Capítulo 6
— ¿Qué ha sido eso? — Lo interrogó el menor mientras Jin conducía sin responderle. — Escuchaste a Nam pero aún así pretendiste no hacerlo y me arrastraste a la salida. ¿Están molestos?
— No digas estupideces, ¿por qué estaríamos molestos? Simplemente estamos con prisa, tú mismo lo dijiste. Nos extendimos demasiado con el entrenamiento y no quiero que nos atasquemos en el tráfico.
No se creyó la respuesta, de hecho no creía nada de lo que decía y sabía que entre ellos dos estaba ocurriendo algo que iba más allá de entrenador y jugador. Ya no tenían prácticas en solitario, Jin siempre les pedía a él o a Jungkook que los acompañaran y el ambiente la mayoría del tiempo estaba cargado de tensión.
Buscó mil formas de buscarle pareja a su amigo pero este seguía sin prestarle atención a nadie, excepto a su primo. La forma en que lo miraba era exactamente como Jungkook y él lo hacían cuando aún no eran pareja y no sabían cómo confesarse o como Jimin todavía lo observaba a él.
Al comienzo sintió lástima por el rubio, por eso intentó con mayor ahínco buscarle a alguien, creía que debía superar pronto el amor unilateral que sentía por Seokjin. No obstante, se dió cuenta de que no era de un solo lado y que su primo también sentía algo por Namjoon. No estaba ciego y realmente siendo casi siempre él el mayor despistado, no entendía cómo se había dado cuenta mientras los demás seguían ignorando este hecho.
— Ya estoy deseando que culmine el partido de esta semana. Finalmente podremos disfrutar de unas cortas vacaciones antes de que Nam y Kook se vayan al equipo nacional. — Mordió sus labios pensando en la forma más propicia para lanzar un buen cebo. — Aunque solamente seamos dos parejas las que festejemos, seguirá siendo divertido.
— ¿Dos parejas? — Las manos del mayor se afincaron en el volante mientras con temas realizaba aquella pregunta, sin atreverse a mirarlo.
— Sí, Kookie y yo, Namjoon y Jimin. — El sonido de la aceleración lo asustó un poco, se volteó para contemplarle siendo testigo de su marcada mandíbula, ceño fruncido y húmedos ojos. — Hyung...
Jin se aseguró por el retrovisor que no hubiese ningún automóvil pegado a él y luego de encender el intermitente se pasó de sendas a gran velocidad hasta aparcar sorpresivamente.
Su cabeza dolía, no tenía derecho de sentirse incomodado pero lo estaba, mucho. Saber que Namjoon había regresado nuevamente con su ex pareja lo hacía arder de la rabia e impotencia, mas no con la misma intensidad del dolor que taladraba su pecho. ¿Por qué estaba así? No podía estar así.
— ¿Te gusta?
— ¿Quién? ¿De qué hablas?
— Namjoon hyung, ¿te gusta? — Reiteró esperando atento la respuesta.
— No sé de qué hablas. — Hizo un vago intento por volver a conducir pero el pelirrojo se lo impidió. — Vamos a llegar tarde.
— Eso ahora no importa, respóndeme. ¿Sientes algo por Namjoon? ¿Ya ocurrió algo entre ustedes?
Ignoró sus preguntas y quejidos volviéndose a poner en marcha, para detenerse varios minutos después en el estacionamiento de una tienda. apagó completamente el vehículo y se acomodó en su asiento mirando hacia el techo bajo el escrutinio contrario.
— Ya deja de mirarme así, puedes dañar mi hermoso rostro. — Comentó sin lograr que su primo sonriera. — ¿Por qué quieres saber eso? Ninguna de las respuestas que pueda darte servirán de algo ya sean positivas o negativas.
— Porque los quiero, tú eres mi primo, mi entrenador e ídolo. Solías llevarme a tus entrenamientos desde niño y gracias a eso creció en mí la pasión por este deporte. Por otro lado, Namjoon es un excelente capitán y amigo. Son dos personas importantes para mí y quisiera que ambos estén bien.
Querer a alguien era una total hazaña que no sabía si lograría llevar a cabo por segunda vez. Se necesitaba energía, generosidad, ceguera, era un precipicio por el que se tenía que saltar y mientras más lo pensaba, menos deseaba hacerlo.
Sin embargo, cuando recordaba cómo se sentía al lado del menor podía sentir como su compenetración fue tanta que una sola respiración para ambos bastaba. Lo que Namjoon despertaba en él, iba más allá de la lujuria y la pasión despertada y acumulada. Sí, la atracción sexual era prominente, mentía si la negaba pero era mucho más y ese era su mayor temor.
Estar con un chico menor que tenía todo un porvenir por delante, una carrera brillas que recién despuntaba era una locura. ¿Qué podía ofrecerle cuando tendría a su pies más de lo que imaginaba. No quitaba que lo que sentía Namjoon por él fuese real pero era como un idilio, algo efímero que desaparecería una vez que se cansara y aburriera.
La sangre lo llamaba a quererlo pero estaba muy distante, del otro lado, en ese lugar a donde lo invitaba a saltar pero él no daba el salto. Porque en lo más profundo de su ser, sabía que su carácter era incluso posesivo y en lo más profundo sabía que no lo alcanzaría, no llegaría a su altura y no pasaría de su cuerpo, de su risa.
Todo se resumiría en una excelente experiencia carnal maquillada con amor, pero cuando el momento llegase a su fin y el agua del tiempo aclarara toda la pintura, no quedaría nada. Solamente su corazón roto.
Cuando la fama lo consumiera, cuando la sociedad y su familia comenzaran a presionarlo o el tiempo hiciera estragos, Namjoon se iría y con él sus últimas ganas de vivir. Quería salvaguardar aquel único momento, sus confesiones, su mirada, cariño y dulzura para que no se estropeara con algo más que como todo llegaría a su fin.
— Hyung...
— Sí me gusta, es más puedo admitir que estoy enamorado de él. Un enamoramiento perecedero que carece de importancia. Así que descuida, lo que sea que haya sucedido entre nosotros no debe agobiarte, además ya lo sabes, él tiene pareja.
— No la tiene, solamente te dije que estaba con Jimin para ver tu reacción. Necesitaba saber la verdad.
— ¿Te dicen cupido? Ahora que lo sabes, qué cambió, solamente me hiciste pensar, hablar de cosas que no tienen sentido. Mejor vamos, antes de meternos en problema y tener que escuchar una cantaleta de los mayores.
Cambió mucho, aunque no se lo dijera, saber que ambos tenían sentimientos cambiaba muchas cosas. Para comenzar, él no haría más el intento de emparejar a su amigo con alguien más, en su lugar, podía ayudar a esos dos torpes a estar juntos. Por ello que lo primero que hizo al terminar la conversación, fue mandarle un mensaje a Namjoon para que se les uniera a la fiesta.
Típico cumpleaños donde toda la familia se reunía, llegando siempre con sus parejas u otro amigo cercano. A diferencia de Seokjin quien siempre era la comidilla desde que dejó su carrera y se supo de sus preferencias sexuales, Taehyung era el chico amado por su encanto innato que embaucaba a todos.
Sin embargo, él seguía en el clóset y esa era la mayor discusión que siempre tenía con Jungkook, razón por la cual no lo llevó al evento. Bueno, nunca lo llevaba a nada familiar, ni siquiera como amigo porque temía evidenciarse frente a todos. Con su pareja al lado no podía contenerse y de no ser por su primo, quien conocía de sus gustos, se hubiera deprimido mucho más.
Por eso lo admiraba aunque no se lo dijera porque tenía la fortaleza de enfrentarlos a todos y caminar con su frente en alto sin importarle lo que los demás dijeran. Claro, él no sabía todo lo que Jin guardaba, el dolor y la frustración con la que cargaba día a día porque prefería morir, antes de darle el gusto a su familia de verlo triste y humillado.
— Mira quién llegó, cariño. Nuestro hijo finalmente está aquí. — Mencionaba su madre llenándolo de besos y abrazos mientras lo adentraba al comedor donde los demás aguardaban por él para la cena. — Ven, siéntate aquí hijo.
El padre no respondió, su saludo y todo el ambiente se pudo tenso. Pronto llegaron las típicas preguntas entrometidas de los familiares que trataba de responder lo más cordial posible aunque en ocasiones fallara y terminara dando una respuesta que hacía a más de uno enojar.
No le importaba porque al final del día, ninguno le reportaba nada positivo. No estaban ahí para cubrir necesidades ya fueran emocionales, físicas o materiales, tampoco se preocupaban por su bienestar general sinceramente. Entonces, aprendió hacía años atrás que lo que ellos dijesen o dejaran de decir, no tenía por qué afectarlo.
Mismo si en ocasiones no era tan fácil y sí se sentía agraviado con muchas de sus palabras, aprendió a no dejar que lo atormentaran por mayor tiempo del necesario. Lastimosamente, esa filosofía de vida no aplicaba para su padre porque aunque no lo viera, mismo si este no le decía nada directamente, su rechazo le dolía más de lo que le gustaba admitir.
— Feliz cumpleaños padre, tío... — Comentó entregándole sus regalos. — Espero que les guste.
— Gracias sobrino, lo usaré bien. — Respondió abrazándolo antes de agitarle el cabello como solía hacer cuando niño. Su padre en cambio no respondió, se limitó a tomar el regalo y dejarlo a un lado sin dignarse abrirlo. — Seguro lo verá después, no te preocupes. — Susurró dándole un apretón en el hombro.
Los minutos continuaron pasando y luego de la cena todos se trasladaron al salón de invitados, bebiendo y riendo mientras hablaban de cosas triviales. Sus primos eran su mayor compañía pero de buenas a primeras lo abandonaron y se desaparecieron. Sonrió al verlos bailar a la distancia pero definitivamente no iba aceptar la invitación para unírseles, simple y llanamente el baile no era lo suyo.
Tomó su ya vacía copa para rellenarla y se dirigió a la cocina pero la conversación que escuchó, hicieron sus ojos humedecerse. Su tío, el gemelo de su padre y a su vez progenitor de Taehyug, comentaba lo buen chico que era lamentando única y exclusivamente el hecho de que fuese maricón, admitiendo que esa era la única razón por la que no le agradaba mucho la idea de que su hijo permaneciera tanto tiempo a su lado.
Pensamientos absurdos, ¿era acaso la homosexualidad un virus o una enfermedad mortal que se contagiaba y se propagara por entrar en contacto con alguien de esa preferencia?
Sabía que su padre también pensaba de esa manera, lo había escuchado decir esas barbaridades desde el momento en que descubrió que tenía una relación con aquel modelo que solía ser su novio. Estaban besándose mientras convalecía en la cama del hospital en el momento que sus padres llegaron. Ese día y algunas horas más tardes, su vida se fue por el desagüe.
La noticia de que no podría volver a jugar, la ruptura con su ex pareja que no quería cargar con lo que él pensaba sería un cojo sin futuro deportivo, junto a la filtración de fotos suyas a la prensa besando a otros hombres llegaron de la mano, poniéndole fin a casi toda su vida.
Terminaba de beberse su copa en la cocina cuando una algarabía lo hizo sobresaltarse. Volvió a servirse vino y cuando llegó a la sala, todos los ojos se centraron en él.
— ¡Tú! Todo esto es culpa tuya. — Sin previo aviso sintió la fuerte mano de su padre colisionar en su mejilla, dejándole un horrible escozor. — La desviación de mi sobrino es culpa tuya.
Con el ceño fruncido y sin entender nada de lo que pasaba, recorrió con la vista el salón buscando a Taehyung. Sus ojos se ensancharon al verlo cabizbajo siendo sostenido por Jungkook, quien fulminaba a los gemelos con la vista. Su tía lloraba al igual que su propia madre, mientras que su padre y el hermano de este lo acribillaban con desprecio.
— Eres un puto maricón que infecta todo a su paso, no solamente a tu primo sino a otro de tus jugadores. ¿Es eso lo que enseñas? ¿Es a lo que te dedicas hacer en ese lugar que te dio una oportunidad cuando todos te cerraron las puertas? — Gritó su padre alzándole nuevamente la mano.
No entendía, cómo había ocurrido todo eso si media hora atrás todos bailaban alegres y Jungkook ni siquiera estaba allí. ¿De qué manera se habían enterado de la relación de esos dos? ¿Por qué siempre todas las culpas sobrepasan en él?
— Por eso fue que fracasaste, no fue por tu rodilla, el motivo de eso fueron todas las asquerosidades que hiciste y salieron a la luz. Tenía la esperanza que algún día te curaras pero en cambio, le has destruido también la vida a Taehyung.
— Hyung no tiene la culpa de nada, él no me obligó a nada y me gustan los hombres desde que nací. — El pelirrojo interfirió, ignorando la mirada sorpresiva de sus padres. — Jin hyung lo único que ha hecho fue escucharme como familia y entrenarme como coach. No es justo que le hablen de ese modo.
— No te desgastes, Tae. En esta familia alguien defeca con mal olor y la culpa es mía. Ya estoy acostumbrado a ser el payaso de este circo al que todos abuchean sin darle siquiera la oportunidad de comenzar su función. — Con sus manos empuñadas miró a sus padres y antes de que ninguno pudiese volver atacarlo, salió de aquella casa, tomando una bocanada de aire una vez que estuvo fuera de sus paredes.
Fue rechazado tantas veces en su vida que otro rechazo más no iba a marcar una gran diferencia. Aprendió a no asumir inmediatamente que era su culpa. Los demás tenían sus propias razones para comportarse de esa manera pero ninguna tenía relación consigo.
Dolía, no iba a engañarse diciendo que no. Dolía porque aunque luchara contra a eso, a veces se lo tomaba como una sentencia irrefutable emitida sobre su ser. Cada vez que no recibía apoyo o era tratado de esa forma, trataba de convertirlo en un impulso para continuar viviendo como le apetecía.
Su único problema, que no vivía realmente. Cada vez que traspasaba la puerta de su casa, todas sus defensas caían. Cuando se miraba al espejo no podía combatir con la imagen que ahí se reflejaba, esa que aceptaba las críticas y lograba en ocaciones decaerse.
Porque vivía con temores que eran peores que ancla encepada, mismo que lo hacían ignorar hasta la más falaz de las falsas esperanzas creyendo que en algún momento todo cambiaría. Porque si seguía ahí era porque había aprendido a quererse y amarse a sí mismo pero seguía sufriendo inseguridades, esas malditas espinas que lo hacían temer de vivir algo tan bueno como lo que le ofrecía Namjoon.
Caminó rápidamente hasta su automóvil pero cuando abrió la puerta sintió su mano ser agarrada. Se giró confuso, encontrándose con la apenada mirada de Min Yoongi. Había olvidado totalmente que sus padres siempre lo invitaban y que él mismo le había pedido el favor de encontrarse. Habían acordado encontrarse ahí para conversar pero no tenía deseos de media palabras con nadie.
— Manda a todos a la mierda y no dejes que nada de eso te afecte. — Se expresó con su rostro enrojecido por la rabia. — Aquí lo único que parece expandirse como una pandemia es la estupidez. Tienes que saber como aceptar el rechazo y rechazar la falsa aceptación pero no te dejes caer por esos imbéciles porque me disculpas, aunque sean tus familiares, es lo que son.
Abrió sus brazos con una mueca en su rostro y el mayor no pudo evitar sonreír aceptándole ese abrazo que tanto necesitaba junto a un casto beso en sus labios. Uno de esos que por costumbre en ocasiones compartían sin ninguna connotación sexual aunque se hubieran enredado en las sábanas del otro más de una vez.
— No intentes aprovecharte de la situación, Min.
— No lo haré, solamente jugaré el papel de chofer designado porque no te permitiré conducir en este estado. Dejaré aquí me vehículo después mandaré por él o vendré a buscarlo. — Estiró su mano con la palma hacia arriba, agitando suavemente los dedos. — Llaves, te llevaré.
Seokjin le entregó las llaves para luego subirse al auto y marchar con él, ignorando que a varios metros de distancia, Namjoon los había estado observando. Iba acercarse a él porque fue al primero que vio cuando llegó pero se detuvo cuando notó que Yoongi llegaba a su lado.
Ese beso dolía como el demonio, su molestia también hacía mella en su interior. Estaba celoso y aunque quiso mantenerse apartado, no lo consiguió. De solo pensar que alguien que no era él vería esos ojos llorosos y lo consolaría, su pecho se apachurraba. Regresó corriendo a su propio auto y sin pensarlo dos veces, lo siguió.
— Ultimamente has pasado mucho tiempo conmigo. — Comentó Min mientras conducía. El mayor sólo se limitó asentir con una risa algo incómoda, sin querer tocar ese punto.
Infantil y cobardemente buscó refugio en su cama días atrás pero solamente terminó sintiéndose peor, sin poder hacer nada. Dejó a su acompañante con una erección para sentarse a tomar té mirándose a las caras sin decir absolutamente nada.
Su móvil vibró en sus bolsillos sacándolo de la nube de babel donde estaba sumido. Dudoso, sin saber si debía responder o no, permaneció mirando la pantalla y Yoongi por curiosidad también lo hizo, viendo disimuladamente el nombre del contacto que ahí aparecía. Buscó su rostro y notó la incertidumbre por la que estaba pasando, pensando que tal vez algo ocurrió con su jugador estrella que lo tenía en ese estado.
— ¿Quieres que responda por ti? Puedo hacer que te deje de molestar en cinco segundos. — Espetó deteniéndose en el semáforo.
— No es necesario, lo haré yo. — Su voz se quebró por un instante y sus trémulas manos parecían jugar en su contra pero terminó respondiendo. — ¿Sí?
— ¿Dónde estás? — La voz del otro lado de la línea se escuchó y todo su cuerpo se paralizó, sabía que era él pero escucharlo en esos momentos lo debilitaba. Deseaba llorar, por él, por todos y ser acobijado en sus brazos. — ¡Bájate!
— ¿Qué?
— ¡Que salgas de ese maldito auto ahora mismo, hyung! — Elevó el volumen de su voz casi en un grito, cosa que casi nunca hacía porque procuraba mantener siempre la compostura. Pero en ese momento simplemente no podía.
— ¿Salir? ¿Me estás siguiendo? — Miró por el espejo viendo el automóvil que estaba parado varios metros atrás en otro semáforo. — ¿Por qué debería bajarme?
— Hyung, juro que si no te bajas ene este instante te seguiré, yo mismo te buscaré y te haré salir de ahí. Por favor, bájate. — Su tono pasó de uno demandante a una casi inaudible súplica. Mentalmente imploraba para que descendiera de aquel vehículo y dejara a Min solo. — Hyung...
— No me des órdenes, que no se te olvide que entre los dos, el hyung sigo siendo yo. Respondió en un estado neutro que no descifraba.
Una mezcla de gracia, molesta, preocupación, confusión y sorpresa por la actitud del menor, por la extraña situación en la que estaba. Colgó el teléfono y Namjoon lo apretó con fuerza antes de intentar llamarlo una vez más, siendo ignorado. Lo lanzó en el asiento de al lado para golpear por frustración el timón.
No quería que se fueran juntos, no podía permitir que el hombre que amaba se fuera con alguien más sin decir o hacer nada. Su corazón estaba latiendo a una velocidad incalculable, era una persona racional, dotado de voluntad propia que no se explicaba cómo se estaba dejando dominar por el miedo y la desesperación.
Seokjin lo hizo tomar valor e enfrentarse al mundo y así mismo quitándose la venda de los ojos para luchar por sus sentimientos pero, imaginárselo con alguien más... El dolor de pensar que podía amar a alguien más era el motivo de su llanto.
Porque aunque demandara, gritara o exigiera, no podía obligarlo a quererlo, si de verdad no sentía nada por él, tenía que alejarse y dejarlo ser feliz con quien decidiera, aunque como cristal quebrado se rajase por dentro.
— ¿Puedes dejarme por aquí? — Pidió Jin sintiendo sus dientes penetrar la carne de sus labios.
— Estoy manejando tu auto, ¿lo olvidaste? ¿Cómo me vas a pedir eso? — Lo miró pero el mayor no le devolvió la mirada. Suspiró pero terminó deteniéndose. — ¿Y ahora?
— ¿Podrías llevarlo a tu casa? Pasaré a buscarlo en cuanto tenga un tiempo. — Yoongi asintió, no entendía el motivo aunque intuía que algo tenía que ver con la llamada recibida. — Muchas gracias y... Lo siento.
El menor se acercó para desabrocharle el cinturón de seguridad mirándolo fijamente. Acarició sus mejillas con suma delicadeza y besó su frente con suavidad. ¿Jin jamás lo miraría como algo más, cierto?
— No tienes que disculparte, sea lo que sea por lo que estás pasando, espero que puedas superarlo. Aún así, sabes que siempre estoy disponible para ti, a tan solo una llamada de distancia. Si tienes cualquier problema o necesitas desahogarte, llámame. — Lo abrazó pero no tan disimuladamente Jin se alejó de este y descendió, agitando su mano como despedida.
El viento frío que batía por la ciudad chocó contra él, obligándolo a refugiarse en sus propios brazos. Debido a que estaba conduciendo y creyó que no estaría más de un par de segundos al aire libre, no se abrigó lo suficiente. Mas no tuvo que soportarlo por tanto tiempo ya que acto y seguido, Namjoon aparcó delante suyo.
Permaneció parado en el contén de la acera aún cuando vio la puerta abrirse, debatiéndose mentalmente. El menor le había pedido que se bajara del vehículo y aunque rebatió, terminó accediendo a sus peticiones.
— ¡Súbete! — Aquella voz gruesa lo estremeció y como si hubiese sido embrujado por esta, obedeció. — No estamos tan lejos de tu casa, yo te llevaré.
Estaban nerviosos, pero ninguno dijo nada más hasta que estuvieron estacionados frente al edificio de Seokjin. Sus dedos tamborileaban, unos sobre su regazos, otros sobre el volante dejándolos en evidencia.
— Llévame al club...
— ¿A esta hora?
— Es hacia allá que me dirigía pero si no puedes, no pasa nada, yo puedo tomar un taxi. — Hizo el ademán de abrir la puerta pero fue detenido.
— Yo te llevo. — Musitó poniéndose nuevamente en marcha.
Ambos se cambiaron de ropa en los camerinos, tomaron un balón y juntos caminaron hasta la cancha, ignorando el frío aire de lluvia que se formaba. Como adversarios, sus miradas se cruzaron, una moneda al aire fue lanzada y cuando la agarraron, esta decretó que sería Namjoon quien sacaría.
Colocó la pelota en el suelo, aún dudando si hacer eso era una buena idea conociendo la situación de Jin quien no debería volver a jugar pero este se la intentó arrebatar, haciéndolo defenderse. En el forcejeo, el pelinegro tropezó el el menor lo sostuvo impidiéndole que llegase al suelo, creando una incómoda atmósfera donde ambos se miraban con anhelo y deseo. Se acercó, eliminó la distancia pero Seokjin esquivó sus labios, haciéndolo empuñar sus manos.
— ¿Por qué besaste a Min Yoongi? ¿Qué hay entre ustedes? — Soltó y aquella pregunta no tomó de sorpresa al mayor, de hecho, la había estado esperando desde que lo recogió pero sabía sin saber qué responder. — La verdad, por favor.
— Vinimos aquí a jugar, ¿no es así?
— Tú viniste a eso y pienso acompañarte pero primero necesito que me respondas la verdad, ¿qué hay entre ustedes?
— Amigos complacientes. Nada más y nada menos. Hemos sido a través de los años buenos amigos y quizás porque ninguno ha tenido una verdadera relación, nos damos la oportunidad de complacernos cuando lo necesitamos. Sin embargo, es solo eso, no existen sentimientos más profundos por parte de ninguno de los dos.
— ¿Hablas por los dos? No creo que esa sea la opinión de Min. — Cuestionó acercándose, aumentando el nerviosismo en Jin quien si bien no lo mostraba, estaba tambaleándose en su interior.
— Bueno, si bien creo que ambos nos sentimos de la misma forma, en estos momentos solamente puedo hablar por mí. — Le arrebató el balón para hacer algo más que no fuera hablar de temas que no quería tocar.
La respuesta era algo que se esperó pero no por eso dejaba de molestarle, de arder internamente. Sin embargo, aún sin preguntar podía notar la tristeza, el dolor emanando del hombre que amaba y eso, le dolía mucho más. Solo deseaba ver nuevamente esa bonita sonrisa que tanto le gustaba.
— Sigues siendo un contrincante demasiado lento para mí. — Espetó provocando al menor que disfrutaba la sonrisa que volvía adornar su rostro. — Aún con todos los años sin ser un jugador activo no podrás derribarme en el terreno.
— Ahí está...
— ¿Qué? — Namjoon negó acercándose hasta él, quien de golpe perdió su sonrisa e incluso tragó saliva al sentir su proximidad, siguiéndolo con la mirada.
— ¿Quieres probarlo ahora? — Jin no respondió pero al verlo sonreír se relajó siguiéndole la corriente. — Seguro te derribo ahora y terminarás llamándome hyung, hyung..
Se encogió de hombros, erizándose cuando el menor golpeó su pecho para que lo siguiera al medio de la cancha. Vivo, así se sentía después de mucho tiempo, rememorando no solamente sus momentos de gloria en el campo, sino también su pasión, el amor por ese deporte que iba mucho más allá de el nivel profesional con que lo practicara.
La lluvia había empezado a caer y aunque fría, ninguno de los dos se detuvo. Corrían y luchaban entre ellos como si de un partido real se tratase. En más de una ocasión el mayor terminó rodando en el césped y cada vez Namjoon se preocupaba pero cuando lo veía sonreír o este lo alejaba feliz para reincorporarse nuevamente, todo pensamiento se esfumaba.
— ¿Estás bien? — Preguntó el menor sin acercarse esa vez al verlo sentado sobre la hierba. Se quitó la parte superior de su ropa debido al calor por el juego y algo más, quedándose desnudo de la cintura para arriba. Fue imitado, Jin también se quitó su ropa sintiendo la fría lluvia sobre su cuerpo mientras se reincorporaba. — ¡Vamos!
Sus cuerpos se rozaba cada vez que entraban en contacto para luchar por el balón, eran como niños que habían regresado a la infancia, riendo sin preocupaciones.
En uno de sus enfrentamientos chocaron con tanta fuerza que Namjoon perdió el equilibrio pero no se permitió caer sobre él para no dañarlo. Rodeó su cintura y lo volteó, siendo él quien recibió el impacto con el suelo mientras lo abrazaba firmemente. Jin estaba tan inmerso en el juego que no se percató de nada, solamente reía contagiando al menor que no pudo resistirse por mucho tiempo.
Dejó al pelinegro sobre el césped para levantarse y así ayudarlo a él también para que pudiese reincorporarse.
— ¡Estoy cansado! — Gritó como si estuvieran a metros de distancia cuando estaba siendo abrazado por los hombros y sus cabezas se unían constantemente.
Caminó lentamente hacia el interior del edificio mientras el menor corría en busca del balón y lo alcanzaba. Lo cargó sorpresivamente y lo llevó hasta las duchas donde lo metió con el agua casi invierno tratando de evitar un resfriado, para que su cuerpo entrara en calor. Cuando sus manos tocaron los shorts, fueron cubiertas por las ajenas.
— No hagas esto... — Musitó liberándose de su agarre, regresando a la realidad. — No seas así.
Hizo caso, retiró las manos de sus caderas pero ascendió las mismas hasta sus mejillas, las acunó y sin avisarle borró la distancia que separaba a sus bocas. Sus labios temblaban por el frío que dejaba su cuerpo, suaves e incluso los sentía dulce.
No fue rechazado, el mayor no tenía fuerza para eso cuando lo había soñado tanto y anhelado tanto. Se separó por su propia cuenta cuando el oxígeno parecía agotarse, dejando su frente descansar en la contraria, sintiendo sus respiraciones acariciarse.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro