón principal de estar ahí.

Oh, no lo podía creer. Eso no lo taparía su ropa, eran demasiadas y con mucha pigmentación.

Deshaciéndose de su camisa y abriendo los broches de la tela que comprimía su pecho, se permitió acercarse al espejo y observar mejor. A la vista, eran más de diez, y simulaban un camino sutil que, de tan solo recordar como había sido hecho, sentía temblar sus piernas.

Dios, que intenso.

Sus dígitos tocaron la zona, dolía un poco, sin ser insoportable. No se veían tan mal, lo admitía, aunque ahora le daba demasiada pena salir del baño sabiendo que eso adornaba su piel, ¿que haría entonces para ir a la universidad?, él no usaba maquillaje, solo productos de limpieza facial.

Tan concentrado estaba en la revisión de su cuerpo, que olvido la ausencia del seguro en la puerta hasta que ya era lo bastante tarde como para ponerlo, pues una persona acababa de abrirla sin aviso previo.

—¡Dios, podrían tocar primero! —tan rápido como pudo, Jungkook se giró a la pared opuesta, quejándose con el pánico a mil. Ahora sí se sentía demasiado expuesto.

—Honey, lo siento, me preocupaba saber si algo había pasado —balbuceó Tae, tratando de acercarse, o eso pareció escuchar el menor, lo que lo dejo momificado en su lugar. Tuvo suerte de que se detuviera a algunos pasos de él.

De todas las personas, ¿por qué justo él?

Con los dedos temblando, tomó las esquinas de la prenda azabache, tratando de ajustarla tan rápido como fuera posible. Si tan solo sus nervios no entorpecieran tanto su trabajo.

Se encontraba con el deseo latente de llorar. Que inoportuna situación.

—Oh, Tae —sus dedos seguían en su lucha, apenas logrando cerrarlo un poco más de la mitad— ¿podrías esperarme afuera?, no tardo.

—¿Puedo preguntar que llevas puesto?... —la curiosidad genuina de su novio, lo paralizó nuevamente— lo sentí, hace un rato y...

Por supuesto que iba a preguntar, era cuestión de tiempo para que lo hiciera. Todo el mundo le preguntaba cuando lo veia.

—Es para la postura —contestó en automático, siendo esa la excusa genérica que solía dar cada que alguien le hacía esa pregunta—. Lo uso para corregir mi postura —rectificó con voz plana.

No quería mentir, y todo le exigía honestidad, no obstante, sus miedos hacían que sus palabras salieran por si solas antes de siquiera pensarlas con claridad.

Era un cobarde.

—Oh, entiendo, entiendo —rio bajo el castaño, abrumado por la tensión que se creó de la nada, creyendo que tal vez se debía al entrar sin aviso previo—. Te veo afuera, perdón por irrumpir en tu privacidad.

Taehyung dio media vuelta, a punto de encaminarse a la puerta como cachorro regañado, deteniéndose casi al instante al escuchar varias voces acercándose.

No tuvo que pensarlo tanto para jalar a Jungkook al interior de uno de los cubículos antes de que el grupo de personas entraran y vieran a su pareja semidesnuda. Su acción fue tan repentina que si Jungkook no hubiera tomado segundos antes su camisa, la hubieran dejado tirada afuera.

Pero el moreno tenía sus razones, si de por sí ya le costaba a su pareja mostrarse a él de esa forma, no imaginaba como reaccionaria con varios desconocidos. Además, tampoco le apetecía permitir que lo vieran así, llámenlo sobreprotector o celoso, no le importaba, él no dejaría que su pequeño se expusiera de esa manera.

Lo que no sopesó fue que el lugar fuera lo suficientemente pequeño como para mantener dos cuerpos ahí. Aunque Taehyung no se quejaría, eso le daba la excusa perfecta para abrazar la cintura de Jungkook y pegar más sus cuerpos, importándole muy poco que las prendas aún húmedas lo ensuciaran también.

Su lado más coherente y sensato, parecía haber viajado para no volver esa noche; sus manos picaban por moverse y escanear cada tramo de su pareja. La mirada fija y dulce de este lo tentaba de manera que antes no había experimentado, y el recuerdo de los jadeos que le fueron permitidos escuchar cuando besaba su cuello, se repetía en un bucle tortuoso. 

Tenerlo así de cerca lo hacía delirar, embriagado por el deseo de intensificar las cosas, más, el ruido de los murmullos de afuera del cubículo lo mantenía al margen. Los extraños seguían presentes, no podía ahora salirse de sus cabales. 

Trataba de mantener su vista fija en el metal, pues sentía que si lo observaba no podría evitar tentarse con los labios ahora rojitos por todo el maltrato que sus besos ocasionaron; sin contar que su cabellera desordenada, con sus pinzas aún en ella le era una imagen todavía más seductora. 

En vano, intento concentrarse en la conversación ajena en vez de permitirle a su imaginación volar, rogándole mientras tanto a cualquier deidad por piedad. 

Lo que pareció funcionar, pues, después de un par de minutos, se percataron de que por fin estaban saliendo. 

—¡Disfruten de su follada, tortolitos! —escuchan decir antes de que la puerta fuera cerrada.

Y, a pesar de la interferencia de la madera, el metal y la lejanía, logran oír otro comentario.

—Sería más cómodo en una cama, aunque la adrenalina de un baño no está mal.

Después nada más. Solo otra vez.

Jungkook respiró aliviado, decidido a ignorar los inapropiados comentarios y queriendo moverse para finalmente salir, pero no lográndolo al no ser soltado por Tae.

Al alzar su vista confundido, le fue imposible no sentirse nervioso ante el escaneo que la mirada oscura del castaño le daba. Se sentía expuesto, aunque no de forma negativa, la expresión de su pareja no era de disgusto, sino lo contrario. Y antes de creer que tal vez deliraba, este se lo confirmó dejando caer sus labios en uno de sus hombros a la par que lo atrapaba con más fuerza sus caderas, inmovilizándolo por completo. 

Su corazón se aceleró con cada toque que los afelpados belfos del mayor le daban con lentitud, como si estuviera esmerándose en repintar sus obras pasadas. Los dedos ajenos tampoco se quedaron quietos, y escalaron hasta tomar las esquinas de su binder.

Como fue posible, Jungkook trató de evitar que lo tomase de ahí e intentó quejarse, pero el mayor fue más rápido en estampar sus bocas en un beso necesitado que no tardó en ser acompañado por sus lenguas que discutían a petición del de tez morena. Perdió el control de sí mismo a pesar de forzarse a mantenerse firme y, de quererlo, Tae podría hacer lo que quisiera con él. Se sentía vulnerable, a su completa disposición y tan dopado que el miedo que suele acompañarlo ni siquiera llegó a ser perceptible.

Tan perdido estaba en las sensaciones que no notó que Tae terminó de cerrar la prenda por él, hasta que separó de su boca, dejándole un pequeño beso en la frente. 

—Te espero afuera, amor.

Y sin dejarle responder o replicar, salió del cubículo y baño, dejándolo ahí, con las piernas frágiles y tratando de entender qué y cómo pasó.

¿Qué había sucedido?, y, ¿porque se sentía decepcionado de que se hubiera detenido?, Dios, sus sentimientos eran un revoltijo completo. 

Al parecer estaba jodido, muy jodido.

¡¡Sorpresa!! Doble actualización 🥺♥️

La verdad no quede tan satisfecha con este cap, así que no se sorprendan si en algún momento les digo que lo reescribire JAJAJA.

Por ahora espero que les haya gustado y disfrutado 💞

Con este cap se da inicio a una nueva etapa de los personajes 👀 tengo muchas cosas pensadas 🤭

¿Vieron el nuevo banner? 👀 Tiene que ver con lo que les decía, cositas nuevas 🥰 ¿No es hermoso? 😭 También es gracias a mi bella Kim 🥰 es la que me tiene paciencia 🥺

En fin, nos vemos luego, cuídense mucho, trataré de actualizar pronto 💞

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