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Capítulo 4. Ahmet, anā 'uḥibbuka

"Las frías manos de aquel hombre acariciaban sus brazos mientras él solo podía derretirse de amor con cada roce. -Ahmet-susurró una voz diferente, mucho más grave y sombría pero que a la vez le producía tantas sensaciones que le hacía erizar la piel -Ahmet, anā 'uḥibbuka-repitió la misma voz.

Llevó la vista al suelo avergonzado por aquellas palabras y contempló las manos adornadas por aquel precioso anillo una vez más entrelazadas con las suyas. Luego todo se nubló"

Se despertó unas horas después de su llegada tras la presentación como si le hubiese pasado un mamut por encima. entre el sueño que había vuelto a repetirse, esta vez un poco más completo y la noche en vela, se sentía totalmente agotado. Lo primero que hizo tras mirar la hora en su móvil fue encender el ordenador para buscar acerca de la palabra que había oído gritar a las voces del museo y que luego había escuchado en su sueño. Probó varias combinaciones pero el buscador no arrojó ningún resultado que le dijese que podía pasar así que lo introdujo en un traductor de egipcio antiguo y después de unos segundos de espera supo el significado.

-Pequeña hoguera-murmuró somnoliento. -Piensa Jimin, ¿Dónde has oído eso antes?-dijo hablándose a si mismo en alto. Se levantó descalzo a coger su cuaderno y apuntó la palabra en una hoja vacía seguida de su significado. Luego se levantó de la cama, se lavó un poco la cara y con la misma ropa que había dormido, su cuaderno favorito y su estuche salió al exterior a pasear bajo el cálido clima de la tarde egipcia.

Encontró un pequeño banco a la fresca cercano a la piscina del hotel y se sentó allí con el ruido de los niños chapoteando en el agua aprovechando las ultimas horas de luz. Absorto en sus pensamientos,  abrió el cuaderno y sacó un pequeño carboncillo que dejó ir sobre el papel mientras le daba vueltas al sueño que parecía haber cambiado respecto a la ultima vez que lo tuvo en el avión. Aquella voz le parecía extrañamente familiar en su sueño y sus palabras lo habían dejado marcado ya que nunca le había hablado. Un rato después mientras la tarde iba cayendo sobre él y la luz lo iba abandonando, se fijó en lo que durante esa hora había estado dibujando sin darse cuenta. Un par de manos a carboncillo como las de su sueño con la única excepción del anillo que cada vez que despertaba era incapaz de recordar. Capturó el dibujo en una foto y la compartió en Instagram acompañándola de la frase de su sueño.

Miró de nuevo la hora en su móvil y se quedó unos minutos más sentado mirando a lo lejos el espectacular paisaje que tenía ante sus ojos y que aún no llegaba a creer del todo. A lo lejos, pequeñas pero imponentes, las tres pirámides de Giza se alzaban sobre el desierto cerca de la capital egipcia. Cuando se levantó divisó dos figuras conocidas charlando en la fila de entrada al primer turno de cena y cuando se acercó saludo amablemente y tuvo que ponerse la mano en la boca para tapar el bostezo perezoso que le salió en el momento. Yoongi rió ya que el también tuvo que girarse por el mismo motivo. 

-¿Parecéis dos zombies, es que no habéis descansado nada?-preguntó Samara risueña.

-Los sueños-respondieron los dos a la vez como si se hubiesen coordinado para hablar a la vez. Se miraron y se sonrieron por la coincidencia.

-Me estáis asustando un poquito-admitió la chica riendo. Los otros dos rieron también contagiándose del buen humor de la arqueóloga. Y así entre bromas y risas entraron a cenar. Pasaron una noche tranquila, con caídas de parpados entre el falafel y las conversaciones de Sammi poniéndolos al día de la excavación y de ellos poniéndola al día de la petición de las nuevas excavaciones.

No tardaron mucho en cenar y despedirse cada uno para irse a sus habitaciones donde les esperaban sus mullidas camas y sus cómodas almohadas que tanto habían echado de menos la noche anterior.

Unos días después, tras una noche de sueños en repetición, Jimin miró el calendario sobre la mesa de Yoongi bajo la carpa de la excavación principal de Hadid Saqtara.

-¿Jimin? ¿Me estas escuchando?-preguntó el arqueólogo levantando la vista de una de las cajas de madera que tenían enfrente. El más joven sacudió la cabeza y se giró hacia la izquierda donde Yoongi lo miraba con la ceja alzada y una ligera sonrisa. Habían estado trabajando codo con codo durante toda la mañana con el mayor dictándole números de referencia, coordenadas y nombres de piezas encontradas en las excavaciones

-Perdona, estaba distraído-admitió Jimin con un suspiro llevándose las manos a la cara.

-¿Necesitas que paremos un rato?-ofreció Yoongi dejando las piezas que tenía en la mano de nuevo en la caja con mucho cuidado. Jimin dudó, no quería parecer poco trabajador, pero estaba realmente agotado y pensó que un descansito para beber algo fresco y para desconectar no le vendría mal.

-Por favor-dijo con una sonrisilla.

-Solo tenias que decírmelo, podemos hacer esto poco a poco, no hay prisa-le regañó Yoongi con amabilidad. -Yo voy a ver como van por ahí con las cajas de ajuar para ver si las podemos traer a clasificación, vengo en un momento, aprovecha para refrescarte y descansar un poco-añadió levantándose y estirando un poco las piernas.

Jimin asintió. Cuando el chico salió de la carpa agarró su mochila que se encontraba apoyada en su silla y sacó una botella de agua fría y su cuaderno abriéndolo, por la pagina donde había elaborado la lista que el primer día le pidió Yoongi. Revisó cada punto y posó sus ojos sobre la línea vacía del punto siete. Agarró la pluma que había estado usando toda la mañana y la destapó.

7. Que un pedazo de mi corazón se quede en Egipto para siempre.

Contempló con una sonrisa la lista terminada y se sintió orgulloso de lo que había puesto. Estaba listo para comentarla con Yoongi como le había pedido. Unos minutos después mientras leía por decima vez la lista una voz interrumpió sus pensamientos.

-Ya la has terminado-preguntó Yoongi entrando con un par de cajas apiladas por la cortina de la pérgola. El moreno se asustó y escuchó al otro reír. ¿Cuándo había llegado ahí y porque tan silencioso? Jimin levantó la vista y contempló al arqueólogo cargado de cosas así que se levantó corriendo de su sitio y se apresuró a ayudarlo. Al coger las cajas, la mano del mayor chocó con la del chico y tuvo que agarrar con fuerza lo que había cogido porque la corriente intensa que siempre le daba cuando tocaba al mayor recorrió toda su mano convirtiéndose en un escalofrío por todo el cuerpo.

-No te había oído llegar, estaba ahí concentrado-aclaró Jimin acercándose a la mesa con la caja y los papeles que llevaba en las manos para apoyarlos allí.

-Me da paz verte concentrado-aseguró el arqueólogo con altanería. Jimin sonrió y el otro le devolvió la sonrisa. No era la primera vez que le decía algo así y Jimin se encontraba en una nube cada vez que le dedicaba alguna palabra de ese tipo. En pocos días los dos se habían hecho inseparables y junto a Sammi formaban un trio de lo más particular. Jimin había eliminado todo rastro de vergüenza o timidez hacia el chico y al revés, el arqueólogo se había relajado y había permitido que su lado más altanero lo guiase con él. Por su parte, Sammi era la tercera en discordia, la tercera rama del trio y por supuesto la gran sonrisa entre los tres. Con su animo y su vitalidad robaba el corazón de cualquiera y Jimin no había sido menos. Se había convertido en pocos días en la amiga femenina que nunca tuvo y en la gran compañera que necesitaba para terminar de aprender mucho más de lo que ya sabía. Se complementaban como el agua y el aceite con la paciencia de uno, y el nervio de la otra, que solo se aplacable con el tranquilo carácter del arqueólogo más mayor y su tranquilidad extrema.

Cuando Sammi se ponía de los nervios por algo ahí estaban Jimin y Yoongi, Jimin para ser la voz de la razón y Yoongi para tranquilizarla. Y entre los tres era perfecto.

-Sammi está que hecha humo por las orejas, mejor ni vayas a verla no vaya a ser que te muerda-dijo el rubio como si le hubiese leído la mente.

-¿Sigue igual?-preguntó Jimin apartando despacio su cuaderno.

-Sigue igual, emperrada en que mañana que no venimos a trabajar todo lo que tenemos va a derrumbarse sin nosotros-explicó el mayor.

-No tiene remedio-dijo Jimin simplemente volviendo a coger su cuaderno entre sus manos. Yoongi lo miró abrazar aquel cuaderno que siempre lo acompañaba y una vez más volvió a morirse de ganas de echar un vistazo al interior que el más joven guardaba con tanto recelo.

-Pues no la verdad, ¿y tu que hacías? No ibas a descansar esa cabecita tuya?-preguntó Yoongi curioso.

-Estaba terminando la lista que me pediste el primer día-respondió invitando con la mirada a sentarse a su lado. Por fin iba a enseñarla y él iba a poder saber que rondaba por la cabeza de Jimin. Se sentó a su lado y esperó inquieto bajo la mirada del chico que tenía enfrente.

-Mira solo la lista ¿vale? Lo demás es...-empezó a decir Jimin, pero el rubio se le adelanto y puso una mano ligeramente en su rodilla interrumpiendo sus palabras.

-Personal...tranquilo, no lo haría por nada del mundo sin tu permiso-aseguró ganándose un leve asentimiento de parte del moreno.

Jimin espero ansioso moviendo la pierna mientras el arqueólogo pasaba la vista de arriba abajo por toda la lista parándose en cada punto y analizándolo.

-¿Darme las gracias aunque no sepa porque?-preguntó Yoongi confuso levantando la vista del cuaderno y mirando a Jimin con una ceja alzada. El chico sonrió y una pequeña mariposa aleteó por el estomago del más mayor ante aquella sonrisa de eterna dulzura.

-Exacto, eso pone, te daré las gracias cada día aunque no tenga un motivo concreto en ese momento-confirmó Jimin con la mirada fija en Yoongi y un ligero rubor adornando sus mejillas.

-No tienes que agradecerme nada-aseguró él con una pequeña sonrisa tonta tirando de sus labios.

-Esa es tu opinión, acéptalo y punto-sentenció el más joven. Yoongi se encogió de hombros y durante un segundo volvió la vista hacia el cuaderno que aún sostenía entre sus manos.

-No hagas planes para tu día libre, creo que hay algo que podemos cumplir inmediatamente-dijo animadamente haciendo que el otro diese un respingo.

-Miedo me das-dijo Jimin con una tímida sonrisa Yoongi sonrió también, contagiado por aquella dulzura que siempre veía reflejada en él y recordó con furia interna lo que le había sido arrebatado y a lo que tanto le recordaba el chico.

-Confía en mi, te encantará...o eso espero al menos-dijo solamente un poco más serio. Jimin hizo un puchero y abultó ligeramente su labio inferior.

-Sabes que confío en ti, ¿pero es que no piensas decirme que vamos a hacer?-protestó dándole un codazo a su compañero que volvió a sonreír lentamente. No sabia porque se había quedado tan serio en ese momento y en el fondo de su corazón solo sabía que le gustaba ver sonreír al chico así que se cruzó de brazos cómicamente haciendo más amplia la sonrisa del arqueólogo.

-¿Pues no ves que no?, ahora concéntrate chaval, tenemos mucho inventario por delante y tenemos que clasificar tu primer hallazgo propio-dijo sacando de la caja la estatuilla de Anubis que había encontrado el primer día. Sacó también una diminuta pieza que completaba la oreja rota y alcanzó una bolsa de zip de entre todas las cosas que había encima de la mesa.

-13613. Estatuilla funeraria del dios Anubis. Dinastía de Ramsés II el grande. Hadid Saqtara. Arqueólogo Park Jimin-dictó Yoongi con una sonrisa. Jimin sonrió también y apuntó su nombre en la lista. El mayor le pasó un papel y le indicó un espacio en blanco en el que Jimin estampó su firma con gracia. Contempló como el arqueólogo guardaba la estatua en la bolsa con la pieza rota y luego le añadía el certificado que Jimin acaba de firmar para meterla en una caja de restauraciones que iría directa al museo egipcio.

-Enhorabuena Jimin, acabas de firmar tu primer hallazgo oficial, lo restaurarán y en unos meses podrás visitarlo en las vitrinas del nuevo museo. Como tu mentor quiero ver una lista con tu nombre encabezada por cierta tumba al final de este año, así que aplícate-dijo Yoongi seriamente. Jimin lo miro seriamente también y de repente el mayor comenzó a reírse.

-Es broma, aunque me gustaría ver esa dichosa tumba bajo tu nombre, pero sin presiones, tu solo encuéntrala-dijo presionando los labios para no reírse más mientras volvía la mirada hacia los papeles que cubrían la mesa. Jimin lo miró ojiplático y se volvió hacia el ordenador también.

Sin presiones...Jimin bufó frustrado y luego una sonrisa estiró de sus labios mientras volvía la vista al ordenador y se ponía a teclear bajo el dictado de Yoongi.

Pasaron el resto de la mañana trabajando tranquilamente y a la hora de comer se juntaron con todo el mundo para comer bajo la pérgola de los trabajadores. A esas alturas de la temporada los ánimos iban como montañas rusas en todo aquel que se encontraba en aquella misión. Nervios porque se acercaba el final de la temporada a pasos agigantados y tenían que cerrar sin consecuencias, a la vez ansias por descubrir cuantas cosas más pudieran antes de que la arena del reloj dejase de caer, a su vez cansancio por todo el tiempo trabajado y alegría, porque una excavación arqueológica siempre daba alegría.

Volvieron a trabajar en la clasificación de piezas encontradas bien entrada ya la tarde tras revisar un nuevo hallazgo que parecía una vasija destrozada y que tardarían en sacar de su lugar bajo la arena y terminaron de ordenar un par de cajas que sacaron al exterior cuando ya empezaba a caer la noche.

A la hora acordada, un camión de traslado se acercó sigiloso en la noche hasta la pérgola bajo la atenta mirada de los pocos que quedaban allí y el conductor se bajo acercándose a Yoongi, Jimin, Sammi y el señor Abdel que se encontraban custodiando las cajas que estaban listas para ser llevadas al museo egipcio para la revisión y posterior exposición.

Subieron las cajas entre todos al camión y después de asegurarlas durante un buen rato Jimin tuvo que despedirse de Anubis con toda la pena de su corazón pero con la alegría de que su lista de hallazgos como arqueólogo había sido abierta por aquella preciosidad.

Después de despedirse, los tres amigos pusieron rumbo hacia el hotel hablando animadamente en el coche sobre cómo la excavación empezaba a encontrar su fin a tan solo un mes y poco de su cierre.

-Estoy tremendamente cansada, menos mal que mañana podemos dormir un poco más antes de...-comenzó a decidir Samara. Yoongi se movió exageradamente hacia ella que se encontraba en el asiento del copiloto para intentar taparle la boca.

-¡Calla! No digas nada, Jimin no sabe que vamos a hacer-interrumpió él casi saltando en el asiento. Jimin y Sammi saltaron asustados y otro coche que venía por el carril contrario pito asustado por el volantazo de Yoongi.

-¡Vas a matarnos!-chilló Sammi llevándose las manos al pecho asustada.

-Es que aun no lo sabe-se excusó el arqueólogo agarrando bien el volante y acomodándose de nuevo en el asiento con una sonrisa culpable. Miró a Jimin por el espejo retrovisor para asegurarse de que estaba bien y comprobó cómo sus acaramelados ojos se clavaban los suyos con una media sonrisa culpable mientras se agarraba a los dos asientos delanteros. Maldijo por lo bajo y retiró la mirada. ¿Qué pasaba con aquel chico que lo ponía tan nervioso? ¿Por qué su sonrisa le era tan extremadamente familiar y le hacía sonreír al segundo cuando la veía?

-No es excusa, casi nos matas idiota, a ver, ¿porque no se lo se lo has dicho?-preguntó ella en tono de queja interrumpiendo sus pensamientos.

-Dice que es una sorpresa-agregó Jimin rozando ligeramente su hombro con sus dedos. Yoongi se tensó en el asiento y volvió a mirar por el espejo, pero Jimin ya no le miraba.

-Esta persona...-murmuró la chica echándose hacia atrás en el asiento trasero del coche. Jimin rió ante su desdén.

-Es un hombre cruel-añadió mirando de reojo a Yoongi que aguantaba la risa a causa de sus dos amigos.

Cuando llegaron al hotel, el arqueólogo, que se había vuelto a quedar serio durante el camino sumido en sus pensamientos se despidió de ellos que caminaron directos hacia el restaurante para la cena

-¿No vas a cenar?-preguntó Jimin preocupado.

-Tranquilos, comeré algo en mi habitación, aún tengo algo que terminar para mañana, buenas noches a los dos-añadió. Ambos se despidieron y se marcharon hacia el restaurante. Más o menos una hora después todos estaban en sus respectivas habitaciones listos para descansar hasta el día siguiente.

Cuando amaneció y Jimin escuchó el despertador se volvió perezoso hacia la mesilla para apagarlo y ver la hora. Sonrió cuando se dio cuenta de que había descansado casi una hora y media más que de normal y aunque su sueño había estado presente toda la noche repitiéndose en su cabeza se sentía mucho más descansado. 

Se preparó ilusionado por ver que sorpresa habría preparado Yoongi y sintió su sonrisa expandirse tontamente por su cara mientras secaba su pelo con el secador frente al espejo recordando el mensaje que había recibido casi a media noche mientras hablaba por videollamada con su padre.

-¿Y esa sonrisa?-había preguntado su padre. Jimin negó cualquier insinuación del mayor alegando que le había llegado un mensaje gracioso de Sammi y había continuado hablando con su padre hasta bien entrada la noche contándole todo.

Volvió a mirarse al espejo y observó aquella sonrisa tonta, la misma que la noche anterior negándole tímidamente a su reflejo.

Unos minutos más tarde salió por la puerta y se dirigió hacia la salida del resort para encontrarse con sus amigos. Vio el todoterreno de Yoongi aparcado en la puerta y se giró cuando escuchó sus voces a lo lejos.

-Te digo que no-sentenció Sammi mientras se acercaban. Comprobó como Yoongi ya no le hacía demasiado caso con la mirada fija en Jimin que los esperaba junto al coche.

Juntos se pararon a su lado. La chica lo miró seriamente y le dio un abrazo para seguido meterse en el coche en completo silencio dejando a los otros dos fuera con cara de tontos.

-No me lo puedo creer-declaró el arqueólogo llevándose la mano a la frente incrédulo.

-¿Qué le pasa?-preguntó Jimin extrañado.

-Dice que no va a abrir la boca hasta que lleguemos al lugar para no romper la sorpresa-explicó con calma pasando por su lado. Jimin siguió allí quieto como una estatua y elevó una ceja confuso.

-¿Y por eso no me habla?-preguntó todavía sin entender bien el cometido de la chica.

-Es Samara, Jimin, es extraña-dijo el mayor alzando un poco la voz para picar a la chica. Jimin se cubrió la boca con la mano intentando reprimir la risa .

-¡Te he oído!-gritó la chica desde el coche. Ambos estallaron en carcajadas y se montaron en el coche para poner rumbo a donde fuera que fuesen.

Un rato después se adentraron en las ardientes dunas del desierto y siguieron avanzando mientras la chica seguía en completo silencio y ellos no paraban de parlotear con Jimin contándoles todo lo que le había contado su padre la noche anterior.

-¿Vas a seguir sin dirigirme la palabra Sammi?-interrumpió el más joven buscando la mirada de su amiga en el espejo donde se estaba recolocando unos mechones sueltos de su pelo.

-Es que si abro la boca te voy a desvelar a donde vamos y Yoongi me mata-se quejó ella arrancando una sonrisa a los otros dos.

-No seáis impacientes, no queda nada para que lo sepa-comentó Yoongi al volante incorporándose entre unas dunas a una explanada de desierto. Jimin comprobó como delante suyo comenzaba a verse gente y varios jeeps y todoterrenos ideales para viajar por el desierto. 

Se quedó en silencio un segundo y repasó mentalmente lo que había escrito sin caer realmente en que podía ser concretamente.

-¿Lo sabes ya?-preguntó mirándolo por el espejo retrovisor de su todoterreno en cuanto aparcaron. Samara bajó del coche como si quemase. Jimin negó un segundo y el arqueólogo sonrió enternecido.

-Punto 4. Hacer una carrera por el desierto-dijo tranquilamente mientras recitaba de memoria uno de los puntos de la lista de Jimin. El más joven boqueó sin saber bien qué decir y un extraño picorcillo en la nariz le avisó de que se estaba emocionando. Bajó del coche sin decir nada y Yoongi bajó también para después colocarse a su lado y pasear en silencio a través de todo el mundo.

-¿Has organizado todo esto por mí?-preguntó Jimin conmovido caminando al lado de Yoongi hacia los vehículos mientras la chica se quedaba atrás hablando en perfecto árabe con el organizador de aquella actividad.

-Pues claro, estaba en tu lista-argumentó tímidamente el arqueólogo rascándose la nuca .

-Pero esto es...yo no...-empezó a decir el moreno.

-Nunca dijiste que tipo de carrera querías hacer, así que se me ocurrió que esto te podía gustar-interrumpió el otro sin dejar que terminase aquella frase.

-Gracias en serio, me encanta la idea-aseguró Jimin con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos cristalizados por la emoción. Como un imán se acercó un paso más al rubio que se quedó estático y rozó tímidamente sus nudillos sin ser muy consciente de lo que realmente estaban haciendo.

Ambos se quedaron mirándose fijamente durante un segundo hasta que Sammi apareció a su lado.

-Jimin viene conmigo-dijo Yoongi sin dejarla siquiera hablar. La joven arqueóloga puso los brazos en sus caderas y se quejó

-¿Ah sí? ¿Y eso porque si se puede saber? Yo quería que viniese conmigo-protestó agudizando un poco su voz.

-Porque necesito apoyo para la paliza que me vas a dar, como siempre-aclaró intentando parecer humilde y así convencer a la chica. Esta sonrió altivamente.

-Ja, pues preparaos los dos para perder, lo siento Jimin pero, has elegido el bando perdedor-comentó con tono arrogante.

-El bando perdedor me ha elegido a mí- protestó él hacia la chica que se marchaba riendo hacia el otro vehículo.

Yoongi hizo una mueca fastidiado y luego ambos rieron mientras el mayor subía al jeep. Jimin se aupó subiendo el pie a la plataforma de apoyo del vehículo y Yoongi lo agarró de la mano para ayudarlo a subir haciendo fuerza hacia si mismo. Por el movimiento la manga corta de la camiseta de Yoongi se subió y como un reflejo en la blanquecina piel del antebrazo del arqueologo apareció un rastro redondeado de tinta negra donde Jimin solo alcanzó a ver un pequeño pájaro seguido de un pedazo de otro símbolo dibujado. Su mente trabajo a mil por hora mientras se sentaba en su asiento correspondiente y descifró que se trataba de un jeroglífico marcado en su piel.

-¿Tienes un tatuaje?-preguntó tímidamente sin mirar al rubio que se volvió hacia él lentamente.

-¿Eh? Ah si...-contestó dubitativo cubriéndose la manga con la mano y estirando un poco para tapar el pedazo de tinta que quedaba al aire.

-¿Puedo verlo?-preguntó su joven aprendiz con bastante curiosidad.

Él negó lentamente y Jimin alzó una ceja. -Cuando mejores tu técnica de leer jeroglíficos te dejaré leerlo-añadió intentando desviar el tema. 

-Eres insoportable Yoongi, acabo de decidir que yo tampoco te enseñaré el mío-sentenció Jimin dándole un poco la espalda. El más mayor se removió incómodo en su asiento y abrió las aletillas de la nariz nervioso imaginando la piel marcada del más joven.

-Muchas gracias por lo de insoportable, ¿en serio no quieres enseñarme tu tatuaje?-preguntó risueño por la actitud del joven.

-No, por idiota-contestó éste seriamente.

-Al menos dime dónde lo llevas, estaremos en igualdad de condiciones.-pidió Yoongi.

Jimin dudó un segundo pero luego se señaló la parte derecha del estomago  y no lo supo pero el mayor contuvo el aliento durante un instante intentando mantener la calma.

-¿En serio no quieres enseñármelo?-volvió a preguntar el arqueólogo deseando verlo. Jimin negó de nuevo.

-Bueno ya querrás algún día-comento altanero. Jimin contuvo un segundo el aliento y el otro se giró para buscar a su amiga.

Esperaron a que Sammi apareciese y se posicionase con el otro jeep a su lado mientras ambos revisaban sus móviles y Jimin gritaba internamente en su Instagram.

-Ahora agárrate, vamos a ver si podemos ganar a esa presumida-murmuró Yoongi apretando el acelerador esperando a que les diesen la salida. Arrancaron a toda velocidad y Jimin gritó desgañitándose durante todo el trayecto bajo la atenta y alegre mirada de Yoongi que no podía creer lo que sentía al verlo así. Felicidad.

Como habían vaticinado, Sammi ganó aquella carrera derrapando como una loca por el desierto y pasó parte del día mientras comían unos bocadillos bajo una pérgola improvisada en medio del desierto riéndose de ellos que andaban picados por haber perdido la carrera.

Todos regresaron juntos tras la comida al hotel donde se hospedaban y Jimin pasó su tarde libre dando vueltas por las calles del pueblo haciendo fotos con su cámara instantánea. Cuando cayó la noche fotografió la luna asomándose tímida entre las dunas de Hadid Saqtara.

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Hola a todos :)

Vengo con un sabor agridulce con este capítulo, dulce porque seguimos avanzando, agrio porque tengo que dejaros unos días, ahora si, empieza mi cuenta regresiva hacia los exámenes de acceso a la universidad y obviamente no voy a poder estar escribiendo.

Espero volver cargada de energías porque no sabéis la historia que hay en mi cabeza, la maravilla que quiero escribiros, así que esto es un pequeño hasta luego. 

Nos leemos pronto lo prometo. Os adoro. 

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