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¿POR QUÉ JEON JUNGKOOK ESTÁ DENTRO DEL REFRIGERADOR?
Hana recordaba el momento en que Jeon Jungkook entró a la vida de su familia.
Fue durante el último año de escuela, hacía demasiado calor y el año escolar recién estaba iniciando. La blusa de su uniforme se le pegaba en la espalda cuando pasaba mucho tiempo sentada en clases, y cada vez que se ponía de pie para acercarse a la ventana y refrescarse con un poco de aire (aire húmedo y cálido que no ayudaba mucho, pero que era mejor que quedarse ahogada en la fila más alejada de los ventanales), los profesores le llamaban la atención para que fuera a su lugar.
En las tardes, cuando regresaba a su casa, se iba con su grupo de amigas a la tienda más cercana y compraban helados. Elegían helados de agua, los más baratos, solo para sentir que sus cerebros no se derretían. Cuando iban con tiempo (normalmente los viernes) se detenían por malteadas e incluso viajaban en metro hasta el centro de la ciudad para pasar la tarde en alguna heladería de moda. Fue en uno de esos viajes cuando Hana vio el rostro de Jungkook por primera vez.
Con una sonrisa intachable, ojos grandes y redondos, y mascando la parte superior de un helado, las amigas de Hana lo apuntaron cuando vieron el afiche gigante en la vitrina de la heladería. No recordaba por qué, pero Hana se le quedó mirando más tiempo del necesario y luego regresó a la conversación que mantenía con el resto. Era difícil ignorar el rostro de Jungkook cuando estaba allí, frente a todos, pero después de un rato todos los detalles que lo hacían distinto de cualquier otra persona desaparecieron y se volvió una mancha de color en el paisaje.
Luego de eso, Hana fue conciente de que Jungkook estaba en todas partes. En la tienda favorita de su hermano como modelo de chaquetas y zapatillas, en la televisión cuando la película que veía mostraba comerciales entre medio, promocionando un perfume, un nuevo sabor de jugo; en los dramas que veía su madre cuando los protagonistas se miraban en alguna escena romántica y la voz de Jungkook se oía de fondo arrullando los sentimientos de los personajes. Fue un proceso paulatino, pero el punto de inflexión, el día que Hana se dio cuenta de que Jungkook ocupaba un lugar más en su casa, fue cuando vio una foto de él pegada en el refrigerador.
Dentro del refrigerador.
—Uhm, esto no es mío —atinó a decir cuando se quedó de pie frente al refrigerador con un envase de flan en las manos. Se dio cuenta de la fotografía cuando ya había cerrado la puerta.
Su padre, quien se estaba sirviendo té helado en un vaso gigante con hielo y una rodaja de limón, se río ante la mueca que Hana estaba haciendo.
—Tu hermano la pegó allí, dice que lo ayuda a continuar con su dieta.
Hana debió haber esperado con esa explicación las otras fotos que encontró en la alacena donde guardaban el arroz, o en el cajón secreto de galletas y chocolates. Pero el colmo fue cuando, en vez de ver su reflejo en el espejo del baño, se encontró con Jungkook guiñándole un ojo.
No arrancó la fotografía por respeto a la familia y porque no era una mala imagen para ver a primera hora en la mañana, pero aun así exigió una explicación coherente por parte de su hermano. Sin embargo, la sorpresa fue cuando su madre confesó el crimen.
—Pero si es tan apuesto, me hace sentir más joven con solo mirarlo —señaló y con eso volvió a sacudir los cubrecamas en el patio. Hana se quedó con la boca abierta frente a su madre, quien se había ocultado detrás de las sábanas limpias y mojadas cuando terminó con los cubrecamas. La mujer tenía una sonrisa desentendida y tarareaba una canción mientras seguía colgando más ropa. Era, por supuesto, una canción de Jungkook.
Y si Hana creía que la invasión del muchacho se detendría en su casa, debió haber supuesto que la fiebre no se haría esperar en su clase. O en su escuela. Y no es que fuera el idol más popular Corea del Sur (no aún), pero se sentía como si estuviera dominando el mundo.
Todo comenzó con una corta audición cuando él tenía quince años, el vídeo fue mostrado en un programa de talentos a pesar de que no quedó seleccionado, y luego apareció en otra competencia cuando se le dio la oportunidad. No era trainee, aseguró frente a los jueces, pero después de escucharlo cantar y de verlo bailar, nadie dudó de su potencial. No ganó, fue eliminado después de un mes, pero ese mes fue suficiente para que se hiciera de un nombre pequeño en la televisión y para que comenzara a ser invitado a otros shows de variedades y a entrevistas con las radios. Luego, se dejó de oír su nombre hasta que anunciaron que había firmado con una compañía, y no con cualquiera, sino que con la más grande y conocida del país. Y después de un año, regresó a los escenarios. Lanzó un álbum. Un video y una canción. Y fue cuestión de tiempo para que su rostro apareciera en las revistas, en la televisión y en un marco de fotografías junto a la foto navideña de la familia Park.
Hana entendía por qué a la gente le gustaba, no era ni sorda ni ciega. Sus canciones y su voz eran hermosas, conmovían, y tenía una cara especial, difícil de olvidar. No lucía como un chico normal, ninguno de sus compañeros de clases y amigos de la escuela lucían como él, y aunque el punto de ser un idol era eso, distinguirse del promedio, había algo que lo separaba también de los otros idols. Tal vez era el hecho de ser solista o el conocimiento de que también era músico (Hana había hecho su investigación además de escuchar la biografía completa de Jeon Jungkook a través de su hermano, Hansol, cuando él decidió que era tiempo de hacer una intervención y educar a su hermana), pero al público le gustaba y eso era más que suficiente para lanzarlo al estrellato.
Sin embargo, a pesar de que Hana no era indiferente a Jungkook «el artista» (sería imposible ignorar su existencia cuando todos en su familia lo apoyaban como el hijo perdido que tanto habían esperado encontrar), él comenzó a hacerse popular cuando ella estaba terminando la escuela y Hana tenía prioridades y muy poco tiempo. La escuela nocturna y las clases de reforzamiento los fines de semana la consumían día a día y con las semanas olvidó el asunto de Jungkook, aceptó el ver su rostro en todas partes, y continuó con su vida como una estudiante normal.
Hana tuvo sus altos y sus bajos durante ese año. No logró entrar al cuadro de honor de su escuela, pero logró pasar todas las asignaturas con evaluaciones suficientes para presentarse al examen de ingreso universitario. Fue a las fiestas de cumpleaños de todas sus amigas y visitó a sus abuelos en Busan durante el invierno. Tuvo un novio y terminó con él cuando descubrió que la estaba engañando con dos chicas más. Se hizo amiga de las otras novias. Peleó con su hermano cuando él gastó todos sus ahorros (y los de Hana) para ir a un concierto de Jungkook. Lloró con el final de su drama favorito. Lloró más cuando se enteró que los actores se habían casado en la vida real. Lloró otra vez cuando se graduó y luego se emborrachó por primera vez, desde que había cumplido la mayoría de edad, en la fiesta de su clase. Las fotografías de esa fiesta no mostraban nada de lo que ella recordaba, pero todos en su clase había acordado jamás subirlas a internet, no querían que sus padres los asesinaran.
No quedó en la universidad que quería. Tampoco en su segunda ni tercera opción. No quedó en ninguna universidad de Seúl, pero gracias al consejo de su abuela, había postulado en otras ciudades y la habían aceptado en Busan. Su hermano no lloró cuando la ayudó a empacar todas sus cosas para irse a vivir con los abuelos, pero la abrazó por más de un minuto cuando fueron a la estación de trenes. Cuando la soltó, le golpeó el hombro con suavidad y en voz baja le dijo que no podía dejar que los zombies la devoraran antes de llegar a Busan. Hana río y lo volvió a abrazar, y luego se despidió de sus padres.
Cuando estuvo en el tren, se dio cuenta de que su hermano había dejado una nota en el bolsillo de su chaqueta. Un pequeño papel con una lista de cosas que ella debía hacer a petición de él.
1) No beber en los días de semana.
2) No regresar a Seúl a menos que sufras un colapso nervioso.
3) Que se te caiga el cabello no cuenta como colapso nervioso. A todos les pasa. No eres especial.
4) Consigue un trabajo porque no te enviaremos nada de dinero (Jungkook hará un comeback en menos de un mes, no podemos desperdiciar dinero en ti).
5) No me llames todos los días, con un mensaje basta (sé que me amas, pero no exageres, por favor).
Hana sonrió, podía recordar esa sonrisa incluso diez años después a pesar de no haberse visto a sí misma. Era una mezcla de temor y alivio, y guardó la nota en su bolsillo otra vez.
Por supuesto, cuando llegó a la casa de sus abuelos olvidó la nota entre el ajetreo de las maletas, los saludos y las visitas de los vecinos para ver cuánto había crecido (y para saber el chisme del por qué se había mudado).
Al día siguiente, tiró su chaqueta a la lavadora junto con el papel y para cuando recibió una llamada muy enojada de su hermano preguntando por qué no le había enviado un mensaje (y preguntando si ya tenía trabajo), Hana se dio cuenta de que solo recordaba el nombre de Jungkook entre todas las palabras que había leído en el mensaje de Hansol.
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Me acabo de dar cuenta que el teclado de la mac no trae los signos que usualmente uso cuando termino un capítulo... well...
Tengo unos 4 capítulos listos de esta historia, así que intentaré adelantar lo que más pueda para publicar a diario la última semana del 2018 y así sentirme productiva. ¡Espero que les haya gustado! Extrañaba escribir algo de comedia y creo que no me costará mantener este tono (otra vez: a rezar para no inventar alguna tragedia entre medio), además me gustó la portada (al fin), aunque no cuadra con mi aesthetic, la mantendré.
¡Muchas gracias por leer!
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