Capítulo 8
Lo había llevado hasta el parque trasero del hotel donde se estaba hospedando, según lo observado en los últimos dos días, siempre estaba desolado. Lo llevó porque quería hablar con él, en cambio permanecía callado observándolo. El mayor se había separado bruscamente de él cuando estuvieron rodeados por los árboles y algunos juegos que los cubrían en su totalidad.
Este le estaba dando la espalda, estaba molesto por verse envuelto en un espectáculo de ese tipo pero a su vez, las palabras de Taehyung retumbaban en su cabeza. No era nuevo, él mismo se las había dicho pero escucharlas de él simplemente fue como una galleta sin manos. Ver la furia y dolor en Namjoon, la firmeza y entereza con la que lo defendió también era conmovedor. Eran tantas emociones a la vez que podía crear un nuevo arcoíris con ellas.
— ¿Todavía sigues deseando estar conmigo? ¿Realmente quieres que estemos en una relación? — Lo interrogó girándose con sutileza para poder observarlo. — ¿Has amado antes?
—No serías la primera persona con la que estaría en una relación pero sí eres el primero y único que he amado. Comenzó como admiración, un amor platónico por alguien que jamás vería y con el que un día de repente terminé entrenando. Hace mucho que deseo estar contigo y eso no ha cambiado, dudo que lo haga en un futuro cercano.
— ¿Cómo puedes decir entonces con tanta seguridad que me amas y estarás conmigo para siempre? ¿Me comprendes o conoces? ¿Sabes lo que me gusta comer o mi color preferido? ¿Estás consciente de lo inestable que he estado emocionalmente todos estos años? — Lo encaró exaltado. — ¿Conoces que soy un hombre que puede llegar a ser extremadamente celoso e incluso posesivo? No soy un psicópata pero sí admito que tengo inseguridades.
— Quizás yo no lo pueda decir claramente pero mi corazón lo grita día y noche, hyung. Tanto él como yo sabemos que no existe en el mundo a una persona que nos haga sentir como lo haces tú. Te comprendo y conozco mejor de lo que lo haces tú mismo. Te gusta comer langosta en verano y pollo frito en invierno aunque jamás le dices que no a la pasta. Azul y rosa como colores preferidos pero debemos agregar en negro si de ropa se trata.
El mayor pestañeó algo sorprendido porque aunque sí sabía su comida favorita, no se había dado cuenta de esos detalles, lo mismo pasaba con sus colores y aunque fueron preguntas casi retóricas, las respuestas lo dejaban algo confundido.
— Quizás no sé por todo lo que has pasado en estos años porque aunque te he observado durante mucho tiempo, poco me permitiste entrar en tu vida y todo lo que conozco es bastante superficial en algunos aspectos. Aún así, sé muy bien que has pasado por una depresión casi infinita. Estando conmigo te darás cuenta que no tendrás que celar porque te daré la seguridad que necesitas, mis ojos, corazón y mente estarán en ti. Aún si llegas a sentir celos en algún momento tendrás la certeza de que es algo bobo y yo lo haré desaparecer con un beso, mismos e infinitos cariños en una larga noche de dramas románticos como los que amas ver.
— ¿Sabes que soy mucho más exigente en mi vida privada que como entrenador o ex atleta? ¿Conoces el hecho de que cuando estoy deprimido necesito que estés a mi lado casi sin importarme lo ocupado que estés? Porque soy así de egoísta y necesitado. ¿Sabes en el oscuro túnel que te estás metiendo? No sabes absolutamente nada.
— No me importa nada de eso, hyung. ¿Qué persona en este mundo no es egoísta en un momento de su vida o sufre alguna depresión por la razón que sea? Lo importante es la actitud que se tiene frente a estos problemas y yo estoy seguro que juntos podemos superar todo eso. No puedo cambiarte pero juntos podremos volvernos mejores personas. Puedo correr hacia ti siempre que quieras, te llevaré conmigo a cada viaje y al no ser que me lo pidas, no pienso dejarte solo. Aún pidiéndomelo será difícil.
Jin agitó su cabello algo exasperado dejando finalmente correr las lágrimas que había estado conteniendo. El menor lo hacía sonar todo tan fácil que quería creerle.
— Tú tampoco serías mi primera pareja. A lo largo de las décadas vividas tuve cuatro novios y a cada uno me entregué en cuerpo y alma, les entregué todo mi amor porque no se darme a medias, doy todo o no doy nada. ¿Qué recibí al final? Creo que no hay que ser divino para saberlo, para uno fui solamente el reto que una vez cumplido perdió todo lo interesante.
— Hyung...
— ¡Escúchame! — Vociferó olvidándose de su entorno. — El segundo de ellos terminó dándose cuenta de que su homosexualidad era algo pasajero y le gustaban las mujeres. El tercero simplemente me fue infiel con cuanto culo se le atravesó delante, solitarios, en pares o en cuartetos, poco le importaba. El último que tuvo simplemente fingía amarme por mi posición y carrera, cuando esta se desmoronó su falso amor también.
— Ya te dije que no soy ellos y jamás lo seré. Esos imbéciles no supieron apreciar la excelente persona que eres pero aunque suene a discurso repetido no soy lo mismo, soy diferente y creo que te lo demuestro continuamente no sólo con mis palabras.
— Mis antiguas parejas, todos se quejaron de las mismas cosas, aclamaron que los presioné demasiado e incluso los asfixiaba. No se sentían feliz o satisfechos a mi lado sin portar lo mucho que lo intentara, les entregué todo pero no fue suficiente, todos ellos me dejaron. Soy egoísta y tengo pavor a sufrir. No quiero amar, no me siento preparado para hacerlo y eso puede dañarte. ¿Acaso no lo comprendes? Puedes salir lastimado y no lo quiero.
— Estás diciéndome todo esto para que finalmente renuncie a ti. Sigues explicándome cosas que suenan a excusas acumuladas para alejarme. — Talló sus ojos y lo miró.
Su voz estaba quebrada, no podía hablar correctamente y a decir verdad, solamente quería besar esos labios cubierto por lágrimas, secar su rostro, abrazarlo y dejarle saber que estaba ahí.
— Así es, ya no sé de qué forma abrirte los ojos.
¿Cómo podía ser tan terco y estúpido? No quería verlo, no quería seguir en ese bucle interminable porque le dolía verlo así, tener esas conversaciones donde ambos se quebraban más de lo que estaban como si fuera una relación tóxica.
Asintió empujando el interior de su mejilla con la lengua y se fue chocando a propósito con el hombre del mayor, quien se quedó petrificado en su lugar. Sabía que era demasiado para Namjoon y prefería enfrentar ese dolor ahora antes de dejar pasar más tiempo y que ambos sufriesen.
Podía escuchar los pasos del menor alejándose y a cada uno de ellos su corazón se quebraba un poco más. Necesitaba hacerse a la idea de haberlo finalmente alejado de su vida, por eso giró sobre su eje para observarlo alejarse porque una vez que desapareciera de su vista, todo terminaba.
A veces, los sentimientos iban más allá de los cuentos de hadas y no eran tan imposibles como parecían. En ocasiones como en esa, eran sólo el producto de observaciones que no se habían dado cuenta de que los estaban creado y sintiendo.
Un hombre como él tenía un único momento en la vida, un único salto al vacío usando un gran trapecio. Luego pasaba el tiempo que le quedaba intentando no resbalar de la acera y caerse al arroyo del arrepentimiento.
¿Adiós? No lo verbalizó porque no podía decírselo. Nunca podría hacerlo porque en vez de decir esa palabra terminaría diciendo, te amo. Arrastraría a preludio infinito que jamás tendría desarrollo, hundiéndole en un mar negro que no le permitiría vivir con libertad.
Lo vió finalmente desaparecer y él se dejó caer sobre un árbol suspirando agotado, llorando como había estado deseando hacer durante mucho tiempo. Tiró de sus cabellos con fuerza cerrando sus ojos, rememorando aquella ancha espalda que segundos atrás desapareció de su campo visual.
Sin embargo, el sonido de las piedrecitas y ramas secas que se partían lo hicieron alzar la mirada, encontrándose con un Namjoon que corría en su dirección. Su rostro fue sostenido con firmeza, tanta que sus labios sobresalía abultados mucho más de lo que lo hacían normalmente.
— Escúchame atentamente, Seokjin. Quizás aún me quede mucho por conocer de ti y espero que así sea eternamente porque quiero poder siempre descubrir algo nuevo de ti, como si fueras la caja de pandora creada para mi corazón. No sé si sea capaz de hacerte feliz todos los días pero intentaré ayudarte para que tú mismo crees tu felicidad y hacerte sonreír cada día. Tampoco sé si siempre pueda lidiar contigo cuando estés molestos porque a veces no sé siquiera como tratar conmigo mismo.
— Nam...
— Escúchame, en estos momento soy tu hyung y te pido que escuches sin interrumpir. Quien soy ahora como deportista tampoco lo sé, menos quien pueda llegar a ser mañana pero sí me conozco como hombre y persona, puedo asegurarte que no dejaré de amarte.
El mayor boqueaba sin salir de su anonadamiento, viendo la seguridad que emanaba y le traspasaba en su tacto.
— Si algún día siento que nuestro amor va en decadencia y desapareciendo, buscaré en los recuerdos lo que me hizo enamorarme de ti en primer lugar. Nos haré recordar todo lo que vivimos para poder darle una oportunidad a lo que sentíamos y lograré que nos enamoremos mutuamente una y otra vez. Confío en que juntos podamos resolver nuestros problemas, como pareja. Como Kim Namjoon sé lo que quiero, eso eres tú con todo y tu pasado, presente y futuro.
Lo estrechó entre sus brazos, juntando sus frentes como solía hacerlo porque así lo sentía mucho más cerca y creía que podían comunicarse mejor con sólo estar en esa posición.
— ¡Sólo te quiero a ti! Si no me amas, si ya no sientes nada por mí lo entenderé, juro que me alejaré de ti pero si es alguna otra razón que no tenga que ver con la falta de sentimientos entre los dos, entonces no la tomo como válida. Tengo voluntad de sobra por los dos y quizás ahora mismo no pero confío que en un tiempo tú y yo seremos una mejorada versión de nosotros mismos. Solamente permíteme amarte, dame una oportunidad. Eso es todo lo que te pido, cree en mí esta vez. Usaré todo mi tiempo, todo lo que tengo para demostrarte cuánto te amo.
¿Sufriría un infarto en ese momento? Podía jurar que su corazón había dejado de bombear sangre a su cuerpo, no sentía los latidos y comenzaba a sudar frío. Sus labios temblaban tanto como sus manos pero con pasos dificultados, eliminó la distancia creada segundos antes por él mismo.
La suplica en el rostro del rubio, la veracidad de sus palabras reflejada en su mirar, su pulcro pero desaliñado aspecto, las frases que seguían resonando reiteradamente en su oído, todo eso lo llevó a lo que tanto meditó. Lo abrazó con toda la fuerza que tenía, aflojando conforme los segundos pensaba y cuerpo se cansaba de ejercer tanta presión.
— Te amo, Nam. — Confesó escondiendo su rostro en el cuello contrario, dejando allí guardadas las lágrimas de felicidad derramadas. — Te amo desde hace tanto tiempo que ni siquiera lo recuerdo, no sé cuándo comencé amarte, simplemente sé que lo hago y soy feliz de saberme correspondido.
— Lo eres, — se alejó para que pudiera verlo a los ojos y le sonrió. — eres correspondido y así seguirá siendo hasta que te aburras de mí.
— Quiero que siempre me seas sincero y no me mientas. Que justo como dijiste antes siempre busquemos la forma de resolver nuestros problemas y si llegas a sentirte saturado, me lo digas sin esperar a llegar a un punto sin retorno.
— No te preocupes por eso.
Ambos lloraban y reían de felicidad fundidos en los brazos contrarios. La tan preciada calma después de la tormenta que tanto anhelaron. Estaban claros en que eso era solamente el principio y que tenían mucho camino que recorrer por delante pero juntos, lo harían posible.
Cuando regresaron al hotel, lo hicieron de la mano. El primer paso era tener la confianza para mostrar su amor, no porque lo necesitaran u tuvieran que validarlo para lo demás. Sino porque simplemente entre todas las cosas que tendrían que ir haciendo, esa era una de las más sencillas, además de que a ninguno de los dos le importaba demasiado el qué dirían los allí presentes.
Jin tenía cierta angustia pero si su pareja estaba de su lado y no le importaba la repercusión que eso tendría en su carrera, él no era nadie para ir en contra de ello. Sin embargo, no se encontraron con casi nadie, sólo con el director técnico del equipo que conversaba con otros dos jugadores. Los demás estaban en sus habitaciones o paseando la ciudad.
Una vez en la habitación de Namjoon, ambos volvieron a quedarse como cuerpos inertes hasta que el menor se abalanzó a devorar esos labios que tanto había añorado. No supo qué fue exactamente lo que le dio la fuerza necesaria para soportar la distancia implantada entre los dos todos esos meses.
¿Cómo apaciguó su carácter para mantenerse en calma? Quizás sus sentimientos le dieron la paciencia para lidiar con todo, para esperar por Jin y, mismo si no se arrepentía o estaba dispuesto a pasar por todo nuevamente, definitivamente no se contendría más.
— ¿Eres mío ahora? — Su aroma lo envolvía, lo elevaba tanto que no quería caer, despertarse y ver que todo era un sueño. — Quiero ser tuyo, pertenecerte y que me pertenezcas.
— No somos mercancía o propiedad de nadie, así que no te expreses así. — El mayor sonreía mientras acariciaba su cabello, sintiendo su cuello ser acariciado por su tibio aliento.
— Hyung, por qué siempre se piensa que decir eres mío o me perteneces se trata sobre ser posesivo con la otra persona, como si se le viera como un objeto. Claramente no eres ni serás nunca de mi propiedad. Son nuestros corazones quienes se pertenecen, es como un nuevo estatus de nuestra relación. Cuando hay un amor como el que yo siento por ti no existe posesión egoísta o dominio. — Se ciñó a su cuerpo agradeciendo mentalmente por su presencia.
Aún no lo podían creer y la felicidad emanaba de cada poro de sus pieles. Por primera vez en años se sentía seguro de lo que quería, salvaguardado en los brazos de quien lo había estado sosteniendo desde que se conocieron.
Si debía admitirse algo, era que Namjoon se convirtió en su motor impulsor, ese que lo hacía levantarse todas las mañanas para ir a entrenar aún cuando no tenía deseos de nada. Buscaba hasta su sombra entre las de los más jugadores, porque solamente cuando lo veía podía tomar esa bocanada de aire que le hacía falta para respirar.
Hasta el día en que fue besado, jamás lo vió de forma sexual porque le atraía. Le gustaba su compañía y demás pero nunca se visualizó con él en la cama o en un plano más íntimo que el de entrenador y atleta.
Hubieron infinidades de acciones que siempre le hacían saltarse un latido o dos. Su preocupación constante por su persona, la cercanía que procuraba y él jamás rechazaba del todo. Todas fueron cosas que lo hicieron quererlo, mucho más de lo que había querido a cualquiera de sus relaciones anteriores.
Sin embargo, creyó firmemente que lo de ellos no tenía sentido, no quiso arriesgarse pero ya no podía luchar más contra sus propios sentimientos. Amaba y quería vivir ese amor con su hyung.
Porque sí, aunque por edad él era el mayor, aunque en trayectoria él fuera el más veterano, era Namjoon quien jugaba ese papel. El menor era el hyung que le mostraba su apoyo, lo cuidada y velaba por su bienestar. Lo guiaba a través de todo, incluyendo sus propios pensamientos, su vida e incluso en lo había hecho en la intimidad de un cuarto la única vez que tuvieron relaciones.
Ese era el hombre que ahora lo llevaba a la cama, haciéndolo volar con cada beso y caricia que le regalaba. Sus prendas fueron desapareciendo, revelando la piel que quedaba expuesta y a merced del rubio, quien no dejaba centímetro de la misma sin cariño o atención.
Las ásperas manos surcaban sus muslos, el contraste de las yemas contrarios sobre su carne era único. Experimentaba por primera vez en años el calor de un cuerpo que no solamente buscaba saciarse, transmitía la calidez de aquello que sentían en sus corazones y eso sin necesidad de algo más, los hacía sentirse extremadamente bien.
La lengua que surcaba su cuello e infiltraba esporádicamente en su boca lo volvía anhelante de más. Deseaba más pero no estaban apurados, quería disfrutar ese momento y dejarlo tatuado en su memoria como cada uno que había compartido.
Esta vez se estaban entregando como parejas, con todas las cartas sobre la mesa. No habían sentimientos ocultos y el mayor al amanecer no pretendería que nada pasó.
Un casi inaudible gemido se escapó de Jin en el momento que la humedad de la lengua ajena abrazó sus testículos. Fueron tratados con amabilidad, las succiones en ellos y su periné eran increíble, tanto, que mientras más segundos pasaban más se descontrolaba su interior.
— Oh, Nam... — Musitó entre gemidos cuando su entrada fue besada, chupada e incluso penetrado con el húmedo músculo que no le daba tregua.
Su esfínter a pesar del tiempo que llevaba sin sentir nada, — desde su encuentro anterior — aceptaba sin molestia alguna un primer dedo untado de saliva. El menor le alzó las piernas y él las mantuvo en alto mientras lo sentía escarbar en su interior, en búsqueda de algo que bien conocían
— ¡Ay! — se quejó Jin cuando presionó.
— ¿Qué sucede, te duele o no te gusta? — Preguntó con voz llena de picardía, sin dejar de agitar el dedo medio en el interior.
— N-No, me gusta... — Musitó mordiéndose los labios, volviendo a dejar caer su cabeza en la almohada.
— ¿Entonces, qué? — Envolvió con su mano en el desatendido miembro contemplando las sensuales reacciones que el pelinegro mostraba. — No te alejes, si continúo rozándote aquí de esta forma...
Los gemidos de Jin sonorizaron la habitación, todas las corrientes eléctricas que recorrían su cuerpo lo zarandeaban. Otro dedo llegó, luego un tercero y antes de darse cuenta, aún sin lubricante lo estaba recibiendo.
— N-Nam, espera, duele... — La diferencia entre los tres dedos que lo dilataron con saliva y su pene era bastante notoria. — En la billetera que está en el bolsillo de mi pantalón hay una envoltura con lubricante.
El menor asintió, tras un profundo y lánguido beso se decidió finalmente a ir en busca de lo que necesitaba, desplazándose desnudo hasta donde cayó el pantalón. Seokjin rió frente a la imagen y el menor lo acompañó con una sonrisa tímida, regresando a los brazos abiertos que lo llamaban.
Besos con sabor amor, dentelladas ansiosas, caricias embriagadoras los arropaba al mismo tiempo que Namjoon empapaba su miembro con el lubricante y tras otros segundos de juegos y dedos en el interior de su hyung, se perdió en las profundidades de su cuerpo. ¿Era raro derramar lágrimas de placer y felicidad? Porque eso era lo que les ocurría a ambos en ese momento en que sus cuerpos ni siquiera se movían.
— Te amo... — Yo también te amo con todo mi ser Nam. — Pronunció acariciando sus mejillas, buscando sus labios para arroparlos con los suyos.
— ¿Duele? — Averiguó.
Agitando su mano por toda la extensión sublevada y solitaria, comenzando a oscilar sus caderas, disfrutando la exquisita presión a la que su virilidad era sometida. Inclinándose pare lamer y degustar los rosáceos pezones erectos que exigían cuidados.
— Jodidamente genial. — Jadeó Jin, presionando los muslos contrarios, aumentando el ritmo de las embestidas que lo llenaban. — Creo que algo saldrá de mí, me voy a venir.
— ¿Con permiso de quién? — Apretó fuertemente su miembro, dándole una estocada profunda y certera, arrancándole un pequeño grito. — Tendrás que esperar a que tu hyung te autorice, antes de eso, no tienes el más mínimo chance.
Retrocedió completamente antes de volver a penetrarlo y retirarse por completo. Lo tomó entre sus brazos para correrlo y ocupar su lugar, indicándole que su subiera sobre él. Sin hesitar, Jin obedeció, dándose cuenta en el momento que le dio la espalda que frente a ellos quedaba un espejo.
Verse completamente abierto y expuesto a ese hombre que se perdía en su interior, elevaba su libido y excitación al máximo. Las piernas de Namjoon se curvaron buscando apoyo en el colchón y las suyas se mantenían por encima de su rodilla. Unas fuertes manos se afianzaron a su cintura y lo empujaron hacia adelante, haciéndolo tiritar cuando chocó con su próstata.
No podía moverse como pensó que haría, era el menor quien lo guiaba y se movía, acariciándolo constantemente hasta que finalmente recibió la libertad de moverse a gusto propio.
— Mi rodilla... — Musitó cuando esta le empezó a doler.
Fue volteado con suavidad, entre sus piernas aquel monumental cuerpo se posicionó y lentamente volvió a sentir como era llenado, con besos que creaban el más delicioso frenesí. Se movían al compás de sus deseos, hacían el amor amándose, con el placer de sus cuerpos, la tranquilidad de sus espíritus y el anhelo de sus corazones.
— H-Hyun, quiero venirme, lo necesito. — Rogó Jin contra su cuello, aferrándose a su espalda, vibrando con cade envite y mordida. — Por favor.
— Repíte eso, vuelve a llamarme hyung, hyung... — Su voz era entrecortada y su respiración descontrolada. Él también estaba a punto de correrse pero le encantaba el erotismo con que el mayor lo llamaba hyung mientras su cuerpo temblaba.
— ¡Hyung! ¡Hyung! — Exclamó luchando contra el remolino en su vientre que quería salir. — ¿Puedo, venirme?
— Vente conmigo... — Se apoderó nuevamente del miembro contrario, su mano comenzó ascender y descender al ritmo de sus envites.
El anillo que lo apretaba aumentó su presión, entonces supo que definitivamente el pelinegro estaba a segundos de correrse. Buscó desesperado su boca y los fundió en un interminable beso inmóvil hasta que ambos hubieron explotado en el más maravilloso orgasmo.
— Así que lubricante en tu billetera. Eres un hombre preparado, hyung. — Comentó con una sonrisa buscando las sábanas para acobijarse una vez duchados.
— Pues... — Se encogió de hombros mordiendo sus labios, jugando con sus dedos sin mirarlo a la cara. — Yo realmente no vine a buscar a Yoongi, lo que tenía que decirle podía habérselo dicho por teléfono.
— Eso lo sé, lo que no entiendo cuál es la verdadera razón tras tu viaje. Has recorrido todo el camino desde Corea a China y debe haber algún motivo detrás de ello.
— Tú. Es decir, vine para aceptar tu oferta. — La resequedad en su garganta producto del nerviosismo lo hizo toser.
Las cejas del rubio se elevaron en confusión y el mayos suspiró frente a esto. Podía hablar abiertamente, ya no tenía caso esconderse o pretender.
— No te vayas a burlar. — Advirtió. — Te extrañaba, decidí dejarte ir pero no pude hacerlo. Te necesitaba y quería estar cerca de ti aunque fuera por trabajo. Fue por ello que vine, sabía que aún no tienes representando y me quise postular para ese puesto. Claro, eso era si seguías queriendo que yo lo fuese. En cuanto al lubricante, bueno... Ibas estar cerca y no sabía si será lo suficientemente fuerte como para resistirme a tus encantos.
— ¿Por qué me burlaría por eso? Todo lo contrario. Me hace feliz saber que pensaste en mí y me extrañaste tanto como lo hice yo en todos estos meses. — Se acurrucó más a su lado, entrelazando sus piernas, ofreciéndole su pecho como nueva almohada. — No tengo palabras para expresarte lo feliz que soy de que estés aquí, conmigo.
— ¿Sí?
— Así es. Te he estado esperando desde antes de darme cuenta que existías, hyung. Te amé y admiré desde adolescente, un amor que se fue transformando con el paso de los años, volviéndose maduro, más real. Las razones por las que te comencé amar se mezclaron con nuevas y a medida que te conocía más, mayor eran mis emociones. Esperé para estar contigo y lo volvería hacer porque lo que siento es verdadero. Formas parte de mí como el corazón que late.
— Tus palabras son hermosas.
— No son sólo palabras hermosa, es lo que siento. Te amo y no hay palabras exactas que puedan explicar todo lo que generas en mí, todos los deseos que tengo contigo, anhelos y aspiraciones. En cada día de mi futuro me visualizo contigo y aunque no será fácil, juntos podremos hacerlo. Nosotros... —Fue interrumpido por un tierno beso que lentamente se transformó en uno más demandante. — ¿Qué haces?
— Nosotros estaremos juntos hasta el día en que te canses de mí o uno de los dos abandone este mundo. — El menor iba a protestar, pero lo calló sellando sus labios. — No conocemos el futuro, pero si algo tengo claro, es que sin importar lo que depare viviré el presente contigo, sin miedos. — Untó lubricante en sus dedos pero Namjoon lo detuvo. — ¿Qué?
— ¿Qué piensas hacer con eso?
— Hacerte el amor...
+++
Esa fue la primera de muchas noches juntos. Seokjin no dejó de de ejercer como entrenado, era una parte de él que no quería dejar morir. Aunque él ya no pudiera estar activo en el terreno, guiar a otros para alcanzar sus sueños seguía siendo satisfactorio. Se dividía muy bien sus obligaciones, encargándose también de la representación de su pareja.
El hecho de que Namjoon se hubiera vuelto un jugador estrella, trayendo un sin fin de victorias al país, fue una gran palanca que ayudó a su padre a por lo menos tomarse la molestia de querer escucharlos. No fue fácil y no podía decir que estuviera del todo feliz cada vez que los veía juntos pero ya los aceptaba y lo mismo iba con toda la familia.
Sus día grises se tornaron tan coloridos como el arcoíris y aunque podía pasar semanas solo físicamente, siempre esperaba a s pareja feliz. Cada reencuentro era único y justo como se lo prometieron, batallaban juntos contra sus miedos. Regaban y cultivaban diariamente ese amor que no dejaba de crecer.
¿Quién era el hyung? Pues ambos lo eran, a momentos, a pedacitos. Porque eran dos que se volvían uno, porque no era cuestión de edad sino de sentimientos y eso, a ellos les sobraba.
🧡🧡🧡
FIN
🧡🧡🧡
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro