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1.0

Sus pies se elevaban con cada balanceo del columpio, de un lado hacia otro, estirando y recogiendo sus piernas para moverse con más rapidez. Había extrañado esa sensación de libertad que un simple juego de parque puede dar, los cosquilleos en su estómago cuando llegaba demasiado arriba y los pequeños mareos que le atacaban al mirar hacia abajo.

Pero la pena en su rostro nadie podría quitársela.

Excepto aquel chico que caminaba a su dirección, con unos ojos bellos y profundos, adornados con un lunar bajo el derecho, mostrando una triste expresión que, mejor dicho, sería de puro arrepentimiento.

Frenó su diversión al chocar sus talones con la tierra, aferrando sus manos a las cadenas para evitar caer torpemente contra el suelo. Entonces, cuando se detuvo completamente, su mirada se dirigió al rostro del contrario.

─ ¿Jeno?─ le observó sin comprender su presencia en ese momento, tan repentino después de lo ocurrido. El viento soplando de forma agradable, burlándose con su ruido sordo que parecía ser más estruendoso por culpa del silencio del pálido.

Hasta que habló.

─ Lo siento...─musitó y Jaemin abrió la boca con sorpresa, haciéndole pensar al mayor que deseaba cuestionar sus palabras─ no estaba pensando hace un rato, sé que no es una excusa, pero necesito que me perdones por todo lo que dije─ apuró, mostrándose desesperado con su tono de voz tembloroso─ La verdad no quería terminar contigo, Nana.

─ Yo...

─ Me gustaría volver a estar juntos, sé que es egoísta, pero...

─ ¡No! Está bien...─ interrumpió las dudas del pelinegro, quitándole importancia al agitar sus manos frente a él─ Solo quiero saber por qué lo hiciste... ¿fue mi culpa?─ analizó su rostro, en busca de comprender las razones de su decisión.

Jeno suspiró antes de dejarse caer al columpio disponible a su lado, con una postura derrotada que le provocó una lástima inmensa a Jaemin por haberle preguntado.

─ Sabes que yo no quería hacerlo, ¿cierto?─ de alguna manera al rubio le molestó que evadiera su pregunta, sin embargo, le permitió continuar al no responder la suya─ No me mal entiendas, tampoco te estoy culpando a ti y espero que no sigas creyendo en ello...

─ ¿Entonces? Porque es exactamente eso lo que me mantuvo despierto en las noches, no tienes ni idea de cuantas veces me encontré pensando en que sí soy el culpable de todo─ sus ojos nublados le indicaron que ya no podía seguir sin ponerse a llorar, por lo que calló sin desearlo.

─ Por favor, no llores, cariño─ se removió en el asiento, molestando a las cadenas que chirriaron, tal como Na en su intento de tranquilizarlo.

─ ¿Qué esperas que haga?─ preguntó apenas su respiración se calmó lo suficiente para hablar─ todo este tiempo sin ti lo pasé mal y creí que ya nunca volverías, que serías la memoria de lo que alguna vez fuimos.

─ Aquí estoy.

─ ¿Después de cuánto? ¿Siquiera pensaste en lo que yo sentiría si volvías así como si nada?─ sollozó, bajando la cabeza mientras las lágrimas caían sobre sus muslos. Lo intentó, en serio, solo que aún no era capaz de entenderlo.

Jeno era su luz, era la razón del calor que le cubría en los crudos inviernos que caían en la ciudad, siempre fue gracias a él que seguía brillando y pensó que eso era recíproco, que sería por siempre.

¿Entonces dónde estuvo cuando realmente lo necesitó?

─ Creí que te gustaría verme.

─ Créeme que sí─ murmuró─ pero no es así de fácil, no es como que hagamos que nada ocurrió y que cuando me de la vuelta vuelvas a estar aquí conmigo.

─ Jaemin...

─ ¡Prometimos nunca ser de esta forma, Jeno! ¿Qué nos pasó? ¡Una pelea y todo se fue a la mierda!

No respondió.

─ ¡Te di mi vida y tú me diste la tuya porque confiábamos en el otro!─ el menor se levantó repentinamente del columpio, volteando hacia el mayor para quedar cara a cara, soltando todo su enfado y tristeza en gritos─ ¡Hasta que se te ocurrió dejar de recibir mi ayuda!

─ Tarde o temprano iba a pasar, Jae.

─ ¡Yo te amaba!

─ ¡Por eso mismo! ¡Sabía que si seguíamos de esa forma saldrías perjudicado! ¿Acaso crees que a mí no me dolió darme cuenta que no podíamos seguir juntos por mi culpa?─ el ceño fruncido del rubio no dejó su rostro─ Sabes que yo no era feliz...

─ ¡Te pedí que hicieras algo para cambiarlo y me dijiste que no querías!

─ ¡Porque sabía que en el fondo yo no quería cambiar!

─ ¿Ni siquiera por mí?─ con rencor replicó─ ¡Es algo que alguien haría por la persona que ama, siempre me dijiste lo mucho que me amabas!

─ ¡Entonces quizá no te amaba lo suficiente!

Las palabras de Jeno lograron congelar al rubio mucho más que la ventisca de aquel día, enmudeció, hecho trizas con la confesión que realmente no deseaba escuchar.

─ ¡Al parecer no tanto como la comodidad que sentía con mi propia tristeza! ¿No lo entiendes? Yo no...─ suspiró─ fue culpa del momento, sabes que no puedes culpar a ninguno de los dos...─ el mayor se balanceó hasta salir del puesto, de pie frente al chico que le amó más que él a sí mismo─ Te sigo amando y eso jamás cambiará, Nana.

─ No lo digas...─ sollozó, sin apartar la mano que se posó en su rostro para acariciarlo.

─ Te buscaré en todas las vidas que sigan para poder quererte como merecías.

─ No es cierto y sabes que no creo en esa basura de próximas vidas, Jeno... por favor, explícame por qué─ pidió, cerrando sus ojos porque no soportaba la dolida mirada del contrario.

─ No es difícil de entender, amor─ besó su pequeña nariz de botón con cuidado, juntando sus frentes y llenándose de la presencia del otro─ no podía más, así de simple.

─ No puedes llamar a esto simple, Lee─ el enojo una vez más inundó sus facciones, apartando la mano de su cara de un corto manotazo─ ¿¡A qué mierda te refieres con simple!?

─ Jae...─ intentó frenarlo, fracasando en su intento un segundo después.

─ ¡Estuve perdido sin ti, sin saber qué hacer ni donde ir, creyendo que jamás fuiste feliz a mi lado! ¿Lo hiciste? ¿Ahora eres feliz?─ su voz se rompía una y otra vez, sin detenerse a respirar y pensar las cosas antes de soltarlas─ ¡Traté de entender que nunca te vería de nuevo y lo conseguí!─ mas sus expresiones cambiaban drásticamente entre la confusión y la resignación─ No... nunca lo conseguí.

─ Jaemin, algún día lo vas a superar, no seas tonto...

─ ¡No es verdad y sé que soy un tonto! ¡Soy un idiota, un imbécil por estar aquí hablando contigo, con alguien que sé que no volverá, pero aún no estoy listo para reconocerlo, Jeno! ¿Qué debería hacer entonces? ¡No quiero perderte una vez más!─ y al abrir los ojos Jeno ya no estaba, de nuevo escapándose de su vida sin pensarlo dos veces. Gritó contra la palma de sus manos en un intento de liberar su frustración, pues ya no era novedad tener este tipo de episodios sobre Jeno después de su muerte.

Después de que se suicidara sin siquiera tratar de arreglar las cosas.

De pronto volvió en sí, cayendo una vez más en la cruda realidad en la que se encontraba.

Aún sentado en los columpios.

Sollozando entre temblores.

Y con la memoria de Jeno atormentando sus pensamientos.

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