035. asher
↯ CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
▬ ❝ asher ❞ ▬
ACTUALIDAD
narra kamari
━¡NO! ━EXCLAMÓ, DANDO UN SALTO ADELANTE. Es demasiado tarde para impedir que el brazo baje, y mi instinto me dice que no podré bloquearlo, así que me lanzo para ponerme directamente entre el látigo y Asher. He alzado los brazos para proteger todo lo posible su cuerpo roto, así que no tengo nada que amortigüe el impacto. Recibo toda la fuerza del latigazo en el lado izquierdo del rostro.
El dolor es cegador e instantáneo. Unos relámpagos irregulares de luz me cruzan los ojos y caigo de rodillas. Me llevo una mano a la mejilla mientras utilizo la otra para evitar caerme de lado. Ya noto cómo se forma el verdugón, cómo se me hincha y cierra el ojo. Las piedras que tengo debajo están húmedas con la sangre de Asher; el aire huele a él.
Es mi culpa.
━¡Para! ¡Lo vas a matar! ━grito, guindo mis ojos a donde estaban Katniss y Gale, esta vez este último era el encargado de sujetarla, pues ella se había dispuesto a acercarse hacia donde estábamos Asher y yo.
Negué con la cabeza en su dirección como pude, sabiendo que si alguno se acercaba, terminarían como Asher. Le indique con dolor a Gale que no hiciera nada estúpido, y él, quizá, al verme vuelta mierda hizo caso, sujetando a Katniss quien chillaba mi nombre aún.
Atisbo brevemente la cara de mi atacante: dura, con profundas arrugas y una boca cruel; pelo rapado hasta ser casi inexistente, ojos tan negros que parecen tener sólo pupilas, una nariz larga y recta enrojecida por el aire helado. El fuerte brazo sube de nuevo, directo hacia mí, y yo me llevo la mano al hombro, esperando encontrar un arco..., pero, claro, mis armas están escondidas en el bosque.
Aprieto los dientes esperando el siguiente latigazo.
━¡Pare! ━grita una voz. Aparece Haymitch y tropieza con un agente de la paz que está tirado en el suelo. Es Darius, con un enorme chichón morado sobresaliéndole del pelo rojo de la frente. Está inconsciente, aunque respira. ¿Qué ha pasado? ¿Intentó ayudar a Asher antes de que yo llegase? Haymitch no le hace caso y me pone en pie con torpeza.
━Ah, excelente ━dice, levantándome la barbilla━. Tiene una sesión de fotos la semana que viene para probarse vestidos de novia. ¿Qué voy a decirle ahora a su estilista?
Veo que los ojos del hombre del látigo por fin me reconocen. Abrigada contra el frío, sin maquillaje y con coleta metida descuidadamente debajo del abrigo no resulta fácil identificarme como la ganadora de los últimos Juegos del Hambre, sobre todo si tengo media cara hinchada. No obstante, Haymitch lleva años saliendo en televisión, así que es difícil de olvidar.
El hombre baja el látigo.
━Ha interrumpido el castigo de un delincuente confeso.
En este hombre todo apunta a una amenaza desconocida y peligrosa: su voz autoritaria, su extraño acento... ¿De dónde ha venido? ¿Del Distrito 11? ¿Del 3? ¿Del Capitolio?
━¡Me da igual que haya hecho estallar el maldito Edificio de Justicia! ¡Mírele la mejilla! ¿Cree que estará lista para las cámaras en una semana? ━ladra Haymitch.
La voz del hombre sigue fría, pero detecto una ligera vacilación.
━No es mi problema.
━¿No? Bueno, pues lo va a ser, amigo. ¡Lo primero que haré cuando llegue a casa será llamar al Capitolio y averiguar quién le ha dado permiso para destrozarle la cara a mi preciosa vencedora!
━Es un cazador furtivo. Además, no es asunto de la chica.
━Es su primo ━interviene Peeta, sujetándome por la cintura con sumo cuidado, acercándome a él para que pudiese encontrar estabilidad━. Y ella es mi prometida. Así que, lo mejor sería que no le volviese a levantar la mano a Kamari, porque de verdad no me han conocido enfadado en ningún lado ━el tono amenazador que sale de sus boca es suficiente para erizarme la piel. Hablaba enserio━. Si quiere llegar hasta él, será mejor que esté dispuesto a pasar por encima de nosotros dos.
Quizá seamos los únicos, las únicas tres personas del distrito que podamos enfrentarnos así a los agentes, aunque seguro que es temporal, que habrá repercusiones. En cualquier caso, en este momento sólo me importa mantener a Asher con vida y a Peeta fuera de este problema. El nuevo jefe de los agentes de la paz mira a su patrulla de refuerzo, y yo compruebo con alivio que hay caras familiares, viejos amigos del Quemador. Sus expresiones me dicen que no están disfrutando del espectáculo.
Uno de ellos, una mujer llamada Purnia que suele comer en el puesto de Sae la Grasienta, da un tenso paso adelante.
━Creo que ya se ha dispensado el número de latigazos establecido para un primer delito, señor ━afirma━. A no ser que se trate de una condena a muerte, en cuyo caso lo haríamos mediante pelotón de fusilamiento.
━¿Es el protocolo estándar por aquí? ━pregunta el jefe.
━Sí, señor ━responde Purnia, y otros asienten para apoyarla. Estoy segura de que, en realidad, nadie lo sabe, porque en el Quemador el protocolo estándar para alguien que aparece con un pavo silvestre es que los muslos se subasten entre todos.
━Muy bien, llévate de aquí a tu primo, chica. Y si vuelve en sí, recuérdale que la próxima vez que cace fuera de las tierras del Capitolio reuniré personalmente al pelotón de fusilamiento.
El jefe de los agentes limpia el látigo con la mano, salpicando de sangre a los presentes. Después lo enrolla a toda prisa y se aleja.
Casi todos los demás agentes de la paz lo siguen en desigual formación, aunque un grupito se queda atrás para llevarse el cuerpo de Darius por brazos y piernas. Miro a Purnia y muevo la boca para formar en silencio la palabra gracias antes de que se vaya. Ella no responde, pero seguro que lo ha entendido.
Me separo con cuidado de Peeta y me dirijo hacia mi amigo, sintiéndome de repente mal.
━Ash ━digo mientras forcejeo con los nudos que le atan las muñecas. Alguien nos pasa un cuchillo y Peeta corta las cuerdas. Asher se derrumba en el suelo y entonces, llegan Katniss y Gale corriendo hacia nosotros.
Katniss me toma de los hombros y me abraza con fuerza mientras Gale se acerca a su hermano menor con una expresión endurecida.
━Será mejor que se lo lleves a tu madre, Katniss ━sugiere Haymitch.
No hay camilla, así que la anciana del puesto de ropa nos vende la tabla que le sirve de mostrador.
━No le digan a nadie de dónde la han sacado ━dice antes de guardar rápidamente el resto de sus artículos. La plaza se ha vaciado casi del todo, porque el miedo ha podido más que la compasión. Sin embargo, después de lo sucedido, no culpo a nadie.
Cuando por fin colocamos a Asher boca abajo en la tabla sólo quedan unas cuantas personas para llevarlo: Haymitch, Peeta, Gale y un par de mineros que trabajan en la misma cuadrilla que mis amigos.
Leevy, una chica que vive unas cuantas casas más abajo de la mía en la Veta, me tira del brazo. La señora Everdeen mantuvo vivo a su hermano pequeño el año pasado, cuando enfermó de sarampión.
━¿Necesitan ayuda para llevarlo? ━me pregunta; en la cara se le ve que está asustada, aunque decidida.
━No, pero ¿puedes ir a ver a Hazelle y decirle que venga? ━le pido, aún con Katniss sujetándome de los hombros, pues decía que podía descompensarme.
━Sí ━responde ella, y sale corriendo.
━¡Leevy! Que no traiga a los niños.
━No, yo me quedaré con ellos.
━Gracias ━le digo. Después recupero la chaqueta de Asher y me apresuro a seguir a los demás.
━Ponte nieve en la herida ━me ordena Haymitch, volviéndose hacia Katniss y hacia mi.
Katniss se llenó la mano de nieve y me la aprieta contra la mejilla, lo que alivia un poco el dolor. No veo con el ojo izquierdo y, además, hay poca luz, así que agradezco tener a Katniss a mi lado.
Mientras caminamos oigo a Bristel y Thom, los compañeros de Asher y de Gale, recomponer la historia de lo sucedido. Asher debe de haber ido a casa de Cray, como ha hecho cien veces, porque sabe que él siempre paga bien por un pavo silvestre. Sin embargo, allí estaba el nuevo jefe de los agentes de la paz, un hombre que al parecer se llama Romulus Thread. Nadie sabe qué le ha pasado a Cray; esta misma mañana estaba comprando licor blanco en el Quemador, todavía al mando del distrito, pero ahora no lo encuentran por ninguna parte. Thread detuvo a Asher de inmediato, y Asher no tenía mucho que decir en su defensa. La noticia se difundió rápidamente. Lo llevaron a la plaza, lo obligaron a declararse culpable del delito y lo condenaron a unos latigazos. Cuando yo llegué, ya lo habían azotado al menos cuarenta veces. Se había desmayado a los treinta y Gale y Katniss habían llegado a las veinticinco.
━Por suerte sólo llevaba el pavo ━comenta Bristel━. Si se hubiese tratado de su caza habitual habría sido mucho peor.
━Le dijo a Thread que lo había encontrado vagando por la Veta, que el animal cruzó la alambrada y él lo atravesó con un palo. Sigue siendo un delito, pero, de haber sabido que venía del bosque y que usaba armas, lo habrían matado sin más ━añade Thom.
━¿Y Darius? ━pregunta Peeta.
━Después de unos veinte latigazos, él lo interrumpió diciendo que ya era suficiente. El problema es que no lo hizo en plan listo y oficial, como Purnia, sino que tiró del brazo de Thread, de manera que el jefe lo golpeó en la cabeza con la empuñadura del látigo. No le espera nada bueno ━explica Bristel.
━Me parece que a ninguno de nosotros nos espera nada bueno —comenta Haymitch.
La nieve empieza a caer con fuerza entorpeciendo aún más la visibilidad. Avanzo a trompicones por el sendero que lleva a mi casa detrás de los otros con Katniss a mi lado, utilizando más los oídos que los ojos para guiarme. Cuando la puerta se abre, una luz dorada colorea la nieve. La madre de Katniss, que debe de llevar todo el día esperándonos sin saber qué pasaba, asimila rápidamente la escena.
━Nuevo jefe ━dice Haymitch, y ella asiente y ya está, como si no necesitase más explicación.
Me asombra, como siempre pasa, su transformación de una mujer que me llama a mi o a Katniss para matar a una araña a una mujer inmune al miedo. Cuando le llevan a una persona enferma o moribunda... es la única vez en que la mujer parece saber exactamente quién es. En pocos segundos limpia la larga mesa de la cocina, coloca un trapo blanco esterilizado encima y ponen a Gale sobre él. La señora Everdeen echa agua hirviendo en un barreño y le ordena a Prim que saque algunos remedios de su armario de las medicinas: hierbas secas, tinturas y botellas compradas en tienda. Le miro las manos, los largos dedos que desmenuzan esto, añaden gotas de aquello y lo echan todo en el barreño. Empapa un trapo en el líquido caliente y le da instrucciones a Prim para que prepare una segunda tanda.
━¿Te ha cortado el ojo? ━me pregunta a mí.
━No, está cerrado por la hinchazón.
━Ponte más nieve ━me ordena, pero está claro que yo no soy la prioridad.
Y eso está bien. Aunque yo lo fuese, no dejaría que dejaran a Asher de lado.
Era mi mejor amigo, mi otra mitad: y aunque muchas veces peleásemos por estupideces, no puedo dejar de querer su bienestar sobre el mío.
━¿Puedes salvarlo? ━le pregunto. Ella no responde, se limita a escurrir el trapo y sostenerlo en el aire para enfriarlo un poco.
━No te preocupes ━dice Haymitch━. Antes de Cray había muchos latigazos. Siempre le llevábamos los heridos a ella.
No recuerdo un tiempo antes de Cray, en el que hubiese un jefe al que le gustase azotar a su antojo. Sin embargo, la señora Everdeen debía de tener mi edad por aquel entonces y trabajaría en la botica con sus padres. Ya en aquella época era una sanadora.
Con mucho cuidado, empieza a limpiar la carne mutilada de la espalda de Asher. Me dan arcadas, me siento impotente; la nieve derretida gotea por el guante y forma un charco en el suelo. Peeta me sienta en una silla y me pone un trapo lleno de nieve fresca en la mejilla.
Haymitch les dice a Bristel y Thom que se vayan a casa, y veo que les da unas monedas.
━No sé qué pasará con su cuadrilla ━explica. Ellos asienten y aceptan el dinero.
Después llega Hazelle, sin aliento y enrojecida, con nieve en el pelo. Se sienta sin decir nada en un taburete junto a la mesa, sostiene la mano de Asher y se la lleva a los labios mientras que Gale la toma por los hombros, brindándole algo de consuelo silencioso. La señora Everdeen no le presta atención ni a ella, ya que ha desaparecido en esa zona especial en la que sólo están el paciente, ella y, a veces, Prim; el resto puede esperar.
A pesar de su habilidad, tarda un buen rato en limpiarle las heridas, recolocar la piel hecha jirones que puede salvarse, y aplicar un ungüento y una fina venda. Cuando empieza a quitar la sangre, veo dónde ha acertado cada uno de los latigazos y los siento palpitar en el único corte de mi cara. Multiplico mi dolor por dos, tres, cuarenta, y espero que Asher permanezca inconsciente. Por supuesto, es demasiado pedir porque, al colocarle las últimas vendas, se le escapa un gemido. Hazelle le acaricia el pelo y le susurra algo, mientras Prim y su madre repasan su escaso suministro de analgésicos, los que normalmente sólo tienen los médicos. Son difíciles de encontrar, caros y siempre hacen falta. La señora Everdeen guarda los más fuertes para los peores dolores, pero ¿cuál es el peor dolor? Para mí es el que siento en ese momento; si yo fuese la encargada, los analgésicos desaparecerían en un día, porque me cuesta soportar el sufrimiento de los demás. Ella intenta reservarlos para las personas que están de verdad moribundas, para que les resulte más sencillo partir de este mundo.
Como Asher está recuperando la conciencia, deciden suministrarle un brebaje de hierbas que puede beberse.
━Eso no bastará ━les digo, y ellas me miran━. No bastará, sé lo que se siente. Eso casi no sirve ni para un dolor de cabeza.
━Lo combinaremos con jarabe para dormir, Kamari, y él lo soportará. En realidad, las hierbas son para la inflamación... ━empieza a explicarme la mujer, con mucha calma.
━¡Que le des la medicina! ━le grito. Se en el interior que no estaba bien él gritarle, jamás lo había hecho, pero en realidad estaba desesperada━. ¡Dásela! ¡Quién eres tú para decidir cuánto dolor puede soportar!
Asher se agita al oírme, intentando tocarme, y el movimiento hace que vuelva a manchar de sangre las vendas; un sonido angustioso le sale de la boca.
━Sáquenla ━dice la mujer. Haymitch y Peeta me tienen que sacar del cuarto literalmente en volandas, mientras yo les grito obscenidades a los dos (de las cuales me arrepiento al pensarlas con claridad). Me sujetan a la cama de uno de los dormitorios de invitados hasta que dejo de forcejear.
Allí tumbada, sollozando, con las lágrimas tratando de salirse por las rendijas de los ojos cerrados, oigo a Peeta susurrarle a Haymitch lo del presidente Snow y el levantamiento en el Distrito 8.
━Quiere que huyamos todos ━dice, pero si Haymitch tiene una opinión al respecto, no se la da.
Al cabo de un rato entra la señora Everdeen y me cura la cara. Después me sostiene la mano, acariciándome el brazo, y Haymitch le cuenta lo sucedido con Asher.
━Entonces, ¿está empezando de nuevo? ━pregunta ella━. ¿Como antes?
━Eso parece. ¿Quién habría pensado que echaríamos de menos al viejo Cray?
Aunque el uniforme de Cray ya bastaba para que no le gustase a nadie, era su hábito de convencer a chicas hambrientas para que se acostasen con él por dinero lo que hacía que todo el distrito lo odiase. En las épocas malas de verdad, las más hambrientas se reunían cada noche ante su puerta, compitiendo por la oportunidad de vender su cuerpo por unas cuantas monedas con las que alimentar a sus familias. De haber sido yo un poco mayor cuando murió mi hermana, quizá me habría encontrado entre ellas; sin embargo, tuve que aprender a cazar.
No sé bien qué quiere decir la mujer con eso de «está empezando de nuevo», aunque estoy demasiado enfadada y dolorida para preguntar. Sin embargo, me he quedado con la idea de que vuelven tiempos peores, porque, cuando suena el timbre, salgo disparada de la cama. ¿Quién puede ser a estas horas de la noche? Sólo hay una respuesta posible: agentes de la paz.
━No pueden llevárselo ━digo.
━Quizá vengan a por ti ━me recuerda Haymitch.
━O a por ti.
━No es mi casa ━comenta él━, pero iré a abrir la puerta.
━No, yo abro ━dijo la señora Everdeen, muy tranquila.
Al final bajamos todos detrás de ella hasta el vestíbulo, donde el timbre sigue insistiendo. Cuando la mujer abre no vemos a una patrulla de agentes de la paz, sino a una sola figura cubierta de nieve: Madge. Me da una cajita de cartón mojada.
━Es para tu amigo ━me dice. Le quito la tapa y descubro media docena de frasquitos con un líquido transparente━. Son de mi madre, me ha dejado que los traiga. Dáselos, por favor ━insiste una vez más antes de volver a la tormenta, sin darnos tiempo a detenerla.
━Ésa chica está loca ━masculla Haymitch mientras acompañamos a la señora Everdeen a la cocina.
No sé lo que la mujer le había dado a Asher, pero yo tenía razón, no era suficiente. Tiene los dientes apretados y el cuerpo le brilla de sudor. Mi madre llena una jeringuilla con el líquido transparente de uno de los frascos y se lo inyecta en el brazo; la cara se le relaja de inmediato.
━¿Qué es eso? ━pregunta Peeta, a mi lado.
━Es del Capitolio. Lo llaman morflina ━responde la señora Everdeen.
━Ni siquiera sabía que Madge conociese a Asher ━dice Peeta, mirándome con confusión.
━Le vendíamos fresas ━explica con sencillez Katniss.
━Pues deben de gustarle mucho las fresas ━comenta Haymitch, haciendo que mi ceño se frunza de repente al comprender lo que quiere decir el hombre en la habitación.
Nunca me había detenido a pensar que Madge podría gustar de Asher, pero conociendo a mi amigo, lo único que haría sería despreciarla por su estatus en el distrito 12.
━Es nuestra amiga ━me limito a decir━. Pero a veces las amigas pueden querer algo más.
━Una lastima que mi hermanito no tenga ojos para nadie excepto...
Gale no termina de hablar porque Katniss le brinda un codazo en el estómago, obligándolo a callarse y dejándome a mi con la intriga.
Como Asher se ha quedado dormido con el analgésico, todos parecemos desinflarnos. Prim nos obliga a comer un poco de estofado con pan; le ofrecemos una habitación a Hazelle, pero tiene que volver a casa con sus otros hijos junto con Gale. Aunque Haymitch y Peeta están dispuestos a quedarse, la señora Everdeen también los envía a su casa a dormir. Ella sabe que no tiene sentido intentar lo mismo conmigo, así que me deja en paz para que cuide de Asher mientras Prim, Katniss y ella descansan.
Sola en la cocina, con Asher, me siento en el taburete de Hazelle y le sostengo la mano. Al cabo de un rato le toco la cara, toco partes de él que nunca había tenido motivos para tocar: sus oscuras cejas, la curva de su mejilla, el perfil de su nariz y, finalmente, llego a sus labios, que son suaves, aunque están algo resquebrajados. A pesar del frío, su aliento me calienta la piel.
¿Todo el mundo parece más joven cuando duerme? Porque ahora mismo podría ser el chico con el que me encontré en el bosque hace años, el que me acusó de robar de sus trampas. Vaya cuarteto que éramos: sin padre (familia, en mi caso), asustados, pero también decididos a luchar con uñas y dientes por la supervivencia de nuestras familias. Desesperados, aunque ya no volvimos a estar solos después de aquel día, porque nos teníamos los unos a los otros. Pienso en cien momentos pasados en el bosque, las perezosas tardes de pesca, el día que Katniss y yo los enseñamos a nadar, la vez en que me torcí la rodilla y él me llevó a casa a cuestas, con Katniss y Gale riéndose de mi. Contábamos los unos con los otros, nos protegíamos, nos obligábamos a ser valientes.
Ahora que lo pienso, me doy cuenta que tenía razón. Anika no estaría ni un poco orgullosa de mi. Soy egoísta, soy cobarde, soy el tipo de chica que, cuando de verdad podría hacer algo útil, prefiere huir para salvarse la vida y permitir que los que no puedan seguirla sufran y mueran. Ésa es hoy la chica que Asher conoció en el bosque.
Con razón gané los juegos; ninguna persona decente lo consigue.
«Salvaste a Peeta», pienso, aunque sin mucha convicción.
Sin embargo, hasta eso me lo cuestiono. Sabía perfectamente que mi vida en el Distrito 12 sería insoportable si dejaba morir a aquel chico, el cual, se había adentrado realmente rápido en mis pensamientos.
Apoyo la cabeza en el borde de la mesa, odiándome con todas mis fuerzas. Desearía haber muerto en la arena; desearía que Seneca Crane me hubiese hecho volar en pedazos, como el presidente Snow dijo que debería haber hecho cuando saqué las bayas.
Las bayas. Me doy cuenta de que en aquel puñado de fruta venenosa se esconde la respuesta a quién soy. Si las saqué para salvar a Peeta porque sabía que vivir con su rostro en cada lugar que pisara sería una muerte lenta y dolorosa en vida, la respuesta es que soy despreciable. Si las saqué porque lo amaba, sigo siendo egocéntrica, aunque tiene disculpa. Sin embargo, si las saqué para desafiar al Capitolio, significa que soy una persona que merece la pena. El problema es que no sé qué pensaba exactamente en aquellos momentos.
¿Es posible que la gente de los distritos esté en lo cierto? ¿Que fuera un acto de rebelión, aunque inconsciente? Porque, en el fondo, debo de saber que no basta con huir para mantener con vida a mi familia o mis amigos. Aunque pudiera, no arreglaría nada, no evitaría que las demás personas sufrieran tanto como ha sufrido Asher hoy.
En realidad, la vida en el Distrito 12 no es tan diferente a la vida en la arena. En algún momento hay que dejar de correr y hacerles frente a tus enemigos, lo difícil es reunir el valor suficiente para hacerlo.
Bueno, a Asher no le ha resultado difícil, él nació rebelde. Yo soy la que está preparando un plan de huida.
━Lo siento mucho ━susurro; me acerco y le doy un beso en la frente.
Le tiemblan las pestañas y me mira a través de una bruma de opiáceos.
━Eh, Kami.
━Eh, Ash.
━Creía que ya te habrías marchado.
Mis opciones son sencillas: puedo morir como una presa en el bosque o puedo morir aquí, al lado del que la vida convirtió en mi mejor amigo.
━No me voy a ninguna parte ━digo, dirigiéndole una débil sonrisa━. No sin ti, idiota.
━Aún sigues siendo mi Kamari... ━responde Asher, y consigue esbozar una sonrisa antes de que las drogas se lo lleven de nuevo.
Quiero a Peeta, más de lo que puedo describir, y me niego a vivir sin él, pero la cosa es... que tampoco puedo vivir sin Asher.
En la vida de una mujer llegan dos tipos de personas. Una, el amor de su vida. Y la otra, su alma gemela.
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