Capítulo XVI
A Miss Clarke le dolió el corazón.
¿Cuál de los dos hermanos sería aquel caballero encantador? Ambos tenían sus claros y oscuros, pues no eran hombres perfectos, pero cualquiera representaba un buen partido, aún con su patrimonio empequeñecido, ya que seguían siendo portadores de un notable apellido.
¿Sería aquella la razón por la que Mr. Kirby había estado visitando con tanta frecuencia a Mr. Bradley? Quizá estaban realizando los preparativos para su boda o la de su hermano.
La posibilidad de que fuese Mr. Dominick el caballero señalado le resultó más probable a la institutriz, puesto que Mr. Andrew aun guardaba luto por su difunta esposa y el dolor de la perdida era palpable. Aunque siempre cabía la posibilidad. Un buen matrimonio podía significar la cura de sus males emocionales y financieros.
Tales incertidumbres acompañaron a la muchacha durante el trayecto de regreso a la mansión. Pero, con cada nuevo paso y frente a las insinuaciones de su compañera de viaje, se convencía más de que sería Mr. Dominick quien acabaría contrayendo nupcias. Resultaba incluso obvio: era un heredero soltero, joven y bien parecido.
Las sensaciones amargas ardían en su garganta y esa angustia amenazaba con brotarle de los ojos en forma de lágrimas.
—¡Parece que al fin llegamos!—dijo Miss Clarke a Miss Kirby.
La melindrosa mujer se le había enganchado del brazo, como un pesado lastre, en cuanto comprobó que una governess no representaba peligro para una dama de alta sociedad como ella.
—Admito que no lo hubiera logrado sin usted. Resulta sencillo perderse en estas tierras tan..."agrestes" —comentó la aludida, frunciendo su nariz aguileña—. Por fortuna, parece que tiene experiencia con este tipo de entorno tan impropio.
"En simples palabras, me ha dicho campesina" Reflexionó Miss Clarke y no había nada de malo en ello, pero el tono despectivo era el problema.
—Eso parece— Fue la respuesta general de la institutriz, que había aprovechado la ocasión para abrir la puerta y desprenderse del "peso extra" —. Aurore, avísale a Ms Paige que ha llegado visita, por favor —solicitó.
La pequeña obedeció sin cuestionar, aprovechando la oportunidad para librarse de aquella indeseable y parlanchina mujer que le había arruinado la diversión y acaparado toda la atención de su compañera de juegos.
››¿Se encuentra usted bien? —interrogó Miss Clarke, ante el repentino silencio de su acompañante.
—Absolutamente, es solo que hace tiempo que no visitaba la propiedad. ¿Siempre resulta tan..."tétrica"? —observó, colocando sus brazos en torno a su cuerpo, en un abrazo individual.
Tétrica era un término idóneo para describir la lúgubre fachada de "Whispers House", pero también lo era: imponente, atrayente, enigmática, hipnótica....
—Es solo la primera impresión —aseguró la contraria. La casa, al igual que sus propietarios, tampoco era perfecta, tenía sus claros y sus oscuros, pero Miss Clarke siempre había sabido destacar su belleza —. Además, supongo que más adelante podrá hacerle las modificaciones que desee — "Cuando se convierta en Señora de la casa". Pensó con aflicción.
—Claro...—suspiró— Y hablando de la casa, ¿qué dirá mi hermano cuanto se entere que estuve aquí sin su autorización? ¡Y a estas horas de la tarde!—exclamó alterada, logrando la atención de su congénere.
—Bueno, imagino que Mr. Kirby no estará muy feliz cuando sepa que ha venido sola a visitar a su prometido —aseveró, mientras colgaba sus abrigos en el perchero.
"¿Será capaz de cancelar la boda?" Se preguntó.
—¿Prometido? —cuestionó la otra confusa—. Oh...lo dice por mi comentario de hace rato —dijo, visiblemente nerviosa.
A la luz de las lámparas también se le notaban los años, en especial por las arruguitas que habían comenzado a formarse en torno a las comisuras de los labios y de los ojos, tan obsidiánicos como su cabello. No obstante, aquel vivaz tono de pelo carente de canas, revelaba que todavía no era demasiado mayor. Pero, que fuera soltera aún ya empezaba a despertar signos de preocupación.
››En realidad, no hay un compromiso como tal y le solicito por favor que no haga alusión a ello frente a los Bradley —murmuró.
Ambas habían tomado asiento en el saloncito junto al recibidor para mayor comodidad, mientras esperaban la llegada de los Señores. Aunque lo más probable era que Ms Paige se les adelantara.
Miss Clarke podía apostar que el ama de llaves estaba al tanto de la visita antes de que Miss Aurore le diera aviso. La anciana parecía tener ojos y oídos en cada retrato, nada se le escapaba. Aquella "facultad" se replicaba en el resto de las criadas, que vivían pegadas a las puertas o los enormes ventanales, curioseando tanto el interior como el exterior de la casa. ¡No fuese a ser cosa que algún evento trascendental aconteciera cuando estuvieran descuidadas!
››Sucede que a veces digo cosas sin pensar, me adelanto a los acontecimientos —continuó, abanicándose de manera continua.
Miss Clarke notó que el sudor había comenzado a perlar su frente y sus facciones estaban cada vez más descompuestas.
—No es su culpa, sino mía. Creo que la he mal interpretado, asumí que era un hecho lo del compromiso y que solo faltaban las "formalidades". Y puede estar tranquila que no haré mención de sus declaraciones a los Señores, tampoco saldrá de mi boca que ha estado aquí sin el consentimiento de su hermano —declaró su interlocutora, en un acto benevolente.
—Se lo agradezco, querida —dijo Miss Kirby recuperando la compostura de forma milagrosa—. En cuanto a lo del compromiso, todavía no es un hecho pero lo será. Patrick me lo prometió y Mr. Andrew también dio su palabra de que su hermano se casaría —El alma de Miss Clarke rodó por los suelos —. ¡Oh Dios! Otra vez hablo de más. Ve lo que le digo —exclamó, ocultando su rostro tras las plumas de su abanico, "avergonzada".
La governeess se arrepintió de haber sido piadosa.
—Disculpen la interrupción señoritas —anunció Ms Paige, oportuna. La servicial ama de llaves portaba una charola con refrigerios e infusiones para un tardío té de la tarde—. Bienvenida Miss Kirby —saludó formal, depositando los elementos en la mesita—. No la esperábamos hoy en "Whispers House". De haber sabido que vendría la hubiera esperado como merece. ¿Ha llegado acompañada de su hermano? —interrogó, a sabiendas de la verdad.
Miss Clarke se dio cuenta de que, pese a las atenciones, Miss Kirby no era del agrado de la anciana, pues le había metido el dedo en la herida.
La aludida comprimió el gesto.
—He venido sola... Sucede que salí a dar un paseo por los alrededores y de pronto sentí una gran nostalgia de este lugar. La última vez que estuve de visita con Patrick ni siquiera pude recorrer sus esplendorosos jardines. Lo que nunca pensé es que acabaría perdida en el bosque y menos que estaría aquí en la casa, a estas horas de la tarde —rio nerviosa.
¿En verdad esperaba que alguien creyera su historia? Ciertamente no Miss Clarke.
La mujer sabía que, aunque la mansión de los Kirby no estaba ubicada en el centro de Londres, el viaje a "Whispers House" no era corto o sencillo. Además, a pesar de que los jardines resultaran un paisaje exquisito, digno de admirar por cualquier persona de espíritu sensible, dudaba que aquella dama supiera apreciarlos; ni a los jardines ni al resto de la propiedad, como lo había dejado claro con anterioridad.
—¡Válgame! Toda una odisea a la que se ha tenido que enfrentar Miss. Tuvo suerte de encontrarse con Miss Clarke antes de que cayera la noche y que pudiera guiarla sana y salva a la casa.
"Lo que no tuvo, es la suerte de encontrarse con Mr. Dominick en una sus excursiones nocturnas al bosque." Analizó la institutriz, sagaz.
—Por supuesto, fue una verdadera fortuna encontrarme con ella... En todo caso, ¿se demorarán mucho sus amos? —cuestionó, con la intención de librarse de la molesta conversación con aquella "vieja entrometida".
—¡Qué memoria la mía! He venido precisamente a comunicarle que Mr. Andrew se disculpa por no poder recibirla, el Señor se encuentra indispuesto. Pero su hermano Mr. Dominick estará con usted en breve —informó, en tono neutral—. También agradeció especialmente la cortesía de Miss Clarke por hacerle compañía durante su ausencia—añadió, más cordial.
Tiempo después, tras servir el té y los pasteles, el ama de llaves se marchó para continuar sus afortunados labores.
Miss Clarke, por otra parte, se vio en la penosa obligación de mantener con la mujer una charla trivial, dados los escasos intereses comunes. La institutriz era una mujer instruida y con opiniones firmes, conocedora de las letras, sensitiva del buen arte, y Miss Kirby, aunque una dama de alta sociedad, con la posibilidad de disfrutar de todo el abanico cultural que la metrópoli podía ofrecerle, era incapaz de valorarlo. Sin embargo, el estado del clima resultó un buen tema de conversación durante un rato, y también la observación sobre la destreza culinaria de Ms Cook y Mr. Baker y la importancia de emplear buenos cocineros para mantener satisfecho al Señor de la casa (apreciación realizada por Miss Kirby) porque todo mundo sabía que un estómago lleno implicaba un corazón contento. Como también Miss Clarke sabía que si la boca de su compañera estaba llena ella estaría feliz, pues no tendría que escucharla.
Lo único interesante que pudo recabar de la aburrida charla fue la mención, por parte de Miss Keira de la nueva adquisición de su hermano de un magnifico purasangre, que le había obsequiado para su cumpleaños.
—¿Es usted una amante de la equitación? —preguntó, con la esperanza de encontrar un punto real de empatía.
—Podría decirse... Me gusta exhibir mis caballos y jinetes en las competencias regionales. Todos nuestros purasangre son de alto rendimiento y han llevado a la familia Kirby a la victoria durante tres temporadas seguidas —se jactó.
No era exactamente la respuesta que Miss Clarke pretendía oír pero al menos su congénere tenía un pasatiempo más interesante que el bordado, además le gustaban los equinos (siempre y cuando fueran ganadores, claro).
—¿Y cómo se llama el purasangre que le regaló su hermano?
—Pues déjeme recordar...Me ha dicho que "Storm", pero me pareció un nombre muy corriente para un futuro campeón.
Los ojos de la institutriz resplandecieron como las gemas del collar de su compañera.
—¿Ha dicho que su nombre es "Storm"? ¿Está usted segura que no es una yegua? —indagó, interrumpiendo el discurso.
—Podría ser... Lo cierto es que mi trabajo no es determinar las condiciones físicas de los animales. El veterinario es quien los revisa y examina su pedidree.
"Ya veo que su trabajo es únicamente el de asegurarse que la vuelvan famosa". Pensó Miss Clarke. Pero, ¿sería posible que se tratara de la misma yegua? Aquella que la había dejado en el bosque el día de tormenta y que, según la declaración posterior de Mr. Dominick, jamás había retornado a la propiedad. ¿Acaso los Kirby la habían comprado en buena ley? Mr. Patrick conocía al animal a la perfección y sería capaz de reconocer su origen, aunque alguna otra persona argumentara ser su dueño. Además un purasangre venía con documentos incluidos. A menos que los tuviera y...
—¿Sabe acaso a quién compró la yegua su hermano? —interrogó.
—No querida, lo desconozco. Pero, ¿por qué se muestra usted tan interesada? Lo único que sé a ciencia cierta sobre el animal es que ya tiró al suelo a cuanto jinete intentó montarlo contra su voluntad. Aunque pronto conseguiré quien dome a esta fiera —prometió.
"Entonces es ella." Se dijo Miss Clarke. "Posiblemente el mismo Mr. Dominick se la ha vendido a Mr. Kirby."
Lo único que espera era que su caída no estuviera ligada a la toma de semejante decisión. Jamás podría perdonárselo, pues sabía lo mucho que su Señor amaba a los caballos.
—Miss Kirby —saludó el recién llegado, con una inclinación de cabeza —. Miss Clarke —añadió, deteniéndose un instante a contemplar su rostro—. Lamento haberlas hecho esperar señoritas. Espero se haya encontrado a gusto Miss Kirby, aunque no ha podido estar usted en mejor compañía —señaló muy al pesar de la invitada.
La governess, por otro lado, estaba complacida y abochornada.
—Por favor, Dominick, te he dicho en otras oportunidades que puedes tutearme como a mi hermano. Llámame Keira —ofreció.
Toda ella se ofrecía en bandeja.
—Y le he dicho en varias oportunidades Miss, que prefiero mantener la cortesía, pues la falta de esta implica una confianza entre ambos que aún no poseemos.
"Demasiado franco y directo, como siempre suele ser" Pensó Miss Clarke. "Tan honesto que roza la crudeza."
Otra vez la muchacha sintió algo de pena por la mujer sentada a su lado. ¿Sería capaz de lidiar con estos abruptos cambios de ánimo y mordaces comentarios? No parecía demasiado afectada, así que supuso que probablemente ni siquiera le había entendido.
—Bueno, he de retirarme —anunció Miss Clarke, levantándose, acto que dibujó una sonrisa en el rostro de su congénere y un gesto opuesto en el del caballero, que aún bloqueaba la puerta y parecía renuente a moverse.
—¡Se lo prohibo! —objetó, elevando el tono —. Quiero decir, no debería, pues sería un acto indebido que dos personas del sexo opuesto, en la flor de su edad, estuvieran solos en un cuarto cerrado.
Miss Clarke estuvo tentada a sugerirle que dejara la puerta abierta si tanto le preocupaba la situación. Además, ¿cuándo se había vuelto tan decoroso? ¡Con ella no lo había sido cuando se colaba por las noches a su habitación! Claro que la mujer con la que debería quedarse era de compañía menos agradable.
La suplica, reflejada en aquellos hipnóticos orbes añiles, la conmovió.
—De acuerdo, seré su chaperona —respondió. La mueca de felicidad de Mr. Dominick fue evidente e indiscutible.
Miss Kirby, por otro lado, comenzó a mirar a la governess con las mismas ansias depredadoras que a los pastelitos que había devorado hacía un rato.
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