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ɪɪ. ᴇʟ ɪɴɪᴄɪᴏ ᴅᴇʟ ꜰɪɴ



•✦───────────•✧ NOTA DE LA AUTORA:

¡Hola, gente hermos@! Les saludo deseándoles buenos días, tardes o noches, según la hora en la que estén leyendo esto.

Sé que este capítulo ya se había subido hace mucho tiempo, pero empecé a corregirlos, para darles una redacción mejorada y tratando de hacerlos más extensos. Espero que los disfruten y ofrezco una disculpa por haberles entregado muchos capítulos mal escritos. Aquí seguimos mejorando.

Los amo, gracias por su apoyo.

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Los mellizos miraron atentos al agente, con muchas dudas en mente. No sabían qué era lo que quería, ¿Investigar a detalle sus robos? ¿Entrevistarlos para un libro? ¿Acusarlos de otro delito? ¿Pedir que entreguen el dinero robado? ¿Una confesión formal? El silencio gobernaba el lugar mientras compartían miradas en silencio. Sin embargo, la chica fue la primera en hablar.


—Después de todo lo que hemos vivido, hemos aprendido algo, y diremos ni una palabra sin un abogado presente . . . así que por ahora nos apegaremos a la quinta enmienda ante cualquier pregunta—expreso Alexandra aferrándose al brazo de su hermano, recordando las 'confesiones' voluntarias.

—Eso no es problema—Hotch contestó sacando una pequeña tarjeta de presentación de su bolsillo—Soy abogado, me desempeñé como Fiscal de Distrito hace tiempo y podría reducir su sentencia.

—¿Reducirla? Nos dieron 30 años por algo que no hicimos, ¿A cuánto lo van a reducir? ¿28 . . . 25 . . . 19 años? —Eduardo rio con incredulidad, no era la primera vez que escuchaba esa mentira.

—Denos un segundo—la melliza pidió jalando a su hermano hacia un rincón, para poder hablar a solas con él—Escuchemos lo que tiene que decir, no es como que perdamos algo interesante . . . tal vez esta sea nuestra forma de salir.

—Ok . . . andando, deja que maneje esto, siempre fui mejor negociador—hablo Eddie intentando formar un plan de escape para cualquier escenario. — Oiga oficial, tiene nuestra atención . . .lo escuchamos.


Ambos Rivera caminaron hacía la mesa de visita sentándose al lado del agente, la estrategia del mellizo siempre fue irritarlos hasta conseguir su cometido, mientras que su hermana era más de analizar la situación.


—Tenemos a dos sospechosos en Seattle. — informo el agente compartiendo algunos informes generales—Secuestran mujeres, las dejan vivas unos días para torturarlas, violarlas y dejan sus cuerpos por la zona, uno de ellos fue catalogado como agresor extremo.

—Si te sientes incomoda no mires Lex . . .—Eduardo le murmuro a su hermana viendo como ella sostenía una foto de una víctima.

—No encontramos alguna pista que vincule a alguien . . . Ustedes son expertos en desaparecer el rastro por más mínimo que pareciera. Con sus habilidades, podrían reconstruir la escena del crimen sin problema . . . Si ustedes cooperan en este caso, podría apelar para que su sentencia sea reducida a 10 años solamente.


Alexandra golpeó a su hermano por debajo de la mesa, compartiendo una mirada cómplice como una señal de que esa situación podría ser una oportunidad para reducir su condena o escapar de ese lugar.


—Quitar 19 años de nuestra condena . . . eso es una verdadera locura ¿Cierto, Lex? — Eddie tanteaba el terreno antes de su siguiente movimiento—Ustedes deben de estar realmente desesperados, ¿No es así agente . . .? —miro a su hermana esperando que le siguiera el juego

—Hotchner, es el agente Hotchner —informo su hermana mirando la situación con diversión

—Creo que puede mejorar esa oferta —respondió Eduardo, mirando desafiante al agente. Hotchner demostró que los necesitaba, y él iba a usar esa desesperación para obtener la libertad que tanto deseaban —¿Qué le parece, libertad completa?

—Voy a reconocer que tienen ambición, pero no puedo hacer una oferta así. — contesto el agente con seriedad.

—Seamos honestos . . . sabemos que tiene el poder de hacerlo y su presencia es la prueba— Alexandra trato de persuadirlo con una falsa inocencia.


El agente Hotchner solo negaba con la cabeza, pensando en las todas las implicaciones que traería esa propuesta. Sabía que esos dos eran buenos manipuladores, calculadores y que no debía subestimarlos.


—No voy a ceder ante sus juegos, es una reducción de condena o nada—Hotchner estaba firme ante su postura.

—Bueno entonces no tenemos nada más que hablar . . . será una lástima escuchar de todas las vidas que serán tomadas por esas personas—Lexie comento devolviendo las fotos de la escena del crimen.

—Mi respuesta sigue siendo no. — Aaron comenzó a guardar todas las carpetas, esperando meter presión a los chicos— Aunque logren reducir su condena, eso no significa que quedarán libres.


Eduardo apretó la mano de su hermana, como si pidiera permiso de jugar su última carta, sabía que el agente no iba a ceder, pero si fue a buscarlos es porque está desesperado y necesitaba agotar toda su resistencia, haciéndole ver que no había otra opción.


—Creo que, si esa es su decisión final, no somos de mucha ayuda, así que espero que tenga un buen viaje a . . . Seattle ¿Verdad? — Eddie se despidió, fingiendo que aceptaba su cruel destino— Espero que no surja un nuevo asesino del zodiaco o bueno dos . . . usted me entiende.


Alexandra solo miraba la escena con un mucho estrés, sentía que, si estuviera en otro lugar, posiblemente tendría la boca llena de chocolate, así que solo podía cruzar los dedos para que el agente terminara aceptando.


—Haré unas llamadas para ver qué más puedo hacer por ustedes — finalizó con un suspiro de frustración, sabiendo que ellos habían ganado esa batalla.


El agente Hotchner se levantó, apartarse un poco del lugar para que no lograran escuchar su conversación y saber algún avance.


—Eddie . . . ¿Crees que lo convencimos? — preguntó Alexandra con incredulidad, pellizcándose el brazo en repetidas ocasiones ya que había tenido sueños similares.

—Eso espero—contestó Eduardo sin dejar de mirar al agente—Pero al menos lo intentamos y eso es lo impor . . . no hagas eso Lex, mira todas tus marcas, pareces niña chiquita.

—Lo siento, pero las pesadillas regresaron desde que llegamos aquí. — explico la melliza bajando sus mangas—Se que odiamos a los policías, pero . . . ¿Confías en él?, parece sincero . . . bueno creo que si pudiera sacarnos de aquí.

—La verdad, no me agrada él. ¿Tengo razones? Sí. ¿Buenas razones? Sí. ¿Cuántas razones necesito? Ninguna, no me agrada y ya. Así que no, no confío en él, pero si él puede sacarnos de aquí no tendré problema alguno — contestó el chico con honestidad. — ¿Quieres contarme que te paso en la cara?

—Es una historia larga, pero creo que tenemos mucho tiempo. — expreso la castaña mirando el rostro serio del hombre.


Mientras los hermanos se ponían al día, al otro lado de la habitación, Aaron Hotchner realizaba una llamada a su jefa, Erín Strauss.

En su mente, repasaba lo que tenía que decirle; ella no era una persona accesible y no aceptaría que ellos salieran tan fácilmente. Hotch sabía que las vidas de más mujeres estaban en peligro y que la única esperanza para resolver el caso era obtener la ayuda de los hermanos Rivera. Después de unos cuantos tonos de teléfono, finalmente contestaron la llamada.


—Hotchner, ¿Sabes qué hora es? —preguntó la mujer detrás de la línea bastante enojada.

—Jefa Strauss, necesito toca un tema delicado con usted— informo el agente, sintiendo una fuerte presión sobre la situación.

—Habla ya Hotchner. ¿Qué es tan importante que necesitas involucrarme y molestarme tan temprano? —Strauss se escuchaba soñolienta, tal vez la llamada la despertó, explicando su malhumor.

—Bueno . . . Tenemos un caso bastante complicado. Los ignotos son . . . muy meticulosos y no hemos podido encontrar ninguna pista que los vincule a las escenas del crimen. —Hotch confeso cansado por la situación, sabía que convencerla sería bastante difícil. — Pero encontramos a dos personas que podrían ayudarnos a resolver esto Alexandra y Eduardo Rivera, expertos en robos y estafas sin dejar rastro. Su conocimiento podría ser invaluable para reconstruir las escenas del crimen y encontrar al asesino. Ellos están dispuestos a ayudar a cambio de su libertad

—¿Estafadores? ¿Cuánto les falta de condena? ¿Uno . . . dos años? —pregunto Erín intrigada, al parecer sospechaba que venía algo grande.

—El problema es que los cargos que tienen son por homicidio, hemos estudiado el caso y hay muchas inconsistencias, lagunas en los tiempos. Al parecer, fueron incriminados—Aaron creía vagamente en la inocencia de los mellizos.

—Hotch . . . en ese lugar todo mundo dice ser inocente—la jefa mencionó con un tono burlesco, tomando un respiro antes de pensar en una solución.

—Ambos condicionaron que era su libertad completa o no ayudaban en nada—agrego el agente poniendo todas las cartas en la mesa.

—Esto no es una decisión que pueda tomar a la ligera, entiendo la gravedad y la importancia del caso, pero estas decisiones no dependen de mí. —Strauss no tenía la autoridad de aceptar o declinar nada—Tengo un viejo amigo, un fiscal en Nueva York, tiene más experiencia con casos así y parece ser el indicado para orientarte en esto, te envió su contacto para que te comuniques con él.

—Solo quiero confirmar que estás dejando la decisión en mis manos, ¿Cierto? —cuestiono el hombre, estresado; ya tenían suficientes problemas, no había dormido en horas y aún tenía el caso pendiente.

—Así es, tienes mi autorización para tomar la decisión que mejor nos convenga, pero debes informarme de cualquier decisión que tomes. —confirmo la mujer delegando una situación complicada—Solo asegúrate de que todo se haga correcta. No podemos permitir errores en esto. —fue lo último antes de colgar la llamada.


En ese momento, el celular de Aaron sonó, y al verlo tenía el contacto del Fiscal, Rafael Barba. Hotchner no perdió tiempo; necesitaba empezar a mover todo para poder encontrar a esa mujer y detener los asesinatos. Así que tuvo que realizar una última llamada.

Tras unos minutos en explicar la situación y el plan para obtener la cooperación de los hermanos Rivera, Barba tomó su tiempo para evaluar la viabilidad del trato.


—Hotchner, lo que propones es muy arriesgado. —expreso el fiscal, tratando de encontrar una manera en que funcionara las cosas—Si algo sale mal, la reputación del FBI se vería afectada.

—Lo sé . . . sé que cuando la prensa se entere que están en libertad, se armara un gran escándalo—concordó el agente mirando a los mellizos a lo lejos, ambos lo veían de manera directa.

—Entiendo tu postura, pero es una situación delicada, dame unos segundos, necesito ver si hay alguien que pueda asegurarse de que no hagan una estupidez—comento Barba tecleando los nombres de los chicos en el sistema. —Padre desconocido . . . su madre falleció y ningún otro familiar en el sistema Hotch, no hay nada que garantice su lealtad.

—Comprendo los riesgos, pero si no obtenemos su colaboración, los asesinatos seguirán. Ellos son nuestra única oportunidad para poner fin a esto. —Hotch soltó un suspiro lleno de frustración, era irónico como él estaba en ese estado mientras que ellos reían de la situación. —Escucha . . . estoy dispuesto a asumir la responsabilidad de su supervisión. Si eso es lo que se necesita para sacarlos de aquí.

—¿Eres consiente de las implicaciones de esa decisión Hotch? —Rafael indago un poco más, el agente tenía que estar seguro de las consecuencias. —Si ellos escapar, roban, estafan o cometen alguna actividad ilícita, serás tú quien esté en problemas.

—Ya tengo un equipo bajo mi cuidado, agregarle dos niños más no es nada. —expreso Hotch recordando todas esas veces que saco a uno de ellos de situaciones peligrosas.

—Ok . . . solo tengo algunas condiciones para poder comenzar con el papeleo—dijo el fiscal buscando en su oficina lo necesario para su liberación.

—¿Cuáles son las condiciones que propones? —Aaron podía ver por fin la luz al final del túnel.

— Primero, deberán aceptar un seguimiento con Strauss. Porque ellos trabajarán para el FBI en todos los casos, no solo en este. —confeso escribiendo todo de manera rápida como nota—Te encargarás de que tomen un curso de perfiles. Serán monitoreados las 24 horas y no podrán salir del país solos, tendrán que ir acompañados por algún miembro de tu equipo. —comento bastante abrumado después de darle vueltas a la solución. —Informales que su condena se redujo a diez años y en ese tiempo están obligados a estar en la UAC.

—De acuerdo . . . ¿Hay algo más? —pregunto Hotch estresado, pasando su mano por el cabello.

—Solo eso, emitiré el papeleo para mandárselo a Strauss—Rafael murmuró mientras miraba algunos formatos a llenar—Hablaré inmediatamente a la penitenciaria para que sean liberados. Debes dejarles en claro que para su iniciar su nueva vida deben dar por finalizados los robos y estafas, por muy buenos que sean no abra excepciones.

— Claro, el inicio del fin — contestó Hotchner antes de finalizar la llamada.



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Nota de la autora:

Espero que estén disfrutando de la historia y de los guiños a otros personajes.

Hoy subiré otro capítulo para que puedan ver la interacción y las primeras impresiones de los mellizos con los agentes de la UAC.

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