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029. snake's eyes

CAPÍTULO VEINTINUEVE
▬  ❝ ojos de serpiente ❞  ▬















ACTUALIDAD
narra kamari

EN MI CABEZA, EL PRESIDENTE SNOW TIENE QUE APARECER DELANTE DE UNAS COLUMNAS DE MÁRMOL CARGADAS DE BANDERAS DE TAMAÑO EXCESIVO. Resulta chocante verlo rodeado de los objetos normales de una habitación. Es como levantar la tapa de una olla y encontrar dentro una víbora en vez de un estofado. ¿Qué estará haciendo aquí? Vuelvo a los primeros días de las demás Giras de la Victoria y recuerdo ver a los tributos con sus mentores y estilistas, incluso a veces con algunos altos cargos del Gobierno, pero nunca con el presidente Snow. Él asiste a las celebraciones en el Capitolio y punto.

Si ha hecho un viaje tan largo sólo puede significar una cosa: tengo graves problemas y, si los tengo, también los tiene mi familia y amigos. Noto un escalofrío al pensar en lo cerca que están Katniss, Prim y la señora Everdeen de este hombre que tanto me odia. Siempre me odiará, porque fui más lista que sus sádicos Juegos del Hambre, dejé al Capitolio como idiota y, por tanto, socavé su control.

Lo único que yo pretendía era mantenernos vivos a Peeta y a mí. Cualquier acto de rebelión fue pura coincidencia, pero, cuando el Capitolio decreta que sólo puede vivir un tributo y tú tienes la audacia de desafiar esa norma, supongo que eso en sí mismo se considera una rebelión. Mi única defensa fue fingir que mi apasionado amor por Peeta me había vuelto loca, así que nos permitieron seguir vivos a los dos. Nos coronaron vencedores, nos llevaron a casa y saludamos a las cámaras hasta que nos dejaron en paz. Hasta ahora.

Ya sea por la novedad de la casa, por la conmoción de verlo o porque ambos comprendemos que podría ordenar mi muerte en un segundo, el caso es que me siento como una intrusa, como si éste fuera su hogar y yo la que se ha presentado sin invitación. No le doy la bienvenida, ni le ofrezco una silla, no digo nada. De hecho, lo trato como si fuese una serpiente de verdad, de las venenosas. Me quedo muy quieta, mirándolo a los ojos y pensando en planes de huida.

━Creo que esta situación será mucho más sencilla si acordamos no mentirnos ━dice━. ¿Te parece bien?

Creo que mi lengua se ha quedado helada y no podré hablar, así que me sorprende contestar en un tono firme:

━Sí, creo que eso nos ahorrará tiempo.

El presidente Snow sonríe y me fijo en sus labios por primera vez. Aunque habría esperado unos labios de serpiente (es decir, inexistentes), lo cierto es que los suyos son muy carnosos, con la piel demasiado estirada. Me pregunto si han alterado su boca para hacerlo más atractivo. De ser así, es una pérdida de tiempo y dinero, porque no resulta atractivo en absoluto.

Atractivo Peeta.

━A mis asesores les preocupaba que dieses problemas, pero no piensas hacerlo, ¿verdad? ━me pregunta, sacándome de mis pensamientos abruptamente.

━No.

━Eso es lo que yo les dije. Les dije que una chica que se toma tantas molestias por conservar la vida no estaría interesada en perderla de la manera más tonta. Además, les recordé que tenías que pensar en tu familia adoptiva y todos esos... primos ━por la forma en que se detiene en la palabra primos, está claro que sabe que Gale, Asher y yo no compartimos árbol genealógico.

Bueno, ya están las cartas sobre la mesa. Quizá sea mejor así, no me gustan las amenazas ambiguas, prefiero saber qué está en juego.

━Sentémonos ━el presidente Snow se sienta detrás del enorme escritorio de madera pulida en el que Prim hace los deberes y Katniss ayuda a su madre con sus cuentas. Como es nuestra casa, tiene a la vez todo el derecho del mundo y ninguno a ocuparla. Me siento frente al escritorio, en una de las sillas de respaldo recto de madera tallada. Está hecha para alguien más alto que yo, de modo que los pies no me llegan al suelo.

━Tengo un problema, señorita Gray ━quizá fue mi miedo comenzando a crear cosas, pero pude oír casi como escupía mi apellido con odio━. Un problema que empezó en el instante en que sacaste esas bayas venenosas en la arena.

Estaba hablando del momento en el que supuse que los Vigilantes de los Juegos, obligados a decidir entre observar cómo Peeta y yo nos suicidábamos (quedándose ellos sin vencedor) o dejarnos vivir, elegirían la última opción.

━Si el Vigilante Jefe, Seneca Crane, hubiese tenido algo de cerebro, los habría reducido a polvo al instante. Sin embargo, tenía una desafortunada vena sentimental, y aquí están. ¿Sabes dónde está él?

Asiento porque, por la forma en que lo dice, no cabe duda de que lo han ejecutado. El olor a rosas y sangre se ha hecho más fuerte ahora que sólo hay un escritorio entre nosotros. El presidente lleva una rosa en la solapa, lo que al menos sugiere una explicación para el perfume a flores, pero debe de estar modificada genéticamente, porque ninguna rosa de verdad apesta de semejante manera. En cuanto a la sangre..., ni idea.

Tampoco quiero averiguarlo.

━Después de aquello no quedó más remedio que dejarlos representar su pequeña comedia. Y la verdad es que lo hiciste bien con la historia de la niñita loca de amor ━relamo mis labios con cuidado, sintiéndome más intranquila que antes━. La gente del Capitolio se quedó bastante convencida. Por desgracia, en los distritos no todo el mundo se tragó tu actuación.

Debo de haber puesto cara de asombro, porque él se da cuenta y sigue hablando.

━Eso tú no lo sabes, claro. No tienes acceso a la información sobre la situación en los demás distritos. Sin embargo, en algunos la gente interpretó tu truquito de las bayas como un acto de desafío, no como un acto de amor. Y si una chica del Distrito 12, nada menos, puede desafiar al Capitolio y salir indemne, ¿qué va a evitar que ellos hagan lo mismo? ¿Qué puede evitar que se produzca, digamos, un levantamiento?

Tardo un momento en asimilar su última frase, hasta que me golpea todo el peso de la pregunta.

━¿Se han producido levantamientos? ━indago; la posibilidad me aterra, aunque también me llena de alegría.

━Todavía no, pero se producirán si no cambia el curso de los acontecimientos, y se sabe que los levantamientos a veces conducen a la revolución ━el presidente Snow se frota un punto sobre la ceja izquierda, el mismo punto en el que suelo sufrir yo mis dolores de cabeza━. ¿Tienes la más remota idea de lo que eso significaría? ¿De cuánta gente moriría? ¿De a qué condiciones tendrían que enfrentarse los supervivientes? Sean cuales sean los problemas que los ciudadanos tienen con el Capitolio, créeme cuando te digo que, si aflojamos nuestro control sobre los distritos, aunque sea por poco tiempo, todo el sistema se derrumbará.

Me sorprende lo directo e incluso franco que es conmigo, como si su principal preocupación fuesen los ciudadanos de Panem, cuando no hay nada más lejos de la realidad. No sé cómo me atrevo a pronunciar mis siguientes palabras, pero lo hago.

━Debe de ser un sistema muy frágil, si un puñado de bayas puede hacer que se derrumbe.

El presidente me observa durante unos instantes. Parecía estarme analizando cada facción de en mi rostro, cada cabello, cada pequeño lunas o peca que se esconda en mis mejillas. Como si pensara la idea de cómo contener a un animal y doblegarlo a su voluntad.

━Es frágil, aunque no de la manera que tú supones.

Alguien llama a la puerta, y el hombre del Capitolio se asoma.

━La señora Everdeen pregunta si desea tomar un té.

━Sí, me encantaría ━responde el presidente. La puerta se abre más y ahí está la que es como una madre para mi, llevando una bandeja con un juego de porcelana que se llevó con ella a la Veta cuando se casó con su difunto esposo━. Déjelo aquí, por favor ━le dice él, colocando su libro en la esquina del escritorio y dándole una palmadita en el centro.

La señora Everdeen pone la bandeja en el escritorio. Encima hay una tetera y tazas de porcelana, leche y azúcar, y un plato de galletas con una preciosa cobertura de flores en tonos claros. Un glaseado así sólo puede haberlo hecho Peeta.

Peeta.

━Cuánto se lo agradezco. ¿Sabe? Tiene gracia lo mucho que la gente tiende a olvidar que los presidentes también necesitamos comer ━comenta el presidente Snow, adulador. Bueno, al menos parece haber servido para relajar un poco a la señora Everdeen, y a Katniss a quien puedo ver a través del reflejo de la bandeja.

━¿Le traigo algo más? Puedo prepararle algo más sustancioso, si tiene hambre ━se ofrece ella.

━No, esto es simplemente perfecto, gracias ━responde él. La mujer sabe que ya ha terminado con ella, así que asiente, me lanza una mirada y desaparece. El presidente Snow sirve dos tazas de té y llena la suya de leche y azúcar, para después pasarse un buen rato removiendo. Noto que ya ha dicho lo que tenía que decir y espera mi respuesta.

«Ahora no te quedes callada, por favor». Me digo a mi misma, por mi bien y por el resto de personas que me rodean.

━No quería iniciar ningún levantamiento ━le digo lo más sincera posible.

Era cierto. Esto jamás había estado en mis planes. Solo quería vivir. Vivir con mi familia, mis amigos, y Peeta.

Aunque eso último no haya salido de lo mejor.

¿Tuve alguna vez ideas al respecto? Si, y no por mi precisamente sino que por Anika. Ella, cuando creía que no la oía se ponía a recitar sus escritos en voz alta, donde relataba la atrocidad que era el gobierno de Panem.

Pero ella ya no está aquí para ver cómo su hermanita, por accidente, corto un trocito de ese gobierno y ahora, quieren silenciarla.

¿Estaría orgullosa de mi, dónde sea que esté?

━Te creo. Da igual, tu estilista resultó ser profético en su elección de vestuario. Kamari Gray, la chica en llamas, ha encendido una chispa que, si no se apaga, podría crecer hasta convertirse en el incendio que destruya Panem.

━¿Por qué no me mata y ya está? ━le suelto, casi en tono de queja.

━¿En público? Eso no haría más que añadir combustible a las llamas.

━Pues prepare un accidente.

━¿Y quién se lo tragaría? Tú no lo harías, si lo estuvieses observando desde fuera.

━Entonces dígame qué quiere que haga y lo haré.

━Ojalá fuera así de simple ━responde. Levanta una de las galletas con flores y la examina━. Encantadoras. ¿Las ha hecho la mujer que cuida de ti?

Trago duro.

━Peeta ━respondo, y, por primera vez, soy incapaz de mirarlo a los ojos. Voy a por la taza de té, pero la dejo en la mesa cuando oigo que tintinea sobre el plato. Para disimular, elijo una galleta.

━Peeta ━me tensó al oír como su nombre salía de su boca, casi con el tono de una serpiente━. ¿Cómo está el amor de tu vida?

━Bien ━me limito a decir.

━¿En qué momento se dio cuenta de hasta qué punto te era indiferente? ━pregunta, mojando la galleta en el té.

━No me es indiferente.

━Sin embargo, quizá no estés tan enamorada del joven como intentas hacerle creer al resto del país.

━¿Y quién dice que no lo esté?

━Yo ━responde el presidente━. Y no estaría aquí si fuese la única persona con dudas. ¿Cómo le va a tu guapo primo, el menor de los dos?

Mi corazón se detiene momentáneamente al oírlo.

Estaba hablando de Asher.

Mi mejor amigo. Mi Asher.

━No lo sé... No... ━me ahoga el asco que me produce esta conversación, tener que hablar con el presidente Snow de lo que siento por dos de las personas que más me importan en este mundo.

━Habla, señorita Gray. A él puedo matarlo fácilmente si no llegamos a un acuerdo satisfactorio. No le haces ningún favor desapareciendo con él, su hermano y tu amiguita de aquí afuera en el bosque todos los domingos en una romántica cita doble.

¿Por qué todos dicen cita doble? ¡Es una cita! ¡Una! Y ni siquiera es mía.

Si Snow sabe eso, ¿qué más puede saber? ¿Y cómo lo sabe? Mucha gente podría decirle que mis tres amigos y yo pasamos los domingos cazando. ¿Acaso no volvemos al final de cada excursión cargados de presas? ¿Acaso no lo hemos hecho desde hace años? La verdadera pregunta es qué cree él que pasa en el bosque que rodea el Distrito 12. Seguro que no nos han seguido hasta allí, ¿no? ¿Podrían habernos seguido? Me parece imposible, al menos si se trata de una persona, pero ¿y cámaras? Nunca se me había pasado por la cabeza hasta ahora. El bosque siempre ha sido nuestro lugar seguro, nuestro lugar fuera del alcance del Capitolio, donde teníamos libertad para decir lo que quisiéramos, para ser quienes éramos en realidad. Al menos antes de los juegos. Si nos llevaban vigilando desde entonces, ¿qué habían visto? A cuatro personas cazando; haciendo comentarios poco legales sobre el Capitolio, sí, aunque no a dos personas enamoradas (las otros dos se les notaba a leguas), que es lo que parece insinuar el presidente. Somos inocentes de esa acusación. Solo hubo algo, algo diminuto que ni siquiera es lo que ustedes creen.

Después de que Peeta y yo volviésemos de los juegos pasaron varias semanas antes de ver a Asher a solas. Primero estaban las celebraciones obligatorias: un banquete para los vencedores al que sólo estaban invitadas las personas de puestos más importantes; unas vacaciones para todo el distrito, con comida gratis y entretenimiento traído desde el Capitolio; el Día de los Paquetes, el primero de doce, en el que se entregaban paquetes de comida a todas las personas del distrito. Aquélla fue mi celebración favorita, ver a todos esos niños hambrientos de la Veta corriendo de un lado a otro agitando latas de compota de manzana, carne e incluso caramelos. En casa estarían los alimentos más pesados, como los sacos de cereales y las latas de aceite. Saber que una vez al mes durante todo un año recibirían otro paquete... Fue una de las pocas veces que me sentí realmente bien por haber ganado los juegos.

Así que entre las ceremonias, los acontecimientos y los periodistas que informaban sobre todos y cada uno de mis movimientos, de cómo presidía, agradecía y besaba a Peeta para el público, no tenía nada de intimidad. Al cabo de unas semanas las cosas se calmaron. Los equipos de televisión y los periodistas hicieron las maletas y volvieron a casa. Peeta y yo iniciamos la fría relación que hemos mantenido desde entonces. Las Everdeen se mudaron a nuestra casa de la Aldea de los Vencedores. La vida diaria del Distrito 12 (trabajadores a las minas, niños al colegio) reanudó su ritmo habitual. Esperé hasta asegurarme todo lo posible de que no había espías a la vista y, un domingo, sin decírselo a nadie, me levanté varias horas antes del alba y me fui al bosque.

El tiempo era todavía lo bastante cálido para no necesitar chaqueta. Me llevé una bolsa llena de comida especial: pollo frío, queso, pan de panadería y naranjas. En mi antigua casa me puse las botas de cazar. Como siempre, la alambrada no estaba electrificada y me resultó fácil meterme en el bosque y recuperar el arco y las flechas. Fui a nuestro lugar de reunión, donde Asher y yo habíamos compartido desayuno la mañana de la cosecha que me envió a los juegos.

Esperé al menos dos horas y empecé a pensar que se habría cansado de esperarme en aquellas semanas, o que ya no le importaba, incluso que no le causaba la gracia que creía el verme con Peeta. Y la idea de perderlo para siempre, de perder a mi mejor amigo, a una de las únicas personas a la que le había confiado mis secretos, me resultó tan dolorosa que no pude soportarlo, sobre todo si lo sumábamos a todo lo demás que me había sucedido. Noté que se me llenaban los ojos de lágrimas y que se me formaba un nudo en la garganta, como me pasa siempre que estoy disgustada.

Entonces levanté la vista y allí estaba él, a unos tres metros, observándome, mientras que un par de risas se oían a la lejanía: Katniss y Gale. Sin pensar siquiera, me levanté de un salto y lo abracé, haciendo un sonido extraño, mezcla de risa, ahogo y llanto. Él me sujetaba con tanta fuerza que apenas le veía la cara, pero pasó un buen rato hasta que me soltó, y fue porque me había dado un hipo muy sonoro y no le quedaba más remedio que dejar que bebiera algo. Aquel día hicimos lo que hacíamos siempre: desayunamos, cazamos, pescamos y recolectamos. Hablamos sobre la gente del pueblo, no sobre nuestra amistad, ni sobre su nueva vida en las minas, ni sobre mi tiempo en la arena. Sólo sobre otras cosas. Cuando llegamos al agujero de la alambrada que más cerca está del Quemador, creo que ya empezaba a creer que las cosas volverían a ser como eran, que seguiríamos como siempre. Katniss y yo les habíamos dado todas las presas a Asher y a Gale para que las cambiaran, porque en casa teníamos mucha comida. Les dijimos que no iríamos con ellos al Quemador, aunque estaba deseándolo, y se que Katniss igual lo hacía, porque su madre y hermana ni siquiera sabían que nos habíamos ido a cazar y estarían preguntándose dónde estábamos.

Entonces, de repente, mientras le sugería encargarme de repasar las trampas todos los días, dejando de lado a los otros dos enamorados que estaban lo bastante lejos para podernos oír, él me sostuvo entre sus brazos de nuevo, esta vez con mas fuerza que hace unas horas, enterrando su rostro en la curva de mi cuello y hombro, rodeándome con sus dos brazos por la cintura. Era como si quisiese asegurarse de que seguía ahí, viva, a su lado, que no había muerto.

Lo enrede con cuidado con los míos, acariciando su cabello y susurrándole que estaba viva.

Estuvimos realmente cerca, pero no ocurrió nada más que un abrazo y un par de besos en la mejilla y frente por ambas partes.

Todo esto me pasa por la cabeza en un instante, mientras los ojos del presidente Snow se clavan en los míos, después de amenazar con matar a Asher. ¡Qué estúpida he sido pensando que el Capitolio se olvidaría de mí cuando llegase a casa! Puede que no supiera lo de los potenciales levantamientos, pero sí sabía que estaban enfadados conmigo. En vez de actuar con la precaución extrema que exigía la situación, ¿qué he hecho?

Desde el punto de vista del presidente, he pasado de Peeta, he dejado clara mi preferencia por la compañía de Asher delante de todo el distrito y, al hacerlo, he demostrado que, de hecho, estaba burlándome del Capitolio.

Ahora he puesto en peligro a Asher, a Gale y a su familia, y también a Peeta y a las Everdeen, todo por mi descuido.

━Por favor, no le haga daño a Asher ━susurro━. Sólo es un amigo. Es mi amigo desde hace años. Es lo único que hay entre nosotros. Además, ahora todos creen que somos primos.

━Sólo me interesa cómo afecta eso a tu dinámica con Peeta, que, a su vez, afecta al estado de los distritos.

━Será lo mismo durante la gira: estaré tan enamorada de él como antes.

━Como siempre ━me corrige el presidente Snow, con un atisbo de una sonrisa en la comisura de sus labios.

Como si esto le divirtiera. Como si esto ya lo hubiese vivido él y le diese igual.

━Como siempre ━confirmo, con las manos temblorosas.

━El problema es que tendrás que hacerlo aún mejor si queremos evitar los levantamientos. Esta gira será tu única oportunidad para darle la vuelta a la situación.

━Lo sé. Lo haré. Convenceré a todo el mundo de que no estaba desafiando al Capitolio, de que estaba loca de amor.

No lo estaría fingiendo.

No del todo.

El presidente Snow se levanta y se limpia los hinchados labios con una servilleta.

━Apunta más alto, por si te quedas corta.

━¿A qué se refiere? ¿Cómo voy a apuntar más alto?

━Convénceme a mí y no le ocurrirá nada a ninguno de tus dos enamorados ━responde. Suelta la servilleta y recupera su libro. No me vuelvo para verlo acercarse a la puerta, así que doy un respingo cuando noto que me susurra al oído━. Por cierto, sé lo del acercamiento cuestionable. ¿Un abrazó nada más? No me lo creo.

Después oigo cómo se cierra la puerta.

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