Capitulo 11
Conexión part.1
🍑🦎🌻☀️🌼
El cumpleaños del hijo mayor de los varones Madrigal estaba en flor de piel, era el cumpleaños del niño mas travieso de todos.
Y tan rápido como el sol soltaba sus primeros rayos el chico ya se encontraba desaparecido, no se le encontraba por ningún lado de la casa, el desayuno se estaba preparando y el no estaba esperando ansioso la comida, o robando porciones pequeñas, mas en casa de la chica el sonido de los platos chocando con los cubiertos era cada vez mayor.
El gran reloj de manecillas sobre la pared de la habitación azul marcaba las seis de la mañana, y ya había gente desayunado, sus padres siempre la esperaban a desayunar pero esa ocasión era distinto, a la lejanía podía escuchar una voz masculina hablar con entusiasmo.
—Y entonces el sin querer había pisado la cola de una de las ratas del tío bruno, yo le había dicho que algo así iba a pasar y no necesitaba de ver el futuro para saberlo, pero nadie allí me quiso escuchar, mientras que el podre de Antonio lloraba en una esquina porque no quería que mataran a una cucaracha y mi madre gritando con rayos por todos lados preguntándonos que porque estábamos así, que ya eramos grandes y teníamos que actuar como tal.
Contaba el chico yendo por su segundo plato de huevos cocidos y sancocho valluno como si no hubiera un mañana, mientras que los padres de ___ solo lo miraban con una taza de café, aun en pijamas al igual que ____, quien seguía sin creer que el chico atuviera en su casa, comiendo por montones y hablando con sus padres como si fueran amigos de toda la vida.
Aun con el cabello enmarañado y ropas de cama, ojeras bajo sus ojos y seguramente mal aliento, sin decir nada, solo mirando pasmada mientras los rayos de sol terminaban de salir y el sonido de la gente que comenzaba a salir de sus casas se volvía mas transitado.
—Hija, ya despertaste, vino Camilo a verte, te veo de mejor humor ¿que tal amaneciste hoy?—. Hablo un hombre bonachón de mejillas pintadas y tes mas clara que la de su madre incitándole a sentarse e interrumpiendo la gran anécdota de Camilo.
Sin tener respuesta mas que una mirada incrédula fue a sentarse a la mesa, junto a su madre recibiendo tres pares de ojos sobre ella incomodándola aun mas.
—Entones como estaba diciendo, había caos, porque si mi mamá no se relajaba entonces la casa se inundaría, hasta que llego mi padre a calmar la situación diciéndole "Pepi cariño es mejor que nos vayamos a recostar, tranquilo todo estará bien" Y esa es la historia de como mariano casi se ahoga con un pedazo de papa hervida mientras Antonio llora por una cucaracha.
parecía tan orgulloso de su anécdota comiendo lo que restaba de su plato.
—Pero... solo pregunte que porque estabas aquí—. Hablo ahora la madre con un tono bajo, como si le diera pena decirle a Camilo lo que en verdad estaba pensando al respecto de su visita.
—Oh cierto, bueno, es mi cumpleaños y venia por ____ quiero que este en mi fiesta, decidí que volveríamos a ser los mejores amigos de nuevo, así que si me disculpan, necesito que ella se cambie ya, vamos vamos, tenemos un día muy largo.
Hablo levantándose y levantando a la chica por la pijama, sin tomar consideración de ella y sus padres, hasta llevarla de nuevo a su habitación donde entre ropa que salia volando de su pequeño closet saco las ropas que mas le gustaban, esas de bordados de camaleón y girasoles y aquella blusa de color planco con detalles en amarillo que le gustaba mucho, vamos ponte esto, si no tendré que vestirte yo.
Hablo tirando de su camisón, lo que provoco un pequeño quejido de inconformidad y con el la llegada de un padre colorado, un padre que tiraba de la oreja del chico hasta sacarlo de su casa, el no se pensaba mover de allí sin ____, sentándose en protesta de que saliera frente a la puerta, minutos, unos minutos pasaban y mientras personas que pasaban saludando y felicitando al chico el solo seguía allí, hablando por lo bajo de como maldiciendo el que las chicas se tardaran tanto, pero ni siquiera sabia si saldría o no, o si estaba de acuerdo con el hecho de ser amigos de nuevos, o si saldría si quiera de su casa.
Pero al final lo hizo, saliendo dejando caer sobre su cabeza la caja que el día anterior había visto junto con la ruana que el chico le había puesto ayer, a esas alturas ya sabia que Luisa no era Luisa y que se trataba del chico, saliendo con las ropas que el había escogido, sin dirigirle la mirada, ni la palabra.
—Al fin sales, te apuesto a que yo puedo arreglare mas rápido que tu y salir mas lindo incluso, pero bueno, saliste que es lo importante, y gracias por el regalo ¿Puedo abrirlo?
No recibió palabra, solo la miro mover los hombros en señal de que el decidiría eso.
—Di algo, por dios, si no dices nada tendré que besarte —. Los colores se subieron a su rostro, a la par de que la risa sonora de Camilo se escuchaba por todas partes —Es broma, jamas te besaria, anda vámonos ya, el día es largo y tu tienes que estar en casa ayudando porque quiero que hagas ese pastelillo de melocotón que tu mamá dijo que sabias hacer.
___ No sabia si molestarse, si reír, si vivir el sueño, solo dejo que la tomara de la mano y la llevara por todo el pueblo como una pequeña muñeca de puesto en puesto, buscando lo que necesitaba, o lo que el creía que necesitaba con una sonrisa grande, preguntando de vez en cuando por las cantidades, o si los frutos que escogía era los mejores, estaba decidido por el que ella haría ese pastel y el lo pagaría, así seria mejor, dos pasteles, uno para los invitados del pueblo y otro solo para el.
Caminando sin descanso hasta llegar a la casita, donde todos le miraban incrédulos, Antonio se veía alegre, corriendo sin dejar pasar un segundo a los brazos de la chica quien también le esperaba con los brazos abiertos.
—Te extrañe—. Dijo el pequeño aferrándose a la ropa.
—Si, si, Antonio, si me permites, tengo que llevarla conmigo un momento, estaremos en la cocina, bueno ella, yo ya vuelvo—. Interrumpió el cálido abrazo llevándose casi arrastrando a ___ hasta la cocina, donde tanto como Pepa como Julia preparaban comida para ese gran día.
Dejando ver solo un momento su cabellera antes de salir disparado a no se sabia donde, dejando a la chica allí, saludando tímida con la mano, pidiendo con la mirada permiso, el porque no hablaba si parecía que las cosas estaban bien, era un misterio, pero allí estaba, lavando los melocotones y picando delicadamente, apartando los que serian para el relleno y la decoración.
Escuchando lo animada que estaba Pepa por ver a su hijo tan entusiasmado y feliz de verla de nuevo, cuando un chico de piel canela apareció de la nada, portando la falda de Maribel, la blusa de su hermana y una pequeña flor que había arranado de los arcos en su cabello, luciendo un labial tan rojo como el que la chica solía cargar todo el tiempo.
Dejando a su madre sorprendida al igual que la tía Julia y al resto de la familia que lo miraban por la espalda así como la chica estática —Te dije que podía hacerlo en menos tiempo que tu, seguramente me tienes envidia ¿No es así? —. Dijo finalmente acercándose a la chica con una sonrisa picara, las manos temblorosas de la chica frente a el jugueteando sobre su rostro, intentando ocultar la sonrisa que comenzaba a formarse —Admítelo, soy hermosa, creo que, esta falda no combina bien con la blusa, ¿o tu que dices? ¿Me quedaría mejor un vestido de Isabela?.
Eso era todo, no podía mas, soltó la risa mas grande que pudo, la mas sonora y suave al mismo tiempo, mirando al chico sin parar, quien festejaba alegre por escuchar un sonido salir de su boca, aunque sea una simple risa, ya era un avance significativo.
—Como me gustas—. Salio finalmente de su boca riendo, algo que le agradaba, escucharla hablar, al fin había vuelto esa voz , sin prestar atención a lo que había dicho.
Aun si había una que otra risa por allí y un regaño por allá, por parte de su abuela, quien tiraba de la cabellera risada de Camilo esperando a que este se fuera a vestir decentemente.
—¿Te gusta?—. Pregunto de la nada Mirabel, acercándose a la puerta de su primo quien terminaba de vestirse —Traje lo que me pediste.
Hablo dejando en sus manos el peluche de camaleón de color rosado, y una sonrisa.
—No, no me gusta, solo, quiero que sea mi amiga de nuevo, eso es todo.
La conversación se detuvo allí, en realidad, todos dejaron de hablar mas íntimamente cuando la hora se acercaba poco a poco, si aquella vez Camilo no había podido bailar con la amiga misteriosa esa vez si lo haría.
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