Capítulo 1. Hadid Saqtara.
El leve traqueteo del avión trajo a Jimin de vuelta a la realidad desde aquel recurrente sueño que había estado presente durante toda su vida. A veces veía las preciosas y curtidas manos de un hombre paseando entre su pelo, posándose en su cintura...y luego nada...absolutamente nada. La voz del capitán saliendo por los altavoces lo distrajo de sus pensamientos.
-Queridos pasajeros, les habla el comandante del vuelo 767 con destino El Cairo, en breves momentos tomaremos tierra en el aeropuerto internacional de El Cairo. Hora local 10:35 de la mañana y temperatura ambiente de 31º. Esperamos que el vuelo haya sido de su agrado y que vuelvan a elegirnos en un futuro-explicó detalladamente mientras las azafatas pasaban por los pasillos recogiendo todo para el aterrizaje y la gente comenzaba a abrocharse los cinturones.
Jimin procedió a hacer lo mismo con una sonrisa satisfecha, casi ilusionada, recogiendo también el libro que había leído durante una parte del viaje y metiéndolo en la pequeña mochila que llevaba.
El avión comenzó a descender y Jimin pudo contemplar entre las nubes la majestuosa ciudad que se ubicaba detrás de las nubes que estaba atravesando el avión en su aterrizaje. Las mariposas se instalaron en su estomago y por un segundo el flashazo de aquel sueño cruzó su mente por un segundo confundiéndolo.
Parpadeó un par de veces y lo achacó a los vértigos del descenso. Cuando tomaron tierra, el pasaje lanzo gritos de alegría y aplausos e incluso él se animo a aplaudir absolutamente ilusionado. Soltó un suspiro antes de levantarse y despedirse de la amable pareja de ancianos que había viajado a su lado. Su nueva vida estaba a punto de comenzar.
Agarró fuertemente su mochila colgada al hombro y camino lentamente por la escalerilla del avión hasta la pista. El calor sonrojó sus mejillas al instante y lo sofocó intensamente. Apenas una pequeña ráfaga de viento caliente removió sus cabellos oscuros que inmediatamente se pegaron a su frente por el sudor. Sintió la boca seca y salada por el rastro de pequeños granos de arena que el viento había pegado a sus labios y se apresuró a montarse en el pequeño autobús que los desplazaría por la pista hasta la terminal donde tendría que esperar para recoger su equipaje y donde aprovecharía para refrescarse un poco. Mientras todo el mundo entraba, él se acomodó cerca de las puertas de salida y pensó en Seúl y lo lejos que quedaba su hogar en aquellos momentos. Recordó a su padre abrazándolo en el aeropuerto justo antes de pasar los controles.
-Mamá estaría muy orgullosa de ti campeón, vas a cumplir tus sueños-le había dicho visiblemente emocionado. Había aguantado las lagrimas como había podido y había sonreído a su padre una vez más.
-Gracias por hacerlo posible-había contestado él mientras su padre volvía a abrazarlo. Se apartaron ambos emocionado y Jimin se dio la vuelta hacia sus amigos que lo abrazaron en un abrazo triple cargado de emociones.
-Cuidaros porfa, y no os peleéis, acordaros de que tengo que encontrar el amor en vuestra boda- bromeó él mirando a Taehyung que amenazaba con ponerse a llorar en cualquier momento. Vio a Jungkook apretarlo contra su costado y sonreír con aquella sonrisa suya que alegraba la vida.
-Quizás lo encuentres antes, Minnie-dijo guiñándole un ojo. Volvieron a abrazarse un momento y después volvió a despedirse de su padre. El futuro daba miedo, dejar Seúl solo y embarcarse en aquella misión pocos meses después de terminar su carrera parecía un precipicio, pero la ilusión y la magia de poder dedicarse a lo que había querido desde que era un niño hacían parecer todo más fácil.
Casi sin darse cuenta, el pequeño autobús había llegado a la enorme terminal del aeropuerto. Se levantó y salió sorteando pasajeros que iban y venían por todos lados y se refugió del agobiante clima buscando la zona de llegada del equipaje. Mientras esperaba contempló el ajetreo del lugar con la música sonando en sus cascos casi tan tibia y tan liviana como el ambiente. La voz de Elvis lo inundó haciéndole sentir vibraciones en el estomago y se desplazó hasta la cinta llena de maletas como si estuviese en un videoclip.
Unos minutos después divisó sus dos enormes maletas amarillas envueltas en aquel horrible pastico transparente que ponían en los aviones para protegerlas, así que espero a que estuviesen a su alcancé y sacó una detrás de la otra luchando con ellas para levantarlas. Se volvió a acordar de Jungkook que se había reído cuando había comprobado todo el equipaje que había cargado Jimin. ¿Quizás se había pasado un poco? Solo serían unos meses.
Negó un segundo y acomodó mejor la mochila mientras agarraba una maleta con cada mano y las arrastraba hacia la salida de pasajeros. Buscó entre la gente que esperaba y no tardó en divisar un cartel con su apellido sostenido por una chica aparentemente un poco más mayor que él y de ojos almendrados. Esta buscaba entre la gente con gesto confuso.
Se dirigió hacia ella arrastrando las maletas y se plantó delante con una sonrisa. La chica lo miró de arriba abajo y sonrió visiblemente aliviada.
-¿Señor Park?-preguntó con cortesía. Jimin asintió.
-Jimin, solo Jimin-corrigió haciendo una pequeña reverencia como acostumbraba en su país. La chica lo miró un poco confundida pero luego imitó su gesto soltando una pequeña risilla. Jimin respiró por dentro aliviado de que al menos la primera persona que hablaba su idioma fuese realmente amable.
-Encantada, yo soy Samara, soy la asistente del señor Min y arqueóloga de la excavación. Estaré ayudándote a instalarte y te ayudaré con todo lo que requieras durante toda la misión-explicó sin borrar aquella sonrisa. Él asintió de nuevo sin saber que más decir.
-Ahora Jimin, dejaremos todo tu equipaje en el coche y te llevaré hasta la zona de exploración, allí conocerás al señor Min y a todo el equipo y luego tendrás todo el día libre para ti, para descansar y empezar mañana con mas fuerza que nunca en las excavaciones ¿estas nervioso?-preguntó la chica de carrerilla mientras comenzaba a andar entre la gente arrastrando una de las maletas que había arrancado con entusiasmo de las manos de Jimin.
-Estoy entusiasmado Samara, creo que nunca había tenido tantas ganas de algo- confesó tímidamente. La chica asintió sin borrar aquella sonrisa y juntos atravesaron las puertas de salida hacia la calle.
El bochorno del ambiente volvió a hacerle arrugar la nariz y Samara rió en una dulce carcajada. -Te acostumbrarás te lo prometo, cuando llegué aquí odiaba el calor, pero ahora es como si no lo notase-comentó ella acercándose a una enorme furgoneta negra y abriendo el maletero. Entre los dos subieron el equipaje entre risas y bromas y se montaron en el asiento del piloto y del copiloto suspirando aliviados por el contraste fresquito del interior del vehículo.
-Has dicho que no lo notabas-bromeó Jimin abanicándose con la mano.
-Han sido tus maletas, pesaban como si llevases un par de cadáveres-protesto la chica. Ambos rieron y cuando el coche arrancó, Samara se quedó en silencio mientras conducía por la ciudad a sabiendas de que Jimin ya no se encontraba con ella sino distraído mirando todo a su alrededor y sacando fotos a diestro y siniestro con su móvil. Sonrió, no hacía mucho tiempo ella también había sido así. Recordó con nostalgia su tierra pero inmediatamente borró aquellos recuerdos de su cabeza y los dejó fluir mientras conducía.
-Este lugar es asombroso-murmuró Jimin casi sin aliento, sin parar de sacar la cabeza por la ventanilla y hacer fotos.
-Te encantará, por lo que me contaste en la entrevista se que este lugar es para ti-aseguró Samara.
-Gracias por darme la oportunidad-comentó el chico volviendo a mirar por la ventana. Ella sonrió retirando momentáneamente la vista de la carretera.
-No me las des a mi en cuanto Min Yoongi leyó tu currículum y tu trayectoria universitaria me pidió que te llamase, creo que se siente íntimamente ligado a vuestro país-Ante esas palabras Jimin se sentó recto en el asiento y subió la ventana pensativo. Que Min Yoongi, la eminencia más joven de la arqueología lo hubiese elegido personalmente lo tenía casi dando saltos en su interior.
-Le daré las gracias entonces-contestó el con una bonita sonrisa que hizo sonreír también a la chica.
-Podrás hacerlo ya mismo, estamos llegando-avisó la conductora.
Condujo por una estrecha carretera empedrada que atravesaba una pequeña montaña y pronto Jimin pudo divisar el paisaje más hermoso que había divisado en su vida. Un paisaje de nubes blancas cubriendo el cielo y doradas dunas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Avanzaron un poco más entre los montículos de arena y se sumergieron en pleno desierto hasta que avistaron las excavaciones. Divisó multitud de gente arrastrando arena, con carretillas y herramientas por todos lados y unas enormes carpas colocadas en una explanada encima de las dunas. Y Jimin pensó que se pondría a llorar en ese momento. Su sueño era más real que nunca.
Samara aparcó la enorme furgoneta al lado de otros dos coches que estaban apartados unos metros alejados del yacimiento y le indico que bajase con cuidado de no tropezar con algún artilugio por allí abandonado.
Cuando sintió la ardiente y blanda arena bajo sus pies tuvo que asimilar durante un segundo todo lo que estaba viviendo e inmediatamente se puso en marcha detrás de la chica que caminaba ya entre la arena dirigiéndose hacia el cúmulo de gente mientras saludaba a diestro y siniestro tanto en inglés como en otros tantos idiomas que Jimin no pudo establecer con claridad. Vieron salir de la carpa a la que se dirigían a un par de hombres algo más mayores ataviados con túnicas típicas del lugar y con caras totalmente serias.
-Señor Abdel-saludó de repente la chica alegremente dirigiéndose a paso rápido hacia la enorme pérgola. El hombre se volvió hacia ellos y Jimin se dedicó a seguirla a toda prisa llenándose las zapatillas de arena.
-Samara-dijo el hombre seriamente cuando llegaron al sitio donde el hombre se había parado a esperarlos. Jimin se estiró un poco más al lado de la chica.
-Le presento a Jimin, el nuevo ayudante del señor Min-presentó ella señalando a Jimin.
-Ah si, el nuevo chico coreano, suerte muchacho, no sabes donde te metes-dijo mirándolo de arriba abajo. Jimin murmuró una especie de agradecimiento y se volvió hacia la chica con pesar.
-No le hagas caso, aquí todo el mundo es un amor ya lo verás-aseguró ella quitándole importancia. -Ahora Jimin, ¿estás preparado? Voy a presentarte al arqueólogo más joven y talentoso de estos momentos-añadió.
-Te has olvidado decirle lo guapo que soy-replicó una voz grave al otro lado de la lona. Jimin se llevó la mano instintivamente al estómago que le dio un vuelco al escuchar la voz. De verdad era él y estaba a nada de conocerlo en persona.
-Ni caso, es un hortera-susurró ella para que solo Jimin lo escuchase. Este sonrió y se encaminó detrás de ella. -Yoons, ya estamos aquí-casi gritó Samara apartando la cortina para entrar y que Jimin entrase detrás de ella como si él no los hubiese escuchado ya.
El aludido se volvió con una mirada seria pero agradable y Jimin creyó estar soñando cuando lo vio cara a cara frente a él. Le había visto en las revistas y en la tele infinidad de veces, pero en ese momento lo tenía delante y nuevamente se había quedado sin palabras. No solo por la evidente belleza del chico, sino porque realmente estaba conociendo a su ídolo en persona, al chico que un par de años antes le había dado las fuerzas sin saberlo para seguir con todo y acabar la carrera.
-Yoongi, él es Park Jimin, tu nueva mano derecha-indicó Samara presentándolo.
-Encantado de conocerte Jimin-dijo Min Yoongi dirigiéndose al chico de la forma más sincera posible.
-Igualmente, Hyung-balbuceó Jimin haciendo una torpe inclinación que casi lo tira de boca al suelo por el peso de su mochila.
Samara ahogo una risita en su mano y él sintió que se sonrojaba hasta las orejas.
-Por favor, no uses los honoríficos conmigo, solo Yoongi, ahora no estamos en Corea-dijo agarrando su mano en un firme apretón. Jimin asintió sin palabras y contempló todo a su alrededor aún con la sonrisa de Yoongi abrumante grabada en el cerebro.
-Ven conmigo, te presentaré al equipo y te enseñaré el lugar para que puedas irte a descansar, imagino que estarás agotado-dijo Yoongi acercándose a la entrada de la pérgola.
-Ya ha conocido al señor Abdel...-aclaró la chica moviéndose junto a Jimin.
-Ah...el cascarrabias de Hassan, es un gran historiador, pero no soporta que los jóvenes le comamos terreno, no te preocupes por él, es inofensivo-explicó Yoongi apartando la cortina para que todos pudiesen salir al exterior.
Jimin volvió a asentir sin palabras por aquel momento y se dedicó a seguir al joven por toda la excavación. Conoció a un montón de gente de la que más tarde tendría que volver a preguntar el nombre, sacó algunas fotos del paisaje y conversó levemente con Yoongi sobre su viaje. El calor de las dunas era insoportable con aquella ropa puesta, pero algo distinto calentaba su corazón a medida que avanzaba por el yacimiento.
-Ahora te enseñaré algo espectacular-sentenció seriamente encaminándose por un pequeño camino de arena.
Caminaron por una amplia duna que se extendía hasta casi un par de metros por encima de los demás y aunque estaba cansado y con los pies llenos de arena, continuó su camino con ansias de ver y retener todo lo que pudiese. Al llegar arriba Jimin no pudo evitar que su boca se abriese de par en par con las maravillosas vistas del extenso desierto frente a él.
-Te presento Hadid Saqtara, el lugar donde descansan los sueños-anunció el mas mayor repasando todo el lugar con un movimiento de su brazo. Jimin siguió aquella trayectoria y una sensación de emoción lo invadió por completo aguándole los ojos, una sensación como de cubrir un anhelo, como cuando estás en casa y te sientes cómodo.
-¿Que te parece?-preguntó el arqueólogo mirando la cara impresionada de Jimin.
-Es simplemente...-intentó decir este. A media frase se quedó sin palabras porque realmente no sabia como describir lo que veían sus ojos.
-¿Un sueño verdad?-completó el otro sin mover un solo centímetro su postura relajada sobre la resbaladiza duna.
-Si, es como sentirse en casa-balbuceó el chico. Yoongi abrió los ojos sorprendido y compuso una mueca complacida en su cara
-Veo que no me he equivocado al elegirte, Jimin-murmuró sin apartar la vista del horizonte. El aludido sintió un extraño calor en lo hondo de su pecho y sonrió orgulloso. Se miraron por un segundo y descendieron por la duna lentamente para no caer rodando.
Cuando llegaron abajo se acercaron a Samara que estaba ocupada supervisando lo que parecía a simple vista un agujero pero que a su alrededor mostraba las destruidas ruinas de una construcción. Cuando los vio llegar se echó a un lado para que ellos también pudiesen ver y se quedaron unos minutos mirando maravillados el descubrimiento.
-¿Ya le has enseñado tu paraíso?-dijo ella de repente intentando chinchar al mayor. Él se mordió el labio en un fingido gesto de indignación. La chica rió brevemente ante eso.
-Graciosa-protestó él bajo la mirada atenta de Jimin que no paraba de sonreír a todo lo que pasaba a su alrededor.
-Bueno, entonces si nos disculpas me llevaré a Jimin al hotel para que descanse y se acomode-dijo Samara amablemente. Jimin asintió y se dio la vuelta después de hacer una pequeña inclinación de cabeza hacia Yoongi para seguir a la chica, pero la voz del arqueólogo lo detuvo al instante.
-¿Jimin puedes hacer algo por mi?-preguntó el mayor. Jimin se volvió hacia él mirándolo como si hubiese visto un fantasma.
-Claro...lo que sea-aseguró Jimin con un brillo especial en sus ojos. El arqueólogo sonrió tímidamente.
-Elabora una lista de metas y sueños que tienes para estos meses y la discutimos en unos días, me gustaría saber tus pretensiones y ayudarte a cumplirlas si te parece bien-pidió amablemente. El joven dudó un segundo y luego asintió levemente.
-Lo haré-aceptó Jimin con una pequeña sonrisa cansada. Yoongi asintió una vez más y volvieron a despedirse mientras cada uno tomaba un camino distinto. El del mayor adentrándose entre las dunas y el del más joven de camino al coche detrás de Samara que no paraba de parlotear.
Se montó en el coche y casi quiso patalear cuando se alejaron de aquel precioso mar de dunas doradas que ya lo habían atrapado. Mantuvo la vista fija en el móvil sin poder parar de mirar las fotos que había hecho como si aún no se creyese el estar ahí y en los apenas 10 minutos que duró el viaje, Samara le dio todas las explicaciones necesarias para el día siguiente. Horarios y demás que como Yoongi ya había mencionado, habían incluido en unos manuales sobre la excavación que se encontraban en su habitación.
Llegaron a un complejo de hotel formado por varias habitaciones a nivel del suelo rodeado todo por palmeras que se movían por el leve viento bochornoso de la capital egipcia. Pudo contemplar a varios turistas en la piscina cristalina que se encontraba a un lado de la recepción y fichó el restaurante cerca de allí quedándose con las ubicaciones necesarias.
Ambos pasaron por recepción para registrar al chico y cuando les dieron la llave y completaron el registro, Jimin se deslizó soñando con tumbarse en la cama por el agotamiento que llevaba encima. Subieron en un pequeño ascensor y Samara le indicó donde podría encontrarla en caso de que necesitase algo. La chica no paraba de hablar y aunque su amabilidad era evidente, el chico solo quería quedarse solo y descansar del viaje.
Se paró delante de la habitación con el numero que les habían indicado. Cuando Jimin abrió la puerta se quedó ensimismado con lo que veían sus ojos y se quedó parado de golpe provocando que Samara que venía detrás arrastrando una de sus pesadas maletas, se chocase contra su espalda.
Una delicada habitación decorada en blancos y dorados le dio la bienvenida. Tenía una preciosa cama matrimonial con postes rodeados por finas cortinas de lino enganchadas en la parte superior y colocada en el centro con dos ventanas a los costados encima de sus correspondientes mesillas. Justo enfrente de la puerta de entrada, había colocado un escritorio marrón que contrastaba con la pared donde se apoyaba y que se encontraba pintada en color crema con una moldura simulada de jeroglíficos. En frente de la cama había una puerta que supuso que sería el baño y anotó en su cabeza echar un vistazo más tarde por si era igual de impresionante que la habitación.
-Bien, pues este será tu hogar mientras estés aquí, ¿te gusta?-preguntó la chica sacándolo de la ensoñación en la que se encontraba. Él parpadeó un par de veces y se volvió emocionado hacia ella.
-No tengo palabras, de verdad esto parece un sueño-comentó entusiasmado.
-Lo se, cuando yo llegué, apenas daba crédito a lo que veían mis ojos, en general, así que sé perfectamente cómo te sientes, esto es un mundo diferente-contó ella. La miró incrédulo y se preguntó si aquella menuda chica nunca borraba la sonrisa.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-dijo de repente cuando la chica se dio la vuelta para irse.
-Lo que quieras-afirmó ella dulcemente.
-Dijiste que habías llegado aquí hace un tiempo ¿de donde eres?-preguntó él curioso. Ella suspiró como si le costase hablar de ello, pero no borro la sonrisa en ningún momento.
-España, vengo de un rinconcito pequeño del norte de España-explicó con algo de tristeza en su mirada. El chico quiso saber que era, pero no se atrevió a preguntar.
-Tu nombre...-intentó decir. Ella le cortó con una pequeña risita.
-Lo se...mis padres sentían una gran conexión con Egipto y buscaron algo que me atase a este lugar, supongo que no se esperaban que me atase de tal manera-contestó risueña.
-Todos estamos un poquito atados a estas tierras, supongo-afirmó Jimin rascando levemente su brazo. Vio a la chica encogerse de hombros con una mueca de suficiencia.
-Todos estamos muy atados a estas tierras, Jimin, por eso estamos aquí-comentó tranquilamente.
-Te veo mañana Samara-afirmó él.
-Llámame Sammi, descansa-él asintió e imitó el gesto de la chica que se dirigió de nuevo hacia las escaleras que conectaban con la calle.
Jimin pasó toda la tarde ocupado, deshaciendo sus maletas y poniendo aquella habitación a su gusto, adaptándola a su comodidad. En los cajones del escritorio encontró todo lo que Yoongi le había dicho sobre los informes y los materiales que había guardado para él. Sacó de su mochila su portátil y varias cosas más y las colocó en la mesa ordenadamente. Colocó los tres libros que se había llevado en los cajones de una de las mesitas de noche al lado de la cama y por ultimo vació toda su mochila. Sacó un cuaderno gris del fondo y lo contempló bajo el atardecer egipcio que empezaba a abandonar las dunas tras su ventana. La J dorada que adornaba la portada le hacía recordar a donde pertenecía y le traía recuerdos de la primera portadora del cuaderno, su madre, con la que compartía inicial en su nombre y a la que echaba de menos a todas horas. Habían pasado casi siete años desde su pérdida y su padre y él habían salido adelante como habían podido, pero Jimin seguía necesitándola y estaba segura de que lo haría toda su vida. Y lo notaba, cada vez que abría ese cuaderno y esbozaba, se abstraía en los recuerdos de su madre que hacían las veces de ser su lugar seguro. Lo colocó en el cajón al lado de su estuche de carboncillos y sacó los informes que rezaban con el nombre de la excavación.
Contempló la portada y se sentó cómodamente en la cama a leer durante horas y a memorizar los mapas que habían incluido para él. Sin duda se habían ocupado de detallar todo para que pudiese adaptarse cuanto antes. Casi por la noche, cuando el sol ya empezaba ocultarse en el desierto Jimin escuchó voces tras la puerta de su habitación. Cansado se levantó para saludar pero se quedó parado cuando escuchó la conversación.
-Vengo a hacerte compañía también esta noche-murmuró ella con coquetería acercándose peligrosamente hacia él. Jimin abrió los ojos tras la puerta y contuvo el aire con un picorcillo extraño en la punta de sus dedos. La adrenalina de ser descubierto cotilleando lo mantuvo totalmente rígido, pero no pudo apartarse del lugar.
-Estoy cansado-dijo él simplemente con voz trémula y agotada.
-Pero...-protestó ella.
-Solo fue una vez Sammi, vete a descansar-pidió él apartándola delicadamente de su puerta.
-Pero Yoon-volvió a escuchar que decía la chica. Vio a Yoongi girarse lentamente con una mueca de confusión en la cara.
-Sabes que no es lo que busco-escuchó que decía el chico.
-No vas a encontrar a ese amor que tanto buscas Yoon, han pasado demasiados años-replicó ella cansada mientras se recolocaba el cabello.
-No digas eso, harás que te coja manía, sabes que lo encontraré-afirmó él con cansancio como si esa conversación la hubiesen tenido ya muchas veces.
-Eres increíblemente terco, has descubierto más tumbas de las que muchos arqueólogos pueden presumir y no te vale-acusó Sammi con algo de tristeza en su voz que Jimin pudo notar incluso tras la puerta.
-Encontraré la tumba, se que está ahí afuera en alguna parte y te lo demostraré a ti y a todos, ahora si no te importa necesito descansar, buenas noches Sammi-dijo educadamente depositando un beso en la frente de la chica y después internándose en la habitación.
-Buenas noches Yoon-murmuró ella con tristeza.
Jimin se quedó quieto un segundo mirando a la chica que suspiraba frustrada llevándose las manos a su bonito rostro. Unos segundos más tarde se marchó por el pasillo hacia una de las habitaciones más alejadas y se internó en ella con un portazo.
Jimin se apartó de la puerta con una mueca ridícula en la cara por lo que acababa de escuchar y soltó de golpe todo el aire que sin querer había estado conteniendo para no ser descubierto cotilleando. Se deslizó por la habitación y la brisa fresca de la noche sacudió levemente las cortinas blancas que colgaban de los postes de la cama. Miró la hora en su teléfono móvil y apartó hacia un lado los informe que había estado leyendo durante la tarde para ponerse al día. Se deslizó entre las suaves sabanas y cogió el móvil para mandar un mensaje a su padre contándole su día. No pudo irse a dormir sin subir a las historias de su instagram una foto del lugar y en medio de aquel paisaje de nubes colocó la frase que más le había impactado y que le había calado tan hondo acompañada de la fecha y el autor de dicha frase.
Escuchó los grillos por la ventana y se refugió en sus sueños que lo atraparon firmemente por el cansancio del viaje y todas las emociones nuevas del día.
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Hola a todos :)
Bueno ya estamos aquí con el primer capitulo del nuevo fanfic Whispers in the Sand. Ya conocemos a nuestros protagonistas y algo me dice que nos van a dar momentazos que nos vamos a tener que agarrar a la silla para no caernos de culo.
Quería dedicar este primer capitulo a una persona muy especial, una chica que en poco tiempo ha ocupado una parte muy importante de mi corazón y me ha hecho sentir el honor de escribir y lo bonito de lo que hago. Este capitulo es para ti Raquel porque sabes que cada vez que me comentas algo o me cuentas como te hacen sentir mis historias me haces muy feliz y me haces pensar que de verdad vale la pena. Gracias de corazón bonita mía. Y gracias por todo, pero sobre todo por estar ahí para mi como has estado desde que te conozco.
A los demás que deciros, que vamos allá ¿no? Nos embarcamos con estos dos en una aventura que prometo que no os va a dejar indiferente. Espero que os haya gustado y que os guste la idea.
Nos leemos en el siguiente.
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