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MIN YOONGI, EL CALL CENTER DEL DESTINO
Min Yongi era sin lugar a dudas un estafador. No a gran escala, por supuesto, pero eso no quitaba el hecho de que se ganaba la vida chantajeando y robándole el dinero inocente a los demás. El problema era que nadie se quejaba porque de alguna u otra forma, lo que hacía terminaba funcionando, a pesar de que él mismo sabía que era una vil mentira.
Por eso le sorprendió cuando esa chica y sus dos amigos lo visitaron en su "Mansión del destino". Los chicos, tomados de la mano y con sonrisas idénticas (idiotas, bobas y felices) parecían vibrar en su propia piel. La chica, sola y en medio de ambos a pesar de que ellos seguían tomados de las manos, como si el cuerpo de otra persona no fuera un obstáculo para seguir en contacto, no sonreía, pero tampoco lucía infeliz con la evidente alegría que desprendían los otros dos.
Y no es que Min Yoongi fuera un amargado o que la felicidad ajena le molestara, pero brillaban y era demasiado temprano para atender personas. Simplemente no había comenzado bien la mañana.
Sin embargo, eso no les importó. Por supuesto que no les iba a importar, tan solo eran más clientes a la espera de que les leyeran la fortuna y que alguien interpretara las señales del universo para decirles su futuro. Lo más probable es que quisieran saber si eran almas gemelas, eso era lo que más vendía y esos dos lucían como una pareja.
Ah, Yoongi solo quería volver a la cama, cansado después de una noche de trabajo en el restaurant de su tío, pero terminó abriéndoles la puerta.
—¡Te dije que abriría!
—Pero aún no es el horario...
—¡No importa! ¡No hay horarios cuando se trata del destino!
Tan ruidosos, pensó Yoongi mientras los recibía con su saludo de presentación estándar, algo que había repetido tantas veces hasta que lo memorizó, con un tono monótono y cansado.
—Bienvenidos a la Mansión del destino, que durante décadas ha servido como vínculo entre el mundo terrenal y los susurros del destino.
Uno de los chicos, el más alto y de cabello azul, sonrió como si Yoongi le hubiese propuesto matrimonio. El otro se le quedó mirando hipnotizado (a su novio, no a Yoongi), y la chica parecía estar pasando por una crisis existencial. Yoongi continuó como si nada.
—¿Qué desean que les lea hoy? ¿Su futuro, su fortuna, o que vea el hilo rojo del destino? —lo último, en especial palabra destino, la remarcó para que tuviera un efecto místico y misterioso, casi abriendo los ojos como si ya pudiera ver el hilo rojo alrededor de ellos. Todo seguía normal, a excepción de los dos chicos que parecían estar a punto de saltar sobre él. Yoongi retrocedió un paso solo por si acaso.
—¡El hilo rojo, el hilo rojo! —gritó el de cabello azul y tiró de la mano del otro muchacho, pasando por al lado de Yoongi para entrar a "La mansión del destino" como si fuera su casa. Yoongi levantó una ceja ante la confianza que se estaba tomando y el chico rubio lo miró disculpándose con la mirada y en silencio, mientras se dejaba arrastrar por el otro. Yoongi los vio entrar y cuando se giró para mirar a la chica, ella estaba de pie frente a él todavía, con los brazos cruzados sobre su pecho. Yoongi sintió la extraña necesidad de no parpadear. Ella tampoco lo hizo. Y así se quedaron hasta que el chico de cabello azul gritó desde adentro de la mansión para decirles que se apuraran.
Finalmente la chica dio un paso y caminó por al lado de Yoongi, pero sin apartar la mirada, como si él significara un peligro para su integridad física y emocional y Yoongi, por su parte, aceptó el reto otra vez y no apartó la mirada hasta que ella llegó con sus amigos. Solo ahí Yoongi pudo respirar con tranquilidad otra vez.
—Por favor, siéntense y pónganse cómodos —les indicó, pero la pareja ya estaba desparramada en su humilde sofá. La verdad es que "La mansión del destino" solo era la casa de su abuela, un hogar pequeño, pero de estilo antiguo con un tejado pintoresco de puntas elevadas. Para todas las remodelaciones que habían hecho sus abuelos en vida, se conversaba bastante bien, y hasta incluso parecía una de esas casas que ponían en los folletos para los turistas ilusos que querían conocer la parte "vieja" de Busan. En las palabras de Seokjin, era un vejestorio que se caería en pedazos en cualquier minuto, pero para Yoongi era un hogar con recuerdos y una fuente de ingresos considerable (además, Seokjin no podía quejarse demasiado si también vivía allí sin tener que pagar renta). De esta forma, "La mansión del destino" comenzaba a lucir pequeña con tantos invitados a la vez, en especial con los dos chicos que, a pesar de no haber puesto ningún tipo de distancia entre ellos y sus piernas (el de pelo azul estaba casi sentado sobre el otro, y la chica estaba en el extremo del sofá, intentando por todos los medios no caer al centro y tocarlos), eran altos y ocupaban espacio.
—¿Desean beber del té del destino antes de comenzar la sesión? —les preguntó, otra vez, en su papel de chamán, e igual que antes, el de cabello azul asintió enérgico sin dejar de sonreír. Yoongi se pregunto si acaso no le dolerían las mejillas, lucía demasiado animado para haber venido a ver a un estafador semi profesional.
Yoongi fue a preparar el té a la cocina, la cual quedaba justo frente a la sala de estar con el sofá y de donde podía observar que no fueran a robarle nada. En especial la chica, que lucía sospechosa.
Cuando regresó con el té, los chicos seguían igual de pegados que antes, y la chica tan reacia como al inicio. Había algo que le ponía nervioso de ella, como si fuera a levantarse para golpearlo en cualquier segundo mientras le gritaba "¡ESTAFADOR!". Yoongi dejó las tazas sobre la mesita de centro y se sentó frente a ellos, en el sillón viejo de su abuelo al cual, desde que Yoongi tenía memoria, siempre se le habían salido los resortes por el lado derecho, por lo que había que sentarse en una postura extraña: cruzar las piernas e inclinarse hacia la izquierda para que los resortes no lastimaran tu trasero. Seokjin decía que era una postura genial, una mezcla entre diva de la música (Mariah Carey) y monje chantajista.
—Beban el té y comenzaremos la sesión. Los precios estaban en la entrada, deben pagar por adelantado y el té no va incluido —aclaró de inmediato y el chico azul agarró su taza con prisa para beberlo a sorbos. En cambio, el otro chico (rubio ceniza, ese era el color. A Yoongi le gustaba analizar el color de cabellos y este era un color agradable, no como el azul eléctrico del otro) sacó su billetera y sacó el dinero para entregárselo a Yoongi. Él lo recibió, revisó que los billetes no fueran falsos contra la luz de la bombilla del techo, y cuando asintió, se los guardó en el bolsillo de su pijama—. Ok, bebe tu té para iniciar, deben limpiar sus chakras antes de posar mis ojos sobre sus almas.
Yoongi contó los segundos que tardaron. Veinte segundos. Y eso que el té estaba recién hervido. El chico rubio hizo una mueca, como si se hubiese quemado la lengua, pero el otro solo vibraba sobre el sofá con un tic nervioso en la rodilla: no dejaba de hacerla dar brincos.
—Perfecto, ahora denme sus manos y mírenme a los ojos, voy a consultar con los espíritus del destino si sus almas están ligadas a una historia del pasado y si tienen un futuro que los ate.
—¿Los dos te miramos al mismo tiempo? —preguntó el de azul y se acercó, estirando su mano—. ¿A cuál ojo te miro? ¿O tienen que ser ambos?
Yoongi sintió que se le iba a escapar una mala palabra. Contrólate, se dijo, estás trabajando. Muy, muy temprano, pero trabajando.
—A ambos ojos, ustedes solo mírenme, yo miraré más allá —respondió con voz solemne y sostuvo la mano de ambos muchachos. En seguida entró en su papel de "médium" y miró más allá, mucho más allá. Se concentró en la ventana que estaba detrás de ellos y en el sonido del camión de basura que comenzaba a acercarse. Seokjin se iba a enojar por eso, Yoongi había olvidado sacar la basura otra vez. También alcanzó a ver a la anciana que vivía frente a ellos, estaba en esa desastrosa bata rosa con estampado de flamencos, conversando con la otra anciana que vivía en la esquina, igualmente en pijama, y ambas sostenían a sus gatos entre sus brazos como si fueran bebés. Siempre que veían a Yoongi lo miraban con mala cara, casi como la chica que acompañaba a la pareja ahora, quien también en ese instante lo estaba mirando con desconfianza y aversión.
—¿Puedes ver algo? —preguntó el chico rubio, pero el de azul le hizo callar en un susurro para nada discreto.
—Jimin, deja que se concentre.
—Oh, lo siento.
—Shh —les hizo callar Yoongi y se sentó derecho. Iba a hacer esto muy rápido, quería volver a dormir antes de irse al campus para sus clases de la tarde—. Los espíritus me han hablando —sentenció y ambos chicos aguantaron la respiración. Yoongi les apretó las manos y los dos soltaron una exclamación ahogada—. Dicen... que sus manos se complementan en el presente, en el pasado y... en el futuro —dijo esto último con tanta exageración que hasta él mismo se sorprendió. Para ser tan temprano, estaba en muy buena forma en cuanto a su actuación—. Sus dedos han sido entrelazados por el hilo rojo del destino desde la primera vez que se miraron, hace siglos, y hoy vuelven a encontrarse para no volver a separarse.
Le hubiese gustado que Seokjin estuviera allí. Aparte de su voz ceremoniosa y su mirada perdida en el horizonte (oh, no, se estaba acercando el camión), hasta su diálogo había sido impecable. Normalmente no improvisaba, pero ahora se dejó llevar un poco y se dio un par de palmadas en la espalda por el buen trabajo que estaba haciendo.
—Espera, espera —dijeron de pronto, y toda la escena se arruinó. Los tres miraron hacia el extremo apartado del sofá y la chica, tan encantadora como en el principio, se inclinó para observador toda la situación—. Estoy segura de haber escuchado esas palabras antes.
Yoongi le dedicó una mirada asesina.
—No sé de qué hablas, me lo acaban de decir los espíritus.
—Es que sé que las he escuchado antes —insistió la chica y sacó su celular con rapidez, tecleando algo. Les mostró la pantalla, tenía abierto un video en YouTube y comenzó a reproducirlo. Era de una película—. Mira, son las mismas palabras que dijiste, sobre el destino en el presente y el pasado, y algo de sus manos.
En el video, parecía que estaban viviendo una parodia de lo que ellos mismos estaban haciendo. Había dos personajes sentados en un par de sillas frente a una mesa y una mujer, de piel morena y cabello negro, casi gritaba las exactas palabras de Yoongi. La película era "Hasta que te encuentre", y era norteamericana y de los 80'. ¿Por qué esta chica iba por ahí conociendo los diálogos de películas antiguas?
—Son coincidencias, dicen que se basaron en hechos reales para esa historia —comentó Yoongi como si nada y luego les soltó las manos. La chica no parecía querer darse por vencida, pero el muchacho rubio le puso una mano en el hombro y le dedicó una sonrisa de disculpa. Yoongi comenzaba a creer que pasaba disculpándose por esos dos.
—Bien, como sea —se resignó y se volvió a cruzar de brazos, tirándose contra el respaldo de sofá como si su madre estuviera regañándola.
—Sí, como sea —le dijo Yoongi y volvió a concentrarse en la pareja—. Lo importante es que el destino los quiere juntos y ha hecho su trabajo otorgándoles el hilo rojo, puedo verlo ahora mismo en sus meñiques, están conectados. Son almas gemelas, felicidades.
Yoongi supo, apenas terminó de hablar, que las sonrisas que le dedicaron solo podían significar una cosa: había acertado una vez más. De verdad no tenía idea de cómo lo hacía, tal vez los espíritus en serio le hablaban mientras dormía o cuando se concentraba en los ladrillos de la casa de su vecina, pero siempre le atinaba. Seokjin le decía que en realidad solo era un excelente observador, como el tipo de esa serie, "Lie to me". Simplemente observaba a las personas, analizaba sus gestos, expresiones y comportamiento con los demás, y podía dictaminar si eran compatibles o no. Y estos chicos, bobos y felices, eran el uno para el otro. Hasta un desconocido podía notarlo.
—Gracias, gracias, gracias, era la última confirmación que necesitábamos —dijo el de azul y agarró a su novio para plantarle un beso en la mejilla, uno sonoro y escandaloso—. Vimos nuestro hilo hace un mes y desde entonces que hemos intentando asegurarnos de que sea real. Hana, la amiga de Jimin, lo puede ver también, pero ella no es nuestra alma gemela. ¿O alma trilliza?
¿Qué? pensó Yoongi y miró a la chica, quién le dedicó una mirada como si dijera "surprise, bitch". Con razón le había molestado su presencia, si ellos no mentían, entones significaba que ella sabía la verdad desde un principio y sabría si Yoongi estaba mintiendo respecto al destino de sus amigos.
Esa chica significaba una amenaza para su negocio, pero en vez de alarmarse, lo que hizo fue pensar fríamente. No podía tenerla en su lado malo.
—Bueno, ahora que sabemos que no eres un estafador —dijo la chica de pronto, con especial énfasis en la palabra estafador—. ¿Por qué no lees mi destino también? Dime, ¿me casaré con un millonario en el futuro?
Yoongi debía ser cuidadoso, no sabía qué otras cosas podía hacer esta chica además de ver el hilo rojo de sus amigos (tal vez hasta podía ver el suyo y se llevaría esa información a la tumba, tenía la apariencia de hacer algo así para molestar a los demás), pero la sonrisa triunfal que le dedicó y su nueva postura relajada, como si pudiera ver a través de la mentira que Yoongi había entrelazado durante tanto tiempo, le hizo chasquear la lengua y sonreír de la misma manera. Porque bien, si el destino quería que todas las estupideces que Yoongi soltaba se hicieran realidad, entonces le daría una buena.
—Oh, sí, y no un millonario cualquiera, será uno muy conocido. Pero no ahora, ni el próximo mes. Será dentro de un año —declaró y le sonrió malvadamente mientras la miraba a los ojos—. Sin embargo, los espíritus del destino me dicen que solo le traerás desgracias y calamidades, y que por tu culpa perderá toda su fortuna. También me dicen que será tu alma gemela, y que si quieres protegerla, entonces deberás sacrificar tu propia felicidad y vivir alejada de él para no atraerle tu mala suerte.
Los dos chicos tenían las bocas abiertas cuando terminó de hablar. El de azul, en especial, tenía una expresión horrorizada, se había creído cada una de las palabras que Yoongi había dicho y ahora parecía que iba a ponerse a llorar ante tan desastrosa profecía.
—Oh, Hana, lo siento mucho... —susurró el chico y estiró su brazo para tocarla, pero ella se puso de pie de un salto y se veía furiosa.
Oh, sí, nadie podía ser más listo que Yoongi.
—Yo sé que eres un farsante, así que nada de eso se hará realidad —le espetó y comenzó a tomar sus cosas para marcharse.
—Cree lo que quieras, niña, pero recuerda que el destino te escogió por un motivo y a veces un gran poder conlleva grandes desgracias.
—¡Eso es de Spiderman y ni siquiera es la cita correcta! —le gritó y el rubio, Jimin, tuvo que sostenerla para que no se lanzara contra Yoongi. ¿Qué iba a hacerle? ¿Patearle los tobillos? Media como metro y medio.
—Ya, ya, Hana, sabes que si no crees en estas cosas entonces no te pueden afectar. Vamos, debemos irnos.
Hana no lucía ni más calmada ni con ganas de irse, pero de todas formas le hizo caso a su amigo y comenzó a caminar hacia la salida. Los dos chicos la siguieron, pero antes de salir le dedicaron una pequeña reverencia de agradecimiento y despedida a Yoongi y él solo les dijo que se fueran ya, que debía meditar con los espíritus en cinco minutos más.
Cuando salieron y Yoongi los vio subirse a un auto pequeño y rojo (y bastante machacado, le faltaba una luz del frente y tenía marcas de choque por el costado derecho), fue que se dio cuenta de que había cometido un terrible error de principiante.
Salió corriendo de su casa, en pijama y con pantuflas, y les gritó:
—¡NO ME PAGARON POR LA VISIÓN DE SU AMIGA!
Pero el auto ya había arrancado y comenzaba a alejarse, y desde la ventanilla trasera, un solo brazo salió con el puño cerrado y un campante dedo medio en su dirección.
Maldita chica, pensó Yoongi, necesito tenerla en el negocio.
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*finge que no se demoró medio año en volver a publicar esta historia* jeje, hello. no tengo excusas para demorarme tanto salvo, ya saben, el trabajo. pero si algo bueno ha salido de esta cuarentena, es que ahora me la paso encerrada en mi casa y tengo que hacer algo para no volverme loca entre el trabajo a distancia y el encierro, así que aquí estamos.
muchas gracias a las personas que siguen leyendo esta historia, en especial a quienes dejan comentarios. he visto unos en el último capítulo que casi me hacen llorar de lo hermosos que eran :c así que este capítulo va dedicado para ustedes, muchas gracias por hacerme saber que les gusta la historia.
por otro lado, como dije al principio, el capítulo está sin editar ni corregir. lo acabo de terminar hace unos cinco minutos y estaba demasiado ansiosa como para esperar, así que lo publico ahora y para mañana estará corregido.
el siguiente capítulo saldrá antes de lo que siempre demoro (srsly, i'm sorry), porque en realidad había comenzado a escribir el 5 antes del 4, así que me obligué a escribir el 4 para luego seguir con el 5, y así tenemos dos capítulos seguidos /o/
y sin nada más que decir... *se retira*.
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