Sus dedos tambaleaban contra el escritorio mientras estaba en la escuela, no paraba de pensar que había pasado, que pasó con Palette. Y se echaba la culpa de no poder estar a su lado para ayudarlo o por lo menos darle fuerza.

  Saliendo de la escuela, camino despacio. Ignorando todo lo qué estaba a su alrededor mientras miraba hacia el suelo enojado, estaba enojado consigo mismo por no poder estar junto a la persona que el mismo, sin decirle; había aceptado cuidar y proteger de cualquier persona mala en el mundo.

   Entro a la casa, su padre lo miro con una sonrisa. Mirándolo justo a los ojos...

   --Llegaste temprano.-- Dijo con aquella sonrisa, típica. --No diré que estabas yendo a la casa de colores, simplemente no lo diré. Ve a tu cuarto, haz tu tarea.--

   Goth no respondió y ni siquiera lo saludo, no sabía que había pasado, pero se había sentido horrible de haber dejado a su niño de colores solo esta vez.

   Se fue a su cuarto y se lanzó en la cama. Empezando a llorar desconsoladamente al pensar que a Palette le habían hecho algo totalmente horrible.

   ...

   Otro día.

   Bajo las escaleras y escucho a su padre hablando por teléfono. Se acercó con confusión, pues su padre no hacía eso de forma seguida.

   --¿Atrás del ayuntamiento? Me parece un lugar perfecto...-- Frunció el ceño. --¿Eh? No, no. No pasa nada malo, solo pensé que esa casa dañaba la vista perfecta de nuestra ciudad.-- Mintió.

   Terminó de hablar y volteo a donde estaba Goth, lo miro directamente y molesto.

   --¿Qué escuchaste?...--

   --Nada...--

   --Vete a la escuela, Goth. Ahora.--