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4. Aromas entre las Ruinas

El suave tintineo de la campanilla en la puerta de la florería fue lo único que rompió el silencio cuando Jake y Sunghoon cruzaron el umbral.

El aire dentro de "Bloom & Bliss" era cálido, perfumado por la mezcla de lirios, rosas y jazmines. A pesar de las flores a su alrededor, el aroma que envolvía a Jake era lo que mantenía a Sunghoon completamente alerta.

Era dulce, pero no empalagoso, y despertaba en él una sensación que no había experimentado antes.

Sunghoon no estaba acostumbrado a sentirse vulnerable, ni mucho menos a dejar que alguien lo cuidara, pero había algo en la calma de Jake que lo desarmaba.

Mientras el omega buscaba en un pequeño botiquín detrás del mostrador, Sunghoon se quedó de pie, sin saber si debía sentirse incómodo o intrigado.

Su mirada vagó por la tienda, notando cada detalle: los ramos perfectamente dispuestos, las macetas en las repisas, y los colores vibrantes que parecían cobrar vida bajo la tenue luz de las lámparas.

—Siéntate, te limpiaré esas heridas —dijo Jake, volviendo con un algodón y un frasco de antiséptico en la mano. Señaló una pequeña silla de madera junto al mostrador.

Sunghoon dudó por un momento, pero finalmente se sentó. Sentía un leve ardor en los nudillos y un dolor sordo en la pierna, probablemente resultado de la caída.

De cerca, podía observar mejor a Jake, quien con movimientos tranquilos se arrodilló frente a él.

Había una delicadeza en la forma en que trabajaba, pero también una firmeza que lo hacía parecer confiado. Para alguien que vivía en un mundo de caos y velocidad, estar en este lugar, con este omega, era como entrar en otra dimensión.

Jake comenzó a limpiar las pequeñas heridas con el algodón. El silencio entre ellos era palpable, pero no incómodo. Al contrario, había una extraña conexión flotando en el aire, algo que ambos sentían pero no sabían cómo abordar.

—No deberías andar tan rápido por estas calles —dijo Jake en voz baja, sin apartar la vista de su trabajo. No había juicio en su tono, solo una suave advertencia.

Sunghoon sonrió de lado, más por costumbre que por verdadera diversión.

—No soy de los que siguen las reglas —respondió él, con ese tono arrogante que normalmente mantenía a todos a raya. Pero cuando Jake levantó la vista y sus miradas se encontraron, el alfa sintió que algo se quebraba en su interior.

—Lo imaginé —replicó Jake, una pequeña sonrisa iluminando su rostro antes de volver a concentrarse en sus manos.

El aroma de Jake se hizo más intenso, y Sunghoon se encontró a sí mismo respirando profundamente, como si quisiera grabar ese perfume en su memoria.

Era un olor que lo desconcertaba y lo atraía a partes iguales. Durante tanto tiempo, Sunghoon había evitado cualquier cosa que lo atara, que lo hiciera sentir comprometido o responsable de alguien más.

Pero este omega, con su calidez y su mundo de flores, despertaba en él un deseo que nunca antes había sentido. No era solo atracción; era la necesidad de proteger, de cuidar.

Jake terminó de curar las heridas de Sunghoon y se levantó, limpiándose las manos en un trapo. El alfa notó el leve rubor en las mejillas de Jake, como si también él estuviera sintiendo algo fuera de lo común.

—Gracias —dijo Sunghoon, sorprendiéndose a sí mismo con la sinceridad de sus palabras.

—De nada. Solo... ten más cuidado la próxima vez —respondió Jake, desviando la mirada mientras recogía los vendajes.

Sunghoon se levantó, sintiendo el peso de la conversación no dicha entre ellos. Había algo en este lugar, algo en Jake, que lo hacía querer quedarse.

Pero ese no era su estilo. Él no se quedaba en ningún lugar demasiado tiempo, especialmente en sitios que lo hacían sentir vulnerable.

Cuando salió de la florería, el frío aire nocturno lo golpeó de nuevo, recordándole que su motocicleta seguía en la calle, destrozada y caída. Pero en lugar de molestarse, solo suspiró.

La máquina podía repararse, pero lo que había sucedido dentro de esa tienda... eso no se arreglaba tan fácil.

Mientras caminaba hacia su motocicleta, la puerta de la florería se cerró suavemente detrás de él, dejando solo el eco del aroma de Jake en el aire.

Sunghoon sabía que esto no terminaba aquí. No podía.

Y mientras arrancaba su moto, medio cojeando, supo con certeza que volvería.

Porque ahora, el rugido de su motocicleta ya no era lo único que lo impulsaba a seguir adelante.

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