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Dolor

MIN YOONGI

Sus gritos entre el llanto al escuchar la noticia, sus ganas de desgarrarse la piel, la apretaba lo más  que podía entre mis brazos, sentía que si la soltaba se rompería en mil pedazos, y podría perder alguno en el proceso, acaricie su cabello, los dos estábamos en el suelo, si toda la noche debíamos estar aquí, aquí nos quedaríamos, lloraré en silencio con ella, pero espero ser el apoyo necesario ahora, esto será una recaída terrible.

El alguacil lo entendió, sabía que no era el momento de nada más, solo dijo que esperaba que pudiéramos ir mañana a la morgue a reconocer y recoger el cuerpo, se que Aerin en este momento no lo escuchaba estaba sumida en su dolor, en su desesperación y su impotencia.

Las fuerzas de su voz se fueron apagando poco a poco, su llanto estaba entre el hipo y el silencio, se que se pudo haber desgarrado la garganta, la tome en brazos y la levanté para llevarla dentro de la casa, mi cuello estaba empapado con sus lágrimas, me subí a la cama con ella acomodándola en mi pecho para que siguiera llorando. Se que no necesita mis palabras de consuelo, pero no necesito decirle nada, solo que sepa que estoy aquí para ella, no estuve con lo de Jimin y siempre me arrepentiré de ello.

La noche llegó muy rápido, el sonido de los grillos y algo de viento era lo que reinaba en este momento, ella estaba dormida había caído rendida sin fuerzas para seguir llorando, trate de acompañarla pero solo dormitaba y si ella hacia un movimiento me exaltaba. Mire el reloj de la mesa de noche, estaban por dar las 5 am cuando se removió sentándose en medio de la cama.

—No tengo nada negro—Fue lo primero que dijo

Me levanté y tome su mano, para llevarla a mi habitación ella camino en silencio, tome una camisa de mi armario y unos jeans Negros, estaba sentada en mi cama mirando la ropa.

—¿Por qué me duele tanto? Hace tiempo que ella no me quería ya. Mi madre me había abandonado desde la muerte de mi hermano y aún así…

Nuevas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, yo me hinque para mirarla.

—Era tu madre, jamás podrías haberla odiado, fueron más los años buenos con ella, que el dolor que te causo con su abandono, tus lágrimas reflejan todo el amor que le tienes.

—Si hubiera estado en casa, puede que ella…

La abrace de nuevo.

—Te voy a ser sincero, el día que me lanzó tus cosas, su mirada no fue desprecio, siento que ella esperaba que estuvieras lejos de ahí.

Levantó la mirada, su cara algo hinchada y roja me miró por un minuto, después volvió a cubrir su rostro en el llanto.

—¿Me acompañaras?

—No te dejare sola en esto, lo prometo.

Se metió más tarde a ducharse yo hice algunas llamadas, me comunique con el oficial Kim, muy a su pesar me dio los detalles de lo que revelaba la autopsia, se desmayo por el exceso de alcohol en su sistema, estando boca abajo se ahogo con su propio vómito, los tipos que se la vivían en su casa reportaron el hecho pero solo se fueron dejando el cuerpo de la señora Park como si de un animal de tratase, no querían tener nada que ver con lo sucedido, ya que en si no eran culpables de la muerte. Omitiría varios detalles de esto a Aerin, no necesita más mierda.

Me cambié rápido y en lo que ella se alistaba saque todo de la camioneta que no había movido nada desde que llegamos ayer en la  tarde, le prepare un jugo de frutas que tuvo que tomar casi obligada, se tomó el medicamento y partimos directo a la morgue.

Esperamos un poco antes de pasar, sus dedos se mantuvieron clavados en mi brazo, su piernas se movía por los nervios. Nos llamaron para pasar, camino enfrente de mi con pasos lentos, el frío del lugar era inexplicable, el silencio de este incómodo, al llegar hasta una enorme puerta blanca sentí un dolor en el estómago. La abrieron para que ella pasara, se detuvo me miró, yo voltee a ver al oficial Kim, este solo asintió con la cabeza, me acerque a ella tomándola por los hombros.

Un aroma a formol, junto con químicos llenaba todo el aire frío de la morgue, cuando abrieron la bolsa, los pasos lentos de Aerin temblaban, ambos miramos el rostro de esa mujer, parecía dormir plácidamente, la piel grisácea sin vida, los labios morados y rígidos, definitivamente era ella una de las mujeres que me crío, la madre de mi mejor amigo, lo que le quedaba en la vida a Aerin.

—Es ella, si es mi madre.

Le dejo un beso en la frente mientras temblaba y lloraba ahora en silencio, sus puños estaban apretados causando el blanco de sus nudillos.

—¿Si es todo podemos irnos ya? —pregunto con su voz ronca

—Si, solo pase a firmar por la reclamación del cuerpo, y hacer un poco de papeleo y la dejaré libre.

Se  mantuvo estable en todo los trámites, me preocupaba un poco que su labio le temblaba, su color era algo amarillo también estaba al borde de un ataque. Saliendo del lugar empezó a vomitar, sostuve su cuerpo más que nada porque no tenía fuerzas de estar de pie, las arcadas la doblaban.

Los siguientes días tenía que dividir mi tiempo entre los trámites del la funeraria y el servicio, Aerin no quiso tener un servicio funerario para su madre, nadie del pueblo iría de todos modos, fuera de los morbosos de este, lo otro era en lidiar de nuevo con los pequeños arranques de ansiedad de Aerin pues no eran tan intensos como los primeros si regresaron para atormentarla.

Conseguí un lugar cerca de la tumba de Jimin para el entierro. A veces me preguntó si el mundo sabrá cuando la tristeza nos invade, pues el clima era nublado, sin viento, sin calor, sin lluvia, solo un día gris para despedirnos por última vez de Park Hye Jin.

—Se que no hay palabras de consuelo niña, y no es la primera vez que la muerte toca en tu puerta, pero la vida siempre será algo cruel, la cuestión es no dejarse ganar por ella —la señora Choi abrazaba a Aerin —se fuerte y demuéstrale al universo hijo de puta que nadie podrá doblegarte de nuevo.

En verdad aprecio demasiado a esa señora.

—¡Vaya es verdad! Una de las putas Park murió.

Gire a ver a Bosco que estaba parado recargado en uno de los árboles, sonreía descaradamente, la señora Choi no dejo que Aerin lo volteara a ver.

—No debes estar triste bombón, deja que Bosco te consuele.

Me acerque hasta encararlo.

—No es buen momento maldito imbécil, no te pido respeto solo lárgate.

—¿O si no qué?

—Te juro que no quieres averiguarlo —lo empuje un par de veces —no me des más motivos de querer molerte la cara a golpes.

—Estas tentando mucho a tu suerte imbécil.

—Suerte no es, lo que pasa es que yo no te tengo miedo, y eso no te gusta, así que vete.

Escupió aun lado, le lanzó un beso a Aerin y se largo, debo hacer algo con ese sujeto. Regrese al lado de la señora Choi, trate de restarle importancia pero se que a ella si le afectó la presencia de ese idiota aquí.

El entierro termino, la señora Choi se retiró junto con Seokjin que también había venido, regresamos a casa, ambos habíamos comido muy poco, así que solo prepare un par de Ramyon para ambos, nos serví un vaso de whisky al sentarnos en la mesa.

—Se que no debes beber, pero han sido unos días terribles, lo necesitas más que yo.

Comimos en silencio, ella tomaba despacio dando vueltas al vaso, comió con esfuerzo también. Nos sentamos en el pórtico a fumar, ella se me acercó para quitarme el cigarro, fumo mirando hacia el cielo.

—Es triste que hoy no se vean las estrellas.

—Pero sabes que están ahí, el cielo se despejarán y volverán a salir, no siempre los días son así.

—¿Puedo pedirte algo?

—Dime

—¿Puedes dormir conmigo hoy?

AERIN

Tenía cuatro noches durmiendo conmigo, pero no hacíamos nada más que dormir, en cuanto tocaba la cama caía dormida, todas mis energías se habían acabado, pero por primera vez en mucho tiempo no pensé en la droga para aliviar mi malestar, lo único que necesitaba era a Yoongi.

No quiero admitirlo, pero me he vuelto algo dependiente de el, su pecho se convirtió en mi cama favorita, su voz mi sonido predilecto. Lo acompañaba cuando trabajaba en el jardín de su madre, trataba de mantener mi mente ocupada, así que inicie a llenar los formularios para mis clases en línea.

—¿Qué vas a querer para la comida?  ¿Aerin?

Sacudí mi cabeza, estaba mirándolo pero sin prestarle atención.

—¿Qué sucede?

—Nada, pensaba en las opciones de la comida — me senté a su lado en el sillón —¿Pizza? ¿Pollo frito?

—Pediré pollo frito.

—Yoongi— Me miró levantando una ceja— necesito ir al pueblo por una cosas a la farmacia.

—Vamos y compramos el pollo de regreso ¿Qué necesitas?

—Tampones y una inyección.

—¿Inyección? —ignoro los tampones —¿Qué clase de inyección?

—No es nada malo, es una inyección anticonceptiva.

La señora Choi me había traído los tampones antes pero ya tenía tiempo sin venir, y mi periodo no tardaba en llegar, la inyección me la pongo cada dos meses, aparte usaba los preservativos en mis encuentros con Bosco y los otros sujetos, pero nunca quise arriesgarme.

Yoongi es el primero con el que no uso protección, dejando de lado la última ver qué me forzaron.

—Es..está bien vamos.

Eso es nuevo no lo había visto nervioso, ni sonrojado. No sé que pasará por su mente, me reí ante su reacción el me regreso la sonrisa.

Fuimos al pueblo el me dejó en la farmacia en lo que compraba el pollo para la comida.

—Tiempo sin verte — Eun Na, se paró aun lado de mi dejando un paquete de gasas en el mostrador—te vez diferente —miro lo que me estaban Cobrando —pero solo te vez, ¿Sigues acostándote con todos?

Decidí no contestarle, pague y salí ignorándola, pero ella no es de las que le guste quedarse en paz.

—¡Oye! Te estoy hablando pequeña estúpida.

Me tomo por el hombro para voltearme.

—En verdad no estoy de humor para escucharte hoy.

—Tu no eres nadie para ignorarme, he tenido que cubrir más turnos desde que renunciaste, pero veo que ahora sí conseguiste un pez gordo, bonita ropa, y te vez muy bien cuidada, ¿Cuánto te da por cada revolcón?

—¡Aish!— Yoongi la empujó —como detesto a las personas como tú.

Se inclino con la manos en los bolsillos para poner si rostro justo con el de ella, si no fuera por su mirada hostil parecería que le coqueteara.

—Ya me estoy cansando de los rumores de este lugar, yo puedo tolerarlos para mí, pero no puedo seguir permitiendo lo rumores sobre ella.

—Yoongi yo..

—Min Yoongi, no me hables como si fuéramos amigos, de hecho tampoco le hables a Aerin no mereces que ella siquiera voltee a verte, esa niña tiene más valor en una uña de lo que tú podrías a llegar a valer en toda tu vida.

Me tomo de la mano para irnos a la camioneta.

—Es una pena que siendo una “mujer” denigres a otra, ten lindo día.

De regreso a la casa no dijo nada, se concentro en manejar y fumar. Llegando a la casa fue a alistar la mesa para comer, mientras yo pasé al baño para inyectarme de una vez, me mire al espejo y tenía una media sonrisa, en verdad que me defendiera de Eun na me hizo muy feliz.

Salí viendo cómo terminaba de arreglar todo, se paró sosteniéndose de una silla.

—Aerin — levantó la mirada hacia mi —quiero que si seguimos visitando el pueblo, no prestes atención a nada de lo que ellos digan, en verdad eres admirable, has estado luchando con algo que ellos jamás entenderían, no tienen derecho a opinar sobre ti.

Quiso seguir hablando pero lo interrumpí para besarlo, me separó de el, pero enseguida volvió a besarme yo salte para enredarme en su cadera, me apoyo contra la pared de la cocina sin dejar de devorar mis labios, se apretaba más contra mi, yo quería sentirlo dentro ya, pero sus besos no me dejaban moverme, bajo por mi cuello besando y lamiendo, iba a retirar su camisa pero algo o más bien alguien nos interrumpió.

—¡Yoongi ábreme ya llegué!

—¡Mierda! Se me olvidaba que Hoseok llegaba hoy.

Tuvo que bajarme para ir abrir la puerta, no conozco a ese tal Hoseok pero lo odio en este momento.







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