43 - 終わり
...final.
—Pero, en serio... ¿Exactamente qué fue lo que hiciste para que Felix te golpeara de esta manera?— Hyunjin sujetó suavemente la cabeza de Changbin, moviéndola de un lado a otro, examinando los moretones en su cara dado que ya comenzaban a ponerse bastante feos.
El castaño lo miró desde su lugar, sentado en la encimera, con un puchero ligeramente enojado. Estaban en casa de Changbin, más específicamente, en su cocina. Hyunjin había decidido acompañarlo a casa y había optado por, una vez allí, atender mejor sus heridas. Habían estado en silencio hasta ese momento, sin embargo, ambos sentían la necesidad de hablar, de decir algo, lo que fuera. Así que Changbin agradecía para sus adentros el que Hyunjin hubiera iniciado con éxito una charla entre ellos.
—Fue tu culpa.— le contestó, mirándolo con agravio.
Hyunjin se detuvo y lo miró a los ojos.
—¿Mía? ¿Que tengo yo que ver en tus peleas con Felix? Hasta donde yo tengo entendido, solo te metes con él porque todavía te sientes enojado por lo de Minho... ¿O es qué aun te gusta?
—No cambies el tema. Minho no es el problema aquí.
Hyunjin se separó unos pasos de él, dispuesto a dejar su examen físico para más tarde con tal de aprovechar cualquier oportunidad para entender mejor a Changbin.
—Entonces... ¿Cuál fue el problema?
—¿Por qué tienes que ser tan atento con Felix? Lo conoces hace menos de tres meses. ¿Por qué a él lo tratas con tanto cariño?
—Realmente eres sensible con respecto a Felix. No lo trato de ninguna forma especial.— Hyunjin sonrió ligeramente y, por primera vez, Changbin vio una sonrisa sincera en su rostro. Le encantó la forma en la que sus labios se curvaban, lo lindas que eran sus mejillas y sus dientes. Todo luciendo maravillosamente distinto. Nunca pensó que Hyunjin pudiera verse tan hermoso mientras sonreía. Tan diferente al Hyunjin que usualmente veía.— Solo me llevo bien con él, es mi donsae...— sus palabras se vieron interrumpidas cuando Changbin se inclinó sobre él, uniendo sus labios en un beso fugaz. Uno suave y cariñoso, fruto de la impresión que había producido en él aquella sonrisa.
—Perdón...— Changbin se disculpó enseguida.— Solo sigue...
Hyunjin mordió su labio inferior, con expresión confusa.
—Si haces algo así... ¿Cómo quieres que tengamos una conversación madura?
—Ya te pedí perdón.— Changbin apretó sus labios y lo miró con sus ojos muy abiertos.-No lo haré más.
—Y ahora aegyo.— murmuró Hyunjin.— En serio...
—Yo no hice aegyo.— el castaño volvió a su expresión enfurruñada usual. Aun así era plenamente consciente de que sí lo había hecho. Solo esperaba que sus moretones ocultaran el sonrojo de sus mejillas.— Mejor termina con eso.— señaló las pomadas que Hyunjin había puesto a un lado, sobre la encimera.— Ya me están doliendo demasiado los golpes.
—Enseguida nos encargamos de eso. Ahora contéstame. ¿Por qué dices eso? Lo de Felix...
—Porque es cierto. Después de tratarme como la mierda ayer, vas y a Felix lo saludas todo sonriente. No puedo evitar pensar...
—¿Estás celoso?
Changbin alzó una ceja en su dirección, por un instante titubeando, dudoso.
—¿Y si dijera que sí?
El pelinegro dejó salir un suspiro.
—Entonces solo me harías sentir peor.— una sonrisa tímida adornó sus labios a la vez que volvía a mirar a los ojos de Changbin.-Significa que te lastimé aún más de lo que pensaba. Incluso inconscientemente... Te aclaro desde ahora, Felix solo es mi donsaeng. Solo lo conozco por Minho. No hay nada especial con él. Probablemente tú también serias así con él si no tuvieras tus asuntos.
Changbin se rascó los cabellos de la nuca. No del todo convencido.
—Aun así...
—Ya te dije que, a pesar de todo lo que hice, yo te amo, Changbin. Y cada una de las veces que te lastimé era tratando de alejarte, de no sucumbir a lo que sentía. Pero no te preocupes, porque no pienso volver a hacerlo. Nunca más.
Changbin solo retiró la vista. Hizo todo lo posible porque no se notara lo sobrecogido que se sentía con las palabras de Hwang. Aun le resultaba increíble el que Hyunjin le dijera esas cosas, que realmente estuviera enamorado de él y dispuesto a soportar todos sus defectos, a descubrir sus lados ocultos. Era algo demasiado nuevo, emocionante sí, pero realmente no estaba seguro de cómo actuar con respecto a eso.
—V-vale. Lo que tú digas. Solo terminemos.— Changbin señaló de nuevo las medicinas.— En serio me duelen ya los golpes.
Pero Hyunjin no le prestó atención a las pomadas, ni a las quejas de Changbin. Solo lo siguió mirando, por un segundo perdiéndose en un tornado de felicidad. Changbin era tan hermoso, en cada detalle suyo podía verlo. Y precisamente ahora, que lo tenía un poco más cerca, un poco más suyo, podía ver cada uno de esos hermosos detalles. Le seguía pareciendo un sueño, algo que se iba a romper de un momento a otro. Como si Changbin fuera a darse cuenta en cualquier minuto que todo eso era una idiotez y que no lo necesitaba, que realmente no lo quería ni un poco. Le dolía pensar así, pero, de todas maneras, no podía evitar sentirse feliz. Como si los latidos de su corazón pudieran dejarlo sordo de tan fuerte que sonaban en su interior.
Y es que tampoco podía evitar sentirse convencido.
Convencido de que, aún si eso era un error, no se arrepentiría. Ya no. Porque aquel sonrojo en las mejillas de Changbin... y ese beso, tímido pero ansioso, incontrolable pero comedido, era simplemente algo que nunca esperó obtener de los labios del castaño. Algo por lo que ahora sentía que valía la pena cualquier cosa.
—En realidad no tienes que preocuparte.— Hyunjin acarició con cuidado uno de los pómulos de Changbin, consiguiendo, a cambio, una mueca muy ligera de dolor.— Creo que, en este punto en el que estamos, puedes celarme cada vez que quieras. Ya trataré de no darte razones para hacerlo.
Changbin frunció un poco el ceño.
—Es que no sé bien... no estoy seguro de cuál es ese punto en el que estamos. Las situaciones ambiguas no son mi fuerte.
—Está bien... si esto te parece ambiguo... podemos aclararlo.— Hyunjin apoyó sus manos en la encimera, a ambos lados de Changbin.— Este fin de semana. ¿Tienes guardia?
Changbin negó, sacudiendo levemente su cabeza.
—No. ¿Por qué?
—¿Querrías salir conmigo?
—¿Eh?
—Eso... ¿Quieres salir conmigo? En la tarde, podemos ir a almorzar y luego ver una película. ¿Te parece?
—Pero...
—¿No crees que, después de todo esto, merecemos algo normal?
—Supongo que podemos intentarlo.— Changbin jugueteó un poco con sus dedos, notando enseguida que estaba actuando innecesariamente tímido. Probablemente solo conseguía lucir ridículo. Disimuladamente puso sus manos sobre sus muslos. -Sí. Creo que estaría bien. Me gustaría ir.— dijo, consiguiendo que su voz tuviera un poco más de aplomo.
—Entonces ahí lo tienes.— Hyunjin sonrió, complacido y agarró una de las pomadas, dándole una rápida leída antes de quitarle la tapa.— Estamos saliendo. Ese es el punto en el que nos encontramos.
Después de eso, no volvieron a decir nada por un largo rato. Simplemente permanecieron en silencio mientras Hyunjin hacía su trabajo sobre el rostro y los brazos de Changbin. Sorprendentemente, esta vez el silencio no fue incómodo. En cambio, fue agradable de una forma extraña, como si solo la compañía del otro fuera reconfortante. Como si hubiera muchos detalles para notar que iban más allá de las palabras.
A Changbin esto se le hizo extraño. Extraño y ajeno. Pero aun así, no se sentía mal. Por el contrario, se sentía liberador de cierta forma, porque sentía que con Hyunjin no tenía que actuar. Podía ser él mismo. Ese Changbin que era cuando estaba solo en casa, cuando no sentía ningún tipo de presión y solo andaba ligero y tranquilo. Sentía que a Hyunjin no le incomodaría nada de eso, porque ya había visto sus peores lados, sus más horribles facetas y allí seguía, cuidado sus heridas, aun si todo dentro de él le había advertido que sería una mala idea.
Solo por eso, Changbin sentía que debía hacer las cosas bien. Al menos esta vez. No debía arruinarlo, no debía dejar que sus propios demonios le dijeran qué hacer. Porque junto a Hyunjin no se sentía destructivo tampoco, ni sentía como si necesitara demostrar algo. Todo pesaba menos, mucho menos y esa era una sensación que había estado buscando durante mucho tiempo.
—¿Quieres tomar una ducha?— La voz de Hyunjin lo trajo de vuelta.
—Uhm.— asintió, bajándose de la encimera.— Pero...— agarró una de las muñecas de Hyunjin.— No te vayas aún me ducharé rápido. Solo espérame, por favor.
—De acuerdo. Pero... ¿sucede algo?
—No. Es solo que no quiero que te vayas aún.
—Tranquilo.— Hyunjin lo acercó, revolviendo su cabello y dejando un suave beso en su frente.— Esta vez no me voy a ir a menos que me lo pidas. No te volveré a dejar solo.
El champú de Changbin era de vainilla.
Un olor dulce que casi embriagaba. Parecía llenarlo todo. Absolutamente todo, ahora que Changbin descansaba en sus brazos.
Estaban sentados en el sofá, ya la noche había caído por completo. Por alguna razón, Hyunjin también había terminado dándose una ducha y usando uno de los piyamas de Changbin. Al parecer no se iría esa noche. Y, aún si ninguno de los dos lo había dicho, ambos esperaban que no se fuera.
Hyunjin tenía a Changbin envuelto en sus brazos, dejándolo reposar contra su pecho. Una película bastante aburrida había conseguido mantenerlos entretenidos de alguna manera hasta que Changbin simplemente se había quedado dormido. Hyunjin pensó en despertarlo, o llevarlo a la cama, cualquiera de las dos opciones seria lo más cómodo para Changbin. Aun así, y bajo el riesgo de parecer egoísta, quiso quedarse un rato más allí, con el castaño entre sus brazos y el olor a vainilla haciéndolo sentir fuera de este mundo.
Cuando los créditos comenzaron a aparecer en la pantalla, supo que ya era suficiente. Sacudió a Changbin ligeramente, consiguiendo que se despertara enseguida.
¿Acaso él era el único médico que tenía el sueño profundo?
Esa idea lo hizo sonreír levemente, pues Changbin se había despertado casi con un brinco, mirando alrededor como si hubiera alguna emergencia.
—Te quedaste dormido.— explicó Hyunjin a pesar de que Changbin no le había dicho nada. Enseguida lo notó relajarse, y estirarse un poco encima de él.
—Perdón.
—No hay problema.— lo observó levantarse y estirarse nuevamente, realmente lucía cansado pero estaba dispuesto a continuar despierto. Solo para estar con él.
—Vamos. Es mejor que sigas durmiendo.
—Pero ¿Y tú...?
Hyunjin agarró su muñeca, volviendo a dedicarle una de esas sonrisas que hacían que a Changbin le apretara un poco el estómago.
—Dije "vamos". Siento que hay algo que te debo.
—¿Algo que me debes?
Pero Hyunjin no le contestó, solo tiro de él hasta la habitación, apagando las luces por el camino. Changbin no estaba entendiendo nada, pero cuando llegaron a su habitación y el pelinegro se dejó caer sobre la cama, palmeando suavemente el espacio junto a él, tuvo una ligera idea de lo que Hyunjin quería.
Se subió a la cama, gateando hasta sentarse a su lado. Se miraron por unos segundos, unos largos segundos. Hasta que Hyunjin finalmente acarició su cabello antes de estirarse para alcanzar el interruptor de la luz. La habitación entonces se tornó oscura, hasta que sus pupilas se fueron acostumbrando a la poca luz que entraba por las ventanas.
De nuevo aquella suave penumbra en la cual se habían vuelto uno solo la noche anterior, de nuevo ese silencio y ese olor.
—Hagámonos la idea de que el día de hoy no sucedió.— murmuró Hyunjin, suavemente, sujetando las manos de Changbin entre las suyas, tocándolo en la oscuridad.— Finjamos que no tuviste una pelea, ni un consejo disciplinario. Que lo que sea que te puso de mal humor nunca pasó. Finjamos que aún es ayer, que aún estamos juntos aquí... que acabamos de tener sexo... y que yo no te lastimé, ni te dejé solo. Finjamos eso. Al menos por esta noche, Changbin.
—¿Para qué?
—Para poder hacer las cosas como es debido. Poder abrazarte y dormir contigo. Amanecer en tus brazos. Como debería haber sucedido.
—En serio... no tienes que... no hace falta...— Changbin negó rápidamente.
—Shhh.— Hyunjin puso una de sus manos sobre los labios del castaño y una leve risita suya inundó el silencio.— Solo quiero hacerlo. Como mismo quería hacerlo ayer. No te estoy haciendo un favor. Te lo estoy pidiendo. El que quiere abrazarte soy yo.— alejó su mano del rostro de Changbin y se dejó caer sobre la cama, bocarriba, sintiendo como las almohadas de Changbin se amoldaban bajo su peso. No había notado cuan cómodas eran hasta ese momento.— ¿Puede ser?
Changbin pareció dudarlo por unos instantes. Sin embargo no iba a engañar a nadie. Dormir en los brazos de Hyunjin era algo de lo que nunca tendría suficiente. Así que se escabulló junto al pelinegro, acomodándose a su lado, dejando que este lo cubriera con las sábanas y luego lo rodeara con sus brazos, de una forma que le pareció protectora y agradable.
Hyunjin besó su frente y apoyó su mentón sobre su cabello, acurrucándose más. Respirando profundamente. Tan feliz que le parecía imposible serlo aún más.
—Aun es temprano para dormir.— musitó Changbin, después de casi cinco minutos de silencio.
—Lo sé. Pero eso significa que podremos estar más tiempo así.
Changbin sonrió para sus adentros y se acomodó mejor.
Hyunjin había pensado justo lo mismo que él.
—Entonces... ¿Me quieres decir que primero pensaste que él te había emborrachado y violado, así que lo trataste mal y luego resulta que no había sido así, que en realidad él te había cuidado y te sentiste avergonzado y descubriste que te gustaba y tú también le gustabas y comenzaron a salir pero Ann se enteró y no le gustó y todo lo que me dijo era mentira?
Felix y Minho asintieron. Ambos sentados sobre el sofá, rígidos, observando atentamente a la madre del menor, quien caminaba de un lado a otro de la sala, hasta ese momento escuchando la explicación algo enredada y tímida que le había dado su hijo.
—No es el resumen más exacto pero creo que capta la idea.— Minho sonrió levemente, aun no estando seguro de qué actitud tomar, pues el rostro de la madre de Felix permanecía inexpresivo.
—Ya veo...— se detuvo, quedándose frente a ambos hombres.— Asumo, además, que sabes perfectamente la razón por la cual estoy molesta contigo, Lee Felix.
Felix tragó en seco. Su nombre completo no solía ser una señal de buen augurio.
—Eh... creo que me hago una idea.
—Bueno. Después veremos si esa idea que te haces es la correcta. Ahora voy a necesitar que me dejes a solas con el doctor Lee. Necesito intercambiar un par de palabras con él.
Tanto Minho como Felix se quedaron inmóviles, visiblemente sorprendidos.
—¿C-con Minho? ¿Qué...?— Felix titubeó.
—Solo necesito hablar con él. ¿No puedo?— su madre alzó una ceja, incuestionable.
—Está bien, Felix.— Minho le dedicó una sonrisa tranquilizadora.— Deberías aprovechar y estudiar un poco. Yo me quedaré aquí con tu madre.
Felix se puso de pie, pero aún no se sentía seguro de dejarlos solos.
—Estará bien.— insistió Minho ampliando su sonrisa.
—Sí, solo vete Felix, no vamos a caernos a mordidas.— su madre lo despidió con un gesto de su mano a la vez que tomaba asiento en uno de los sillones. Felix le dio una última miraba a ambos adultos antes de finalmente retirarse a la habitación.
—Bien. Ahora que solo estamos tú y yo...— la señora Lee empezó a hablar, dispuesta a ir directo al grano.— Quiero oírlo de tu propia boca. Lo que tienes con Felix... ¿Qué es? ¿Por qué? ¿Y qué piensas hacer en un futuro?
Minho se relamió los labios antes de hablar.
—Yo le puedo contestar lo que usted quiera, sin embargo hay un asunto que me preocupa aún más que eso.— se acomodó en su asiento, tratando de que no saliera a la superficie el intenso nerviosismo que sentía.— Puede que, a raíz de lo que le hayan contado, usted se haya formado una opinión determinada de mi persona...
—Si te refieres a lo que dijo Ann, no te preocupes. Nunca le he prestado mucha atención a esa chica.
—¿Disculpe?
—Siempre he sabido que Ann es un poco dramática. Egocéntrica y superficial. Nunca me agradó mucho, pero Felix la adoraba, así que nunca le dije nada al respecto. Por lo tanto, el hecho de que ella me llamara, solo para contarme sobre vuestra relación, me confirmó el tipo de persona que es. Porque, dejando otras cuestiones aparte, estoy segura de que ustedes querían esperar al momento adecuado para contarnos.
—Oh, ya veo...
—Sin embargo, ya lo sé. Así que se tienen que atener a las consecuencias.— se reclinó sobre el respaldo, cruzando los brazos.— Por lo tanto, despreocúpate de tu imagen, esa la comenzaré a formar en el momento en que empieces a explicarme qué es lo que sientes por Felix.
Minho se quedó pensativo por unos segundos.
Felix...
¿Que sentía por él?
En su mente se reprodujeron un montón de recuerdos. Desde aquella primera vez que lo vio. Su sonrisa... la forma en la que se cubría la boca cada vez que reía, su suave cabello rojizo removiéndose entre sus dedos. Su expresión cuando estaba irritado, avergonzado, alegre, preocupado, cansado, estresado, enojado... el sonido de su voz cada vez que decía su nombre, el tono profundo con el que pronunciaba cada letra. Sus manos... sus ojos... su piel...
—Felix...— empezó a hablar, aún con ese desorden en su mente. -Para mi...
—Ya... está bien.— la madre de Felix lo detuvo.— Solo con ver tu cara es suficiente.— por primera vez en la tarde, ella sonrió ligeramente.— Puedo entender que te gusta mucho. Tienes la misma expresión que tendría un adolescente enamorado. Me alegra ver que, aún cuando eres un adulto, eres capaz de poner una expresión así.
— Si, él... él es muy importante para mí.— Minho no pudo evitar sonreír, un poco avergonzado. En realidad tenía que admitir que la forma en la que Felix le gustaba, era una que no había experimentado antes. La forma en la que todo sobre él le parecía perfecto, como si hubiera sido creado a su gusto, era electrizante.
—Asumo que ya has tenido otras relaciones de este tipo.— continuó ella, notando que Minho estaba peligrosamente cerca de perderse una vez más en sus propios pensamientos.
—¿Por "tipo" se refiere a...?
—Con otros hombres.
—Ah, sí. Tengo experiencia en ese campo.— volvió a sonreír nerviosamente.
—¿Entonces tus intenciones con Felix son las de tener una relación estable?
—Por supuesto. Eso es lo que tenemos. Hace poco comenzamos a salir oficialmente. Incluso le platiqué sobre viajar a conocerlos, pero realmente nuestras agendas están un poco ocupadas. Él, como estudiante, no puede simplemente tomarse unos días libres cuando quiera, y yo, como residente, mucho menos.
—Oh, sí, eso lo entiendo perfectamente. ¿Así que eres residente?
—Sí, soy residente de último año de Medicina Interna.
—Ya...— la señora Lee asintió, complacida.— Bueno... al menos pareces alguien responsable.
—Le aseguro que lo soy.
—Eso aún queda por demostrar.— se puso de pie.— Y no solo a mí. El padre de Felix no pudo venir debido a su trabajo. Pero él también tenía un montón de preguntas. Más que yo. Espero que ese viaje que piensan hacer no se demore mucho.
Minho la imitó, poniéndose de pie respetuosamente.
—No se preocupe. En cuanto podamos hacer un tiempo libre iremos para conocer a la familia como es debido.
—Me alegra oír eso. Yo ya me tengo que ir, mi vuelo sale mañana y tengo que hacer unas cosas antes de irme.
—Puedo llevarla...
—No te preocupes, puedo tomar un taxi. Pero gracias. Despídeme de Felix y dile que pasaré por aquí mañana antes de que mi vuelo salga.
—Está bien.— Minho le dedicó una profunda reverencia y la acompañó a la puerta.
—Por ahora tienen mi aprobación.— ella le dijo antes de salir.— Espero que la conserven.
—Muchísimas gracias.— Minho sonrió ampliamente y, aun si sabía que sería incómodo, la abrazó, apretándola brevemente entre sus brazos.— Tenga un viaje seguro.— se despidió, aun con esa amplia sonrisa. Ella solo lo miró, atónita, pero después sonrió también.
—Gracias. Cuida bien de Felix.
—Eso haré.
—¿Qué te dijo?— Felix apenas esperó a que Minho cerrara la puerta de la habitación antes de asaltarlo con sus preguntas.— Estaba tratando de oír pero no podía. ¿Te dijo algo malo? ¿Estaba muy enojada? Dime...
—Conmigo, no. Contigo, no sé.— fue la escueta respuesta que Minho le dio antes de dejarse caer sobre la cama de Felix.
—Pero dime que fue lo que te dijo.— Felix se subió también, sentándose junto a él. Completamente inconforme con aquella respuesta.
—Solo quería saber si realmente te quería, si estaba dispuesto a tener una relación formal contigo. Supongo que, en el fondo, las cosas que le dijo Ann si le preocupaban. Aunque creo que ahora está más tranquila.
—¿Y qué le dijiste tú?
Minho estiró sus manos hasta agarrar las mejillas de Felix, obligándolo a acercar su rostro al suyo.
—Le dije que tenía el hijo más hermoso del mundo, al que amo mucho y con el cual quiero estar cada segundo del día. Porque es precioso, aún si es un dolor en el culo, porque tiene la sonrisa más linda del mundo y porque es mi mocoso irritante personal, de nadie más, así que es mi deber darle mucho amor.
Felix entrecerró los ojos.
—Apuesto un riñón a que no dijiste absolutamente nada de eso.
—¿No me crees?— Minho fingió indignación.
—No, no te creo. Y no soy mocoso... Que ya soy mayor de edad.
—Mentira.— Minho se inclinó también hasta que pudo dejar un casto beso sobre sus labios.— Eres mi bebé.
—¿Por qué tan cursi?— Felix se removió, tratando de liberarse del agarre en sus mejillas.
—Porque sí. Nunca está de más. Solo relájate... todo está bien. Ella nos dio su aprobación. Solo me dijo que deberíamos ir a Los Ángeles cuanto antes. Creo que tu padre si necesita vernos a ambos. Y hablar...
—Oh, cierto... no había pensado en mi padre.— Felix se acostó también, acomodándose junto a Minho.
—¿Es muy difícil? Tu padre, digo...
—No sé. Nunca se metió en nada relacionado con mi vida amorosa. Pero no sé ahora... no sé cómo se lo pueda tomar. Aunque ahora que me dices lo que mi madre habló contigo, creo que lo que más les molesta no es tanto el que seas hombre, sino el hecho de que nunca les dije nada.
—Pero... a ti no te gustaban los hombres. No creo que tuvieras nada que decir.
—Eso ellos no lo saben. A lo mejor piensan que esto viene de antes... No sé.— Felix hizo una pequeña mueca.— Pero al menos sí sé que no se oponen. No sé qué haría si las cosas hubieran sido más dramáticas. Si fuera uno de esos casos en los que la familia se opone y todo ese problema.
—Aun así, tienes que hacer las cosas bien. Así que, en cuanto tengas un receso docente, pediré permiso e iremos a conocer a tu familia.
Felix se giró de lado, acurrucándose más contra él.
—Sigo maravillado por la forma en la que te has tomado todo esto.
—Es lo menos que puedo hacer por ti. Sé que este tipo de cosas no son fáciles. Madurez y responsabilidad en lo mínimo que te mereces. Además, tu actitud es aún más increíble. Tú eres quien más tiene para perder, y sin embargo, mírate. Aun si estabas nervioso, le contaste todo a tu madre. Eres valiente.
—Sí. Me merezco un premio.— Felix sonrió, orgulloso de sí mismo.
—Te daré todos los premios que te mereces cuando termines de estudiar para tu seminario de cardiología.— Minho rozó la punta de su nariz con su índice, consiguiendo que la sonrisa de Felix se desvaneciera en un instante.
—Eres un aguafiestas, en serio.— Felix dejó caer su cabeza sobre el pecho de Minho, golpeándolo después con su frente.— ¿Qué te hace pensar que yo puedo concentrarme en la insuficiencia cardíaca ahora mismo?— se quedó apoyado ahí, dejando salir un suspiro.— Me veo suspenso.
—No eres el único.
—¿Tú también tienes evaluación?
—No, yo también te veo suspenso.
—Imbécil.— bufó, pero enseguida sintió como Minho acariciaba sus cabellos, tal vez disculpándose por la mala broma.
—¿Sabes una cosa?
—¿Qué?— Felix aún continuaba con un ligero puchero en sus labios.
—En serio te amo muchísimo... A veces me parece que no tiene sentido.
—¿Cómo puedes ir de bromear a ponerte cursi en menos de diez segundos?— el menor giró su cabeza para poder verlo mejor, aún apoyado sobre su pecho.
—Ya deberías saber que eso forma parte de mis encantos.
—Supongo... y supongo que por eso es que yo también te amo. Así, bien cursi.— dejó que su expresión enfurruñada diera paso a una sonrisa. Se irguió sobre sus brazos, mirando a Minho desde arriba. Solo mirándolo por unos segundos. Pensando por un momento en todo lo que comprendía lo que acababa de decir.— Te amo.
Minho agarró las solapas de su bata, tirando de él hasta recostarlo sobre su cuerpo, sus manos viajaron entonces a la nuca del menor, envolviéndose en su cabello, besándolo por toda respuesta. Como la única respuesta realmente necesaria. Pudo sentir, contra su pecho, los latidos desaforados del corazón de Felix, los sintió contra los suyos, ambos latiendo juntos, en una algarabía arrítmica, acelerada. Por alguna razón ese momento, tan aparentemente común, se estaba grabando en su mente. Probablemente imborrable. Sentía que iba a recordar por siempre la sensación de los labios de Felix en los suyos, el sabor de su boca, la sensación de su peso sobre su cuerpo, sus cabellos entre sus dedos, el suave olor a perfume y gel antibacterial que Felix siempre traía... todo.
Absolutamente todo.
—Puedo sentirlo.— Felix había deslizado su mano por dentro de la bata de Minho, incluso más, por debajo de los botones abiertos de su camisa, hasta rozar directamente su pecho, allí donde su corazón también latía como loco.— ¿Cómo se llamaba esto? La sensación palpable del latido cardíaco...
—Thrill.— Minho contestó, solo separando sus labios unos milímetros, los suficientes para poder seguir besando el rostro de Felix, con besos pequeños y dulces.— Se llama thrill.
Felix rió bajito al sentir las cosquillas de los besos de Minho bajando por su cuello.
Dejó su mano allí por un buen rato. También grabando imborrablemente esa sensación. Porque él también sentía que la recordaría por siempre.
La sensación de aquel momento.
Aquel thrill en las yemas de sus dedos.
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