CHAPTER 06 🤍
La vez que Jungkook tuvo el infortunio de dar con Taesun, fue gracias a que el menor cubría el turno de su primo en un club nocturno. Su trabajo consistió en servirle un par de tragos y retirarse, pero su gemelo se había visto fuertemente atraído por él, por lo que no dejo de molestarlo toda la noche. Según Taesun, Jungkook no se mostró incómodo y, en cambio, se veía bastante receptivo, así lo que se esforzó por conseguir un polvo fácil. Al no lograrlo, su frustración escalo a la insistencia, tomándolo como un reto personal. No dejo en paz a Jungkook por semanas enteras.
Aún le cuesta entender cómo, pero llegó a la conclusión de que formalizar lo impulsaría a llegar a su objetivo y desde eso todo empezó a salir mal para Jungkook.
O esa era la versión de su hermano.
Joder, cada que escuchaba un relato de Taesun, hervía su sangre, el calor se adueñaba de su cabeza y tenía que esforzarse por no cometer una estupidez. Le seguía sorprendiendo la frialdad con la que hablaba y lo sincero que era al explicar cómo jugaba con el menor. Le era tan poco insignificante que incluso llegaba a hacer burlas y comentarios mal intencionados.
Para Taesun todo era una broma, o así fue hasta que mencionó lo del parque acuático. Mejor dicho, lo que no dijo. Luego de que su ira bajara y los malditos partidos de Tenis acabaran, trató de sacar el tema de conversación, curioso por la inusual actitud del contrario; sin embargo, su respuesta se limitó en comentar que fue «un mal momento», incluso para él, insistiéndole una vez más en que lo descubriera por sí mismo.
Y tal vez debió dejarlo pasar, ignorar lo sucedido. Por todo lo existente y santo, lo más razonable era no hacerle caso a ese idiota.
¿Por qué entonces ahora se encontraba conduciendo hacia el parque con el lindo chico dormido en el asiento a su lado? Tenía el presentimiento de que estaba metiendo la pata, y esperaba con todo su corazón que estuviera equivocado.
Su Jungkookie se veía tan pacífico y a gusto, ni siquiera se molestó en insistirle cuando le dijo que el lugar al que irían era sorpresa. Lo cual agradeció. Su hipótesis era simple: el pálido se comportaba como un niño, algo que a su gemelo lo desesperaba al punto del desquicio. Probablemente, terminaron en una discusión donde el más pequeño salió perdiendo.
De ser así, sería una estupidez más donde él se disculparía por su hermano y repondría el error disfrutando del tiempo con el chico de manera genuina. Después de todo solía ser igual o más infantil si sé lo propia.
Con esa idea en mente tranquilizando su ansiedad, estacionó en el interior del parque, girándose a observar al etéreo ser a su lado.
Podía jurar que ni los ángeles destilaban tanta paz como lo hacía Jungkook. Su piel de porcelana conseguía acentuar las pestañas negro noche y el rojo cálido de sus mejillas, como también el rosita de sus labios que formaban en ese momento un adorable puchero.
Su primer instinto fue levantarlo con pequeños meneos en su muslo, no obstante, sus dedos picaron por tocar la fina dermis y acariciar cada una de las facciones contrarias, hipnotizado por su belleza. Y así lo hizo, las puntas de sus dedos se deslizaron con cuidado, trazando cada parte que llamó su atención, consiguiendo en reacción que el menor arrugara su nariz y la moviera repetidas veces. Sonrió al encontrarle semejanza a un pequeño conejito.
—Precioso, ya llegamos —avisó al escucharlo quejarse entre murmullos.
—¿Tenemos que salir? —se removió, cubriendo su rostro con el antebrazo, no sintiéndose a gusto con perder el calor que su somnolencia le regalaba.
—Por supuesto —Taehyung se encontraba atento, no atreviéndose a perder ningún movimiento, encantado por las acciones contrarias. Ser lindo parecía innato en su naturaleza.
—Quiero seguir durmiendo —acurrucándose, esperó alguna reprimenda o insistencia del moreno, sabiendo que solía ser muy poco paciente.
Segundos pasaron, quitándole el sueño al no recibir respuesta y encontrarse en un inusual silencio. Confundido, abrió los ojos alzando una ceja.
—¿No me vas a insistir?
—Es que estaba admirando lo bonito que te ves durmiendo —Taehyung sonrió. No podía creer cómo es que se encontraba tan perdido por un chico el cual llevaba pocos meses conociendo, le parecía inverosímil y a su vez le restaba importancia. Si lo quería, con eso bastaba.
Jungkook era cómo la lluvia que no esperabas, pero que al sentirla contra tu piel te dabas cuenta de lo mucho que la necesitabas para refrescarte.
Besando su frente, salió del vehículo, siendo seguido por el pequeño que ahora tenía las mejillas rojas y una sonrisa que parecía no quererse ir. No pudo resistirse mucho más y lo envolvió en sus brazos por los hombros. Podía ser insignificante el adorar que los diez centímetros menos de estatura del menor le dejaran abrazarlo de esa manera y tener que bajar un poco su mirada para poder conectarla, pero es que de eso se trataban las cosas con Jungkook, lo más pequeño se convertía en detalles mágicos.
Sabía que vivía una mentira, que no era dueño de ese cariño, más quería fingir que sí, anhelaba que el chico viera más allá de quién creía ver. Mientras tanto, se esforzaría por ser merecedor de ese amor.
Al soltarlo lo tomó de la mano, llevándolo en dirección a donde todos los juegos estaban. Se encontraba rogándole a todo lo que estuviera en el cielo, que su ansiedad burbujeara en silencio y que Jungkook no notara lo nervioso que estaba por su reacción.
—¿En dónde estamos? —el lugar le era conocido a Jungkook, tenía curiosidad por eso, pero no lograba identificarlo. Miró a todos lados, no hallando sino carros y paredes grises normales en un estacionamiento.
—Tú solo sígueme —pidió el moreno mientras seguía caminando.
No tardaron en subir las escaleras que llevaban al exterior. El parque era hermoso, la gente sonreía y reía mientras jugaban entre sí con el agua, algunos niños se divertían con juguetes acuáticos mientras otras personas tomaban el sol y pequeñas tiendas se alineaban a los lados, esperando nuevas compras. Quiso dirigirse hacia estas últimas en busca de vestidos de baño y accesorios para ambos, deteniéndose abruptamente cuando Jungkook se zafó de su agarre con brusquedad.
—Koo... —intento preguntar, pero la fría mirada que recibió al girarse lo dejo helado.
—No quiero estar aquí — el azabache se apresuró a negar, dando cortos pasos hacia atrás.
Ya recordaba el lugar, y lo detestaba. Las cosas con Taesun no habían terminado muy bien.
—Pasaremos un rato agradable, eso es todo —el pánico subía a la cabeza de Taehyung, el peor de los escenarios parecía hacerse realidad y no tenía ni idea de cómo reaccionar.
Sabía que iba a meter la pata, debió seguir su instinto, no el deseo por indagar y reparar. Mierda, mierda, ¡mierda!
—Ya habíamos hablado de eso. Quiero irme.
Sin embargo, no lo habían hecho. Por lo menos no con Taehyung.
Parecía mudo, sus labios se movían de manera incorrecta, como si hubieran olvidado hacerlo, y no dejaban salir nada con coherencia o que siquiera fuera audible. Y eso termino por acabar con el intento de tranquilidad de Jungkook, quien bajó a zancadas de vuelta al estacionamiento.
No iba a permanecer en un lugar que solo avivaba malestares. No estaba listo aún, no quería estar listo. Apenas estaban mejorando las cosas con Taesun, no se arriesgaría a confesarle lo que lo perturba, menos si terminaría igual que antes. Esa vez lo intento, jura que lo hizo, y tal vez hubiera logrado ser sincero de no ser porque el mismo Taesun y sus réplicas empeoraron todo.
Su respiración se empezaba a tornar confusa, asfixiante, por el terror de que Tae volviera a actuar como antes, que su progreso se perdiera y dieran mil pasos hacia atrás. Lo quería, y no soportaría volver a tener al Taesun de antes. No otra vez, se negaba a creer que este último tiempo solo fue una mentira o una estrategia para obtener lo que quiera. No le encontraba otra razón a esta ahí de nuevo.
Entre el mareo de pensamientos dio con una salida aparte de la de vehículos y se apresuró a llegar ahí. Necesitaba salir y respirar aire limpio. Los recuerdos vergonzosos e incómodos lo empezaban a agobiar, recordar lo humillante que fue, las lágrimas que se le escaparon, el enojo de Taesun...
De repente, sus pasos y sus pensamientos se estancaron. Se tardó un segundo en entender que lo había detenido; Tae lo tomaba de la muñeca, evitando que siguiera. En semanas anteriores lo hubiera dejado ir, así como ese día cuando huyo del carro luego de aprovecharse de un semáforo en rojo. Esta vez, su agarre le pedía quedarse.
—Suéltame —susurró volteándose a verlo. La expresión de preocupación del moreno era evidente, tanto así que por poco termina cayendo y yendo a disculparse igual que siempre. Puso lo mejor de sí para no hacerlo y en vez de eso preguntar: —¿Va a terminar como la última vez?
En contraparte, Taehyung se encontraba aterrado, de todo lo que creyó que podía suceder, no se le cruzó por la mente que Jungkook llegará a alterarse demasiado. No tenía ni la menor idea de a que se refería con «última vez», ¿cómo podía responder ante eso?
—Yo...
El miedo intenso a empeorar el momento atravesó su garganta ¿Qué sucedió entre ambos ahí?, ¿tan malo había sido? Por la reacción de Jungkook era más que obvio que le debía una mucho más que una disculpa. El problema estaba en que era un ignorante ingenuo respecto a que debía hacerlo.
Jungkook se soltó nuevamente, abrazando su pecho.
—No entraré a ese lugar, te lo dije y lo repito: no me gustan los vestidos de baño, ni el agua —sentenció, superado por completo—, tampoco me desnudaré ante ti. No quiero. No lo haré.
Oírlo lo pasmó. El fuerte deseo de preguntar por lo que se refería, de tranquilizarlo y pedirle que le explicara, lo inundo. Nació el maldito impulso por aclararle que él no era ese imbécil que se quería sobrepasar con él, que jamás siquiera se atrevería a tener un mal pensamiento si así se lo pedía. Si tan solo hacerlo no lo pusiera en aprietos peores de los que ya estaba... No parecía el momento indicado de ser honesto, no cuando Jungkook se encontraba tan afectado.
Lo mataría en cuestión de segundos si decía la verdad.
—Jungkook, no... —sus palabras fueron interrumpidas antes de siquiera tener un orden claro.
—De verdad pensé que habías cambiado —el menor no se atrevió a seguir hablando y continuó su camino. Seguir ahí lo haría llorar de frustración.
Taehyung sintió un escalofrío que recorrió toda su columna y que aterrizo en el centro de su corazón, rompiéndolo estrepitosamente. La idea de conseguir ser igual que su hermano, de lograr hacerlo sentir tan miserable, lo dejo destruido. Era un tonto, un imbécil, el estúpido más grande, la peor escoria humana.
—¡Koo!, ¡bebé!, espera, lo siento —corrió hasta llegar al frente de este y detenerlo con un abrazo, el cual no fue correspondido. Eso le dolió incluso más—. Te sacaré de aquí, ¿sí?, no te vayas.
De nuevo, no recibió respuesta.
Con miedo a que se negara, lo guio hasta su carro —que no se estacionaba muy lejos de donde se encontraban—, y lo adentró, acariciando su cabello con cuidado antes de cerrar la puerta y apresurarse a ingresar a su puesto.
Ninguno dijo nada después de eso, Taehyung por miedo a empeorarlo si abría su bocota; Jungkook por sentirse contrariado. En un comienzo se encontraba seguro de que nuevamente esos malos momentos se repetirían, que Taesun solo había estado jugando con él y su supuesto cambio para llevarlo a que excediera sus límites. Sin embargo, nada de eso sucedió, no se trataba de una máscara que se arrancaría, Tae seguía siendo ese lindo chico que, cada que el pasado llegaba a colación, se disculpaba y trataba de remediar.
Era un tonto y un llorón, demasiado infantil, tal cual Taesun le dijo alguna vez en medio de una discusión. Ya no se refería a él de esa forma y se mostraba más empático, pero eso no quitaba que tuviera razón a pesar de todo.
Quizás no estaban allí por algo diferente a lo que mencionó de divertirse y, si incluso, hubiera querido que llegaran a algo más, se encontraría en ese derecho. Él mismo había prometido ser más abierto, dejarse llevar, y por más amoroso y paciente que se convirtió el moreno, también era consciente que en cualquier punto se cansaría.
Lo haría, si seguí así, claro que cansaría de él.
—Perdón —murmuró Jungkook observando la guantera con obsesiva atención—, me excedí. Tú te has portado muy bien conmigo y me has tenido paciencia como te lo pedí. Soy un tonto comportándome de esta forma.
—No pasa nada, Koo.
—No, si pasa —replicó, mirándolo avergonzado—. Te prometí más intensidad y, aun así, no he hecho el esfuerzo por cumplirlo. Sigo actuando como una niñita.
—¿De qué hablas? —Taehyung arrugó el entrecejo completamente confundido.
Lograba identificar el apodo como uno de los despectivos que Taesun usó para referirse a Kook, lo que le molesto demasiado al entender que no solo se lo había dicho a él, sino que tuvo el descaro de decírselo al menor. Sin embargo, ese no era el mayor de sus problemas, lo que lo tenía completamente descolocado era lo que escuchaba. No estaba entendiendo a que quería llegar y por qué.
—Puedo... puedo intentarlo —volvió a hablar el pálido, acomodándose en su lugar para quedar casi de frente a Tae—. Esta vez sí.
Antes de poder preguntar otra vez o en siquiera encontrarle sentido a sus palabras, se encontró con las manos de Jungkook tratando de bajar la cremallera de su pantalón mientras se sentaba en el piso del auto en posición un tanto sugerente pero rígida, mostrándose forzada.
Esto no podía estar sucediendo.
Como puedo, a pesar de su asombro, atrapo las manos contrarias. Un nudo se alojó en su garganta al sentirlas temblando con una intensidad insana.
Estaba paralizado con las pequeñas manos en las suyas, reconociendo que sus acciones se debían a peticiones enfermas de quien se hacía llamar su hermano, y aunque quiere suplicarle perdón y abrazarlo hasta que el mal momento pase, su cuerpo seguía sin poder reaccionar.
Jamás en su corta vida le había sucedido algo semejante, ¿cómo se actuaba ante algo así? Estaba seguro de que no había un manual que lo enseñara, ni siquiera un tutorial en redes, por eso se sentía con el derecho de quedarse observando con los ojos bien abiertos a la espera de que su cerebro le diera una respuesta milagrosa. Debía hablar, calmar, minimizar, cualquier cosa que los sacará de ahí, sin embargo, su cuerpo, aun en crisis interna, no colaboró.
—Soy un desastre para esto, lo siento —alejándose de golpe del moreno, Jungkook regresó a su asiento, desviando la mirada para evitar que lo viera al borde del llanto.
Taehyung, por su parte, no daba crédito de nada, todavía incapaz de recuperar su léxico.
Su celular pareció desesperarse por el silencio, cortándolo con el sonido típico que avisaba de una llamada. Sacándolo a tropezones de uno de sus bolsillos, reconoció de quién se trataba y sus sentimientos se revolvieron más, si es que eso se podía. Deseaba contestarle a ese que tiene el nombre de «Hermano» en sus contactos, exigirle una explicación e insultarlo hasta que su voz o saldo se acabase; más Jungkook seguía a su lado, agobiado y a la espera de mínimo una respuesta.
Colgó sin paciencia para enfrentarse a él ahora, lanzando el aparato al portavaso, y devolvió su atención al menor, sin embargo, este se encontraba concentrado viendo la pantalla que volvía a encenderse avisando de una nueva llamada. Su cuerpo se tensó un poco al conocer quién se escondía detrás de esa línea, y alejarlo de su campo visual para apagarlo y lanzarlo a los puestos traseros, fue su mejor idea.
Qué oportuno era ese imbécil. Nótese el sarcasmo.
Antes de que el silencio los volviera a ahogar, el menor habló.
—¿Podrías llevarme a casa?, por favor —la súplica de este dejo sin herramientas al mayor.
Asintió sin insistir. Seguramente por ahora lo mejor sería darle su espacio.
—Perdóname —susurró dando inicio con el recorrido.
Uno que fue muy tortuoso, el muro que Jungkook formo entre ellos era de duro cemento, envuelto en el hielo más grueso y helado que nunca antes había existido, apenas y era visible en medio de tanta bruma de emociones. Era completamente diferente a como viajaban un momento atrás, antes de llegar a ese maldito parque. Su chico, antes dormido con tranquilidad, ahora no despegaba un ojo de la ventana y su respiración dejo de ser profunda para convertirse en una agitada.
Odiaba, joder que sí, el cambio brutal de ambiente. Más por saber que era responsable de ello, se comportó mal al seguir los absurdos juegos de su hermano, y ahora pagaba la consecuencia al respecto. Se merecía ese desprecio.
La media hora de camino se sintieron eternas horas, cuando llegaron al frente de la casa de Kook, quiso tratar de hablar, ahora un poco más calmado y dispuesto a darle frente al momento. Pero Jungkook tuvo planes diferentes al salir disparado del carro y correr a encerrarse en su casa.
La distorsión del tiempo era graciosa, mientras el camino, donde buscó llegar rápido para detenerse a hablar, se hizo excesivamente extenso; en el momento que freno y se giró, fue como si Jungkook ya estuviera dentro de su casa, tan rápido que no puedo siquiera asimilarlo.
El vacío en su pecho empeoró al confirmar que realmente se había ido sin siquiera despedirse y que no saldría por esa puerta de nuevo hasta quién sabe cuándo.
Seguirlo e insistirle llegó a sus pensamientos como una punzada, no obstante, sería patético encararlo y quedar nuevamente en blanco al no tener como darle frente a los reclamos que seguramente Jungkook le haría.
Jodida mierda todo y todos, menos Jungkook.
Maldito parque.
Maldito Taesun.
Maldito él.
No tuvo más remedio que conducir en dirección a su casa
También tenía que considerar el hecho de que probablemente Jungkook tampoco quisiera verlo, en ese momento podría estar odiándolo e ir de insistente podría aumentar su enojo. Le daría y se daría tiempo, lo ideal era actuar con la cabeza fría.
Todo era tan confuso. Estaba consciente de que la relación entre Jungkook y su hermano nunca fue bien, pero justo cuando creía que no podía empeorar, lo hacía.
Ni siquiera entendía como es que Jungkook le había dado una nueva oportunidad. Ese animal no se la merecía. Y bueno, no es como que él se la mereciera tampoco, después de todo le estaba mintiendo.
Ash, ¡Qué desastre!
Un semáforo en rojo se presentó en su campo de visión, haciéndolo detenerse y permitirse concentrarse en el puesto vacío a su lado. Taesun solía usar demasiado su auto con la excusa de que era más cómodo, ¿cuántas veces habrá estado Jungkook ahí adentro junto a ese idiota?, ¿cuántos malos momentos alojaría?, y, ¿cuántos chicos subieron después de que Jungkook bajará? Maldita sea, la sola idea lo lleno de deseos de gritar. No volvería a prestar su auto, menos para que Taesun pudiera burlarse del chico. Arrancó al visualizar el verde, sin darle pare a sus cavilaciones.
Taesun. Ese maldito idiota tenía la culpa de todo y por más que quisiera no podía simplemente librarse de él, vivían juntos, compartían sangre y, lo más importante, lo necesitaba para que le siguiera ayudando con Jungkook y los recuerdos compartidos, además de mantenerlo al margen para que no hiciera una estupidez con el pequeño.
No soportaría que volviera a hacerle daño, no cuando cada día se encariñaba más con ese azabache de ojos bonitos y delicadas facciones. Ya bastaba con la mierda que le había hecho para que reaccionara cómo lo hizo momentos atrás.
Nomás al recordarlo quería molerlo a golpes, no sin antes sacarle toda la información de lo sucedido. Necesitaba saberlo, no solo para disculparse con el menor, también quería entender. No mentiría, le asustaba en cierto grado conocer hasta donde había llegado Taesun para afectarlo tanto, sin embargo, por eso mismo debía saberlo.
Además, su cabeza no lo dejaría tranquilo si no se dignaba a resolverlo todo ya en lugar de esperar hasta llegar a su casa.
Estacionándose a un lado de la vía, bajo de su auto directo hacia los puestos traseros. Debía encontrar su celular. Exudaba nervios y enojo que empeoraban a medida que buscaba y no daba con el maldito aparato.
¡Jodida mierda, ¿dónde lo lanzo?!
Se vio obligado a tirarse al suelo y revisar debajo de los asientos delanteros, encontrándolo en una de las esquinas para su alivio. Sus dedos fueron algo bruscos al encenderlo y su paciencia casi se desborda esperando que lo hiciera. Pudo ver cómo varias notificaciones saltaron, saturándolo; se trataban de algunos mensajes poco importantes, varios avisos de sus otras redes y más de cuatro llamadas perdidas del imbécil al que necesitaba.
Qué insoportable.
No quiso darle largas al asunto y devolvió la llamada, hablando apenas fue contestado en los primeros pitidos.
—Que le hiciste —detrás de la línea escuchó un jadeo indignado que le hizo rodar los ojos. No le importó en absoluto.
—¿Ahora de qué hablas? —La voz del contrario se escuchó calma y eso solo fastidió a Taehyung.
Odiaba tener que preguntarle del pequeño y recordar que dependía de este para que la mentira no se desmoronara. Sin embargo, también procuraba tener en mente que era por un bien mayor.
—El Lotte World, ¿qué paso allí?
—Así que te mato la curiosidad, gatito.
Respiró hondo, no permitiría que Taesun lograra joderlo, eso era lo que quería y no le daría ese gusto. Buscaba respuestas de Jungkook, nada más.
—¿Te sobrepasaste con él? —se atrevió a preguntar lo que rondaba su cabeza desde el momento en que Jungkook se arrodilló con sus ojitos brillantes de miedo. El recuerdo le trajo un gruñido— ¿Lo obligaste a algo?, por qué te juro por nuestra madre que sí es así...
—Woo, cálmate —lo detuvo Taesun con un tono de voz lo bastante preocupada como para detener su amenaza—. Claro que no hice nada de eso. Nunca he tocado a ese niño.
—No mientas —su mandíbula se tensó logrando que sacara cada sílaba con extrema advertencia.
Su gemelo pareció notar que era momento de tomar la pregunta con seriedad, pues suspiro tomándose unos segundos antes de continuar.
—Mira Taehyung, seré la mierda que quieras. Pero jamás he tocado a nadie sin su consentimiento.
—¿Qué sucedió entonces? —la confesión destensó de a poco los músculos del castaño. Aunque aún se encontraba alerta a la razón real.
Taesun volvió a tardar un momento antes de contestar:
—Quería verlo en vestido de baño, divertirme con él en el agua y de ser posible llevar la cosa al siguiente nivel. Ya lo había hecho con otros chicos y siempre terminaba siendo beneficioso para las dos partes—Taehyung se abstuvo de lanzarle insultos al escucharlo. Por lo menos ahora tenía sentido lo que el niño le gritó en medio de su alteración—. Pero, nomás estuvimos en el lugar se volvió loco, se alteró mucho y dijo muchas cosas, casi no vuelve al auto y todo.
Imaginó toda la escena similar a la vivida hacía un tiempo atrás; el menor al borde del llanto, alterado y con esa necesidad de huir tan fuerte que lo hacía temblar... su corazón crujió en el interior de su pecho.
—Termine confesándole mis verdaderas intenciones —continuó Taesun—, cuando note qué lo que lo puso mal fue insinuar tocarlo y verlo, propuse que intentara tocarme a mí. Aunque tampoco funcionó.
—Maldito enfermo —Taehyung escupió la frase con recelo, asqueado. El deseo de volver con Jungkook lo abrumó.
Su mirada asustada permanecía en su cabeza, sabía que con Taesun no debió ser diferente. Ni siquiera se atrevería a preguntar que tal lejos consiguió llegar porque se volvería loco.
—No exageres, ese tipo de situaciones las he hecho con gente que no llegaba a ser ni un conocido. Tampoco me he quejado cuando me lo sugieren —chasqueó la lengua detrás de la línea, seguramente superado por la conversación—. Se supone que éramos novios, las relaciones íntimas están dentro de ese paquete, y tampoco le insistí cuando me dijo que no, me moleste un poco y tal vez dije algunas estupideces, pero ya está, no lo forcé a nada.
Pero su intento de minimización molesto más a Taehyung.
—Ese tipo de intimidad se da con alguien de confianza, no todos queremos acostarnos con lo primero que encontramos, imbécil de quinta.
—Son tal para cual —se rio sin gracia el contrario— ¿Acabaste? Estuve tratando de llamarte hace un rato porque papá quiere vernos, está en la ciudad y quiere pasar tiempo con nosotros.
El cambio de tema no le sentó mejor al castaño. Ver a su padre no era de las mejores ideas.
—Yo no iré —Taesun era una copia de la personalidad de su padre, no tenía paciencia para soportarlos, menos si tomaba en cuenta que terminaba siendo el blanco de las burlas de ambos hombres—. Ve tú, después de todo eres su favorito.
—No es como si hicieras el esfuerzo de llevarte bien con él —contraataco su gemelo.
Y aunque este estuviera en lo cierto, le era irrelevante ahora. Resolvería esas estupideces después, en ese momento tenía cosas más importantes que hacer.
Como ir en busca de su lindo azabache, por ejemplo.
—Me basta contigo, no quiero dos escorias en mi vida.
Esperar respuesta no fue opción, colgó y volvió al puesto del piloto pasando por en medio de ambos asientos. Ya conociendo lo necesario de lo que desestabilizo a Jungkook, tenía la forma de disculparse y solucionar. Podría abrazarlo y arrullarlo hasta que entendiera que no buscaba nada de lo que su hermano le hacía creer. Bueno, para Jungkook no sería así, pero se conformaba con que mínimo le creyera que su cambio era real y que sus supuestas intenciones habían cambiado por completo.
Odiaba tener que mentirle, hacerle pensar que seguía con el mismo ser nefasto y que desconociera su existencia, sin embargo, era eso o que las cosas empeoraran con una verdad tan... bizarra. Debía buscar un buen momento para ser honesto y ese no sería este.
Tardo muy poco en retornar y volver a la casita de un piso del menor, estancándose en la puerta nervioso. Necesitaban hablar, no era como si se fuera a solucionar solo; además Jungkook podía quedarse con ideas erróneas de su persona, lo que destruiría todo su avance y deseo de darle una relación completamente diferente a la que tuvo con su hermano. Dejando de sobrepensar, tocó con algo de inseguridad e impaciencia recorriéndole el cuerpo.
No lo ayudo para nada que los segundos pasaran y no hubiera rastros del menor. No escuchaba siquiera pasos acercándose. Mordía su labio a punto de destrozarlo, agudizando su oído y rogándole a su corazón porque latiera más bajo. El ruido seguía siendo nulo.
Cuando su desesperación ganó y se dispuso a volver a tocar, la puerta se abrió lentamente, dejando ver unos llorosos ojos que se asomaban. Estaban más brillantes de lo usual, y el rojo inyectado delataba los sentimientos del menor.
Se odió así mismo y al mundo entero en ese momento.
Poco le importo pedir permiso para entrar, los modales y la etiqueta se podían ir a la mierda también, y se abalanzó a los labios del menor, dejando pequeños choques y abrazándolo por los hombros cuando trastabilló. Taehyung se consideraba alguien empático, podía ponerse con facilidad en los zapatos de los demás, pero no llegaba a la hipersensibilidad de conectar con el dolor o sentimiento con otros. Con Jungkook le fue imposible no hacerlo, si bien su hermano le afirmaba no haberse excedido con él, había sido testigo del terror ajeno, supuso que paso muchas veces más luego y antes de eso e imaginar múltiples escenas de Kook luchando por no caer preso del pánico lograban estrujarle el alma.
—Perdón, perdón, perdón —pidió en un tono bajo, juntando ambas frentes. Jungkook empuñó su camisa, asintiendo suave—. Soy un imbécil, un idiota, estúpido. Todo lo malo que conozcas...
—No eres eso —lo interrumpió antes de que siguiera con los insultos a su persona.
Jungkook no era capaz de expresarlo, pero le conmovía el hecho de que Tae volviera a buscarlo. Era su primera discusión desde que empezaron de cero, y en serio creyó que tendría que ir de nuevo a disculparse. Se había quedado en la puerta sentado llorando, a la espera de que tuviera un poco más de energía para llamar al mayor; le costó procesar que el moreno ahora lo envolviera en sus brazos.
—Claro que lo soy —Le replicó, acurrucándolo en hueco de su cuello—. Pero te prometo que no te lleve allá para sobrepasarme contigo, ni obligarte a que lo hicieras conmigo, quería que pasáramos tiempo juntos, y redimirme por la estupidez de la otra vez.
Jungkook no dijo nada, más que todo porque creía que si lo hacía lloraría cuál niño pequeño.
—Tú no tienes que cambiar nada, ni forzarte a ser o hacer algo que no quieres, eres perfecto, estamos perfectos así —continúa el mayor—. Ignora esa promesa, no es necesario que te fuerces si no te sientes listo, no me importa. Jungkookie, yo te dije que cambiaria, que sería alguien diferente, y lo soy, nuestra relación va a tu tiempo, a tu manera, como te sientas cómodo.
—¿Qué hay de ti? No quiero que te canses por ser tan...
—¿Perfecto?, ¿encantador?, ¿lindo?, ¿dulce? —completó la frase que, suponía, sería negativa. Jungkook soltó una leve risa que se le contagió.
—Hablo en serio.
—Honey, no podría cansarme de alguien tan maravilloso —lo tranquilizo, regalándole un beso en la coronilla—. Tu tiempo es mi tiempo. Te lo juro.
Fue el menor quien se lanzó a sus labios esta vez, en un suave choque; la tranquilidad que lo envolvió desapareció el peso que lo torturaba. Sus besos, a comparación, fueron más largos, moviéndolos con extrema delicadeza y cariño, llevando sus pasos en retroceso hasta el choque con la pared les impidió moverse un centímetro más. Jungkook quería demasiado a Tae, sus nuevas facetas y ese chico dulce que empezaba a abrirse con él, todavía estaba asustado, pero de a poco se convencía de que podía serle honesto al chico, podía decirle la verdad. Quería hacerlo, quería intentarlo.
Sus besos dejaron la boca ajena, creando un camino por la dermis, un poco brusco al inicio debido a los nervios, hasta llegar al acanelado cuello, sus manos temblaban aún sujetas en la camisa, pero se afirmó en ella obteniendo la fuerza suficiente para poder atreverse a dejar un juguetón mordisco en la zona.
—Jungkook... —el barítono de Taehyung se hizo más ronco y sus manos se recondujeron a la estrecha cintura del menor, ajustándose ahí, se sentía dopado y eufórico al mismo tiempo. Le gustaba la pequeña humedad que empezaba a impregnarse en su piel, pero a su vez se sentía cohibido de hacer algo que asustara al contrario y lo llevara a perder ese calor que compartían en ese momento.
—Tae... —balbuceó este, alzando su mirada y conectándola por unos segundos con la entrecerrada del contrario hasta que la tención lo abrumo y tuvo que abrazarse a él para evitar alejarse —. En verdad quiero decirte todo, explicar qué me pasa, quiero ser honesto...
—Oye, tranquilo, podrás decirme todo cuando sea el momento correcto —tranquilizó despertando del pequeño trance en el que se encontraba. La curiosidad hormigueó en su interior, creando miles de preguntas, pero no las sintió pertinentes, así que las dejo pasar.
—No quiero ocultarte cosas, sé que lo que no digo es importante, pero no me atrevo a hacerlo, me asusta un poco tu reacción... —el ajuste en ambos cuerpos se afianzó —Te adoro mucho, Tae, y si rompí mi promesa anterior, no lo haré con esta; te prometo decirte la verdad, confiaré en ti, cuando esté listo lo haré.
Y aunque el menor no lo sabía, sus palabras chuzaron cada fibra de la culpa que carcomía a Taehyung. Él también quería ser sincero, también deseaba hablarle de todo eso que le escondía, y así mismo también le asustaba su reacción.
Si tan solo su verdad no fuera tan retorcida...
—Yo... también prometo serte honesto a mi tiempo —retuvo el cuerpo de Jungkook cuando este intento alejarse. No se atrevería a verlo a la cara justo ahora —. Igual te adoro, mucho, mucho.
Lo haría, tal vez en un momento no muy cercano, pero lo haría. Jungkook lo merecía.
No tengo mucho que decir, espero les haya gustado el cap 🥰🥺💓, nos vemos en una próxima actualización
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro