ɪɪɪ. ᴀᴍʙɪᴇɴᴛᴇ ʟʟᴇɴᴏ ᴅᴇ ᴛᴇɴꜱɪᴏɴ
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✨ Capítulo editado ✨
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Una vez finalizadas las llamadas, el agente Hotchner se acercó hacia los mellizos con un paso firme, ocultando su derrota ante las manipulaciones a las que fue obligado a ceder por un bien común, mientras que los criminales solo compartían miradas cómplices esperando que sus exigencias fueran cumplidas y que fueran puestos en libertad en cuanto antes.
—He hablado con mis superiores . . . hemos llegado a un acuerdo. —informo Hotch tomando asiento frente a los mellizos—Han accedido a liberarlos bajo ciertas condiciones.
Los estafadores soltaron un suspiro de alivio; habían gastado todos sus recursos, jugaron con la última carta bajo la manga, arriesgaron todo y ganaron. Su libertad a cambio de ayudar al FBI en un caso, para luego empezar de cero en otro lugar, tal vez ya no como estafadores. Sin embargo, estaban muy lejos de la realidad.
—¿Qué condiciones? —preguntó Alexandra esperando que no les pidieran devolver el dinero, proporcionar información sobre los golpes que dieron o entregar sus identificaciones falsas.
—Le reduciremos 19 años a su condena original. —Aaron aviso que no se habían salido con la suya como tal, viendo que iban a protestar decidió continuar explicándoles la situación—Los diez años sobrantes estarán trabajando para el FBI.
—La oferta esta padrísima, pero yo estoy fuera. —Eduardo se burló ante la loca idea de ser un federal.
—Lamento decirles que ya no tienen otra opción . . . se les otorgo lo que querían, salir de este lugar—dijo Hotchner sacando su celular para preguntar sobre los avances del caso, sin embargo, al ser una prisión de máxima seguridad no había señal—Estarán bajo mi supervisión en todo momento, no podrán salir del país sin mi autorización, además deberán de tomarán un curso sobre perfiles, bajo mi tutela.
—¿Perfiladores? No se ofenda, pero esos trajes aburridos no van conmigo —comentó Eduardo de manera divertida, no era alguien que siguiera las reglas.
—¿Por qué con usted? ¿No hay alguien menos serio con quien podamos aprender? —Alexandra no confiaba en nadie más que en su hermano.
—Necesito asegurarme de que cumplan con las condiciones y se mantengan bajo control—sentenció Hotch, cansado de las quejas de los mellizos.
—¿Algo más? ¿Tenemos permiso de respirar, jefe? —el Rivera mayor era el menos emocionado por trabajar, así que no le dejaría las cosas fáciles al agente.
—También tendrán sesiones de seguimiento con la jefa de la unida. Ella supervisará su progreso y cumplimiento de lo acordado. —explico Aaron poniéndose de pie, guardando sus cosas en su maletín—Ahora, si tienen más preguntas, háganlas en el camino. —comenzó a caminar hacia la salida, haciendo un ademán para que lo siguieran.
Los mellizos iban tras él, como dos niños pequeños saliéndose con la suya después de robar un dulce. A pesar de la felicidad que sentían otras emociones comenzaron a inundar su cuerpo, la castaña iba pellizcándose constantemente, era como si el dolor la trajera a la realidad, ya que en varias ocasiones había soñado con algo así, despertando totalmente frustrada, pero esta vez era diferente, lograron salir.
Mientras que Eduardo estudiaba las rutas de escape en el caso de que las cosas no salieran bien para ellos. Necesitaba tener un plan 'B' en caso de que no pudieran ayudar en el caso. Siempre buscando la manera de cumplir la promesa que le hizo a su madre: cuidar de su hermanita en todo momento.
Ambos fueron conducidos a un área designada donde pudieron recuperar las pertenencias que les habían confiscado al inicio de su condena, verificando que el contenido estuviera en orden y completo. El trayecto hacia el Jet fue silencioso. Al parecer, aún no terminaban de procesar lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, una vez que se subieron para viajar a Seattle, comenzaron las dudas por parte de Eduardo.
—Oiga, jefe, ¿me devolverán mi auto? Lo compré legalmente; tenía la factura en mi casa... Por cierto, ahora ¿Dónde viviremos? Rentábamos un departamento en Nevada, pero dudo que nos sigan esperando para pagar la renta—Parecía que Eduardo quería llevar al extremo el tema de fastidiar a Hotchner—¿Sabe si guardaron nuestras cosas o jamás las veremos de nuevo?, porque solo tengo lo que traigo puesto y comienza a ser frio o ¿podría darme una de esas chaquetas que salen en las películas?, ya sabe esas que dicen FBI en la parte de atrás—Hotch solo miraba al mellizo, no sabía de donde sacaba energías para hablar tan rápido—También quiero saber cuánto nos pagarán y cuándo puedo tomar mis vacaciones —sonrió como si estuviera bromeando.
—No puedo garantizarles que recuperen todo, pero regresando a Quántico alguien se contactará con ustedes para atender esos detalles. —Hotch contesto con los ojos cerrados, tenía intenciones de dormir un poco en el trayecto, cosa que sería interrumpida por Eduardo.
—No quiero ofender a nadie, pero ¿Qué tiene de divertido Quántico? —preguntó la melliza con cierto tono de curiosidad, porque estaban tan acostumbrados a Las Vegas, donde la actividad y el entretenimiento eran abundantes.
—¿Usaremos armas?, si es así, prefiero usar guantes antes de disparar. No vaya a ser que me incriminen de nuevo y me condenen a otros 30 años —Eddie creyó que era una buena broma, hasta que recibió una mala mirada de su hermana. —Bueno, solo decía Lexie.
—Y si no somos de mucha ayuda . . . —Alexandra dudaba de lo que iban a hacer. Ellos solo eran estafadores y no estaban acostumbrados a trabajar con tanta gente o a buscar criminales.
—Encontrarán la manera de que esto funcione. El FBI ha arriesgado mucho al sacarnos, así que deben intentarlo y hacer su mejor esfuerzo. Ahora, si me disculpan, solo he dormido dos horas y todavía queda mucho por hacer. —expreso el agente molesto de todas sus preguntas.
El agente Hotchner se giró en su asiento, dándoles la espalda a los mellizos, buscando un par de minutos de paz y tranquilidad, esperando que la presencia de los criminales no generara algún problema en su vida.
Por otro lado, Eduardo solo miraba por la ventana, entrando en un tipo de trance, reviviendo los momentos que ha compartido con su hermana, desde que quedaron huérfanos hasta los robos en Las Vegas. Una pequeña sonrisa nostálgica se formó en sus labios, hasta que volteó a verla, al parecer estaba sumida en sus pensamientos.
Tal vez le afectó la pequeña "broma" sobre el arma, pues la partida de Richard le dolió mucho, aunque ya no estaban seguros de que ese fuera su nombre, fue el primer amor de su hermana.
—¿En qué piensas? — el mayor de los Rivera llamó la atención de su hermana, arrojándose a su lado.
—Jamás hemos trabajado en algo honesto . . . Bueno técnicamente nunca hemos trabajado . . . solo robábamos, y si lo hacemos mal, ¿Qué tal si fallamos en lo que sea que hacemos aquí? ¿Nos regresarían a prisión? ¿Esos hombres siguen matando mujeres? —Alexandra miraba fijamente al agente dormido mientras compartía sus miedos con su hermano.
—Lexie, nos burlamos de la policía de Nevada por más de 5 años y te da miedo estos hombres — Eddie le revolvió el cabello de su hermana en un gesto divertido—Tranquila, mientras estemos juntos nada malo puede pasar, como dice el señor seriedad hagamos nuestro mejor esfuerzo.
—En ese caso . . . deberíamos de empezar a leer todo esto—menciono Lexie tomando uno de los informes del caso. —Toma uno y trata de encontrar algo.
—¿Cómo sabré que encontré algo si no sé qué estoy buscando? —pregunto el mellizo imitando las acciones de su hermana.
—No sé . . . usa tu instinto de ladrón. —propuso la melliza antes de mirar la cara de confusión de Eduardo. —Mmmm . . . Piensa que vas a entrar a robar algo, que cosas notarías.
—¿Estás diciendo que remplace los cadáveres por obras de arte? —cuestiono algo escéptico, pero al recibir un asentamiento tuvo que regresar la vista al informe.
Cuando Hotchner se despertó, lo primero que vio fueron a los mellizos organizando las fotos de las escenas del crimen, lo cual lo hizo reír. Él había apostado todo por ellos y esperaba que no fuera una decisión equivocada.
—Bien, ¿Qué tenemos? —preguntó Aaron, haciendo que los mellizos saltaran de sorpresa en sus asientos. Estaban tan concentrados que no habían notado que ya estaban casi llegando.
—Ah, ya despertó. Con razón ya no oíamos sus ronquidos. —Eduardo comento con un tono lleno de burla, provocando que el hombre volteara los ojos en blancos.
—Bueno . . . Regresando al tema. —respondió Alexandra dándole un codazo a su hermano, no quería provocar una pequeña discusión con su 'nuevo jefe'. —Revisamos a los sospechosos y jamás iban a encontrar alguna pista entre los dos hombres, porque uno de ellos no lo hizo. —informó Alexandra mientras revisaba sus notas.
—¿Qué los llevó a esa conclusión? —interrogó Hotch tomando el pequeño cuaderno de la chica mirando las palabras en clave que tenían.
—Bueno, determinamos que Richard Slessman es la persona que están buscando. Aquí en el informe describen una actitud que se asemeja mucho a la de los reclusos con los que convivía. —explico Eddie recordando las peleas que tuvo en ese lugar. —Pero el segundo, Malcom Linden, es el sujeto equivocado, según aquí trabaja del otro lado de la ciudad.
—¿Y eso impide que asesine? —Aaron indago más en el tema interesado por sus argumentos.
—Esta persona planea el homicidio de una manera meticulosa, ese hombre jamás iba a tener el tiempo de ir a su trabajo y organizar algo así. Además, cuando uno sale de prisión, lo último que quiere es involucrarse con sus excompañeros. —Eduardo defendió su conclusión.
— Entonces, ¿Cuál es el otro posible sospechoso? —el agente Hotchner entendía que los mellizos tuvieran esos conocimientos de la prisión dada la situación.
—En la penitenciaría era muy común que algunos guardias protegieran a los recién llegados—en la mente de Alexandra llegaron varias imágenes vividas de cuando los vigilantes le cobraron por mantenerla salvo de otras reclusas. —Posiblemente sea un guardia que cuidó de él y ahora cree que le debe un favor, por eso no dice nada. Siente que es su turno de proteger al otro.
Hotch asintió lentamente mientras tomaba su celular para realizar una llamada, para pedirle a García que buscara la información sobre los guardias asignados al área donde había estado.
Cuando recibió el nombre, informó a los demás miembros del equipo para que estuvieran enterados del nuevo posible sospechoso. Los mellizos no entendían muy bien lo que estaba pasando, no sabían si habían hecho una teoría correcta o no. Sin embargo, ellos sabían que, al no tener estudios en el tema, hablaban desde su experiencia criminal.
—En este momento, el agente Gideon y Elle irán a interrogar a Tim Vogel, mientras yo los llevaré a la casa donde vive Slessman, tal vez encuentren algo que no vimos antes. —comentó Hotch de manera rápido antes de que el Jet comenzara a despegar.
Los mellizos intercambiaron una mirada llena de complicidad, un brillo aparecía en sus ojos ya que ante ojos de los demás solo serían un par de ladrones, sin embargo, ahora iban directo a la casa del sospechoso.
Era una situación diferente para ellos, ya que normalmente trabajaban como un dúo dinámico y cuando tenían diferencias, solían dejar de hablarse durante unas horas o cambiar el objetivo del robo para molestar al otro. Pero ahora formaban parte de un "equipo".
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Una vez que llegaron al destino, fueron llevados al ático de la casa, donde se encontraba una habitación secreta del sospechoso, ahí tenía algunas cosas, además de desprender un mal olor, sin embargo, lo que llamó la atención de ambos mellizos fueron los dos hombres discutiendo a la mitad del lugar.
Hotchner aclaró su garganta para captar la atención de todos, haciendo que los agentes pararan de gritarse por un segundo, mirando con interés a los chicos que acompañaban a Aaron, ya que llevaban ropa demasiado primaveral para un clima tan frio.
—Les presento al Agente Morgan, nuestro experto en delitos obsesivos y al Dr. Reid, básicamente nuestro experto en todo. —Aaron señaló hacia los dos hombres presentes mientras alzaban las manos en forma de saludo. —Ellos son Alexandra y Eduardo Rivera, nuestros nuevos consultores en escenas del en crímenes, supongo.
Un escalofrío recorrió a los mellizos cuando fueron llamados "consultores", eso hacía más oficial el hecho de que trabajarían con ellos. Claro, una de las condiciones era trabajar para el FBI, pero se sentía extraño. ¿Cómo era posible pasar de ser los grandes estafadores que se burlaban de la policía a formar parte del FBI? Si alguien les hubiera dicho años atrás que esto sucedería, jamás lo habrían creído.
—¿Al parecer los dejaron salir? —preguntó Morgan con incredulidad haciendo contacto visual con el mayor.
—Oh no, claro que no. Somos hologramas. Nuestros verdaderos yo siguen en prisión—contestó Eduardo con un tono lleno de sarcasmo.
—Te crees muy listo, niño. —respondió Derek ante la burla del chico, era entendible, ellos eran los nuevos y al ser exconvictos, perdían puntos ante ellos.
Morgan intentó acercarse a Eduardo a manera de intimidación, pero la castaña se puso delante de él, obligándolo a retroceder.
—Tranquilo fortachón, estamos del mismo lado—Alexandra trató de calmar el ambiente antes de que su hermano contestara a la agresión.
—Morgan, ellos vienen a ayudar. Así que intenten mantener las cosas en calma. Pónganlos al día y expliquen lo que están buscando. Ellos lo verán desde otro punto de vista, tengo que regresar a la oficina para interrogar al chico, traten de no matarse—informó Hotchner antes de salir de la habitación.
Los cuatro intercambiaron miradas, era claro que había un ambiente lleno de tensión. Hasta que el chico que presentaron como Spencer rompió el hielo, se notaba ante situaciones así se ponía nervioso.
—Bueno, ya que estamos trabajando juntos, tal vez sería útil si pudieran ayudarnos a pensar en una contraseña para acceder a la computadora. Tenemos la sospecha de que podría estar relacionada con algo de música, por todas las cajas que están aquí, aún no sabemos cuál — comenzó a decir muy rápido, mientras se limpiaba nerviosamente las gafas.
—Hey, tranquilo, no mordemos. —dijo Alexandra en un tono juguetón—Bueno, al menos no desde los 9 años.
—¿Revisaron todas estas cajas?, son como . . . —Eduardo pregunto mientras intentaba contar de manera rápida.
—250 cajas, para ser exactos, chico listo— se limitó a contestar Morgan. —Pero ninguna nos da indicios de una posible contraseña.
Alexandra solo miró a su hermano. Lo conocía como la palma de su mano y sabía que estaba a punto de poner en su lugar a Morgan, a su manera, pero lo pondría en su lugar. Eduardo se acercó hacia ellos con la cabeza en alto, tomó un gancho con el que estaba jugando Spencer y lo usó para hacer un movimiento en el lector de discos de la computadora, revelando un último disco.
— Sí, claro que soy un chico listo y si tú lo fueras, ya habrías notado la luz parpadeante en el lector. —Eddie sonrió con aires de grandeza, mientras que su hermana solo esperaba que no llegaran a los golpes.
—Metálica—murmuró el castaño sacando el disco de su lugar. —interesante elección para dormir.
—Ahora, pensemos, tengo insomnio y escucho a Metallica para dormir. ¿Qué canción podría ayudarme? —respondió Morgan sin despegar la vista del mellizo.
—Enter Sandman—contestó Alexandra, ganándose la mirada de los tres hombres—Conozco ese disco al derecho y al revés. Si tuviera que escoger una canción, sería esa. Además, tienes seis intentos. No pierdes nada con intentarlo . . . es sin miedo al éxito.
Reid tecleó la contraseña y logró acceder a la computadora; automáticamente apareció una transmisión en vivo de la chica, la cual estaba con los ojos vendados, encadenada, enjaulada pero lo importante es que seguía viva.
—Le avisaré a Hotch—anuncio Morgan sacando su teléfono antes de salir de la habitación dejando a Spencer con los dos excriminales.
Ambos hombres miraban la computadora en busca de algún indicio sobre la ubicación. Al contrario de Alexandra optó por explorar la casa del ignoto. Desde pequeña, siempre había sido demasiado inquieta y prefería intentar encontrar alguna pista en lugar de quedarse sentada y observar a esa mujer.
—¿También lo viste? —preguntó Eduardo acercándose a la pantalla.
—¿A qué te refieres? — respondió Spencer imitando la acción del mellizo.
—Espera un segundo y lo veras. —explico Eddie manipulando el sistema de grabaciones, gracias a los robos, adquirió esa habilidad con las computadoras, así logró separar algunas imágenes de la transmisión. — Esto, mira
—Las luces se mueven, se balancean. —Reid apreciaba con mayor detalle las ilustraciones— Deben de estar cerca de un lugar en movimiento.
Mientras ellos hacían una lista de posibles lugares, Alexandra entraba a varias habitaciones, abriendo cajones sin preocupación alguna, con la esperanza de encontrar algo: fotos de alguna casa, algún recibo o algo por el estilo. Hasta que encontró una pequeña caja llena de piedras. Eran diferentes a las que se encontraban en la calle, eran lisas, de color oscuro y parecían tener arena, algo que la gente puede coleccionar por gusto. Ella decidió regresar con su hermano y lo encontró platicando con Spencer. Al acercarse, escuchó que creían que estaban cerca de un aeropuerto debido al movimiento de las luces. En ese momento, sintió como un clic en su cabeza.
—Debe de ser un muelle o un puerto. Encontré unas piedras que se parecen a las típicas que están cerca del mar—contestó Alexandra, tratando de recordar algo más de los informes, pero no sabía información del guardia para asegurar algo.
—Le diré a Morgan— cometo Spencer antes de salir tras su amigo.
—Así que alguien está haciendo su tarea. — bromeó el mellizo, golpeando levemente su hombro
—Si algo así, al menos no busco que me golpeen como a otros. —contestó Alexandra entre risas.
—No voy a permitir que nadie intente hacernos sentir menos por lo que hicimos. —Eduardo se sinceró recordando todas las burlas que recibían en el pasado. — Ellos nos buscaron porque saben que somos buenos y si no les parece que estemos aquí es su problema.
—La verdad si, somos muy talentosos. —la melliza concordó con su hermano abrazándolo para reconfortarse.
Todo era risas entre los hermanos, hasta que Alexandra miró la pantalla. Su semblante cambió de inmediato al ver a un hombre abriendo la jaula de la chica. Al percatarse de esto, Eduardo les gritó a Morgan y a Reid, indicando que el sospechoso había regresado por la chica. Los cuatro observaban la transmisión con gran angustia.
La chica parecía estar desmayada, así que él comenzó a quitarle las cadenas, ya habían pasado varias horas y según la victimología, él estaba a punto de matarla. Cuando terminó de sacarla de la jaula, recibió un golpe por parte de la chica, dándole la oportunidad de huir. Ellos solo se limitaron a mirarse entre sí, no sabían qué más había sucedido porque habían salido del área que estaba siendo grabado, la habitación se quedó en silencio, hasta que sonó el celular de Morgan.
—La tienen, está viva. —informó Morgan, soltando un suspiro de alivio. —Hotch nos quiere ver ahora en el muelle, así que vamos.
Antes de salir Eduardo pasó un brazo por la espalda de su hermana. Había sido tanta presión y la situación de ver que ese hombre iba a matar a la chica. Entendía si su hermana estaba un poco consternada o si esas imágenes le habían traído amargos recuerdos. Ella solo lo abrazó y le dijo que estaba bien, así que decidieron ir detrás de Reid y Morgan.
Al llegar, vieron a algunos policías, una ambulancia y a los forenses levantando el cuerpo sin vida del sospechoso. Hotch se apresuró para llegar a ellos.
—La chica será llevada al hospital está consciente, pero necesita cuidados. Buen trabajo — felicitó Hotch a los cuatro. —No fue tan difícil trabajar en equipo, ¿verdad?
Los cuatro simplemente se miraron y respondieron con una sonrisa incomoda.
—Vengan les presentaré al resto del equipo—Hotchner hizo una señal para que los mellizos los siguieran. — Él es el agente especial Jason Gideon y nuestra nueva agente Elle Greenaway experta en delitos sexuales. —el hombre fue el primero en estrechar la mano de los mellizos—Ellos los agentes Alexandra y Eduardo Rivera expertos en escenas del crimen.
La agente Greenaway se limitó a mirarlos antes de irse a otro lado, dejando a los presentes confundidos e incomodos, pero optaron por ignorarlo.
—La baraja maestra en persona. ¿Puedo saber por qué esos nombres? —preguntó Gideon con curiosidad.
—Bueno, la prensa nos bautizó así. Creo que carecen de creatividad, pero qué se le va a hacer —contestó Eduardo riendo ante el apodo tonto con el que los 'bautizaron'.
—Nuestras firmas eran cartas de póker, algo simbólico de Las Vegas. Tal vez no les dejamos muchas opciones —rio Alexandra al recordar que su firma fue un error al inicio.
—Ignoren a Elle. —Jason les ofreció una sonrisa cálida. —Espero que con el tiempo se sientan cómodos.
—Gracias, creo que dormiré en el camino. —contestó Alexandra, tapando su bostezo.
—Temo que los asientos no suelen ser muy cómodos—bromeó Hotch ante el comentario de la chica.
—Deberías intentar dormir en la cama de una prisión. Cualquier lugar es más cómodo que esa cosa —rio Eduardo al recordar las veces que despertaba con dolor de espalda.
Todo el equipo de la UAC se dirigió al Jet y dentro del algunos se acomodaban en sus asientos para dormir, pero alguna razón Eduardo no lograba conciliar el sueño, se quedó pensando a la nada.
—¿Algo te preocupa, hijo? —pregunto Gideon viendo como miraba a un punto fijo
— Es difícil de explicar, muchas noches soñé con escapar o reencontrarme con mi hermana de nuevo. Ahora que estamos aquí, tengo miedo dormir y despertar de nuevo en prisión, que todo esto esté pasando solo en mi cabeza y no esté mi hermana a mi lado. — Eduardo fue sincero con Gideon. Este transmitía un aura de confianza y simplemente decidió contarle lo que ocurría.
Gideon se limitó a acercarse y pellizcarlo, mientras él soltaba un pequeño grito sin querer despertar a nadie. — Lo ves, no estás dormido, estás viviendo una segunda oportunidad, debes de entender que no eres una mala persona, eres una buena persona que le han pasado cosas malas al igual que a ella. Así que descansa, lo necesitas. — le sonrió al mellizo.
—Gracias, señor. —Eduardo se acomodó contra la cabeza de su hermana y por primera vez en un año, durmieron tranquilos.
Habían dormido un par de horas, ya que había sido un caso difícil. Alexandra fue la primera en despertar, al asomarse por la ventanilla se dio cuenta que el Jet estaba aterrizando así que movió un poco a su mellizo para despertarlo, pero sintió las pequeñas gotas de saliva en su hombro, ella no hizo más que cerrar los ojos y maldecir internamente, a lo que su hermano solo sonrió en modo de disculpa.
Todos empezaron a bajar y a despedirse, era fin de semana, así que se dirigían a sus casas, lo que hizo que los mellizos miraran a Hotch aún quedaba ese asunto pendiente. Cuando él captó la indirecta, los guio a las oficinas. Comenzó a darles un tour rápido, pero se enfocó más en el piso donde iban a trabajar. Al entrar, se les acercó una señorita pelirroja de alrededor de 1.60 metros de altura, quien se presentó como Miranda Hobbes, la jefa de recursos humanos. Hotch se despidió y les indicó que ella les proporcionaría la información restante, incluyendo la entrega de los celulares que se proporcionaban a los agentes para mantener la comunicación en todo momento.
—Es un placer muchachos, son noticia local créanme, en la UAC no han dejado de hablar de ustedes. —comento muy entusiasta—Se que tienen dudas de ¿Dónde voy a vivir?, estoy trabajando ¿Dónde está mi dinero? —imito una voz muy aguda y luego una grave.
— Me la estoy pasando bien raro — murmuro Eduardo a su hermana quien solo sonrió, Miranda era bastante energética y positiva lo contrario de ellos.
—También se les ha asignado una vivienda cerca de las instalaciones. Debemos verificar que aún sigan aquí. El primer mes fue pagado por la institución, los demás deberán correr por su cuenta—comentó mientras les entregaba el contrato de renta, junto con un mapa.
—Ahora que trabajan para nosotros, se les asignará un sueldo equivalente al de un agente promedio. Dependiendo de su dedicación y sus resultados, podrán recibir aumentos. Estos son los horarios de las sesiones que tendrán con Strauss y los cursos para aprender sobre perfiles, tendrán que hablarlo con Hotchner. ¿Alguna pregunta? — finalizó con una sonrisa. los mellizos notaron su pasión por su trabajo.
—Si, ¿sabe algo de nuestras cosas? — pregunto Alexandra con algo de esperanza de recuperar lo perdido
—Me complace anunciarles que sus pertenencias han sido recuperadas exitosamente y sus cuentas ya han sido descongeladas. Aunque desconocemos si poseen otras cuentas bajo diferentes nombres, así que hablen ahora o callen para siempre — dijo mientras intentaba poner un rostro serio.
—Elijo la segunda opción. —comentó Alexandra entre risas; ni en sus sueños más locos revelarían sus cuentas de emergencia.
—¿Y mi auto? ¿También está incluido en esto verdad? — preguntó Eduardo, quien había hecho todo lo posible para comprar ese modelo en particular.
—Sí, también ha sido llevado a su residencia. Si no tienen más preguntas, procederé a entregarles sus dispositivos móviles. No se preocupen, ya he registrado los contactos de sus compañeros de perfiles y el mío. Les pido que se dirijan al piso número 3 para que les tomen la fotografía que se utilizará en sus identificaciones. Si tienen alguna duda, no duden en mandarme un mensaje.
Los mellizos siguieron las indicaciones que Miranda les dio. No podían creer que ahora portarían identificaciones oficiales del FBI en sus cuellos; oficialmente, se habían convertido en agentes. Al salir, juntaron el poco efectivo que llevaban, 50 dólares para comer en lo que iban al banco a sacar dinero, necesitaban energía ya que se presentaban a un fin de semana largo para acomodar sus pertenencias.
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Espero que les haya gustado es un capítulo, iba a dividirlo, pero no me anime.
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