Capítulo 14. At home.
"¡Una puerta sellada! Así pues, era cierto.
Nuestros años de paciente trabajo iban a quedar
recompensados después de todo...
Con una excitación de ardor febril busque
los sellos de la puerta..."- Howard Carter.
La vida es eso que pasa mientras esperas, buscas, luchas y por fin, desesperas. O eso pensaba Yoongi. En su vida como Kadid lo había tenido todo y luego lo había perdido hasta el punto de desesperar.
Después de perder a su príncipe nada volvió a ser lo mismo en su vida. Pasó días encerrado, y cuando por fin pudo salir de su prisión, su destino había sido arrebatado de la peor forma posible.
Jamás se había planteado la posibilidad de poner fin a su vida hasta aquel día, cuando su destino era más oscuro de lo que nunca había visto oscurecerse su vida, cuando el tiempo se le echaba encima sentenciado por aquel faraón muerto de pena y rabioso por la prematura muerte de su hermano. No dolió cuando cogió la belladona entre sus manos en medio del desierto, no dolió cuando la machacó y consumió ansioso por no volver a ver un nuevo día, no dolió cuando el angelical rostro de su príncipe invadió todos sus recuerdos antes de desmayarse. No dolió, porque nada dolía más que su alma adormecida por la perdida. No dolió cuando Kadid no volvió a ver la luz del sol.
Sus siguientes recuerdos se remontaban a Grecia, paseaba dando vueltas por las ruinas de la Acrópolis mirando aquel anillo; aquel anillo que recordaba tan bien y que sin saber como, había encontrado en la playa mientras sacaba las redes de su pequeña barca. Lo había reconocido casi al instante y su corazón había vuelto a renacer. Buscar a su amor era lo único que le había importado desde aquel momento y a los pocos días lo había encontrado. Su rostro apenas había variado y lo encontró leyendo un manual primitivo sobre matemáticas que parecía demasiado aburrido. No hubo más tiempo, aquella noche cerró los ojos en el colchón de su pequeña casa y no volvió a abrirlos.
Volvió a encontrarlo en su siguiente vida y lo amo como la primera. La estrella del mejor ballet de Broadway. Hablo con él un par de veces, acudió a sus actuaciones varias veces y le mandó flores que adornaban día tras día su camerino. Pero un día desapareció y aquel precioso bailarín siguió bailando hasta olvidarlo.
La canción que cantaba cuando lo encontró en Londres siendo aclamado por un montón de chicas preciosas, aún resonaba en su cerebro. Algo así como que solo los insensatos se apresuran pero que no podía evitar enamorarse. Pero tampoco tuvo tiempo. Su corazón se quedó allí una vez más, esperando a ser rescatado.
Antes de conocer a Jimin, se habían encontrado una vez más. Nacido en el París más profundo, con su aspecto afrancesado, quien más tarde sería Yoongi, se había enamorado de un artista. Un artista precioso que visitaba cada día el recién estrenado museo Louvre que no paraba de recibir arte para custodiar bajo sus preciosos techos. Su corazón había aleteado en cuanto lo había visto y se hubiese desmayado el día que lo vio enfundado en un bonito abrigo beige y una boina mirando las esfinges. ¿Sentiría algo al estar allí rodeado de reliquias pertenecientes a su primera vida? El mayor se tropezó con él un día y pasearon por los campos elíseos al siguiente. Nació una preciosa amistad, pero un día aquel artista francés decidió volar y probar su arte en el gran continente. Sin saberlo, aquel que lo había buscado durante vidas volvió a morir mirando las estrellas sin saber si regresaría una vez más.
Cuando renació, se dio cuenta de que aquella sería su ultima vida, su ultima oportunidad, porque el destino caprichoso lo había llevado a Corea del sur, a la más prestigiosa de las universidades del país, bajo el ala protectora del mejor arqueologo del momento. Arqueología. Sonaba irónico si lo pensabas. Había nacido en Egipto, había perdido a su amor en Egipto y sin saberlo sería reclutado más tarde con el propósito de ser su sucesor en el campo arqueológico. Con el propósito de ser el mejor. Destinado a encontrar a Meryatum.
Había conocido a Samara y aquella amistad fluyó como el propio Nilo. Ella le amparó y creyó sus palabras cuando se confesó en su obsesión de encontrar aquella tumba que no aparecía en ninguna parte. Y aquella chica, con su pequeña estatura y su difícil carácter creyó en un imposible. Sin saberlo, Samara lo trajo a él.
El día que se conocieron, sus sueños volvieron a aparecer. Quiso odiarle, porque su cara se entremezclaba como una señal con el resto de sus recuerdos intentado borrar el rostro del amor de su vida. Y luego lo descubrió todo. Él era el amor de su vida y habían regresado a casa.
-¿Yoongi?-escuchó que le decía la voz de Sammi a su lado. Estaban sentados en unas mesas con vistas a la excavación y la chica sostenía entre sus brazos una considerable montaña de papeles.
-Te decía que necesito tu firma en un par de papeles y que firmes también la autorización del nuevo sondeo en la zona sur-repitió la chica con un suspiro cansado. Estaba agotada, todos lo estaban. Llevaban días de no parar, llegaban pronto a la excavación y se iban tarde, demasiado tarde.
-¿Has visto a Jimin?-preguntó él de pronto.
-¿Qué?-respondió la chica también con una pregunta. Le había oído de sobra pero la pregunta le había pillado por sorpresa
-¿Que donde está Jimin?-volvió a preguntar el chico con aspereza.
-Eh, te me calmas-contestó molesta. -Estará supervisando el sondeo digo yo-aclaró sin dejar de mirar a su amigo con estupefacción.
-Muy bien necesito verle-sentenció. Sammi elevó una ceja y le dedicó una mueca incrédula.
-¿Me lo estas diciendo en serio?-volvió a decir ella sin llegar a creerse aquella conversación. -Yoon, mira, se que no lo estás pasando bien, pero tenemos mucho que hacer, te necesito aquí ahora-añadió la chica intentando ser un poco comprensiva con su amigo.
-Perdóname, no soy yo, Kadid tiene unas necesidades dentro de mi ya lo sabes-se excusó el chico. Vio a su amiga resoplar.
-Muy bien, pues firma todo esto y te vas con él, que contenta me tienes-se quejó la chica. Yoongi le hizo burla y la molestia se le pasó enseguida.
El arqueólogo firmó aquellos documentos que Sammi le extendía bajo el tibio sol de aquel día mientras la chica lo contemplaba con los brazos cruzados y luego se levantó raudo y veloz para ir a buscar al otro joven mientras su amiga lo veía marchar con preocupación. Estaba más pálido que de costumbre. Había comenzado a perder aquel color tan bonito en su piel y su pelo claro recogido en aquella delicada bandana, parecía más apagado. Veía como a su amigo del alma se le iban las fuerzas buscando esa tumba y cada vez necesitaba más intensamente pasar tiempo con Jimin, quien le aportaba la única vitalidad que tenía últimamente. No podían parar ahora, ni ralentizar su trabajo. En esos últimos días, varios indicios más de obra labrada en caliza habían aparecido por la zona, y el cerco seguía cerrándose.
Por su parte Yoongi sentía su cuerpo debilitarse con los días. Las pesadillas eran más frecuentes y soñaba constantemente con los últimos momentos del príncipe. Le dolía el cuerpo y aquel dolor solo podía evocar una cosa; Sus últimos momentos en la corte de Ramsés, los momentos previos a su destierro. El dolor intenso de alejarse para siempre de su príncipe.
"-Mi faraón, su hermano y yo éramos más que un par de amantes estúpidos, nos queríamos...hicimos un pacto, lo sellamos con sangre...-explicó Kadid entre lágrimas intentando apelar a la bondad de aquel hombre que lo había pateado previamente para descargar su frustración con alguien.
-¿Qué hicisteis qué? Maldito bastardo-gritó el faraón propinándole una fuerte patada en el estómago que lo dobló y lo arrojó sobre el suelo.
-¡Por favor mi señor parad! Vais a matarlo-gritó Sitre intentando hacer parar al hombre para que no siguiese golpeando a su amigo.
-¡Nefertari!-vociferó llamando a su esposa. La mujer dio un paso al frente e inclinó la cabeza servicial. -Llevaos a la princesa y encerradla en sus aposentos hasta que yo lo ordene-mandó ignorando completamente las súplicas de la chica.
-Ella no sabía nada-consiguió decir entre balbuceos Kadid que apenas podía respirar. Vio a su amiga gritar su nombre mientras un par de guardias seguidos por la reina se la llevaban casi arrastrando.
-¡Cállate!-bramó de nuevo el faraón. -Condenaste a Meryatum y ahora vas a pagar por ello-añadió furioso sosteniendo el cayado de Osiris sobre la cabeza del joven.
-Señor...su hermano-intentó decir de nuevo.
-Mi hermano está...¡muerto!-interrumpió de nuevo el hombre. -¡Que la maldición de los dioses caiga sobre ti! Te condeno a vivir tu vida eterna buscando el alma que tu mismo condenaste con tu lujuria y si en la última vida que te otorguen los dioses ese amor del que presumes no es real, te irás para siempre siendo juzgado por Osiris con el peso de su pluma sagrada-recitó con voz firme. Kadid lo vio alzar el cayado hacia el cielo haciendo un pacto con los dioses y lo miró de nuevo seriamente.
-Kadid Asim, quedas desterrado de este reino para siempre. Contraerás matrimonio en las lejanas tierras de Nubia y no podrás ser sacerdote-ordenó. -Entregarás a tu primogénito para servir a mi corte en compensación a tu falta de labor y no volverás a pisar estas tierras-estableció mirándolo a los ojos con crueldad.
-¡Jamás!-gritó con un quejido de dolor mientras intentaba ponerse recto de nuevo sujetándose el estómago. Dio gracias a los dioses porque su madre no estuviese viendo aquel horrible espectáculo y pensó un momento en el dolor de la despedida. No soportaría más dolor.
-Lo ordeno-sentenció el faraón.
-Mi señor...matadme-suplicó entre lágrimas. Lágrimas que escapaban de sus ojos por su horrible destino y aquella pena intensa alojada en aquel corazón roto de dolor.
-Otorgarte la muerte que tanto pides no sería suficiente castigo-anunció gritando a los cuatro vientos como si fuese una amenaza para cualquier otro que desafiase su poder. Los allí presentes no se movieron y cualquiera podría decir que incluso estaban conteniendo el aliento.
-Lárgate Kadid y no vuelvas a esta corte. Creo que queda bastante claro que no podrás aparecer por ninguno de los funerales de mi hermano, ni volverás a acercarte a Sitre-aclaró de nuevo. Su pensamiento fue un segundo a la princesa, la interrogarían e intentarían sonsacarle información. Temió por ella hasta que la voz del gran faraón lo sacó de nuevo de su aturdimiento.
-Coge tus pertenencias y lárgate para siempre de mi reino. Un transporte te estará esperando mañana por la tarde para llevarte hacia Luxor junto a la familia de tu padre, uno de mis consejeros se encargará de buscarte una esposa y te casarás inmediatamente para cumplir con tu destino-volvió a decir el faraón. Kadid guardó silencio y agachó la cabeza sin poder evitar dar vueltas a la idea de que Ahmet ya no estaba junto a él. Su cuerpo aún caliente seguiría tras alguna de aquellas miles de puertas y él jamás podría volver a besar sus labios o acariciar sus bonitas mejillas perdiéndose en aquellos ojos que le robaban el aliento. Se dio cuenta de que ni siquiera podría despedirse.
-Guardias, lleváoslo y escoltadlo hasta su casa, haced guardia hasta mañana y aseguraos de que llega hasta el transporte-ordenó Ramsés.
El faraón se giró sin siquiera mirarlo como si fuera una simple cucaracha tirada en el suelo fresco del palacio. Aquella fue la última vez que Kadid lo vio".
-Yoongi, ¿estás bien?-escuchó decir a Jimin más allá de la nebulosa en la que lo habían sumido sus recuerdos. Sin saber muy bien como, su cuerpo se había transportado hacia donde estaba el chico que ahora lo miraba con curiosidad. Aquella dulce voz entró por sus oídos y calmó su corazón ansioso.
-Si-dijo simplemente. Jimin lo miró con una ceja alzada y luego se volvió hacia el sónar que volvió a pitar intensamente.
-Hay una variación en el terreno de esta zona y parece importante, Akram y yo hemos pasado dos veces el aparato y da la misma señal-explicó Jimin con voz ahogada. Yoongi tomó aire y lo expulsó lentamente por la nariz. Ambos se dedicaron una mirada cargada de palabras que no se dirían.
-¿Reúno al equipo?-preguntó Yoongi sin apartar la mirada.
-Por favor-contestó Jimin acompañando sus palabras por un pequeño asentimiento.
-Oye, Jimin-dijo antes de irse.
-Lo sé cariño, yo también a ti-respondió el aludido con una sonrisa. Yoongi sonrió de la misma manera, y con el estómago lleno de mariposas por los nervios se marchó deprisa a buscar a todo el mundo.
Jimin y Yoongi cuchicheaban al lado del sónar sin poder creerse el desnivel en el terreno bajo sus pies que mostraba el aparato. El equipo comenzaba a reunirse a su alrededor un poco confundidos y a la vez nerviosos por la celeridad con la que se les había avisado. Sammi había corrido hacia ellos en cuanto se había enterado y Akram había ido rápidamente a buscar al señor Abdel que había aparecido unos minutos después.
-Bien equipo, os hemos reunido a todos aquí porque con el sondeo que se ha realizado desde esta mañana han aparecido desniveles en este terreno-explicó Yoongi dirigiéndose a su equipo. Vio a todos los presentes cuchichear ante aquellas palabras y la sorpresa y la emoción reflejarse en todos aquellos rostros agotados por el intenso trabajo.
-Si la suerte está de nuestra parte, estamos pisando sobre el descubrimiento más importante desde la tumba de Tutankamón, así que aplicaremos los protocolos y procedimientos necesarios ante este tipo de descubrimientos. Nos dividiremos en grupos y cada uno se encargará de una tarea para que podamos avanzar más rápido y no nos molestemos los unos a los otros-dijo firmemente Jimin mirando a todo el mundo allí reunido.
-El grupo A estará liderado y vigilado por el señor Abdel y la señorita Sammi. Como espeleólogos, estarán al mando de la excavación principal y los protocolos necesarios para no sufrir desprendimientos o derrumbamientos-empezó a decir Yoongi leyendo una pequeña lista de personas apuntadas en un papel. -El grupo B actuará bajo el mando de Akram, os encargaréis de despejar la zona y retirar la arena sobrante y por supuesto de acordonar el terreno, no queremos que nadie pise donde no debe-volvió a decir. Dobló el papel y lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón. -A trabajar-ordenó.
El caos invadió en ese momento la excavación que comenzaba a organizarse para proceder como su jefe lo había mandado.
Un rato después, Jimin vio a Sammi sentada en uno de los bancos de la carpa instalada para los trabajadores y se alejó de la zona excavada con paso firme para ir a reunirse con ella. Cuando se sentó a su lado ella bloqueó el móvil y lo dejó apoyado en el banco donde estaban sentados.
-Necesitaba beber agua, estoy molida-se excusó la chica.
-Está bien Sammi, esto es importante pero también es importante la salud de todos y cada uno de los que trabajamos aquí-comentó su amigo comprensivo. Ella le dedicó una bonita sonrisa pero inmediatamente la borró de su cara.
-¿Como vas?-preguntó el chico.
-Bueno, voy-respondió ella un poco desanimada sabiendo por donde iba su amigo.
-Era Hobi ¿no?-volvió a decir el chico. Ella asintió
-Si-dijo únicamente sabiéndose demasiado obvia.
-Se que no quieres hablar de esto y quizás no sea el mejor momento con lo que tenemos encima pero...¿puedo darte un consejo?-preguntó Jimin. La chica asintió.
-Inténtalo Sammi, dale una oportunidad a eso que sientes. Piénsalo de esta forma, si decides quedarte en España, si no te vas y te alejas de su lado, no podrás volver y te destrozará. Pero si realmente le quieres, estaremos todos contigo, te prometo que no me separaré de ti mientras me sigas necesitando-aconsejó el chico. Ella sonrió ante las palabras sinceras de su amigo y luego hizo un mohín con los labios.
-Me siento como si estuviese entre la espada y la pared-murmuró. Jimin sonrió de lado.
-Es que lo estás, Sammi. Es difícil enamorarse y que alguien te corresponda con la misma intensidad, así que ¿Por qué no arriesgar?-volvió a decir el chico. Ella suspiró frustrada.
-Jimin, te llama Yoongi-interrumpió uno de los trabajadores llegando por detrás suyo. Jimin se volvió hacia él y le dedicó una amable sonrisa.
-Gracias, dile que ahora enseguida voy-contestó. El chico asintió y volvió a marcharse.
-Vamos, no le hagamos esperar-sugirió su amiga poniéndose en pie para evitar seguir hablando de aquel tema que la ponía tan incómoda. El chico la miró y se puso de pie también.
-Pero ¿tú estás bien?-volvió a preguntar.
-Estoy bien por tenerte en mi vida, Jimin-aseguró ella. Jimin agarró a su amiga y la atrajo hacia si mismo para abrazarla. Cuando se separaron, los dos se encaminaron de la mano hacia donde el equipo trabajaba sin descanso bajo el incansable mando de Yoongi.
Ambos pasaron por encima del cordón que delimitaba el terreno que se estaba excavando y Jimin pudo comprobar como la zona arenosa había bajado considerablemente desde que habían empezado los trabajos de extracción de la arena.
-Parece que estamos vaciando rápido el desierto-comentó Sammi mirando todo a su alrededor. Su amigo asintió y buscó a Yoongi con la mirada que se encontraba de nuevo al lado del sónar que estaba analizando la zona más descubierta de arena. Se dirigieron hacia allí a grandes pasos y Yoongi los vio a lo lejos y los apremió con la mano, pero de pronto algo bajo los pies del joven se movió y sin tiempo para reaccionar se vio precipitado hacia abajo y luego hacia delante quedándose tirado en la caliente arena del desierto.
-¡Jimin!-escuchó gritar a su amiga que se abalanzó sobre la arena para ayudarlo.
-Joder, ¿estás bien cariño?-preguntó Yoongi que había atravesado la explanada de arena corriendo al ver a Jimin precipitarse al suelo. El joven se quedó un poco aturdido por el golpe y luego se levantó ayudado por su chico y su amiga mientras se sacudía las rodillas.
-¿Amor? ¿Qué si estás bien?-volvió a preguntar Yoongi llamando la atención del chico que parecía disperso. Este lo miró a los ojos y asintió un segundo antes de volver la vista hacia el lugar del accidente.
-Si, si, tranquilo, es solo, el suelo se ha...¿movido?-dijo titubeante como si se estuviese volviendo loco. -Yoons...mira eso-murmuró Jimin dando un par de pasos hacia el suelo donde había tropezado. Se agachó levemente y con suma delicadeza palpó el suelo en silencio buscando algo entre aquella caliente arena que se colaba entre sus dedos. De pronto las yemas de sus dedos fueron raspadas por un material algo más uniforme y duro que la arena y los ojos de Jimin se abrieron ampliamente buscando los de Yoongi y Sammi que contemplaban la escena.
Unas pequeñas escaleras de caliza se desdibujaban entre la fina arena dorada de Hadid Saqtara y con ellas, las esperanzas de aquellos tres jóvenes arqueólogos que miraban fijamente el suelo. No reaccionaron durante minutos que parecieron eternos hasta que el más joven se levantó del suelo y los demás posaron sus ojos sobre él.
-Escaleras-murmuró la chica. Yoongi sintió su corazón acelerarse al ritmo de mil tambores en una canción de rock y Jimin se acercó a él mirándole como si hubiese visto un fantasma.
-Escaleras Yoon, son unas escaleras-dijo intentando hacer reaccionar al chico que seguía con la vista en el mismo lugar. El mayor desvió un segundo la mirada para clavarla en la de Jimin que seguía intentando asimilar lo que estaba pasando.
-Joder-farfulló. Abrazó a Jimin y lo elevó entre sus brazos riendo a carcajadas. -Son unas escaleras-añadió totalmente encantado con el hallazgo. Miró a Sammi que sonrió encantada y le guiñó un ojo con complicidad.
-¡Equipo de excavación aquí, ya!-gritó Yoongi haciéndose oír por toda la excavación sin dejar de sostener a Jimin entre sus brazos. Los trabajadores de dicho equipo aparecieron cargando con sus útiles tan rápido como sus piernas les permitieron y muchos de los allí presentes abrieron sus ojos ante los escalones. Sammi se agachó y con cuidado retiró un poco más de arena descubriendo unos pocos peldaños más.
-Es una entrada-afirmó. Sus ojos desprendieron estrellas cuando impactaron con los de sus amigos.
-Procedimiento de extracción, comenzamos a sacar arena y a liberar los escalones. Sammi, tu ocúpate de cerrar el cerco y delimitar la zona para que nadie se caiga o se tropiece y supervisa también junto al señor Abdel que se coloquen bien las mallas de contención en las paredes laterales conforme avancemos hacia abajo-dijo el chico haciendo contacto con su amiga. Esta asintió firmemente y se alejó de ellos yendo a buscar su material de trabajo.
-Jimin, ¿puedes documentar en el cuaderno todo el proceso?-pidió acariciando su brazo mientras se separaba de él para dejarle espacio. El chico sintió una enorme carga sobre sus hombros cuando el arqueologo se alejó de él pero asintió con certeza y se marchó hacia la pérgola de documentación a buscar el cuaderno donde apuntaban todo lo que sucedía cada día.
Durante horas, vieron a los trabajadores retirar arena e ir desvelando peldaño a peldaño una extensa escalera que parecía perderse en la inmensidad del desierto. Ninguno de los dos arqueólogos se movió de su sitio hasta ver aparecer el último escalón que conectaba con un pasillo plano y pavimentado bajo la arena únicamente protegido por dos hileras de roca caliza tallada.
Durante la hora de comer, el ambiente fue totalmente distinto a los demás días; Reinaba el caos allá donde mirases y los trabajadores hacia turnos para no desatender la excavación que se había intensificado. Para cuando los jóvenes terminaron su comida y volvieron a sus puestos, el lugar había cambiado notablemente y unas enorme pilastras verticales comenzaban a aparecer según seguían excavando.
-Yoon mira, mira eso-chilló de repente el moreno señalando uno de los soportes que parecía sostener un dintel sobre si mismo. El arqueólogo miró donde el chico estaba señalando y su corazón se aceleró. Bajaron con cuidado por los escalones y el mayor se volvió hacia los trabajadores que miraban desde arriba con curiosidad.
-Que alguien me deje un pincel fino, por favor-pidió. De pronto un montón de pinceles aparecieron en su camino y Jimin rió nervioso.
Yoongi se encaramó a una escalera que andaba por allí y movió con maestría el artilugio sobre la zona que el joven le señalaba viendo aparecer en un tono azul eléctrico unas marcas sobre la roca. Tuvo que sujetarse a la escalera para no caer cuando el jeroglífico apareció metido dentro de un cartucho típico para marcar la entrada a una tumba real.
-"Príncipe Meryatum. A. II Casa real de Ramsés II El grande"-murmuró Jimin. El silencio denso que se había formado a su alrededor solo quedó roto por el incrédulo gimoteo de Sammi que se llevó las manos a la boca impactada tras leer el jeroglífico que había quedado al descubierto.
-Ayúdame-pidió a Jimin mientras bajaba de la escalera aceleradamente.
Entre los dos palparon la pared vertical y cuando sus manos se juntaron en el centro de la enorme puerta pudieron sentir bajo sus palmas uno de los enormes sellos intactos de la tumba. Jimin se mareó con las voces de su cabeza gritando a todo trapo y Yoongi se encontró a si mismo con los ojos bañados en lágrimas. Tanto esfuerzo, tantas negativas y al fin estaban allí.
-Un cincel y una linterna, rápido-pidió el señor Abdel que se encontraba igual de impactado que todo el mundo. Cuando los tuvo en sus manos se lo alcanzó a Yoongi que seguía mirando el sello labrado con las iniciales de la casa real del faraón. Este se apartó un segundo ofreciéndoselo a Jimin que lo rechazó y le ayudó a meter el cincel entre las dos placas de las enormes puertas. Con un delicado movimiento ahuecaron las placas y el más mayor procedió a mirar alumbrando con la linterna por el oscuro hueco.
-¿Que ves?-inquirió Jimin tras unos largos minutos de silencio.
-No me lo puedo creer-murmuró Yoongi. Se quedó allí mirando perplejo por el pequeño agujerito mientras intentaba alumbrar un poco más.
-¿Que?-preguntó impaciente a su lado.
-Míralo por ti mismo-ofreció el mayor apartándose para dejarle hueco. Jimin se juntó más contra Yoongi que sostenía la linterna y entrecerró los ojos para ver por el pequeño agujerito. Un largo pasillo polvoriento, lleno de frescos y grabados se abrió ante sus ojos y el corazón se le subió a la garganta. Tuvo que sujetarse a los brazos de aquel hombre para no desmayarse allí mismo. Cuando se separaron de allí rehusándose a dejar aquella puerta ambos se quedaron en silencio mirando al enorme grupo allí concentrado.
-Señores...-anunció Yoongi a todo el equipo que parecía contener la respiración. Miró a Jimin y dejó ir un suspiro perdido en los ojos de aquel ángel que lo miraba emocionado. Agarró su mano sin importarle quien los estaba viendo o que pudiesen decir y el joven asintió con convicción animándole a seguir con su discurso. -Nos encontramos ante la cámara funeraria del Príncipe Meryatum II de la dinastía XIX y me complace anunciarles que...está absolutamente intacta-añadió con un vaivén de emociones surcando todo su cuerpo. La excavación entera se quedó en silencio durante unos eternos segundos y luego todo se volvió una absoluta locura. Todos los trabajadores, los arqueólogos y cada uno de los allí presentes se fundieron en una espesa nube de vítores y gritos de alegría.
Los dos jóvenes arqueólogos contemplaron en silencio y con dos enorme sonrisas en sus rostros como el señor Abdel siempre tan recto y serio abrazaba al propio Akram que sonreía y palmeaba con euforia la espalda del hombre. Sammi giraba en brazos de uno de los muchachos de la excavación riendo a carcajadas y Yoongi solo quería atrapar entre sus brazos al hombre que se aferraba tembloroso a su mano. Girando hacia él contempló aquella sonrisa emocionada a juego con sus ojos bañados en lágrimas. Jimin se giró hacia él y agarró sus manos por puro instinto. Ninguno de los dos dijo nada, pero las cicatrices en sus manos quemaron al juntarse.
-Esto es todo gracias a ti, mi amor, mi príncipe-murmuró Yoongi agarrándolo delicadamente de las mejillas para juntar sus frentes.
-Ya no podrás llamarme así si encontramos a tu príncipe ahí dentro-chinchó el joven dejándose mecer por el arqueólogo que había cerrado los ojos.
-Voy a llamártelo incluso más-murmuró antes de separarse dejando un pequeño beso en la nariz de Jimin. Se quedaron unos minutos abrazados y tranquilos, dándose paz el uno al otro mientras el jolgorio seguía a su alrededor.
-Muchachos - interrumpió una voz grave acercándose a ellos. Ambos se giraron y contemplaron al señor Abdel que extendió su brazo hacia delante. Ambos se miraron y luego por turnos estrechó con una leve sonrisa las manos de los chicos.
-Bien hecho-dijo únicamente palmeando un par de veces el hombro del mayor. Luego sonrió a Jimin y se marchó de nuevo para reunirse con sus trabajadores.
-Iré a felicitar al equipo, creo que hay alguien que quiere hablar contigo-dijo Yoongi mirando a Sammi que se había quedado un poco más apartada con una bonita expresión relajada y feliz esperando a no interrumpir a sus amigos.
Yoongi se despidió de él con un apretón dulce en la mano y se perdió entre todo el mundo que lo felicitaba con cariño. De pronto y sin darle tiempo, un terremoto moreno y enérgico se abalanzó sobre él.
-Jimin que ya me he decidido, que voy a Corea con vosotros-gritó de pronto su amiga saltando a sus brazos. El joven arqueólogo la cogió en volandas y giró con ella sin llegar a asimilar lo que su amiga acababa de decirle. Cuando su cerebro entendió, la bajó de sus brazos y se quedaron quietos en medio de todo aquel barullo mirándose con los ojos muy abiertos.
-¿Que? ¿Y me lo dices así?-preguntó Jimin por encima del griterío con la mirada clavada en la chica que sonreía con la sonrisa más grande que había mostrado en bastante tiempo.
-Ha sido la emoción yo que se-excusó la muchacha con los ojos cristalizados por la mezcla de emociones.
-Ay Sammi, ven aquí-gritó el chico atrayéndola del brazo para abrazarla. -¿Lo saben Hobi y Yoongi?-preguntó en un susurro cuando la tuvo aplastada contra si mismo tan fuerte que pensó que incluso la asfixiaba. Su amiga negó risueña.
-Lo acabo de decidir-balbuceó ella con aquella sonrisa plantada en su rostro. Jimin rió incrédulo y volvió a abrazarla.
-¿Puedo unirme?-escucharon decir a Yoongi a su lado. Ambos se separaron y el mayor entrelazó sus manos con sus dos amigos.
Jimin lo pegó a su pecho acogiendo a la chica con un brazo en un apretado abrazo de tres. Estaban ante el descubrimiento de sus vidas. Era su momento.
-¿Ya has pensado como vas a decirle?-susurró Sammi sentada bajo aquella carpa donde todo el mundo sonreía a su alrededor. Contempló a Yoongi más serio de lo que cualquiera hubiese esperado verlo en aquel momento, con la mirada fija un poco más allá en el chico que permanecía sentado en la arena junto a la entrada de la tumba, mirándola fijamente como si fuese a desaparecer.
-Si, pero necesito unos días más...necesito pruebas tangibles para que vea con sus propios ojos quién es y acepte lo que está por venir...-respondió él un poco inseguro.
-¿Y como vas a hacer eso?-inquirió la chica un poco confusa. Yoongi desvió la mirada de Jimin y la clavó en los ojos verdosos de su amiga.
-Veras...Ahmet me dio una cosa justo antes de hacer nuestro pacto de sangre-comenzó a decir. -Es este anillo...en cada vida que he tenido ha aparecido de una manera o de otra. Sé que él llevaba el suyo cuando...murió y Sitre me dijo que se encargaría personalmente de dejarlo a buen recaudo con el papiro que le di-explicó mostrándole la joya oculta en la palma de su mano sobre la cicatriz.
-¿Conseguiste ver a la princesa después de todo lo que pasó con Ramsés y el destierro y eso? Preguntó Sammi con curiosidad. Yoongi asintió lentamente con un extraño sabor de boca.
-Sitre era una mujer muy valiente, Sammi, la criaron para ser una señora de Egipto y complacer a su esposo pero como no logró enamorarse de él, se hicieron amigos y lo apoyó hasta el final...y con él a mi-comenzó a explicar. -Sitre era como mi hermana pequeña y se escapó de la corte de Ramsés para despedirse de mi. Sobornó con joyas al dueño del transporte para que fingiese que había habido un problema durante el trayecto y por eso nos habíamos retrasado. Apareció camuflada como una campesina más y ganamos unos minutos donde le di lo que había escrito para Ahmet. Fue la última vez que la vi hasta que encontraron su tumba. Me dijo que la habían interrogado durante horas pero que logró convencer a todo el mundo de su papel insulso en esta historia. Estaba muerta de dolor por perder a Ahmet y muerta de miedo porque no sabía que iba a pasar con ella, pero aún así lo arriesgó todo por despedirse de mi y prometerme que acogería a mi madre en su séquito para poder darle la protección que yo no iba a poder darle. Ahí fue cuando supe que podía irme en paz y que mi labor en ese mundo se había terminado-contó Yoongi con la voz pausada y un tono bajo para que nadie los escuchase.
-¿Y crees que cumplió?-preguntó la chica acongojada.
-Sé que cumplió...últimamente cuando me pongo el anillo, es diferente. La cicatriz me pica, como si quisiese decirme algo, como si su gemelo estuviese por alguna parte. Cuando entremos en la antecámara del tesoro y clasifiquemos todas las piezas veremos si está ahí o si mi anillo desprende algún tipo de señal que pueda indicarme como proceder. No se Sammi, si el anillo está ahí y Jimin se lo pone...algo tendrá que sentir. Según lo que me dijo el señor Osman...recordará lo justo para saber quien es pero no romperá la maldición si su amor por mi no es tan puro como el mío...si no realiza el ritual no se podrá romper y todo esto habrá sido para nada-siguió explicando ante la imperturbable mirada de su amiga que solo podía asentir con nerviosismo. Ambos se quedaron callados durante unos minutos.
-No se ha movido de ahí desde que los trabajadores comenzaron a quitar escombro de la entrada-comentó Sammi volviéndose a mirar a Jimin que permanecía en el mismo lugar trasteando en su móvil.
-No lo dice, pero siente a Meryatum y eso lo tiene que estar matando por dentro y confundiéndolo-murmuró Yoongi sin parar de mirarlo. -Cuando llegue el momento, aliviaré su sufrimiento-prometió para si mismo.
Hola a todos :)
¡Ya estamos por aquí! ¡¡Hemos encontrado a Meryatum!!
No es por nada gente, pero he sentido este descubrimiento como mío jajajajaja
Hoy me paso rápido a dejaros el capítulo ya que no tengo nada que decir, se explica solo.
Espero que os esté gustando. Muchísimas gracias por vuestro enorme apoyo.
Nos leemos en el siguiente.
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