Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

capítulo nueve

Narra Delia.

El sol entra por las rendijas de la persiana, iluminado la habitación. Me levanto alrededor de las nueve.

Bajo a la cocina, donde mi madre ya está preparando el desayuno.

— Buenos días, cariño. ¿Qué quieres para desayunar? — me pregunta con una sonrisa.

— Un zumo y unas tostadas, mamá.

Me siento en la mesa, y mientras disfruto de mi desayuno, reviso mi móvil. Entre los mensajes de Lucía y un par de notificaciones de Instagram, veo un mensaje de Pau.

Pau 🧡

¿Vas a ver el partido?
Lo daré todo en el campo.

Lo veré. Mucha suerte, estaré animándote
desde aquí.

Termino el zumo y subo a mi habitación. Decido dedicar la mañana a ordenar un poco las cosas y adelantar trabajo de la universidad. Abro el portátil y reviso unos apuntes, mientras hago un esquema de uno de los temas de Psicología Social.

A media mañana, mi perro, Caramelo, entra dando pequeños saltos, reclamando atención.

— Vale, vale, vamos a salir un rato — digo entre risas, poniéndome las zapatillas.

Salgo a dar un paseo por el parque más cercano, disfrutando del aire fresco y observando como Caramelo se divierte correteando. De vuelta a casa, reviso la hora. Ya son casi las doce, así que decido darme una ducha rápida antes de almorzar.

En la mesa, el ambiente es animado. Mi madre ha preparado rosada al horno con patatas, uno de sus platos favoritos.

— Hoy juega el Barcelona, ¿vas a verlo? — pregunta mi padre cortando un trozo de pescado.

— Claro, papá. Pau juega, así que no me lo pierdo.

— ¿Ese chico que es jugador del Barcelona? ¿Lo conoces? — interviene mi madre.

— Es mi amigo — respondo, poniéndome algo nerviosa.

— Pues dile que meta un gol, que les hace falta — bromea mi padre, haciéndonos reír a todos.

Tras terminar de comer, recojo la mesa junto a mis padres y me acomodo en el sofá, lista para ver el partido. La mañana había sido tranquila, pero ahora me encuentro un poco emocionada por ver jugar a Pau.

El reloj marcan las cuatro y cuarto de la tarde. Estoy sentada en el sofá junto a mi padre, ambos listos para ver el partido entre el Girona y el Barcelona. Mientras intento no estar demasiado nerviosa por Pau, mi padre comenta las expectativas del encuentro.

— Hoy seguro que ganamos, Delia. Aunque el Girona no es un rival fácil, el Barça tiene más calidad — asegura mi padre.

— Esperamos, papá. Además, Pau está jugando muy bien, seguro que destaca — comento, tratando de no sonrojarme al mencionarlo.

El partido comienza con intensidad. El Girona, que juega en casa, muestra desde el inicio que no se lo va a poner nada fácil al Barça. En el minuto 15, tras un contraataque bastante rápido, el Girona marca el primer gol.

— Bueno, esto acaba de empezar. Ya verás como seguro que el Barça remonta — dice mi padre, aunque con el ceño fruncido.

— Todavía queda mucho partido — añado mirando el televisor.

El Barcelona reacciona rápidamente. En el minuto 34, tras un pase perfecto de Pau, Raphinha anota el gol del empate.

— ¡Eso, Pau! ¡Qué asistencia! — exclamo, sin poder contener la emoción.

— Ese chico tiene vista, Delia. Ha estado genial colocado — comenta mi padre, maravillado.

En el segundo tiempo, el Girona vuelve a sorprender con un gol en el 56, tras una jugada colectiva que ha pillado desconcertada a la defensa culé.

— ¡Qué fallo defensivo! Eso no debería pasarle al equipo — dice mi padre, frustrado.

— Tranquilo, papá. Lograrán empatar — respondo.

En el minuto 78, Pau aprovecha un rechace frontal en el área y, con un disparo colocado, marca el gol del empate.

— ¡Golazo de Pau! ¡Qué emoción! — grito poniéndome en pie.

— Ese chaval hará grandes cosas. Es un pedazo de jugador, Delia — afirma mi padre, con una sonrisa.

El partido termina en empate 2 - 2.

— Al menos no hemos perdido. Y, Pau ha estado brillante. Va a ser una estrella, ya lo verás — concluye mi padre.

— Lo sé, papá, lo sé.

El reloj marca las siete de la tarde, y yo estoy en mi habitación revisando mi armario. Frente al espejo, sostengo un vestido negro ajustado en una mano y una blusa blanca con vaqueros en la otra, mostrándome algo indecisa.

— ¿Qué me pongo? — murmuro para mí misma, mirando ambas opciones.

Finalmente, me decido por la blusa blanca, elegante pero sencilla, combinada con unos vaqueros de talle alto y unos botines negros. Al fin y al cabo, es una pequeña fiesta, pero quiero ir cómoda. Me suelto el pejo, dejando que caiga en suaves ondas, y me aplico un maquillaje ligero: máscaras de pestaña y un toque de brillo en los labios.

A las ocho menos cuarto, bajo las escaleras mientras mi madre me observa desde el salón.

— ¿Te vas ya? — me pregunta con una sonrisa.

— Sí, vienen a recogerme. Es una fiesta tranquila, no te preocupes.

— Tranquila estoy. Pero avísame si necesitas algo, ¿vale?

— Lo haré, mamá.

Justo en ese momento, suena un claxon del coche. Abro la puerta encontrándome a Pau fuera de este, y a Fermín dentro.

— Hola — saludo con una sonrisa.

— Hola, Delia. Estás guapísima — dice Pau, mirándome fijamente. Fermín se baja del coche, acercándose a mí con una sonrisa divertida.

— Gracias. Tú también vas muy bien — respondo, algo sonrojada.

— Encantado, Delia. Soy Fermín.

Nos saludamos con dos besos y entramos al interior del coche. En el coche, Fermín conduce mientras Pau y yo hablamos animadamente en los asientos traseros.

— Por cierto, esta noche conocerás a Berta, mi novia — comenta Fermín, sin apartar la vista de la carretera.

— ¿Berta? — pregunto, interesada.

— Sí, aún no conoce a todos estos, solo a Gavi. Seguro que os lleváis bien.

Al llegar a casa de Gavi, la música se escucha desde la entrada, pero no excesivamente alta. La decoración es sencilla. Pau abre la puerta y entramos los tres juntos.

Dentro, Fermín localiza a Berta, una chica de cabello castaño claro y ojos verdes.

— Berta, esta es Delia — dice Fermín, colocando una mano en el hombro de su novia.

— Encantada de conocerte — dice Berta con una sonrisa mientras me abraza.

— Igualmente — respondo, sintiéndome cómoda al instante.

La conversación fluye fácilmente entre nosotras.

La fiesta apenas ha comenzado, y no puedo evitar sentirme un poco fuera de lugar al principio. Aunque la presencia de Pau me tranquiliza.

Pau me guía hacia un pequeño grupo que charla animadamente, cerca de la mesa de las bebidas. Ahí están Gavi, Pedri y algunos más.

— Chicos, os presento a Delia — dice Pau con una sonrisa, colocando suavemente una mano en mi espalda. — Delia, ellos son compañeros de equipo, de los más pesados.

— ¡Eh, habla por ti, Cubarsí! — bromea Gavi, haciendo reír a todos. Luego se gira hacia mí, para dejar dos besos en mis mejillas. — Encantado, soy Gavi. Aunque, seguramente ya lo sabrás.

— Encantada — respondo, riendo.

— ¿Así que tú eres la famosa Delia? — pregunta Pedri.

Lamine levanta las cejas con una sonrisa burlona.

— ¿La famosa Delia? — pregunta Ansu, cruzándose de brazos y mirando a Pau con curiosidad.

— ¿Ah, sí? — arqueo una ceja mirando a Pau. Él, visiblemente incómodo, se lleva una mano a la nuca mientra los demás no dejan de reír.

— Bueno, no exageréis — intenta defenderse.

— Claro, claro, no exageramos. Solo que Pau se pone como un tomate cada vez que te mencionamos — comenta Lamine.

— Exacto — añade Fermín, que acaba de llegar con Berta justo en el momento, para escuchar el comentario de Lamine. — Hasta en el entrenamiento anda despistado últimamente.

No puedo evitar reírme. Miro a Pau, que está completamente ruborizado y con una media sonrisa, haciéndolo parecer más guapo incluso.

— No sabía que causo tantos extragos en tus entrenamientos — comento con un tono juguetón.

— Y no solo en los entrenamientos — añade Héctor. — El otro día en el gimnasio, Pau dejó caer una pesa porque estaba mirando el móvil con una sonrisa.

— Vale, basta ya — Pau levanta las manos en señal de rendición, aunque no puede evitar reírse. — ¿Os habéis puesto todos de acuerdo o qué?

— Obvio, Pau. Estamos aquí para apoyarte — dice Gavi.

Cada vez me encuentro más cómoda con el grupo. Es evidente, que Pau tiene buenos compañeros. El ambiente cálido y bromista me hace olvidar mis nervios iniciales.

— Bueno chicos, creo que es suficiente — dice Berta, guiñándome un ojo. — Pobrecito, lo vais a dejar sin palabras.

— Ya está acostumbrado — bromea Lamine.

Pau me coge de la mano y me mira.

— ¿Quieres algo de beber? — me pregunta.

— Sí, claro — respondo sonriendo.

Mientras nos alejamos para ir a por nuestras bebidas, escuchamos como el grupo sigue soltando comentarios entre risas.

— Buena elección, Pau — grita Gavi.

Miro a Pau divertida.

— Tus amigos son todo un espectáculo.

— Sí, lo sé — responde él rodando los ojos. — Aunque, también un poco pesados.

— Lo sé — digo, apretando ligeramente su mano. — Me caen bien.

La música retumba en el salón mientras el grupo se anima cada vez más.

— Chicos, vamos a hacer un karaoke improvisado. El que lo haga peor, se lleva un castigo — propone Gavi.

— ¿Qué tipo de castigo? — pregunta Berta.

— Eso ya se verá — responde Pedri.

— Yo paso — dice Pau rápidamente.

— Nada de eso, Cubarsí — replica Gavi, señalándolo. — Tú y Delia sois el dúo estelar de la noche. Vais juntos.

Abro los ojos totalmente sorprendida.

— Espera, ¿por qué yo también?

— Porque eres la invitada especial, y Pau necesita apoyo — dice Lamine, ganándose las risas de todos.

Sin poder negarnos, Pau y yo terminamos aceptando. El grupo escoge la canción Bailando de Enrique Iglesias, que parece fácil hasta que llega el estribillo.

— Venga, dalo todo, Pau — grita Fermín desde el sofá, grabando con el móvil.

Pau un poco avergonzado intenta seguir el ritmo, pero entre cantar en español y los gestos exagerados hacen que todo el mundo estalle en carcajadas. Por mi parte, no puedo parar de reír mientras trato de acompañarlo.

Cuando llega el turno de improvisar un pequeño baile, Pau tropieza con la alfombra, casi cayéndose, por lo que tengo que sujetarlo.

— Cuidado, que nos quedamos sin defensa — grita Pedri entre risas, mientras Lamine se seca las lágrimas de tanto reír.

Cuando terminamos, ambos nos dejamos caer al sofá, agitados e agotados.

— Esto ha sido una humillación — digo, intentando recuperar el aliento.

— Pero una humillación divertida — añade Pau, sonriendo.

El grupo, mientras siguen riendo, declaran que oficialmente hemos sido los peores de la noche. Aunque, bien que se han hartado de reír.

— Lo que está claro, es que Pau no puede cantar ni bailar — bromea Héctor.

— Pero al menos lo intento — responde Pau.

La fiesta continua animada, con música, risas y conversaciones dispersas por toda la casa. Pau y yo nos encontramos en el jardín, un poco alejados de los demás.

— ¿Te lo estás pasando bien? — me pregunta Pau, apoyándose en la barandilla de madera y mirándome.

— Mucho — respondo con una sonrisa sincera. — Aunque tengo que admitir que el karaoke ha sido un poco traumático.

Pau suelta una risa, mirando al suelo antes de volver a alzar la mirada hacia mí.

— Creo que te subestimas. Sin ti, habría sido mucho peor.

— Sí, claro — respondo, rodando los ojos con una sonrisa divertida. — Pero ha sido divertido.

Un silencio cómodo se instala entre nosotros, mientras ambos miramos el cielo. Noto como Pau se gira hacia mí.

— Me alegra que hayas venido esta noche — dice.

Lo miro sonriéndole.

— A mí también me alegra estar aquí. Contigo.

Ambos nos volvemos a quedar en silencio, la cercanía entre nosotros se intensifica con cada segundo que pasa. Pau da un paso hacia mí, inclinándose un poco.

— ¿Sabes? Desde que te conocí en aquel banco, no he podido dejar de pensar en ti.

Siento como mis mejillas empiezan a calentarse y como mi corazón late con fuerza.

— Me pasa lo mismo, Pau.

Con una sonrisa, Pau alza una mano para apartarme un mechón de pelo que cae sobre mi rostro. Se inclina y me besa.

El beso es lento, dulce, lleno de sentimientos. Cuando nos separamos, ambos sonreímos.

— Creo que este será mi momento favorito de la noche — susurro.

— Y el mío — responde Pau, acariciando mi rostro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro