18. La Tormenta que lo Cambia Todo
El cielo sobre la ciudad se veía más oscuro de lo habitual. Una tormenta eléctrica comenzaba a formarse en el horizonte, creando un ambiente inquietante. La florería de Jake estaba en calma, pero una sensación de incertidumbre llenaba el aire. Jake y Sunghoon habían estado compartiendo más momentos desde la conversación en la florería, aunque el omega seguía lidiando con sus miedos.
Esa tarde, mientras Jake acomodaba las últimas flores en los estantes, Sunghoon estaba afuera, ajustando su motocicleta. Los truenos resonaban en la distancia, pero ninguno de los dos le prestaba demasiada atención.
Sin embargo, algo inesperado estaba a punto de ocurrir.
La campanilla de la puerta tintineó, y Jake levantó la vista. Un hombre que no había visto antes entró a la tienda. Era corpulento, con una chaqueta de cuero desgastada y una mirada fría que no auguraba nada bueno. Sunghoon, distraído en su moto, no notó su llegada.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó Jake, tratando de sonar amable aunque una alarma se activaba en su interior.
El hombre miró a su alrededor, sin responder de inmediato, como si evaluara el lugar. Finalmente, su mirada se posó en Jake, y su voz retumbó como el trueno que se acercaba.
—Tú eres el omega, ¿no?
Jake frunció el ceño, sintiendo que el aire en la florería se volvía más pesado. No sabía qué significaba esa pregunta ni por qué alguien como él estaría interesado en eso.
—Soy el dueño de la florería —respondió, manteniendo su tono neutral—. ¿Necesitas algo?
El hombre dio un paso más cerca del mostrador, invadiendo el espacio de Jake de una manera que lo hacía sentir atrapado. Había algo en su postura que lo intimidaba, y el aroma que desprendía no era el de un alfa cualquiera. Era uno de esos que disfrutaban del poder que la jerarquía les otorgaba, y Jake lo podía sentir en el aire.
—Un amigo me habló de ti, omega —dijo, bajando la voz—. Dijo que eres especial.
Antes de que Jake pudiera responder o dar un paso atrás, el hombre extendió una mano, tomando la muñeca de Jake con una fuerza que lo dejó inmovilizado. Un chispazo de miedo recorrió su cuerpo.
—Suéltame —exigió Jake, tratando de mantener la calma, pero su voz delataba su miedo.
Fue en ese momento cuando Sunghoon, desde afuera, escuchó el tono extraño de la conversación. El alfa levantó la vista, viendo al hombre inclinado sobre Jake desde la ventana. Un destello de furia atravesó a Sunghoon, y en menos de un segundo, ya estaba en la puerta de la florería.
La campana tintineó de nuevo, y la presencia de Sunghoon llenó el espacio. Su mirada se clavó en el extraño, quien aún sostenía a Jake, sin mostrar ninguna intención de soltarlo.
—Suéltalo —dijo Sunghoon, su voz baja pero cargada de peligro. La tormenta afuera rugía más fuerte, como si reflejara la rabia contenida del alfa.
El hombre lo miró, reconociendo al instante quién era Sunghoon. Parecía vacilar un momento, pero no soltó a Jake de inmediato.
—No te metas, esto no es asunto tuyo —respondió, aunque su tono ya no era tan seguro.
Sunghoon dio un paso hacia adelante, su presencia dominante inundando el pequeño espacio de la tienda. Los ojos oscuros del alfa brillaban con un peligro que no se podía ignorar, y su voz se volvió más dura, más directa.
—Te estoy dando una oportunidad de salir de aquí con la cabeza en su lugar —dijo, su tono helado—. No lo repetiré.
El extraño finalmente soltó la muñeca de Jake, pero no sin lanzar una última mirada de advertencia. Dio un paso atrás, pero no sin antes murmurar algo que apenas llegó a oídos de Jake.
—Esto no ha terminado.
Sin decir más, el hombre salió de la florería, dejando tras de sí una sensación pesada y una atmósfera cargada de tensión. Jake, que había mantenido su postura firme hasta el último segundo, sintió que las piernas le temblaban cuando el extraño desapareció por la puerta. Sunghoon, sin pensarlo dos veces, corrió hacia él y lo rodeó con sus brazos, envolviéndolo en un abrazo protector.
—¿Estás bien? —susurró Sunghoon, su voz baja, pero cargada de preocupación. Jake asintió, aunque su respiración seguía siendo errática.
El calor del cuerpo de Sunghoon era lo único que lo mantenía anclado en ese momento, y Jake se permitió aferrarse a él, sintiendo cómo el miedo se disipaba lentamente. El aroma de Sunghoon lo envolvía, calmando su mente inquieta.
—Lo estoy, ahora que estás aquí —murmuró Jake, dejando que su cabeza descansara contra el pecho del alfa.
Sunghoon lo sostuvo con más fuerza, como si no quisiera soltarlo jamás. El instinto protector que siempre había sentido hacia Jake se intensificó, y el alfa no pudo evitar sentir una ola de rabia al pensar en lo que podría haber pasado si no hubiera estado allí.
—Ese tipo no va a volver —prometió Sunghoon, acariciando suavemente el cabello de Jake—. No voy a permitir que nadie te haga daño.
Jake levantó la vista, sus ojos encontrando los de Sunghoon. Había algo en la mirada del alfa que lo hizo sentir seguro, pero más que eso, hizo que su corazón se acelerara de una manera que no podía ignorar.
—Confío en ti —dijo Jake suavemente, dejando que esas palabras fluyeran con una naturalidad que lo sorprendió. Y no era solo una frase, lo sentía de verdad. Sabía que Sunghoon no solo lo protegería físicamente, sino que también cuidaría de su corazón.
La tormenta afuera comenzaba a ceder, aunque el viento seguía soplando con fuerza. Pero dentro de la florería, el mundo parecía haberse calmado. Sunghoon seguía abrazando a Jake, sus manos recorriendo su espalda en un gesto tranquilizador.
—Te amo, Jake —murmuró Sunghoon de repente, su voz profunda y cargada de emoción—. No sabes cuánto.
Jake lo miró, sorprendido por la intensidad de sus palabras. Había escuchado a Sunghoon decir cosas dulces antes, pero esta vez, había algo diferente. Esta vez, sentía que estaba escuchando más que solo palabras. Estaba escuchando la verdad que Sunghoon había estado guardando dentro de él todo este tiempo.
—Yo también te amo, Sunghoon —respondió Jake, susurrando casi como si temiera romper el momento.
Y en ese instante, en medio de la tormenta que comenzaba a desvanecerse, ambos supieron que su vínculo era más fuerte que cualquier miedo o amenaza externa. Habían pasado por el primer obstáculo real juntos, y lo habían superado, más unidos que nunca. Y aunque sabían que la vida seguiría presentándoles desafíos, también sabían que mientras estuvieran el uno al lado del otro, podrían enfrentar cualquier cosa.
Sunghoon, con sus manos aún aferradas a Jake, sonrió suavemente. No había nada que temer mientras tuvieran el amor que los unía.
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