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DE LA DESASTROSA MAÑANA EN LA QUE PARK HANA Y PARK JIMIN CREYERON QUE UNO DE LOS DOS HABÍA DEJADO DE SER GAY

Cuando Park Jimin apareció con un ramo de flores, Park Hana pensó que todo volvería a ser como antes. Los amigos inseparables que bebían a escondidas de sus padres (aunque antes se bebían toda una caja de jugo, ahora que eran mayores de edad podrían beber alcohol), metiéndose en las salas de cine sin pagar hasta que un guardia aparecía para echarlos y darles una advertencia de que, para la próxima, llamaría a la policía. Sí, Hana recordó todas sus aventuras infantiles junto a Jimin cuando él la abrazó y se sintió emocionada de poder volver a escribir otros años más de su vida junto a su primer mejor amigo.

Hana debió haber sabido que la suerte nunca estaba de su lado, al menos no con las cosas que importaban. Para empezar, subestimó totalmente la fuerza opresora de sus abuelos, quienes la obligaron a desempacar todo, a arreglar un mueble que tenían y a ordenar el ático, sola, mientras que a Jimin lo llenaron de elogios y galletas. Hana se quejó todo el tiempo que estuvo trabajando, pero lo hizo de todas formas y, para cuando terminó y fue libre, su abuela anunció que ya estaba cansada y que, si quería comer, podía prepararse lo que quisiera.

Jimin tuvo piedad y él terminó cocinando mientras que Hana se sentó, se recostó sobre la mesa, cansada y dolida, y se quejó durante horas.

Sin embargo, ese solo fue el principio de su tortura. Si creyó que la vida militar en la casa de sus abuelos sería difícil, no imaginó que la vida en la universidad era peor, mucho peor. Su primera semana de clases fue caótica, llegó tarde a dos clases y los profesores la odiaron en el instante que las puertas crujieron, dedicándole miradas asesinas mientras que Hana intentaba pasar desapercibida para sentarse en la última fila. Para colmo, no entendía nada, y después de dos semanas sufriendo, comenzó a pensar seriamente de si en serio valía la pena todo eso. No sería como en la escuela, donde estaba obligada a asistir, aquí tenía la libertad de saltarse todas las clases si quería, a pesar de que su bolsillo y su futuro sufrirían. Eran demasiadas responsabilidades para una Hana de 18 años y su único consuelo era ver a Jimin y poder pasar tiempo con él. Pero, por supuesto, eso tampoco duró mucho, porque un mes después de que ambos hubiesen entrado a estudiar (milagrosamente habían quedado en la misma universidad, pero en distintas facultades. Mientras que las clases de Hana eran en la Facultad de Informática, las de Jimin eran en la Facultad de Artes y ambas quedaban en los polos opuestos de la universidad), Jimin vio, por primera vez en dieciocho años, su hilo rojo.

No fue en una tarde de verano, porque los veranos estaban reservados para Hana. Fue en una mañana de primavera cuando los capullos de los árboles estaban florecidos y todo era mágico. Demasiado mágico y hermoso, pero luego Hana pensó que tenía sentido, pues se trataba de Jimin y a él siempre le salían las cosas bien.

Ese día, Hana comprendió que el destino tenía favoritos y que Jimin siempre había sido uno de ellos.

El hilo rojo solo podía ser visto por aquellos que estaban destinados, aunque ese día Hana pudo ver el hilo de Jimin también. Esas cosas pasaban, decía internet, a veces existían personas capaces de ver el hilo de otras personas, aunque no era tan común. Cuando Hana vio el hilo rojo sujeto al meñique de Jimin esa mañana, cuando su amigo iba entrando a la cafetería en la que habían quedado de juntarse, el alma se le vino a los pies. Su primer pensamiento había sido que Jimin era su alma gemela y que eso era horrible porque significaría que ahora no podría intentar asesinarlo para que abandonara su apellido. Si terminaban juntos, tendría que respetar su derecho de llamarse Park Jimin. Sin embargo, también estaba el hecho de que a Hana nunca le había interesado Jimin de esa forma, además del pequeño y minúsculo detalle que Jimin le había confesado la primera semana en la volvieron a encontrarse después de tantos años. 

A Jimin nunca le habían gustado las chicas.

Hana vio toda una vida de posibilidades frente a ella en lo que Jimin le sonreía y se acercaba para saludarla. Hana pensó que la vida era cruel, que el destino se reía de ellos y que todo era una vil broma de los dioses, y por eso no se percató de que el hilo de Jimin ni siquiera iba en su dirección y que ella no tenía ningún hilo atado a sus dedos. Solo cuando Jimin la saludó y le preguntó si ya había ordenado algo para beber, Hana se dio cuenta que él ni siquiera lucía conmocionado por tal revelación y se preguntó si él ya se había dado cuenta desde antes. Pero cuando volvió a observar su meñique, ahí notó que el hilo iba hacia atrás, de regreso a la puerta y hasta afuera.

—¿No lo ves? —recuerda que le preguntó y Jimin se mostró confundido.

—¿Ver qué?

—Tu hilo —le respondió con sencillez y Jimin abrió los ojos tan sorprendido que, cuando miró su mano y luego a Hana, tenía hasta la boca abierta.

—¿P-puedes verlo? —inquirió aturdido y Hana se limitó a asentir. Jimin, en ese segundo, debió haber llegado a la misma conclusión que Hana hace dos minutos cuando ella creyó que eran almas gemelas, pero cuando Jimin se estiró para tomarle la mano, se dio cuenta que los meñiques de Hana estaban libres y que no había nada atado. Jimin se desinfló en su asiento y Hana pudo observar el alivio en su rostro.

Todo estaba bien.

Y a la vez no, porque Hana seguía viendo el hilo.

—¿Puedes tirar de él? —La pregunta de Hana sorprendió a ambos. Era la primera vez que ambos conversaban sobre esto a pesar de que era una verdad sabida desde que aprendieron a leer. Las personas tenían a otras destinadas, su otra mitad, su alma gemela, y otro sin fin de adjetivos y sinónimos románticos que se usaban para vender más libros y películas sobre ese tema. Eran un boom de ventas, sobraba decir, y justamente porque no era común encontrar a tu alma gemela en la misma vida.

La mayoría seguía con sus vidas de manera normal. Otros se obsesionaban. Y luego estaban a los que se les olvidaba que todo eso del destino era real. Park Hana y Park Jimin habían sido de estos últimos sin darse cuenta que serían de los pocos privilegiados en verse envueltos en los asuntos del destino.

—No lo sé, desperté y estaba ahí, me dio miedo tocarlo —confesó Jimin y Hana frunció el ceño.

Fue su turno de estirarse sobre la mesa y sujetar la mano de su amigo. Sostuvo el meñique de Jimin como si fuera lo más preciado que sus manos hubiesen tocado y, con la poca delicadeza que tenía en su ser, le dio un tirón fuerte al hilo de Jimin.

Jimin apartó la mano de inmediato y le dijo que no lo volviera a hacer, asustado de haber provocado algo trascendental en lo que le deparaba su futuro. Hana, por su parte, estaba sorprendida porque además de verlo, podía tocar el hilo.

—Ok, creo que necesitamos hacer una investigación —anunció y sacó la laptop de su bolso. Jimin la miró con recelo, por algún motivo le había dolido que tirara de su hilo, pero al final le dijo que iría a ordenar algo. Hana asintió sin prestarle mucha atención y comenzó a escribir en el buscador de Google "¿Es normal ver el hilo rojo del destino de mi mejor amigo (además de poder tocarlo) sin ser su alma gemela?", pero al final lo borró todo y buscó "Hilo rojo".

Fue estúpido, lo supo cuando le aparecieron imágenes de rollos de hilos rojos en las imágenes y videos sobre la leyenda del hilo rojo (leyenda que no era tan leyenda, pero que los más escépticos seguían creyendo que era falso), así que cambió otra vez su búsqueda y buscó testimonios de personas que habían encontrado a su alma gemela.

A pesar de que no era común, aún así existían varios documentos y videos de parejas que afirmaban ver su hilo. ¿Y quién era el mundo para refutarlos?

Hana seleccionó el primer video que le apareció y comenzó a verlo con subtítulos, pero lo detuvo cuando se fijó en algo. La pareja, un par de ancianos, estaba sentad en un sillón y hablaban sobre su primer encuentro después de la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, habían inspirado a esa famosa película que la mamá de Hana amaba (la misma que habían adaptado a formato de drama, esa donde Jungkook cantaba la canción principal, porque por supuesto que Jeon Jungkook tenía que estar presente en algo tan importante como esto), la del soldado que regresaba de la guerra y que sufría por los horrores que había visto, solo para ser rescatado de la locura por la hija de un granjero.

Sin embargo, eso no fue lo que Hana notó. Lo que le hizo detener el video fue que logró ver el hilo rojo que los ataba. Ahí estaba sobre el sillón, justo en medio de ellos, totalmente enredado, pero bien sujeto a los meñiques de ambos.

Hana tragó saliva.

Jimin regresó con dos cafés y los dejó sobre la mesa. Miró nervioso a su amiga.

—¿Y? —preguntó con miedo. Hana lo miró, pero no supo qué decir.

—Mira este video y dime si notas algo.

Dio vuelta la laptop y reprodujo el video otra vez, desde el principio, y esperó a la reacción de Jimin. Él observó el video en silencio, y después de cinco minutos, cuando el video terminó, volvió a posar su mirada en Hana.

—Son la pareja de esa película —terminó por decir.

—Exacto.

—Son almas gemelas.

—Sí, muy bien.

—¿Qué tiene que ver con mi hilo? Solo hablaron de cómo se conocieron.

Hana lo escudriñó a ver si es que Jimin le estaba ocultando algo, pero él seguía con esa expresión confundida.

—¿No viste el hilo entre los dos? Estaba sobre el sillón, era un caos.

Jimin volvió a abrir los ojos con sorpresa, pero en seguida se repuso y negó con la cabeza.

—No vi nada. Se supone que el hilo solo lo pueden ver las almas gemelas, aquellos que están destinados. Es invisible para el resto del mundo.

—Entonces, ¿por qué puedo ver tu hilo si no está ligado a mí? ¿Por qué pude ver el hilo de ellos? No veo el hilo de nadie más, de ninguna de las personas que están en esta cafetería.

Hana recuerda que esa mañana tuvo muchas preguntas. Todas parecían importantes, pero la respuesta era muy sencilla y, en el fondo, supo que Jimin y ella conocían lo que estaba sucediendo.

Pero ninguno tuvo el tiempo de decirlo en voz alta hasta la tarde, después de clases y después de todo un día de reflexión, porque en ese momento Jimin sintió un tirón fuerte en su hilo que le hizo hasta mover la mano contra su voluntad, tirando de esta hacia un lado, como si la persona al final del otro lado quisiera atraerlo hacia sí mismo. Hana y Jimin observaron con asombro el movimiento, era como si hubiese ocurrido magia frente a ellos, hasta que otra vez Jimin sintió el tirón.

—Oh por Dios —exclamó Hana de repente—. Jimin, te están llamando.

Los dos se pusieron de pie y Hana sujetó el hilo para darle otro tirón. Recibió otro en respuesta, uno mucho más fuerte que los anteriores que casi provocó que Jimin se cayera de cara al suelo.

—Vamos —dijo Hana y tomó de la mano a Jimin (la que no tenía ningún hilo ni alma gemela destinada) y ambos comenzaron a seguir el hilo que ahora se encontraba tirante entre el espacio.

Hana pensó se adentraban a una aventura más, a una búsqueda del tesoro, pero el paseo duró quince segundos, porque apenas cruzaron las puertas de la cafetería, dejando todas sus cosas atrás (¿a quién le importaba una laptop cuando Jimin estaba a punto de conocer al amor de su vida?), chocaron contra un muchacho alto que cayó hacia atrás, golpeándose en el trasero.

Jimin, por su parte, se sujetó de Hana, y Hana del hilo, que estaba atado al chico que había caído, así que al final terminaron todos en el suelo provocando un espectáculo de torpeza para quienes pasaban por allí.

El chico, al parecer ignorando el dolor, se sentó como uno de esos juguetes que se ponían de pie con un solo botón. Estaba despeinado, algo sudado y frenético, y a pesar de eso, tanto Hana como Jimin contuvieron la respiración porque era la persona más hermosa que hubiesen visto en persona y a menos de un metro de distancia. Sus labios, su nariz y sus ojos parecían dibujados, y todo su rostro esculpido a pesar de la ridícula camiseta que decía en letras negras, justo sobre el estampado de una pintura, "bitch better have my Monet". Llevaba unas gafas gruesas y suspensores, y todo en él gritaba desastre, desde su cabello azul hasta sus sandalias que habían salido volando en medio de la caída.

Era ridículo, estrafalario y hermoso, y sonrió hasta que sus mejillas se volvieron redondas y brillantes cuando tiró del hilo rojo que se había enredado entre los tres, tirando del meñique de Jimin.

Fue así, en una mañana de primavera, que conocieron a Taehyung.

*****

Yo: este es fanfic sobre Jungkook
Jungkook: *aún no aparece*
Yo: *describe a Taehyung como la persona más hermosa del mundo porque lo ama con su vida*

Y cuando creía que esta sería una historia normal, me doy cuenta que no sirvo para eso. Así que decidí seguir la idea original (aka almas gemelas) para poder continuar con mi existencia en paz. El día que escriba algo sin un elemento sobrenatural o fantástico, será un día para recordar.

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