
1
Había sido una de aquellas noches movidas en que toda la delincuencia callejera parecía concentrarse en el distrito del cabo de policía Zayn Malik. Ya
hacía una hora que el Alfa debería haber salido del trabajo, pero aún tenía que redactar unos cuantos informes antes de volver a su casa de Brisbane, una de las ciudades dormitorio que se encontraban entre la ciudad de San Francisco y el aeropuerto.
Abrió la puerta del asiento del acompañante, y mientras se subía al coche patrulla miró a su compañero, que estaba sentado al volante. Los otros coches, las ambulancias y las furgonetas se habían ido ya, dejando la zona llena de botellas rotas, cristales de ventanas y sangre. Afortunadamente, en aquella ocasión no se habían peleado con armas de fuego. En realidad, los enfrentamientos con armas blancas no le parecían mucho mejores, pero al menos no había muerto nadie en aquella pelea entre bandas
juveniles rivales.
La calma había vuelto a adueñarse del parque, y Zayn se preguntaba si llegaría a acostumbrarse a ver las carnicerías que organizaban los Alfas más jóvenes. El escenario de la destrucción contrastaba con las calles decoradas con motivos navideños.
—No sé qué harás tú —dijo a su compañero—, pero yo ya me considero fuera de servicio. Coge la radio y comunica a la central que vamos a echar un último vistazo al parque y después nos retiramos. Si hay más llamadas de esta zona, que envíen otro coche.
El agente Dylan Griffith asintió y puso en marcha el motor. También Alfa, sólo tenía veintitrés años, y acababa de salir de la academia. Hacía dos días que era el compañero de Zayn, y aquélla había sido su primera experiencia con los enfrentamientos entre bandas rivales. Parecía bastante impresionado, pero se había comportado como un profesional. Zayn veía en él a un futuro buen policía.
Zayn se reclinó en su asiento y suspiró mientras miraba a ambos lados. De
repente vio algo a un lado de la calle.
—¡Para! —exclamó de forma instintiva, antes de ver de qué se trataba—. Da
marcha atrás. He visto algo.
Cogió la linterna y se bajó del coche. Al llegar vio que había una persona
acurrucada en la hierba.
—Póngase de pie —ordenó—, pero mantenga las manos a la vista.
Aquella persona volvió la cabeza hacia él, liberando un suave aroma, Zayn detectó que se trataba de un Omega. Sus ojos marrones lo miraron de forma inexpresiva. Tenía un golpe en el lado izquierdo de la frente. Se protegió con un brazo de la luz de la linterna, pero no se movió ni dijo nada.
Zayn se acercó a él, apartando la linterna de su rostro, y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse. El Omega bajó el brazo. Ahora tenía el miedo reflejado en los ojos.
—No pasa nada —dijo Zayn con tono amable—. Soy policía. No le quiero hacer
daño. Sólo quiero ayudar. ¿Me podría decir qué ha ocurrido?
El Omega lo miró como si estuviera hipnotizado. Después debió decidir que
podía confiar en él, porque se incorporó levemente y se llevó la mano a la frente.
—Me duele la cabeza.
No parecía un vagabundo. Era muy joven, y con excepción del rostro, que
estaba lleno de sangre y manchas de arena o cemento, estaba limpio. Su pelo castaño brillaba a la luz de la linterna, y llevaba unos pantalones grises combinados con un jersey rosa. Aquella ropa no parecía haber salido de un cubo de basura.
—Estoy seguro de que le duele —le aseguró Zayn—. Tiene una herida considerable. ¿Le ha golpeado alguien? ¿Ha sido asaltado?
El Omega volvió a adoptar su mirada inexpresiva.
—No lo sé. Sólo sé que estoy en el suelo, y que me duele la cabeza —miró a su alrededor—. No me podía poner de pie, así que he salido de la carretera a rastras. ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí?
—Está en San Francisco, en el parque Golden Gate. ¿Me puede decir dónde estaba cuando recuperó el conocimiento?
—Allí —dijo, señalando un punto indeterminado—. Tengo frío.
El Alfa se puso en pie y caminó hacia su coche, preguntándose cómo podía haber sido tan descuidado. Por supuesto, debía de estar helado. Era una noche de diciembre, y soplaba un viento muy frío procedente del océano Pacífico. El pobre muchacho había estado tendido en la calle durante mucho tiempo, vestido sólo con un jersey. Volvió junto al Omega con una pesada manta de lana y se arrodilló para envolverlo.
—Qué bien —dijo, acurrucándose.
Temblaba violentamente, y Zayn temía que fuera a sufrir un colapso. Se volvió hacia Dylan.
—Llama a la central, cuéntales lo que ha pasado y pídeles que envíen una ambulancia.
Se sentó junto a él y lo abrazó para compartir su calor corporal y protegerlo del viento gélido, hasta que Dylan gritó desde el coche: —La ambulancia va a tardar al menos media hora.
—No podemos esperar tanto tiempo. Llama y di que lo llevaremos nosotros al hospital —se volvió hacia al omega—. ¿Cree que podrá levantarse para entrar en el coche? Tenemos la calefacción puesta.
—Lo intentaré.
Zayn lo ayudó a incorporarse, sin dejar de envolverlo en la manta. El castaño caminaba a duras penas, y cuando llegó al coche e intentó subir, tropezó y cayó. El golpe debió accionar algún resorte en su cerebro, porque empezó por reír, histérico, y se puso a llorar inmediatamente después.
El Alfa lo tomó en brazos y lo subió al coche. Después se subió a su lado e intentó tranquilizarlo. Dylan puso la sirena y recorrió a toda prisa las calles de la ciudad. A pesar de que era la una y media, estaban llenas de coches. Zayn sabía que subirse al asiento trasero junto a una persona desconocida estaba prohibido, pero no podía hacer otra cosa. Aquél Omega estaba aterrado e histérico. Se dijo que no era más que un chiquillo, pero podía sentir a través de la manta su cuerpo que apretaba confiado contra el suyo y su aroma era simplemente adictivo.
Una vez en el hospital, Zayn dio instrucciones a Dylan para que volviera al parque en busca de pistas sobre lo ocurrido. Abrió la puerta y salió del
coche. Cogió en brazos al Omega y se encaminó con él a la entrada, donde los celadores lo sentaron en una silla de ruedas. El Omega seguía llorando, inconsolable.
—¿Qué ocurre, agente? —le preguntó la Omega que estaba sentada tras el mostrador.
—Tiene un golpe en la cabeza, y está histérico. Es todo lo que sé. Creo que lo han golpeado. Lo hemos encontrado en el parque, y acababa de volver en sí. Está muerto de frío.
—¿Cómo se llama?
—No lo sé. Está muy aturdido, y no he conseguido sacarle ninguna información—se inclinó hacia él—. ¿Cómo se llama, jóven?
El Omega empezó a sollozar con más intensidad.
—Déjelo —dijo la recepcionista—. No es probable que pueda decir nada hasta que no se calme. Ahora mismo lo atenderemos. Como puede ver, las navidades son temporada alta.
Zayn miró a su alrededor. Había muchas personas esperando. Algunas estaban sentadas, otras de pie, y otras tendidas en camillas. A causa de su profesión, sabía que durante las fiestas aumentaba el número de accidentes y delitos.
Tardaron veinte minutos en atenderlo, y durante aquel tiempo Zayn estuvo intentando tranquilizarlo. El Alfa conocía a muchos empleados del hospital, ya que con mucha frecuencia acompañaba a prisioneros o a víctimas a urgencias. La enfermera que salió a su encuentro era una Omega amiga suya.
—Vaya, ¿a quién tenemos aquí? Nada menos que mi policía favorito —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Qué nos traes esta vez?
—Hola, Helene —dijo, apartándose para que viera al Omega castaño—. Parece un atraco, pero está demasiado desorientado como para proporcionarnos información.
Helene se inclinó para examinar su herida.
—Malditos canallas —murmuró—. Por lo menos podrían haber escogido a alguien más grande —cogió la silla de ruedas—. Puedes acompañarnos, pero tendrás que esperar en el pasillo mientras lo examino para ver si tiene más heridas.
Quince minutos después, Helene salió al pasillo y comunicó a Zayn que no apreciaba más signos de violencia en el cuerpo del Omega, pero tampoco había conseguido sacarle información.
—Haré venir a un médico en cuanto haya uno libre —le aseguró mientras corría por el pasillo para atender a otro paciente.
El Omega estaba tumbado en la camilla. Llevaba un pijama blanco de hospital y estaba cubierto con una manta. Miró a Zayn aliviado.
—Me alegro de que no te hayas ido.
El Alfa sonrió.
—Me temo que vas a tener que aguantarme durante cierto tiempo. ¿Te sientes con ánimos para responder a unas preguntas?
—Lo intentaré. Pero todo es muy confuso.
Zayn se sacó una libreta y un bolígrafo del bolsillo, y acercó un taburete a la camilla para sentarse junto a él.
—Haz un esfuerzo. Es muy importante que nos digas qué ha pasado. Para empezar, ¿cómo te llamas?
El castaño parpadeó varias veces y después frunció el ceño.
—Me llamo… —se detuvo, desconcertado—. Me llamo… —volvió a detenerse, con el sufrimiento reflejado en el rostro—. No sé. Lo tengo en la punta de la lengua—sus labios empezaron a temblar—. Ni siquiera recuerdo mi nombre.
Zayn le puso una mano en el hombro.
—Ya lo recordarás. No te preocupes. Los golpes en la cabeza pueden provocar una amnesia temporal. ¿Sabes dónde vives?
El Omega apretó los labios, intentando concentrarse. Al final, negó con la cabeza.
—No sé quién soy ni de dónde vengo —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Ni siquiera sé qué me ha pasado. ¿Qué haré si no lo recuerdo nunca?
El Alfa podía ver el terror en sus ojos, y se apresuró a tomarle de la mano para consolarlo.
—No te preocupes. Tienes una ligera conmoción, pero probablemente recordarás todo cuando se te pase. Por el momento, te buscaremos un nombre. En el hospital tienen que identificarte de alguna forma. ¿Cuál prefieres?
—¿Cómo te llamas?
Zayn se alegró de que el castaño mostrara interés por algo.
—Me llamo Zayn Malik, pero mis amigos me llaman simplemente Z.
—Está bien, pero no me puedo llamar cómo tú.
—No. Tenemos que encontrar algo más bonito. ¿Qué te parecería un nombre navideño? ¿Rodolfo? No, mejor algo original. Noel, por ejemplo. En realidad suena bien para un Omega.
—¿Noel? Me gusta. ¿Se te ocurre un apellido navideño?
El Alfa frunció el ceño, pensativo.
—Ya lo tengo. Un compañero mío de la universidad se apellidaba Santa. Siempre nos reíamos de él, pero queda muy bien. Papá Noel y Santa Claus. ¿Qué te parecería llamarte Noel Santa?
El Omega le apretó la mano.
—Me encanta. Gracias, Zayn —añadió con timidez.
—De nada, Noel.
Hola! ¿Cómo están?
Sip, ya la había subido ✨
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