2
Estaba tumbado en el hospital, en otra sala de espera, y se preguntaba si aquella pesadilla terminaría algún día. Lo habían llevado de un lado para otro, habían examinado todo su cuerpo y hasta le habían hecho radiografías. Ahora estaba
esperando el dictamen del radiólogo. Tenía la herida de la frente curada y vendada, y se había tomado un analgésico.
Su dolor de cabeza se había hecho soportable, pero aquélla era la menor de sus preocupaciones. Lo que lo aterrorizaba era su incapacidad para recordar. No sabía quién era, ni de dónde había salido. Y mucho menos, dónde iría cuando saliera del hospital. Se preguntaba si habría alguien preocupado por su desaparición. Era como si hubiera vuelto a nacer. Era adulto y podía hablar, pero no tenía pasado ni futuro. Lo único que recordaba era lo ocurrido desde que se despertó tendido en el suelo húmedo. La única persona a la que conocía era el policía que lo había encontrado.
Zayn Malik. Era un Alfa muy agradable, pero al final hasta él lo había abandonado. O tal vez lo habían separado de él. La enfermera y el celador lo habían llevado a otro lugar, y Zayn no lo había seguido. Se preguntaba si seguiría en el hospital.
Sintió un nudo en la garganta. No sabía qué iba a ser de él. Zayn le había dado un nombre, y todo el mundo lo llamaba Noel, pero necesitaba conocer su verdadero nombre, saber quién era antes de que le asignaran aquel divertido apodo. Ni siquiera sabía si tenía padres o amigos. Tal vez estuviera casado y tuviera hijos. No tenía la menor idea.
Sus pensamientos atormentados fueron interrumpidos por una voz conocida, y Zayn apareció en la puerta, acompañado por un médico. Le tendió la mano, desesperado y el Alfa se la estrechó.
—Buenas noticias —le dijo—. No hay rastros de hemorragia interna ni de fractura. Te pondrás bien en cuanto se te cure la herida.
El Omega miró al médico, que asintió.
—Le daremos analgésicos para el dolor de cabeza. No es nada grave. Ya sé que la pérdida de memoria parece terrible, pero recordará todo dentro de unas horas. Vaya a ver a su médico dentro de un día o dos.
—Pero no sé quién es mi médico.
—Un momento —intervino Zayn—. ¿No lo van a internar?
El médico negó con la cabeza.
—No hace falta. No tiene nada grave.
—Pero tiene amnesia. ¿A dónde va a ir? —preguntó el Alfa, indignado.
—Me temo que eso es cuestión de la policía. Si tuviéramos sitio, lo meteríamos en una habitación, pero ya ha visto cómo está esto. No podemos ocupar una cama con alguien que no la necesita. Tienen una enfermería en la prisión. ¿Por qué no lo
llevan allí?
El castaño se sintió aterrorizado al oír aquello.
—¡No! —gritó—. Por favor, no me metan en la cárcel.
El Alfa lo retuvo para impedir que se levantara.
—Nadie te va a meter en la cárcel —le aseguró mientras miraba al médico con aire desafiante.
—Lo siento, agente, pero no podemos usar con él una cama cuando hay gente que las necesita mucho más, sólo porque dice que no recuerda dónde vive.
Noel abrió la boca, pero antes de que pudiera protestar, Zayn lo hizo por él.
—¿Qué quiere decir con eso de que dice que no lo recuerda? —preguntó con dureza—. ¿Cree que miente?
El médico suspiró.
—No lo sé, pero mucha gente lo hace. Sobretodo ahora, que hace frío. San Francisco está lleno de gente sin casa, y los hospitales tienen camas cómodas y calientes. ¿Por qué no se lo lleva a un albergue para indigentes?
Los dos se quedaron mirando al médico mientras se marchaba. Noel temblaba de miedo y frustración.
—Te aseguro que no miento, Zayn. No recuerdo nada. ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde voy a ir? Ni siquiera tengo dinero.
El Alfa lo abrazó para darle ánimos.
—No te preocupes. Me encargaré de que te proporcionen alojamiento. Mi compañero ha vuelto con el coche. Lo único que ha encontrado en el parque ha sido una mancha de sangre en un banco de cemento. Ahí fue probablemente donde te diste el golpe. ¿Tienes idea de cómo te caíste?
—He estado intentando recordar algo desde que me has traído, pero es inútil.
—¿Es posible que llevaras algo? ¿Cartera, bolso?
—Es probable. Siempre llevo bolso.
—¿Cómo lo sabes?
Noel abrió los ojos. Zayn tenía razón.
—No te lo puedo explicar, pero estoy seguro de que siempre llevo un bolso. Casi todos los Omegas lo hacen.
—Eso es cierto. Pero si tú lo llevabas, Dylan no ha sido capaz de encontrarlo. ¿Sabes si llevabas abrigo?
Hacía mucho frío, pero no llevabas abrigo. ¿Por qué? Noel se esforzó por encontrar una respuesta, pero fue inútil.
—Lo siento. Si llevaba abrigo, no lo recuerdo.
Zayn suspiró.
—Bueno; si lo llevabas, lo has perdido —cogió la manta que había sacado del coche patrulla—. Si te encuentras con fuerzas para caminar, te llevaré a la enfermería de la prisión para que pases la noche. Es probable que tengan camas libres.
La idea de pasar una noche en la cárcel, aunque fuera en la enfermería, lo aterrorizaba. Se preguntaba si Zayn sería capaz de dejarlo a cargo de los funcionarios de prisiones y marcharse. Se preguntó si sería posible que en el cambio de guardia lo tomaran por un prisionero y lo encerraran para siempre.
Apretó los labios y apartó la cabeza para que el Alfa no pudiera ver lo asustado que estaba. Había sido muy atento, y no quería causarle más problemas.
Zayn volvió a ayudarle a subir al coche y se sentó junto a él. Rodeó sus hombros con el brazo y Noel se acurrucó contra él. Se dio cuenta de que no estaba apoyado contra su cuerpo, sino contra algo duro,
que parecía metálico. El Alfa llevaba debajo del uniforme algo que parecía una armadura. También observó que tenía un bulto en la cintura. Debía de tratarse de la pistola. No se había fijado cuando lo había llevado al hospital, porque había estado
demasiado histérico para darse cuenta de nada. Quería preguntarle qué llevaba debajo del uniforme, pero temía que se alejara de él si hablaba, de modo que cerró los ojos y se relajó.
En la cárcel se encontraron con que todas las camas de la enfermería estaban ocupadas, y la enfermera estaba intentando desesperadamente encontrar sitio para un recluso asmático. Al parecer, tenían que tratar a algunas personas en las celdas a causa de la escasez de sitio en la enfermería, y no podían permitirse el lujo de acoger a un amnésico.
—Pero no me pueden dejar en la calle —protestó Noel, atemorizado—. No tengo dinero, y no sé orientarme —se aferró a la manta en la que estaba envuelto—. Ni siquiera tengo abrigo.
—Nadie te va a dejar en la calle —le aseguró el Alfa, rodeando sus hombros con el brazo—. Siéntate aquí mientras intento resolver esto.
—No te vas a marchar, ¿verdad?
Zayn le puso la mano en el hombro.
—No voy a abandonarte. Sólo voy a intentar encontrarte alojamiento. Estaré ahí, en el mostrador. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Noel se sentía avergonzado. No le extrañaba que Zayn lo tratase como a un niño pequeño. Estaba seguro de que normalmente se comportaba de forma muy distinta. No le gustaba depender de los demás, pero sin recuerdos, no tenía más remedio.
No entendía por qué se sentía tan apegado a aquel Alfa. No podía tratarse de nada personal, puesto que acababan de conocerse. Pero, probablemente, su vida dependía de él. Era la única persona que tenía. Se envolvió en la manta, aterrorizado, preguntándose si sería posible que hubiera muerto del golpe en la cabeza y estuviera en el infierno.
Cuando Zayn volvió, parecía turbado.
—Dylan va a escribir los informes, así que estoy fuera de servicio —le dijo—. Voy a recoger mi coche y después vendré a buscarte. Sólo pasaré fuera unos minutos.
—Pero… —comenzó a decir Noel.
Pero Zayn ya desaparecía por la puerta.
Fiel a su palabra, volvió al cabo de cinco minutos y lo acompañó a un coche deportivo de color azul oscuro. En cuanto subieron, Noel preguntó:
—¿A dónde me llevas?
—Con mi madre —respondió el Alfa mientras arrancaba.
—¿Con tu madre?
—Sí. Os llevaréis bien. Es enfermera. Trabaja en una clínica de Brisbane.
—¿Quieres decir que me vas a llevar a otro hospital?
El Alfa lo miró y sonrió.
—No, Noel. Te llevo a mi casa. Tengo un dúplex en Brisbane, en la península. Yo vivo en una parte, y mi madre y mi hermana viven en la otra.
Noel lo miró sorprendido.
—¿Vives con tu madre y tu hermana?
—No. Son mis vecinas. Las dos partes del dúplex son independientes. Si algún día encuentro un piso decente en el centro, me mudaré y alquilaré mi parte, pero es casi imposible encontrar algo que esté al alcance de mis posibilidades y que no sea un agujero. Estoy en la lista de espera para el ascenso a sargento, y cuando lo consiga, podré empezar a buscar algo que esté bien.
Noel debió quedarse dormido en el coche, porque de repente se dio cuenta de que Zayn le sacudía el hombro.
—Despierta. Estamos en casa.
Había una farola junto al coche. Cuando abrió los ojos, Noel vio los de Zayn. Estaban a unos centímetros, y eran grandes y marrones, con manchas doradas. Un Omega podría ahogarse
en aquellos ojos. Le apartó una mecha de pelo del rostro. Sus manos eran ásperas, pero su contacto resultaba muy suave.
—Vamos, dormilon —murmuró—. Mi madre te espera. Ya tendrá la cama preparada, y podrás dormir cuanto quieras.
Si Noel no hubiera tenido los brazos
aprisionados por la manta, no habría sido capaz de resistirse al impulso de acariciar su rostro y su pelo oscuro.
—Siento molestar a toda tu familia.
—No molestas. Bevin, mi hermana pequeña, es auxiliar de vuelo. Duerme en casa de mi madre cuando viene a San Francisco, pero casi siempre está por ahí. Puedes usar su habitación hasta que averigüemos quién eres. Mi madre se alegrará de tener compañía.
—Eres muy amable —dijo emocionado.
Durante un momento se limitaron a mirarse a los ojos. Zayn fue el que rompió el hechizo, apartándose para salir del coche. Rodeó el vehículo y abrió la puerta del Omega. Después lo tomó en brazos para llevarlo a la casa.
Una vez en la puerta, una Omega abrió, sonriente.
—Entrad deprisa —dijo—. Hace mucho frío.
Noel decidió que, si aquella Omega era la madre de Zayn, debería tener algo más de cincuenta años, pero parecía más joven. Su pelo negro no tenía ni una cana, y sus ojos resplandecían con una expresión juvenil.
—Siento haberte despertado —dijo Zayn—, pero no sabía a quién recurrir —se volvió hacia Noel—. Te presento a mi madre, Abigail Malik.
En vez de tenderle la mano, la madre de Zayn lo abrazó.
—Llámame Abby. Puedes quedarte hasta que tengas otro sitio. Voy a buscarte un pijama mientras te despides de Zayn.
Soltó a Noel y se dirigió a la escalera. Noel se quitó la manta de los hombros y se la entregó a Zayn.
—¿Cómo podría agradecértelo? No sé qué habría sido de mí si no me hubieras encontrado.
—Es parte de mi trabajo —dijo algo cohibido.
—No me lo creo. Estoy seguro de que no todos los policías se llevan a casa a la gente que encuentran por la calle.
—No —convino el Alfa—. Mi madre tiene que trabajar dentro de unas horas, pero yo estoy al lado. Si necesitas algo, basta con que des unos golpes a la pared. Si no, vendré a mediodía y te llevaré a comer.— Alargó una mano para acariciarle la frente, junto a la herida. —Duerme bien —continuó—, y no tengas miedo. El médico dice que pronto recuperarás la memoria. Es posible que al despertarte ya sepas quién eres. Pero, si no es así, no dejaré que te ocurra nada malo.
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