O2
Taehyung llegó a casa de Park Jimin, y fue recibido con un beso en los labios de parte de él castaño, Taehyung lo aceptó con gusto y sus manos se detenieron en la diminuta cintura de Jimin. Al separarse, ambos se miraron con una pizca de lujuria en sus miradas. Kim entró a su casa y ya sabían por el camino iría aquella visita a la casa de su amante. Jimin dejaba un rastro de besos por el cuello del más alto, en lo que Taehyung se comenzaba a deshacer de su camisa. Todo en ese ambiente los delataban, el calor lo sentían a cada rincón de el hogar de Park, sus pantalones se sentían más apretados con el paso de los minutos. Sus cuerpos creaban fricción, cada vez se encontraban más uno apegado al otro, y Jimin no pensó en ningún momento en apartarse de los labios de Taehyung, al contrario, haría que la situación fuese aún más caliente a la hora que llevó sus manos a la hebilla de su cinturón, la quitó y bajó el cierre con desespero.
Jungkook miraba la escena molesto, muy molesto. El era el único que podía estar con Taehyung, no el estúpido de Park. Tae era suyo, como mismo el era de Tae. Su respiración era frenética y apretaba sus puños con rabia al ver ante sus ojos como Taehyung estaba con Jimin, viendo cómo se besaban y el beso llevaba a otras cosas. No le gustaba que Jimin toqueteara el cuerpo de su novio, ¡el era la única persona que podría hacerlo! Ver cómo dejaba marcas en el cuello de Taehyung lo ponía de malas, y sentía cómo el mismísimo diablo se apoderarse de su cuerpo, incitando a hacer cosas malas, cosas muy malas.
Jungkook camino hacia la cocina, haciendo ruido al caminar, intentando que pudiese ser escuchado, pero fue en vano. Busco el cuchillo más grande de la cocina, con todos los ánimos de asesinar a la zorra de Park Jimin.
¿Realmente iba a hacerlo? Miraba dudoso el arma blanca entre sus dedos, podía ver si reflejo en el filo del cuchillo al tocar éste con los dedos, una fina línea de sangre se deslizó por su dedo anular, y vio aquel color carmín con horror. Detestaba ese color, y detestaba ver su reflejo. Ya no era lindo, estaba cubierto aún por su propia sangre, la sangre que había sido derramada por Kim. Había un hoyo en el lugar dónde debería estar su ojo izquierdo, únicamente había sangre y carne cubriendo esa zona, al igual que su abdomen, dónde eran visibles sus órganos. Su alma era la viva imagen de su cadáver, y se aterrorizo al mirarse, le aterrorizaba ser horrible, porque así Taehyung no lo iba a querer, ¡debía ser lindo cómo Jimin! ¿Si fuera Jimin me querría? Pensó en voz alta, provocando que las luces de la casa fallaran un poco, éstas parpadean por dos segundos y captaron la atención del rubio, pero hubo otra cosa que captó su atención.
Gemidos.
Sonidos eróticos provenientes de las voces de su novio y de una voz más fina, se acercó a la sala pudiendo ver cómo Jimin estaba sin nada de ropa, sentando sobre Taehyung y dando saltos sobre su polla, su cabeza se ladeaba hacia atrás y su boca no hacía más que escupir aquellos sonidos obscenos, y Taehyung colocaba sus manos sobre sus caderas y dirigía los movimientos de Park encima de él. Asqueroso, pensó él, le dio ganas de vomitar al ver aquella escena, no le era para nada agradable ver a su pareja follando con su amante ¿El hacía eso mientras estaba conmigo? Se cuestionó.
La furia y sed de venganza lo llenaban por dentro al ver tal escena, apretaba su mandíbula con fuerza y agarraba el cuchillo con su mano derecha, pensando en cómo asesinar al castaño. Porque si lo haría, porque no soportaba que Taehyung estuviese con otra persona. Con otra persona que no fuese él. La casa estaba casi a oscuras, así que, de tan sólo alzar la mano pudo alumbrar el lugar lo suficiente para observarlos, provocando una mueca de asco proveniente del rubio.
Estoy viendo, estoy esperando, estoy sufriendo, es sofocante.
Estoy respirando, estoy hablando, estoy gritando por ti.
Ya estaba harto. Y de sus labios salió un grito lo suficientemente fuerte cómo para explotar los cristales de las ventanas, Taehyung y Jimin detuvieron lo que estaban haciendo, con una mirada temerosa, ellos habían escuchado aquel grito, aquel grito que significaba todo un dolor contenido, la tristeza, el enojo, un revoltijo de sentimientos que Jungkook sentía hacia Taehyung, incluso cuando acababa de verlo teniendo sexo con otra persona. Era un masoquista, amaba sufrir por Taehyung, lo disfrutaba, cada vez que veía a Taehyung con aquellos moretones rojizos en su cuello y lo que restaba de su cuerpo, cada vez que Taehyung llegaba embriagado de alguna fiesta después de haberse liado con alguna persona. A pesar de todo el daño que le causó, lo amo hasta la muerte, después de ésta en su interior creció la obsesión. Quería a Kim Taehyung para el sólo, más nadie podría tocarlo, besarlo, mirarlo, nadie más que no fuese él.
Cuándo Jungkook estaba en vida, recordaba asistir normalmente al instituto de la mano de su novio, sin siquiera importarles que la Corea del Sur era homofobica en aquellos tiempos. Ellos simplemente eran felices, fueron felices, llegaron a ser felices y se ganaron el respeto de todos. Respeto, una palabra que desapareció del diccionario de Jungkook cuándo su padre lo golpeó hasta escupir su propia sangre, tan sólo porque le gustaban los hombres, porque le gustaba Taehyung. Y se sentía aún como cuándo tenían quince años, dos adolescentes que no sabían que era el amor, dos amantes y paseaban por Seúl cada noche, dos personas que se amaron alguna vez. Jungkook sentía obsesión con Taehyung, Taehyung había comenzado a ser obsesionado con Jeon después de la primera fiesta en que tomó de más, aquel día, se le olvidó completamente que llevaban una relación sana, amorosa y melosa. Después de eso, todo se convirtió en sexo desenfrenado, celos y golpes, golpes que Jungkook sentía aún en carne viva... O más bien, muerta. Recordó cada vez que Taehyung lo golpeó, en su rostro y en su cuerpo, aún sentía aquellos golpes colorear su piel blanca como la mismísima nieve, convirtiéndola en un color gris lleno de tonos violáceos que debía tapar con maquillaje.
Y después de eso, comenzó la segunda fase de la destrucción de su vida, Taehyung lo incitó a fumar. Pero no fumar cigarros solamente, sino que también porros de marihuana. Y en ese se sumó la cocaína, heroína y fentanilo, y juntar todos estos sumando una botella de alcohol sólo significaba una cosa; muerte, muerte que sufrió el amigo más cercano de Taehyung, Min Yoongi. El era un drogadicto al igual que Taehyung, al igual que en lo que se había convertido aquel niño de ojos de ciervo, pero a diferencia de Kim y Jeon, Yoongi podía vivir su vida con risas y chistes, todo en contrario de como era la pareja. Hasta este punto, podríamos decir que Taehyung era un asesino. Mató a Yoongi, mató a sus padres en un accidente de tráfico, mató al propio padre de Jungkook de un ataque al corazón, y mató a Jungkook.
También podría matar a Jimin...
Pero, ¿para qué matar a Jimin, si podría matar a Taehyung y hacer que su alma estuviese con él? Una sonrisa un tanto psicópata se había dibujado en los labios de Jungkook. El televisior se encendió creando ese ruido blanco tan molesto, las luces parpadeando, el aire azotaba con fuerza las cortinas, y los relámpagos estallaba contra los árboles. Aquel televisor se elevó en el aire, Taehyung y Jimin veían la escena con terror. Oh, y Jungkook vio aquellas cruces, aquellos crucifijos colgados en la pared con el rostro de Dios. Aquellas cruces giraron hacia abajo y los bombillos de las lámparas explotaron, haciendo que Jimin gritara con horror.
Y el temor se intensificó cuándo Park sintió un filo acariciar su cuello, aún no había rajado su piel y el color carmín horroroso aún era visible. Tan sólo respiraba de forma frenética, pensando que había un asesino detrás suyo. Y si lo había. Jungkook acariciaba el cuello de Park, aquel televisor seguía en una posición sobrenatural. Lo lanzó y éste rebotó contra el pie de el castaño, y un grito agónico salió de sus labios, y desgarra a toda su garganta, se desgarró al ver su pierna doblada, con los huesos rotoa y uno de estos sobresalió por su pantorrilla, destilando sangre. Jeon se detuvo para así mirar a Taehyung, manteniendo aquella sonrisita, aquella sonrisita que tenía Kim cada vez que lo golpeaba hasta cerrar los ojos. Taehyung lo miró, lo miró con el mismo horror con el que había visto su cadáver. Sentía que estaba paralizado, y Jungkook dio pasos lentos hasta quedar frente de aquella persona que amo alguna vez, que amo alguna vez en su corta vida. Aquel alma satánica se sentó sobre Taehyung a horcajadas, disfrutando de ver el miedo en sus ojos cuándo deslizaba la punta del arma sobre su rostro, haciendo un par de cortes sobre su piel canela. Y después de unos segundos, Jungkook se digno a hablar.
– Es difícil ser lo que necesitas tras una pantalla estética... – le dio una mirada a aquella televisión que estaba sobre el suelo, cubierta por la sangre de Jimin, el cuál miraba a aquella alma con miedo. – He estado tratando de hablarte por semanas, y semanas... – volvió a mirar a Taehyung, perdiéndose en aquellas esferas cristalinas por las lágrimas retenidas del mayor. – Abro mi boca y todo lo que sale es ruido blanco y sonidos incomprensibles. – acercó un poco su rostro al de Taehyung, rozando con su nariz y permitiéndose detallar sus orbes. – Y todo lo que haces es rechazarme, rechazarme tan solo por estar con ésta puta. – movió su cabeza hacia la derecha de forma leve, señalando a él castaño, el cuál sentía que iba a desmayarse en cuestión de segundos. – Sabía que me engañabas, TaeTae, pero no pensé que ibas a caer tan bajo... – su sonrisa se mantenía, y esta nisiquria se borró cuando depositó un beso casto sobre los labios del chico frente a él.
– J-jungkook, detente. – El mencionado soltó varias carcajadas.
– Yo te decía esa frase casi todos los días de mi vida. – Taehyung miraba con horror la cara demacrada de Jeon, pudiendo ver cómo del lugar dónde iría su ojos, tan sólo soltaba sangre, sangre de una herida abierta. – Te la dije hasta el día en que me asesinaste.
– Yo no...
– Si, Tae, me mataste. – dijo en un susurro, provocando que Taehyung temblara. – Querías matarme hace tiempo.
– No.
– ¿No? Yo diría que sí. – deslizó el cuchillo por sus clavículas. – Cada noche que llegabas a casa y me golpeabas, y oh, como pedía que te detenieras, pero me golpeabas hasta que te cansabas y venías a follarte a la zorra de Park Jimin. – asintió. – Dime, ¿ya no te satisfacía? ¿Jimin te la chupaba mejor que yo? – preguntó, ofendido. – Quiero que recuerdes para toda la eternidad que yo era la única puta persona en el planeta que te daba la mejor follada de tu vida, amor mío. – agradó su sonrisa, mostrando sus dientes. – Y quiero que estés conmigo toda la eternidad, amaría estar a tu lado hasta el fin del mundo, eso fue lo que me prometiste una vez.
Prometo estar a tu lado hasta el fin del mundo. Recordó sus palabras.
– Por eso, sólo hay una forma de que eso pase.
Jungkook aguantó el cuchillo con ambas manos y lo clavó de golpe en su estómago, escuchando sus gritos agonizantes después de ésto. Comenzaba a escupir sangre, y Jungkook vio cómo lo hacía con fascinación, acercándose a sus labios y besarlos, mientras ambos se bañaban en aquel líquido carmín que Jungkook detestaba.
Aunque ya no tanto, ya que le gustó sentir el sabor metálico de la sangre de su amado empapar su boca.
Taehyung se ahogó con su propia sangre, a demás que la hemorragia de su abdomen no fue detenida, y para terminar, Jungkook clavó el cuchillo en su ojo izquierdo, dejando la misma situación de cómo había muerto él. Miró al lado contrario viendo cómo Jimin se encontraba desmayado, no estaba muerto. Y no dejaría que pasara, por eso detuvo la hemorragia interna para que el castaño siguiera con vida.
A la mañana siguiente, Jimin fue arrestado por el homicidio de Jeon Jungkook y Kim Taehyung, pero el gobierno decidió encerrarlo en el manicomio al escuchar el relato que había contado, y pasaría el resto de su vida en el lugar dónde lo iban a mirar como una persona no estable mentalmente. Mientras tanto, el alma de Taehyung estaba junto con la de Jungkook, y Jeon no permitirá que nada los vuelva a separar, y así, estarían juntos para toda la eternidad, justo cómo habían prometido ambos chicos.
Es difícil ser lo que necesitas a través de una pantalla estática.
He estado tratando de hablarte durante semanas, y semanas.
Abro mi boca y todo lo que sale es ruido blanco y sonidos incomprensibles.
Y todo lo que haces es rechazarme.
Estoy viendo, estoy esperando, estoy sufriendo, es sofocante.
Estoy respirando, estoy hablando, estoy gritando por ti.
The End.
meetallica_xboy ©
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