0.6
Llegamos a una sala que tenía una mesa con una sábana verde. Supongo que ahí me van a poner para inyectarme. Justo como predije, mi amo me puso encima de la sábana. Un par de minutos después, ya me habían puesto las vacunas, realmente habían dolido pero allí estaba mi amo tratando de tranquilizarme. Era el mejor amo del mundo. Me pregunto si me tratará igual cuando se entere que soy un híbrido. Aún no quería descubrirlo.
Después de ponerme las vacunas, mi amo dijo que me merecía un premio por ser un buen chico. Si supiera que me toqué pensando en él no creo que me considere un buen chico de nuevo.
Mi premio fue un hermoso collar con el nombre que mi amo me había dado, la tira era negra lo cual resaltaba con mi pelaje blanco y las letras era doradas. Me gustaba mucho especialmente porque me lo había dado mi amo.
Estaba tan feliz que ya se me había olvidado lo de las vacunas. Nos fuimos para la casa, ambos muy felices. Al llegar mi amo se cambió de ropa y fue a la cocina para hacer su comida y servirme la mía, a mi me gusta la comida de gatos pero me gustaría probar la de mi amo y también probarlo a él.
Cuando el se sentó para comer, dejé mi comida de lado y salté a su regazo — No quieres tu comida ¿Y vienes a pedir de la mía? — dijo mi amo y maullé en respuesta de un "Sí" — No, los gatos deben comer su comida no la de los humanos — solté un maullido lastimero y me baje de su regazo saltando. Me fui a comer mi comida, no podía desobedecer de todas formas, es mi amo.
Un mes después
Todo estaba normal, mi amo me daba cariñitos todos los días y me cuidaba mucho. Todos los días eran geniales y él aún no había descubierto que era un híbrido y yo a veces cuando estaba solo me tocaba pensando en él y todas las veces que lo había visto desnudo, como en este momento. Mi amo estaba en la universidad mientras yo estaba gimiendo con dos dedos en mi entrada y la otra mano masajeando mi miembro. Mi cara estaba roja, mis orejas caídas pero por el placer, mi cola estaba estirada en el aire ya que estaba en cuatro, hace un par de días había descubierto que en esa posición era mucho más placentero tocarme. Mi boca estaba abierto soltando muchos gemidos bajos al auto complacerme — Agh... — me vine con un gemido mucho más alto que los anteriores. Dejé mi cuerpo caer después de haber sacado mis dedos de mi entrada. Hubiera preferido que mi amo me hiciera todo y mucho más de lo que he hecho pero no me atrevía a decirle la verdad, Hasta ese día. . .
Eran las 6:45 y mi amo estaba jugando video juegos con su ""Mejor amigo" en la sala. No sabía que me pasaba pero cada vez que su amigo quería tocarme, yo me alejaba corriendo y mi amo solo decía que yo era tímido sin siquiera prestarme atención. Yo quería que mi amo me cargara y acariciara como todos los días anteriores. Yo quería que su amigo se fuera, por eso cada vez que podía arañaba sus brazos y me iba corriendo y mi amo me decía que no lo hiciera más pero yo no quería hacerle caso. Seguí haciéndolo hasta que se que se fue a las 8:30 ¿Realmente no tiene nada que hacer o que le pasa por quedarse tanto tiempo?
Cuando él se fue mi amo me cargó y me llevó a su cuarto, se sentó en la cama y me puso en sus piernas.
— ¿Porqué hiciste eso, Bang? Él es mi mejor amigo, no lo vuelvas a hacer — decía mi amor, estaba hablándome muy duro sin saber mis razones por eso no aguanté y me transforme a humano.
Autora pov.
El antes gatito se había convertido en un humano que estaba como había sido traído al mundo, desnudo. Su cuerpo que antes no ocupaba ni la mitad del regazo de Seungmin, ahora estaba sentado completamente sentado en él y las piernas a cada lado de las de Seungmin. Este estaba con los ojos muy abierto, ¿No le estaba hablando hace rato a un gatito blanco? Ahora tenía un hombre con el pelo blanco, orejas de gato sobresalían de este y una cola que Seungmin no hubiera notado si esta no le hubiera agarrado la mano como una cuerda.
— Es que tú no me has prestado atención hoy, nada más decías "que bien lo hiciste, Félix" o "Sigamos jugando, Félix". Yo soy tu mascota y no me has dado ni siquiera un poco de caricias desde que llegaste de la universidad, nada más prestándole atención al estúpido rubio. ¿Y qué pasa conmigo? ¿No te importo ya? ¿No me quieres más? Si es así porque no me dejas en la calle, ¡Hazlo y así ambos nos desaseemos de esta estúpida plática, te libras por fin de lo que no quieres. . .! ¿¡Porqué no dices nada!? —
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