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CHAPTER 01 🤍

Las decisiones siempre son difíciles pero obligatorias. Con regularidad nos deja entre la espada y la pared, y una mala elección puede costarnos mucho. A veces, solo podemos elegir cuál es la menos nociva, aunque todas las variables sean incorrectas; otras, tenemos que escoger entre la mejor de grandiosas opciones. 

Ahora, justo ahora, Taehyung se encontraba en la segunda. 

¿Desayunaba la pizza que sobró la noche anterior o mejor optaba por los rollitos de Gimbap que su madre les trajo en su reciente visita?

¡Ambos eran tan deliciosos!, y si su estómago fuera más grande, optaría por ambas cosas, pero hacerlo implicaría un dolor estomacal del cual prefiere pasar. 

—¿Vas a quitarte de la nevera en algún momento o pretendes dejar tu carota ahí todo el día? Tengo hambre —gruñeron detrás de él; sin embargo, no le importó.

Su dilema seguía sin respuesta y quería tomarse el tiempo para no arrepentirse luego. 

La pizza era exquisita...

Pero el Gimbap era casero y tenía el sabor único que su madre le daba...

—¿Y a mí qué? Estoy tratando de elegir qué desayunar —volvió a escuchar un quejido que igual ignoró. 

—No me jodas, Taehyung.

Finalmente, su hermano decidió pasarlo de largo al darse cuenta de sus nulas intenciones de darle paso, menos cuando pareció dar con la solución.

¡Y así era! 

La mitad de ambos lo haría no tener que elegir a uno y no le ocasionaría dolor. ¡Ja!, siempre habría un camino diferente que lo favoreciera. 

Tomando ambas porciones y cerrando el refrigerador a su paso, las dejó en el mesón, dispuesto a dividirlas como había decidido. Un reflejo idéntico lo observaba desde su asiento con molestia y asco, siguiendo sus acciones con detenimiento, incluso cuando las puso juntas dentro del microondas. 

Su gemelo. Al parecer, el óvulo de su madre tampoco supo elegir. 

Se encogió de hombros, restándole importancia a su juzgadora mirada, viendo el cereal que tenía en su posición y decidiendo dejar pasar que era de su propiedad y no de él. Taesun siempre lograría salirse con la suya. Prefirió ponerle atención a cómo vestía. 

Era temprano en la mañana, no pasaban de las diez y el castaño era envuelto por jeans claros, camiseta algo colorida para su gusto y una chaqueta de cuero negra. Bien, eso no era ropa de alguien recién despierto, y la fragancia que ahogaba casi toda la cocina se lo terminaba de asegurar. 

—¿Vas a algún lugar? —Se sentó frente a este, quien ahora parecía entretenido en su móvil. 

—Voy a pasar el rato con EunWoo —encogiéndose de hombros, le restó importancia, soltando una risa pícara segundos después—. Sabes a lo que me refiero.

Y claro que sabía a qué se refería ese pervertido. No obstante... Algo no le cuadraba. 

—¿Qué el nombre de tu novio no iniciaba por J? —Por lo menos no recordaba que el nombre tuviera "Eun" por algún lado. Estaba seguro de que no hablaba de la misma persona—. Era algo así como Jung...

—Jungkook. Sí, así se llama mi novio —aseguró tomando un poco de su cereal—. Y en efecto, no saldré con él.

Tal vez debió sorprenderle e indignarle el comportamiento de su gemelo, pero en realidad no era así. Estar expuesto a su inmoralidad por cantidades absurdamente grandes de tiempo, ya lo hacía inmune al asombro. 

Taesun era un tarado. Uno al que quería, pero tarado a fin de cuentas. 

—Vaya, pensé que sentarías cabeza con el niño —rodó los ojos tomando de su pizza—. Por lo que me contaste, parecía buena persona.

No lo conocía de nada, pero su hermano le había comentado maravillas.

—¡Y lo es! No es de los que se acuestan con cualquiera —enfatizo la última palabra con exageración—. Tuve que formalizar para que mínimo me dejara besarlo.

Y por la indignación en su tono de voz, sabía que se había equivocado al creer que Taesun tendría un cambio.

—Oh, te tocó alguien decente, qué desgracia.

Dio el último mordisco a su mitad de pizza y se apresuró a tomar el Gimbap. La conversación no era de lo más importante, solo Taesun haciendo de las suyas. Esta ni siquiera era su peor anécdota. 

—El punto es —continuó el contrario, ignorando su burla—, ¡me estoy aburriendo del chico! Es lindo, pero muy ingenuo, ¡mi cuerpo ya extraña el buen sexo! 

Taehyung necesitaba más paciencia para soportarlo. Lo amaba, y mucho, tanto que poco le reprochaba. Pero desde que Taesun conoció su sexualidad, a sus prematuros catorce años, no ha parado. La cantidad de hombres que habían pasado por su cama no tenían cuenta y, si bien no era de su incumbencia, tampoco era de su agrado saber lo poco responsable y empático que podía ser su hermano.

Su hermano... Eran tan diferentes entre sí. Taehyung prefería la calma de una relación, los brazos finos de una chica, el carácter suave, coqueteos y juegos de seducción... Taesun solo pasaba el momento. Un orgasmo y adiós. 

Pero no podía hacer mucho, la familia no se escoge y le tocó un promiscuo de gemelo. Fin del asunto.

—Mira, mientras mantengas tus mierdas lejos de mí y de nuestra casa, eres libre de hacer lo que quieras.

—¡Agh, qué amargado! —Lloriqueo el castaño, casi pataleando.

—Te lo digo en serio, Taesun, conoces la regla. Tus hombres afuera, mis mujeres afuera —lo apuntó con su dedo, y arrugó el entrecejo. Si era blando con el límite, el contrario no tendría reparo en cruzarlo—. Todavía tengo el mal sabor en la boca por lo que pasó la última vez que te dejé traer a alguien.

Todavía recuerda cómo el chico se le quiso lanzar a sus brazos para evitar que se escapara de la bochornosa escena. 

—Yo sí quería el trío —al oírlo, Taehyung se estremeció. 

Qué asco. 

—No entiendo qué clase de fetiche sobre gemelos tiene la mayoría. Es asqueroso. 

Y mucho. Odiaba ese tipo de insinuaciones; además, era perturbador pensar en que estaría envuelto entre las sábanas con su hermano... Y un chico.

Los chicos no le atraían. Menos su hermano.

Repite: asqueroso. 

—A mí no se me hace tan malo.

—A ti nada con respecto al sexo te parece mal. Eres un maldito enfermo —se quejó acabando lo poco que quedaba de su desayuno, antes de que las náuseas de la imagen le impidieran hacerlo.

—Sí, sí, como sea —Levantándose de su lugar, con el plato ya vacío, Taesun se encaminó directo a la puerta que conducía al garaje—. No te preocupes, mantendré mis cosas lejos de aquí.

Y sin más, salió dejándolo solo y con el desorden en la cocina intacto. 

¡Perfecto! Ahora tendría que limpiarlo él. 

Maldita sea. 

Para su suerte no era mucho por recoger o lavar, terminó rápido y al ser sábado decidió no hacer nada por el resto de la mañana. Luego haría los trabajos que debía. Mientras, se entretenía en una llamada con la dulce Sana.

Compartían una clase en la universidad y, al entablar su primera conversación, habían quedado de conocerse y salir.

Tenía pinta de ser alguien con quien podría pasar el rato y tener citas lindas, claro, solo llevaba algunos días hablando con ella pero hasta ahora tenían varias cosas en común, además de su clase, y era una chica en exceso atractiva.

Le daba un buen pronóstico.

—¿Te gustaría ir al cine o prefieres una salida tranquila a cenar?

La risa en el otro lado de la línea se le contagió, escuchando su respuesta con falsa timidez y la típica excusa de no querer ser molestia.

—Haré lo que quieras —le aseguró, recibiendo otra risita.

—¿Y si quiero que vengas ahora?

Y ahí el porqué sabía que su timidez era falsa. No era la primera vez que Sana se le insinuaba.

Acomodándose mejor en su cama, observó la hora en su reloj de mesa. Era muy temprano aún y ni siquiera habían probado suerte con la cita, por lo que no le convencía llegar a ese extremo tan rápido.

Prefería salir con ella al día siguiente, y si todo salía bien, intentaría llegar un poco más lejos, aunque sin cruzar sus límites. Pero por ahora, es un claro no.

—Buena jugada, bonita —negó para sí mismo, algo atraído por el atrevimiento—. Amaría ir, pero ahora los trabajos universitarios reclaman mi atención.

—¿No pueden esperar un rato?

—No lo creo, son bastantes cosas para una sola semana —lo que era verdad; tenía más de un plano que diseñar para entregar como avance antes de la realización de maquetas, que sería otro lío aparte.

—¿Y si voy a ayudarte? —La pregunta lo tensó.

Eso ya fue demasiado atrevimiento.

La sola idea de tener a la chica en su espacio, con sus materiales, lápices, hojas... No. Sin duda no. Eso no lo permitiría con alguien más cercano a un desconocido que a ligue... Ni a sus amigos les dejaba tocar sus materiales de trabajo. Son su posesión sagrada.

Por suerte, antes de poder rechazarla de la forma más calmada y dulce que podía, escuchó el timbre sonar repetidas veces, lo cual lo distrajo por completo al no estar esperando a nadie.

—Vaya, qué extraño, alguien está timbrando —levantándose del confort de su colchón, se encaminó a la entrada.

—¿No es tu hermano?

—Él tiene sus llaves —y de haberlas dejado lo hubiera llamado para pedirle abrir la puerta del garaje, no la principal. De hecho, no era nada común usarla, ya que salían con sus carros casi sin falta—. Hablamos más tarde, preciosa, atenderé a quien esté afuera.

Sana no puso resistencia.

Al llegar a la entrada, revisó por el ojal de la puerta de quién se trataba, no haciéndosele familiar el rostro.

Un azabache se encontraba detrás de la puerta, mirando a todos lados, llevando en sus manos una bolsa de tela a la altura de su pecho que no se veía nada ligera; no parecía del todo seguro de estar ahí. Lo más probable es que se encontrará perdido, y su aspecto distraído no le emitía alerta de peligro.

Parecía inofensivo, así que abrió.

Quería preguntar de quién se trataba o si necesitaba ayuda, pero el contrario se le adelantó.

—¡Taesun! Sí, si estás —pasó sin pedir permiso, dejándolo algo descolocado por parecer tan confiado como asustado. Actitud nada lógica a su parecer; además, ¿lo había confundido con su hermano?—. Te traje medicina y té para tu dolor estomacal, aunque no pareces muy enfermo, tal vez exageré con todo lo que traje —observó la bolsa con una sonrisa temblorosa—. Qué tonto.

Taehyung parpadeó tratando de procesar lo escuchado y responder a lo que le decía. No entendía nada, pero mínimo podía avisarle que no estaba hablando con Taesun sino con algo similar a una copia física de él.

—Oye, espera, yo no-... —Volvió a ser interrumpido por este, quien se le acercó de forma brusca.

—¡Oh, lo olvidaba! —y antes de poder preguntar a qué se refería y por qué estaba tan cerca. El de melena carbón enredo sus brazos en su cuello y estampó ambas bocas.

Fue tosco e inesperado. Taehyung en ningún momento se movió, su cuerpo quedó rígido y su respiración se perdió.

Un chico... Un chico le había robado un beso... ¡Y lo seguía haciendo!

Cuando el contrario quiso mover sus labios para profundizar el encuentro, se separó, casi chocando con la puerta que seguía abierta y lo seducía a pasar por ella y escapar de la escena.

—Perdón, a veces se me pasa saludarte como me lo habías pedido —. La mirada de este bajo al suelo, viéndose cohibido de repente, incluso sus mejillas se habían coloreado de rosa.

¡Cómo se veía así después de robarle un maldito beso!

Taehyung empezaba a sentirse mareado. Muchas veces las personas los confundían, no era la primera vez, pero nunca habían llegado a este punto. Nunca nadie le había abusado los labios de forma ingenua.

Su estómago se revolvió de repente. Como que si iba a necesitar lo que el chico traía en la bolsa.

—M-me das un segundo... Necesito, necesito ir al baño —cuando lo vio asentir, cerró la puerta de golpe y salió apresurado al piso de arriba, retrocediendo sus pasos antes de subir las escaleras al reconocer por fin de quién se trataba—. Quédate aquí, ya vuelvo —forzando una sonrisa, subió.

Era Jungkook. El novio de Taesun.

¡Carajo! Sentía un poco de lástima por él.

A pasos rápidos entró en su cuarto y, quedándose estancado en la entrada, se apresuró a sacar su celular de los bolsillos del pantalón de su pijama. Esto no apuntaba a nada bueno.

Con sus dedos, algo temblorosos por la ansiedad, marcó el número de su hermano. Pitó más de tres veces antes de irse a buzón, por lo que insistió.

E insistió.

Insistió nuevamente.

Y volvió a insistir.

Hasta que por fin respondió luego de creer que no podría contactarlo.

—¡Maldito idiota que te dije acerca de traer gente a la casa! —No se molestó en saludar. 

Tenía un problema de ojos grandes, cabello negro y labios descarados en el primer piso como para formalidades. 

—¿Y a ti qué mierda te pasa? Estoy con EunWoo en su casa. Que yo sepa eso no te...

—Tu novio está aquí —Lo cortó. Necesitaba que se apresurara a llegar o a llamar al chico para que le aclarase la situación. 

—¡¿Jungkook?! 

—¡El mismo! —balbuceó entre dientes. No quería ser escuchado y armar un lío antes de poder hablar con su amado y querido hermanito... al cual quería ahorcar y golpear hasta el cansancio—. Me acaba de confundir contigo, ¡¿qué le dijiste al pobre niño?!, ¿cómo siquiera sabe dónde vivimos?

—¡Solo le dije que estaba enfermo! —se excusó igual de sorprendido que su hermano ¿Él que iba a saber que Jungkook iría de intenso a su casa?— Aunque, me ofende que no me haya reconocido, no somos tan parecidos.

Taehyung empezaba a desesperarse. 

—No, para nada —ironizó tratando de inhalar paciencia, susurrando gritos que deseaba lanzar tan fuertes que dejasen sordo al contrario—. ¡Somos idénticos, idiota! ¿Siquiera le dijiste que tenías un gemelo?

Y qué gran detalle. No, no lo sabía. A Taesun no le parecía algo relevante para alguien que, se suponía, no debía conocer de Taehyung. 

—Le dije que tenía un hermano.

—¡Taesun! — Taehyung iba a llorar, estaba seguro, ya sentía las lágrimas de estrés llegando a sus lagrimales. 

—No iba a profundizar sobre mi vida con él —no le interesaba lo suficiente para hacerlo, Jungkook era lindo, pero tampoco la gran cosa—. Y sabe dónde vivo porque le di mi dirección a cambio de poder ir a su casa... nunca pensé que fuera a llegar allá; simplemente, le dije que me había intoxicado con la pizza de ayer.

Las respuestas de Taesun le hacían sentir cada vez más pena por el chico y más asco de las acciones de su hermano. Con regularidad, no le importaba qué hacía, pero era porque jamás se veía involucrado. 

Ahora que lo estaba, no podía creer la frialdad con la que asumía las cosas. Él estaba a nada de morirse de vergüenza con el azabache que lo esperaba. 

—Bueno, al parecer el niño te vino a cuidar —su mandíbula se tensó, cada vez más molesto con la situación de la que no era culpable pero que lo hacía sentir como un genuino monstruo—. Eres un grandísimo imbécil.

—Gracias, es mi mayor cualidad —restó importancia. 

—¿Quieres venir y hacerte cargo de esto? ¡El chico incluso me besó! —se quejó. 

La verdad, era la primera vez que un chico lo besaba y no dejaba de sentirse incómodo. No era culpa de... Jungkook, pero eso no era alivio para su heterosexualidad. Taesun y su carcajada no ayudaron tampoco. 

—¿Y qué tal, te gustó? 

Bloqueó aturdido ¡Hablaban de su novio!, ¡su novio!

—¡Taesun, maldito cerdo! —su reacción mínimo debería ser diferente a una pregunta fuera de lugar. 

Pero estaba hablando de su gemelo; por supuesto que iba a ser esa. 

Cuando la risa paró, lo escuchó suspirar, por lo que lo imitó, esperanzado con que por fin se tomará en serio las cosas y arreglará la situación. 

Taehyung, estoy a tres horas de casa, y para ser honesto, no me apetece volver. Me estoy divirtiendo con EunWoo —Por supuesto que se equivocó. 

¿Por qué le pasaban estas cosas a él?

—¿Y qué hago con Jungkook entonces?—sabía que tenía todas las de perder, Taesun no daría su brazo a torcer, lo conocía lo suficiente para saber que tendría que enfrentarse solo a su novio. 

—Síguele el juego —propuso como si fuera lo más normal, consiguiendo así que su intento de mantener la compostura se fuera al carajo. 

—¡¿Qué?!, ¡¿tanto semen te jodió la cabeza?! —su estrés había alcanzado el pico más alto, por lo que sus pies lo despegaron de la puerta y empezaron a caminar en círculos por toda la habitación—. No puedo hacer eso.

Estaba loco, ¡estaba jodidamente loco! 

—Taehyung, no quiero romperle el corazón al pequeño. Me aburre, pero no merece terminar con su primer novio por una infidelidad.

Jadeó debido a la nueva información, ¿se podía ser más cruel? 

—¿S-su primer novio?... ¡¿Eres su primer novio, cretino?!

No, esto de verdad debía ser una broma. Nadie podía ser así de apático, ¿cierto?, ¡¿cierto?! 

—Eso me dijo uno de sus amigos cuando me amenazó con cortarme el pene si le hacía algo a "su angelito".

—Y ojalá lo haga. Lo mereces.

—Si, bueno, te invitaré a mi circuncisión si me ayudas —la forma en que Taesun le quitaba importancia al momento lo tenía con jaqueca—. Vamos, Taehyung, solo será un rato. Luego le dices que estás demasiado mal y que quieres estar solo, ¿si?

Casi podía jurar que estaba al lado de EunWoo, abrazados, sin importarle un poco que un pequeño chico lo estuviera esperando en la sala de su casa para cuidar de su supuesto malestar.

—Te voy a matar —por primera vez en mucho tiempo, sentía que hablaba en serio.

—Hazlo por el chico. Un engaño lo dejará mal de por vida —su voz se endulzó como si de un niño haciendo pucheros se tratara. Eso solo hirvió la sangre de Taehyung—. Soy un hijo de puta, lo sé, pero de verdad es un chico muy lindo y de sentimientos puros. No merece algo así.

—Tú solo no quieres hacerte responsable del drama emocional que esta situación traerá —se estancó observando la puerta cerrada, preparándose mentalmente para enfrentar al novio de su hermano. 

—Woo, ¿cómo es que me conoces tan bien? A veces me asustas. —Se río sarcástico su gemelo. Su maldito y egoísta gemelo. 

—Le voy a decir la verdad. Una vez en tu vida, asume las consecuencias —tomó el pomo de la puerta—. Ese niño lo que merece es sinceridad, no tus juegos estúpidos.

No esperó respuesta y colgó. Ya tenía suficiente de su hermano y todavía no había llegado a la peor parte. 

Con lentitud digna de un personaje de película de terror, bajó hasta donde estaba el chico, quien se había sentado en las escaleras para esperarlo y que, al oírlo, se levantó de inmediato. 

Taehyung tragó grueso al tener toda la atención de este y tuvo que calcular sus últimos movimientos para no caer debido al pánico que lo impregnó. Trató de hablar, pero su voz se perdió al tiempo que su lengua se enredaba en el interior de su boca y ni una palabra pudo salir. 

—¡Dios, estás algo pálido! —Jungkook volvió a invadir su espacio de forma repentina, causándole un sobresalto y un pequeño jadeo cuando su mano tocó su frente —. Parece que sí te duele mucho. Puedo prepararte un té, también traje algunas otras cosas que podrían hacerte bien.

No supo qué contenía la respiración hasta que este se alejó para tomar sus cosas, revisando en su interior, quién sabe qué. 

Tenía que comportarse y mantener la compostura, no era un extraterrestre, era... Simplemente el novio de su hermano que no sabía que tenía un gemelo y lo confundía ingenuamente. 

Por todo lo santo y puro del mundo. Debía apresurarse a aclarar la situación o se volvería loco. 

—Jungkook, espera, tengo que decirte algo... —pero antes de poder seguir, paró en seco al ver cómo el chico se tensaba y se ponía tan nervioso que juró verlo temblar.

¿Qué había dicho?

—Taesun, espera, escúchame primero, por favor —rogó con sus orbes inyectados de lo que creía era miedo y las comisuras de sus labios temblaron involuntariamente—. Sé que no he sido el novio que quieres, que a veces no soy expresivo y me asusta la intimidad, que deseas un poco más de intensidad entre nosotros...—sorbió y se tomó su tiempo para, según lo que veía Taehyung, no llorar—. Y estoy dispuesto a hacerlo, solo... por favor, por favor, tenme paciencia, te prometo que lo intentaré. Sé que quiero que estas experiencias se den contigo, ¿si? —Jungkook enredó sus brazos en su pecho, cómo si tratara de abrazarse a si mismo, desviando su mirada al piso—. Dame tiempo, te lo pido. 

El corazón de Taehyung cayó a sus pies, culpable por un delito que no era suyo. Se sintió impotente al no saber qué decirle, no estaba seguro de que había pasado con su hermano para que su novio actuará así, tampoco sabía quién era este más allá de su nombre; sin embargo, la confesión lo había dejado con la guardia baja y con el sentimiento de querer consolar al desconocido que, al parecer siendo costumbre, se movió tosco y lo abrazó. 

No pudo negarse. Lo devolvió como si fuera genuino, no queriendo ser él quien rompiese al frágil chico. Era como un cristal envuelto en tela gruesa y ancha que apenas le permitía sentir la contextura real del chico, a punto de estallar en mil pedazos y deshacerse entre el abrazo. Y no quería, no le correspondía.

Tal vez le había robado toda la empatía a Taesun en el útero, pues sus ojos picaron al ver lo vulnerable de Jungkook, mientras recordaba la poca importancia que su semejante le había dado a su relación. 

Pobre Jungkook, su corazón no saldría bien librado de esta.

—Un té me vendría bien —no supo cuánto tiempo se abrazaron, pero fue lo suficiente para saber que no era capaz de decirle la verdad—. La cocina está por allá —le señaló el lugar, soltándolo—. Iré a mi cuarto a descansar, es arriba, la única puerta que veas abierta.

Sin esperar respuesta, volteó a las escaleras para subir directo a la huida, siendo detenido antes de poder dar más de un paso por el agarré de Jungkook en su brazo. Al girar a verlo ya era tarde, sus labios estaban contra los suyos.

Se obligó a no gritar. Entrar en pánico no le ayudaría.

Los labios de Jungkook se alejaron de golpe, para su suerte, y luego este casi corrió, directo a donde le habían dicho. Todo tan rápido que a Taehyung le costó creer que se habían separado.

Dios. Dos besos de un hombre en una sola mañana. Qué raro.

Solo eran piquitos, tal vez exageraba, incluso eran suaves y, a pesar de ser un choque, seguía siendo tierno. Jungkook parecía un gran chico, alguien que poseía más ternura que masculinidad... No podía tratarlo como un bicho raro, solo era una persona más, ¿no? Un par de besitos no lo matarían.

¡Incluso eran ingenuos! No debía hacer un drama exactamente de ese tema, ¿verdad?

Queriendo ignorar el pánico que tenía por interacciones nuevas para él, solo se limitó a correr a su habitación. Por primera vez en la mañana la notó desordenada; la cama estaba sin tender, tenía algunos cojines tirados en el suelo, cuadernos regados en su escritorio y la pantalla del televisor sucia.

Qué desastre.

Aprovechó el tiempo que tenía mientras el chico hacía su té y corrió a recoger todo el lío. Tendió cama, acomodó todo en su lugar e incluso limpió la pantalla y las mesas con uno de los pañitos húmedos que su hermano tenía para desmaquillarse. También revisó el baño para asegurarse de que no diera asco entrar en caso de que el niño lo necesitara. 

Al acabar, se recostó en su cama, agitado por lo rápido que hizo todo. Lo bueno es que terminó justo a tiempo, pues Jungkook no tardó nada en llegar con una bandeja para él; en ella había una tetera, regalo de su madre y que había olvidado que tenía, y un plato lleno de galletas.

Ninguno dijo nada, Taehyung solo se limitó a tomar una galleta y probarla. Era deliciosa, a pesar de que su sabor delataba que era integral. No era fan de ese tipo de productos, pero estas sin duda estaban en un nivel diferente.

—¡Están deliciosas!, ¿dónde las compraste? —tomó otra dándole un mordisco grande.

—Las hice yo.

La galleta se estancó en su garganta.

Se obligó a no toser demasiado fuerte para no evidenciar su sorpresa. No le molestaba o algo así, solo que no esperó que fueran caseras. De verdad, Taesun se perdía de un novio fantástico. Ni sus novias más serias le habían cocinado galletitas porque estuviera enfermo. Como mucho le habían mandado un mensaje de «mejórate».

—Muchas gracias, saben increíble —le sonrió. 

Jungkook asintió estático en su lugar, peor que una estatua. Era incluso adorable como miraba sin expresión alguna y parecía rogarle a sus músculos que no se movieran.

Sin poder resistirse, se hizo a un lado y palmeó la zona vacía para invitarlo a sentarse.

—De verdad te cuesta ser expresivo —se rio bajo cuando este se sentó y concentró su atención en todas partes, menos en él.

Bueno, no podía quejarse, tampoco se sentiría cómodo si lo viera fijamente.

—N-nuca lo he sido, eres la primera persona con la que quiero intentar serlo.

Su pecho experimentó un vacío que lo incomodó en exceso. 

—Está bien. No te obligues a hacerlo —se encogió de hombros, regalándole una expresión compasiva—. Créeme, no valgo tu esfuerzo.

—Claro que lo vales —no, no lo valía. Taesun debería irse directo al infierno por joder con alguien que parecía tener un corazón increíble—. Eres buen chico, Taesun, y me gustas mucho.

Tragó grueso al conocer la norma social que debía seguir. Si estaba fingiendo ser Taesun, debía demostrar de alguna manera que sus sentimientos eran recíprocos, después de todo, eran pareja. 

—T-tú a mi igual —esperó sonar honesto.

Y por lo que notó así fue, pues Jungkook escaneó su rostro con una sonrisa y, con una evidente respiración profunda, conectó sus miradas. No sabía lo que pasaba por la cabeza de este, si quería algo más o tenía algún plan, él solo lo observaba tan concentrado en su persona que le causaba escalofríos, pero también lo obligaba a mantenerse igual.

Era alguien lindo, no podía negar lo obvio, pero independientemente de sus grandes ojos, labios delgados y facciones dulces, lo tenía absorto la fascinación con la que lo miraba. Tan expresivo y evidente. No se cohibía de mostrar lo que sentía por... quién creía, era Taesun.

El pensamiento de la mentira le trajo de nuevo el malestar, por lo que aprovechó y se quejó rompiendo el contacto visual. 

—Ten, se enfriará y no hará efecto —le extendió la taza ya servida, ahora alerta por su repentina queja y eliminando por completo el momento que tuvieron.

Ya ni siquiera se molestaría en señalar lo raro. 

Debía recordar que lo hacía por el chico. No por Taesun, no por él. Jungkook merecía ser tratado de forma humana y no como el juguete que su hermano quería que fuera. 

—Gracias. 

—¿Tienes algo para que pueda abrigarte? —levantándose de su asiento, Jungkook escaneó todo el lugar. 

—E-en el armario hay algunas mantas —señaló el lugar, dejando pasar el sentimiento cálido que se le instaló en el pecho por unos segundos al sentirse cuidado.

El azabache no tardó en obedecer y sacó lo mencionado; lo arropó de manera que quedara bien envuelto y luego le dejó suaves caricias en su cabellera, tal cual lo haría una madre que cuida de su pequeño que se resfrió.

Taehyung por poco y se sentía como uno. 

Estúpido Taesun.

El silencio de nuevo los volvió a acompañar, asustándolo, pues no pretendía volver a pasar de nuevo por la pequeña batalla de miradas o que, peor aún, incitara a un beso.

No, no, no. Ya tenía suficiente por hoy. 

—¿Quieres ver una película? —propuso lo único que vio viable para librarse. 

—¡Me encantaría! ¿Qué quieres ver? —Jungkook sonrió emocionado. 

De nuevo le dejó espacio suficiente para que se acomodara, esta vez, Jungkook tomó un poco más de confianza y se acostó a su lado. Todo habría estado bien si no hubiera presenciado la indecisión de Jungkook segundos antes de que terminara recostado la cabeza en su pecho. No lo tocaba directamente, sus cuerpos tenían la suficiente distancia para no hacerlo y ello lo hacia demasiado irónico. 

Seguro era por lo mismo de "más intensidad" que le había pedido Taesun.

Jodida mierda, ahora era él quien tenía que soportarlo. Pero estaría bien, no era la gran cosa, había estado así con algunas chicas y, de pequeños, Taesun solía acurrucarse incluso más que sus parejas. No era nada nuevo. Por lo menos esto era mejor que tenerlo de frente.

—Veamos lo que tú quieras, bonito —se aplaudió internamente por no sonar como robot. Aunque sea, sabía que era algo que Taesun diría.

Sin mucho rodeo, tomó el control remoto que tenía puesto en los cojines a su lado y se lo extendió. El contrario no opuso resistencia y puso lo que primero llamó su atención.

Taehyung esperó ver cualquier cosa menos una caricatura que duraba cerca de dos horas y cantaban cada quince minutos; pero peor que eso, nunca pensó que se interesaría al punto de relajarse y disfrutar el momento, riéndose y comentando con el chico tonterías que se le ocurrían, como si de un par de mejores amigos que hacen eso a diario se tratará. La comodidad incremento cuando Jungkook se levanto de él para acomodarse al filo de su cama, sentándose en flor de loto y actuando con emoción infantil cuando alguna escena interesante llegaba.

Tampoco pensó que luego de acabarla, iniciarían su secuela a petición propia, pues deseaba saber más de la princesa mitad pez... que Jungkook amaba con todo su corazón, por lo que le había dicho.

Para cuando iniciaron la precuela no le vio sentido el sorprenderse, estaba más interesado en la explicación detallada y con spoilers de Jungkook de los líos de la protagonista. 

Películas de niños. Eso eran, pero se vio tres sin rechistar con el novio de su hermano, riéndose y fluyendo con naturalidad inesperada. Ni con sus novias había visto películas de ese estilo; muchas, al igual que él, las consideraban demasiado infantiles y absurdas como para disfrutar. 

Jungkook le mostró que se equivocaba.

Cuando no hubo más excusas para prolongar la visita del chico, finalmente lo acompañó a la salida. Lo agradecía, pues a pesar de divertirse, ese no era su ambiente, tampoco su pareja y nada de eso debió suceder.

Ya era hora de ponerle fin a todo ese enredo.

—Vendré mañana para ver cómo sigues —le sonrió Jungkook.

Quiso decirle que no se verían mañana porque al siguiente día él volvería con el imbécil de su novio, mientras Taehyung saldría con Sana y ambos olvidarían ese día, sin embargo, solo se limitó a asentir con una sonrisa realmente honesta. 

—Está bien. Gracias por todo lo de hoy, fuiste un gran enfermero —y una buena compañía. Podría considerar ser amigos si el contrario no creyera que hablaba con su pareja. 

Taehyung se acercó a darle un abrazo de despedida, esperando fuera el último antes de jamás cruzar caminos otra vez, y Jungkook lo recibió gustoso, ingenuo de lo que para el contrario significaba y, antes de que el gesto se rompiera, Jungkook junto sus labios una vez más.

A diferencia de los otros dos, este no fue un golpe, lo podría asemejar más a un roce cuidadoso, un poco menos torpe y sin excesiva presión, que en condiciones diferentes habría sabido disfrutar.

Se forzó a permanecer el contacto con tranquilidad y la mente abierta. 

—Hasta mañana —murmuró Jungkook junto a sus labios, dejándole otro pequeño beso y alejándose por fin.

Taehyung respiró hondo buscando su voz y valentía. 

—Hasta mañana... —Volvió al interior de su hogar a tropezones, cerrando tan rápido como le fue posible—. O esperemos que hasta nunca —susurró contra la puerta. 

No era su lío, era de su hermano. Él no tenía por qué hacerse responsable. No, no lo haría. 

¡Primer cap por fin! No crean que olvidé este fic. Llevo todo este tiempo trabajando en él, les puedo asegurar que me he esforzado mucho para que quede medianamente decente. 😭

Así que espero que lo disfruten mucho 🥺♥️

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