18 - 間違い...
equivocación...
Durante el resto de sus clases de la tarde, Felix estuvo mentalmente ausente. Lo que Hyunjin le había contado lo había hecho pensar, tal vez demasiado, en todo su asunto con Minho. No era como si no sospechara que había algo raro sucediendo entre Changbin y el residente, pero ahora que sabía de qué se trataba todo, no podía evitar sentirse algo ansioso. Ya tenía claro que Minho le gustaba, mientras menos pensara al respecto, más fácil le sería acostumbrarse a la idea. Ese no era el problema. El problema era lo que venía a continuación. ¿Qué debería hacer?
Si había algo que tenía claro, era que no quería ser una segunda versión de Changbin. Seguía sin conocer los detalles pero por la forma en la que se estaban dando los hechos, era más que claro que eso no había salido bien. Así que era necesario saber qué pensaba Minho de todo. Porque era muy fácil simplemente aceptar sus sentimientos y asumir que Minho le iba a corresponder. Pero... ¿Y si ese no fuera el caso? Era más que posible.
Jisung no le quiso dirigir la palabra en toda la tarde. Se notaba que Felix tenía otros asuntos rondando su cabeza. Así que, como buen amigo, solo lo dejó ser. Probablemente así lograría aclarar, de una vez por todas, sus sentimientos.
Cuando terminaron su último turno, Felix se despidió con una excusa inventada y se dirigió a la salida. Caminó por el pasillo, junto a los demás estudiantes, pero cuando solo le faltaban unos metros, giró bruscamente a la derecha y se dirigió al elevador. Se subió rápidamente, ansioso, y marcó el último piso. Mientras sentía como la gravedad hacía de las suyas, deslizando esa rara sensación por su cuerpo, Felix trató de calmarse y organizar sus ideas.
Estaba a punto de ir a hablar con Minho.
No iba a discutir. No iba a preguntarle una duda. Iba a hablar sobre ellos dos.
Eso lo ponía terriblemente nervioso.
No quería amar a alguien como Minho, algo en su interior seguía diciéndole que no era buena idea, que solo iba a salir lastimado. Pero era inevitable para él sentirse así. Minho irradiaba perfección, y, aunque hubieran empezado con el peor de los comienzos, Felix no podía negar que se sentía atraído. Además, Minho era todo lo que él soñaba con ser, no solo lo deseaba, también lo admiraba, y esos pequeños momentos íntimos que habían tenido lo habían hecho sonreír y sentirse cálido en más de una ocasión. Le hizo falta un poco de estimulación manual para darse cuenta, pero la verdad era que ya no tenía vuelta atrás.
Estaba más que dispuesto a intentarlo, a darle una oportunidad a sus sentimientos. Pero todo dependía de lo que Minho le contestara.
A aquella hora de la tarde, los pisos superiores del hospital parecían propios de un edificio embrujado. Había un silencio inmutable y nadie deambulaba por los pasillos. La luz del sol que ya se ponía contribuía con el aire melancólico que reinaba sobre todas las cosas. Felix salió del elevador y atravesó el largo pasillo rumbo a su sala. Seguía tratando de calmarse, pero con cada paso que daba sentía sus latidos endurecerse, golpeando su pecho con fuerza. Una vez allí, abrió la puerta de la sala y entró. No tardo en sentir el aire acondicionado y el olor a desinfectante y barniz que siempre había. Tampoco vio a nadie deambulando por allí, eso, al menos lo hacía sentir un poco más tranquilo.
No encontró a Minho en el cuarto médico. Solo a Sehun, luciendo cansado y hojeando un documento con su semblante algo preocupado. Su vista se alzó al sentir que Felix abría la puerta.
—¿Quieres algo?— le preguntó, dedicándole su atención.
—Minho...
—Debe estar en uno de los cuartos. Búscalo por allí.
—Gracias.
Se retiró como mismo había entrado, dejando que Sehun volviera a lo que fuera que estuviera haciendo. Frotó las palmas de sus manos y se dispuso a buscar a Minho. Sin embargo, no tuvo que hacerlo, él mismo salió de uno de los cuartos del fondo, garabateando algo en un bloc de notas. Felix se quedó inmóvil, allí en medio del pasillo. Solo esperando a que Minho notara su presencia.
El mayor alzó la vista y notó a Felix de pie allí, con los dedos de sus manos entrelazados en una danza confusa.
—¿Pasa algo?
—Te había dicho que quería hablar contigo...
—Sí...— Minho se puso el bloc debajo del brazo y guardó el bolígrafo en uno de sus bolsillos.
—¿Puede ser ahora?
Minho se percató de que, lo que fuera que Felix le tenía que decir, era un asunto serio, se notaba en su cara.
—Claro, solo déjame mandar una gasometría y enseguida estoy contigo.— Minho trotó hasta el cuarto médico y salió en un par de minutos, con las manos vacías, de nuevo al encuentro de Felix.
—¿Puede ser en privado?— Felix no lo había mirado a los ojos ni una sola vez. Minho miró a su alrededor, confuso.
—¿Estaría bien hablar en un cuarto vacío?
Felix asintió.
Minho se dirigió entonces a una de las habitaciones de la sala que no tenía pacientes, seguido por Felix. Una vez allí, se recostó contra una pared, con sus brazos cruzados, dispuesto a escuchar lo que sea que Felix le fuera a decir. El chico, sin embargo, lucía un poco nervioso, dio un par de vueltas alrededor, en búsqueda del lugar correcto para ponerse, finalmente se quedó frente a Minho, apoyando su peso en el borde de la cama. Pasó un minuto y, mientras tanto, Felix solo retorcía sus dedos y se frotaba las palmas de las manos, en búsqueda de un poco de orden para sus pensamientos.
—Felix, discúlpame, pero no tenemos todo el día. Ya pasó la hora de salida.— Minho miró brevemente su reloj.— Solo dime, te escucharé.
Felix soltó todo el aire que tenía contenido y sacudió su cabeza con resolución.
—De acuerdo...— volvió a suspirar. ¿Por qué le resultaba tan difícil?— ¿Exactamente qué es lo que hay entre tú y Changbin sunbaenim?.
No se le ocurrió una forma menos abrupta de preguntarlo.
Minho se quedó en silencio, mirándolo con una expresión a medio camino entre curiosa y preocupada.
—¿Por qué quieres saber?
Esa no era la respuesta que Felix esperaba. Y, ciertamente, era una buena pregunta. ¿Por qué quería saber?
—Escuché que... tuviste algo con él... solo eso.— comenzó a juguetear con sus dedos, obviamente ansioso.
—No me llamarías aparte, a esta hora, solo para saber algo así. A menos que tengas otras intenciones, por supuesto.
—Solo quiero saber.
—Bien entonces.— Minho cruzó los pies, recostándose más cómodamente contra la pared.— ¿Qué fue lo que escuchaste?
—No, no te diré. Quiero oírlo de ti.
Minho se sorprendió un poco con la actitud de Felix. Realmente parecía ser un asunto importante para él.
—Pues sí, tuve algo con él. Pero ya eso terminó. No le veo la importancia.
—¿Por qué?
—¿Por qué "qué"? ¿Por qué terminó?
—¿Por qué tuviste algo con él?
Minho frunció el ceño ¿Qué clase de pregunta era esa?
—Porque quise. ¿Qué pasa con eso?
—¿Te gustan ese tipo de cosas? ¿Gente como él?
—Felix, hace buen rato que dejé de entenderte. ¿Por qué estás preguntando todo esto?
—¿Cuál es tu interés en mí? ¿Por qué sigues dando vueltas alrededor mío? ¿Por qué sigues provocándome y poniéndome nervioso? ¿Exactamente qué es lo que quieres?
—Felix, no estás teniendo ningún sentido.
—Sí lo tengo, Minho. Ponte en mi lugar. Primero pienso que tienes algún tipo de interés en mí, después de habernos conocidos en circunstancias extremadamente fuera de lo común, y luego, me entero que ya tienes antecedentes de salir con estudiantes, además, ni siquiera sé qué fue lo que pasó entre tú y Changbin, todo indica que simplemente te deshiciste de él. Sé que Changbin no es precisamente un amor de persona, pero aun así necesito saber... Dime: ¿Si decidiera que tú también me gustas, si intentara salir contigo, solo me convertiría en una segunda versión de él?
—Felix...— Minho no supo qué decir en ese momento. Lo que Felix decía no acababa de aclararse en su mente.— ¿Te gusto?
—¿Eso fue lo único que escuchaste? Siempre eres así. Te estoy preguntando otra cosa.
—¿Qué cosa, Felix?
—¿Planeas hacer algo en serio, o solo quieres revolcarte con tus estudiantes?
El residente apretó los labios. ¿Así que a eso se reducía todo? ¿Aún seguía con esa imagen de él? Ya se estaba cansando un poco de que Felix pensara que no era otra cosa que un playboy descarado. No recordaba haberle dado ningún indicio para que pensara así.
—¿Qué te hace pensar que lo único que quiero es acostarme con mis estudiantes?
—No sé, Minho.— Felix contestó con ironía.— Puede que se deba al hecho de que tienes a Changbin pegado a ti como una sanguijuela con anemia o de que la primera noche que me conociste te hayas acostado conmigo mientras yo estaba completamente borracho. ¿Qué quieres que piense de alguien así? No hay manera de que no desconf...
—Espera...— Minho lo interrumpió. — ¿De qué estás hablando?
—Decía que es lógico que desconf...
—No, no eso. Antes... ¿En qué momento tú y yo nos acostamos?
Felix enarcó una de sus cejas, dejando salir un pequeño suspiro. La decepción adornando su rostro.
—¿Ahora no te acuerdas? ¿Tan malo fue?
—Si me hubiera acostado contigo, créeme, jamás lo olvidaría. — Minho dijo eso como si fuera la cosa más obvia del mundo.
—Pues parece que los has hecho. ¿O se te olvidó lo que lo que pasó esa noche, cuando salimos del club?
—Te llevé a mi casa. Estabas borracho...— Minho hizo memoria, aun sin entender de donde Felix sacaba todo aquello.
—¿Te acuerdas o no te acuerdas?
—Pero no me acosté contigo...
—¿Quieres que me crea eso?
—Puedes creer lo que quieras, yo sé perfectamente lo que hice.
—Minho, amanecí sin ropa, en tu cama, tú tampoco tenías puesto nada. ¿Me vas a decir que no tuvimos sexo?
—Te lo diré las veces que sea necesario.
—¿Y los moretones en mis caderas? ¿Por qué me dolía todo el cuerpo?
—A ver, Felix... Tenías resaca...
—No, Minho, no. Yo no soy idiota. Sé perfectamente cómo se siente una resaca y eso era más que una simple resaca. Me dolían partes muy específicas de mi cuerpo, no hay que ser un experto para entender lo que pasó.
Minho descruzó sus brazos y cortó la distancia que lo separaba de Felix con unos rápidos pasos. El chico retrocedió un poco, pero fue inútil, Minho se paró justo frente a él y lo miró a los ojos.
—Entonces... ¿Lo recuerdas? Dime...— agarró suavemente su mentón. — ¿Recuerdas cómo te toqué? ¿Me recuerdas besando tu cuerpo? ¿Acariciándote? — pasó el dorso de su mano derecha por la mejilla de Felix. Muy lento, delineando la silueta de su rostro, aun mirándolo a los ojos como si quisiera descubrir algo dentro de ellos. — ¿Hay algo de eso grabado en tu mente?
—No...— Felix negó con un susurro, completamente paralizado. Minho puso su otra mano sobre su pecho y lo empujó suavemente, haciendo que se acostara sobre el colchón. Felix se dejaba hacer, confundido, pero incapaz de resistirse de alguna manera.
—¿No recuerdas nada de esto, Felix? ¿Ni la forma en que te desvestí, prenda por prenda, o como besé tu cuello, o la forma en la que gemiste mi nombre? ¿En serio no te acuerdas? — Minho se inclinó sobre él, manteniendo sus rostros cerca, colocando su cuerpo sobre el de Felix, aun acariciándolo por encima de su uniforme.
—No...
Minho le sostuvo la mirada, haciendo que Felix perdiera por un segundo la noción de la realidad, hundiéndose en aquellos ojos. Sus labios se abrieron lentamente, casi llevando a Felix al borde del infarto.
—Bien, Felix. Eso es porque nunca sucedió.
Felix entreabrió sus labios, quiso contestar algo. Seguía sin creer. Sin embargo, no era como si pudiera decir nada en aquella situación. Al menos no mientras Minho seguía sobre él, mirándolo de aquella manera.
—Esa noche me dejaron solo contigo, te caíste cuando íbamos saliendo del club.— continuó el residente.— Quise parar un taxi y mandarte a casa, pero ni siquiera podías decirme tu dirección. Te golpeaste en la zona sacrolumbar y empezaste a hacer un berrinche diciendo que no querías caminar, que ibas a dormir en la acera. Tuve que cargar contigo y llevarte a mi casa. Te desvestí para revisarte y te acosté en la cama con una compresa fría para el dolor. Era obvio que te iban a salir moretones, te golpeaste contra el contén. Cuando se calentaron las compresas, te las quité y me acosté a tu lado. Eran más de las cuatro de la mañana. Sé que no debía quitarte la ropa o dormir a tu lado. Pero no me acosté contigo. Nunca me aprovecharía de ti de esa manera.
Felix se quedó en silencio. Minho aún seguía sobre él, a pocos centímetros. Podía sentir su aliento y su mirada oscura y penetrante. Pero aun así, era demasiado testarudo para eso, y los nervios, que ya afloraban en su piel, exigiéndole que hiciera algo, no lo dejarían tragarse ese cuento. Con un empujón se quitó a Minho de encima y se levantó. Sintió como rápidamente el calor trepaba por su rostro, haciendo arder su piel.
—¿Crees que me voy a creer eso?— casi le gritó.
Minho se sentó sobre la cama y suspiró. Obviamente cansado.
—Felix, el día ha sido muy largo. No hagas esto.
—Ni siquiera puedes inventar un cuento decente. O mejor aún, solo dime la verdad. ¿Por qué tienes que mentir? ¿En serio te arrepientes tanto así de haberte acostado conmigo? ¿Qué crees que voy a hacer? ¿Acusarte? Solo admítelo y ya. Todo sería más fácil. No necesitas mentirme.
—Felix... No puedo admitir algo que no hice.
—Y así te preguntas porque tengo esa opinión de ti.
—Mira, Felix.— Minho se puso de pie y se acercó de nuevo a él.— Ya estoy cansado de esto. Cansado de ti. Si no quieres creerme, eso es asunto tuyo. Ya no me importa. Y sí, estuve con Changbin, y sí, también lo dejé. Si tanto te interesa saber, ve y pregúntale a él. O no, mejor piensa lo que quieras, eres bueno en eso. Ya yo estoy harto de que seas así de cobarde y no quieras enfrentar la realidad.
—¿Qué realidad tengo que enfrentar?— Felix casi le gritó, ofuscándose de repente.
Súbitamente, la distancia entre ellos disminuyó una vez más. Antes que Felix pudiera hacer nada, ya Minho lo había atrapado entre sus brazos, rodeando su cintura, apretándolo a la vez que lo llevaba hasta la pared. Justo como tantas veces había sucedido en su mente. No pudo ahogar un gemido sordo cuando sintió su espalda chocar contra la frialdad del concreto. Minho tomó su rostro y lo besó. No fue un beso suave o dulce. Simplemente atacó su boca, con lo que parecía ser un deseo reprimido. Felix se estremeció de pies a cabeza. Aun sin entender lo que estaba sucediendo, sentía como si sus piernas se fueran a derretir. Minho lo estaba besando, de forma violenta y apasionada, sus manos deslizándose desde su cara hasta su cabello, tirando de él. Era caliente, como si sus labios quemaran, como si cada roce de sus dedos ardiera en su piel.
Cuando Minho lo soltó, Felix se dejó caer hasta que sus rodillas tocaron el suelo. Incapaz de reaccionar. Minho solo se quedó de pie frente a él, mirándolo desde arriba.
—Lo que sea que hayas sentido ahora, es esa realidad que tienes que enfrentar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro