19 - 過ち...
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A medida que la tarde iba avanzando, el hospital se iba quedando más y más vacío. Se llenaba lentamente con el silencio y la calma que hace que todo parezca suceder más lento, y, para las personas agotadas que aun rondan los pasillos, solo se vuelve fatigoso seguir allí.
Una de esas personas era Changbin. Contrario a lo que pudiera parecer, de vez en cuando Changbin trabajaba. Ese era uno de esos días, tampoco es que hubiera hecho mucho, pero al menos, en el par de horas extras que hizo en emergencias, había podido hacer una punción lumbar, y eso no es algo que un simple interno pueda hacer todos los días. Estaba levemente feliz, cansado, pero feliz. El día no estaba resultando ser tan malo, a pesar de que en la mañana el par de mocosos de tercero lo habían sacado un poco de quicio. Al menos había podido hacer rápido su trabajo en la sala. Como Minho no estaba allí, carecía de motivos para andar rondando.
Además, mientras menos le viera las caras a esos dos, mejor.
Había algo en ambos chicos que lo exasperaba. Y no solo era el hecho de que los residentes más buenorros del hospital estuvieran babeando por ellos, sino era que, en esencia, le parecían simplemente desagradables. Para su suerte, tenía poder sobre ellos, por lo tanto, podía encargarse de hacerles la vida imposible, no iba a ser difícil. ¿Quién sabe? Quizás hasta consiguiera algo bueno de eso.
Mientras se dirigía a la salida, escuchó una conversación que no pudo ignorar. Sus propios pensamientos se desvanecieron rápidamente al tener algo mejor a lo cual dedicarle su atención.
—¿Sabe dónde podría ver a un estudiante de tercero? Su nombre es Lee Felix.
Se detuvo en seco, en medio del lobby. Frente a la recepción, había una chica preguntando por Felix. La miró por detrás. No parecía ser familia suya. Era una muchacha de cabello negro, largo hasta la cintura, llevaba un vestido beige y unas zapatillas deportivas. Tenía que inclinarse un poco para poder asomarse a la ventanilla de la recepción, no era muy alta. Changbin no lo dudó por un segundo más y se acercó.
—Permiso.— la tocó por el hombro, justo en el instante en que la recepcionista le decía que los estudiantes de tercero ya probablemente se hubieran ido a casa.— Si mal no escuché, buscas a Felix.
La chica se giró a mirarlo, con un leve rubor en sus mejillas, sorprendida de que un chico guapo como Changbin le dirigiera la palabra de repente.
—Sí... ¿Sabes dónde puedo encontrarlo? Llevo casi una hora esperando pero no lo vi salir.
—Oh... sí.— las palabras de Changbin vibraron un poco mientras las mentiras se hilvanaban en su mente.— Felix está ocupado en el salón. Está ayudando en una cirugía.— no había forma de que supiera que esa mentira no estaba tan lejana de la realidad.— ¿Deseabas decirle algo?
La chica miró al suelo, obviamente sintiéndose frustrada.
—Necesitaba verlo, debo decirle algo.
Aquello sonaba interesante.
—¿No puedes dejarle el recado conmigo?— le pidió Changbin y luego fingió recordar algo de repente.— ¡Oh, que cabeza la mía! No pienses que soy alguien sospechoso.— le extendió su mano.— Soy Seo Changbin, soy interno en la sala donde estudia Felix, de hecho, soy el interno de su cuarto, así que puedes decirme sin problema. Somos muy buenos amigos.— hizo énfasis en las últimas palabras, agregándoles una sonrisa angelical.
La chica pareció dudar por unos instantes. En serio lucía como si, lo que fuera que tuviera que decirle a Felix, fuera algo realmente importante. Finalmente aceptó la mano extendida de Changbin.
—Mucho gusto. Mi nombre es Ji Ann. Y, no se preocupe, doctor Seo. Puedo intentar hablar con él en otra ocasión.— concluyó, lista para retirarse.
—¿Por qué no lo llamas al móvil? ¿No tienes su número?
Ji Ann, quien ya se había dado la vuelta, se giró de nuevo frente a él, su semblante inmensamente más triste.
—No creo que me conteste si lo llamo. De hecho, ni siquiera debe tener mi número.
—¿No eres amiga suya?
—Es complicado...
—Entonces... ¿Cómo le doy tu recado?
—En serio no es nada importante, vendré en otra ocasión...
—Si no fuera nada importante no hubieras venido hasta aquí...— Changbin la miró a los ojos, buscando desentrañar el misterio de su tristeza. Porque si se llegaba a tratar de lo que estaba imaginando, aquello valía un millón de dólares.— Además, es poco probable que lo veas aquí en el hospital. Los estudiantes de tercero suelen estar muy ocupados. No creo que lo dejen bajar solo para atender algo que, según tú, no es nada importante. ¿Por qué no vas a su casa? ¿Sabes dónde vive?
—Por supuesto que sé dónde vive...
—Entonces...
—Pero no puedo simplemente aparecer en su casa... él y yo ya...
Aquello sonaba bien, un solo empujón más y...
—Aun así, no creo que sea tan fácil verle. Tendrías que estar todo el día esperando a que le den salida.
—Él te dijo que no me dejaras verle. ¿Verdad?— de repente Ann cambió su actitud, trató de poner un semblante serio.
—No, no me ha dicho nada de eso. ¿Por qué habría de hacerlo?— Changbin se mostró confuso.
—Entiendo que no me quiera ver. Pero necesito hablar con él.— una lágrima silenciosa se resbaló por su mejilla. Changbin tuvo que contener su sonrisa. Probablemente aquello solo fuera su buena suerte. Trató de que su semblante luciera lo más preocupado y sorprendido posible, mientras se acercaba a ella y la sujetaba por los hombros.
—¿Qué sucede? ¿Estás llorando? No tienes que llorar... Por Dios... ¿Qué es lo que pasó entre ustedes para que te pongas así?
Una a una, mas lágrimas fueron humedeciendo el rostro de la chica, mientras tanto, Changbin jugaba su papel de galán a la perfección, fingiendo una hondísima preocupación y una total inocencia.
—Yo soy su novia... bueno, era su novia... hasta que... hasta que...— su voz no estaba colaborando.— Solo necesito que me devuelva unas cosas... las he dejado en su casa. Solo eso... no es que quiera volver a verlo, ni nada por el estilo... yo solo... si pudiera no me acercaba nunca más a él. Yo entendí que ya no me quiere, que ya no me necesita... pero...— ya estaba llorando abiertamente, dejándose abrazar por Changbin, quien acariciaba su espalda y escondía su rostro en su pecho, un poco asqueado por los mocos y las lágrimas que quedarían en su bata.
—Ya... ya... pero no llores. No sabía eso... discúlpame por insistir, a veces no me doy cuenta de las cosas y hago preguntas tontas. Soy un denso... ya... cálmate.— dejó que Ann llorara un poco más hasta que se calmara.
—Discúlpame.— le dijo finalmente cuando se separó de él.— No debería estar llorando así en brazos de desconocidos... en serio, discúlpame.
—No te preocupes. Se nota claramente que aun estás muy triste. En serio, Felix es un estúpido.
—¿Por qué dices eso?
—Te está haciendo llorar de esta manera. Aun cuando es obvio que él tampoco se lo está tomando bien.
—¿A qué te refieres?
—Bueno...— Changbin miró a su alrededor, como buscando la complicidad de no tener a nadie más escuchando. Notó que había un par de personas alrededor. Ver a un doctor consolando a alguien que llora en un hospital no es nada raro, pero, aun así, quería dejar la menor cantidad de evidencias posibles para lo que iba a hacer. Disimuladamente, empujó a Ji Ann por los hombros hasta un asiento que estaba del otro lado del lobby. Allí se sentó junto a ella, dispuesto a hablar, mientras se sacaba un pañuelo desechable de la mochila y se lo extendía para que se limpiara el rostro, tratando por todos los medios de no mirar las manchas húmedas de su bata.
—Gracias.
—De nada. Me refería a que... bueno, es cierto que conozco a Felix hace poco, si lo comparas con el tiempo que él y Jisung han sido amigos, pero a pesar de eso, pude notar que no está bien. Anímicamente, quiero decir. Por mucho que le pregunté, nunca me quiso comentar mucho al respecto. Solo me dijo algo sobre una estupidez que había hecho o algo así. Ahora veo a qué se refería... Ann...— buscó su mirada.— Felix se siente mal respecto a lo que sea que haya pasado entre ustedes, se nota en su forma de actuar, en su mirada, incluso está teniendo problemas para trabajar. No puede ser otra cosa.
—¿En serio? ¿No me lo estás diciendo por lástima?
—¿Luzco como alguien que haría algo así? Soy médico, Ann. Nos gusta decir las cosas como son. Y Felix está casi tan triste como tú. Es perfectamente notable.
—¿Y por qué me dices esto?
—Porque sé que Felix es testarudo...
—Demasiado.
—Y sé que, él no va a revertir una decisión por sí mismo. Pero tú si puedes poner de tu parte.
—¿Cómo?
—No vengas más aquí.— la chica lo miró con los ojos muy abiertos, Changbin solo esbozo una suave sonrisa.— En vez de eso, ve a su casa, sorpréndelo. No te va a echar, eso es obvio. Si lo agarras desprevenido, con sus defensas bajas, podrás hablar con él. Ha tenido tiempo para pensar, estoy seguro que se dará cuenta de que aun te necesita. Deberías ser un poco más agresiva por lo que amas. Si lo quieres de vuelta, lucha un poco. No te rindas ante el primer obstáculo. Aun si el obstáculo es el propio Felix. Convéncelo de que aun te ama. Yo sé que lo hace, solo necesita verlo por sí mismo.
Ann se quedó mirando fijamente al suelo, procesando las palabras de Changbin. Lentamente se iba convenciendo, y es que era difícil no dejarse llevar por las palabras de Changbin, por su sonrisa perfecta, irradiante de sinceridad. Si él le decía eso, tal vez debiera escucharlo. La verdad era que no perdía nada.
—Supongo que lo puedo intentar...— dijo finalmente. Changbin amplió mucho más su sonrisa.
—¡Claro que lo deberías intentar! ¡Yo te apoyo!— cerró su puño mientras susurraba un ¨fighting¨ que hizo que Ann sonriera. Acto seguido, rebuscó en sus bolsillos hasta sacar su móvil.— Intercambiemos números. Así me cuentas como te va, o simplemente llámame si necesitas hablar. Nunca está de más tener a alguien que te escuche.
—Claro...— Ann tomó el teléfono de Changbin y anotó su número allí. Changbin le hizo una llamada perdida para que su número se registrara en el teléfono de ella. Ann se veía muy feliz ahora que tenía el teléfono de Changbin para poder hablar con él cuando fuera necesario. Aquel doctor tan amable parecía ser muy buena persona. Y un poco divertido también.
Changbin guardó su móvil y se puso de pie, Ann lo imitó.
—Ya debería irme.— le dijo ella, haciendo una suave reverencia.— Gracias por todo, doctor Seo.
—Puedes llamarme Changbin. Ahora somos amigos.— le guiñó un ojo con complicidad.
—De acuerdo. Nos vemos.— se despidió agitando su mano. Changbin respondió el saludo y observó cómo se iba con una sonrisa.
Una sonrisa que se fue desvaneciendo lentamente a medida que Ann se alejaba. En cuanto la chica salió del hospital Changbin buscó rápidamente otro pañuelo desechable y lo usó para frotar su bata.
—¡Tan asquerosa! ¡Por Dios!— masculló mientras hacia una mueca de desagrado, haciendo todo lo posible por borrar cualquier rastro del ADN de Ann de su bata. Cuando terminó de hacer eso, aun inconforme con el estado de su ropa, sintió unos pasos que conocía demasiado bien. En el silencio de aquel enorme recibidor, los pasos de Minho resonaban casi con eco. Changbin conocía esos pasos, esa cadencia, la había vigilado muchas veces para no ser sorprendido haciendo lo que no tenía que hacer. Se giró a su encuentro, volviendo a poner su mejor sonrisa.
—¿Ya te vas?— le preguntó. Pero Minho no le contestó, de hecho, lo ignoró. Pasó a su lado como si la existencia de Changbin fuera más ínfima que una pelusa en el aire y continuó rumbo a la salida. Obviamente estaba enojado y eso, a Changbin, le resultaba demasiado divertido. Si no le había dicho nada a él, era porque el enojo, era con otra persona.
Recogió rápidamente su mochila y apresuró su paso para alcanzar a Minho.
—¿Pasó algo?— le preguntó cuando estuvo detrás de él, estaba claro que no tenía intenciones de dejarlo tranquilo.
—Deja de joder Changbin. No estoy para ti ahora.
—Supongo que eso es un sí. ¿Qué sucede? ¿Felix no te quiso dar lo que necesitas?
Minho se detuvo en seco.
—Eso te pasa por andar con menores.— continuó Changbin, con un tono impertinente. Minho lo miró por primera vez.
—Changbin, estoy enojado. Ya sabes cómo es eso. No me provoques...
—¿Me vas a golpear otra vez?
—Solo si te lo buscas... y lo estás haciendo.
—¿Qué pensaría tu dulce Felix si te oyera hablar así?
—Pensaría que eres una escoria irritante y probablemente me ayude a golpearte.
—No creo, una puta como él sería incapaz de golpearme.
Minho agarró el cuello de su bata con un gesto brusco. Tenía la mandíbula apretada y sus puños cerrados, Changbin estaba consiguiendo sacar su peor lado. Pero se tenía que controlar, Seo Changbin no era alguien con quien pudiera lidiar en medio de la entrada del hospital. El menor solo lo miraba con una sonrisa, esperando con ansias su próximo movimiento.
—¿No me golpearás?— la sonrisa de Changbin se amplió, pero sus ojos lucían fríos.
—Eres un asco de persona.
—Me han dicho cosas peores.
—No lo dudo.
—Especialmente tú.
—Tampoco lo dudo.— Minho lo soltó bruscamente, haciendo que Changbin se tambaleara.— Solo mantente alejado de mí. Déjame tranquilo.
—¿Y si no quiero?
—¿Qué rayos es lo que quieres entonces?
—A ti.
—No jodas... tú no quieres ni a tu madre, Seo.
Changbin soltó una carcajada.
—Pero a ti si te quiero. Nunca he dejado de quererte. Deberías dejar de fingir que no te importa. Ese chico...— Changbin adornó la alusión con una mueca.— nunca te va a dar lo que yo te daba. ¿Quieres saber algo? Él tiene novia. La chica estuvo hasta hace unos minutos esperando por él, pero al parecer estaba un poco ocupado haciendo que te pusieras todo fogoso e irritado, así que se fue. Hablé con ella, es una chica dulce, linda. Justo lo que él necesita. Así que deja ese asunto, ya me tienes a mí. Y si era bueno hace unos años, te juro que ahora soy mucho mejor.— esto último lo dijo acercándose a Minho, poniendo suavemente una mano en su cintura.
—No me toques.— Minho miró la mano de Changbin y luego lo miró a los ojos.— No me extraña que seas mejor. ¿Quién sabe cuanta gente te habrá usado es esos años?
—Eso no importa...
—Y ni siquiera lo niegas.
—No te mentiré, Minho.
—Ahora.
—Lo de antes fue un error. Deberías pensar en las cosas que tú hiciste mal también. Es verdad que no funcionó, pero ahora nos podemos dar una segunda oportunidad. Ambos somos más maduros. Además, el sexo era bueno, jodidamente bueno. No creo que el culo de Felix te guste tanto como te gustaba el mío.
—El único error aquí fue haber estado contigo. Eres un asqueroso.
—Sé que te gusta así.
—Me gustaría si no fueras la puta que eres.— Minho agarró a Changbin por las mejillas, apretándolo con fuerza.— Te lo diré una vez más: Olvídate de mí. Ya lo nuestro terminó y no tengo ninguna intención de volver a tener algo con alguien tan sucio como tú.— lo soltó y se dio la vuelta, conteniendo las ganas que tenía de golpearlo. Changbin solo se quedó allí, sobándose las mejillas. Aun sonriente.
Aquel día estaba siendo definitivamente bueno.
—Ya veremos.— murmuró, mientras comenzaba a caminar rumbo a su casa.
Cuando Felix finalmente se puso de pie y salió del hospital, se notaba en su cara que no estaba muy consciente de lo que hacía.
Caminaba como un autómata y no fueron pocas las veces que estuvo a punto de chocar con alguien. Sus pensamientos no estaban enfocados en el camino frente a él, para nada. Solo podía pensar en una cosa.
Y era en lo que le había sucedido durante la última hora.
Felix estaba más confundido que nunca, porque esta vez, la conjugación de sentimientos y emociones que tenía le impedían analizar algo con claridad. En ese estado no iba a resolver nada estando solo en su casa.
Así que se bajó del metro unas cuantas paradas antes. Ya la noche había caído y unas gruesas gotas de lluvia comenzaban a mojar esporádicamente su ropa.
Ni siquiera apuró el paso, le traía sin cuidado si se mojaba o no.
Cuando llegó a casa de Jisung, ya estaba empapado, con su cabello pegado en la frente y todo el uniforme mojado. Tocó el timbre y esperó con paciencia en el porche. Su amigo le abrió la puerta y lo miró de pies a cabeza. Jisung estaba vestido cómodamente y tenía una taza de té caliente entre sus manos, obviamente estaba relajándose, probablemente viendo una película o algo así. A Felix no le gustaba ser una molestia, pero ese día definitivamente no quería estar solo.
—¿Me vas a contar qué fue lo que pasó?— le preguntó Jisung mientras le lanzaba una muda de ropa. Estaban en su habitación, por suerte, los padres de Jisung no preguntaron nada al ver a Felix así, simplemente los dejaron solos, cosa que el propio Felix agradecía.
Felix se desnudó en silencio y se fue secando con una toalla.
Jisung esperó pacientemente a que se vistiera con la ropa que le había dado. Cuando terminó todo esto, tomó las ropas mojadas de Felix y las dejó en el baño, después las lavaría y las pondría a secar.
—Creo que...— comenzó a decir Felix una vez que Jisung regresó y se sentó a su lado en la cama.-...que discutí con Minho.
—¿Crees que discutiste? ¿Eso es posible?
—No sé. Todo fue un poco extraño. Aun no puedo pensar con claridad.
—Solo cuéntame qué pasó.— Jisung se acomodó mejor sobre la cama y cruzó los pies. Escuchó toda la historia de labios de Felix, a pesar de que el chico estaba algo turbado, al menos le pudo hacer el cuento con claridad.
—¿Y bien? ¿Qué vas a hacer?— fue lo que le preguntó al escuchar el final de la historia.
—¿Qué puedo hacer?
—¿Qué quieres hacer?
—Jisung, no estás siendo de ayuda. Tú eres quien más sabe de estas cosas.
—El hecho de que yo salga con hombres no quiere decir que me pueda meter en tu relación con Minho, solo tú sabes lo que quieres, así que solo tú puedes decidir. ¿Qué sentiste cuando Minho te besó?
—Confusión.
—¿Y qué más?
—Sorpresa.
—¿Te gustó o no?
—A mi cuerpo le gustó... pero no se sentía correcto. Minho estaba enojado. Nunca lo había visto así. Lo he puesto de los nervios muchas veces pero nunca de esa forma. Está muy molesto conmigo. Y no sé por qué... ¿Es tan difícil admitir lo que sucedió entre nosotros? ¿Por qué no puede simplemente aceptarlo?
—¿Has pensado que, tal vez, ese cuento suyo, por muy inverosímil que parezca, pueda ser real?— Jisung levantó una ceja.— Nunca me cuadró mucho eso de que Minho se aprovechara de ti. No parece ser el tipo de persona que haría algo así. No quise opinar mucho al respecto porque yo sé muy bien que las apariencias engañan, pero... en fin, Minho no es el tipo de persona que haría eso. Al menos no con malas intenciones.
—¿Qué sugieres entonces? ¿Qué asuma que lo que él me dijo es verdad? Entonces quedaría como un estúpido y todo lo que le he dicho a Minho hasta ahora carecería de fundamento. Me haría quedar horriblemente mal. Además, yo sé lo que sentí, no me voy a tragar esa historia.
—A ver, Felix... porque me estás sacando de quicio desde hace rato. Explícame una cosa.
—¿Qué?
—Ese día, cuando volviste a casa...— Jisung suspiró.— Te voy a preguntar algo muy específico.
—Adelante.
— ¿Te dolía el culo?
Felix se sorprendió por la pregunta.
—¿A qué te refieres?
—A que puedes tener todos los moretones que quieras, todo el dolor de espalda que quieras, que eso no significa nada, lo que importa aquí es eso: ¿Te dolía o no te dolía el culo? ¿Necesitas que te lo ponga en términos médicos? Pues allá va: los esfínteres anales... ¿Te dolía contraerlos? ¿Te ardía? ¿Tenías algún síntoma de sangrado rectal? ¿Alguna fisura anal? ¿Ya entiendes a lo que me refiero?
—Yo... eso...
—¿Te dolía o no?
—Pues no.
—Entonces ya está todo dicho. No hay forma humana en que hayas tenido tu primer sexo anal, con alguien borracho y que no te duela nada de eso al otro día. Te lo digo yo...
—O sea que...
—O sea que vas a tener que empezar a valorar el hecho de que hayas sido un hijo de perra con Minho durante todo este tiempo cuando el pobre estaba simplemente interesado en ti. Sin contar que no le agradeciste el que cuidara de ti durante tu borrachera, te ayudara a aprobar el examen y te enseñara muchas cosas, con paciencia, mucha paciencia. Puede que no sea tan así... pero el que ha estado equivocado todo este tiempo has sido tú. Tu culo probablemente sigue siendo virgen y acabas de espantar a una persona magnifica que estuvo dispuesto a soportar tus malcriadeces durante casi un mes solo con tal de acercarse un poco más a ti. No me extraña que Minho se haya enojado contigo, la verdad.
—No puede ser, Jisung. ¿No ves que ese cuento de Minho carece de sentido? ¿Por qué me habría dicho que fuéramos a otro lugar si no quisiera hacer algo conmigo? ¿Por qué llevarme a su casa en vez de buscarte a ti o a Jeongin para que se encargaran de mí?
—No creo que tú y tu mojitosis hayan podido notarlo. Pero Minho solo estaba siendo considerado. Esa noche, fue cuando conocí a Chris hyung. De hecho, te dejé con Minho para poder hablar mejor con él. No creí que te pasara nada, Minho es otro médico que iba a trabajar con nosotros a partir de ese lunes, no creo que fuera a pasarte nada. Y Jeongin estaba con aquel chico, con Seungmin. ¿Hubiera sido lindo que nos buscara para cuidar de ti cuando las cosas estaban así? Él solo leyó el ambiente y decidió que lo mejor sería encargarse él mismo de ti, después de todo ibas a ser su estudiante.
—¿Cómo sabes eso? ¿Cómo puedes saber que fue eso lo que sucedió?
—No lo sé, solo estoy asumiendo. Pero podemos intentar comprobarlo de una vez por todas.
—¿Cómo?
Jisung se puso de pie y atravesó la habitación. Felix lo siguió con la mirada mientras iba hasta su escritorio y sacaba su teléfono de entre unos papeles.
—¿Qué vas a hacer?
—Llamar a Jeongin.
—¿Todo lo resuelves llamando a Jeongin? ¿En que ayudará eso?
—No es Jeongin con quien necesitamos hablar.
Felix ladeó la cabeza, en clara señal de duda. Jisung tenía un semblante decidido, así que no hizo más preguntas. Cuando Jeongin contestó, Jisung volvió a su sitio en la cama, poniendo la llamada en altavoz.
—Dime.
—jeon, tengo que pedirte un favor.
—Está lloviendo, Jisung.
—No es nada de eso. ¿Tu novio aun trabaja en aquel club?
—Seungmin no es mi novio.
—¿Todavía sigues con eso? ¿No te cansas? En fin, respóndeme.
—Sí, aun trabaja ahí. ¿Por qué? ¿Quieren ir de nuevo?
—No sería mala idea, pero el asunto es otro por el momento.
—¿Qué pasa?
—Necesitamos hablar con él.
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