O1
Aquella pareja se encontraban dando un paseo por el bosque, fue la única idea que a Taehyung se le había ocurrido para salvar la relación tan inestable que mantenía con Jungkook. Le gustaba estar con él, y a veces disfrutaba más con él que con su amante, ya que Jungkook lo hacía llegar al cielo con las noches de pasión que compartían.
O más bien, al infierno.
Jungkook no estaba nada feliz con su novio, tenía grandes sospechas de que solía compartir los días en que supuestamente iba al "trabajo" con alguien más, varias veces había llegado a casa con un olor a perfume desconocido, o podía mirar aquellas marcas rojizas que cubrían su piel color canela. Taehyung le había invitado a dar un paseo por el bosque, según el para despejar la mente y tener una salida donde serían sólo ellos dos en un ambiente romántico. Si, romántico, Jungkook se tomó demasiado enserio esa palabra, pero ese pensamiento de una caminata romántica desapareció cuándo su espalda chocó contra el tronco de un árbol y Taehyung comenzaba a besar sus labios de forma desenfrenada y intensa, el tan sólo continuó lo que Kim había dado inicio.
Las manos de Taehyung estaban sobre la cintura de él más menor, mientras que los brazos de Jungkook yacían alrededor del cuello de su adverso, ya sabían en que iba a parar ese beso tan subido de tono cuándo sus genitales se rozaron. El beso bajó por el mentón de Jeon, su quijada, su cuello, besaba cada lugar de forma lasciva, pero Jungkook detuvo todo al ver aquellas marcas en las clavículas de su pareja, otra vez, y ya estaba agotado de ocultar su disgusto.
– ¿Qué carajo es eso, Taehyung? – cuestionó. – ¿Son chupones?
– No es lo que tú crees, amor, ya hablamos sobre ésto. – le restó importancia y recibió una mirada molesta de su noviecito.
– ¿Ahora que mentira me dirás? ¿Te quemaste? ¿Te golpeaste por accidente? ¡Estoy harto de todo esto, Kim Taehyung! – exclamó. – Estoy sufriendo, y eso es sofocante.
Jungkook le dio la espalda a Taehyung para así caminar hacia el frente en lo que sus manos iban hasta su camisa para así abotonarla, mientras los árboles podían ser testigos de la discusión de la pareja, Taehyung lo perseguía gritando su nombre, pero era en vano. Jungkook se detuvo al llegar al final de aquel bosque, quedando a su vista el suelo rocoso y un acantilado, su cuerpo tomó la dirección contraria a la vez de Kim tomó su brazo.
– Y yo estoy harto de todos tus putos celos, Kook. – Jungkook sintió temor al ver los orbes de Taehyung echando chispas de lo molesto que se encontraba, mostró plena sumisión en ese momento y dio un paso hacia atrás, la voz de su mayor se iba alzando cada vez más, mientras lo apuntaba con un dedo. – Yo puedo hacer lo que me de la gana, Jeon, ¿acaso tu decides lo que debo hacer o no? – dio otro paso hacia atrás al ver cómo se iba acercando más a él. – No me gusta cuándo te vuelves posesivo, Kookie, ya te lo he dicho antes. – intento que su voz sonara dulce, cosa que asustó más al rubio, retrocediendo una vez más.
– T-taehyung, detente. – dijo en un hilo de voz, en lo que mordía sus belfos en un intento de retener sus sollozos.
– ¿O qué? ¿Me vas a dejar? Sabes que no puedes hacerlo, porque me amas. – Taehyung avanzó más a Jungkook. – Y nunca amaras a alguien más.
Cuando Jungkook dio un paso más hacia atrás, el suelo se había terminado, resbaló y su cuerpo cayó. Esa fue la gota que derramó el vaso lleno de sangre, haciendo que aquel líquido carmín tiñiera el suelo y los cristales rotos. En lo que su cuerpo caía en cámara lenta, Jeon miraba a su novio con horror, sabiendo lo que le esperaba.
– ¡JUNGKOOK!
Fue lo último que Jungkook logró escuchar, las palabras tan crueles de la persona que llegó a amar alguna vez. Alzó su mano hacia arriba con la intensión de que aquel chico iba a atraparlo, pero no fue así. Sus luceros oscuros permanecieron abiertos hasta el final, incluso después de éste. Sintió como si millones de cuchillos hayan apuñalado su cuerpo, y esa idea no estaba muy lejos de la realidad. Aquellas rocas eran demasiado filosas, duras y grandes, aquel lugar estaba lleno de rocas punzantes, y una de ésta llegó a atravesar su cabeza del golpe tan fuerte. Una atravesó su abdomen, del cual comenzó a correr sangre como una cascada, aquel líquido carmín llegó a cubrir a aquel chico tan angelical que alguna vez fue tan inocente como un niño pequeño.
Taehyung vio la escena con horror y lo único que se le ocurrió fue salir corriendo, olvidándose que la persona que había muerto fue aquel chico que en algún momento de su vida pudo haber amado con locura y prometerle estar con él toda la eternidad, se olvidó de todos los momentos agradables que pasaron juntos, de su baile de graduación, de su primer beso, su primera cita, su primera vez. Se olvidó de quien era y lo miró cómo un desconocido ve a otro, olvidó las palabras asesinas que había dicho para que su más grande amor hubiese terminado en esa situación. Tan sólo lloraba y gritaba de miedo, horror, ya que no podía dejar de pensar en él momento en que Jungkook cayó, en el momento que impactó de una forma tan grotesca contra el suelo rocoso y terminó muerto, era un video sin fin en su mente. Aquellas esferas cristalinas de color negro que solía admirar con adoración cuándo tenía dieciocho años, ahora estaban teñidas por aquel líquido carmín que tanto detestaba ver, que ambos detestaba ver. El cuerpo del cual se había adueñado tantas veces, que había tocado, estaba destrozado, sus huesos se habían roto, y aquel abdomen que besó tantas veces, había sido apuñalado por el mismísimo demonio, haciendo aquel líquido cubriese por completo a Jeon Jungkook, la única persona que llegó a amar en algún momento de su vida. Y es cómo si el tiempo se hubiese detenido, porque era increíble que la persona que hace apenas unos meses amaba, estuviera muerto.
El estaba respirando, estaba gritando por él, y nunca lo escuchó. Dejó de mirarlo con amor después de haber terminado en una cama desconocida, dejó de amarlo desde que empezó una relación con Park Jimin, dejó de sentir mariposas en el estómago cuándo veía a Jungkook desde que entró en una discoteca por primera vez. Todo se desmoronó cómo una montaña tras un terremoto, todo colapsó y se fue cayendo todo, todo lo que habían construido desde el inicio de la secundaria, todo el amor que se habían dado y que habían sentido el uno por el otro, pasó a la historia.
O simplemente, uno de ellos seguía amando.
Una persona muy molesta, o quizás, ya no persona.
Jungkook estaba gritando, gritos que nadie escucharía, y gritaba hasta quedarse afónico. Los gritos se disfrazaban con el frío abrasador que envolvía a Taehyung cómo si fuese una manta en aquella tarde. Sus gritos fueron desapareciendo y lo sustituyeron sus lágrimas, lágrimas de dolor remplazadas por la lluvia, lágrimas de un dolor que jamás pararía de doler, lágrimas de un dolor provocado por Taehyung, lágrimas que no cesarán jamás de los orbes de Jungkook. Esta viendo, viendo como Taehyung se iba sin siquiera despedirse, sin decirle que lo ama a una vez más; ¿por qué te vas? Jungkook susurró, un susurró remplazado por relámpagos, Taehyung seguía corriendo sin una dirección fija. Estaba esperando, esperando a que Taehyung volviese y le diera un fuerte abrazo, que le dijera que es una pesadilla, que no ha pasado nada malo. Deseaba despertar de aquella terrible pesadilla y tener dieciocho años otra vez donde amaba a Taehyung incondicionalmente, no ser un chico de veintidós años donde amaba y no era recíproco. Esperaba que al día siguiente tuviera que ir al colegio acompañado de su novio, y escuchar un "te amo" de sus labios a toda hora.
Tristemente, esa no era la realidad. Taehyung no lo amaba, menos amaría a un muerto, no lo amaría de nuevo, ya había dejado de hacerlo hace mucho tiempo y eso lo enfureció, un enojo remplazado por los rayos de aquella tarde tormentosa. Mientras su cuerpo era empapado por la lluvia que eliminaba los rastros de sangre, su alma veía la escena con temor, enojo, un sinfín de emociones.
Temor; temor a no volver a vivir, temor a tener que divagar por las calles cómo un alma en pena. Temor a que Taehyung lo borre de su vida para siempre.
Enojo; Enojo por no estar vivo, por haber amado a Tae y recibir ésto a cambio, por haber amado a quién no le correspondía y terminar con el corazón roto de forma moral y literal incluso. Enojo por saber que en la mente de Kim yacía otro nombre que no era el suyo.
Intentaba recuperar su cuerpo, cosa que fue en vano. Seguía llorando y gritando, y cada vez, la lluvia se intensificaba aún más. Taehyung llegó a su casa cubierto por la llovizna, subiendo hasta el baño y deteniéndose sobre el lavamanos, colocando sus manos sobre el mármol que cubría a éste y apretandolo, manteniéndose cabizbajo, sollozando. No sabía que mirar, que sentir, que pensar, que hacer, lo único que se escuchaba era su respiración agitada, reproduciendo la imagen de su novio cayendo por el precipicio. Muerto, muerto, Jungkook está muerto. Eran las únicas palabras de su cabeza.
¿Había sido su culpa? ¡Claro que no! Jungkook caminó sólo hasta el borde del precipicio, el se lanzó, el se suicidio. ¿Qué debía sentir? Nada, ¡nunca sintió nada por ese niño! El nada más buscaba llamar la atención. ¿Qué debía hacer? Quizás dejar de reproducir la imagen del cadáver en su cabeza y pasar una noche en la cama de Park para olvidarse de aquel chico.
De aquel chico que amó, pero ahora lo niega rotundamente.
Decidió tomar una ducha y deshacerse de cada pensamiento sobre Jungkook en su mente, deshacerse de cada cosa que le recordaba a Jeon Jungkook, una persona que debía eliminar para siempre de su vida. Al salir de él baño y haberse vestido con ropa seca, entró a su habitación dando un portazo, colocó en una bolsa de basura aquella cámara profesional en la que Jungkook se había gastado todos sus ahorros para darle un regalo de aniversario a Taehyung, ya que él quería ser fotógrafo. Desechó todas las cartas de amor escritas por Jeon, el peluche de oso que le regaló en San Valentín, incluso el collar que llevaba puesto con su inicial, collares de pareja que se habían regalado mutuamente. Álbumes de sus bandas favoritas de Kpop, oh, como le dolió mandar a la basura aquellos álbumes de Big Bang, 4minute, 2Ne1 y H.O.T, junto a aquella libreta, aquella libreta dónde hacían dibujos y intentaban escribir una canción. Todo a la basura. Vio todos los marcos de fotos que contenían fotografías con Jungkook, desechó todas y cada una de esas fotografías, no sin antes romperlas con odio.
¿Por qué tanto odio? ¡Nunca había sido feliz a su lado! Claro, eso pensaba, pensaba en todo lo malo, poniendo a Jungkook como el villano de la historia.
Aquella bolsa cargada de los recuerdos más hermosos que llegó a vivir, aquella bolsa fue enviada directamente a la basura. Mandó a la basura las mejores experiencias de su vida, mandó a la basura cada y uno de los recuerdos que vivió con Jeon Jungkook, una persona de la cual quería olvidarse de ahora en adelante.
Como había dicho antes, al parecer su muerte fue la gota de sangre que derramó el vaso, pero aquel vaso se cayó y creó un gran estruendo contra el suelo, los cristales era cada uno de los momentos que habían vivido, y la sangre, cada lágrima derramada por Jungkook por no poder volver a ser feliz con su amado, oh, su amado, lo llamaba así en preparatoria. Los cristales que representaba sus recuerdos más hermosos de su vida, fueron desechados en un contenedor de basura, sin más, como si no significara nada para él. Apretaba los puños y sus dientes castañeaban por su enojo. Enojo, porque había visto a Taehyung eliminar cada uno de sus regalos y recuerdos, enojo por ver que es remplazado por los marcos de sus fotografías. Había un nuevo rostro en la funda de su almohada, y no era específicamente el suyo.
Era el de Park Jimin, el chico que le había arrebatado de sus brazos a el amor de su vida. El chico con el que su chico compartía aquellos días en el que supuestamente trabajaba. El chico que hizo que Taehyung lo borrara de su vida. Y lo enojaba tanto...
Pero lo seguía amando, aunque Taehyung no lo hiciera, lo amaba cómo la primera vez.
Llega la noche en que apagaba las luces y cierra las persianas, es la segunda semana en que intenta contactarse con Taehyung mediante aquel televisor antiguo. Pero Taehyung lo rechazaba, pensaba que la televisión estaba defectuosa, y le daba golpes para que funcionará, y Jungkook sentía esos golpes sobre su piel de porcelana. Tan sólo deseaba interactuar con Taehyung una última vez, sólo una vez más...
Eres un masoquita, Jeon Jungkook. Y bien que lo sabía, las personas con las que tenía contacto se lo repetían. Claro, cuando estaba vivo, porque ya no lo estaba, por su culpa, todo por su culpa. Todo por culpa de Taehyung. Podía ver como Kim estaba frente a él espejo de su habitación, iba vestido con una camisa de mangas largas que cubrían hasta sus muñecas, y su estampado eran de líneas blancas y negras. Encima llevaba una camisa holgada de color negro con el logo de alguna banda, junto a unos jeans y unas zapatilla del mismo color. Podía ver ojeras bajo sus ojos, las cuales cubría con un poco de maquillaje.
– A veces te necesito... – dijo en un susurro, dándole una mirada a su escritorio.
Es difícil ser lo que necesitas a través de una pantalla estática, abro mi boca y todo lo que sale es ruido blanco y sonidos incomprensibles. Susurró el rubio.
Jungkook pudo observar que encima de su escritorio había un libro, su libro favorito, el que Taehyung sólo había leído porque era el favorito de su novio. Un sollozo se escapó de los labios de Jungkook, ocasionando que la pantalla de aquel televisión se encendiera. Taehyung tan sólose dedicaba a apreciar su reflejo y arreglar las mangas de su camisa.
El espectro de Jeon intenta avanzar hacia Taehyung, pero lo único que el siente es un escalofrío recorrer su espina dorsal, coloca su mano sobre su nuca y que queda mirando el espejo, en lo que una sonrisa no tan amigable, aparece en su rostro, en aquel rostro dónde había visto infinitas veces una sonrisa sincera, pero ahora era todo lo contrario.
– Te lo merecías.
Y esas palabras hizo que el alma de Jungkook doliera, su mano se mantuvo sobre su pecho y el rubio se sentó sobre el suelo, en la esquina de el mueble donde estaba aquel televisor. El televisor volvió a ser encendido, Jungkook lo encendió y lo que se pudo apreciar fue el canal de las noticias, y en primera plana, se podía ver su cuerpo siendo cubierto por una sábana blanca.
Se encuentra el cuerpo de un joven en un acantilado, se estima que debe tener dos semanas de fallecido y lo han identificado como Jeon Jungkook, un joven de veintitrés años nacido el primero de septiembre de mil novecientos ochenta y siete, fallece el diez de agosto del dos mil diez. La policía está investigando el caso, pudo haberse suicidado o alguien puede ser el culpable de su muerte. Expresamos nuestras condolencias a la familia Jeon.
Y ahí, Taehyung pensó que su corazón se iba a detener de un ataque. Ya que todas las sospechas caerían sobre él, su vida sería un infierno, un infierno del cual nunca podría salir.
Claro, si el fue el asesino...
Y sus pensamientos no iban muy desencaminados.
meetallica_xboy ©
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