16. La Fragilidad del Vínculo
La sensación de paz que habían encontrado en los brazos del otro no duró mucho. A medida que la relación entre Jake y Sunghoon se profundizaba, las diferencias entre sus mundos comenzaban a hacerse más evidentes, como sombras al acecho en los rincones de su felicidad.
Sunghoon había crecido acostumbrado a un estilo de vida que le daba todo lo que deseaba, desde el control absoluto de sus negocios hasta la libertad de desafiar los límites. Sus impulsos de alfa, combinados con su naturaleza dominante, a menudo chocaban con el ritmo tranquilo y meticuloso con el que Jake conducía su vida. Jake, por su parte, era el ancla emocional de su propio universo. Cada flor que tocaba, cada rincón de su pequeña florería, representaba una paz que había construido a lo largo de los años. No estaba acostumbrado a la intensidad arrolladora que Sunghoon traía consigo.
Era una tarde lluviosa cuando esos mundos colisionaron de forma más tangible. El viento azotaba con fuerza los ventanales de la florería, haciendo que las flores se agitaran inquietas en sus macetas. Jake estaba concentrado en acomodar los últimos ramos del día cuando la puerta de la tienda se abrió bruscamente, dejando entrar no solo a Sunghoon, sino también al frío y la tormenta que rugía afuera.
—Jake —la voz de Sunghoon era más dura de lo habitual, llena de una urgencia que hizo que Jake se diera la vuelta de inmediato—, tenemos que hablar.
Jake frunció el ceño, preocupado por la expresión seria en el rostro de Sunghoon. El alfa había estado distante en los últimos días, y aunque Jake intentaba no darle demasiada importancia, sabía que algo se estaba gestando. Sunghoon se acercó a él, cerrando la distancia entre ambos, pero esta vez, no había ternura en sus movimientos, solo una necesidad imperiosa de controlar la situación.
—¿Qué sucede? —preguntó Jake, intentando sonar calmado mientras secaba sus manos con un trapo—. Has estado actuando de manera extraña estos días. ¿Es por algo que hice?
Sunghoon negó con la cabeza rápidamente, pero su mirada era intensa, casi furiosa. Pasó una mano por su cabello mojado, evidentemente frustrado, y soltó un suspiro pesado antes de finalmente hablar.
—No es lo que hiciste, Jake —respondió, su voz baja pero firme—. Es lo que no haces. No te dejas cuidar. No te dejas proteger. Y me está volviendo loco.
Jake lo miró, desconcertado. El alfa daba vueltas por la pequeña tienda como una bestia encerrada, tratando de controlar su propia impaciencia.
—¿Cuidar? —preguntó Jake, su tono reflejando su confusión—. Sunghoon, me cuidas todo el tiempo. ¿De qué estás hablando?
Sunghoon se detuvo en seco, sus ojos oscuros clavándose en los de Jake. Se acercó rápidamente, tomando a Jake por los hombros con una firmeza que no le permitía apartarse, aunque no era violento.
—Me refiero a que no confías en mí por completo —dijo con un susurro grave, su mirada perforante—. Hay una parte de ti que sigue manteniéndome a distancia. Y no puedo... —hizo una pausa, cerrando los ojos brevemente mientras intentaba contener su frustración— no puedo seguir pretendiendo que eso no me afecta. Eres mi omega, Jake. Pero no puedo sentirme completamente conectado a ti si sigues erigiendo esos muros.
Jake sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Sunghoon lo impactaron, no solo por su contenido, sino por la verdad que contenían. Se había estado protegiendo, sí, levantando pequeñas barreras emocionales que ni siquiera él mismo había sido consciente de que existían. Después de todo, Sunghoon representaba una intensidad que lo asustaba, una vulnerabilidad que le costaba aceptar.
—No es que no confíe en ti, Sunghoon —comenzó Jake, bajando la mirada y apartándose de su toque. La calidez del cuerpo del alfa se alejaba, dejando un vacío frío entre ellos—. Es solo que... yo... —tragó saliva, buscando las palabras correctas—, no estoy acostumbrado a esto. A depender tanto de alguien. He estado solo mucho tiempo, y tú llegaste a mi vida como una tormenta. No sé cómo manejarlo.
Sunghoon lo observó con una mezcla de incomprensión y frustración, pero también con algo más profundo: una tristeza que rara vez dejaba ver.
—Jake, no te estoy pidiendo que te rindas completamente. Pero necesito saber que estás aquí, conmigo, de la misma forma en que yo estoy contigo. —Su voz temblaba ligeramente mientras hablaba—. No quiero ser solo un protector para ti. Quiero ser tu compañero, tu igual. Quiero que entiendas que estoy dispuesto a darlo todo por ti, pero eso significa que tú también tienes que hacerlo.
El corazón de Jake latía con fuerza. Sabía que Sunghoon tenía razón, pero esa misma verdad lo aterrorizaba. Sentía el peso de las expectativas del alfa sobre sus hombros, la intensidad de su amor, y temía no estar a la altura. Temía que, si se entregaba por completo, perdería algo de sí mismo en el proceso.
El silencio se hizo pesado entre ambos, roto solo por el sonido de la lluvia golpeando el techo de la tienda. Jake, finalmente, levantó la mirada y tomó una decisión, sabiendo que tenía que enfrentar sus propios miedos si quería que su relación con Sunghoon sobreviviera.
—Lo intentaré, Sunghoon —dijo suavemente, sus palabras llenas de sinceridad—. No puedo prometer que será fácil para mí, pero voy a intentarlo. Quiero estar contigo. Quiero que confíes en mí también. Y... —hizo una pausa, dando un paso hacia él—, voy a dejar que me cuides. Pero tienes que darme tiempo.
Sunghoon soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y, en un movimiento rápido, lo atrajo hacia él, envolviendo a Jake en sus brazos. El omega sintió el calor del alfa a su alrededor, la seguridad que solo él podía ofrecerle. Y, por primera vez en mucho tiempo, se permitió relajarse completamente en sus brazos.
—Eso es todo lo que necesito —susurró Sunghoon contra su cabello, apretándolo con suavidad—. Tiempo. Y tú.
Jake cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del momento. Sabía que la relación que tenían era complicada, que su propio miedo a la vulnerabilidad aún era una barrera. Pero también sabía que Sunghoon lo amaba de una manera que pocos podrían entender, y que esa conexión, esa mezcla de pasión y cuidado, era lo que los mantendría juntos.
Aunque el camino no fuera fácil, ahora estaban más decididos que nunca a caminarlo juntos.
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