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¿QUIÉN DIJO QUE AUDREY HEPBURN NO PODÍA SER COREANA?

Con veinticuatro años, Hana podía decir que se ponía nerviosa por muchas cosas, y aunque la mayoría podían ser controladas (¡ya era una adulta! El que siguiera viviendo la casa de sus abuelos era simplemente un tema de comodidad, se había atrasado con algunas asignaturas, perdió uno que otro semestre, luego se puso a trabajar sin estudiar y luego regresó a la universidad. Todo en seis años. Así que sí, era una adulta que seguía rigiéndose por los horarios de sus abuelos, pero una adulta al fin y al cabo), supuso que el estar a punto de conocer al cantante más famoso de Corea del Sur era una situación digna de todo lo que estaba sudando.

Taehyung ya la había regañado porque estaba manchando el vestido que él había elegido para la ocasión, a pesar de que hacía frío y que se le congelaban los tobillos. Tenía las rodillas muy juntas para evitar que el frío subiera, y cuando Jimin le ofreció su chaqueta, Taehyung se negó antes de que ella pudiera tomarla porque "arruinaba todo el look, Jimin, tiene que causar una buena impresión". Y la verdad es que Hana no sabía qué tan bien podía quedar cuando estaba sudando frío y el maquillaje que llevaba debía estar corrido, como si fuera un pedazo de vela en llamas.

—No lo soporto más, voy al baño —sentenció finalmente y se levantó del asiento donde estaban esperando.

Habían llegado a las doce en punto al lugar donde se llevaría a cabo el fanmeet de Jeon Jungkook, a pesar de que este no comenzaba hasta las cuatro de la tarde. Taehyung había dicho que siempre era mejor llegar temprano, ya que comenzaban a arreglar a Jungkook como dos horas antes de mostrarse en público y, en las palabras de su amigo, era bastante caótico intentar conversar con un idol cuando había tres personas maquillándolo y otras cinco arreglando su cabello y la ropa que debía usar.

Así que llegaron antes, y ya llevaban una hora esperando y Hana se había desesperado. No porque le molestara esperar (lo odiaba con toda su alma), sino porque se sentía extraña y muy ajena en esa ropa (ese vestido lo había usado una sola vez en su vida y traía horribles recuerdos. Había tenido la peor experiencia de su vida usando ese vestido lila y Taehyung pensó que sería una buena idea que lo usara para conocer a Jeon Jungkook. A veces Hana se preguntaba hasta qué punto llegaría el encantamiento de Taehyung, porque en serio lo había dejado salirse con la suya a pesar de sus lamentos mentales), sino porque el aire acondicionado estaba a tope y sentía la nuca mojada.

—¡Ok, pero no tardes! —exclamó Taehyung levantando la mirada de su celular. Él estaba acostado sobre el sillón más largo, con la cabeza apoyada en el regazo de Jimin. Y él, porque no podía ser de otra forma, le acariciaba el cabello a su alma gemela.

Hana se levantó en modo automático y salió de la habitación donde los hacían esperar. El recinto era grande, tenía muchas habitaciones y pasillos blancos y, al final de todo, un auditorio para al menos trescientas personas, lugar donde se llevaría a cabo el dichoso fanmeet. Cuando habían llegado al mediodía, no los dejaron pasar de inmediato. Ni Jungkook ni su equipo estaban allí todavía, por lo que no había nadie que reconociera a Taehyung. Sin embargo, eso no fue un impedimento para él. Claro que no, porque Taehyung llamó a Jungkook (¡Oh por Dios, de verdad conoce a Jeon Jungkook!), quien le pasó a su manager y ella habló con los de seguridad. En menos de diez minutos los estaban dirigiendo a una sala de espera llena de comida y sofás cómodos, y Taehyung entró como si estuviera en su propia casa, porque para él era normal tener este tipo de trato especial a pesar de que jamás se dignó en contárselo a su alma gemela y segunda mejor amiga.

Hana había decidió ignorar lo dolida que estaba de esta gran revelación porque tenía asuntos más importantes de los que encargarse, como el que su cámara digital estuviera en perfectas condiciones y con batería para fotografiar a Jungkook incluso si estornudaba, y también el ignorar los mensajes de texto de Hansol, quien estaba como histérico cuando Hana le contó la noticia. Hasta su madre le envió un mensaje diciéndole que si no grababa todo la iba a desheredar, y otro de su padre recordándole que por favor dejara de molestar a su hermano porque no, no podían pagar un pasaje en avión para que Hansol fuera de emergencia a Busan a casarse con el amor de su vida. Busan no es Las Vegas, Hansol, le había dicho su padre, pero nada de lo que dijeran podría calmar al corazón de un fanático que de pronto descubría que su hermana, quién se había teñido el cabello de un rosa horrible y que probablemente se ganaría una mueca por parte del idol más famoso del continente por su falta de cuidado capilar, conocería a Jungkook, el hombre del que estaba enamorado desde hace más seis años.

La vida era injusta y lo odiaba, le había enviado Hansol a su hermana, y Hana no podía estar más de acuerdo, porque cuando al fin encontró el baño y se miró al espejo, se dio cuenta de que estaba hecha un desastre.

Bien, admitía que el rosa no era su mejor color, pero esa era culpa de Yoongi y Seokjin, quienes la habían hecho apostar por una pareja que había ido hace un par de semanas La mansión del destino. La apuesta había sido simple: la pareja juraba que eran almas gemelas, pero fue cosa de que Hana mirara sus meñiques una vez para confirmar que en realidad solo había aire entre ellos. Seokjin apostó que durarían una semana juntos después de que les dijeran que no estaban destinados. Yoongi apostó tres días. Hana, inocente e ilusa Hana, dijo que duraría más de un mes porque el hilo rojo no tenía por qué interferir en las relaciones que ya existían. Dijo (pobre e ingenua Hana) que si ya se querían, entonces un tonto hilo no tenía por qué cambiar lo que ya sentían, en especial considerando que muy pocas personas encontraban a su alma gemela por esta época y que todos se casaban con o sin hilo.

Como era de esperar, al día siguiente la pareja terminó. Y así, Hana se vio obligada a someterse a un fashion emergency, cortesía de Min Yoongi y sus habilidades para decolorar cabello, y un corte exclusivo de Kim Seokjin. Hana pensó que al menos Yoongi haría un buen trabajo, había pasado por tantos colores de cabello durante los años que llevaban conociéndose que confió ciegamente en él. El problema fue que en realidad Yoongi iba a una peluquería de confianza y esta era la primera vez que decoloraba cabello, así que Hana terminó con la mitad quemada y la otra amarillo neón. Al menos ahora el rosa se estaba difuminando en un color más suave y pastel, y no en ese fucsia chillón que casi la hizo llorar hace tres semanas.

Seokjin, por su parte, se aseguró de recordarle y declararle al mundo que era un ser caótico que jamás debía ser dejado libre con unas tijeras en las manos. Solo le cortó las puntas, gracias al cielo, aunque igual le dejó el cabello más corto de lo que esperaba, un poco más abajo de los hombros. No obstante, su obra maestra fue el flequillo de Hana: rosa, corto y sobre las cejas, muy, muy por sobre las cejas. Era, en las palabras de Taehyung (fanático de las películas antiguas en blanco y negro), el flequillo de Audrey Hepburn. Pero rosa. Y con la cara de Hana, que definitivamente no era la de Audrey Hepburn. Y aunque ya había pasado tiempo, su flequillo seguía igual de corto y sin cubrir sus cejas, así que por lo general Hana usaba gorros para cubrirse.

Pero ahora estaba expuesta, tenía el maquillaje como un helado en un día de verano, y estaba sudada.

Lo primero que hizo fue sacarse el vestido para quedar solo en ropa interior. Hasta se sacó los zapatos y los calcetines para refrescarse por completo. Después se lavó el rostro, pero no contó con que Taehyung hubiese usado máscara de pestañas a prueba de agua. Se refregó los ojos varias veces hasta lograr que sus pestañas quedaran en su tamaño y grosor natural otra vez, pero a costa de que le quedaran unas ojeras negras bajo los ojos y manchas en las mejillas. Comenzó a echarse más agua otra vez, ya algo cansada de todo esto, cuando oyó voces en el pasillo.

Y aquí estaba la trampa: este baño era público, no uno individual al que podía ponérsele llave. Por eso Hana estaba tan apresurada lavándose el rostro. Quería sacarse todo lo que le hiciera sentir como otra persona y luego encerrarse en un cubículo a la espera de que la tela de su vestido volviera a ponerse fresco y, tal vez, esperar un rato a solas sin tener que ver a sus mejores amigos siendo la pareja ideal frente a ella. Porque había un límite para eso y Hana lo había alcanzado en el viaje en auto que hicieron hasta el recinto.

Pero como su mala suerte no la dejaba vivir en paz, debió haber imaginado que esto sucedería. Hasta le sorprendía que no se le hubiese ocurrido, Yoongi le había dicho mil veces que debería comenzar a tomar el hábito de hacer una lista de posibles situaciones catastróficas que podían ocurrirle cuando despertaba por las mañanas. Según él, eso haría su vida mucho más fácil.

Pero Hana no lo hizo, y ahora estaba semi desnuda en un baño público, en un lugar que no conocía, con la cara mitad humana mitad mapache, mirando hacia la puerta con pánico mientras esta se abría de par en par con dos muchachos.

—Ya te dije que si te sentías muy mal no era necesario seguir con el horario, podemos posponer el fanmeet.

—Pero mis fans esperaron mucho por esto.

—Lo sé, pero estoy seguro de que ellos comprenderán esta situa-

La conversación se vio interrumpida cuando uno de ellos levantó la mirada y se encontró con Hana. El chico quedó con la palabra atorada en la garganta.

Este llevaba a rastras al otro, como si estuviera muy enfermo o muy débil para caminar sin sostenerse de algo. Tenía un brazo sobre los hombros del que había mirado a Hana, y cuanto notó el silencio de su compañero, también tuvo la brillante idea de mirar hacia adelante y sí, ahí estaba, la chica en ropa interior del baño levantando una mano de la forma más incómoda posible.

—Hola... lo siento, pero este baño está ocupado —atinó a decir Hana después de unos largos y terribles diez segundos de silencio entre los tres. Ellos no apartaban la mirada y Hana no se movía para cubrirse y todo era muy bochornoso.

Pero lo fue aún más cuando logró reconocer al muchacho que iba convaleciente. Era Jeon Jungkook. El Jeon Jungkook. Y en ese momento, tenía las mejillas tan rojas como el hilo rojo que colgaba de su meñique.

*****

y aquí está... el gran encuentro... y porque no podía ser de otra forma, pasó lo que tenía que pasar jeje (ngl, disfruto bastante haciendo sufrir a hana jajajaja).

por alguna razón wattpad no cuenta las vistas de los capítulos, pero sus lindos comentarios me hacen saber que sí pueden ver el capítulo así que me quedo tranquila. 

¡muchas gracias por leer!


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