37- 誤解しないで
...no me malinterpretes.
—¿Qué sucedió?— Minho vio que Felix entraba a la cocina, aún con el celular en su mano. La charla con su madre se había extendido durante casi veinte minutos. Prefirió dejarlo solo, después de todo, lo que sea que hablara con ella, eran asuntos personales del menor. Sin embargo, la cara que traía puesta Felix le hacía imposible no preguntar.
Felix solo estiró un poco sus labios y le dedicó una mirada con una mezcla de culpabilidad y vergüenza.
—Nada... es solo...— el teléfono de movía entre sus manos, denotando que no estaba muy seguro sobre cómo decir aquello. Minho desechó las sobras del pollo frito en una bolsa de basura y se sacudió las manos, dispuesto a esperar a que el menor se organizara.— Bueno, al parecer, mis padres ya saben de lo nuestro.
Minho siguió impasible, sabía que Felix aún no había terminado de hablar.
—...y no se lo tomaron muy bien.— concluyó el menor.
—¿Cómo lo supieron?
—Mi ex...
—Vaya... ella es una chica de acción.— Minho sonrió levemente.
—¿Cómo puedes reír en un momento así?— Felix puso el teléfono sobre la meseta y se pasó ambas manos por el cabello.— No quería que las cosas fueran así. Yo quería contarles. Yo... cuando sintiera que era el momento justo. No así... ¡Dios! Mi madre estaba furiosa.
—¿Por qué estaba furiosa?— el mayor continuó lo que estaba haciendo mientras conversaba.— ¿Por qué estás conmigo? ¿Por romper con tu novia? ¿O por no contarle?
Felix lo pensó por unos segundos.
—No estoy muy seguro. Me dijo que estaba decepcionada de mí. Que si sabía que me iba a dar por hacer cosas así, mejor me hubiera inscrito en algún hospital universitario allá en Australia en vez de dejarme venir aquí.
—Creo que lo más importante aquí es saber cómo fue que esa chica le contó todo a tus padres. No creo que ella sepa la versión correcta de los hechos. O, puede que, en su despecho, haya distorsionado un poco la realidad.
—Sí, estoy cien por ciento seguro de que eso fue lo que pasó.— Felix se enojó un poco con ese pensamiento. Entendía que Ji Ann estuviera molesta, triste y quien sabe cuántas cosas más... pero de ahí a hacer algo que no estaba para nada en su derecho de hacer iba un buen tramo.— Ella no tenía por qué haber llegado tan lejos.
—Ya... No te alteres. Solo tenemos que hablar con tu padres y aclararles cualquier malentendido que pueda haber surgido.
—¿Cómo es posible que te mantengas tan tranquilo?— Felix mordió la esquina de su labio, contrario a lo que había dicho Minho, sí se estaba alterando.
—Bueno, quitando el hecho de que a mí no me gritaron por teléfono, puede ser porque he notado que afrontar las cosas sin calma casi siempre trae malos resultados.
—Bien, de acuerdo. Lo que sea. Hablaré con ellos mañana, o cuando se hallan calmado. Les explicaré todo con calma.
—Si es necesario puedo pedir unos días y volamos hasta allá.
—No, no hay que ir tan lejos. No nos vamos a casar ni nada por el estilo.
—Aun así...— Minho se acercó y acarició el cabello de Felix.— Ya te dije que voy en serio contigo. Si tengo que volar a Australia a decírselo a tus padres, lo haré sin el más mínimo problema.— esa breve caricia hizo para que Felix se relajara un poco. Saber que tenía el apoyo incondicional de Minho bastaba para que todo pareciera más fácil. Sin pensarlo mucho, lo abrazó, apoyando su frente sobre uno de los hombros del mayor, murmurando un "gracias" contra su piel.
Sí. Todo iba a estar bien.
Lo cual, por supuesto, no quitaba el hecho de que tenía que tener una conversación muy seria con Ji Ann
—¿Ji Ann?— Jisung se detuvo en medio del pasillo al reconocer a la chica entre las personas que deambulaban.— ¿Qué haces aquí?
Ella lo miró, sin ocultar una ligera mueca de desprecio.
—¿Dónde puedo encontrar al doctor que se está acostando con Felix?
Jisung miró en todas direcciones, cerciorándose de que nadie cerca hubiera escuchado aquello y, tomándola por el hombro la arrastró hasta una esquina.
—¿Qué demonios te pasa? ¿Estás loca?
—¿Por qué?— ella retiró la mano de Jisung como si estuviera sucia.— ¿Qué tiene de malo que quiera hablar con ese tipo?
Jisung cruzó sus brazos sobre su pecho.
—¿Hablar? ¿No querrás decir formar un escándalo? Ya me enteré de lo que hiciste. No puedo creer que le hayas contado a los padres de Felix. ¿Qué demonios está mal contigo?
Ji Ann se corrió el cabello del hombro y miró la hora en uno de los relojes del pasillo. Esta vez se había asegurado de ir al hospital antes del horario de salida para que no volviera a sucederle lo mismo de la vez anterior.
—Solo dime dónde está ese tipo. Contigo no tengo nada que hablar.
Jisung no se movió de su sitio.
—Siempre supe que no eras ni remotamente tan dulce como aparentabas ser cuando estabas con Felix.
—Creo que te equivocas. Yo soy muy dulce... hasta que se meten con lo que es mío.
—Felix no es uno de tus bolsos. Ni Minho es "el doctor que se acuesta con Felix". Uno es tu ex, y el otro es su novio actual. Algo en lo que no tienes el más mínimo derecho de meterte. Si mal no entendí, Felix terminó las cosas limpiamente contigo. No estás en posición de sentirte agraviada.
La chica entornó los ojos, mirando a Jisung como si el verdadero culpable de todo fuera él.
—Supongo que debes estar muy feliz ahora ¿no?
—¿Por qué?
—Eso fue lo que siempre quisiste. ¿Crees que no lo noté? Siempre encima de Felix, metiéndote en el medio de nuestra relación. Querías que Felix fuera como tú. Un homosexual asqueroso igual que tú.
Jisung abrió la boca para contestarle, pero se contuvo, dejó salir una sonrisa irónica y solo suspiró un par de veces para calmarse. Si no lo hubiera hecho probablemente le hubiera dicho en ese momento hasta del mal que se iba a morir y ese no era el lugar ni el momento para hacerlo.
—¿De dónde demonios sacas esas teorías, Ji Ann?— preguntó en cambio, usando toda la paciencia que le quedaba disponible.
—¿Me equivoco?— se puso una mano en el pecho, fingiendo confusión.— Porque, si no era eso, entonces simplemente estabas enamorado de él. Ahora que tu amigo también es gay, tal vez tengas una oportunidad.
—Vaya... ¿nunca se te ocurrió que a lo mejor Felix está con un hombre porque, gracias a ti, dejaron de gustarle las mujeres?
—¿Qué dijiste?
—Me oíste bien... ¿Qué pasó? ¿Te di donde más te duele?
—Te estás pasando.
—Tú eres la que se está pasando desde hace rato.
—¿Acaso Felix sabe que su mejor amigo es así de perra?
—Si no te descubrió a ti en más de cuatro años, es difícil que lo note en mí.
Ji Ann alzó una de sus manos, dispuesta a abofetearlo, pero Jisung fue más rápido que ella y agarró su brazo en el aire.
—Haces eso y vas a terminar en el cuerpo de guardia con el tabique partido y una herida muy fea en el labio. No me importa golpear mujeres. Y mucho menos si son mujeres como tú.— notó como Ji Ann trataba de liberarse con un quejido de dolor.— No sé por qué sigues intentando meterte en todo cuando no tienes ni fuerza ni razón.— finalmente la dejó ir antes de que llamaran más la atención discutiendo allí en pleno pasillo.
—¿Acabas de amenazarme?
—Tú intentaste agredirme. Creo que estamos a mano.
Ella se acarició el brazo, allí donde Jisung la había sujetado. Estaba hirviendo de rabia, pero no estaba dispuesta a averiguar si Jisung sería capaz de cumplir o no con sus amenazas.
—Solo dime dónde demonios está ese tipo.
—¿Para qué?
—Lo que yo tenga que hablar con él no es asunto tuyo.
—De acuerdo. Lo que sea. ¿Sabes qué? Deberías hablar con Minho a ver si te convences de una jodida vez de que él no se está aprovechando de Felix y, de paso, te das cuenta de que no le llegas ni a los talones. Está en la primera sala de medicina interna, en el último piso. Pregunta por él, debe estar en el cuarto médico.
Ji Ann solo lo miró con odio y, acomodándose el cabello, se dirigió al ascensor.
—Imbécil.— murmuró cuando pasó de largo junto a Jisung.
—Perra.— le contestó este, despidiéndola con una sonrisa hipócrita.
Changbin se detuvo y volvió sobre sus pasos. No estaba seguro de haber visto bien. Se asomó a uno de los cuartos de la sala y, después de una segunda mirada, reconoció a Hyunjin allí. Entró sin hacer mucho ruido, apretando contra su pecho las historias clínicas que llevaba en sus manos. El otro interno estaba concentrado en escribir algo en otra historia, de pie junto a la última de las camas, de frente a las amplias ventanas desde las cuales podían verse las ramas de los tupidos árboles del patio interior.
Changbin lo miró con precaución, sonriendo al verlo tan metido en lo que hacía.
—¿Qué haces aquí?— preguntó, esperando sorprenderlo, pero Hyunjin continuó escribiendo tranquilamente.
—¿No puedo estar aquí?
—No fue eso lo que quise decir. Me refería a qué haces aquí en la sala de medicina.
—Le harán una tiroidectomía mañana.— señaló hacia el paciente que descansaba en la cama. Solo le estaba examinando antes de la operación.
—¿Eso no debería hacerlo un cirujano?
—Mi tutor me mandó. Solo cumplo mi deber como alumno ayudante.
—Vaya, nunca imaginé que fueras tan responsable. A primera vista pareces un poco holgazán.
—Las apariencias engañan.— detuvo su mano y se giró a mirar a Changbin. El castaño tenía sus labios apretados, lo que hacía que sus mejillas se abultaran un poco. Parecía mirar con genuino interés hacia lo que Hyunjin estaba escribiendo. Absolutamente tierno, pero Hwang ya lo conocía demasiado bien como para caer en eso.
—¿Por qué me miras y dices eso?— Changbin ladeó la cabeza.
—Solo lo digo.
—No finjas que lo has dicho sin razón.
—No finjas tú que no sabes la razón entonces.
Changbin sonrió y se separó un poco, ya convencido de que su acto inocente no iba a surtir efecto.
—¿Me gustaría saber por qué actúas así conmigo? Lo único que quiero es agradecerte apropiadamente por haberme ayudado.
—De nada. Ahí lo tienes. ¿Feliz?
—No, no seas así.— Changbin le quitó el estetoscopio que tenía alrededor del cuello.— Déjame ayudarte a examinar al paciente. Estoy seguro de que no recuerdas cómo se usa uno de estos.
Hyunjin lo miró con una ceja alzada.
—¿Por qué tipo de inútil me tomas?
—¿Por un cirujano?— lo provocó Changbin, rodeando la cama y pidiéndole al paciente que se sentara. Hyunjin solo dejó salir una apenas imperceptible sonrisa y se dispuso a anotar lo que Changbin le fuera diciendo.
Mientras tanto Ji Ann había llegado a la sala y caminaba por el pasillo, lentamente, esperando a que apareciera alguien a quien pudiera preguntarle. Para su suerte, una de las enfermeras salió de una habitación, llevando un carrito de medicamentos.
—El horario de visitas ha terminado, amor.— le dijo esta sin siquiera dejarla hablar.
—Oh, no es eso.— ella se inclinó rápidamente antes de preguntar.— Quería ver al doctor... Minho.
—Ah, el doctor Minho está en el cuarto médico.— la enfermera señaló hacia una de las puertas que había casi al fondo de la sala.— Toca antes de entrar por favor. Debe estar haciendo papeleo.
—Muchas gracias.— Ji Ann se volvió a inclinar con una sonrisa, sin embargo, a medida que se dirigía hacia donde le habían indicado, su expresión se fue transformando. Finalmente iba a hablar cara a cara con aquel tipo.
Se paró frente a la puerta y tomó aire con decisión antes de dejar que sus nudillos golpearan la puerta un par de veces.
—Adelante.— escuchó apenas, por lo que volvió a suspirar antes de abrir la puerta.
Minho alzó la vista por encima de la montura de sus gafas, reconociéndola enseguida. Puso a un lado las historias que estaba cerrando y se quitó los espejuelos, dispuesto a atender a aquella peculiar visita.
—Buenas tardes.— Ji Ann trató de sonar seca y amenazante. Sujetaba su bolso frente a sus muslos y esperaba que su atuendo negro le diera cierta confianza. Minho se puso de pie, con calma, y señaló el asiento frente a él en aquella gran mesa de reuniones.
—Buenas tardes. Siéntese por favor.
Ji Ann lo miró con recelo, no estando segura de si debía aceptar o no. Finalmente accedió y se sentó, tratando de no acomodarse mucho. Minho volvió a su asiento y se dispuso a escuchar lo que sea que ella le tuviera que decir.
—Seré breve.— Ji Ann dio una ojeada alrededor y después recorrió a Minho con la vista. Realmente lucía impecable y compuesto. Era difícil reconocer en él todo lo que Changbin le había dicho.— Rompe con Felix.
Minho no movió un solo músculo de su cara.
—¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? Tienes que tener la cara muy dura para...
—Por favor, señorita, absténgase de emitir sus criterios hacia mi persona si no me conoce. Solo limítese a explicarme el por qué de su demanda.
Ji Ann hizo una mueca.
—¿Te crees que porque luzcas responsable y hables bien vas a arreglar algo?— Cruzó los brazos y se echó hacia atrás.— Ya he hablado con los padres de Felix. Es hacer lo que te digo o enfrentarte a la ley.
—¿Por qué debería enfrentar algún tipo de cargos? Mi relación con Felix es completamente consensual.
—Sí, como no.— ella rodó los ojos.— Está más que claro que te aprovechas de él. Lo has engatusado con alguna de tus mentiras. Felix nunca estaría con un hombre, y menos uno como tú.
—Yo no estaría tan seguro.
—¿Crees que no sé el tipo de persona que eres? Solo quieres acostarte con chicos jóvenes porque eres un pervertido y un inmoral.-Minho elevó una de sus comisuras.— ¿Te resulta gracioso?— continuó ella.
—Puede que un poco.— realmente le divertía ligeramente. Para alguien que estaba acostumbrado a trabajar con personas en los más diversos estados emocionales, la actitud de Ji Ann era tan transparente como el vidrio. Los celos y la frustración podían verse claramente en cada uno de sus gestos. La inseguridad también era casi palpable.
—No puedo creer que tu descaro llegue a tal nivel. ¿No había otros chicos con los cuales meterte? Deja a Felix tranquilo, debe haber otro inútil por ahí para que puedas pasar el rato.
—No puedo evitar notar que hablas como si supieras algo. Como si tuvieras un as bajo la manga.
Ann se puso de pie y se apoyó sobre la mesa, mirando a Minho de cerca.
—Sé perfectamente el tipo de persona que eres. Sé lo que has hecho antes. Lo que le hiciste a Seo Changbin, y a quien sabe cuántos chicos más... no dejaré que se lo hagas a Felix.
Minho abrió un poco los ojos, consiguiendo que ella sonriera, complacida.
—¿Seo Changbin?
—Sí, doctor, lo sé todo.
—¿Ah, sí? ¿Quién te contó eso?
—No revelaré mis fuentes.
—Fue él mismo ¿cierto?— Minho se reclinó en su asiento y se meció un poco, restándole importancia al asunto.— Solo él sería capaz de tergiversar tanto una historia como para hacer que mentes impresionables como la tuya reaccionen así.
—¿Qué clase de ser desalmado podría inventar una historia así?— Se indignó.— ¡No trates de culpar a Changbin oppa por algo que hiciste tú! Él es solo una víctima. Y yo no voy a permitir que Felix sea la próxima.
—Es incluso gracioso.— Minho amplió su sonrisa.— ¿Exactamente qué fue lo que te dijo ese chico?
—Me contó todo lo que le hiciste.
—¿Qué fue lo que le hice?
Las mejillas de la chica se sonrojaron un poco al recordar lo que Changbin le había contado. No se sentía cómoda hablando de ese tema.
—Tú... tuviste sexo con él. Te aprovechaste de él y luego lo abandonaste. Incluso lo golpeaste. Solo era un chico en aquel entonces.
—Tenía la misma edad que tiene Felix ahora, y te aseguro que no era ni remotamente tan inocente como lo es él.
—¿Ahora vas a decirme que fue Changbin quien te provocó? ¿Qué tú solo respondiste como el hombre que eres?
—No, no fue tan así. De hecho, sí tuve sexo con él, un montón de veces, éramos pareja. Cosa que no te interesa en lo más mínimo. Solo debes saber que en tu versión de los hechos faltan muchos detalles que él no te quiso decir, por razones obvias.
—¿O sea que lo admites?
—Admito que tuve una relación con Seo Changbin. Pero nunca me aproveché de él. Y sí, ahora estoy en una relación con Felix. Estamos juntos porque tenemos sentimientos mutuos, los cuales empezaron mucho después de que su relación contigo terminara. Por lo tanto, no planeo separarme de él, no después de lo difícil que fue conseguir que admitiera lo que sentía por mí.
—¿Crees que te voy a creer?
—Me importa muy poco si me crees o no. Viniste a pedirme que terminara con Felix. Acabo de explicarte porque no lo haré. De paso, te advierto sobre Changbin. Lo que hagas a partir de ahora es asunto tuyo. Si quieres intentar tomar acciones legales, te invito a hacerlo, descubrirás entonces porque los abogados de la familia Lee son unos de los mejores de Corea.
El portazo que dio Ji Ann al salir de allí resonó por toda la sala, llamando la atención de Changbin, quien justo en ese momento venía saliendo del cuarto donde estaba con Hyunjin.
—¡Oppa!— lo llamó ella, bastante alterada después de hablar con Minho.— ¡Oppa, por favor! ¡Que bueno verte!
Changbin se detuvo, maldiciendo internamente. En ese momento no tenía el más mínimo deseo de lidiar con esa chica.
—¿Qué quieres?— le dijo bruscamente en cuanto ella se le acercó.
—¿Oppa?— la actitud del interno la sorprendió un poco, pero decidió seguir con lo que le iba a decir.— Necesito tu ayuda. Ese tipo...— señaló hacia el cuarto médico.— No está dispuesto a romper con Felix aun cuando lo amenacé. Incluso hablé con los padres de Felix, pero creo que no me tomaron en serio. Al menos no lo suficientemente serio.— agarró el brazo de Changbin, notando como él parecía estar más atento a las personas que podría haber alrededor.— ¡Por favor, oppa! Si tú me ayudaras... Si le contaras a la policía lo que él te hizo...
—¿Acaso eres tan inútil que ni siquiera puedes hacer eso por ti misma?— Changbin se apartó bruscamente, ya oficialmente exasperado.
—¿Oppa?
—¡Dios! ¡Eres tan irritante! "Oppa" esto, "oppa" lo otro. Lo que tenías que haber hecho desde el principio era mantener feliz al idiota de Felix en vez de dejar que rompiera contigo. Ni siquiera puedes separar una pareja que no lleva ni un mes junta. Eres lo que viene después de inútil.
—Oppa...— los ojos de JI Ann se aguaron. No estaba reconociendo a Changbin.— ¿Por qué eres así de repente? ¿Por qué me tratas así?
—¿Sorprendida? Eso solo demuestra tu nivel de estupidez. Si no vas a hacer nada bien mejor hazte a un lado y déjalos tranquilos. Ya me encargaré yo de eso.
—¿De qué estás hablando? ¿Por qué...?
Changbin sujetó su rostro apretando sus mejillas y se acercó a ella para susurrar.
—Solo te estaba utilizando, pero no sirves ni para crear drama. Mejor vuelve a tu casa a llorar en tu camita. Después de todo, el tonto fui yo al pensar que tú podrías hacer algo para separarlos. Si yo fuera Felix, no te miraría dos veces después de haber tenido a Minho entre mis piernas.— la soltó bruscamente, sus lágrimas le estaban empezando a humedecer los dedos. Secó su mano en la blusa de Ji Ann y se dio media vuelta, dispuesto a continuar con lo suyo.
—¡Yah!— el grito de la chica atravesó el silencioso ambiente del hospital.— ¡Seo Changbin!
Él solo siguió su camino ignorándola por completo hasta que sintió como ella tiraba de su bata.
—¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Yo confié en ti? ¡Quedé como una tonta por tu culpa!
—Quedaste como una tonta porque lo eres. Ahora suéltame de una vez antes que llame a seguridad.
Ji Ann lo soltó, sus puños apretándose de pura impotencia, la rabia incluso había hecho que su llanto se detuviera.
—Vaya... chicas también...— Hyunjin pasó junto a ellos, mirando distraídamente a la singular pareja. La sonrisa divertida en su rostro hizo a Changbin entrar en pánico por alguna razón.
—¡No es lo que tú crees!— apartó a Ji Ann y se apresuró detrás de Hyunjin, alcanzándolo.— Oye... esa chica, ni siquiera la conozco. No tengo nada que ver con ella.
Hyunjin se detuvo frente a la recepción, aun sin prestarle mucha atención al castaño.
—Tranquilo, no tienes por qué explicarme nada.
—Es que debes haberlo malentendido todo.— Hyunjin pidió con un gesto de su cabeza que le extendieran un modelo de informe quirúrgico.— Esa chica es la ex de Felix. No tiene nada que ver conmigo.
—Pensé que habías dicho que no la conocías.
Changbin chasqueó la lengua.
—Lo que quise decir...
—¿Por qué insistes en explicarme?— Hyunjin tomó el documento y se dirigió fuera de la sala.
—Es que...— Changbin lo siguió, pero las palabras no se ordenaban en su cabeza.-No quiero que pienses erróneamente.
El pelinegro se detuvo bruscamente.
—¿Por qué no quieres que piense erróneamente, Changbin?
—Yo... y-yo...— Changbin retiró la vista. Eso lo había tomado por sorpresa. ¿Qué podría decirle?— Creo que... me gustas un poco. Así que... eso... solo eso.
Hyunjin agarró la solapa de su bata y lo haló cerca, hasta que sus rostros solo estuvieron a centímetros de distancia. Sus ojos se pasearon por los oscuros orbes del castaño, recorrieron su semblante, desde el repentino rubor de sus mejillas hasta sus labios entreabiertos en sorpresa. Changbin sintió como si esa mirada tuviera el poder de devorarlo entero. Por primera vez en su vida se sintió pequeño, sobrecogido... y realmente no sabía qué hacer con esa sensación.
—¿Crees que la confesión de alguien como tú tiene valor alguno?— Hyunjin soltó su solapa y llevó su mano al mentón de Changbin, sujetándolo suavemente, manteniendo su rostro peligrosamente cerca.— Alguien como tú... Ni siquiera puedo creerte.— lo soltó bruscamente.— Te dije que tus trucos son inútiles conmigo.— le dedicó una pequeña sonrisa ladina antes de continuar su camino, dejando a Changbin allí en medio del pasillo. Completamente atónito.
Sí, Hyunjin tenía razón. Definitivamente sus trucos eran inútiles en él.
Solo que esa vez no había usado ningún truco. Había hablado sin pensar.
Chasqueó su lengua y miró hacia atrás, a las puertas cerradas de la sala.
Ahora mismo estaba bastante irritado. No estaba acostumbrado a ser rechazado y, de cierta manera, los rechazos de Hyunjin eran especialmente molestos. Tomó su teléfono para ver la hora. Aun le quedaba una hora y media de trabajo. Aun así, estaba seguro de que nadie lo extrañaría, por lo que simplemente siguió por el pasillo rumbo a la salida. Necesitaba despejarse un poco. Estaba perdiendo su toque.
Y eso simplemente no podía ser.
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