Capítulo 4
Namjoon todavía se sentía bastante incómodo, pero mayor no volvió a mencionar el incidente ni actuó de manera diferente, permitiéndole ir olvidando toda esa dolorosa y penosa experiencia.
Una semana después, en una ciudad diferente, el yacía acostado en su cama tratando de conciliar el sueño luego del partido de la noche, cuando recibió un mensaje de Seokjin. Eso no era inusual solían de vez en cuando intercambiar mensajes como amigos normales y el mayor al igual que él tenía un horario de sueño bastante inconsistente.
Cuando vio la hora, eran pasada de las tres de la madrugada. Sin pensarlo, abrió el mensaje sonriendo porque así fuera para mencionarle algo del equipo o cualquier otro tema, se alegraba al saber que aunque sea por un minuto había pensado en él. Miró el chat dándose cuenta de que en realidad le había escrito varios mensajes.
Namjoon hyung, ¿estas despierto?
Sonrió, estaba acostumbrado pero a la vez se le hacía raro que el mayor lo llamara hyung, algo tan inusual en sus costumbres. ¿Quién era el hyung?
Estaba pensando en lo que pasó el otro día en los entrenamientos y hace unos meses en los camerinos de nuestro club.
No tenía que especificar porque él sabía exactamente a qué se refería. Todo su cuerpo se tensó, su corazón había caído en su estómago y una extraña mezcla de terror y aprensión al recordar ese momento lo invadió. ¿Por qué Jin estaba tocando ese tema en esos momentos? Pensó que no hablarían más del tema pero lo estaba sacando a relucir nuevamente. Sin embargo, antes de que se hiciera más preguntas, recibió nuevos mensajes.
Estaba pensando en eso y recordé que yo también tengo algunos archivos como el que se reprodujo en aquella ocasión.
Podría enviártelos, si quieres.
Era normal hablar de eso con los amigos, lo hacía todo el tiempo pero sus sentimientos hacia Jin no eran de simples amigos y por eso no reaccionaba igual. Quizás esa era la razón por la cual estaba agarrando su teléfono con tanta fuerza que su palma dolía.
Comenzó a escribir un mensaje, luego lo borró. Escribió otro que tuvo el mismo destino que el anterior. Tenía tantos pensamientos y preguntas corriendo por su mente como una gran maraña que a la vez lo dejaba como si no tuviese nada en la cabeza. Todos se movían tan rápido que no podía comprenderlos. Sabía que su entrenador podía ver que ya había leído los mensajes, pero no lograba pensar en cómo responder coherentemente.
Está hecho por mí. Lo grabé yo mismo.
Recibió un nuevo mensaje que lo sacó de su letargo. Lo miró fijamente y leyó en reiteradas ocasiones, hasta que las palabras no tuvieron sentido. Ya ni siquiera pensaba demasiado, de hecho, no pensaba en lo absoluto.
¿Archivos de audio como el que se reprodujo y que fue grabado por él mismo?
Perdió la noción del tiempo, no supo cuánto permaneció allí sentado en medio de la cama de la habitación de que hotel. Abrazado por las penumbras de la noche, sus temores, con el resonar de sus latidos acompasados con su respiración y la vista perdida en su móvil. ¿Qué estaba intentando decirle el mayor?
¿Le habrían cogido el teléfono? No era posible, sino cómo sabrían de lo sucedido. Pero, no tenía sentido nada de eso, lo que captaba de los mensajes y las reacciones comunes del pelinegro no iban de la mano.
Puedo ver que estás leyendo los mensajes.
Lamento molestarte tan tarde y está bien si no quieres responder.
Se sentía mal y quería dejarle saber que sí deseaba responderle, su único inconveniente era que no sabía exactamente qué demonios le iba a escribir. No obstante, el mayor pareció no importarle el hecho de no recibir una respuesta porque sin ella le envió una nota de audio. "Nota doce" decía.
No es obligatorio abrirlo y en caso de hacerlo tampoco tienes que decírmelo. Escúchalo como un archivo más, uno cualquiera.
Estaba leyendo pero su mente se había enfrascado en el nombre del audio. Si realmente había sido grabado por el mismo Seokjin, ¿cuántas más había grabado? Si tenía la menor de las dudas, había desaparecido, sabía con exactitud qué había en esa grabación recibida.
Buenas noches, hyung.
Los minutos pasaban y él continuaba observando la pantalla, ya no habían entrado más mensajes u otro audio. Releyó todo incontables veces, con un debate interno entre si abrirlo o no, decidiéndose finalmente por la segunda opción e irse a dormir.
A la mañana siguiente, Jin no actuó de manera diferente, durante el entrenamiento del mediodía y el partido de la noche, todo fue igual que siempre. Seriamente se preguntaba si había sido él mismo quien envió aquellos mensajes. Luego de revisar un partido del equipo que enfrentarían al día siguiente, todos se despidieron agotados. Él más que nadie necesitaba caer en su cama pero de solo pensar en aquel audio que no se atrevió abrir, sentía que se le aproximaba una noche de insomnio.
Debía rendir correctamente, no podía permitirse otra noche de desvelo como la anterior o se vería reflejado en el terreno.
Una total mentira.
Tan pronto como estuvo solo en su habitación y las luces se apagaron, volvió a repasar los mensajes. Como si ambos estuviesen conectados, un nuevo mensaje apareció, como si hubieran estado esperando ese momento.
Seokjin también miraba su pantalla, preguntándose mentalmente qué estaba haciendo. Quizás era esa secreta atracción que el chico le despertó meses atrás e ignoró, su calmada y concentrado forma de ser. Como cuidaba a todos como si fuese un señor mayor. Tal vez fue ese beso que jamás esperó y desenterró emociones que deberían permanecer bajo tierra, ladrillo, cemento y todo lo que pudiese mantenerlas controladas.
El morbo despertado luego de aquel audio que lo tenía soñando cada noche cosas un tanto indecentes. Imaginárselo escuchándolo, visualizando en su mente sus reacciones, qué hacía, cómo actuaba o se veía. Con el teléfono ganaba toda esa confidencia que sin este desaparecía. Miró nuevamente la pantalla y lo vio en línea. Le había dicho que no le preguntaría si lo había escuchado o no pero se sentía ansioso e incluso algo frustrado al no tener ningún tipo de respuesta de su parte.
¿Lo escuchaste?
Todavía.
¿Por qué a él no lo había escuchado? Razones se le ocurrían varias, todas distorsionada y lejos de la realidad.
Namjoon conectó sus auriculares, quería evitar el mismo error de que alguien más escuchase. Parecía una mala broma pero sus manos estaban tan temblorosas que apeas podía sostener bien el aparato. Sin embargo al desbloquearlo y mirar la pantalla, siente que va a sufrir de un infarto. "Nota quince".
Para cuando te decidas escuchar, aquí te envío otro.
¿Cuánto más iba a estar con ese infantil temor? Sabía que moría por escucharlo, no tiene más excusas para darle largas a eso. No tenía caso pensar en el por qué detrás de las acciones del mayor, tampoco en el verdadero motivo de aquello. Ya fuera un juego o una simple broma, daba igual. Exhaló profundamente y lo reprodujo.
Al comienzo el audio era silencioso, tanto que no estaba seguro de si se reproducía o era el volumen de su móvil que estaba demasiado bajo. Ya se había hecho a la idea de que aquello no era más que una broma en la que había caído cuando lo oyó. Un suave susurro y una exhalación leve. Se quedó completamente quieto con la mente en blanco. Realmente Jin se había grabado y le había enviado el audio de ese momento.
Un liso gemido sonó a través de sus auriculares, dulce y corto, definitivamente era la voz de Seokjin. ¿Estaba soñando? Se sentía en un sueño, el mejor de ellos. Una inhalación baja junto a un sonido húmedo batieron contra su tímpano, logrando que su vientre bajo se tensara. Un gemido mucho más fuerte resonó y el menor exhaló percatándose que había estado aguantando la respiración. Era demasiado escuchar algo tan íntimo del hombre que él quería y del cual había estado enamorado en silencio desde hacía tanto tiempo.
Había llevado a cabo una batalla moral interna antes de decidirse a escuchar aquello pero en esos momentos aceptaba que había sido la mejor decisión, necesitaba escuchar más. Fue le propio Jin quien le hizo ese regalo, él quería que lo escuchase y eso era lo más impactante, así como excitante de toda aquella rara situación.
Los sonidos eran tan escasos, suaves y lentos que a veces se tornaban inaudible, aún así, Namjoon pudo sentir como la respiración contraria se aceleraba junto con la suya. Se habían vuelto trémulas, agudas, desiguales e inconstantes. Otro sonido que parecía ser un gemido gutural o amortiguado como si mordiera esos hermosos labios para guardar silencio, lo hicieron casi soltar un gemido sin necesidad de tocarse.
La velocidad de los gemidos y demás ruidos fueron aumentando y agudizándose, de la misma manera que la imaginación del menor se fue descontrolando. Solamente con imaginarse a Jin mientras hacía aquel audio todo su ser deseaba buscarlo, verlo, sentirlo.
Escucha la respiración acelerarse más hasta que esta fue sustituida por jadeos, podía sentir su voz quebrándose, perdiéndose en su garganta. Había escuchado miles de audios, gemidos de diferentes personas pero ninguno le había parecido tan erótico y sensual como ese. No se sentía obsceno, no eran forzados o falsos, podía asegurarlo sin haber estado presente. Lo oye suspirar antes de contener la respiración y luego dejar escapar un extenso gemido que le deja saber la forma en la que su respiración de agita y cuerpo tiembla cuando llega al orgasmo.
Lentamente los sonidos comenzaron a regularse y de un momento a otro, el audio terminó.
Se movió en su cama sintiendo su implacable erección rozar su muslo, dejando un rastro de humedad en el mismo. Podía admitirlo nunca había estado tan excitado mental y físicamente en su vida. Se acomodó su entrepierna, antes de sentarse en silencio como si su alma hubiese abandonado su cuerpo. Es que simplemente no podía dejar de pensar, no podía creer que Jin hubiese grabado a si mismo para enviarle ese audio.
Quizás era viejo y simplemente se lo envió sabiendo que él escuchaba esas cosas pero, ¿por qué? Se lo envió deliberadamente para que lo escuchara, sabiendo lo que eso podría causarlo y lo que podía terminar haciendo con esa grabación. Bueno, no solamente esa, había otra que todavía no había escuchado. Respira profundamente para llenarse de valor y teclea un corto texto.
Ya escuché el primero.
¿De Verdad? ¿Qué opinas, te gustó?
Definitivamente Seokjin el entrenador y ese que le escribía no era la misma persona. La frescura con la que se comportaba distaba de su usual comportamiento.
¿Realmente necesitaba preguntarle si le había gustado? Era un hecho, había algo incómodo bajo su pijama que no le permitía mentir. Algo que aún estaba dolorosamente duro. Le había gustado tanto que temía oír la otra grabación porque no sabía cómo podría enfrentarlo el día siguiente luego de haberlo escuchado gemir de esa manera. Después de tener pensamientos muchos más lascivos que los que alguna vez cruzaron por su cabeza.
Mentía si decía que nunca se imaginó la posibilidad de besarlo e ir hasta el final pero nunca tan gráficamente. Nunca se planteó lo que quería hacerle, cómo exactamente deseaba verlo o sentirlo. Hasta cierto punto, sus pensamientos hacia él podía tildarse de inocente.
Sí, me gustó.
Esta vez fue diferente a la anterior, apenas lo reprodujo pudo escucharlo jadear, respiración aguda y un gemido carrasposo tan fuerte que pareció un grito. Un sonido que se eleva mucho más que su erección, un sonido que se quiebra antes de volver a descender. Fue entonces que sin esperarlo, un nuevo grito, sucio y penetrante resonó una y otra vez.
Era tan exquisitamente ruidoso que deseaba atestiguarlo personalmente. Tampoco pudo evitar preguntarse en dónde había grabado eso porque de ser en un lugar fuera de su apartamento, era seguro que alguien podría haberlo escuchado.
Los chasquidos, respiración y gemidos se aceleraron, parecía ya no tener aliento y al igual que en la grabación anterior, pudo percibir cuando comenzó acercarse a su límite.
La mano libre de Namjoon viajó de su barriga hasta aquel bulto palpitante para calmarlo un poco. Siseó ante el roce, cerrando sus ojos aún bajo el manto de celestiales sonidos, respirando con algo de dificultad.
Jin jadeaba y cada suspiro se tornaba en un gemido quejumbroso que él escuchaba con atención, ese y otros sonidos húmedos que se reproducían en el fondo, un tanto diferente al del otro video. No como si estuviera jugando con su miembro sino con...
— Hyung.
Namjoon no tiene tiempo para procesar lo que acababa de escuchar, no había sido inteligible y además, el mayor había comenzado a gemir nuevamente mientras respiraba con dificultad. Se sentía acabar y por ello se agarró fuertemente con firmeza sin moverse para no correrse, quería extenderlo más porque entonces. Sin embargo, tras un agudo gemido, la grabación acaba.
¿Qué demonios había sido eso? Duró menos de un minuto y él realmente estaba deseando escuchar más. Quería maldecir en ese momento. ¿Cómo Jin podía haberle hecho algo así? No podía quedarse así, lo repitió y cuando la palabra "hyung" volvió a sentirse, esta vez sí la escuchó, quedándose casi paralizado.
Podría ser cualquiera, aunque le dijera así de vez en cuando no significaba que era él, después de todo ni siquiera era su hyung de verdad. Podría ser alguien más e incluso podría no tratarse de nadie en específico y ser solo una palabra dicha al azar en un momento así. Sin embargo, en medio del calor que estaba sintiendo, sintió su pecho oprimirse.
De solo pensar que el mayor le mandaba esos audios a alguien más, que existía otra persona en su vida lo hacía estremecerse en la tristeza. Tal vez por eso no lo había aceptado, quizás eso no era más que una diversión pasajera con la que debía conformarse pero no le estaba resultando fácil hacerse a esa idea. Soltó un suspiro tembloroso e intentó no sacar conclusiones precipitadas y adelantarse a los acontecimientos.
Apretó su pene nuevamente sobre la tela, soltando un muy bajo y corto gemido, se sentía bien. Un pequeño alivio, una sensación tranquilizante luego de estar tan excitado y negarse a sí mismo la oportunidad de masturbarse. No quería hacerlo, no cuando quizás esos audios no significaban nada, no cuando podían ser para alguien más y al amanecer no podría ir a buscarlo para agradecerle, darle un beso y decirle lo mucho que lo disfrutó sin reservas.
No era ingenuo, sabía los archivos fueron mandados por una razón, si esperó hasta la media noche para enviarlos y lo provocaba de ese modo debía ser por algo pero no quería confundirse. No quería levantarse en ese instante y salir a buscar explicaciones, a decirle lo mucho que deseaba tener sexo con él en ese preciso momento.
No podía por todos esos años de respeto acumulado, por esos meses de amistad sentimientos entre ellos que él no podía simplemente desaparecer. Fue por eso que se detuvo porque Jin podía sentir curiosidad, podría querer divertirse un poco pero para él, significaba mucho más. No quería ceder ante la lujuria momentánea. Apartó su mano de su entrepierna para volver a tomar su teléfono y le escribió algo más serio.
Lo escuché.
Los minutos pasan y ninguna respuesta llega, ya se había dado por vencido e iba acostarse a dormir cuando su pantalla se alumbró. Desbloquea el móvil con parsimonia quedando frente a su nuevo mensaje. ¿Por que le estaba haciendo eso? Era agonizante esa situación, sentía su sangre elevarse hasta sus oídos. "nota veinte".
El debate moral era muy fuerte pero al parecer no tanto, al fin y al cabo ya había escuchado dos, la curiosidad sabiendo que tenía otro para oír era demasiada.
Este sí era largo, casi cinco minutos y comenzaba de la misma forma que el primero. Una respiración lenta y regular, gemidos suaves y ruidos casi insonoros. Luego oyó el movimiento de las sábanas, un suave clic y después de otro segundo, su entrenador gimió profundamente desde su pecho.
Ahí está el sonido otra vez, tan lento que Namjoon apenas podía escucharlo. Pero era un hecho que el mayor se estaba tocando a sí mismo. La mano del rubio comenzó a sudar y a picar, como si estuviese pleiteando por libertad pero ella no se gobernaba o al menos eso dijo su cerebro durante un minuto.
La dejó deslizarse debajo de su cintura mientras escuchaba. No se rodea con los dedos, solo pasa las yemas de los dedos hacia arriba y abajo, apoyando el pulgar contra su glande. No parecía suficiente, estaba lejos de serlo pero se siente bien, imaginando al mayor haciendo lo mismo. Los sonidos del contrario lo incitaban, mejor dicho, lo obligaban a tocarse con mayor presión que si tuviese una pistola apuntando a su cabeza.
Rozó ese punto sensible, su frenillo, escuchando el aumento de los gemidos que llegaban a sus oídos. Se estremeció, podía sentirlo como si estuviese cerca de su piel, como si fuese él quien calmara su eléctrico deseo. Su mano quemaba tanto como el fuego de su interior, ese que cada vez estaba más cerca de apagar. No se creía lo suficientemente fuerte como para resistir una vez más sin tocarse correctamente.
Un nuevo sonido se escuchó esta vez, tras un pequeño sonido de asfixia, el mayor se rió. Lo reconoce, es su risa distintiva, algo tan hermoso y gracioso que en ese contexto diferente se había transformado en algo erótico. Sin embargo, ese no fue el único nuevo ruido, pudo sentir una notificación telefónica y otra risa llegar, pausando los demás movimientos.
— Oh — Seokjin suspira tratando de controlar su voz áspera producto de la excitación. — Así que ya lo escuchaste, Namjoon hyung.
Todo se detiene. El tiempo se pausa a su alrededor y todo parece desaparecer, su mente se queda en blanco al darse cuenta de que el mayor había estado grabando eso mientras se escribía con él hacía quizás quince minutos atrás.
Se estaba tocando en aquel hotel donde se estaban hospedando al otro extremo del pasillo y eso era aún más sorprendente. El nuevo suspiro de Jin era trémulo, el silencio le indicaba que estaba escribiendo su respuesta. Un sonido suave seguido de un débil estruendo lo hizo suponer que se había dejado caer en el colchón luego de responderle.
— Escúchame, hyung.
Namjoon siente que no puede respirar. Escucharlo decirle hyung en ese contexto era tan nuevo, arrebatador y exquisito que lo sacudía de la cabeza a los pies. Pocos segundos después volvió a gemir, sonido claro y sabroso como si estuviera gimiendo directamente en su oído.
Sintió la mano del mayor acelerarse, las sonidos húmedos le hacían compañía una vez más seguido de pequeños golpes que no sabía dónde estaba dando. El murmullo de las sábanas que parecían dictarle sus movimientos, esos que cada vez eran más veloces. Se mordió el labio para evitar hacer ruido, incluso cuando cedió a las exigencias de su propia mano y comenzó acariciarse junto con la grabación.
La respiración de Jin saltaba, jadeaba atrapando gritos en su garganta hasta romperse. Se quejaba, como si se estuviera mordiendo el labio transmitiéndole cada detalle al micrófono que le permitía grabar aquello.
— Hyung, — suspiró de nuevo casi en llanto. La cascada de jadeos y gemidos cuando llegó su orgasmo fue celestial. — Escucha. — Exigió y Namjoon no pudo desobedecer.
Ya le resultaba familia la forma en la que respiraba, gemía, podía darse cuenta cuando estaba en su camino a la cúspide de su éxtasis hasta que estallaba en este. Cerró sus ojos con fuerza imaginándolo y maldijo porque nada se acercaba a lo que quizás era la realidad. El audio vuelve a terminar y él se quedó quieto en completo silencio en la habitación que cada vez le parecía más solitaria.
Escuché.
Volvió a reproducirla y esta vez fue directamente hasta donde lo mencionó a él. Era como si hubiera adivinado sus pensamientos y hubiese querido tranquilizarlo. Su nombre en esos labios se sentía siempre tan bien, correcto y dulce. Ignoró todo lo demás. Todas las preocupaciones y la culpa, cualquier pensamiento que pudiera tener, simplemente se recostó en su cama, cerró los ojos y escuchó.
Como si estuviera sincronizado, un nuevo mensaje apareció para el momento en que la grabación finalizó por segunda vez.
¿Te corriste?
¿Era en serio? ¿Le estaba haciendo esa pregunta? Namjoon se rió, un suspiro exasperado abandonó sus labios mientras separaba la mano de su miembro, al cual había acariciado sin llegarlo a complacer.
¿Por qué me preguntas eso?
Quiero saber, es lo mínimo que merezco luego de mandarte esas grabaciones. Saber si fueron de utilidad es esencial.
Dime, ¿te viniste?
No.
¿Puedo ir a tu habitación?
De acuerdo.
Tecleó antes de pensar, sopesó las posibilidades pero realmente no creía que su entrenador se atreviera a tanto.
Ábreme.
Sus ojos se ensanchan frente al último mensaje y aún dudando, decide levantarse lentamente y caminó hasta la puerta.
Jin estaba sonriendo, una sonrisa amplia y cálida, conocida. Realmente había estado escuchando hacía nada audios de ese hombre que entraba y cerraba la puerta tras de si. Con un deportivo atuendo negro y blanco, junto a su cabello revuelto podía afirmar que su entrenador lucía mejor que nunca. Se imaginó tantas formas y escenarios diferentes en los que lo volvía a ver y enfrentaba pero en ninguno se imaginó que el mayor por su propio pie fuera a su habitación.
Se quedó parado al lado de la puerta mientras lo vio caminar hasta detenerse junto a su cama. La observó y luego tomó asiento sobre la misma. No sabía muy bien el por qué de su decisión pero pensando como hombre adulto, era claro lo que quería. El problema era que aunque lo deseaba, no quería que fuese un momento tan descartable para luego regresar al mismo punto de partida. Sufriendo la incertidumbre de verlo diariamente sin poder decir o hacer nada.
— ¿Te gustaron? — Cuestionó ansiosamente como si buscara su aprobación.
— ¿Por qué me los enviaste?
— Creo que pregunté primero. — Sonrió con astucia y picardía. — Respóndeme.
— ¿Qué crees? — Era evidente su respuesta, tanto que aún estaba duro dentro de sus pantalones como prueba fehaciente de ello. Su sonrojo era otra afirmación.
Estaba orgulloso de si mismo, le agradaba saber que aún podía excitar sin necesidad de toques, incluso a un muchacho mucho más joven que él. Pero ese era un tema en el cual no quería pensar en ese momento. Ni por edad ni por ética debía haber hecho lo que hizo pero, ahí estaba, sentado en su habitación en su habitación, feliz de haberlo excitado. De tenerlo aún excitado.
Sus ojos se posaron en su abultada entrepierna y Namjoon se percató de eso. Veía las claras intenciones del mayor y lo peor es que no tenía la fuerza para detenerlo. Controlarse con él a distancia solamente escuchando su voz había sido un reto pero teniéndolo a él delante, todo se complicaba mucho más.
— ¿Puedo? — No debía ser explícito, ambos sabían a lo que hacía referencia. Sus ojos que se trasladaban constantemente de su rostro hasta su entrepierna lo delataban.
— Ven aquí. — Ordenó firme pero en un tono bajo que causó que toda la piel del mayor se erizara. Obedeció dudosa, caminando hacia él regañándose mentalmente por estar haciendo eso. — Has estado acabando conmigo, incluso has venido a mi habitación, espero que tengas claro que no podré resistirme una vez que comience. Puedes irte ahora y hacer como que nada de esto ocurrió pero si no...
— No me voy a ir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro